INTRODUCCIÓN
El fenómeno de la velocidad al comer ha sido de gran interés en los últimos años debido a que la evidencia procedente de estudios observacionales, revisiones sistemáticas y metaanálisis ha demostrado que el comer de modo rápido se asocia a la presencia de sobrepeso y obesidad (1-4). Además, se ha planteado que la velocidad al comer es el vínculo mediador entre el índice de masa corporal (IMC) y la ingesta de energía durante un episodio alimentario (5). No obstante, desde antes del siglo XX se argumentaba que el comer de modo rápido estimula una mayor ingesta de energía que, a su vez, promueve la ganancia de peso corporal y lleva al sobrepeso o la obesidad (6-10).
Aunado a lo anterior, se ha correlacionado la masa libre de grasa y la tasa metabólica basal con la velocidad al comer, sugiriéndose que las tasas de consumo alimentario (velocidad al comer) más rápidas promueven una mayor ingesta de energía como respuesta conductual adaptativa a los mayores requerimientos energéticos (11). También se ha señalado que el comer rápidamente tiene una base genética que aumenta el riesgo de factores conductuales para el aumento de peso, y este es un rasgo caracterizado como hereditario que se mantiene estable en el tiempo (12). Por otro lado, se ha observado que, cuando un individuo come rápidamente en una ocasión, es posible predecir que también comerá de modo rápido y con una ingesta elevada en comidas posteriores, independientemente de las diferencias de composición corporal (13).
Pero, independientemente de los aspectos genéticos y biológicos, la velocidad al comer se puede modificar por elementos del medio ambiente. Por ejemplo, se ha manipulado por el tipo de cubierto empleado (14), la forma de servir la comida (15), el tamaño de la porción (16), las propiedades nutricionales (16,17), las instrucciones verbales o computarizadas (18-20), la retroalimentación vibrotáctil de los cubiertos (21) y la textura de los alimentos (16,18,22-24).
Esto ha dado lugar a intervenciones clínicas y recomendaciones de salud pública para disminuir la velocidad al comer (25). Por ejemplo, en 2009, "The Obesity Society" recomendó a las personas con obesidad que disminuyeran la velocidad al comer como medio para controlar la ingesta de energía (26). Sin embargo, el análisis de las revisiones sistemáticas sobre los métodos elegidos para manipular la velocidad al comer es limitado, dado que dichas revisiones lo han planteado como un objetivo secundario de sus reportes (27). Por tanto, aunque la evidencia científica indica que la velocidad al comer afecta a la ingesta de energía y, por consiguiente, en la práctica clínica se recomienda disminuir la velocidad al comer para reducir la ingesta de energía, aún no se ha realizado un análisis detallado del efecto de los métodos que modifican la velocidad al comer sobre la ingesta. La realización de este análisis proporcionaría a los profesionales de la nutrición un sustento científico para la selección e implementación de técnicas y estrategias que modifiquen la velocidad al comer de los pacientes que necesiten reducir su ingesta de alimentos y energía. Por tal motivo, el objetivo principal de la presente publicación es analizar el efecto de los métodos que modifican la velocidad al comer sobre la ingesta de alimentos y de energía, mientras que el objetivo secundario es evaluar si hay evidencia científica que sustente la premisa de que comer de modo lento es un factor de protección frente a la ingesta de alimentos y de energía.
MÉTODOS
CRITERIOS DE INCLUSIÓN
Participantes
Se incluyeron estudios experimentales y observacionales con participantes de cualquier sexo, edad, composición corporal, actividad física y país. Se excluyeron los estudios que seleccionaron participantes con trastornos alimentarios clínicamente definidos.
Tipo de estudios
Se seleccionaron aquellos estudios experimentales en los que se manipuló la velocidad al comer por medio del alimento o el ambiente alimentario, y se observó su efecto sobre la ingesta de alimentos o de energía. Adicionalmente, se incluyeron estudios observacionales en los que se hubiera categorizado la velocidad al comer.
Comparación de grupos y medida de resultados
Los estudios observacionales o experimentales elegibles para el metaanálisis fueron los que habían incluido resultados de dos condiciones determinantes de la velocidad al comer (lenta frente a rápida) y su efecto sobre la ingesta de alimentos o de energía. En cambio, para la revisión sistemática se analizaron los resultados de todos los estudios que habían evaluado el efecto de la velocidad al comer sobre la ingesta de alimentos o de energía, independientemente de la categorización utilizada para el metaanálisis.
Diseño del estudio
Se eligieron estudios con diseños experimentales u observacionales aleatorios y no aleatorios, tanto de comparación entre grupos como de comparaciones intrasujetos o de medidas repetidas. En los estudios de medidas repetidas se realizó la comparación de los efectos de las condiciones (lenta vs. rápida) sobre cada participante: es decir, el sujeto participó en las dos condiciones. Por su parte, la comparación entre dos grupos independientes implica que un grupo comió conforme a la condición "lenta" y el otro según la condición "rápida".
Estrategia de búsqueda
Se realizó una búsqueda estratégica de publicaciones científicas en las bases de datos de PubMed (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/), BASE (https://www.base-search.net) y ScienceDirect (https://www.sciencedirect.com) durante los meses de julio, agosto y septiembre de 2019. La búsqueda incluyó una combinación de las palabras clave que hacen referencia a la velocidad al comer, "eating rate", "eating speed", "quick eating", "fast eating" y/o "rapid eating" en combinación con los términos de ingesta alimentaria o energética, "food intake" y/o "energy intake. El proceso de búsqueda se guío por los Ítems de referencia para publicar revisiones sistemáticas y metaanálisis, la declaración PRISMA (28).
SELECCIÓN DE ESTUDIOS Y EXTRACCIÓN DE DATOS
Dos autores (SPRE y HF) realizaron de forma independiente la búsqueda de la literatura y la extracción de datos utilizando un enfoque estandarizado. No se presentaron desacuerdos respecto a la elegibilidad o calidad de ningún estudio.
Clasificación de estudios
Se clasificaron como estudios de tipo 1 los observacionales o experimentales sin datos de la condición "rápida" vs. "lenta", y como estudios de tipo 2 los correspondientes del metaanálisis.
Datos registrados
Se registró el tamaño de la muestra de los participantes, la edad, el IMC y las características de la población, como la nacionalidad. Además, se especificó el método de manipulación de la velocidad al comer y los métodos de observación y registro de la ingesta de alimentos o de energía junto con los resultados de la velocidad al comer (g/min o kcal/min) y la ingesta de alimentos (g) o de energía (kcal).
ANÁLISIS ESTADÍSTICOS
Se utilizó el software STATA, versión 14.1 (Stata Corp, College Station, Texas, EUA), para administrar y analizar los datos. Se clasificaron la velocidad al comer y la ingesta de alimentos o de energía en dos condiciones: "lenta" vs. "rápida". La estimación del tamaño del efecto de la velocidad al comer sobre el riesgo de una mayor ingesta de alimentos o de energía se expresó como razón de momios (OR) con intervalos de confianza (IC) del 95 %. Se generó bajo el modelo de efectos aleatorios dado que se registró la ingesta de alimentos o de energía en diferentes medidas de valores numéricos (gramos, kcal, g/min, kcal/min). El índice de inconsistencia (I2) se utilizó para evaluar la heterogeneidad entre los estudios, y su valor representa el porcentaje de diversidad observado entre los estudios que es consecuencia de la heterogeneidad además del azar. La heterogeneidad se consideró significativa si el I2 era mayor del 50 %; un valor superior al 50 % significa un mayor grado de heterogeneidad. Finalmente, se realizó un gráfico de embudo o funnel plot y se calculó la prueba de Egger para evaluar el posible sesgo de publicación (29).
RESULTADOS
SELECCIÓN DE PUBLICACIONES CIENTÍFICAS
En la figura 1 se muestra el diagrama de flujo que detalla el proceso de selección de publicaciones para la revisión sistemática y el metaanálisis. La búsqueda estratégica encontró 553 publicaciones, 85 en PubMed, 76 en BASE y 392 en ScienceDirect. Se realizó una revisión de los resúmenes, descartándose 395 no relevantes, 107 repetidos, 9 no originales y 11 de modelos animales. Posteriormente se efectuó una revisión completa de las 32 publicaciones restantes, excluyéndose 5 publicaciones del mismo estudio y 11 por datos no relevantes. Finalmente fueron 15 las publicaciones seleccionadas para la revisión sistemática del efecto de la velocidad al comer sobre la ingesta de alimentos y energía (2,3,5,14-24,30). Para el metaanálisis se eliminaron 8 publicaciones por datos incompletos para poder categorizar la velocidad al comer y la ingesta en dos condiciones (lenta vs. rápida). En consecuencia, el metaanálisis estuvo compuesto por 7 publicaciones en las que se habían realizado un total de 11 manipulaciones de la velocidad al comer y 1 estudio observacional (5,14,15,21,22,24,30).
CARACTERÍSTICAS DE LAS PUBLICACIONES INCLUIDAS
En la tabla I y la tabla II se muestra la información detallada de las 15 publicaciones elegidas para la revisión sistemática, que está constituida por los siguientes elementos: a) número de sujetos en general y por sexos; b) edad; c) IMC; d) características de la población, como la nacionalidad; e) tipo de manipulación experimental de la velocidad al comer; f) métodos de observación y registro de la ingesta de alimentos o de energía; y g) resultados del efecto sobre la ingesta de alimentos y energía.
N: tamaño de la muestra; H: hombres; M: mujeres; IMC: índice de masa corporal; kg: kilogramos; m: metros.
N: tamaño de la muestra; H: hombres; M: mujeres; IMC: índice de masa corporal; kg: kilogramos; m: metros; VC: velocidad al comer; IA: ingesta de alimentos; IE: ingesta de energía; g: gramos; kcal: kilocalorías; g/min: gramos por minuto; kcal/min: kilocalorías por minuto; bocados/min: bocados por minuto; media ± desviación estándar.
Se registraron en total 13 estudios que habían medido la velocidad al comer de modo directo (5,14-24,30) y 2 que lo habían hecho por medio de cuestionarios autoadministrados (2,3). En 12 estudios se manipuló la velocidad al comer (14-24,30) por medio de: el tipo de cubierto (14), el tamaño del cubierto (30), la forma de servir la comida (15), el tamaño de la porción (16), las propiedades nutricionales de la comida (14,16,17,23), la textura de los alimentos (16,18,22-24), instrucciones verbales o computarizadas (19,20), y retroalimentación vibrotáctil del cubierto (21). En cuanto a las características de los participantes, 6 estudios estuvieron conformados únicamente por sujetos con normopeso (2,17,18,22-24), 2 por mujeres (15,30) y 1 por niños (5).
Las publicaciones se clasificaron en tipo 1 y tipo 2; las de tipo 1 estuvieron conformadas por estudios observacionales o experimentales sin datos de la condición "rápida" vs. "lenta (Tabla I) y las de tipo 2 correspondieron a las incluidas en el metaanálisis (Tabla II).
PUBLICACIONES DE TIPO 1: SIN DATOS DE LA CONDICIÓN "RÁPIDA" VS. "LENTA"
De las 15 publicaciones seleccionadas para la revisión sistemática (Tabla I y Tabla II), 8 presentaban datos incompletos sobre las condiciones "rápida" y "lenta" de la velocidad al comer y la ingesta de alimentos o energía (Tabla I). En 6 de ellas se había manipulado experimentalmente la velocidad al comer (16-20,23) y 2 eran sobre estudios observacionales (2,3). La edad de los participantes oscilaba entre los 18 y los 69 años; respecto al IMC, 7 estudios se habían realizado en sujetos con un IMC > 18,5 kg/m2 (2,3,17-20,23), y, de estos, 2 se habían efectuado únicamente en sujetos con sobrepeso u obesidad (3,19) y 3 en sujetos con normopeso (2,17,18,23). En 1 publicación se incluían sujetos con un IMC categorizado como "delgadez" (16). Respecto a las características de la población, 5 se habían realizado en países asiáticos (2,3,16,18,23).
Análisis de subgrupos: métodos para manipular la velocidad al comer
En 6 publicaciones clasificadas como de tipo 1 se manipuló experimentalmente la velocidad al comer (16-20,23), por métodos de modificación de atributos de la textura de la comida (16,18,23) como la dureza (18) y la viscosidad, así como la densidad energética, el tamaño de la porción (16) e indicaciones verbales (19,20). Los resultados de estos estudios mostraron que disminuye la velocidad al comer y la ingesta cuando la textura de los alimentos o comidas es más dura (18), viscosa (16), masticable, resistente y menos elástica (23), y cuando el tamaño de la porción es más grande (16). Finalmente, el masticar más veces la comida disminuye la velocidad al comer (20) y, a su vez, el comer lentamente reduce la ingesta de alimentos y energía (19).
Análisis de subgrupo: estudios observacionales
De las 8 publicaciones sin datos de la condición rápida vs. lenta (tipo 1), en 2 estudios no se realizó ninguna manipulación experimental: es decir, se trata de estudios observacionales. En ellos se midió la velocidad al comer por medio de un cuestionario breve de historia dietética autoadministrado, denominado BDHQ (brief self-administered diet history questionnaire), y se categorizó como: 1) muy lenta, 2) lenta o relativamente lenta, 3) mediana, 4) rápida o relativamente rápida y 5) muy rápida. Los autores de estos estudios concluyeron que las personas que comen más rápido presentan una mayor ingesta de energía (2,3). Además, se observó una diferencia significativa según el sexo, demostrándose que los hombres comen más rápido que las mujeres (2).
PUBLICACIONES DE TIPO 2: METAANÁLISIS
Fueron 7 publicaciones con datos completos de condición "rápida" vs. "lenta" de la velocidad al comer y la ingesta de alimentos o energía las que se incluyeron en la revisión sistemática (Tabla II) y el metaanálisis (Figs. 2 y 3). En ellas se habían documentado 11 manipulaciones experimentales de la velocidad al comer (14,15,21,22,24,30) y 1 estudio era observacional (5).
En cuanto al sexo, 2 estudios se realizaron exclusivamente con mujeres (15,30); respecto a la edad, 1 estudio se había llevado a cabo en niños de 2,5 a 6,5 años (5) y 6 en adultos de 18 a 80 años (14,15,21,22,24,30). Referente al IMC, 2 publicaciones se referían únicamente a sujetos con normopeso (22,24), 2 a sujetos con IMC de normopeso, sobrepeso u obesidad (5,30), y 3 a sujetos con delgadez, normopeso, sobrepeso y obesidad (14,15,21). En relación con las características de la población, 1 estudio se había realizado en estadounidenses (30), 1 en australianos (14), 2 en asiáticos (5,15) y 3 en la población de los Países Bajos (21,22,24).
Análisis de subgrupos: métodos para manipular la velocidad al comer
En las publicaciones de tipo 2 se realizaron 11 manipulaciones experimentales de la velocidad al comer, las cuales se especifican a continuación: a) cuchara grande frente a cuchara chica; b) cuchara frente a tenedor (30); c) tenedor con retroalimentación vibrotáctil cuando se come rápido frente a sin retroalimentación vibrotáctil (21); d) viscosidad baja frente a alta; e) tamaño de la partícula pequeño frente a grande (22); f) comida en un solo plato frente a varios platos de estilo asiático (15); g) comidas con textura suave frente a dura (carne, carne vegetariana, dulces) (24). Si bien, los resultados de estos manuscritos mostraban una mayor ingesta de alimentos o energía en la condición rápida, el metaanálisis realizado en el presente estudio (Fig. 2) muestra que las técnicas y estrategias de modificación de la velocidad al comer que disminuyen eficazmente (OR < 1) la ingesta de alimentos o energía son: a) comer pequeños bocados con una cuchara chica, realizando entre 20 a 30 masticaciones por bocado y dejando la cuchara en la mesa entre bocados (30); b) servir los guisados en platos separados o al estilo asiático (15); c) usar un tenedor que emita una suave vibración y encienda una luz roja cuando el sujeto come de modo rápido (21); y d) comer alimentos con textura dura (24).
Análisis de subgrupos: estudios observacionales
De las 7 publicaciones que cumplían los criterios de inclusión para el metaanálisis (Figs. 1 y 2), 1 estudio era observacional, es decir, no se realizó en él ninguna manipulación experimental. En él se registró la velocidad al comer por medio de la videograbación de una sesión de comida ad libitum y se procesó con el software ELAN. Los autores concluyeron que los niños que habían comido más rápidamente habían tenido una mayor ingesta de energía (5). Además, el análisis realizado en el presente manuscrito (Fig. 2) con los resultados de este estudio observacional confirma que una velocidad lenta al comer reduce la ingesta de energía (OR = 0,831; IC 95 %: 0,264-2,613).
EFECTO DE LA VELOCIDAD AL COMER SOBRE LA INGESTA DE ALIMENTOS O ENERGÍA
En la figura 2 se observa el análisis de 7 publicaciones en relación con dos condiciones -"rápida" vs. "lenta"- de la velocidad al comer y la ingesta de alimentos o energía (5,14,15,21,22,24,30); en ellas se realizaron 11 manipulaciones experimentales diferentes (14,15,21,22,24,30) y 1 estudio fue observacional (5). Los estudios con una OR < 1 fueron 5 (5,15,21,22,24,30) y esto significa que sus técnicas y estrategias para modificar la velocidad al comer se consideraron como "factores de protección frente a la ingesta excesiva (riesgo menor)", es decir, como eficaces para disminuir la ingesta de alimentos o energía. Estos fueron: comer con una cuchara chica en lugar de grande (OR = 0,315) (30); servir los guisados en platos separados en lugar de en el mismo plato (OR = 0,860 y OR = 0,831) (15); usar un tenedor con retroalimentación vibrotáctil en lugar de uno sin retroalimentación vibrotáctil (OR = 0,847) (21), y comer alimentos de textura dura en lugar de suave (carne) (OR = 0,891) (24).
Por otro lado, las manipulaciones experimentales de la velocidad al comer que mostraron un efecto indiferente sobre la ingesta de alimentos (OR = 1) fueron el utilizar una cuchara en lugar de un tenedor (OR = 1,058) (14), el comer alimentos (granola) de partículas pequeñas en lugar de partículas grandes (OR = 1,032) (22), la textura de los alimentos suave en lugar de dura (carne vegetariana, OR = 1,069; dulces, OR = 1,036) (24) y la viscosidad alta en lugar de baja (OR = 0,996) (22).
Finalmente, el OR agrupado fue de 0,713 (IC 95 %, 0,615-0,827), lo que indicó la presencia de asociación al factor de protección con un I2 del 73,2 % (p = 0,000), que exhibe heterogeneidad entre los estudios, demostrando que el comer de modo "lento" es un factor de protección frente a la ingesta excesiva de alimentos y de energía.
SESGO DE PUBLICACIÓN
Se evaluó el sesgo de publicación por medio de un gráfico de embudo o funnel plot (Fig. 3), que produjo una representación gráfica asimétrica sugestiva de sesgo según el tamaño del efecto. Este resultado se puede deber a la limitada publicación de manuscritos sobre el tema de la velocidad al comer y de la ingesta, a que se publiquen únicamente artículos con resultados positivos o a que haya defectos en la calidad de dichos artículos. Sin embargo, los gráficos de embudo son una técnica visual subjetiva, por lo cual se complementaron con la prueba de la regresión lineal de Egger, que indicó la ausencia de sesgo de publicación (p = 0,728, IC = 95 %).
DISCUSIÓN
El principal hallazgo de la presente revisión sistemática y metaanálisis fue la identificación de las técnicas y estrategias de modificación de la velocidad al comer que tienen un efecto sobre la ingesta de alimentos o de energía. Estas fueron el tamaño del cubierto, el número de platos en los que se sirve la comida, la dureza de los alimentos y el uso de cubiertos con retroalimentación vibrotáctil. Además, se proporcionó evidencia científica que sustenta la premisa de que el comer de modo lento es un factor de protección frente a la ingesta excesiva, planteándose que, cuando los individuos comen de modo lento, ingieren menos comida y energía. Ahora bien, se encontró heterogeneidad entre los estudios analizados debido a que midieron la ingesta y la velocidad al comer con diferentes unidades de medida, tales como gramos, kilocalorías, cucharadas, gramos por minuto, kilocalorías por minuto, cucharas por minuto, etc. No obstante, independientemente de la heterogeneidad de los estudios incluidos en este metaanálisis, la evaluación del sesgo de publicación realizada indicó ausencia del mismo.
Los resultados mencionados anteriormente concuerdan con los del metaanálisis realizado por Ronbinson y cols. en el año 2014, en el que sus autores concluyeron que la velocidad al comer afecta a la ingesta de energía y sugirieron la necesidad de identificar las técnicas y estrategias de modificación de la velocidad al comer que pudieran utilizarse en la vida cotidiana para limitar la ingesta excesiva de energía. Aunque en su revisión sistemática se muestran los resultados de los métodos de manipulación de la velocidad al comer sobre la ingesta energética, y su metaanálisis señala el efecto de los estudios incluidos, los autores no discutieron este aspecto detalladamente, dado que no era el objetivo principal de su estudio. También es relevante mencionar que hubo heterogeneidad entre los estudios que analizaron, por lo que realizaron un análisis de subgrupos que demostró un efecto consistente de la velocidad al comer sobre la ingesta de energía, independientemente del tipo de manipulación experimental realizada (27). Por su parte, Ohkuma y cols. (2015) asociaron los resultados de su metaanálisis de la velocidad al comer con la obesidad y también sugirieron que se debían realizar investigaciones con el objetivo de determinar las técnicas y estrategias eficaces para disminuir la velocidad al comer (1), objetivo que se cumple con la presente investigación.
La presente revisión sistemática y metaanálisis incluye estudios que midieron tanto la velocidad al comer como la ingesta de alimentos o energía. Sin embargo, es importante mencionar que se han realizado diversas investigaciones en las cuales se ha medido únicamente la velocidad al comer o la ingesta, con lo cual se ha determinado que los factores principales que logran modificarlas son el volumen de la porción percibido o la expectativa de saciedad (8,31-34), el tamaño del bocado (14,30), la palatabilidad de la comida (8), las propiedades sensoriales y nutricionales de los alimentos (14,16-18,22-24,34) como el contenido de fibra (4,34), y la textura de estos (16,18,22-24,34); respecto a la textura, se han reportado atributos como la dureza y la viscosidad que ya se discutieron en el presente metaanálisis, pero también se ha señalado la complejidad textural como un factor que influye sobre la ingesta de alimentos (35,36).
Con respecto a los programas de intervención clínica, en el estudio de Torbahn y cols. (2017) se proporcionó tratamiento nutricional centrado en cambios de la conducta alimentaria y de la actividad física a pacientes pediátricos con obesidad. Se analizó la asociación de los cambios de la velocidad al comer con el tamaño de las porciones y los hábitos dietéticos con el IMC. Sus resultados mostraron que la disminución de la velocidad al comer y el tamaño de las porciones se asociaban con la reducción del IMC a los 2 años de la intervención, proponiendo los autores que los programas de educación nutricional debían centrarse en la reducción de la velocidad al comer y el tamaño de las porciones (37).
En cuanto a los posibles mecanismos de acción, los hallazgos del presente manuscrito y de las investigaciones previas señalan que una velocidad lenta al comer se caracteriza por bocados pequeños y un mayor tiempo de masticación, sugiriéndose que mejora la capacidad de saciarse gracias a un tiempo más largo de exposición orosensorial a los alimentos (38-41), pues los alimentos o calorías que se ingieren rápidamente no son percibidos por el sentido del gusto durante la fase cefálica de la digestión (41). Además, se ha asociado el comer rápidamente con un vaciamiento gástrico rápido y una respuesta disminuida de las hormonas gastrointestinales de la saciedad (42-46), junto con una disminución de la termogénesis posprandial y la acumulación de tejido adiposo blanco (47,48), mientras que en el caso contrario, cuando se come de modo lento, el sentido del gusto registra adecuadamente la cantidad de nutrientes y de energía, se promueve un vaciamiento gástrico lento con una respuesta pronunciada de hormonas gastrointestinales de efecto anorexigénico y se aumenta la termogénesis posprandial (33,38-48). Por otro lado, se ha propuesto que la velocidad al comer esta mediada por la retroalimentación visual y no es simplemente una respuesta refleja de la estimulación orosensorial, demostrándose que la velocidad al comer es un proceso que se corrige con cambios más rápidos o más lentos conforme al volumen remanente percibido en los cubiertos. Con lo cual, al parecer las personas también usan el sentido de la vista para contar el volumen o las calorías, produciéndose una expectativa de saciación (8,31-34).
Finalmente, en el presente metaanálisis no se identificó ninguna limitación importante dado que la mayoría de los estudios analizados fueron experimentales y los análisis fueron intrasujetos, aunque en algunos se manipuló la velocidad al comer por medio de modificaciones de las propiedades sensoriales de la comida, específicamente de los atributos de textura y dureza, viscosidad y tamaño de las partículas, lo que puede ocasionar cambios en la ingesta independientemente de la tasa de alimentación. Los resultados de los demás estudios mostraron una mayor ingesta de comida o energía en la condición "rápida" con respecto a la "lenta"; asimismo, el análisis grupal indicó que comer de modo "lento" es un factor de protección frente a la ingesta excesiva. Otra limitación es que todos los estudios experimentales midieron las variables durante una sesión de comida, por lo cual no se puede concluir que estás técnicas y estrategias de modificación de la velocidad al comer producen cambios constantes de la ingesta en otro ambiente diferente al laboratorio. Por tanto, es relevante mencionar que McCrickerd y Forde (2017) comprobaron la hipótesis referente a la constancia de la velocidad al comer en el tiempo, demostrando que el comer rápido es un factor consistente entre los individuos y que, cuando se registra que un individuo comió rápidamente en una ocasión, se puede predecir que también comerá de modo rápido y con una ingesta elevada en subsiguientes comidas. Sin embargo, en este estudio se utilizó el mismo platillo de comida en todas las mediciones como control del experimento; por tanto, los resultados de este estudio predicen la velocidad al comer de un sujeto con un determinado platillo, y esta se podría modificar cuando el sujeto consume otra comida con diferentes propiedades sensoriales o por medio de manipulaciones en el medio ambiente alimentario (13). Ahora bien, aunque hay que tener cuidado al extrapolar los datos, los estudios incluidos en el presente metaanálisis revisaron muestras tanto de adultos jóvenes como de adultos mayores y niños. Asimismo, el rango de IMC fue amplio, desde el bajo peso al normopeso, el sobrepeso y la obesidad. Por último, la heterogeneidad presente entre los estudios sugiere que el efecto de la manipulación de la velocidad al comer sobre la ingesta de alimentos o energía depende de la técnica o estrategia utilizada, aunque es posible que la consistencia individual de la velocidad al comer de cada sujeto influya sobre esto. Por ello es pertinente realizar más investigaciones sobre el tema para determinar la causa de esta variabilidad.
CONCLUSIÓN
Los estudios publicados acerca de las técnicas y estrategias de modificación de la velocidad al comer y su efecto sobre la ingesta de alimentos o energía han sido variados con respecto a características de la población tales como el sexo, la edad y el país de origen, y también en lo referente al tamaño de la muestra y el IMC. Asimismo, se han utilizado diversos métodos para manipular la velocidad al comer, enfocándose estos principalmente en las propiedades sensoriales y nutricionales de los alimentos y el ambiente alimentario. Adicionalmente, los estudios observacionales han categorizado la velocidad al comer por medio de cuestionarios autoadministrados y se ha evaluado la ingesta con cuestionarios dietéticos, si bien la evidencia aún es limitada y es necesario realizar más investigaciones referentes a este tema con un mayor número de participantes y metodologías más homogéneas. La presente revisión sistemática y metaanálisis confirma la premisa de que comer de modo lento es un factor de protección frente a la ingesta excesiva de alimentos y de energía. Asimismo, cumplió su objetivo principal al proporcionar técnicas y estrategias de intervención nutricional-conductual, eficaces para disminuir la velocidad al comer y la ingesta de alimentos o energía, que pueden ser útiles en el tratamiento o la prevención de enfermedades como el sobrepeso o la obesidad.