Sr. Director:
La actividad física no solo es una práctica segura para la mayoría de las gestantes y sus fetos, sino que además se asocia a numerosos beneficios para la salud materna. Estudios previos1-3 han relacionado su práctica con la prevención y un mejor manejo de afecciones como la diabetes gestacional, la ganancia ponderal excesiva durante el embarazo, las alteraciones del ánimo o el dolor lumbar, entre otras. Bajo este prisma, nos propusimos estudiar la evolución del patrón de actividad física de las mujeres de nuestro medio a lo largo de su embarazo.
Durante los años 2014 y 2015 se realizó un estudio descriptivo longitudinal en una cohorte de 160 mujeres, sin contraindicación para la práctica de actividad física, pertenecientes al Sector Zaragoza III (Aragón). Se evaluó la actividad física de las participantes en cada uno de los trimestres del embarazo mediante el International Physical Activity Questionnaire (IPAQ), siguiendo las normas de codificación e interpretación de los resultados descritas para este cuestionario por Delgado et al.4. El resto de las variables incluidas en el análisis (sociodemográficas y obstétricas) se recogieron mediante entrevista clínica y la revisión de las historias médicas.
Se constató que un 26,3% de las participantes había dejado de practicar actividad física debido a su embarazo, y solo un 33,8% refería haber recibido consejo profesional acerca del tema.
La actividad física total disminuyó a lo largo del embarazo. El gasto metabólico de las participantes se redujo para todos los ámbitos de realización de actividad física (transporte/desplazamiento, trabajo y hogar), salvo para la actividad lúdica, que mostró un aumento progresivo (fig. 1).
Caminar fue la actividad más habitual, con una media de 47,8 min/día en el primer trimestre del embarazo, 40,2 min/día en el segundo y 34,7 min/día en el tercero. El reporte de tiempo dedicado a actividades de carácter vigoroso fue testimonial y se limitó al primer trimestre del embarazo. Del mismo modo, el tiempo empleado en actividades de intensidad moderada decreció a lo largo del seguimiento (p <0,05).
El tiempo dedicado a prácticas sedentarias, como ver la televisión o trabajar con el ordenador, aumentó progresivamente: 122,1 min/día en el primer trimestre, 143,2 min/día en el segundo y 166,1 min/día en el tercero.
Los factores que se asociaron de manera positiva, y estadísticamente significativa, con la actividad física en estas épocas fueron el alto nivel educativo (estudios universitarios), la multiparidad y la práctica regular de ejercicio con anterioridad a la gestación. Por el contrario, el antecedente de aborto previo se asoció con patrones de menor actividad física (p <0,05).
La principal limitación de este estudio es el potencial sesgo de memoria inherente a un cuestionario basado en el recuerdo, como es el IPAQ. Pese a ello, consideramos que los datos obtenidos en este estudio son contundentes a la hora de subrayar la necesidad de promover estilos de vida saludables en las mujeres en edad fértil. Del mismo modo, parece necesario que en las visitas de control del embarazo se formulen estrategias con objeto de mantener, o en su caso aumentar, los niveles de actividad física de las gestantes.