Introducción
La violencia del compañero íntimo (VCI) afecta a todas las comunidades en todos los países del mundo, e impacta negativamente en la salud de las mujeres1-2. En 2013, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó una prevalencia en el mundo que oscila entre el 23,2% y el 37,7% de las mujeres que han tenido pareja alguna vez en la vida2. En la Unión Europea, según la encuesta de la European Union Agency for Fundamental Rights publicada en 2014, se estimó que el 33% de las mujeres experimentó violencia física o sexual, o ambas, desde los 15 años de edad. Para España, esta encuesta evidenció que aproximadamente una de cada siete mujeres ha experimentado violencia física o sexual por parte de su pareja actual o previa3. Un estudio realizado en España con mujeres usuarias de centros de atención primaria (CAP) mostró que la prevalencia de VCI física, psicológica o sexual alguna vez en la vida presenta gran variabilidad según las comunidades autónomas, con cifras que van desde el 18% en Cantabria hasta el 40,2% en Ceuta y Melilla4.
Los servicios sanitarios tienen un papel fundamental en la prevención, la detección y la respuesta a la VCI. Este tipo de violencia tiene repercusiones físicas, mentales y sexuales en la vida de las mujeres afectadas, que hacen mayor uso de los recursos del sistema de salud5. Cerca del 47,2% de las mujeres expuestas a VCI buscan ayuda en los servicios sanitarios, principalmente en atención primaria6. En España, un estudio transversal realizado con 10.815 mujeres que acudían a los CAP evidenció que el 32,7% de las encuestadas indicaban haber sufrido violencia7. Sin embargo, una minoría de los casos de VCI son detectados por profesionales de la salud, y poco se conoce sobre la calidad de la atención que estas mujeres reciben8.
Según la OMS, una respuesta apropiada hacia la VCI debe incluir la búsqueda activa y el reporte de nuevos casos, la capacitación permanente de los/las profesionales, la coordinación integral con todos los servicios disponibles (incluyendo aquellos externos al sistema de salud) y la orientación a las mujeres expuestas, salvaguardando su privacidad y la confidencialidad, y respetando sus decisiones. El personal sanitario es, en su mayoría, el primer contacto en estos casos. Por tanto, una mejor capacidad de respuesta se traduce en mejores desenlaces, tanto médicos como psicológicos9.
La ausencia de un protocolo actualizado, la falta de formación en VCI, el apoyo insuficiente por parte de profesionales especializados en VCI y la poca disponibilidad de redes de apoyo en la comunidad son factores organizativos que pueden influir negativamente en la capacidad de respuesta a la VCI de los servicios sanitarios10. Individualmente se han identificado factores como el miedo a ofender a la persona o encasillarla como «típica», ausencia de confianza profesional en la habilidad para manejar la VCI, falta de confianza en el equipo de trabajo y poca información sobre los recursos disponibles11. En España, a raíz de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género del año 2004, se han venido desarrollando intervenciones como la formación de profesionales en VCI y la dotación de recursos, como el Protocolo común de atención a la violencia de género en el Sistema Nacional de Salud para abordar precisamente este tipo de barreras12-13.
Para valorar la capacidad de respuesta del personal sanitario a la VCI se han desarrollado herramientas tales como el cuestionario PREMIS (Physician Readiness to Manage Intimate Partner Violence Survey)14, el cual se ha reconocido como un instrumento útil y confiable para evaluar conocimientos, opiniones y prácticas sobre VCI. Su uso permite recolectar información indirecta sobre la percepción y el manejo integral de la VCI por profesionales sanitarios/as, en quienes son difíciles de obtener otras medidas directas con consideraciones éticas importantes. En este estudio se ha operativizado la capacidad de respuesta de acuerdo a las escalas descritas en este instrumento.
Desde el año 2004, después de la puesta en marcha de la ley contra la violencia de género, España ha tenido cambios importantes en las políticas de salud nacionales que buscan favorecer la respuesta integral a la VCI. Después de más de 10 años de su implementación, este estudio se plantea con el objetivo de analizar la capacidad de respuesta a la VCI del personal sanitario español en atención primaria, y de identificar los posibles determinantes que puedan contribuir a una mejor respuesta a la VCI en este ámbito clínico.
Método
Estudio transversal utilizando una muestra no probabilística y por conveniencia, llevado a cabo como parte de un estudio más amplio que analiza en profundidad la respuesta sanitaria a la VCI en los CAP15. Se seleccionaron 15 CAP ubicados en cuatro comunidades autónomas, elegidas a propósito para incluir variabilidad (dos son pequeñas en extensión y uniprovinciales, mientras las otras dos son grandes; dos están situadas en el sur y dos en el norte; y también difieren por sus características sociodemográficas). Dentro de cada comunidad autónoma, los CAP se seleccionaron por la persona responsable del sistema de salud para reflejar la variedad en su ubicación: estaban en seis provincias, y dentro de ellas, en 13 ciudades o pueblos (siete capitales de provincia y ocho ciudades pequeñas o pueblos). En cada CAP se ofreció el cuestionario a todo el personal sanitario, incluyendo trabajadores/as sociales. Los datos se obtuvieron entre junio de 2013 y enero de 2014.
Se utilizó la versión validada para España y traducida al español del PREMIS16. La versión española presentó buena validez interna y alta fiabilidad (coeficiente alfa de Cronbach >0,6, coeficiente de correlación intraclase 0,87 y coeficiente de Spearman 0,67). Este cuestionario consta de cuatro secciones: perfil del/de la participante, conocimientos, opiniones y prácticas. Las secciones se describen a continuación y sus variables se resumen en la tabla 1:
Perfil del/de la participante: recopila información demográfica y laboral de cada participante; incluye edad, sexo, tipo de profesión, años de práctica en atención primaria, número de pacientes atendidos por semana, formación previa en VCI, número de horas de formación en VCI y lectura del protocolo de actuación.
Conocimientos (tres variables): indaga acerca del nivel de preparación y conocimiento para el manejo de VCI percibida por cada profesional. Además, evalúa el conocimiento real sobre VCI.
Opiniones (ocho variables): aporta información acerca de actitudes, creencias y opiniones sobre VCI; incluye preparación del equipo, requerimientos legales, disponibilidad de recursos en el lugar de trabajo, autoeficacia, barreras, entendimiento y autonomía de la víctima, consumo de alcohol y drogas.
Prácticas (una variable): valora el manejo clínico que el personal sanitario realiza al detectar un caso de VCI.
Sección | Variables | Definición de las variables | Tipo de variable |
---|---|---|---|
Perfil del/de la participante | Edad, sexo, tipo de profesión, años de práctica en atención primaria, número de pacientes atendidos por semana, formación previa en VCI, número de horas de formación en VCI, lectura del protocolo de actuación | Información general del/de la participante; incluye características demográficas y laborales | Explicativas o independientes |
Conocimientos | Nivel de preparación percibido | Cuán preparado/a se siente cuando trabaja con mujeres expuestas a VCI | De respuesta o dependientes |
Nivel de conocimiento percibido | Cuánto siente el/la profesional que sabe sobre VCI | ||
Conocimiento real | Explora el conocimiento sobre VCI del/de la profesional incluyendo causas, signos y síntomas, comportamientos de la víctima y prácticas del personal sanitario | ||
Opiniones | Preparación del equipo | Papel del/de la profesional en el manejo de VCI | |
Requerimientos legales | Conocimiento acerca de requerimientos legales | ||
Disponibilidad de recursos en el lugar de trabajo | Disponibilidad de recursos en el centro para el manejo de VCI | ||
Autoeficacia | Confianza del/de la profesional sobre su capacidad para manejar la VCI | ||
Consumo de alcohol o drogas | Relación entre la VCI y el consumo de alcohol o drogas | ||
Entendimiento de la víctima | Apoyo profesional durante el proceso de la víctima para entender la VCI | ||
Autonomía de la víctima | Habilidad de la víctima para tomar decisiones en relación al abuso | ||
Barreras | Dificultades para el abordaje de víctimas de VCI | ||
Prácticas | Prácticas | Autorreporte del/de la profesional acerca del manejo de la VCI durante la práctica clínica |
VCI: violencia del compañero íntimo.
Se utilizaron las 12 variables de respuesta o dependientes provenientes de las secciones de conocimientos, opiniones y prácticas. Según lo descrito en PREMIS14, no se calcula una única variable de respuesta que englobe las puntuaciones obtenidas en cada sección, ni una variable que totalice todas las secciones. Como variable explicativa o independiente se tomó la información recolectada en la sección del perfil del/de la participante.
El tiempo de respuesta del cuestionario fue en promedio de 35-45 minutos, autocumplimentado por cada profesional y entregado al grupo investigador. Se obtuvo el consentimiento informado de cada participante.
El análisis de los datos se hizo en tres fases. Primero se realizó un análisis estadístico descriptivo para todas las secciones y se calcularon las puntuaciones de cada variable de respuesta siguiendo el método sugerido en PREMIS14. Segundo, se realizó un análisis de regresión lineal simple para estudiar la relación entre las variables del perfil del/de la participante (como variables explicativas) y las variables de las secciones de conocimientos, opiniones y prácticas (como variables de respuesta). Por último, se realizó un análisis de regresión lineal múltiple utilizando las variables explicativas que mostraron algún efecto sobre las variables de respuesta. Para esta fase se excluyeron las variables de respuesta «autonomía de la víctima» y «consumo de alcohol/drogas» por no mostrar asociación con las variables explicativas. Como grupo de referencia en cada variable explicativa se utilizó aquel con la puntuación promedio más baja respecto a los demás grupos.
Los datos fueron compilados y depurados con Microsoft Excel 2010. La estadística descriptiva y los análisis de regresión se llevaron a cabo con STATA versión 13.
Resultados
En total se recibieron 265 cuestionarios, lo que supone una tasa de respuesta del 80,3%. Las características de la población en estudio se detallan en la tabla 2. El promedio estimado de horas de formación recibida para el manejo de la VCI fue de 21 horas, siendo trabajo social y sexología las profesiones que refirieron haber recibido tres veces más horas de formación en comparación con medicina familiar y enfermería. Menos del 30% tuvo entrenamiento formal en este tema y cerca del 20% refirieron no haber recibido ningún tipo de instrucción. Cerca del 50% de los/las participantes refirieron haber leído el protocolo regional/nacional disponible en el CAP.
Variable | N | % |
---|---|---|
Tipo de profesión | ||
Médico/a familiar | 120 | 45,3 |
Pediatra | 31 | 11,7 |
Enfermero/a | 80 | 30,2 |
Matrón/a | 14 | 5,3 |
Trabajador/a social | 12 | 4,5 |
Otros/as profesionalesa | 8 | 3,0 |
Sexo | ||
Hombre | 89 | 33,6 |
Mujer | 167 | 63,0 |
Datos faltantes | 9 | 3,4 |
Edad | ||
Años, media (DE) | 49,4 (9,7) | |
Años de experiencia en atención primaria | ||
Años, media (DE) | 18 (10,1) | |
N° pacientes por semana | ||
No ve pacientes | 8 | 3,0 |
<20 | 6 | 2,3 |
20-39 | 31 | 11,7 |
40-59 | 32 | 12,1 |
≥60 | 186 | 70,2 |
Datos faltantes | 2 | 0,7 |
DE: desviación estándar.
a Incluye profesionales de fisioterapia (4), psicología (2) y sexología (2).
En cuanto a conocimientos, solo el 31% del personal sanitario refirió sentirse bien preparado para realizar una anamnesis y una exploración física completa durante la atención médica de casos de VCI. Uno de cada cuatro profesionales refirió identificar síntomas y signos de violencia, realizar preguntas enfocadas a facilitar el flujo de información y responder adecuadamente a las necesidades de las mujeres expuestas. Respecto a sus opiniones, cerca del 50% consideraron no tener suficiente formación en VCI para atender estos casos, desconocer los requerimientos legales para su reporte y, a pesar de conocer los recursos disponibles en el CAP, solo un tercio de ellos han sido utilizados. Las actividades más comunes durante la práctica clínica fueron referir el caso a personal especializado u otros servicios, aconsejar acerca de las opciones disponibles y proveer información sobre VCI. Uno de cada cuatro profesionales refirió conocer los recursos disponibles en la comunidad.
Se estimaron modelos de regresión lineal simple y múltiple. En el análisis de regresión simple se observó un efecto exposición-respuesta, en el que gradualmente, a mayor número de horas de formación en VCI, se obtuvieron puntuaciones más altas en todas las variables de respuesta (p <0,05), excepto en las escalas de consumo de alcohol/drogas y autonomía de la víctima, en las que no se encontró ningún efecto. Así, los/las profesionales sanitarios/as con más de 20 horas de formación obtuvieron puntuaciones más altas en comparación con quienes no recibieron formación alguna. Además, leer el protocolo de actuación se asoció a mejores puntuaciones en el nivel de preparación y conocimientos percibidos, disponibilidad de recursos en el lugar de trabajo, requerimientos legales y prácticas (p <0,01). No se encontró asociación con el sexo y el número de pacientes atendidos por semana en ninguna variable de respuesta.
Los resultados del análisis de regresión lineal múltiple se presentan en la tabla 3. La edad, el tipo de profesión, los años de experiencia en atención primaria, las horas de formación en VCI y la lectura del protocolo mostraron una asociación positiva con los conocimientos (nivel de preparación percibido, nivel de conocimiento percibido, conocimiento real), las opiniones (preparación del equipo, autoeficacia, requerimientos legales, disponibilidad de recursos en el lugar de trabajo, barreras, entendimiento de la víctima) y las prácticas del personal sanitario (p <0,05). Además, el efecto exposición-respuesta entre horas de formación en VCI y las variables de respuesta fue concordante en todos los modelos.
Variable | Preparación percibida | Conocimiento percibido | Conocimiento real | Preparación del equipo | Requerimiento legal | |||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
β | IC95% | β | IC95% | β | IC95% | β | IC95% | β | IC95% | |
Edad | 0,011 | - 0,008-0,029 | 0,003 | - 0,016-0,022 | - 0,189 | - 0,300-- 0,079b | - 0,002 | - 0,024-0,020 | - 0,002 | - 0,026-0,022 |
Tipo de profesión | ||||||||||
Médico/a familiar | 1,035 | 0,725-1,344c | 0,757 | 0,445-1,070b | - 0,126 | - 1,936-1,683 | 0,369 | 0,006-0,731c | 0,809 | 0,416-1,201b |
Pediatra | 0,429 | - 0,011-0,870 | 0,274 | - 0,170-0,718 | 2,013 | - 0,577-4,603 | - 0,324 | - 0,840-0,192 | 0,683 | 0,126-1,240c |
Matrón/a | 0,159 | - 0,484-0,802 | 0,208 | - 0,440-0,856 | 0,924 | - 2,821-4,669 | - 0,347 | - 1,101-0,406 | - 0,486 | - 1,299-0,327 |
Trabajador/a social | 1,110 | 0,233-1,986b | 0,943 | 0,060-1,827c | 0,946 | - 4,167-6,059 | 0,020 | - 1,010-1,048 | 2,135 | 1,025-3,244b |
Otros/as profesionalesa | 0,558 | - 0,265-1,382 | 0,532 | - 0,298-1,362 | - 1,256 | - 6,056-3,544 | 0,355 | - 0,611-1,320 | 1,045 | 0,004-2,086c |
Años de experiencia | - 0,001 | - 0,020-0,018 | 0,002 | - 0,017-0,022 | 0,126 | 0,013-0,239c | - 0,001 | - 0,023-0,022 | 0,012 | - 0,012-0,037 |
Horas de formación en VCI | ||||||||||
<20 | 0,351 | 0,010-0,694c | 0,509 | 0,164-0,854b | 1,698 | - 0,313-3,710 | 0,392 | - 0,009-0,793 | 0,316 | - 0,118-0,750 |
20-40 | 0,842 | 0,498-1,187b | 0,999 | 0,652-1,346b | 4,755 | 2,741-6,769b | 0,474 | 0,071-0,878c | 0,753 | 0,317-1,190b |
>40 | 2,122 | 1,632-2,611b | 2,232 | 1,739-2,726b | 7,270 | 4,412-10,129b | 1,550 | 0,976-2,123b | 1,045 | 0,426-1,665b |
Lectura del protocolo de actuación | 0,393 | 0,125-0,661b | 0,452 | 0,182-0,722b | 0,534 | - 0,016-2,103 | 0,196 | - 0,119-0,510 | 0,649 | 0,309-0,988b |
Variable | Disponibilidad de recursos | Autoeficacia | Entendimiento de la víctima | Barreras | Prácticas | |||||
β | IC95% | β | IC95% | β | IC95% | β | IC95% | β | IC95% | |
Edad | 0,016 | - 0,003-0,035 | - 0,003 | - 0,023-0,016 | - 0,037 | - 0,054-- 0,020b | - 0,025 | - 0,051-0,001 | - 0,051 | - 0,155-0,053 |
Tipo de profesión | ||||||||||
Médico/a familiar | 0,420 | 0,105-0,736b | 0,339 | 0,021-0,658c | 0,068 | - 0,204-0,338 | - 0,357 | - 0,774-0,060 | 5,587 | 3,885-7,290b |
Pediatra | 0,111 | - 0,336-0,559 | - 0,078 | - 0,530-0,375 | 0,062 | - 0,323-0,448 | - 0,319 | - 0,911-0,273 | 0,965 | - 1,456-3,385 |
Matrón/a | 0,235 | - 0,419-0,888 | 0,184 | - 0,477-0,846 | 0,517 | - 0,045-1,080 | 0,363 | - 0,502-1,228 | 2,058 | - 1,478-5,594 |
Trabajador/a social | 0,629 | - 0,263-1,521 | - 0,341 | - 1,244-0,561 | 0,044 | - 0,724-0,812 | 0,041 | - 1,139-1,220 | 7,851 | 3,024-12,678b |
Otros/as profesionalesa | 0,576 | - 0,261-1,413 | 0,505 | - 0,342-1,352 | 0,011 | - 0,710-0,733 | 0,956 | - 0,151-2,063 | 1,473 | - 3,058-6,003 |
Años de experiencia | - 0,012 | - 0,031-0,008 | 0,001 | - 0,011-0,029 | 0,014 | - 0,003-0,031 | - 0,004 | - 0,030-0,022 | 0,082 | - 0,024-0,188 |
Horas de formación en VCI | ||||||||||
<20 | 0,243 | - 0,106-0,592 | 0,248 | - 0,104-0,600 | 0,308 | 0,007-0,607c | 0,277 | - 0,185-0,738 | 2,373 | 0,490-4,256c |
20-40 | 0,650 | 0,299-1,001b | 0,722 | 0,368-1,076b | 0,515 | 0,214-0,817b | 0,308 | - 0,156-0,772 | 6,194 | 4,301-8,087b |
>40 | 1,357 | 0,859-1,854b | 1,458 | 0,955-1,962b | 0,941 | 0,512-1,370b | 1,075 | 0,416-1,734b | 13,317 | 10,625-16,009b |
Lectura del protocolo de actuación | 0,402 | 0,129-0,675b | 0,270 | - 0,006-0,547 | 0,046 | - 1,888-0,281 | 0,171 | - 0,190-0,532 | 2,377 | 0,900-3,854b |
IC95%: intervalo de confianza del 95%; VCI: violencia del companero ˜ íntimo
a Incluye profesionales de fisioterapia (4), psicología (2) y sexología (2).
b p <0,01, valores altamente significativos diferentes de la categoría de referencia.
c p <0,05, valores significativos diferentes de la categoría de referencia.
Categorías de referencia para perfil profesional y horas de entrenamiento en VCI: enfermeros/as y no entrenamiento, respectivamente.
Discusión
Más de 20 horas de formación en VCI se asoció con mejores puntuaciones en el nivel de preparación y conocimientos percibidos, preparación del equipo, requerimientos legales, disponibilidad de recursos en el lugar de trabajo, autoeficacia, entendimiento de la víctima y prácticas. De acuerdo con la OMS, la capacitación del personal sanitario constituye la primera línea de apoyo para las mujeres que experimentan VCI, de la cual se obtienen las herramientas necesarias para brindar una atención integral y de calidad9. Además, cuando el conocimiento aumenta con la formación también influye en aspectos personales, como la autoeficacia profesional, lo que genera mejores prácticas clínicas17-18. Más de 40 horas de formación se asoció también al reconocimiento de barreras en el abordaje inicial de las mujeres expuestas. Se conoce que el conocimiento obtenido mediante la formación minimiza las barreras y favorece la formulación de preguntas enfocadas en VCI durante la consulta médica, que optimizan las acciones emprendidas en los casos detectados19. Igualmente, la formación recibida, en combinación con el apoyo institucional, han demostrado ser beneficiosos para la capacidad de respuesta de los/las profesionales sanitarios/as en casos de VCI20.
Leer el protocolo de actuación regional/nacional mostró asociación con el nivel de preparación y conocimientos percibidos, requerimientos legales, disponibilidad de recursos en el lugar de trabajo y prácticas. Otros estudios han puntualizado la relevancia del uso de protocolos institucionales para optimizar la gestión de los casos de VCI, destacando que su aplicación proporciona conocimientos esenciales que mejoran significativamente la detección activa, la comunicación entre profesional y paciente, y la gestión integral de las mujeres afectadas21. Asimismo, teniendo en cuenta que cerca del 25% de las mujeres que asisten a los servicios de atención primaria en España han reportado al menos un episodio de VCI durante sus vidas7, brindar información puede ayudar a que las mujeres reconozcan la situación de abuso, busquen ayuda y sepan con qué recursos cuentan en el sistema de salud y en otros sectores para apoyarlas20. Además, se ha planteado que no leer el protocolo de actuación podría indicar desmotivación del personal sanitario, falta de confianza en la competencia profesional y pobre percepción del trabajo en equipo22.
A pesar del importante papel del personal de salud, llama la atención que existe una tendencia a considerar la VCI como una situación poco frecuente en la consulta médica, desestimando la magnitud del problema23. Esta percepción afecta directamente a la identificación de casos cuando no se indaga acerca de la VCI durante la consulta19. En este estudio, los/las profesionales que trabajan en atención primaria se perciben poco preparados/as y con un conocimiento limitado para brindar un abordaje integral, lo que influye en el uso limitado de los recursos disponibles en los CAP y en la comunidad, y afecta a su capacidad de respuesta. Este hallazgo es concordante con otros estudios. En el Reino Unido y Grecia se ha demostrado que los equipos de atención primaria carecen de confianza en su habilidad para detectar y manejar la VCI, han recibido escasa formación y desconocen los recursos existentes24-25.
La interacción de factores personales y organizativos es vital para optimizar la capacidad de respuesta a la VCI de los/las profesionales sanitarios/as23 26. La autoeficacia percibida y la confianza, en sí mismos y en su equipo de trabajo, son factores personales que influyen directamente en la capacidad de brindar una atención oportuna y adecuada, mientras que la formación del personal asistencial y el conocimiento sobre la VCI a través de protocolos institucionales son estrategias organizativas necesarias para optimizar la respuesta que desde atención primaria se brinde a estos casos9. En España, la disponibilidad de protocolos regionales y la formación en VCI de los/las profesionales sanitarios/as son dos de las intervenciones planteadas para fortalecer la respuesta del sistema de salud. Optimizar estas acciones ha demostrado ser fundamental para brindar una atención integral15 20. En este sentido, los resultados obtenidos en este estudio sugieren la necesidad de fortalecer la formación en VCI y de fomentar la lectura del protocolo de actuación por parte de todo el personal sanitario que labora en atención primaria, para afianzar sus capacidades personales.
Es importante señalar las limitaciones de este estudio. Primero, el modelo de conocimientos, actitudes y prácticas utilizado permite conocer la situación actual de los CAP estudiados, pero no es posible investigar en detalle aspectos específicos tales como motivaciones personales o acciones individuales. Segundo, profesiones tales como fisioterapia, psicología y sexología no estuvieron bien representadas por su limitada participación en los CAP, lo que impide realizar comparaciones directas entre profesionales o generar conclusiones acerca de su preparación para el manejo de la VCI. Tercero, la generalización de los resultados está limitada por la muestra, ya que es una muestra de conveniencia y no probabilística. En un futuro sería pertinente incluir otros CAP de diferentes comunidades autónomas para corroborar los resultados obtenidos en este primer estudio. Por último, PREMIS es una herramienta estandarizada y validada internacionalmente. Sin embargo, requiere no menos de 30 minutos para su cumplimentación, con un gran número de preguntas por sección que afecta a la tasa de respuesta. Además, puede existir un sesgo de selección, ya que la participación de los/las profesionales sanitarios/as en este estudio ha sido voluntaria y ello ha podido atraer más fácilmente a profesionales sensibles a la VCI. Sin embargo, se trató de contrarrestarlo haciendo llegar el cuestionario a todo el personal sanitario e insistiendo en la importancia de su participación en diferentes ocasiones (presentación inicial del proyecto por parte de la investigadora a todo el personal sanitario del CAP, entrevista cualitativa individual en algunos casos como parte de los métodos de recogida de información que comprendía el proyecto, y recordatorio durante los encuentros en el centro durante el periodo de estancia de la investigadora en el CAP). Por último, el instrumento fue validado inicialmente para medicina, y su uso en otras profesiones no ha sido evaluado en profundidad.
A pesar de las limitaciones expuestas, este estudio aporta valiosa información para entender cómo los equipos de atención primaria se enfrentan y manejan la VCI. Sin embargo, es pertinente realizar análisis en profundidad para conocer cómo la formación y el protocolo modulan la capacidad de respuesta en la práctica clínica. Desde una perspectiva de salud pública, ampliar la muestra a otros CAP de otras comunidades autónomas permitiría conocer diferencias que reflejen políticas regionales, comparación que a su vez permitiría retroalimentar la toma de decisiones de ámbito nacional para fortalecer la atención integral a los casos de VCI. Además, se sugiere abordar la formación en VCI desde la universidad para valorar si los/las profesionales egresan con los conocimientos necesarios para asistir estos casos. De hecho, PREMIS puede utilizarse también para evaluar la capacidad de respuesta de los/las estudiantes de carreras sanitarias27-28.
Conclusiones
En este estudio se pone de manifiesto una limitada capacidad de los/las profesionales de atención primaria para abordar casos de VCI, destacando diferencias entre profesiones, con una distribución desigual de la formación y poco conocimiento del protocolo de actuación regional/nacional disponible en el CAP. Leer el protocolo de actuación regional/nacional y recibir formación en VCI fueron las intervenciones más importantes asociadas a una mejor capacidad de respuesta a la VCI del personal sanitario. Es necesario fortalecer las políticas existentes para así poder optimizar la respuesta a la VCI del sector salud desde atención primaria, y la formación profesional debe ser una prioridad.
¿Qué se sabe sobre el tema?
La respuesta desde atención primaria a la violencia del compañero íntimo incluye la detección temprana y el manejo adecuado, relevante y eficiente por parte del personal sanitario. Cada profesional debe tener un conocimiento actualizado y buenas prácticas clínicas para responder a las necesidades de las mujeres expuestas.
¿Qué añade el estudio realizado a la literatura?
El reconocimiento de la formación y el acceso a protocolos de actuación como herramientas que permiten optimizar la detección y el manejo de la violencia del compañero íntimo en España permite fortalecer la capacidad de respuesta de los/las profesionales sanitarios/as.