La obesidad mórbida ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial. Está asociada a la presencia de diferentes enfermedades crónicas, al surgimiento de alteraciones psicológicas y a importantes implicaciones a nivel social, como el aislamiento y la discriminación (Cabrerizo, Rubio, Ballesteros y Moreno, 2008; Hall, 2010; Kalarchian et al., 2008; Kinzi, 2007; Mauri et al., 2008; O’Brien, 2010), generando altas tasas de incapacidad y mortalidad y altos costes para los sistemas de salud (Hernández, 2004; Ng et al., 2014; Organizaçao Mundial da Saúde - OMS, 2015).
Lo anterior ha llevado al desarrollo de distintos tratamientos para abordar dicho problema, entre ellos la prescripción de medicamentos, dieta y ejercicio físico (Wyatt, 2013). No obstante, la estrategia que parecer ser más efectiva a largo plazo para este problema es la cirugía bariátrica (CB) (Argüelles y Valverde, 2016). Este procedimiento, aunque no está indicado para todos los pacientes, ha sido de gran ayuda para quienes se someten al mismo, favoreciendo la pérdida de peso y la mejora en diversas comorbilidades (Buchwald et al., 2004; Gracia-Solanas et al., 2011; Mingrone et al., 2012; Schauer et al., 2012). Sin embargo, aún es necesario profundizar en el impacto que la CB puede tener en aspectos psicológicos y sociales. En ese sentido, el presente trabajo se ha centrado en el bienestar subjetivo (BES), la funcionalidad y la imagen corporal de personas con obesidad mórbida, candidatas a dicho tratamiento o sometidas al mismo.
Para este trabajo, por BES se entiende la evaluación emocional y cognitiva que hacen de su vida las personas (Diener, Oishi y Lucas, 2003). El bienestar subjetivo estaría constituido por tres grandes componentes: satisfacción con la vida (de orden cognitivo) y experiencias positivas y negativas, denominadas respectivamente afectos positivos y negativos (componentes afectivos) (Diener, 1984; Diener, 2013; Eid y Larsen, 2008, citados por Woyciekoski, 2012; Emmons y Diener, 1985). Éste sería un constructo relativamente estable a lo largo del tiempo, que tendría entre sus predictores más importantes las características de personalidad extroversión y neuroticismo del modelo de los cinco grandes factores (Diener et al., 2003; Nunes, Hutz y Giacomoni, 2009).
El BES también se considera, según Diener et al. (2003), una importante medida de calidad de vida, tanto a nivel de la sociedad como de los sujetos; como han indicado Belanger, Weschler, Mahsaw y Virden (2010), las medidas de calidad de vida pueden reflejar con mayor precisión que las medidas de patología el ajuste psicológico posquirúrgico de los pacientes que se someten a la CB. Sin embargo, se sabe poco del BES de dichos pacientes. Los estudios existentes se han centrado principalmente en la obesidad y en los aspectos afectivos del BES, siendo aún necesario estudiar su componente cognitivo y ver si hay diferencias en el nivel de satisfacción con la vida, afecto positivo y afecto negativo entre las etapas pre y posquirúrgica.
Además de lo anterior, se consideró importante estudiar la contribución de la funcionalidad y la imagen corporal a la varianza de los componentes del BES, controlando las características de personalidad extroversión y neuroticismo; estudios como los de Faria y Leite (2012), Kakeshita, Silva, Zanatta y Alemida (2009) y Sante y Pasian (2011) han mostrado que tales variables tienen un impacto importante en la calidad de vida de las personas con obesidad y que la CB logra mejorarlas, lo cual a su vez podría repercutir en el BES.
Así, este trabajo estuvo conformado por dos estudios. El primero de ellos tuvo por objetivo evaluar y comparar el BES, la funcionalidad y la imagen corporal de personas con obesidad mórbida candidatas a la CB o sometidas a la misma, mientras que el segundo buscó profundizar en el BES y en la relación de sus componentes con el IMC, la funcionalidad y la imagen corporal, controlando las características de personalidad extroversión y neuroticismo.
Método
Los estudios aquí descritos tuvieron un diseño transversal, siendo el primero de ellos comparativo y el segundo correlacional.
Participantes
Los participantes fueron los mismos para ambos estudios, pacientes que se encontraban vinculados al programa de CB de un hospital de la red pública de Porto Alegre, Rio Grande do Sul (Brasil), que fueron divididos en dos grupos. El primero correspondía a pacientes en espera de cirugía que asistían a los grupos de Mudança de Estilos de Vida (MEV) ofrecidos en el hospital y el segundo correspondía a pacientes en acompañamiento posquirúrgico que estaban entre el quinto y octavo mes poscirugía.
La selección de los participantes fue realizada a conveniencia, tomando en cuenta el número de personas vinculadas a los grupos MEV y al acompañamiento posoperatorio que se encontraban en los registros proporcionados por el programa (94 y 48 pacientes, respectivamente). Los criterios de inclusión para ambos grupos fueron ser brasileño, hablar con fluidez portugués brasileño, caso de presentar dificultades sensoriales, que estuvieran corregidas, tener 18 años o más y aceptar participar voluntariamente en la investigación.
Adicionalmente, al grupo posquirúrgico sólo se vincularon personas que se encontraban entre el quinto y el octavo mes de posoperatorio. Se escogió trabajar con tal periodo pues además de reconocerse en diversos estudios como un momento en el que pueden observarse importantes mejoras a nivel físico y psicológico (Porcu, Franzin, Abreu, Previdelli y Astolfi, 2011; Silva y Maia, 2013; Van Hout, Fortuin, Pelle y van Heck, 2008), era un periodo durante el cual los pacientes normalmente tenían consultas con el equipo de CB en el hospital. Tras la aplicación de los criterios de inclusión y la exclusión de protocolos incompletos, la muestra final estuvo compuesta por 48 participantes en el grupo prequirúrgico y 29 en el grupo posquirúrgico.
Instrumentos
Para el estudio 1 se utilizaron los siguientes instrumentos:
Cuestionario de datos sociodemográficos y de salud. Incluía preguntas sobre edad, escolaridad, estado civil, estado de salud, antecedentes quirúrgicos, historial relativo al aumento de peso y medidas antropométricas, estas últimas procedentes de la información contenida en las historias clínicas de los pacientes.
Escala de afecto positivo y afecto negativo (PANAS; Watson, Clark y Tellegen, 1998; versión brasileña de 10 ítems de Zanon y Hutz, 2014). Consta de 20 ítems distribuidos en dos factores: afecto positivo y afecto negativo, cada uno conformado por 10 adjetivos que representan humor y emociones. La consistencia interna de las subescalas, medida a través del alfa de Cronbach mostró índices de .88 para afecto positivo y .86 para afecto negativo.
Escala de satisfacción con la vida (ESV; Pavot y Diener, 1993; versión brasileña de Giacomoni y Hutz, 1997). Está constituida por cinco ítems en escala Likert de siete puntos que evalúa el nivel de satisfacción de las personas con sus condiciones de vida. Presenta una consistencia interna adecuada (α = .91).
Escala de figuras y siluetas brasileñas (Kakeshita et al., 2009). Fue desarrollada y validada para la población brasileña y usada para evaluar la sobrestimación o subestimación de la forma corporal real y la satisfacción en relación a la misma. Está constituida por 15 figuras de siluetas de cada género, presentando variaciones progresivas de medidas, de la figura más delgada (IMC = 12.5 kg/m2) a la más obesa (IMC = 47.5 kg/m2). Los participantes debían escoger qué figura representaba mejor su cuerpo actualmente y el cuerpo que les gustaría tener. La escala presentó coeficientes de correlación entre test y re-test positivos y significativos para el IMC real y el IMC percibido como actual (r = .84, p < .01), mostrándose de acuerdo con lo esperado en una evaluación de fiabilidad próxima a .80 y .90.
Cuestionario de evaluación de la discapacidad WHODAS 2.0, versión de 36 ítems auto-administrable (OMS, 2015 disponible en portugués en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-5, APA, 2014). Fue desarrollada para reflejar la Clasificación Internacional de la Funcionalidad (CIF). Evalúa el nivel de funcionalidad en seis dominios: comprensión y comunicación, movilidad, cuidado personal, relación con las personas, actividades de la vida diaria y participación en la sociedad. Los ítems se refieren a dificultades en las áreas antes mencionadas, por problemas de salud y se presentan en una escala Likert de cinco opciones de respuesta, que van desde ninguna dificultad hasta dificultad extrema. Altas puntuaciones reflejan mayor discapacidad y bajas puntuaciones reflejan mayor funcionalidad.
Para el estudio 2, además de los instrumentos antes mencionados, se usó la Batería Factorial de Personalidad (BFP; Nunes, Hutz y Nunes, 2010), instrumento construido para evaluar la personalidad a partir del modelo de los Cinco Grandes Factores, constituido por 126 ítems en escala Likert de siete puntos, que incluye las cinco dimensiones de la personalidad (extroversión, socialización, realización, neuroticismo y pertura a la experiencia) y sus facetas. La consistencia interna calculada para cada una de las dimensiones del instrumento y sus facetas muestra adecuados índices de confiabilidad, medida a través del alfa de Cronbach, que varían entre .57 y .89.
Procedimiento para la colecta de datos
El procedimiento de colecta de datos fue el mismo para ambos estudios. Inicialmente, se contactó por teléfono aquellos pacientes que tenían consultas ambulatorias fijadas durante los meses de junio a diciembre de 2015, con el fin de comprobar su interés por participar en la investigación. Los pacientes del grupo posquirúrgico fueron contactados cuando tuvieron consultas entre el quinto y el octavo mes de acompañamiento posoperatorio. Con quienes aceptaron participar se acordó un horario previo o posterior a la consulta ambulatoria para la aplicación de los instrumentos. Todas las colectas fueron realizadas en el ambulatorio del hospital y tuvieron una duración aproximada de una hora y media.
Análisis de datos
Estudio 1. Los datos recogidos se insertaron en una plantilla del programa SPSS.18 para Windows. Debido al importante número de personas que no se encontraban trabajando o estudiando, se optó por no insertar el componente 5B (actividades de la vida diaria: trabajo/estudio) en el cálculo del índice de funcionalidad total del WHODAS 2.0. Así, el resultado total de dicha escala incluyó los 32 ítems que conforman los componentes restantes. En el caso de la escala de siluetas, las puntuaciones de satisfacción y distorsión de la imagen corporal fueron calculadas para 33 de los participantes del grupo prequirúrgico y 25 del grupo posquirúrgico, ya que los demás participantes tenían un IMC que excedía el límite establecido para la escala (47.5 kg/m2).
Para verificar que los grupos fueran similares en aspectos socioeconómicos que podrían influenciar los resultados, se realizaron pruebas t de Student para compararlos con respecto a la edad y al nivel económico y pruebas chi cuadrado para identificar si eran equiparables en las variables sexo, estado civil y escolaridad. Igualmente, se realizaron pruebas de normalidad de las variables principales con el fin de identificar el tipo de prueba que podría utilizarse para los análisis de comparación y correlación. Finalmente, se realizaron pruebas tpara identificar si los grupos diferían en los componentes del BES, la funcionalidad (índice total de funcionalidad) y la satisfacción y distorsión de la imagen corporal y pruebas U de Mann-Withney para comparar los grupos en relación a los componentes del WHODAS 2.0. Posteriormente se realizaron pruebas de tamaño de efecto para las diferencias observadas.
Estudio 2. Para el estudio 2 se mantuvieron las consideraciones mencionadas anteriormente para el cálculo de las puntuaciones del WHODAS 2.0 y de los índices de satisfacción y distorsión de la imagen corporal. Además, se realizaron correlaciones de Pearson para identificar la relación entre el IMC, la funcionalidad, la satisfacción y la distorsión de la imagen corporal y los componentes del BES para ambos grupos y análisis de regresión para identificar el porcentaje de la varianza de los componentes del BES explicada por tales variables, controlando los factores de personalidad extroversión y neuroticismo usando el método Enter.
Consideraciones éticas
El proyecto de investigación a partir del cual surgen los dos estudios aquí presentados fue sometido a evaluación ante el Comité de Ética del Hospital de Clínicas de Porto Alegre, el cual dio su aval a través del parecer No. 966.465 de 25 de febrero de 2015. La aplicación de los instrumentos sólo se realizó tras la lectura y firma del consentimiento informado por parte de los participantes.
Resultados
Estudio 1
A continuación, en la tabla 1, se presentan las principales características sociodemográficas y de salud de ambos grupos de participantes. Los análisis de comparación de las variables sexo, edad, escolaridad, estado civil y clase económica mostraron que los grupos no diferían en tales características.
Sobre el BES se encontró que un porcentaje importante de participantes del grupo prequirúrgico presentó bajos niveles de satisfacción de vida (25%) y de afecto positivo (35.4%). En el grupo posquirúrgico, por su parte, se encontró que sólo 6% presentaron baja satisfacción en la vida y que un porcentaje importante (44.8%) presentó bajo afecto negativo.
Además de lo anterior, se destaca que 100% de los participantes del grupo prequirúrgico y 96% del posquirúrgico se mostraron insatisfechos con su imagen corporal, deseando en promedio tener un IMC de 30 kg/m2 (±4.4) y 26.9 kg/m2 (±4.6), respectivamente. Igualmente, en el grupo prequirúrgico se encontró que la mayoría (69.7%) sobrestimaban su tamaño corporal, mientras que en el grupo posquirúrgico 40% tenían una percepción más precisa de su tamaño corporal y 32% lo percibían como menor de lo que era en realidad.
Por otra parte, los resultados de la comparación de medias mostraron diferencias estadísticamente significativas para el índice de funcionalidad total y para todos los componentes de la imagen corporal y del BES, con excepción del afecto positivo. Los resultados del estadístico g de Hedges mostraron que los tamaños de efecto de tales diferencias eran moderados en el caso del afecto negativo y la satisfacción en la vida y grandes en el caso de la funcionalidad, la distorsión y la satisfacción con la imagen corporal. Esta información puede observarse a continuación en la tabla 2.
Finalmente, los resultados del test U de Mann-Whitney, presentados en la tabla 3, muestran que hubo diferencias estadísticamente significativas en cuatro de los seis componentes del WHODAS 2.0, las cuales presentan tamaños de efecto moderados.
Componente | Grupo | n | Rango promedio | Suma de rangos | U de Mann-Whitney | p | R(tamaño de efecto) |
---|---|---|---|---|---|---|---|
Comprensión y comunicación | Prequirúrgico | 48 | 41.74 | 2003.50 | 564.5 | .16 | - |
Posquirúrgico | 29 | 34.47 | 999.50 | ||||
Movilidad | Prequirúrgico | 48 | 47.33 | 2272 | 296 | < .001 | −0.48 |
Posquirúrgico | 29 | 25.21 | 731 | ||||
Cuidado personal | Prequirúrgico | 48 | 45.41 | 2179.50 | 388.5 | .001 | −0.38 |
Posquirúrgico | 29 | 28.40 | 823.50 | ||||
Relación con las personas | Prequirúrgico | 48 | 41.50 | 1992 | 576 | .19 | - |
Posquirúrgico | 29 | 34.86 | 1011 | ||||
Actividades de la vida diaria (hogar) | Prequirúrgico | 48 | 46.76 | 2244.50 | 323.5 | < .001 | −0.45 |
Posquirúrgico | 29 | 26.16 | 758.50 | ||||
Participación en la sociedad | Prequirúrgico | 48 | 48.47 | 2326.50 | 241.5 | < .001 | −0.55 |
Posquirúrgico | 29 | 23.33 | 676.50 |
Estudio 2
Al respecto de la relación entre los componentes del BES con el IMC, la funcionalidad y la imagen corporal, se encontró que el IMC actual sólo presentó relación, con tendencia a la significación, con el afecto negativo en el grupo prequirúrgico y con la satisfacción con la vida en el grupo posquirúrgico (p = .053 y p = .06, respectivamente). Por su parte, el índice de funcionalidad total proporcionado por el WHODAS 2.0 presentó una correlación importante con la satisfacción con la vida, el afecto positivo y el afecto negativo, tanto en el grupo prequirúrgico como en el posquirúrgico.
La distorsión de la imagen corporal no se relacionó con los componentes del BES en ningún de los grupos, mientras que la satisfacción con la imagen corporal presenta relación estadísticamente significativa con la satisfacción con la vida sólo para el grupo posquirúrgico. Esta información puede ser observada a continuación en la tabla 4.
Nota. Para satisfacción y distorsión de la imagen corporal grupo prequirúrgico, n = 33, grupo posquirúrgico, n = 25.
* p < .05, ** p < .01, *** p < .001
Al realizar los análisis de regresión controlando los factores de personalidad extroversión y neuroticismo se encontró que la variabilidad de la funcionalidad contribuyó a explicar el 39% de la variabilidad de la satisfacción con la vida y el 44% de la variabilidad del afecto negativo, de modo que a cada aumento de un punto en el índice de funcionalidad total del WHODAS 2.0 le correspondería una disminución de 0.16 puntos de satisfacción de vida y un aumento de 0.19 puntos de afecto negativo. Ser del grupo pre o posquirúrgico no influyó en tales relaciones. Estos resultados pueden observarse en las tablas 5 y 6.
Variable | B | 95% IC | β | T | p |
---|---|---|---|---|---|
Índice de funcionalidad | −0.16 | [−0.23, −0.09] | −.52 | −4.68 | < .001 |
Grupo | 0.05 | [−2.59, 2.68] | .01 | 0.04 | .97 |
Neuroticismo | −0.44 | [−1.90, 1.02] | −.06 | −0.60 | .55 |
Extroversión | 2.34 | [0.90, 3.78] | .31 | 3.24 | < .01 |
Nota. R 2 ajustado = .39. IC = intervalo de confianza para B.
Variable | B | 95% IC | β | T | p |
---|---|---|---|---|---|
Índice de funcionalidad | 0.19 | [0.11, 0.28] | .50 | 4.69 | < .001 |
Grupo | −0.03 | [−3.16, 3.1] | −.00 | −0.02 | .98 |
Neuroticismo | 2.92 | [1.19, 4.65] | .33 | 3.36 | .001 |
Extroversión | 0.02 | [−1.69, 1.73] | .00 | 0.02 | .98 |
Nota. R 2 ajustado = .44. IC = intervalo de confianza para B.
En el caso del afecto positivo, como se observa en la tabla 7, los resultados del análisis de regresión mostraron que la variabilidad de la funcionalidad tenía una influencia, con tendencia a la significación, en la variabilidad de ese componente del BES. Los factores de personalidad parecen tener una influencia más fuerte en la varianza del afecto positivo, de modo que a cada aumento de un punto en neuroticismo le correspondería una disminución de 2.66 puntos de afecto positivo y a cada aumento de un punto en la extroversión le correspondería un aumento de 2.32 puntos en esa misma variable.
Variable | B | 95% IC | β | T | p |
---|---|---|---|---|---|
Índice de funcionalidad | −0.08 | [−0.17, 0.01] | −.21 | −1.76 | .08 |
Grupo | −0.68 | [−4.06, 2.69] | −.05 | −0.40 | .69 |
Neuroticismo | −2.66 | [−4.53, −0.79] | −.32 | −2.83 | .01 |
Extroversión | 2.32 | [0.47, 4.16] | .26 | 2.50 | .01 |
Nota. R 2 ajustado = .28. IC = intervalo de confianza para B.
Teniendo en cuenta que la imagen corporal sólo se correlacionaba con la satisfacción de vida en el grupo posquirúrgico, el análisis de regresión se realizó separadamente para cada uno de los grupos. En el grupo prequirúrgico la imagen corporal no apareció como una variable explicativa de la satisfacción en la vida (p = .89), mientras que en el grupo posquirúrgico se observó que la satisfacción la imagen corporal junto con la extroversión y el neuroticismo explicaban el 37% de la varianza de la satisfacción en la vida. Así, para cada aumento de un punto en la satisfacción con la imagen corporal ocurría un aumento de 0.82 puntos en la satisfacción de vida. Esta información puede observarse en la tabla 8.
Variable | B | 95% IC | β | t | p |
---|---|---|---|---|---|
Satisfacción con la imagen corporal | 0.82 | [0.36, 1.3] | .61 | 3.68 | .001 |
Neuroticismo | −1.07 | [−3.99, 1.84] | −.12 | −0.77 | .45 |
Extroversión | 1.56 | [−1.89, 5.01] | .16 | 0.94 | .36 |
Nota. R 2 ajustado = .37. IC = intervalo de confianza para B.
La satisfacción con la imagen corporal no se mostró explicativa de los demás componentes del BES, como tampoco la distorsión de la imagen corporal y el IMC actual.
Discusión
Este trabajo, constituido por dos estudios, tuvo por objetivos evaluar y comparar el BES, la funcionalidad y la imagen corporal de personas con obesidad mórbida candidatas CB o sometidas a la misma, e identificar la relación entre los componentes del BES y el IMC, la funcionalidad y la imagen corporal, controlando las características de personalidad extroversión y neuroticismo. Los resultados de la evaluación del BES permitieron observar la presencia de bajo afecto positivo y baja satisfacción con la vida en un número importante de candidatos al procedimiento quirúrgico, lo que coincide con otros estudios que han reportado la asociación negativa entre obesidad y bienestar y la baja frecuencia de afecto positivo en esa población (Böckerman, Johansson, Saarni y Saarni, 2014; Carr, Friedman y Jaffe, 2007). No obstante, algunos autores sugieren que tal asociación podría estar mediada por el género, siendo las mujeres las más afectadas, especialmente cuando se encuentran entre los 25 y 54 años, edades en las que son laboralmente más productivas (Latif, 2014), como es el caso de la mayoría de las participantes de este estudio.
Por otra parte, en el grupo posquirúrgico se observó que un porcentaje menor de participantes presentaba baja satisfacción con la vida y más personas referían bajo afecto negativo. Estas diferencias entre los grupos quedaron evidenciadas en los resultados de los análisis de comparación, los cuales mostraban que, en promedio, las personas del grupo posquirúrgico presentaban menor afecto negativo y mayor satisfacción de vida. Tales resultados sugieren que la CB podría tener una cierta influencia en la mejora del BES en las personas que se someten a ella. Sin embargo, son pocos los estudios que analizan las variaciones del BES del pre al posquirúrgico, existiendo aún un vacío teórico al respecto.
Sobre lo anterior, y pese a que estos estudios tienen la limitación de ser de tipo transversal, existen algunos aspectos que podrían apoyar la hipótesis de que el BES mejora tras la CB. Uno de ellos es la mejora del estado de salud y de la capacidad funcional que puede promover la CB. En este sentido es relevante indicar que la diversidad en la comorbilidad que presentan los pacientes con obesidad puede contribuir a la explicación del BES (Dierk et al., 2006) y que parece contribuir a la mejora de comorbilidad importante como la diabetes tipo II (Mingrone et al., 2012; Schauer et al., 2012), el síndrome metabólico (Gracia-Solanas et al., 2011) o la apnea de sueño (Buchwald et al., 2004), por lo cual sería esperable que tras la CB la mejora en dichos aspectos de salud se reflejara en un incremento del BES de tales pacientes.
La importancia de la comorbilidad física para la explicación del BES ha sido sugerida como más relevante que el mismo IMC, el cual no aparece como un buen predictor de las medidas de bienestar (Dierk et al., 2006), probablemente porque el IMC presenta la dificultad de la distinción entre grasa y masa libre de grasa (Bozoyan y Wolbring, 2011), siendo insuficiente para predecir los resultados de salud relacionados a la obesidad (Böckerman et al., 2014), lo cual podría aplicarse también a aspectos de salud mental.
En relación a lo anterior, el segundo estudio de este trabajo permitió observar que el IMC sólo mostraba relación, con tendencia a la significación, con el afecto negativo en el grupo prequirúrgico y con la satisfacción con la vida en el grupo posquirúrgico, pero no contribuía a la explicación de la varianza de tales factores. Resultados similares ya habían sido encontrados por autores como Dierk et al. (2006), sugiriendo que la relación entre IMC y obesidad podría estar mediada por los efectos que el exceso de masa corporal podría propiciar en la salud.
Además, es importante destacar el papel que juega la funcionalidad en el BES de las personas con obesidad. Sobre la funcionalidad, la literatura muestra que algunas de las restricciones más significativas que afrontan las personas con obesidad se relacionan con la movilidad y realización de actividades de la vida diaria. Tales restricciones llevan, en algunas ocasiones, a depender de otros para tareas como tomar el baño, ponerse el calzado, levantarse del asiento/cama, etc. (Orsi et al., 2008). Igualmente, la obesidad puede implicar limitaciones en la vida social, al favorecer, por ejemplo, la estigmatización ambiental, que se presenta en la forma de instalaciones y asientos inadecuados en lugares públicos como cines, teatros, autobuses, etc., lo cual afecta su integración en la comunidad (Lewis et al., 2011).
Fue justamente en esas áreas de la capacidad funcional (movilidad, cuidado personal, actividades de la vida diaria/hogar y participación en la sociedad), así como en la funcionalidad total, donde el primero de estos estudios encontró diferencias estadísticamente significativas entre los dos grupos analizados, observándose mejores puntuaciones en los participantes posquirúrgicos. Esto refuerza la idea de que la CB extiende sus beneficios del ámbito físico al social (Dixon y O’Brien, 2002; Faria y Leite, 2012; Hawkins et al., 2007).
A lo anterior se suma que el porcentaje de personas del grupo posquirúrgico que manifestó depender de otros para realizar tareas cotidianas fue menor que el de su contraparte. Estos hallazgos coinciden con los de otros autores que encontraron que la pérdida de peso tras la CB había permitido a sus participantes alcanzar mayor autonomía e independencia en las actividades de la vida diaria (Faria y Leite, 2012), favoreciendo también la disminución de las restricciones físicas asociadas a la obesidad (Hawkins et al., 2007). Tales resultados podrían verse reflejados también en la productividad laboral, pues la disminución de las restricciones físicas puede permitir una vida más activa y una reintegración en el mercado laboral de aquellas personas que por su estado de salud habían tenido que retirarse de su trabajo. Esto a su vez tiene repercusiones en el ámbito económico, pues con la reintegración en el mercado laboral aumentan también los ingresos mensuales del hogar.
Además, el segundo estudio permitió observar que tanto en el grupo pre como en el posquirúrgico la funcionalidad presentó una relación estadísticamente significativa con todos los componentes del BES, especialmente con el afecto negativo, contribuyendo a explicar un importante porcentaje de su varianza. Esa relación se mantuvo incluso al controlar la influencia de uno de los más conocidos determinantes del afecto negativo, el neuroticismo (Diener et al., 2003; Nunes et al., 2009).
Otras investigaciones también habían descubierto la influencia de la funcionalidad sobre el BES. Por ejemplo, Böckerman et al. (2014) hallaron que cuando se controlaba apropiadamente la salud y la capacidad funcional, la asociación negativa entre obesidad y BES desaparecía completamente, sugiriendo que no sería la obesidad por sí misma la que perjudicaría el BES, sino los problemas de salud y la disminución de la capacidad funcional que puede causar esta.
Sin embargo, en relación al afecto positivo, la capacidad funcional parece no ser tan importante para la explicación de su varianza, a pesar de la relación estadísticamente significativa observada en el estudio 2. El análisis de regresión mostró que al incluir en el modelo los factores de personalidad extroversión y neuroticismo, la relación entre capacidad funcional y afecto positivo dejaba de ser estadísticamente significativa, pasando a tener tendencia a la significación. Sin embargo, el tamaño reducido de la muestra también podría estar afectando dicho resultado.
Sobre la evaluación de la imagen corporal, se observó que tanto la distorsión como la insatisfacción con la misma fueron significativamente menores en los participantes del posquirúrgico. Esto coincide con otras investigaciones que sugieren que la CB trae como beneficio la mejora en la imagen corporal y en el sentirse atractivo, como la de Almeida, Zanatta y Rezende (2012), quienes identificaron una importante disminución en la insatisfacción con la imagen corporal en pacientes sometidos a este procedimiento quirúrgico 6 y 12 meses después de haberse llevado a cabo. Resultados similares encontraron Van Hout et al. (2008), quienes además sugieren que la satisfacción con la imagen corporal estaría relacionada negativamente con el IMC.
No obstante, aunque el índice de satisfacción con la imagen corporal fue mayor en el grupo posquirúrgico, este grupo aún deseaba, de promedio, un IMC 8.4 kg/m2 menor del que tenían actualmente y sólo una persona refirió sentirse satisfecha con su tamaño corporal en el momento de la evaluación. En este sentido, un estudio realizado por Gordon, Sallet y Sallet (2014) encontró que la insatisfacción con la imagen corporal estaría asociada a una mayor pérdida de peso tras la CB. Tal relación, aunque podría auxiliar en la disminución del IMC, podría constituirse también en una señal de alerta para el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria, por lo cual es importante que los profesionales vinculados al proceso posquirúrgico se mantengan atentos para prevenir, detectar y atender dicha situación.
Por otra parte, contrariamente a lo esperado, la satisfacción con la imagen corporal sólo mostró una relación estadísticamente significativa con un componente del BES (satisfacción con la vida) en el grupo posquirúrgico, explicando un porcentaje importante de su varianza. No se observó relación entre dicha variable y los demás componentes estudiados en el caso del grupo prequirúrgico. Igualmente, la distorsión de la imagen corporal tampoco mostró una correlación significativa con las variables analizadas. Una posible explicación de tal hallazgo es que para las personas que aguardan cirugía la salud deteriorada sería una de las mayores fuentes de estrés y preocupaciones (Carr et al., 2007), siendo más importantes a la hora de explicar su bienestar que las cuestiones relacionadas con la apariencia física. Por el contrario, para quienes ya se sometieron a la CB la imagen corporal podría tener más relevancia e impacto en el BES, pues la pérdida de peso y la subsiguiente disminución del tamaño corporal podrían considerarse una evidencia visible (para sí mismas y para quienes los rodean) de que se está teniendo éxito con la cirugía.
Sin embargo, el resultado observado también podría deberse a que el IMC de varios participantes del estudio fuera superior al máximo contemplado por la escala de figuras y siluetas (47.5 kg/m2), lo que dio lugar a que algunos casos debieran ser excluidos de los análisis, disminuyendo así el tamaño de la muestra y probablemente también la potencia del test utilizado. En este sentido, sería interesante una revisión y ampliación de la escala de figuras y siluetas, pues es un instrumento de demostrada utilidad en la evaluación de la imagen corporal de personas con obesidad, pero que podría ser ajustado para el caso de pacientes que buscan tratamiento quirúrgico para dicho trastorno, cuyos IMC suelen ser muy altos, como en el caso de este trabajo, en el que el promedio estuvo en aproximadamente 47 kg/m2.
Ahora bien, algunas implicaciones que estos resultados pueden tener para la práctica de los profesionales que atienden a estos pacientes son, por una parte, la atención a cómo perciben su propio cuerpo estas personas y cómo se sienten con respecto de dicha percepción, tanto antes como después de la cirugía, debido a que la insatisfacción con la propia imagen podría acarrear síntomas de trastornos alimentarios, como purgaciones o la práctica excesiva de ejercicios físico (De Zwaan et al., 2010; Grossbard, Lee, Neighbors y Larimer, 2008; Kakeshita et al., 2009), que podrían convertirse en una complicación del proceso posquirúrgico; dichos síntomas deberían ser detectados tempranamente para una mejor atención.
Por otra parte, estos resultados también sugieren que, aunque los pacientes presenten un alto nivel de neuroticismo o bajo de extroversión, la mejora en la funcionalidad podría ayudar a aumentar el BES. Pero para que tal mejora se dé es necesario un compromiso del paciente y del equipo de profesionales que le atienden, para promover una mayor adherencia al tratamiento desde el periodo prequirúrgico, pues favorece la obtención de mejores resultados tras la cirugía (Pontiroli et al., 2007). Para esto, los profesionales podrían servirse más del apoyo de los cuidadores del paciente, promoviendo una mayor vinculación de los mismos al proceso pre y posquirúrgico.
Para concluir, los resultados de estos estudios sugieren que la CB podría inducir una mejora del bienestar subjetivo, de la capacidad funcional y de la imagen corporal de las personas que se someten a ella. Sin embargo, aún es necesario avanzar en la identificación de los mecanismos mediante los cuales se generaría tal influencia y de los factores que pueden potenciarla, recordando que mantener tales beneficios a largo plazo dependerá en gran medida de los cambios de estilo de vida que el paciente logre generar y conservar (Hall, 2010; Larsen et al., 2004).
Además, es relevante recordar que este tipo de tratamiento no es indicado para todas las personas con obesidad, siendo sólo una de las alternativas de una línea de cuidados que se inicia con las terapias de estilo de vida (O’Brien, 2010), y que se reserva para casos severos (IMC >40 kg/m2 o >35 kg/m2 con comorbilidad) en los que no han sido eficaces otros protocolos clínicos con seguimiento de por lo menos dos años (Conselho Federal de Medicina-CFM, 2016). Es posible que beneficios similares pudieran darse en personas que presentan una pérdida continua de peso, a través de otro tipo de tratamientos, como la actividad física, la cual también ha mostrado una importante relación con el afecto positivo (Pasco et al., 2011), por lo que sería interesante realizar estudios que pudieran acompañar los efectos que la pérdida de peso alcanzada con diferentes estrategias podría tener sobre el BES, la capacidad funcional y la imagen corporal de las personas con obesidad.
Así mismo, los estudios aquí presentados tienen como limitaciones el ser transversales y contar una muestra pequeña, la cual se vio aún más reducida en el caso de la evaluación de la imagen corporal por las limitaciones del instrumento utilizado en cuanto al IMC máximo que permite analizar. Por tales motivos se recomienda, por una parte, la realización de estudios longitudinales que puedan acompañar a estos pacientes a largo plazo. De especial interés sería observar si las mejoras en el BES y en la imagen corporal se mantienen más allá de los primeros meses poscirugía, en los que la pérdida de peso es más rápida y evidente, así como la influencia que podrían ejercer sobre los mismos los cambios físicos como el exceso de piel que puede aparecer con el tiempo. Por otra parte, sería aconsejable también avanzar en la adaptación de los instrumentos de evaluación, como la escala de figuras y siluetas, a las características específicas de la población con obesidad mórbida, a fin de tener instrumentos válidos y confiables para el trabajo con estas personas.