INTRODUCCIÓN
Una nueva visión del apoyo parental en los equipos de pediatría de atención primaria
La Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención de la Enfermedad del Sistema Nacional de Salud1 incluye una línea de prevención temprana destinada a la infancia entre cero y tres años. En dicha línea se subraya la importancia de incluir el apoyo sistemático a las figuras parentales (padre, madre u otros cuidadores principales) en el servicio de atención primaria por su papel central en el bienestar y en el desarrollo infantil. Una de las acciones que se ha patrocinado es el curso basado en evidencia “Ganar salud y bienestar de 0 a 3 años”2. Se trata de una iniciativa novedosa de e-health que promueve el desarrollo saludable en la primera infancia, aportando conocimientos y experiencias a las familias sobre la crianza y la educación en los ámbitos de la vinculación afectiva, la alimentación, el juego y el sueño. Este programa está siendo ampliamente utilizado por las figuras parentales y por los profesionales, registrando en ambos casos altos niveles de satisfacción3. Con el objetivo de garantizar el uso universal de este programa, la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias, en el marco de la aplicación de la estrategia en su comunidad, ha impulsado un estudio piloto en el que se combina el uso de dicho programa online con el apoyo parental presencial, tanto en talleres grupales como en la consulta pediátrica, en los centros de atención primaria, para comprobar así su efectividad. El presente trabajo forma parte de este estudio, aportando la validación de un instrumento de evaluación de la satisfacción parental del apoyo recibido por el equipo de atención pediátrica.
La nueva visión del apoyo parental en el ámbito sanitario sigue el Modelo Centrado en la Familia (en adelante, MCF), basado en establecer una relación de colaboración entre los profesionales y la familia, que se ofrece desde la dignidad y el respeto, en la que se comparten tanto la información como la responsabilidad de la salud del/la niño/a4. El concepto de apoyo parental está basado en la Recomendación del Consejo de Europa (Rec2006/19)5 a sus estados miembros sobre Políticas de Apoyo al ejercicio de la Parentalidad Positiva. En esta, se señala la responsabilidad del Estado para brindar apoyo parental mediante programas basados en la evidencia dirigidos a la familia, tanto en los ámbitos educativos y sociales como en el ámbito sanitario, para garantizar de esta manera los derechos de la infancia y promover su bienestar personal y social.
La incorporación de la familia en general, y de las figuras parentales en particular, como agentes promotores de la salud a los/as niños/as entre 0 y 3 años responde también a la evidencia científica que ha venido señalando de forma consistente que la familia es un agente clave en la salud y el desarrollo del/la niño/a6,7,8. Además, la inclusión de la familia en la atención pediátrica aporta información relevante sobre cómo promover la salud del/la niño/a en el entorno más cercano9,10. Igualmente, incrementa la adherencia a los tratamientos y a las orientaciones pediátricas, ya que facilita que la familia asuma activamente su rol como agente valedor del desarrollo de sus hijos/as11.
La evaluación de la satisfacción familiar en el Modelo Centrado en la Familia y desde la Parentalidad Positiva
Como resultado de la introducción de nuevas formas de actuación en la práctica pediátrica, los estándares de calidad en los servicios están cambiando. De ello se deriva la necesidad de actualizar los instrumentos de evaluación de los servicios de atención primaria. De acuerdo con el MCF y el marco de la Parentalidad Positiva, la evaluación de la calidad de la atención prestada en el servicio debe considerar la voz de las familias como un recurso muy útil para la planificación y mejora de las intervenciones basadas en la evidencia. En este sentido, la satisfacción ha sido considerada como el constructo principal para incorporar el punto de vista de la familia12, ya que constituye un indicador central de la calidad del servicio13. Además, la satisfacción se relaciona con variables relevantes como la asistencia a las citas programadas o la adherencia al tratamiento14,15. Así mismo, la satisfacción nos brinda información de hasta qué punto las familias sienten que sus necesidades (y las de sus hijos/as) están siendo cubiertas.
Tradicionalmente, la satisfacción se ha medido como una dimensión general y en términos positivos16,17. Sin embargo, es importante considerar los dos aspectos de la satisfacción general, la percepción de la adecuación del servicio y el descontento con el servicio, como dimensiones positivas y negativas diferenciadas. De este modo, se evita la mera acumulación de valoraciones positivas y negativas que no ofrecen una imagen contrastada de las fortalezas y debilidades del servicio.
Además de la satisfacción general, es necesario incluir indicadores de satisfacción que se relacionen con los componentes centrales del MCF y del marco de la Parentalidad Positiva. En el caso del MCF, es crucial evaluar la relación de colaboración entre el/la profesional y la figura parental para identificar las necesidades específicas de cada familia y poder elaborar conjuntamente una intervención individualizada y ajustada a cada situación4. Por su parte, en relación con el marco de la Parentalidad Positiva, se debe evaluar en qué medida las actuaciones de los profesionales ayudan a la promoción de las habilidades parentales y su autopercepción positiva, de modo que se garantice una mayor autonomía de funcionamiento de la familia18.
En el área de la pediatría, los cuestionarios más empleados de satisfacción están en lengua inglesa y han omitido tanto la relación de colaboración como la capacitación de las familias como factores principales (por ejemplo, Parent’s Perceptions of Primary Care19, Child ZAP20, Parents’ Perceptions of Satisfaction with Care from Pediatric Nurse Practitioners21). Además, los instrumentos se han desarrollado para evaluar programas específicos22, unidades de cuidados intensivos23 o atención hospitalaria17,24. Por tanto, la elaboración de un instrumento en español para evaluar la satisfacción parental en atención primaria desde esta nueva perspectiva puede cubrir un hueco muy importante.
El objetivo de este estudio fue desarrollar y evaluar la fiabilidad y validez de constructo del cuestionario “Satisfacción con el Apoyo Parental recibido en Atención Primaria” (en adelante, SATAP-AP) (anexo I).
SUJETOS Y MÉTODOS
Participantes
Los participantes fueron 226 figuras parentales con hijos/as entre 0 y 36 meses, usuarias de la atención pediátrica de los centros de Salud de la isla de Tenerife y de Gran Canaria. Todos ellos formaron parte de un estudio más amplio que evaluó el programa de apoyo parental basado en el curso online “Ganar Salud y Bienestar de cero a tres años”, cuya recogida de datos tuvo lugar entre los años 2018 y 2019. Los participantes fueron principalmente madres (88,1%), con hijos e hijas en torno al año de edad, con empleo (76,2%), los niveles de estudios correspondieron tanto a estudios universitarios (53,7%) como a niveles educativos inferiores (46,3%), y la mayoría vivían formando familias biparentales (tabla 1).
Instrumentos
Desarrollo del cuestionario SATAP-AP. El cuestionario fue elaborado por un panel de tres investigadores expertos del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de La Laguna. Las dimensiones del constructo de satisfacción que se pretendieron medir fueron “adecuación del servicio”, “descontento con el servicio”, “relación de colaboración con la familia” y “capacitación parental”. Como primer paso, se realizó una revisión de los instrumentos en inglés y en español utilizados para evaluar la satisfacción con el servicio, empleando las siguientes palabras clave en la estrategia de búsqueda: “satisfaction” AND “parent*” OR “mother” AND “paediatric*”. Los instrumentos identificados evaluaban con mayor frecuencia las siguientes dimensiones: “satisfacción general”, “competencia profesional clínica”, “competencias transversales” (por ejemplo, comunicación y empatía) y, en menor medida, la “atención centrada en la familia”16,17,20,21,25.
Como segundo paso, se elaboró una primera versión de 17 ítems con un formato de respuesta de escala tipo Likert (de 1 a 4 puntos), que recogía el grado de acuerdo con las afirmaciones presentadas.. Dicha versión contó con nueve ítems extraídos del Family Feedback CWS questionnaire26, relativos sobre todo a las áreas de satisfacción general y colaboración con la familia. Además, se elaboraron ocho ítems para evaluar de forma completa el área de colaboración y el de capacitación, ya que no contábamos con ejemplos de ítems apropiados en cuestionarios previos. Como último paso antes de la administración del cuestionario, la versión inicial fue revisada por otro grupo de colaboradores expertos para asegurar que la redacción de las instrucciones y de los ítems fuera comprensible, a partir de la cual se realizaron cambios menores en las instrucciones iniciales y en el formato de presentación.
Perfil sociodemográfico. Compuesto ad hoc por 13 preguntas, incluido género y edad de adultos y niño/a, nivel educativo, situación laboral, estructura familiar y área de residencia.
Escala de percepción de salud del/la niño/a (H-HANES)27. Las figuras parentales evaluaron en un solo ítem el estado de salud de su hijo/a en una escala de cinco puntos, con una calificación de 1 que indicaba una salud “Muy mala” y 5 para “Muy buena”.
Procedimiento. Los participantes fueron captados por los equipos de pediatría de atención primaria en las sesiones de revisión del Programa de Salud Infantil28, y tenían la opción de completar el cuestionario de forma online o presencial. En ambos casos, se aseguró la confidencialidad y se contó con el consentimiento informado de las familias de forma escrita, de acuerdo con el Comité Ético de la Universidad de La Laguna.
Plan de análisis. Se llevaron a cabo dos procedimientos para evaluar la validez de constructo: un análisis de la estructura factorial así como de la fiabilidad de los factores resultantes, y un análisis de las diferencias individuales en los factores obtenidos en función de las variables sociodemográficas. Para determinar la estructura factorial del cuestionario se utilizó el modelo de ecuaciones estructurales exploratorio (MESE)29, que combina el análisis factorial exploratorio (AFE) con el análisis factorial confirmatorio (AFC). Como método de estimación se utilizó el de mínimos cuadrados ponderados ajustado por la media y la varianza (WLSMW, Weighted Least Squares Mean and Variance Adjusted). Para analizar el ajuste del modelo al patrón de los datos se tomaron como indicadores el índice de ajuste comparativo (CFI), el índice de bondad de ajuste (GFI), el error cuadrático medio de aproximación (RMSEA) y la raíz del error cuadrático medio (SRMR), tomando en consideración que los parámetros de un buen modelo son: RMSEA < 0,05; CFI y TLI > 0,95; SRMR < 0,130. Además, se utilizó el test de esfericidad de Bartlett y la medida de adecuación muestral de Kaiser-Mayer-Olikin31. A continuación, se realizó un análisis de ítems y se evaluó la consistencia interna con eliminación del ítem, utilizando el índice Alfa de Cronbach. Por último, para el análisis de las diferencias individuales, se emplearon ANOVAs con la puntuación tipificada de cada individuo obtenida en cada factor, que refleja la contribución ponderada de cada ítem, para explorar la variabilidad de la satisfacción con el servicio en función del perfil sociodemográfico. Para los contrastes post hoc, se utilizó la prueba Scheffe. Para realizar los ANOVAs y estimar la fiabilidad se utilizó el programa estadístico SPSS 25, y para el MESE, el Mplus 6.11.
RESULTADOS
Análisis factorial del cuestionario SATAP-AP
El Análisis Confirmatorio de la versión inicial no mostró índices apropiados para ninguna estructura factorial, de acuerdo con los criterios de Tabachnick & Fidell30. Tras la eliminación de dos ítems, la estructura de cuatro factores mostró unos índices de ajuste adecuados, por lo que la versión resultante fue de 15 ítems (tabla 2).
RMSEA: Root Mean Square Error of Approximation; CFI: Comparative Fit Index; TLI Tucker-Lewis Index; SRMR: Standarized Root Mean-Square.
A continuación, se muestra la estructura factorial final con los 14 ítems significativos que la componen (el ítem “Los/as profesionales resuelven mis dudas dándome toda la información que necesito” fue eliminado ya que no resultó significativo en ningún factor), el orden en que se presentaron los ítems y sus pesos factoriales (figura 1):
- F1: “Adecuación del servicio”, con cuatro ítems.
- F2: “Colaboración con la familia”, con tres ítems.
- F3: “Descontento con el servicio”, con cuatro ítems, y “Capacitación parental”, con tres ítems.
- F4: “Capacitación parental”, con cuatro ítems.
En la tabla 3 se presentan todos los pesos factoriales de la versión final según sus factores correspondientes.
En el análisis de la consistencia interna global de las sub-escalas, ninguno de los elementos reveló un comportamiento inapropiado (tabla 4). Las medias indicaron estar “bastante de acuerdo” con aquellos ítems con contenidos positivos relativos a los factores 1, 2 y 4, y “poco de acuerdo” con aquellos ítems con contenidos negativos que indicaban “descontento con el servicio” relativos al factor 3. Las desviaciones estándar alcanzaron valores cercanos a 1,00, por lo que fue posible asumir una variabilidad suficiente en las puntuaciones de acuerdo con los supuestos29. Las sub-escalas mostraron una fiabilidad de entre 0,83 y 0,90, alcanzando un cociente de fiabilidad total de α=0,84.
Análisis de las diferencias individuales en función de las variables sociodemográficas y la salud infantil
Solo las variables sociodemográficas mostraron diferencias significativas en los factores. En la tabla 5 se recogen aquellas variables que mostraron diferencias significativas en al menos un factor. En relación con el factor “Adecuación del servicio”, se observaron diferencias significativas entre los diferentes niveles educativos. Aquellos participantes sin estudios o con estudios secundarios mostraron mayor satisfacción que aquellos con estudios universitarios o con formación profesional. Además, la estructura familiar resultó significativa, ya que las familias biparentales mostraron más satisfacción que las monoparentales (tabla 5).
(*)p<0,05;
(**)p<0,01;
(***)p<0,001;
M: Media; DT: Desviación Típica; F: Prueba F de Fisher. Nivel educativo codificado como 1=Sin estudios/Estudios secundarios, 2=Formación profesional y 3=Estudios universitarios.
El factor “Colaboración con la familia” mostró mayor variabilidad en función de las características sociodemográficas. Específicamente, se observaron diferencias significativas en relación con el nivel educativo. Los participantes con menor nivel de estudios (Sin estudios/Estudios secundarios) percibieron niveles más altos de colaboración del/la profesional con la familia que aquellos con formación profesional o estudios universitarios. Los participantes en situación de desempleo reportaron mayores niveles de colaboración que aquellos en situación activa. Además, las familias monoparentales percibieron menos colaboración del/la profesional que las biparentales (tabla 5).
En el factor de “Capacitación parental” de nuevo resultó significativo el nivel de estudios. Los participantes con menor nivel educativo (Sin estudios/Estudios secundarios) percibieron que el apoyo recibido promovía más sus capacidades que aquellos con formación profesional o con estudios universitarios (tabla 5).
DISCUSIÓN
Este estudio tiene por objetivo evaluar la validez de constructo y la fiabilidad del cuestionario SATAP-AP, así como la variabilidad de sus puntuaciones en función del perfil sociodemográfico y la salud infantil percibida. Los resultados muestran que el modelo más adecuado es el conformado por cuatro factores, ya que es el que ofrece un número óptimo de dimensiones subyacentes al constructo de apoyo parental en el ámbito sanitario, teniendo en cuenta la posible complejidad del mismo. Así, se obtienen dos factores que dan cobertura a la satisfacción general con su extremo positivo y negativo bien diferenciados. El Factor 1, “Adecuación del servicio”, aporta información sobre hasta qué punto la familia percibe que sus necesidades y expectativas se ven cubiertas y satisfechas con la atención recibida, así como se muestran de acuerdo con lo que el/la profesional cree mejor para su hijo/a. Por su parte, el Factor 3, “Descontento con el servicio”, manifiesta el grado de insatisfacción que el usuario siente debido a su desconfianza respecto al tipo de ayuda que prestan a su hijo/a, sobre la perspectiva crítica de los profesionales hacia sus decisiones como padres/madres y el escaso tiempo que éstos dedican a escucharles, tres aspectos claves que sin duda van a entorpecer el proceso de apoyo a las familias.
Los otros dos factores obtenidos reflejan dos dimensiones positivas del constructo de apoyo parental. El Factor 2, “Colaboración con la familia”, define muy bien una de las características del MCF, al enfatizar la importancia de establecer relaciones de colaboración entre el/la profesional y la familia4,32 que, a menudo, se circunscriben a recomendaciones y orientaciones unidireccionales que provienen del/la profesional. Los contenidos de este factor hacen referencia a las oportunidades de aprendizaje recibidas sobre cómo fomentar los hábitos saludables en su hijo/a, a la empatía mostrada por el/la profesional sobre cómo se sienten las familias y a la apertura de redes de apoyo que pueden complementar el que reciben del servicio. La percepción de colaboración es clave, ya que posibilita que las figuras parentales se sientan más autorizadas para corresponsabilizarse sobre la promoción de la salud de su hijo/a.
El Factor 4, “Capacitación parental”, está basado en el marco de la Parentalidad Positiva33, destacando tres aspectos muy relevantes en el ámbito sanitario: la confidencialidad de lo compartido con la familia, la actitud de valorar y tener en cuenta el punto de vista de los padres/madres a la hora de la toma de decisiones32, y promover una percepción positiva de sus capacidades parentales, siendo también la autoeficacia un aspecto clave en el MCF34 y como factor protector de la depresión posnatal en el caso de las madres35. Todo ello incrementa su autoconfianza y les da mayor seguridad y autonomía cuando cuidan o educan a sus hijos/as.
En relación con la aplicación y corrección del cuestionario, recomendamos la estructura propuesta ya que respeta las cargas factoriales significativas en cada factor con las siguientes particularidades. En cuanto al ítem 4 (“La ayuda que recibo aquí es mejor de lo que esperaba”), a pesar de tener una carga significativa en los factores 1 y 2, “Adecuación del servicio” y “Colaboración con la familia”, recomendamos integrarlo en el cálculo del primer factor por ser el que presenta un carga mayor y mayor ajuste a su contenido. Por su parte, el ítem 7 (“Los/as profesionales entienden cómo me siento”) muestra cargas factoriales significativas similares en los factores 2 y 4, “Colaboración con la familia” y “Capacitación parental”. No obstante, por su relación con la empatía que se hace indispensable en toda colaboración, recomendamos asociarlo al Factor 2. Para el uso práctico del cuestionario recomendamos calcular la media de los ítems en cada factor.
Con respecto a la variabilidad de las puntuaciones del cuestionario en función de las variables sociodemográficas, se encuentra que aquellas figuras parentales con mayor nivel educativo muestran menores niveles de satisfacción, excepto en el caso del “Descontento con el servicio”, que no resulta sensible a ninguna variable del perfil. En este sentido, diferentes estudios señalan que los pacientes con menor nivel educativo tienden a estar más satisfechos con la atención médica que reciben, probablemente porque sus estándares de exigencia son menos altos34,35,36. Esta variabilidad, además de reforzar la validez de constructo, hace del instrumento una herramienta útil para aplicar a la población general y evaluar acciones de prevención universal37,38. Igualmente, la situación de desempleo, probablemente por su alta relación con el nivel de estudios, se asocia a niveles más altos de satisfacción en el factor “Colaboración con la familia”39.
En cuanto a la estructura familiar, el hecho de que las familias monoparentales se muestren menos satisfechas en el factor de “Colaboración con la familia” puede explicarse porque tienen un conjunto más amplio de necesidades, ya que deben compatibilizar las demandas laborales con el cuidado del niño o de la niña40, necesidades que pueden no verse satisfechas en el limitado espacio de la consulta de atención primaria. No obstante, los estudios aún arrojan datos contradictorios en cuanto a la relación entre la estructura familiar y la satisfacción con el servicio39. Por último, que las familias primíparas y no primíparas no muestren diferencias significativas refleja que las necesidades de apoyo se dan de forma continuada en la crianza. Además, estas se dan igualmente con independencia del estado de salud percibido.
Este estudio presenta algunas limitaciones. La primera es haber contado sobre todo con la madre como informante, sin haber podido darle mayor presencia al punto de vista del padre, aunque refleja una realidad actual, ya que la asistencia al pediatra y el cuidado de la infancia gravita todavía en mayor medida sobre la madre. La segunda limitación es no haber recogido más medidas que permitiesen evaluar otros tipos de validez como la concurrente o la predictiva. La tercera limitación está relacionada con las edades de los/as hijos/as, que solo abarcaron la primera etapa de la infancia. En futuras investigaciones sería interesante comprobar si es necesario ajustar el cuestionario para edades posteriores donde las necesidades de las figuras parentales pueden variar (por ejemplo, segunda infancia, preadolescencia).
En conclusión, el cuestionario SATAP-AP, a pesar de su brevedad, permite una evaluación completa y fiable de la satisfacción de las familias con el apoyo parental recibido en el servicio de pediatría de atención primaria. Todo ello hace del SATAP-AP un recurso útil para la mejora continua del servicio hacia las buenas prácticas profesionales recomendadas en el MCF y en el enfoque de la Parentalidad Positiva, ya que evalúa facetas importantes del apoyo parental que resultan claves en dicho ámbito sanitario.