Introducción
La pandemia causada por el SARS-CoV-2 constituye un fenómeno con consecuencias extraordinarias en todos los órdenes. Tras la declaración oficial de pandemia el 11 de marzo de 2020(1), uno de los retos más importantes al que tuvieron que enfrentarse los países fue el de mantener una atención sanitaria capaz de abordar el ingente número de pacientes con necesidad de atención. Esto no sólo requería de medios materiales, sino también de que los profesionales sanitarios atendieran a los pacientes en condiciones complejas y por un periodo que se extendió en el tiempo a lo largo de las distintas ondas de la pandemia. Esto hizo que los trabajadores de la salud se enfrentaran a niveles sin precedentes de sobrecarga emocional relacionada con el COVID-19 en el ámbito profesional y personal(2).
Varios estudios han analizado el impacto de la pandemia sobre los niveles de estrés, ansiedad y otros indicadores de salud mental del personal sanitario. A nivel español, se llevó a cabo investigación en búsqueda de objetivar e identificar fuentes y niveles de angustia entre los médicos de atención primaria (MAP) durante la primera ola de la pandemia (abril de 2020)(3). Un estudio realizado en trabajadores sanitarios de China mostró que el 50% de ellos presentaron depresión y más del 70% reportaron angustia en relación con la pandemia(4). Investigaciones estadounidenses objetivaron una intensificación de síntomas psicológicos entre el personal sanitario, destacando el incremento cuantitativo del estrés agudo, síntomas de depresión y ansiedad durante los brotes del COVID-19. Se notificaron incluso casos de suicidio de trabajadores de primera línea en la atención a pacientes con COVID-19(5). Asimismo, en Reino Unido encontraron una alta incidencia de ansiedad, particularmente en mujeres y personal con antecedentes de trastornos de salud mental. Las preocupaciones recayeron en tres factores: riesgo de infección, desafíos laborales y cambio social potenciados por la responsabilidad profesional y el contacto con pacientes con COVID-19(6). Los trabajadores de la salud en Italia involucrados en la pandemia y expuestos a altos niveles de eventos estresantes o traumáticos expresaron el impacto negativo sobre la salud mental manifestando síntomas relacionados con el estrés, depresión, ansiedad e insomnio(7).Otro estudio realizado también en profesionales sanitarios de Italia reveló que los que trabajaron en zona COVID presentaron niveles más altos, tanto de síntomas depresivos como de malestar psicológico y estrés postraumático que los que trabajaron en Unidades no COVID(8).
Conocer los riesgos psicosociales a los que se enfrentan los trabajadores de la salud en situaciones tan extraordinarias como las vividas en la pandemia y las necesidades que se derivan es particularmente importante para desarrollar medidas de apoyo y protección, no sólo para esta pandemia sino también para situaciones similares que pudieran darse en el futuro. En el marco del Plan de Atención a la Salud Emocional(9), el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea (SNS-O) planteó un estudio para conocer la percepción del estado de sobrecarga emocional autoevaluada por los profesionales sanitarios y no sanitarios en dos momentos de tiempo distanciados un año. También, evaluar los factores asociados con el fin de comprobar su evolución y diseñar el mejor abordaje para el manejo del estrés experimentado durante la pandemia por el SARS-CoV-2 y ofrecer las medidas de apoyo emocional necesarias.
Métodos
Se diseñó un estudio transversal basado en el envío de una encuesta en los profesionales sanitarios y no sanitarios del SNS-O durante la pandemia en dos momentos a lo largo de la misma, en octubre de 2020 y octubre de 2021. La población laboral del SNS-O fue de 12.782 profesionales en 2020 y 13.049 en 2021.
Para estudiar la sobrecarga emocional, definida como un estado en el cual la persona experimenta una gran acumulación o exceso de emociones negativas o intensas que superan su capacidad de manejarlas y procesarlas de manera saludable, se utilizó la Escala validada de Autoevaluación de Sobrecarga Emocional 2020 (Self-applied Acute Stress Scale -EASE)(10). El estudio se enfocó a la percepción autoevaluada de la capacidad de afrontamiento de la sobrecarga emocional derivada de la actividad laboral durante la pandemia causada por el SARS-CoV-2. Para la interpretación de resultados en la escala global, los autores del artículo de validación consideraron los siguientes puntos de corte para la escala global: 0-9 puntos, buen ajuste emocional; 10-14 puntos, angustia emocional; 15-24 puntos, sobrecarga emocional media-alta; y ≥25 puntos, estrés extremadamente agudo10.
Como variables independientes, se recogió la ocupación o categoría profesional, de acuerdo con la siguiente clasificación: Administrativo, Celador, Diplomado Universitario en Enfermería (DUE), Personal Médico, Otro Personal No Sanitario (OPNS), Otro Personal Sanitario (OPS), Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE)). También, se incluyó el ámbito de trabajo. Para lograr una mayor aproximación a la realidad, la agrupación según el ámbito de trabajo varió ligeramente entre las dos fases (2020 y 2021). Para 2020, se clasificaron los servicios en: Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), Planta de Hospitalización, Soporte, Consultas/Hospital de día (HDIA)/Salas de tratamientos y Otros. En la segunda fase (2021) se diferenciaron aquellos profesionales que habían estado trabajando permanentemente en lugares con pacientes COVID de los que no: Planta de Hospitalización NO COVID, Planta de Hospitalización COVID, Sexta planta general (planta COVID), y Otras plantas. Se desglosó aparte el servicio de Laboratorios y “Otros” se transformó en Administración en 2021.
Con el fin de facilitar su cumplimiento y llegar al mayor número posible de profesionales, la encuesta se envió a través del correo electrónico corporativo a todos los profesionales del SNS-O y se difundió adicionalmente a través del Portal de Gestión del Conocimiento AUZOLAN®, con acceso disponible para toda la organización del SNS-O. Los criterios de inclusión fueron estar adscrito en el SNS-O y prestar sus servicios a lo largo del periodo comprendido del estudio. La muestra de estudio fueron los profesionales que respondieron a la encuesta habiendo cumplimentado el cuestionario.
El análisis estadístico consistió en un descriptivo y otro comparativo que incluyó el momento de realización de la encuesta (octubre 2020 u octubre 2021) y los factores laborales (ámbito, área, puesto y servicio) como factores principales. La subescala “respuesta afectiva” se calculó mediante la suma de los ítems 1, 2, 3, 4, 5 y 10 de la escala global y la subescala “miedos-ansiedad” mediante la suma de los ítems 6, 7, 8 y 9. Para el análisis descriptivo se utilizaron frecuencias absolutas y porcentajes, tanto en lo referente a las características de los participantes como en lo referente a las respuestas a los ítems de la escala, y éstas últimas se representaron gráficamente mediante el stacked bar chart y el density plot. La comparación de dichas frecuencias entre años se realizó mediante el test de tendencias en las proporciones. La correlación entre los ítems se estimó mediante la correlación de Pearson, y la fiabilidad de la escala y de las subescalas se estimó mediante el valor de Alfa de Cronbach. Los valores medios de las escalas se compararon entre los dos momentos de medición mediante el test de la t de Student. Para evaluar si existían diferencias en los resultados de las escalas según puesto, ámbito, área o servicio y si dichas diferencias se mantenían en las encuestas de ambos momentos se ajustaron modelos ANCOVA, incluyendo año de la encuesta y cada una de las cuatro variables laborales como factores principales y valorando si la interacción entre año y dichos factores fue significativa.
La respuesta al cuestionario se realizó de forma voluntaria y anónima, y no se incluyeron datos de sexo ni edad para garantizar una mayor tasa de respuesta y una mayor garantía de la no identificación de los respondedores. El estudio fue presentado y aprobado por la gerencia del Servicio Navarro de Salud - Osasunbidea y contó con el visto bueno del Comité de Seguridad y Salud de la empresa.
Resultados
Un total de 1 485 (11,3%) y 950 (7,3%) profesionales respondieron a las encuestas enviadas en 2020 y 2021, respectivamente, La distribución de frecuencias de las características laborales de los participantes se muestra en la Tabla 1. En 2021, el 34% eran Diplomados Universitarios en Enfermería (DUE) y el 24% personal médico, en comparación con el 2020, con un 33% y 24%, respectivamente.
2020 N = 1 485 | 2021 N = 950 | ||
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Categoría profesional | Administrativos | 17,1 | 17,2 |
Celadores | 0,9 | 1,3 | |
Diplomado Universitario de Enfermería (DUE) | 32,9 | 33,6 | |
Personal Médico | 24,2 | 24,2 | |
Otro personal no sanitario | 12,5 | 11,2 | |
Otro personal sanitario | 7,3 | 5,6 | |
Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE) | 5,2 | 7,1 | |
Servicio* | Unidad de cuidados intensivos (UCI) | 2,4 | 5,9 |
Urgencias | 12,2 | 13,6 | |
Planta hospitalización, total (2020) | 11,3 | - | |
Planta hospitalización, no COVID (2021) | - | 8,5 | |
Planta hospitalización, COVID (2021) | - | 10,2 | |
Sexta general (planta COVID) (2021) | - | 6,2 | |
Otras plantas (2021) | - | 4,0 | |
Soporte | 4,0 | 4,3 | |
Laboratorios (2021) | - | 3,4 | |
Consultas/HDIA/Salas | 20,1 | 32,2 | |
Otros (2020) / Administración (2021) | 49,9 | 21,9 |
*La variable Servicios varía ligeramente en la encuesta de 2020 y la de 2021
La representatividad de la muestra de profesionales que participaron en la encuesta, en cuanto a la ocupación y ámbito de trabajo, difiere ligeramente con respecto a la distribución de la población diana (Tabla S1). La participación fue ligeramente superior en el grupo de administrativos (17% en participantes vs, 10% población diana), en el grupo de personal médico (24% vs. 20%) y en el grupo de otro personal no sanitario (12% vs 9%), mientras que fue menor en el grupo de TCAE (5% vs 15%), celadores (1% vs 5% real) y otro personal sanitario (7% vs 9% real), y fue similar para los DUE (33% vs 33%).
El análisis de las respuestas a cada ítem en las encuestas de 2020 y 2021 mostró que, en 2020, los ítems que fueron respondidos en mayor proporción como “a menudo” o “continuamente” fueron el 1 (no logro desconectar del trabajo) y 9 (miedo a contagiar), con un 42% y un 53% de participantes en esas categorías respectivamente. En 2021, los ítems 1 (no logro desconectar del trabajo) y 3 (me mantengo distante, estoy irascible incluso en casa) fueron los que en mayor proporción se contestaron “a menudo” y “continuamente” (31% de los participantes), a diferencia de otros ítems como el 10 (dificultades para empatizar con los pacientes), que poca gente lo identificó como “a menudo” o “continuamente” (12%) (Tabla 2).
Ítem de la escala sobrecarga emocional | Estoy así continuamente (%) | Me pasa a menudo (%) | Me pasa en situaciones concretas (%) | No me está sucediendo (%) | p valor cambio 2020 a 2021 | ||||
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2020 | 2021 | 2020 | 2021 | 2020 | 2021 | 2020 | 2021 | ||
1 Dificultad de desconexión | 11,0 | 6,1 | 30,7 | 25,3 | 41,3 | 41,1 | 17,0 | 27,6 | <0.001 |
2 Pérdida de interés | 4,8 | 3,7 | 23,3 | 20,2 | 36,4 | 35,5 | 35,5 | 40,6 | 0.004 |
3 Distancia emocional | 8,7 | 6,0 | 25,8 | 24,5 | 38,9 | 37,7 | 26,6 | 31,8 | 0.002 |
4 Descuido a personas | 6,6 | 4,0 | 24,2 | 22,7 | 34,9 | 34,0 | 34,3 | 39,3 | 0.002 |
5 Dificultades cognitivas | 6,4 | 6,2 | 17,0 | 17,4 | 33,3 | 33,3 | 43,2 | 43,2 | 0.993 |
6 Reacciones fisiológicas | 6,2 | 3,1 | 19,9 | 14,4 | 33,3 | 31,2 | 40,6 | 51,4 | <0.001 |
7 Alerta permanente | 6,7 | 2,7 | 15,4 | 10,9 | 27,8 | 24,9 | 50,1 | 61,4 | <0.001 |
8 Preocupación por enfermar | 7,6 | 3,3 | 15,2 | 12,3 | 35,6 | 29,9 | 41,5 | 54,5 | <0.001 |
9 Miedo a contagiar | 21,1 | 8,4 | 32,4 | 17,5 | 31,4 | 36,9 | 15,1 | 37,2 | <0.001 |
10 Dificultades de empatía | 2,3 | 2,5 | 7,9 | 9,2 | 22,2 | 24,9 | 67,5 | 63,4 | 0.060 |
La comparación de proporciones entre los dos años para cada ítem mostró que existen diferencias significativas en las respuestas de ambas encuestas en todos los ítems salvo en el 10 (dificultades de empatía) y en el 5 (dificultades cognitivas), que prácticamente fueron idénticos en ambos años. En los que se objetivaron diferencias significativas, se observó una mayor proporción de respuestas indicativas de mayor sobrecarga emocional en 2020 con respecto a 2021, observándose un decremento importante en algunos ítems como el 9 (miedo a contagiar), que bajó del 53% de “a menudo” o “continuamente” al 25% (Tabla 2). La identificación de ítems con mayor y menor densidad de respuesta en categorías de mayor carga emocional muestra el mayor o menor desplazamiento de la función de densidad y su mediana para cada ítem (Figura 1).
Los resultados para los scores de la escala global y de las subescalas mostraron un Alfa de Cronbach para la escala global en 2021 de 0,89 (0,87 para “miedos-ansiedad” y 0,75 para “respuesta afectiva”), igual al 0,89 obtenido para 2020 (0,86 y 0,74 respectivamente), indicando alto grado de fiabilidad de la escala. La estimación del score total medio (±DE) de sobrecarga emocional fue de 10,03 (± 6,51) puntos para 2020 y de 8,16 (±6,08) para 2021, implicando una diferencia entre ambos momentos de medición de -1,87 (95%IC: -2,38, -1,36). La estimación de diferencias en las mediciones entre momentos para la escala “miedos-ansiedad” fue mayor que en “respuesta afectiva”, siendo la magnitud igual a -1,33 (95%IC: -1,56, -1,10) para “miedos-ansiedad” (d de Cohen =0,45) y -0,54 (95%CI: -0,86, -0,21) para “respuesta afectiva” (d de Cohen =0,13) (Tabla 3).
Media (DE) | Diferencia | d. Cohen* | p-valor | ||
---|---|---|---|---|---|
2020 | 2021 | Media (95%IC) | |||
Score total | 10,03 (6,51) | 8,16 (6,08) | -1,87 (-2,38-1,35) | 0,29 | <0,001 |
“Miedos-ansiedad” | 4,19 (2,94) | 2,86 (2,57) | -1,33 (-1,56-1,10) | 0,45 | <0,001 |
“Respuesta afectiva” | 5,84 (4,02) | 5,30 (4,00) | -0,54 (-0,86-0,21) | 0,13 | 0,001 |
*d. Cohen = (Media 2020 - Media 2021) / Desviación estándar (DE) de la media 2020.
En cuanto al estudio de los scores según puesto de trabajo, los resultados muestran que, si bien la disminución de los valores medios para 2021 con respecto a 2020 fue general e independiente de la categoría profesional (interacción no significativa), existen diferencias en cuanto a las puntuaciones. Con respecto al grupo de administrativos (categoría de referencia), los TCAE presentaron valores significativamente más altos (en torno a 2,5 puntos más), seguidos de personal médico y DUE (en torno a 1 punto más), mientras que otro personal no sanitario (OPNS) y otro personal sanitario (OPS), presentaron valores más bajos (1,5 puntos menos) (Tabla 4 y Figura 2).
Score, total | “Miedos-ansiedad” | “Respuesta afectiva” | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Coef | 95%IC | Coef | 95%IC | Coef | 95%IC | |
Año | ||||||
2020 | Ref | Ref | ||||
2021 | -1,97 | (-2,48, -1,47) | -1,38 | (-1,61, -1,16) | -0,59 | (-0,91, -0,27) |
Categoría profesional | ||||||
Administrativos | Ref | Ref | Ref | |||
Celadores | 0,97 | (-1,55, 3,49) | 0,60 | (-0,51, 1,71) | 0,37 | (-1,23, 1,97) |
DUE* | 1,32 | (0,58, 2,06) | 0,43 | (0,11, 0,76) | 0,89 | (0,42, 1,35) |
Personal Médico | 1,11 | (0,33, 1,89) | 0,13 | (-0,22, 0,48) | 0,98 | (0,48, 1,48) |
Otro personal no asistencial | -1,51 | (-2,44, -0,57) | -0,92 | (-1,33, -0,51) | -0,59 | (-1,18, 0,01) |
Otro personal asistencial | -1,66 | (-2,79, -0,52) | -0,67 | (-1,17, -0,17) | -0,99 | (-1,71, -0,27) |
TCAE* | 2,45 | (1,26, 3,63) | 1,30 | (0,77, 1,82) | 1,15 | (0,40, 1,90) |
Significación variables** | ||||||
p-valor año | <0,001 | <0,001 | <0,001 | |||
p-valor categoría profesional | <0,001 | <0,001 | <0,001 | |||
p- valor interacción | 0,611 | 0,226 | 0,906 |
*DUE = Diplomado Universitario en Enfermería; TCAE = Técnico de Cuidados Auxiliares de Enfermería
**Dado que la interacción es no significativa, los resultados de los coeficientes y los de los p-valores de las variables año y puesto son para el modelo aditivo sin interacción.
Discusión
Los resultados de este estudio muestran que la puntuación media para la escala de sobrecarga emocional en 2020 indicaba en términos generales angustia emocional, disminuyendo de forma notable en 2021, y mostrando un buen ajuste emocional. Algunos ítems como “miedo a contagiar” o “no consigo desconectar” tuvieron afectación importante, pero el nivel de sobrecarga disminuyó de forma significativa al año siguiente para todos los ítems salvo para dos, “dificultades para pensar y tomar decisiones” y “dificultades para empatizar”, que partían de grados de sobrecarga más bajos.
Los profesionales con mayor proximidad al paciente, como los DUE y en concordancia con otros estudios(11), el personal médico y los TCAE reportaron valores más altos en el score global, mientras que los profesionales en las categorías de otro personal sanitario y otro personal no sanitario reportaron valores más bajos.
Con relación a los resultados obtenidos en las subescalas, la estimación de diferencias en las mediciones entre 2020 y 2021 para la subescala “miedos-ansiedad” fue mayor que en “respuesta afectiva”, con una d de Cohen de magnitud moderada (d=0.45) para “miedos-ansiedad” y una d de Cohen de magnitud pequeña (d=0.13) para “respuesta afectiva”. Ello sugiere de la primera a la segunda ola mejoraron especialmente aspectos relacionados con los miedos y la ansiedad, tales como la dificultad para desconectar del trabajo y el bloqueo emocional, en comparación con el grado de mejoría de aspectos afectivos, como estar en un estado de alerta permanente y el miedo de contagiar a familiares.
Los resultados muestran concordancia con diferentes estudios sobre el impacto psicoemocional publicados hasta el momento actual, de manera que conforme aumenta la proximidad con el paciente y su entorno, incrementa la probabilidad de afectación psicoemocional(12-15).
Motivados por las situaciones potencialmente traumáticas a las que estaban expuestos los sanitarios durante la pandemia de la COVID-19, se analizó la información relacionada con el ítem 10 “distanciamiento emocional, anestesia afectiva”. Se podría decir que ni era preocupante en medio de la pandemia ni lo fue tras las primeras olas. Los resultados fueron similares entre los dos momentos del estudio. Sin embargo, existen otras investigaciones que comprobaron el agotamiento, mayor distanciamiento del propio trabajo (negativismo) y reducción de la eficacia profesional, dificultades para empatizar con el sufrimiento de los pacientes o conectar con su situación durante la pandemia(12).
Según los hallazgos reflejados en otros estudios, las situaciones desencadenantes de sobrecarga emocional para el personal incluyeron no sólo el aumento de la carga de trabajo durante el cuidado de pacientes con empeoramiento rápido, sino también los temores de contagio a sus familiares, así como trabajar con protocolos y equipos de protección individual nuevos, adaptándose a los continuos cambios(14). Uno de los mayores temores del personal sanitario durante su exposición laboral a enfermedades infecciosas epidémicas ha sido y, sigue siendo, el miedo a contraer la enfermedad y transmitirla a sus familiares y entorno social(16,17). Así ha sido también en nuestro estudio, siendo el ítem 9 ‘miedo a contagiar’ el que mayor proporción de respuestas indicativas de alta sobrecarga emocional obtuvo. El mismo patrón de comportamiento se observó durante otras epidemias causadas por microorganismos tales como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el virus del Zika, otros virus del síndrome respiratorio agudo grave (SARS), el virus del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), o el virus del Ébola(18-21).
Aunque es cierto que todos los trabajadores de la salud experimentaron afectación psicológica, las diferencias respecto a las responsabilidades y las tareas de los distintos perfiles profesionales podrían explicar, al menos en parte, el mayor grado de sobrecarga emocional en los profesionales que pasaban más tiempo entregados a la atención directa y cercana, tanto al paciente como a su entorno familiar en el contexto de COVID-19, tal y como se sugiere en otros estudios(22-25)
Una fortaleza de este estudio fue la comparación entre categorías profesionales. Además del número de participantes, sus características, en cuanto a categoría profesional y ámbito de trabajo, fueron razonablemente similares a las de la población diana, lo que refuerza su representatividad. Asimismo, la escala presenta una métrica adecuada, de modo que puede considerarse un método fiable y válido para el estudio de la sobrecarga emocional. Su utilidad es dual: ayudar a los profesionales a tomar conciencia de su sobrecarga emocional y que puedan sentirse apoyados y, en segundo lugar, medir el efecto de esta sobrecarga y evitar el desarrollo de trastornos psicopatológicos agravados por la pandemia. Como limitaciones del estudio, destaca el hecho de no disponer de variables importantes como sexo, edad o antigüedad, que podrían ser influyentes en el nivel sobrecarga. Por otra parte, existe el riesgo de sesgo de no respuesta, al haber contestado a la primera encuesta alrededor del 12% de los trabajadores y a la segunda un 7% de los mismos. Además, este sesgo de no respuesta recae con mayor peso en personal específico, como los TCAE y los celadores, ligeramente menos representados de lo que correspondería, con el consiguiente efecto en las estimaciones derivadas para el grupo total de trabajadores. Desconocemos cuáles son los factores que motivan a responder, pero podría haber ocurrido que aquellos profesionales con mayor sobrecarga tuviesen más propensión a responder, lo que podría haber sesgado los resultados globales, aunque quizás no la comparativa entre ambas encuestas. Finalmente, no se pudo comprobar si los participantes de la encuesta de 2020 fueran los mismos que los de la encuesta de 2021, por lo que las comparaciones se realizaron asumiendo que eran muestras independientes, lo que disminuye la potencia de las pruebas estadísticas. En cualquier caso, este trabajo podría servir como punto de partida para establecer protocolos de protección de la salud psicológica en situaciones de epidemias y pandemias.
En la encuesta de 2021 se añadió una serie de ítems con el objeto de valorar el grado de utilización y eficacia de los recursos puestos en marcha. Los resultados obtenidos en la encuesta ampliada en 2021 fueron destinados a orientar y fomentar los recursos puestos a disposición del personal para ayudar a la gestión y control de las situaciones de alto impacto emocional que la crisis sanitaria generó, con la intención de incrementar de este modo el bienestar emocional en el entorno laboral. Así, desde el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales (SPRL) del SNS-O se consideró imprescindible intervenir para contrarrestar el posible efecto adverso que los factores estresantes podrían tener sobre los trabajadores, entendiendo que apoyarles y reforzarles en su bienestar emocional contribuiría en el aumento del impacto positivo en la calidad de la atención asistencial. Desde el inicio de la pandemia, en el marco del Plan de Cuidado de la Salud Emocional desarrollado por el SPRL, se pusieron en marcha recursos de ayuda emocional al profesional de carácter individual, ayuda para la gestión de la ansiedad y el estrés, utilizando como herramienta la psicoeducación y no la psicoterapia, teniendo en cuenta la conocida resistencia de los sanitarios a pedir y recibir ayuda en el espectro emocional. Se añadió un ítem a la escala para conocer si el profesional había podido tener un periodo de descanso, considerando la importancia del mismo como elemento amortiguador.
En resumen, los resultados de esta encuesta sobre el nivel de carga emocional en profesionales del SNS-O muestran afectación importante tanto en el score total como en “respuesta afectiva” y “miedos-ansiedad” tras la primera y segunda ola de la pandemia, siendo mayor la carga reportada en profesionales con contacto directo con el paciente. Se reduce de forma significativa al año del inicio de la pandemia en todos los colectivos independientemente de la categoría profesional. Asimismo, cabe destacar la importancia del apoyo familiar y social mostrado a los trabajadores implicados en la superación de los desafíos. Las lecciones aprendidas de brotes epidémicos, y pandemias pasados y en curso, justifican la acción para aprovechar plenamente el potencial de los trabajadores sanitarios con el fin de mejorar su preparación y su respuesta ante enfermedades infecciosas emergentes.