Introducción
La adaptación infantil hace referencia al ajuste consigo mismo y con la realidad que vive. Un nivel bajo de adaptación se relaciona con sentimientos de tristeza (Riina y Mchale, 2014), problemas de autoestima o autoimagen, inseguridad en las relaciones personales, síntomas ansiosos (Naz y Kausar, 2014), bajo rendimiento escolar (Hérnandez-Guanir, 2009), expectativas en la relación con los amigos (MacEvoy, Papadakis, Fedigan y Ash, 2016), entre otros. La adaptación personal, social, escolar y familiar, se encuentran interrelacionadas (Hernández-Guanir, 2009). La adaptación infantil está influida por diversos factores tanto de la persona como del ambiente social y familiar, entre los que se incluyen la historia de aprendizaje, rasgos de personalidad, actitudes, creencias, habilidades y relaciones con los padres (Arshad y Naz, 2014; Camisasca, Miragoli y Di Blasio, 2016). El interés se ha centrado en la interacción entre padres e hijos, y en las actitudes que subyacen a dichas interacciones, las cuales dan lugar a diferentes estilos y prácticas educativas, entendidas como tendencias globales de comportamiento (López, Peña y Rodríguez, 2008).
El modelo de estilos educativos parentales más utilizado fue propuesto por Baumrind (1966, 1971, 1989), y distingue tres estilos: (a) los padres autoritarios valoran la obediencia como una virtud y favorecen las medidas de castigo o coerción, de modo que en las interacciones con sus hijos suelen mostrar bajos niveles de afecto y altos niveles de control; (b) los padres permisivos proporcionan gran autonomía al hijo y evitan el recurso a la autoridad, las restricciones y castigos, de modo que las interacciones familiares se caracterizan por altos niveles de afecto y bajo control; y (c) los padres democráticos o autorizativos se basan en el razonamiento, la negociación y la reciprocidad jerárquica -cada miembro tiene derechos y responsabilidades con respecto al otro-, de modo que las interacciones tienen altos niveles de responsividad, afecto y apoyo y niveles medios de control. Los estilos parentales autoritario y permisivo son considerados como dos polos de un continuo, mientras que el estilo democrático se sitúa en el centro de dos dimensiones: calidez y control parental (Dwairy, Achoui, Farah y Fayad, 2006).
Los estilos educativos parentales influyen en el desarrollo evolutivo y la adaptación en diferentes culturas y a largo plazo (Baumrind, 1971, 1989; Dwairy et al., 2006; Rothrauff, Cooney y An, 2009; Uji, Sakamoto, Adachi y Kitamura, 2014). En general, los estilos autoritario y permisivo se relacionan positivamente con problemas de comportamiento internalizantes y externalizantes (Akhter, Hanif, Tariq y Atta, 2011; Muhtadie, Zhou, Eisenberg y Wang, 2013; Piko y Balázs, 2012), así como con una baja adaptación escolar (Blondal y Adalbjarnardottir, 2009) y mayor agresividad en los hijos (Batool, 2013). Mientras que el estilo democrático se relaciona positivamente con la auto-regulación emocional (Jabeen, Anis-ul-Haque y Riaz, 2013), factores de resiliencia psicológica (Ritter, 2005) y la salud mental en general (Uji et al., 2014). Así, el estilo democrático parece ser el óptimo en términos de ajuste psicosocial infantil. No obstante, algunos estudios sugieren diferencias culturales, de modo que el estilo permisivo puede ser tan idóneo como el democrático en culturas hispánicas y del sur de Europa (García y Gracia 2009, 2010; Martinez y García, 2007; Musitu y García, 2004; Pérez, 2012).
Sobre las relaciones entre estilos parentales, estados emocionales y adaptación infantil cabe destacar tres cuestiones. En primer lugar, que la mayor parte de las investigaciones se han realizado desde la perspectiva de los padres, obviando la percepción infantil sobre el estilo de crianza recibido, el cual podría tener mayor valor predictivo en cuanto a la adaptación infantil. En segundo lugar, la investigación suele referirse a la adaptación como una sola dimensión psicosocial, por lo que no se han encontrado estudios que analicen simultáneamente la influencia de los estilos parentales en diferentes ámbitos (social, personal, escolar). Y, por último, la literatura parece haber obviado la posible contribución de los estados emocionales del niño en su adaptación.
Es innegable que los estados emocionales poseen un papel fundamental en la adaptación, de forma que pueden estar a la base de diferentes problemas psicológicos y sociales (Salguero, Fernández-Berrocal, Ruiz-Aranda, Castillo y Palomera, 2011). Sin embargo, hay pocos estudios que analicen la contribución específica de cada estado de ánimo a la adaptación infantil y su relación con los estilos parentales. Al respecto, se ha observado que parece existir una relación bidireccional entre la frustración y algunas conductas parentales negativas (Kiff, Lengua y Zalewski, 2011), que el estilo democrático (autorizativo) podría ser más beneficioso para aquellos niños con intensos sentimientos de ira o frustración (Muhtadie et al., 2013), que una relación de apoyo de los padres hacia los hijos puede ser un factor protector moderando el impacto de estresores como, por ejemplo, en caso de bullying (Claes, Luyckx, Baetens, Van y Witteman, 2015) y que una relación hostil entre padres e hijos puede ser un factor de riesgo para el bienestar de estos (Moed et al., 2015; Molina y Musich, 2016; Newland, Ciciolla y Crnic, 2014; Weymouth y Buehler, 2016).
Las investigaciones sobre adaptación infantil y estilos parentales no suelen observar diferencias debidas al sexo (Blondal y Adalbjarnardottir, 2009; Muhtadie et al., 2013; Uji et al., 2014). Sin embargo, el estilo democrático (autorizativo) parece funcionar mejor para el sexo masculino en términos de menos síntomas depresivos (Rothrauff, Cooney y An, 2009), o para chicas adolescentes en términos de menos problemas afectivos (Piko y Balázs, 2012). Así mismo, el miedo opera de forma compleja y variando según el sexo, de modo que el control parental puede exacerbar las respuestas de miedo, especialmente en los niños y no tanto en las niñas (Kiff et al., 2011).
La inadaptación infantil es importante no sólo por sus correlatos psicosociales, sino también porque puede funcionar como estado previo a la psicopatología (Hernández-Guanir, 2009; Naz y Kausar, 2014; Riina y Mchale, 2014). Dadas las evidencias de su relación con variables familiares y emocionales (Arshad y Naz, 2014; Camisasca, Miragoli y Di Blasio, 2016), es destacable la escasa presencia de estudios específicos sobre esta temática, especialmente desde la perspectiva de los niños. Además, los escasos estudios realizados se centran en estados emocionales negativos, obviando el efecto de estados emocionales positivos como la felicidad. Aunque en los últimos años parece aumentar el interés por estudiar la relación entre la experiencia de estados emocionales positivos y variables como la salud, el bienestar y la resiliencia psicológica, entre otras (Fredrickson, 2003), lo más interesante podría ser apelar a modelos que tengan en cuenta ambos tipos de experiencia. La psicopatología infanto-juvenil queda mejor explicada por modelos duales que incorporan medidas tanto de afecto negativo como positivo (De Bolle, Decuyper, De Clerq y De Fruyt, 2010), por lo que la inadaptación infantil también podría beneficiarse de dicha perspectiva.
Por todo esto, en este trabajo se estudiará el estilo parental, estado de ánimo y adaptación en tres ámbitos (personal, social y escolar). Además, se tienen en cuenta las variaciones que el sexo puede producir en dicha relación, ya que es conocido que el sexo influye y las chicas suelen mostrar mayor probabilidad de sufrir trastornos de tipo afectivo (Cruz, Narciso, Muñoz, Pereira y Sampaio, 2013; MacEvoy, et al. 2016). El objetivo de este estudio es analizar el valor predictivo de los estilos parentales y los estados emocionales sobre la adaptación infantil desde el punto de vista de los niños y teniendo en cuenta el sexo.
Método
Participantes
Los participantes fueron 1129 niños entre 8 y 12 años (M = 10.03 años, DT = 1.23), con 588 chicas (52.1 %) y 541 chicos (47.9 %).
Todos los participantes procedían de un nivel socioeconómico medio en un contexto urbano y de Educación Primaria.
Instrumentos de evaluación
Las características sociodemográficas se recogieron a través de un cuestionario elaborado para tal efecto.
Los estilos educativos se evaluaron con las Escalas de Identificación de “Prácticas Educativas Familiares” (PEF; Alonso y Román, 2003). Es un cuestionario que evalúa la percepción infantil de las prácticas educativas parentales en cinco situaciones diferentes. Cada situación cuenta con seis respuestas posibles que representan los tres estilos educativos (dos respuestas para cada uno de ellos). Estos estilos constituyen las tres escalas independientes que forman el cuestionario: (a) estilo Autoritario, (b) estilo Democrático, y (c) estilo Permisivo. La consistencia interna del instrumento en la versión de niños es satisfactoria (α = .77).
Los estados de ánimo se evaluaron a través de The Mood Questionnaire (Rieffe, Meerum-Terwogt y Bosch, 2004; adaptación española: Górriz, Prado-Gascó, Villanueva, Ordóñez y González, 2013). Este cuestionario evalúa cuatro estados emocionales con una escala de 16 items: Felicidad, Enfado, Tristeza y Miedo. Los niños responden a cada ítem en una escala de tres puntos de respuesta. Las puntuaciones altas indican mayor presencia del estado de ánimo específico. En este estudio, como en otros previos (Rieffe, Villanueva, Adrián y Górriz, 2009), las escalas muestran propiedades psicométricas adecuadas (alpha de Cronbach entre .69 y .78).
La adaptación infantil se evaluó a través de The Multifactorial Self-reported Childhood Adjustment Test (TAMAI; Hernández-Guanir, 2009). Este test evalúa cuatro dominios de inadaptación: personal, social, escolar y familiares (en el presente estudio el último no está incluido), así como un nivel general de inadaptación, que corresponde a la media de las cuatro escalas principales. La respuesta dicotómica (si/no) indica la presencia o ausencia de cada uno de los 145 items. En todos los casos, puntuaciones altas indican altos niveles de inadaptación. El test presenta propiedades psicométricas adecuadas, según Hernández-Guanir (2009) y los resultados obtendidos en este estudio (alpha de Cronbach de entre .78 y .88).
Procedimiento
Los cuestionarios fueron administrados, junto con una batería de evaluación más extensa por investigadores expertos, en doce colegios de primaria de la Comunidad Valenciana. En cada caso, se obtuvieron los permisos de las autoridades locales (Consellería de Educación), de la dirección de los colegios y de los padres de los niños, antes de la evaluación. El muestreo es intencional y la evaluación se llevó a cabo en el aula de forma colectiva en dos sesiones de una hora cada una, mientras el tutor/tutora estaba presente.
Análisis de datos
En primer lugar, se procedió a calcular los principales descriptivos de las variables consideradas en el estudio incluyendo coeficiente de fiabilidad (alpha de Cronbach), rangos, medias y desviaciones típicas. Además, se realizó una comparación de medias según el sexo en todas las variables (t de muestras independientes). El segundo paso es el estudio correlacional (producto-momento de Pearson), y de regresión, para el cual se empleó el método de regresión jerárquica para todas las escalas de adaptación, siendo los predictores las demás variables de estudio.
Resultados
Análisis descriptivos de las variables
Los resultados de la comparación de medias por sexo en cada variable (Tabla 1) indican diferencias significativas respecto al sexo (p ≤ .001) con puntuaciones más altas de los chicos en estilo Autoritario, Inadaptación Escolar, Social, y General mientras que las chicas puntúan más alto que ellos en estilo Democrático y Miedo.
Relaciones entre variables
Las correlaciones entre las variables (Tabla 2) indican que los estilos parentales Democrático y Permisivo correlacionan de forma moderada y parecen solaparse ligeramente (r = .23, p < .001). Respecto a los estados emocionales y los estilos parentales, únicamente se observan cuatro relaciones significativas: el estilo Democrático se relaciona con Felicidad (r = .18, p < .001) y Tristeza (r = -.07, p = .03); mientras que el estilo Permisivo se relaciona con Tristeza (r = .12, p < .001) y Miedo (r = .07, p = .02). Respecto a las relaciones entre inadaptación y estilos parentales, se observan algunas relaciones significativas poco intensas o moderadas (de .06 a .26, en valores absolutos) en direcciones consistentes con la teoría. Concretamente, los estilos Autoritario y Permisivo correlacionan de forma positiva con la inadaptación, exceptuando la relación entre estilo Permisivo e Inadaptación Personal, que es negativa, aunque poco intensa (r = -.01, p = .01). Mientras que el estilo Democrático se relaciona negativamente con todas las dimensiones de inadaptación (en un rango de r = -.15 a r = -.26). Por último, los estados emocionales correlacionan de forma significativa en una intensidad de moderada a alta con todas las dimensiones de Inadaptación (en un rango que va de .16 a .46 en valores absolutos; ya que la Felicidad, al contrario que el Miedo, la Tristeza y el Enfado, se relaciona de forma negativa con la inadaptación).
Variables predictoras de la adaptación infantil
Todos los análisis de regresión realizados son jerárquicos e incluyen todas las variables de estudio como predictores de las tres dimensiones de la Inadaptación (Personal, Escolar, y Social), así como de la Inadaptación General (Tabla 3). En general, se observa que los modelos explican alrededor del 30 % de la varianza en inadaptación. Y que las variables que más información aportan (en términos de varianza explicada -R²-) son las emocionales. En cuanto a la Inadaptación Personal, las variables con mayor poder predictivo son Miedo (SE β = .23), Felicidad (SE β = -.21), Tristeza (SE β = .18), estilo Democrático (SE β = -.17), Permisivo (SE β = .14) y Enfado (SE β = .10). En cuanto a la Inadaptación Escolar, las variables con mayor poder predictivo son Enfado (SE β = .29) y estilo Democrático (SE β = -.29), además de Felicidad (SE β = -.11), estilo Autoritario (SE β = .11) y Permisivo (SE β = .10). Respecto a la Inadaptación Social, las variables con mayor valor predictivo son Enfado (SE β = .28), estilo Democrático (SE β = -.24) y Felicidad (SE β = -.17), si bien también aportan algo al modelo el estilo Permisivo (SE β = .13) y el Autoritario (SE β = .12). Por último, la Inadaptación General es la dimensión que mejor queda explicada por el modelo (R2adj = .34). Todas las variables muestran valor predictivo, pero las más importantes son: estilo Democrático (SE β = -.28), Enfado (SE β = .27) y Felicidad (SE β = -.20).
Los análisis de regresión separados por sexo son muy similares a lo comentado más arriba, de modo que el estilo Democrático tiende a mostrar mayor poder predictivo que el estilo Autoritario y Permisivo en todas las dimensiones de inadaptación y los estados emocionales tienden a explicar más porcentaje de varianza. No obstante, cabe mencionar algunas diferencias observadas entre chicas (Tabla 4) y chicos (Tabla 5). En primer lugar, se observa que el estilo Permisivo es un predictor significativo en las chicas, pero no en los chicos, en cuanto a su Inadaptación Personal, Social y General. En cuanto a la Inadaptación Social el coeficiente de regresión es significativo en ambos sexos, pero mayor en las chicas (SE β = .14) que en los chicos (SE β = .11). En segundo lugar, se observa que el Enfado es un predictor significativo de la Inadaptación Personal únicamente en los chicos (SE β = .14), y que el Miedo lo es de la Inadaptación Social únicamente en las chicas (SE β = .10), si bien aquí la diferencia entre coeficientes de regresión y probabilidad asociada es menor. Por último, se observa únicamente en los chicos que el estilo Autoritario es un predictor significativo de la Inadaptación Escolar (SE β = .10) y General (SE β = .11), aunque los coeficientes son bajos.
Discusión
Según la perspectiva de los niños entre 8 y 12 años, el estilo Autoritario es más utilizado con los chicos. Los chicos muestran mayor inadaptación en todos los ámbitos, menos el personal. Por otro lado, los resultados sugieren que el estilo Autoritario predice la Inadaptación infantil en todos los ámbitos (Batool, 2013; Moed et al., 2015; Molina et al., 2016), excepto el personal, y que esto es así especialmente para los chicos. Teniendo en cuenta estos resultados podemos señalar que los chicos son educados con (o perciben) un estilo Autoritario por parte de sus padres y que esto es perjudicial para ellos en términos de adaptación, especialmente en los ámbitos escolar (Blondal y Adalbjarnardottir, 2009) y social (Muhtadie, Zhou, Eisenberg y Wang, 2013).
Según informan los propios niños, el estilo Democrático es más frecuente con las chicas. Según los resultados de este estudio y otros anteriores (Akhter et al., 2011; Blondal y Adalbjarnardottir, 2009; Jabeen et al., 2013; Muhtadie et al., 2013; Piko y Balázs, 2012; Uji et al., 2014), el estilo Democrático es mejor en cuanto a la adaptación psicosocial del niño (Dwairy et al., 2006; Ritter, 2005). Por lo que, siguiendo con el razonamiento anterior, no es de extrañar que las chicas presenten menor inadaptación que los chicos que participaron en este estudio.
En cuanto a su valor predictivo sobre la adaptación, el estilo Democrático es ligeramente superior a los estilos Autoritario y Permisivo; si bien son los estados emocionales los que mejor explican la inadaptación infantil, desde la perspectiva de los niños. No obstante, y respecto a los estilos parentales, este trabajo aporta una observación muy interesante. Y es que el estilo Autoritario es más predictivo en los chicos, mientras que el Permisivo lo es en las chicas, ambos aumentando la inadaptación. Así, los resultados de este trabajo no apoyan la hipótesis de que tanto el estilo Democrático como el Permisivo sean óptimos en culturas como la española (García y Gracia 2009, 2010; Martinez y García, 2007; Musitu y García, 2004; Pérez, 2012). El estilo Permisivo no parece ser tan perjudicial para los chicos como es para las chicas, pero los resultados no permiten concluir que no fomente la inadaptación infantil.
Una de las aportaciones más interesantes de este estudio es atender simultáneamente a diferentes ámbitos de la adaptación infantil. Así, los resultados sugieren que los estilos parentales no tienen un perfil específico en cuanto a predecir la adaptación. Esto es, que el estilo Democrático tiende a funcionar mejor que los otros en todos los ámbitos de la adaptación. Sin embargo, los estados emocionales sí muestran una tendencia específica según el ámbito al que prestemos atención. Esto señala que la investigación está subestimando el papel que la vivencia de emociones específicas tiene en la adaptación infantil, tal como señalaban Salguero et al. (2011). Y que, para predecir la inadaptación, los estilos parentales pueden ser importantes (Camisasca et al., 2016; Claes et al., 2015; Cruz et al., 2013; Newland et al., 2014), pero hay que tener en cuenta otras variables como los estados emocionales (De Bolle et al., 2010; MacEvoy et al., 2016; Naz y Kausar, 2014), que se destacan como el mejor predictor. Así, se ha observado que todas las emociones tienen valor predictivo para la Inadaptación General, mientras que se observan diferencias si atendemos a un ámbito específico. Concretamente, el Miedo, la ausencia de Felicidad y la Tristeza tienen un alto valor predictivo de la Inadaptación Personal, mientras que en la Inadaptación Social y Escolar se observa un patrón emocional de Enfado junto a ausencia de Felicidad.
Como limitaciones del trabajo señalar que sería interesante analizar estas variables desde una perspectiva longitudinal, así como incorporar medidas de otros informadores como padres y profesores, dada la importancia de las variables sociales y familiares en niños de estas edades.
Pese a sus limitaciones, este trabajo supone un interesante acercamiento al estudio de la influencia de los estados emocionales concretos (tanto negativos como positivos) en el desarrollo, sugiriendo que las emociones son variables relevantes en el mismo, que deben ser incluidas en la investigación sobre salud mental infantil, y que su cuidado puede ayudar a prevenir situaciones dolorosas y conflictivas de inadaptación antes de que se agraven dando lugar a trastornos psicológicos. Aún más allá, sería importante investigar sobre el posible papel mediador de las emociones en la relación entre estilos parentales y la inadaptación infantil.