INTRODUCCIÓN
Los humanos, al igual que la mayoría de los mamíferos, exhiben diferencias sexuales en el patrón de crecimiento1. Dichas diferencias, conocidas como dimorfismo sexual (DS) del crecimiento, se expresan fundamentalmente en el tamaño, la forma y la composición corporal2-3. Los varones adultos tienen, en promedio, mayor tamaño corporal y masa muscular que las mujeres; y éstas a su vez, tienden a presentar mayor porcentaje de masa grasa que los varones2. Asimismo, se reconocen diferencias sexuales en la distribución corporal de la adiposidad, que se manifiestan en una localización más central en los varones y más periférica en mujeres4.
Si bien el DS depende en gran medida de factores genéticos y hormonales4, se sabe que su expresión está condicionada por las características del contexto. Mientras que indicadores satisfactorios de calidad de vida tienen un efecto promotor del DS, los ambientes adversos parecen atenuar, o incluso inhibir, la expresión del dimorfismo1. En relación a ello, se ha planteado que los varones son más sensibles que las mujeres al estrés ambiental y por ello su crecimiento se ve más afectado frente a las injurias del entorno5.
La hipótesis de “ecosensibilidad masculina” se sustenta en evidencia empírica y teórica. Ya en 1953, Greulich y Cols.6 refirieron a las diferencias observadas en el crecimiento y la maduración de niñas y niños que sobrevivieron al bombardeo atómico de Hiroshima, informando acerca de un mayor retardo de crecimiento en varones que en mujeres. Con posterioridad, otros autores confirmaron dichos hallazgos en diferentes poblaciones infantiles1,7-8. Desde otra perspectiva, pero en la misma línea argumental, Waddington9 ha planteado la hipótesis de “mejor canalización femenina del crecimiento”, sosteniendo que las mujeres presentan mayor capacidad de homeorrexis para mantener la homeostasis. En este sentido, la ecorresistencia femenina se relacionaría con el rol reproductivo que influye, a su vez, sobre el DS10.
Entre los factores que inciden sobre la expresión del DS, el efecto de la desnutrición ha sido ampliamente estudiado10 11-12. Enfocadas en el análisis del crecimiento pre y postnatal, dichas investigaciones dan cuenta de una inhibición o atenuación del patrón dimórfico debido a carencias nutricionales. Por el contrario, la relación entre el exceso de peso (ya sea por sobrepeso o por obesidad) y el DS ha sido poco explorado13. Esto suscita un interés particular, dado el estadio epidemiológico-nutricional que se presenta actualmente a nivel global; donde la obesidad ha adquirido niveles de pandemia y sus comorbilidades representan las primeras causas de muerte14.
En relación al ello, el estudio de la adiposidad resulta de especial importancia debido a su estrecha relación no sólo con el estado nutricional sino también con la salud. Es conocido, por ejemplo, que el exceso de tejido adiposo se relaciona con el riesgo de presentar enfermedades crónicas, especialmente cardiovasculares y metabólicas. Dicho riesgo no sólo se asocia a la cantidad de grasa total, sino también a la forma en que ésta se distribuye corporalmente. En tal sentido, se ha observado un mayor compromiso metabólico, y de la salud en general, en personas con exceso de grasa de localización visceral14-15. Asimismo, el análisis de la adiposidad constituye un campo de interés particular en los estudios de fertilidad femenina16. Es por ello que en el presente trabajo se propone avanzar en el conocimiento de eventuales variaciones del DS relacionadas con el sobrepeso y la obesidad.
Tucumán, el área de estudio seleccionada, constituye una de las 24 jurisdicciones que componen el territorio argentino y que en los últimos años ha experimentado un llamativo aumento en las prevalencias de exceso de peso infantil, de la mano de modificaciones en la composición corporal, que estarían evidenciando compromiso metabólico17 18-19. Los objetivos del presente estudio son: a) analizar si existen diferencias sexuales en el crecimiento y la composición corporal de escolares de 8 a 12 años residentes en Tucumán (Argentina), y b) identificar si la expresión del DS se modifica en presencia de sobrepeso u obesidad.
MATERIAL Y MÉTODOS
El presente estudio, de tipo no experimental y transverso, se llevó a cabo durante los años 2014 y 2015 en la provincia de Tucumán (Argentina), en el marco del proyecto de tesis doctoral titulado «Calidad de vida y estado nutricional: sus manifestaciones en escolares de ámbitos urbanos y rurales de Tucumán» (Universidad Nacional de Tucumán, Resolución 702-144-2015).
Población y muestra
La provincia de Tucumán se localiza en la región noroeste de Argentina (27°00′S 65°30′O) (Figura 1). Con una superficie de 22.524km2 y una población total de 1.687.305 habitantes, resulta una de las más densamente pobladas del país.
Entre sus principales actividades económicas figuran la explotación de recursos naturales como la caña de azúcar y el limón y las actividades terciarias y de servicios. A pesar de que, en términos económicos, constituye la provincia más importante de la región, se trata de un ámbito donde un importante porcentaje de su población presenta necesidades básicas insatisfechas, configurándose como un enclave de profundas desigualdades en las condiciones de vida19.
Considerando la salud infantil desde la perspectiva nutricional, en el año 2001 y en el marco de una profunda crisis socioeconómica que afectaba a todo el país, Tucumán cobró protagonismo internacional a consecuencia de varias muertes infantiles por desnutrición19. Con posterioridad a la crisis, el Ministerio de Salud de la Nación realizó la primera Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, donde Tucumán encabezaba la media regional y nacional más elevada de desnutrición en menores de 5 años20. Si bien el déficit nutricional fue la principal problemática detectada en poblaciones infantiles durante la década de 200021, en la actualidad, estudios recientes dan cuenta de elevadas tasas de obesidad escolar, ubicándolas entre las más elevadas de la región y el país17 18-19,22. Estos antecedentes configuran a la provincia como un escenario complejo desde la perspectiva del crecimiento, desarrollo y salud infantil.
De los 17 departamentos que conforman la provincia, el presente estudio se llevó a cabo en tres: San Miguel de Tucumán (capital provincial), Simoca y Yerba Buena (Figura 1). Dado que el porcentaje medio de escolarización en dichos departamentos es del 99%23, la muestra fue relevada en instituciones educativas públicas.
Para el cálculo del tamaño muestral se consideró el número total de niños y niñas con edades comprendidas entre 8,0 y 11,9 años que asistían a escuelas públicas de los departamentos mencionados, durante los ciclos lectivos en que se desarrolló el estudio24. Considerando un supuesto de varianza máxima (p*q=0,25) para distribución binomial, resolución de 3% y nivel de confianza de 99%, el tamaño de la muestra requerido correspondió a 1.757 escolares.
Por otra parte, se consideró como criterio de exclusión la presencia de enfermedad crónica o aguda, la prescripción médica al momento del relevamiento, la falta de autorización escrita de los padres/tutores, la falta de asentimiento por parte del estudiante, así como la presencia de protocolos incompletos o con ausencia de información de relevancia para el cálculo de los indicadores antropométricos.
Variables analizadas
De acuerdo a normas estandarizadas25, se relevaron las siguientes variables:
Peso corporal (P) (kg, 100g de precisión): fue medido con balanza digital portátil con el niño vistiendo ropa liviana cuyo peso fue posteriormente descontado; Talla (T) (cm, 1mm de precisión): medida con antropómetro vertical con el niño descalzo y la cabeza orientada según el plano de Frankfort; Circunferencia del brazo (CB), de la cintura (CCI) y de la cadera (CCA) (cm, 1mm de precisión): relevadas con cinta métrica inextensible y Pliegues subcutáneos bicipital (PB), tricipital (PT), subescapular (PSE) y suprailíaco (PSI) (mm, 1mm de precisión): medidos con calibre Lange de presión constante. Todas las mediciones anatómicas bilaterales fueron registradas en el lado izquierdo del cuerpo.
Los datos correspondientes al sexo y la fecha de nacimiento se obtuvieron de los registros institucionales.
Con las variables relevadas se calculó el índice de masa de corporal (IMC=P/T2) y se efectuó la valoración antropométrica, tomando en consideración los datos del National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES III)25. A partir del IMC se determinaron los casos de sobrepeso (IMC>P85 y ≤P95) y obesidad (IMC>P95). Los niños/as que presentaron desnutrición no fueron considerados en el análisis estadístico (peso/edad, talla/edad y/o peso/talla con valores inferiores al percentil 5). Sólo se analizaron los datos correspondientes a los escolares con estado nutricional adecuado (ENA), sobrepeso (S) y obesidad (O).
Si bien el IMC tiene un indudable valor epidemiológico para evaluar el estado nutricional, no permite distinguir cuáles son los componentes de la composición corporal afectados. Es por ello que, adicionalmente, se calculó área muscular (AM) y área grasa (AG) del brazo25. Por último, se estimó el índice subescapular/tricipital (IST=PSE/PT), que constituye un buen indicador de distribución troncal (o centralizada) de la adiposidad26.
Análisis estadístico
El procesamiento estadístico se efectuó con el programa SPSS 25.0.
Se calcularon parámetros descriptivos de tendencia central y dispersión de las variables antropométricas relevadas y calculadas, discretizadas por edad y sexo. Se testeó la normalidad de las distribuciones mediante prueba de bondad de ajuste de Kolmogorov-Smirnov. Dado que las variables mostraron distribuciones asimétricas, se aplicó la prueba U de Mann-Whitney para detectar diferencias entre sexos. A su vez, se calcularon prevalencias de estado nutricional de acuerdo al sexo y se compararon mediante pruebas de Chi cuadrado (χ2). En todos los casos se consideró un nivel de significación de p<0,05.
Por último, se calcularon diferencias porcentuales entre medias (DPM%) de acuerdo a la siguiente fórmula13: DPM%=100*(X1-X2)/X1; siendo X1= valores medios en mujeres y X2= valores medios en varones. Este estimador permite comparar la magnitud de las diferencias sexuales: por ejemplo, un valor de DPM% para una variable Q=10, indica que la variable Q es 10% mayor en las niñas que en los niños. Por el contrario, un valor DPM% Q=-10, indica que la variable Q es 10% mayor en varones que en mujeres.
Consideraciones éticas
Los datos empleados en este trabajo fueron obtenidos de acuerdo con las recomendaciones nacionales e internacionales sobre investigación humana. Los protocolos de investigación siguieron los principios de la Declaración de Helsinki y sus sucesivas modificaciones. Se solicitó el consentimiento y la autorización escrita de padres o tutores de los escolares y al momento del relevamiento antropométrico se solicitó, además el asentimiento de los niños y niñas. Los datos personales fueron resguardados conforme a las normativas y reglamentaciones bioéticas vigentes.
El protocolo de este estudio fue aprobado por el Comité de Ética e Investigación del Departamento de Epidemiología del Sistema Provincial de Salud de Tucumán.
RESULTADOS
El presente estudio contó con la participación del 71% de la población elegible: 2.734 niños y niñas con edades comprendidas entre 8,0 y 11,9 años. El motivo principal de exclusión fue el ausentismo durante los días del muestreo (n=435), seguido por la falta de autorización de los padres y/o tutores (n=329), además, se detectaron y excluyeron protocolos incompletos (n=83) y/o casos con condicionantes de tipo médico (n=6). Finalmente, de los 1.941 escolares evaluados antropométricamente, 97 fueron excluidos del análisis por presentar diagnóstico de desnutrición. Así la muestra quedó conformada por 1.844 escolares (52,7% varones y 47,3% mujeres) (Tabla 1).
Edad | Muestra total | Varones | Mujeres |
---|---|---|---|
8 - 8,99 | 407 | 202 | 205 |
9 - 9,99 | 394 | 210 | 184 |
10 - 10,99 | 520 | 283 | 237 |
11 - 11,9 | 523 | 276 | 247 |
Total | 1.844 | 971 | 873 |
En la Tabla 2 se presentan los valores medios y los desvíos estándar de las variables analizadas de acuerdo a la edad y al sexo y el resultado de las pruebas U de Mann-Whitney para las comparaciones sexuales. En general, las medias fueron superiores en las niñas, siendo más evidentes las diferencias a partir de los 11 años. A excepción de CCI, todas las variables presentaron diferencias sexuales significativas al menos en una de las edades analizadas. La talla fue la única en evidenciar valores significativamente mayores en los varones, en el grupo de 8 años.
8 años (n=407) | 9 años (n=394) | 10 años (n=520) | 11 años (n=523) | |||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Varones (n=202) | Mujeres (n=205) | p | Varones (n=210) | Mujeres (n=184) | p | Varones (n=283) | Mujeres (n=237 | p | Varones (n=276) | Mujeres (n=247) | p | |
Peso | 31,96 (7,99) | 32,57 (8,29) | 0,51 | 35,63 (8,67) | 36,28 (8,73) | 0,40 | 40,37 (9,81) | 41,27 (11,13) | 0,58 | 42,85 (10,49) | 46,06 (10,14) | 0,00 |
Talla | 132,89 (5,60) | 131,76 (5,69) | 0,03 | 138,06 (5,52) | 137,48 (6,29) | 0,21 | 143,79 (5,90) | 144,76 (6,68) | 0,04 | 148,49 (6,93) | 150,99 (6,48) | 0,00 |
CB | 20,98 (3,27) | 21,99 (3,54) | 0,01 | 22,01 (3,54) | 22,61 (3,29) | 0,03 | 23,27 (3,86) | 23,62 (3,96) | 0,30 | 23,67 (3,80) | 24,70 (3,62) | 0,00 |
CCI | 63,96 (8,84) | 64,59 (9,49) | 0,59 | 67,35 (9,94) | 66,21 (9,07) | 0,32 | 69,79 (10,92) | 69,21 (10,30) | 0,70 | 70,55 (10,55) | 71,17 (9,29) | 0,15 |
CCA | 72,82 (8,04) | 74,77 (8,37) | 0,01 | 76,07 (8,62) | 78,24 (8,66) | 0,01 | 79,40 (9,16) | 81,70 (11,30) | 0,01 | 80,64 (9,62) | 86,25 (9,03) | 0,00 |
PB | 8,46 (5,17) | 10,16 (5,81) | 0,00 | 9,91 (6,84) | 10,20 (5,37) | 0,04 | 10,83 (6,73) | 11,01 (6,39) | 0,45 | 10,56 (6,59) | 11,13 (5,78) | 0,04 |
PT | 11,29 (5,95) | 13,81 (6,59) | 0,00 | 13,01 (7,47) | 14,48 (6,10) | 0,00 | 14,14 (7,18) | 15,94 (7,45) | 0,01 | 14,76 (7,31) | 16,25 (6,50) | 0,01 |
PSE | 9,64 (6,61) | 13,14 (8,28) | 0,00 | 11,07 (7,73) | 13,25 (7,84) | 0,00 | 12,41 (8,46) | 13,68 (8,32) | 0,01 | 12,45 (8,28) | 14,27 (7,74) | 0,01 |
PSI | 14,19 (9,83) | 17,99 (10,14) | 0,00 | 16,41 (11,23) | 18,25 (9,38) | 0,01 | 18,37 (11,78) | 20,11 (10,03) | 0,01 | 17,58 (10,74) | 20,83 (9,29) | 0,01 |
IST | 0,83 (0,22) | 0,91 (0,27) | 0,01 | 0,83 (0,22) | 0,88 (0,26) | 0,09 | 0,83 (0,23) | 0,85 (0,27) | 0,67 | 0,86 (0,25) | 0,87 (0,25) | 0,58 |
IMC | 17,97 (3,56) | 18,60 (3,83) | 0,08 | 18,56 (3,72) | 19,05 (3,67) | 0,12 | 19,39 (3,93) | 19,54 (4,44) | 0,94 | 19,29 (3,81) | 20,13 (3,90) | 0,01 |
AM | 24,50 (5,59) | 25,16 (6,13) | 0,40 | 25,80 (5,20) | 26,28 (6,18) | 0,72 | 28,67 (7,25) | 28,02 (7,25) | 0,21 | 29,86 (7,68) | 31,01 (7,68) | 0,04 |
AG | 11,38 (7,43) | 14,34 (8,45) | 0,01 | 13,74 (9,55) | 15,25 (7,88) | 0,01 | 15,65 (9,69) | 17,64 (10,38) | 0,01 | 15,89 (9,93) | 18,59 (9,20) | 0,01 |
En negrita: diferencias significativas entre mujeres y varones (p<0,05).
El análisis del estado nutricional indicó que el 68,1% (n=1.256) de los escolares presentó estado nutricional adecuado, en tanto que 12,9% (n=237) tuvo sobrepeso y 19,0% (n=351) obesidad. No se registraron diferencias sexuales significativas (Tabla 3).
Muestra total n (%) | Varones n (%) | Mujeres n (%) | p | |
---|---|---|---|---|
Estado nutricional adecuado | 1.256 (68,11) | 657 (33,84) | 599 (30,86) | 0,61 |
Sobrepeso | 237 (12,85) | 115 (5,92) | 122 (6,28) | 0,27 |
Obesidad | 351 (19,03) | 199 (10,25) | 152 (7,83) | 0,05 |
La Tabla 4 muestra las comparaciones entre varones y mujeres tomando en consideración el estado nutricional. En el grupo con ENA, la mayoría de las variables presentaron diferencias sexuales significativas (excepto T, CCI, IST y AM); con valores mayores en las mujeres. Por su parte, en el grupo con sobrepeso se registraron diferencias significativas en CB, CCA, PB, PT, PSE, PSI, IST, IMC y AG (> en mujeres), mientras que en el grupo de escolares con obesidad se presentaron en CCA, IST e IMC (> en mujeres) y CCI (> en varones).
Estado nutricional adecuado (n=1.256) | Sobrepeso (n=237) | Obesidad (n=351) | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Varones (n=657) | Mujeres (n=599) | p | Varones (n=115) | Mujeres (n=122) | p | Varones (n=199) | Mujeres (n=152) | p | |
Peso | 33,23 (6,04) | 34,86 (7,71) | 0,01 | 43,63 (6,45) | 45,46 (7,89) | 0,10 | 51,97 (9,14) | 53,19 (10,54) | 0,37 |
Talla | 140,62 (8,30) | 141,53 (9,90) | 0,10 | 143,28 (8,08) | 143,10 (9,28) | 0,85 | 143,96 (8,25) | 142,58 (9,07) | 0,18 |
CB | 20,69 (2,35) | 21,58 (2,56) | 0,01 | 24,68 (1,97) | 25,69 (2,15) | 0,01 | 27,87 (2,77) | 28,38 (3,16) | 0,09 |
CCI | 62,82 (5,89) | 63,45 (6,65) | 0,14 | 73,77 (6,29) | 74,13 (6,67) | 0,59 | 83,07 (8,03) | 81,29 (8,02) | 0,04 |
CCA | 73,10 (6,50) | 76,64 (7,65) | 0,01 | 82,82 (5,79) | 86,24 (6,38) | 0,01 | 89,76 (6,66) | 91,85 (12,07) | 0,01 |
PB | 7,15 (3,76) | 8,27 (4,16) | 0,01 | 12,82 (5,58) | 13,98 (5,11) | 0,04 | 18,09 (6,58) | 17,51 (5,65) | 0,60 |
PT | 9,81 (4,16) | 12,31 (4,99) | 0,01 | 16,71 (5,20) | 19,25 (4,85) | 0,01 | 22,92 (5,97) | 23,45 (5,75) | 0,32 |
PSE | 7,49 (3,61) | 9,73 (4,71) | 0,01 | 14,56 (5,68) | 18,87 (6,02) | 0,01 | 23,26 (7,18) | 24,81 (6,97) | 0,05 |
PSI | 11,27 (6,43) | 14,97 (6,85) | 0,01 | 22,43 (8,26) | 26,48 (6,75) | 0,01 | 32,09 (8,32) | 31,35 (8,16) | 0,60 |
IST | 0,77 (0,19) | 0,80 (0,24) | 0,13 | 0,87 (0,20) | 0,99 (0,25) | 0,01 | 1,03 (0,25) | 1,07 (0,24) | 0,02 |
IMC | 16,68 (1,73) | 17,19 (2,05) | 0,01 | 21,11 (1,04) | 22,00(1,33) | 0,01 | 24,88 (2,38) | 25,91 (2,85) | 0,01 |
AM | 24,93 (5,21) | 25,21 (5,29) | 0,50 | 30,29 (5,41) | 31,00 (6,15) | 0,45 | 34,40 (7,60) | 35,62 (8,18) | 0,10 |
AG | 9,58 (4,70) | 12,35 (5,81) | 0,01 | 18,49 (6,08) | 21,87 (5,98) | 0,01 | 28,01 (8,42) | 29,28 (8,76) | 0,15 |
En negrita: diferencias significativas entre mujeres y varones (p<0,05)
En la Figura 2 se presentan las DPM% para las variables con DS significativo de acuerdo al estado nutricional. Los escolares con ENA mostraron diferencias sexuales más marcadas en la mayoría de las variables. Por el contrario, la CCI y los índices de masa corporal y subescapular/tricipital resultaron ser más dimórficos en los escolares con S u O. Por último, cabe destacar que, independientemente del estado nutricional, las variables relacionadas con el componente adiposo (todos los pliegues subcutáneos y AG) fueron las que evidenciaron mayor dimorfismo sexual con valores que rondaron entre 15-32% (> en mujeres).
DISCUSIÓN
Este estudio se interesó por indagar acerca del dimorfismo sexual de niños y niñas residentes en la provincia de Tucumán (Argentina), dando cuenta de la existencia de marcadas diferencias sexuales en el crecimiento y composición corporal. En general, las niñas presentaron medidas e índices antropométricos superiores a los varones en todas las edades. Las diferencias fueron más marcadas a los 11 años de edad, encontrándose -por ejemplo- que el peso y la talla promedio fueron, respectivamente, 3,2 kilos y 2.5 centímetros superiores en las mujeres (Figura 3A y B). Inclusive, en la talla se observó una reversión del patrón dimórfico; los varones fueron más altos que las mujeres hasta los 10 años y luego las niñas los superaron en estatura (Figura 3B). Estos resultados revelan la manifestación temprana del estirón puberal femenino, evento que marca la transición entre el periodo juvenil y la adolescencia, y que se caracteriza por una marcada inversión en la velocidad de crecimiento (de una desaceleración del crecimiento durante la juventud a una aceleración del crecimiento durante la adolescencia)27.
Por otra parte, las variables vinculadas al componente adiposo resultaron ser las más dimórficas. Estos resultados coinciden con lo informado por otros autores3,28 29-30 y dan cuenta del carácter adaptativo del componente adiposo, especialmente en el sexo femenino. En tal sentido, es sabido que la función primaria del tejido adiposo es la de actuar como reservorio energético y que la dinámica de su desarrollo implica a las futuras demandas. En las mujeres, el mayor acúmulo graso se relaciona con necesidades específicas de otras etapas de la vida (menarca, embarazo y lactancia)31. Por ejemplo, la ocurrencia de la menarquía -así como el mantenimiento del ciclo menstrual- depende, estrechamente, del porcentaje de grasa corporal. Se ha estimado que se requiere un mínimo del 17% de adiposidad corporal para que ocurra la menarquía; y del 22% para lograr el mantenimiento de menstruaciones regulares en niñas mayores de 16 años32.
Las prevalencias de sobrepeso y obesidad registradas en el presente estudio, que involucraron al 30% de la población analizada y que presentaron una distribución homogénea en varones y mujeres, dan cuenta de que el exceso de peso infantil en Tucumán constituye un problema de salud pública que debe ser atendido. El aumento del sobrepeso y la obesidad a edades cada vez más tempranas y, en contextos donde antes prevalecía la malnutrición por déficit, es una característica de poblaciones en transición nutricional33. Dicha tendencia es atribuida principalmente a aspectos tales como el aumento en la oferta y el consumo de alimentos industrializados -ricos en grasas y azúcares- y los estilos de vida cada vez más sedentarios. No obstante, en el presente estudio no hemos indagado acerca de los hábitos alimentarios, ni de actividad física de los niños, y futuras líneas de investigación que aborden estos aspectos, resultarán de gran valor para la puesta en marcha o el mejoramiento de acciones en salud focalizadas en mejorar la calidad de vida infantil en Tucumán.
El análisis del crecimiento y la composición corporal en relación al estado nutricional permitió advertir que los niños y niñas con estado nutricional adecuado evidenciaron marcadas diferencias sexuales. Por el contrario, la expresión dimórfica se vio atenuada en los escolares con exceso de peso y, especialmente, en aquellos con obesidad. Dicha disminución se manifestó especialmente en el peso corporal, la circunferencia del brazo, los pliegues subcutáneos tricipital, subescapular y suprailíaco y el área grasa del brazo. Esto se debió a que, en presencia de obesidad, la magnitud de las diferencias en el crecimiento entre varones y mujeres disminuyeron. En comparación con los escolares normonutridos, los varones obesos tuvieron un crecimiento relativo mayor que las niñas obesas, resultado que respaldaría los postulados teóricos que plantean la mayor ecosensibilidad masculina, en este caso, a los ambientes obesogénicos.
Por otra parte, y a diferencia de lo observado en los escolares con estado nutricional adecuado, el grupo de participantes con obesidad manifestó diferencias sexuales en la circunferencia de la cintura, que fue mayor en los varones, y de la cadera, con valores superiores entre las mujeres. Estudios abocados al análisis de las diferencias sexuales en la distribución corporal de la adiposidad señalan el predominio de grasa visceral en los hombres y subcutánea en las mujeres3,15-16,34. Si bien dichas diferencias constituyen una característica normal de la biología humana, si consideramos que la grasa visceral -como componente del síndrome metabólico- se asocia enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina y diabetes tipo II, entre otras enfermedades15,35,36, los resultados obtenidos evidencian el riesgo diferencial de ambos sexos a padecer esta clase de enfermedades.
Cabe mencionar como limitación que, por tratarse de un estudio de corte transverso, resulta imposible establecer relaciones causales. En tal sentido, futuros análisis que indaguen acerca de este tipo de asociaciones a través de diseños longitudinales podrían fortalecer los resultados encontrados. Asimismo, si bien los resultados arrojan evidencias sobre las manifestaciones del dimorfismo sexual en la población infantil tucumana, demandan cautela a la hora de realizarse generalizaciones a otras poblaciones infantiles del territorio nacional.
Finalmente, destacamos como fortaleza del mismo que: a) constituye el primer estudio en indagar las manifestaciones del dimorfismo sexual infantil en la provincia de Tucumán (Argentina); b) es uno de los pocos trabajos, en el contexto nacional e internacional reciente, que analiza el dimorfismo y la obesidad infantil acudiendo a indicadores antropométrico; y c) aporta información de valor e interés para la toma de decisión en las políticas públicas destinadas a atender la salud infantil desde un enfoque preventivo, centrado en las enfermedades crónicas y tomando en consideración las diferencias sexuales.
CONCLUSIONES
Los resultados del presente estudio permiten concluir que los escolares de Tucumán evidencian un marcado dimorfismo sexual en sus patrones de crecimiento y composición corporal. La expresión del dimorfismo se ve atenuada en presencia de sobrepeso y obesidad. Los varones obesos presentan un crecimiento relativo mayor de las variables asociadas al tejido adiposo, dando cuenta de la mayor ecosensibilidad masculina a ambientes obesogénicos.