INTRODUCCIÓN
La soledad no deseada es definida como un estado emocional subjetivo, desagradable y estresante originado por la percepción de que las relaciones interpersonales que mantenemos son insuficientes o no son de la calidad o la intensidad que desearíamos que fueran1. Afecta a todos los perfiles sociales y se incrementa en los momentos de transición vital, siendo un momento especialmente vulnerable la adolescencia2, ya que durante esta etapa vital se producen numerosos cambios en los diferentes contextos sociales.
En los últimos años se ha puesto de relieve el efecto que tiene la soledad sobre la salud física y psicológica3, así como su repercusión sobre la calidad de vida4. En este sentido, en una revisión sistemática5 de distintos países, se establece la soledad como factor de riesgo de mortalidad por todas las causas en ambos sexos. En esta misma línea, en un estudio transversal6 en el que participó España, se observó que la soledad fue la variable más correlacionada con la salud frente a las otras variables estudiadas (edad, sexo, estado civil…). Encontramos datos que refuerzan este hecho en la revisión sistemática llevada a cabo por Petitte et al.7 en la que encuentran una relación entre la soledad y distintas enfermedades crónicas.
En la Comunidad de Madrid, en el Informe España 20208, llevado a cabo en enero 2020, se muestra que un 42% de las personas encuestadas se sienten solas, y que este es un sentimiento que presentan más los jóvenes entre 15 y 30 años (32%). Además, se objetiva que la soledad guarda una relación con distintos determinantes de la salud, aumentando con la desigualdad social, vivir en una ciudad, el tipo de trabajo llevado a cabo o ser migrante. En otro estudio llevado a cabo en el País Vasco9, se observó que la soledad aumenta con el gradiente social.
La pandemia de la COVID-19 y las medidas de confinamiento domiciliario adoptadas con el fin de frenar la transmisión del virus tuvieron una clara consecuencia a escala biopsicosocial, al instaurarse un aislamiento forzado que, como daño colateral, ha traído un aumento considerable de soledad no deseada añadida al creciente problema ya preexistente, reflejando el Informe España 20208 que hasta un 42% de la población expresaba sentimientos de soledad y hasta un 11% sufrió soledad de un modo intenso, habiéndose doblado el porcentaje con respecto al previo a la pandemia (5,2%). Igualmente, ha habido un agravamiento de problemas de salud mental como ansiedad o depresión10.
En la revisión sistemática completada por Loades et al.11, se analizó el impacto del aislamiento social en niños y adolescentes durante la pandemia por COVID-19, y se reportó que aproximadamente un tercio de los adolescentes referían sentirse solos, hecho que se relaciona con una mayor tasa de depresión, así como con una peor salud mental.
Lo expuesto anteriormente pone en el punto de mira la etapa de la adolescencia como un grupo de población vulnerable a este problema, especialmente después de la pandemia. Por tanto, el objetivo del estudio será conocer la prevalencia de la soledad en los jóvenes de centros educativos vinculados a la zona básica del centro de salud donde estamos realizando la residencia de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, así como describir el perfil de los mismos según las variables analizadas.
MATERIAL Y MÉTODOS
Estudio descriptivo de corte transversal llevado a cabo en adolescentes que estuvieran cursando, durante el curso lectivo 2021-2022, tercero y cuarto de ESO de los centros educativos correspondientes a dos zonas básicas de salud.
Criterios de inclusión
Que los centros educativos pertenezcan a las áreas básicas de salud a estudiar.
Que los centros firmen la carta de participación y aceptación del estudio.
Firma del consentimiento informado por parte del participante y los tutores legales.
Estar cursando 3.º o 4.º de ESO durante el curso 2021-2022.
Que los centros entreguen las encuestas en el plazo establecido
Variables
Como instrumento de medida de soledad hemos utilizado la escala De Jong Gierveld (DJGLS)12, validada en España13, y hemos incluido población adolescente que habla español14 con edad promedio de 15,07 años (DE = 1,5). Esta escala está diseñada para evaluar el grado global de soledad. Consta de once ítems, cinco de los cuales están formulados positivamente (1, 4, 7, 8, 11) y los restantes en negativo (2, 3, 5, 6, 9, 10). Es cualitativa nominal con tres respuestas posibles: «sí», «no», «más o menos». La respuesta «más o menos» no es una respuesta neutral, sino que puntuará en la escala cuando se marque tanto en un ítem positivo como negativo. La puntuación obtenida puede variar desde 0-2 (no soledad), 3-8 (soledad moderada), 9-10 (soledad severa), hasta 11 (soledad extrema).
Las variables demográficas analizadas fueron: edad, sexo, país de nacimiento y si vivían o no en el mismo barrio donde estudiaban. El resto de variables eran referidas a ocio: si realizaban deporte y los recursos del barrio que utilizaban para ello; el número de horas de socialización en grupo diarias y de actividades en grupo a la semana, así como el número de horas que pasaban solos en casa; el número de horas de utilización de dispositivos electrónicos y qué tipo de dispositivo electrónico utilizaban.
En el anexo I se pueden ver con más detalle las variables analizadas.
Recogida de datos y análisis estadísticos
Se contactó con todos los centros educativos (de todas las titularidades: públicos, privados, concentrados) de las zonas básicas de salud a estudiar. Recurrimos a la RID (red de institutos del distrito) para el contacto con los centros, que fue facilitado por participantes del grupo motor de «soledad no deseada» del distrito, y acudimos presencialmente a los centros que no estaban en dicha red. Se explicó el proyecto a la dirección de los centros y se entregó la carta de aceptación de participación. Los centros que firmaron esta carta pasaron a formar parte del estudio. Posteriormente, se entregaron las encuestas y consentimientos informados para el adolescente y sus tutores legales. Se estableció que la encuesta fuese contestada en clase para incrementar la tasa de respuesta15. En la figura 1 podemos ver el diagrama de flujo seguido en nuestro estudio.
Se utilizó el software R16, con el que se realizó un análisis descriptivo de las variables.
RESULTADOS
La tasa de participación fue del 54,23%. De la muestra total, un 51,8% eran mujeres frente a un 46,2% de hombres. Encontramos que un 46,6% de ellos tienen entre 16 y 17 años y un 36,7% entre 15 y 16 años. El resto de las variables demográficas podemos verlas en la tabla 1.
2004 | 14 (3%) | |
---|---|---|
Año de nacimiento | 2005 | 61 (13,3%) |
2006 | 215 (46,7%) | |
2007 | 169 (36,7%) | |
2008 | 1 (0,2%) | |
Sexo | Hombre | 213 (46,4%) |
Mujer | 239 (51,9%) | |
No contesta | 8 (1,7%) | |
País de nacimiento | España | 394 (85,6%) |
Latinoamérica | 50 (10,9%) | |
Vive en el barrio en el que estudia | Otros | 16 (3,5%) |
Sí | 340 (73,9%) | |
No | 111 (24,1%) | |
No contesta | 9 (2%) |
Respecto a las variables de ocio, la mayoría de los alumnos (71,7%) practica deporte en su tiempo libre una media de 3 horas [1-6 horas] a la semana y muchos de ellos (58,4%) utilizan zonas del barrio en el que viven para su práctica. Los recursos del barrio que utilizan los participantes que practican deporte son los centros deportivos públicos (48,4%), pistas al aire libre (43,5%), centros deportivos privados (36,1%) y parques y jardines (30,5%).
Por otro lado, en lo que respecta al uso de dispositivos electrónicos, el 96,1% (440) de los alumnos reconoce su uso en su tiempo libre, siendo la tablet el dispositivo menos utilizado (solo un 22,4% la usa) y el móvil y las apps sociales los más utilizados, con un 90,8% y un 93,3% respectivamente. La media de horas de uso al día de estos dispositivos se sitúa en 5 horas (3,88-7 horas), y hasta el 27,7% (127) llega a afirmar un uso diario igual o mayor a 7 horas diarias.
En relación con el número de horas semanales dedicadas a las actividades en grupo, la media se sitúa en 16,5 horas (5-25 horas) y la media de horas de socialización diarias se sitúa en 8 horas [4-10,9 horas].
En cuanto al número de horas que pasan solos en casa, encontramos que la mayoría de ellos nunca está solo (38,6%) o pasa solamente 1 o 2 horas diarias solo en casa (32,3%). El 6,07% (28) pasa de 4 a 6 horas solo en casa al día, y el 5,64% (26) de los alumnos referían pasar solos más de 6 horas al día.
Finalmente, en cuanto a la variable de soledad medida por la escala DJGLS, la media de puntuación fue de 4 [2-7], lo que traduce soledad moderada, la cual presentan un 47,1% (217) de los participantes, aunque cabe destacar que un 6,51% (30) de los alumnos sufren soledad extrema (11 puntos) y un 11,3% (52) de los mismos soledad severa (9-10 puntos). Un 34,9% (161) de los participantes no sufre soledad (0-2 puntos).
En las tablas 2 y 3 podemos ver cómo se comportan las distintas variables dentro de cada grupo.
Muestra | No soledad | Soledad moderada | Soledad severa | Soledad extrema | |
---|---|---|---|---|---|
Total | n = 460* | 35% (161) | 47,2% (217) | 11,3% (52) | 6,5% (30) |
Hombres | 46,3% (213) | 41,8% (89) | 48,4% (103) | 6,6% (14) | 3,3% (7) |
Mujeres | 51,7% (238) | 29,3% (70) | 46% (110) | 14,6% (35) | 9,6% (23) |
Españoles | 85,6% (394) | 39,1% (154) | 44,4% (175) | 10,7% (42) | 5,8% (23) |
Migrantes | 14,1% (65) | 10,8% (7) | 64,6% (42) | 13,8% (9) | 10,8% (7) |
Muestra total n = 460 | No soledad | Soledad moderada | Soledad severa | Soledad extrema | |
---|---|---|---|---|---|
Práctica de deporte | 71,7% (330) | 41,2% (136) | 43,9% (145) | 10% (33) | 4,8% (16) |
Media de horas/ semana deporte | 3 h [1-6] | 5 h [2-8] | 3 h [1-6] | 2 h [0,5-4] | 1,75 h [0-3,75] |
Uso de dispositivos electrónicos | 95,6% (440) | 34,8% (153) | 47% (207) | 11,6% (51) | 6,6% (29) |
Media de horas/día dedicadas al uso de dispositivos | 5 h [3,88-7] | 4 h [3-6] | 5 h [4-8] | 6 h [4-9] | 5 h [3,5-8] |
Actividades en (horas/semana) | 16,5 h [5-25] | 21 h [8-26] | 16 h [4,75-25] | 16 h [1-23] | 7,5 h [1-24,5] |
Socialización (horas/día) | 8 h [4,10-19] | 8 h [5-12] | 8 h [4,75-10,8] | 4,25 h [2-6] | 5,75 h [3-10,9] |
> 4 horas diarias solos en casa | 11,7% (54) | 14,8% (8) | 51,9% (28) | 22,2% (12) | 11,1% (6) |
NOTA:Las variables cuantitativas están expresadas como media, haciendo referencia el intervalo a los valores extremos. La suma del número total no coincide con la suma de hombres y mujeres, pues hubo algunos encuestados que no contestaron a dicho ítem, lo mismo pasó con la suma de españoles más migrantes.
DISCUSIÓN
La prevalencia de soledad en nuestra muestra es del 64,9%, presentando un 47,1% de los alumnos soledad moderada, un 11,3% soledad severa y un 6,5% soledad extrema. Estos resultados contrastan con los obtenidos en otros estudios y encuestas. La encuesta Òmnibus17 en Barcelona arrojó como resultado que un 26,5% de los jóvenes de 16-24 años reportaron sentirse solos (19,4% a veces y 7,1% a menudo). En Madrid18, se estimó una prevalencia de soledad en el grupo de 15-29 años del 13,3% en mujeres y del 10,7% en hombres. El Informe España 20208 estimó en un 31% la prevalencia en los jóvenes menores de 30 años. Los porcentajes de soledad severa y soledad extrema que se han obtenido en el presente estudio son los que más se acercan a los resultados del resto de estudios mencionados, encontrando un porcentaje mucho mayor si sumamos a ellos el grupo de soledad moderada. Esto puede explicarse por varios motivos: en primer lugar, la población estudiada no pertenece exactamente al mismo grupo de edad del presente estudio, ya que se analizaron grupos de edad más amplios. Además, no se midió la soledad mediante una escala validada en adolescentes de habla española, sino que se utilizaron preguntas abiertas y la mayoría de estudios se llevaron a cabo prepandemia, situación que podría haber contribuido al aumento de la soledad8,10,11.
El porcentaje de mujeres se incrementa conforme aumenta el sentimiento de soledad no deseada, representando las mujeres el 70% de alumnos que presentan sentimientos de soledad extrema, frente al 51,8% del grupo que no presenta soledad. Encontramos este dato en otros estudios8,9,18,19,20,21,22, en los que la prevalencia de mujeres es mayor entre el grupo de soledad. Asimismo, el porcentaje de migrantes es 6 veces mayor en el grupo de soledad extrema en comparación con el grupo de no soledad (23,3% frente a 4,3%), situación que se repite en estudios previos8,9,18,23, aumentando el porcentaje de migrantes de forma proporcional al sentimiento de soledad.
En nuestro estudio observamos que hay un menor porcentaje de adolescentes que practican actividad física en su tiempo libre conforme aumenta el sentimiento de soledad (53,3% en el grupo de soledad extrema frente al 84,5% en el grupo de no soledad) y además va disminuyendo la media de horas de práctica de actividad física a la semana (1,75 h en el grupo de soledad extrema frente a 5 h en el grupo de no soledad). Además, los alumnos que presentaban soledad extrema sienten que hacen menos o mucha menos actividad física que el resto con mayor frecuencia (63,4% en el grupo de soledad extrema frente al 28,6% en el grupo de no soledad). Son varios los estudios18,24,25,26 que señalan que las personas que sufren soledad hacen menos actividad física, en este sentido, el estudio llevado a cabo en Suiza por Richard et al.18, señala que esto puede deberse a una peor regulación emocional, lo que podría contribuir a una menor motivación a la hora de hacer ejercicio físico. Por otro lado, nos planteamos aquí la idea de si la contestación de la respuesta comparativa en negativo, es decir, si los que más solos se sienten verdaderamente hacen menos deporte, o si la contestación de la pregunta puede estar influida por el concepto de autoimagen inferior, a su vez, influido directamente por el sentimiento de soledad extrema. En este sentido, estudios previos han descrito que soledad y baja autoestima se retroalimentan mutuamente27.
La media de horas diarias de uso de dispositivos electrónicos va aumentando conforme aumenta el sentimiento de soledad, salvo en el grupo de soledad extrema, que presenta las mismas horas de uso que el grupo de soledad moderada. Se ha analizado en estudios previos28 esta interrelación entre el uso de móvil y la soledad, y se encuentra una relación significativa positiva a mayor uso del móvil para redes sociales no siendo así cuando se utilizaba el móvil para aplicaciones de comunicación. Otros estudios29 en esta misma línea también sugieren la misma relación.
LIMITACIONES Y SESGOS
En primer lugar, no ha sido posible realizar comparaciones entre las dos zonas básicas de salud pues los resultados corresponden únicamente a una de las dos zonas.
En cuanto a la recogida de datos, es posible que haya influido el fenómeno de deseabilidad social, esto es, que los alumnos contestaran aquello que creen que socialmente es más correcto. Puede haber un sesgo de participación, y que los más motivados fuesen aquellos que se ofreciesen más a participar. Por otro lado, la encuesta solo estaba en lengua española, por lo que esto puede haber sido motivo de no participación por parte de otra población migrante de habla no española.
Otras limitaciones pueden haber sido aquellas derivadas de la falta de comprensión al leer las preguntas del cuestionario.
CONCLUSIONES
Los resultados de este estudio tienen importantes implicaciones desde el punto de vista de las políticas de salud. Así, destacan la importancia que tiene intervenir para reducir la soledad no deseada en la población adolescente, teniendo en cuenta que, hasta el momento, la intervención sobre la soledad no deseada se ha centrado casi exclusivamente en población mayor. Sin embargo, los resultados muestran la importancia que este fenómeno tiene en otras etapas del ciclo vital, y que es necesario dirigir intervenciones adaptadas a este grupo poblacional concreto. Por otro lado, el género, la condición de migrante (ambas situaciones contempladas dentro de los ejes de inequidades en salud) y un concepto de autoimagen negativo, pueden estar influyendo en el sentimiento de soledad experimentado, por lo que consideramos que futuras intervenciones y proyectos deberían tener en cuenta los determinantes sociales de la salud.