INTRODUCCIÓN
El envejecimiento poblacional se ha incrementado en las últimas décadas; en España en 2019 se registró un máximo histórico con un porcentaje del 122,88%. Se estima que en el año 2050 habrá casi una tercera parte de la población mayor de 65 años1, lo que conlleva múltiples consecuencias sanitarias y sociales, entre las que se encuentra el gasto sanitario derivado del aumento de la discapacidad y la dependencia2.
Los geriátricos son centros sociosanitarios con capacidad de respuesta ante esta realidad social3.
Los cambios organizativos sanitarios persiguen mejorar la calidad asistencial en los pacientes de edad avanzada4; estas personas precisan una valoración continua de sus necesidades y una atención integral de los cuidados5.
En los centros geriátricos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda poseer 5 plazas de profesionales de enfermería por cada 100 mayores de 65 años6. Según datos del IMSERSO, España queda muy por debajo de esta recomendación y solo el 25% de los aproximadamente 5.387 centros corresponde al sector público7. Esta falta de plazas es compensada por el sector privado. Según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, el 30% de la población mayor de 65 años tiene algún tipo de discapacidad y el 19% de ellos presenta algún grado de dependencia. Las predicciones indican que en el año 2030 los mayores de 65 años serán el 25% de la población total, de ahí la importancia de las medidas preventivas hacia ese grupo de edad.
Las necesidades sanitarias crónicas y complejas suelen manifestarse con la edad8 y las enfermeras poseen formación específica para abordarlas. Desde 1977, la geriatría está incluida como asignatura en la formación universitaria y desde 2005 existe la especialidad de Enfermería Geriátrica y Gerontológica9,10.
En el informe mundial sobre el envejecimiento y la salud de la OMS publicado en 2015 se afirma que es necesaria la organización de equipos multidisciplinares que den respuesta a las futuras necesidades y expectativas de los mayores, indicando que el personal de enfermería es esencial, ya que su formación complementa a los médicos en funciones decisivas, además de mejorar “la satisfacción del paciente, su estado clínico y de salud, y el uso que hace de los servicios sanitarios”11.
En los últimos años en Europa, y a partir de las recomendaciones de la OMS en cuanto a seguridad del paciente y prevención de errores en la práctica profesional, se está trabajando en iniciativas denominadas Healthcare Improvement Science, a través del Proyecto Europeo Improvement Science Training for European Healthcare Workers financiado por la Comisión Europea y en el que participó España12,13,14.
Actualmente, los países europeos han materializado esta iniciativa con una formación específica de los profesionales sanitarios. Proyectos como Palliare, ponen de manifiesto la seguridad y las buenas prácticas en el todavía desconocido campo de los cuidados ante la demencia14,15.
Las ratios de enfermería para garantizar una atención correcta se relacionan con la estabilidad del paciente, la continuidad de cuidados y la adherencia al tratamiento16. Sin embargo, en España, en las residencias no están estandarizados y cada comunidad tiene su propia normativa, evidenciando diferencias significativas en el país16. En Cantabria, en el Boletín Oficial de Cantabria del 14 de marzo de 2019 no aparece como obligatoria la presencia de enfermeras en las residencias17.
El sindicato de enfermería SATSE, en el estudio “Análisis de la situación de los enfermeros, enfermeras, matronas y fisioterapeutas en los centros sanitarios del país” indica que hay una media de 109 pacientes residentes por cada profesional, situación muy preocupante para las personas que viven en las residencias18. Asimismo, ha dado a conocer que la ratio enfermera/o por cada 1.000 habitantes en Europa no llega a 9, y que España tiene una de las cifras más bajas, con una media de 5,3019.
Pese a la falta de personal de enfermería en las residencias, numerosos estudios ponen de manifiesto que su presencia daría lugar a una atención adecuada20: mejora del seguimiento de los pacientes, disminución de la frecuentación hospitalaria y racionalización del gasto farmacéutico o contribución a un coste asumible21,22,23. Estos profesionales disponen de la formación específica para desarrollar intervenciones según los resultados deseados24.
En cuanto a las condiciones laborales, el personal de enfermería en los geriátricos encuentra numerosos obstáculos, problemas relacionados con el salario, la ratio, la ausencia de carrera profesional, la falta de recursos, la escasez de tiempo, la poca implicación de las direcciones, las barreras estructurales o la desvalorización de la propia geriatría, entre otros; sin embargo, las enfermeras del ámbito de la geriatría perciben su trabajo como el verdadero cuidar enfermero.
La actual situación mundial de pandemia de la COVID-19 ha puesto en evidencia la necesidad de la presencia de profesionales de enfermería cualificados dentro de los centros sociosanitarios. El pasado 1 de abril de 2020, expertos en geriatría y gerontología elaboraron un documento donde hacían referencia a las condiciones laborales y a la escasez de profesionales de enfermería en los centros residenciales considerándolo una prioridad social para garantizar la calidad de los cuidados25.
El 7 de abril de 2020, con motivo del Día Mundial de la Salud, la OMS, el Consejo Internacional de Enfermeras, al que pertenece el Consejo General de Enfermería, y el movimiento Nursing Now han presentado su informe “Situación de la Enfermería en el Mundo 2020”, donde cuantifica el déficit de enfermeras en 6 millones y al que se suman problemas como la precariedad laboral, la falta de incentivos y las dificultades para acceder a puestos de liderazgo. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, subrayó que “las enfermeras son la verdadera columna vertebral de cualquier sistema de salud”26,27,28,29.
La hipótesis del estudio es que la contratación de profesionales de enfermería, con las mejoras laborales que ello conlleva, mejora la calidad asistencial, la continuidad de cuidados y la satisfacción percibida por los pacientes, las familias y los propios profesionales.
OBJETIVOS
Objetivos específicos
Identificar las características de la situación actual de los centros sociosanitarios y de dependencia.
Determinar las características de cobertura de profesionales de enfermería en los centros sociosanitarios y de dependencia.
Analizar la aplicación de cuidados por parte de los profesionales de enfermería del centro de salud y de los enfermeros/as propios de los centros sociosanitarios y de dependencia.
METODOLOGÍA
Estudio descriptivo transversal y multicéntrico para caracterizar la situación actual de los centros sociosanitarios y de dependencia en Cantabria, en cuanto a la cobertura por parte de los profesionales de enfermería. Para tal efecto, se diseñó una encuesta ad-hoc anónima que fue enviada a todos los centros sociosanitarios de la comunidad autónoma de Cantabria para su cumplimentación.
El instrumento enviado a los centros consta de 14 ítems y fue trasladado a estos mediante correo electrónico previa información telefónica y aceptación por su parte.
Con un intervalo de confianza del 95%, una heterogeneidad de la muestra del 50% y un margen de error del 3%, la estimación del tamaño muestral es de 54 centros.
Los datos obtenidos se almacenaron en una base de datos custodiada por los investigadores y analizada con el programa estadístico IBM SPSS versión 25.
RESULTADOS
Se han enviado encuestas a 60 residencias de ancianos de la comunidad autónoma de Cantabria, con una tasa del 90% de respuesta, obteniendo finalmente un número muestral de 54.
Las encuestas fueron respondidas mayoritariamente por profesionales de enfermería (51,9%) o directores gerentes (37%), y el resto fueron cumplimentadas por auxiliares de enfermería (3,7%) u otros profesionales (7,4%).
El régimen de los centros fue mayoritariamente de plazas concertadas (87%), privadas (9,3%) y públicas (3,7%).
El total de residentes estudiados en la comunidad autónoma de Cantabria fue de 5.335, con una media de autónomos x̅ = 16,12 (desviación estándar [DE]: 18,41) y una media de dependientes x̅ = 86,48 (DE: 78,99).
En cuanto a las plazas por centro, el perfil mayoritario fue de centros entre 51 y 100 plazas (35,2%), seguido de los de 101-150 plazas (18,5%), 26-50 plazas (14,8%), 10-25 plazas (13%), 151-250 plazas (11,1%) y 251-400 (7,4%).
En el momento del estudio, el total de profesionales de enfermería que desarrollaban su puesto de trabajo en estos centros era de 169. El porcentaje de centros con enfermera/o es del 75,9%; sin embargo, de los centros que responden a esta cuestión solo un 50% tiene personal de enfermería todos los días de la semana en algún turno y únicamente 9 residencias, de las 54 estudiadas, disponen de un profesional de enfermería durante el turno de noche, mientras que un 77,5% carecen de este perfil durante las horas nocturnas.
Durante toda la semana hay un 48,1% de presencia de enfermera/o en turno de mañana y el resto de centros (excluyendo el 24,1% que no tienen estos profesionales) disponen de profesional de enfermería propio de la residencia en el turno de mañana 6 días a la semana o menos.
En el turno de tarde, un 38,9% dispone de enfermera/o los 7 días de la semana; un 24,1% no cuenta con estos profesionales, y el resto dispone de este tipo de personal menor número de días.
La media de profesionales de enfermería en los centros sociosanitarios de Cantabria que tienen personal de enfermería es de 4,12. La ratio en la comunidad es de 31,56 personas institucionalizadas por cada enfermera/o propia/o del centro sociosanitario.
Los centros tienen en su mayoría una única enfermera con contrato fijo (22,2%).
Solo un 1,9% de las visitas son desde el centro de salud en días laborables (de lunes a viernes). Un 57,4% de las visitas se reducen a 1 día a la semana.
De media, la enfermera/o del centro de salud permanece en la residencia 51,66 min/semana. La relación es 1:2 del tiempo invertido por las enfermeras del centro de salud en los centros sociosanitarios que no hay enfermeras, en comparación con los que sí tienen enfermera propia.
Existe una correlación significativa (0,01-bilateral) en el número de enfermeras de las residencias pequeñas con las residencias más grandes: es mayor el número en las residencias con mayor número de plazas.
El 72,2% de las residencias con personas dependientes tienen mayor número de enfermeras propias.
En la tabla 1 se muestran las actividades de enfermería más habituales en los centros sociosanitarios y el porcentaje de realización de estas por parte de las enfermeras de los centros y las del centro de salud.
INR: índice internacional normalizado; TAO: tratamiento anticoagulante oral; UPP: úlceras por presión.
A excepción de la medición digital del índice internacional normalizado (INR), el resto de actividades las realiza mayoritariamente el personal de enfermería propio del centro sociosanitario. La correlación entre la enfermera propia de la residencia y las actividades (excluyendo la medición digital del INR) resulta estadísticamente significativa (p = 0,00).
Las urgencias son atendidas por el 061 en un 89,3% y por servicio privado en un 10,6%.
Limitaciones del estudio
Aunque se ha superado la participación esperada de la muestra, hubiese sido ideal llegar a la totalidad de la población.
Algunos de los centros han omitido información respecto al número y distribución de los profesionales de enfermería. En cualquier caso, su ausencia se ha interpretado como no existente, y en este caso posiblemente podría considerarse como un sesgo del estudio.
Los resultados de este estudio fueron obtenidos en los meses de mayor disponibilidad de profesionales de enfermería por parte de las residencias; en verano los resultados hubiesen sido mucho más deficitarios por la contratación de personal en el sistema sanitario público.
DISCUSIÓN
Las residencias son en su mayoría concertadas, siendo muy heterogéneas en el número de plazas, que varía desde 10 hasta 400.
Las comunidades con centros con más de 150 plazas son La Rioja (23%) y Cantabria (20%), siendo en las demás comunidades minoritarios30.
Los centros no cuentan con personal de enfermería de forma homogénea. Esto coincide con la situación en otras comunidades19,20,21,22,23,24,25,26,27,28,29,30.
La presencia de enfermeras/os es variable y el porcentaje de centros sin presencia fija de estos es alto, aunque esta situación es contraria a las recomendaciones de la OMS31.
Dada la itinerancia de los profesionales del sector y la preferencia por trabajar en los centros públicos, las residencias cuentan con una proporción no depreciable de personal de enfermería fijo, tal vez como fórmula para mantenerlos de forma estable30,31,32. Las condiciones laborales de la enfermería en los centros geriátricos privados o concertados son muy diferentes de las de los públicos en cuanto a condiciones laborales, contabilización en las listas de contratación, reconocimiento profesional, promoción, etc.
Se presupone que el personal de enfermería de los centros de salud es el responsable de los residentes; sin embargo, las visitas de estos se limitan en su mayoría a 1 día a la semana, lo que no corresponde a una atención de enfermería adecuada teniendo en cuenta que la media de residentes dependientes es de 86,48.
La enfermería es una disciplina capaz de valorar al anciano desde una perspectiva integral, favoreciendo el envejecimiento activo con una planificación de cuidados específicos encaminados a retrasar la dependencia y potenciar la autonomía y la capacidad funcional de las personas mayores. Se considera de extrema importancia la necesidad de desarrollar modelos de intervención en enfermería que promuevan el autocuidado, la independencia y la autonomía33. Llama la atención que en los datos del estudio hay actividades propias de la disciplina enfermera que no son realizados por estos diplomados (o graduados), sino por otros profesionales; lo que puede suponer en algunos casos intrusismo profesional (lavado de oídos, 1,9%; preparación de medicación, 44,4%; curas, 11,3%). Esto puede conllevar una atención inadecuada desde el punto de vista de la salud.
A partir de este estudio es interesante realizar futuras investigaciones orientadas al coste-efectividad de contar con diplomados (o graduados) en enfermería en las residencias de ancianos. Algunos autores indican la reducción de gasto que esto implicaría a la sanidad pública, además de mejorar la calidad de los cuidados de los residentes. Una de las causas de este beneficio coste-efectivo se documenta con la reducción de frecuentación hospitalaria en programas de intervención enfermera en residencias de ancianos8,24,25. Otros estudios señalan que la gran dependencia está ligada a una elevada demanda de atención sanitaria que a menudo provoca una hiperfrecuentación de los servicios médicos y de enfermería en la atención primaria de salud. La presencia de profesionales de enfermería contratados por las residencias de ancianos supone una medida de contención y mantenimiento de las personas dependientes en su entorno reduciendo el consumo de servicios de salud34.
Este estudio pone de manifiesto que los profesionales de enfermería de las residencias son los encargados de realizar actividades como analíticas, vacunación, planificación de dietas, prevención de úlceras por presión, toma de constantes, planificación de consultas, lavados óticos, preparación de la medicación y curas frente a un muy escaso porcentaje de enfermeras del centro de salud. Y este colectivo solo se encargaría de la realización de la medición digital del INR en mayor medida que las enfermeras propias responsables de los centros residenciales.
A pesar de tener incluidos a estos pacientes en su cupo, la atención por parte de las enfermeras de los centros de salud es mínima, por lo que no se consigue asegurar este cuidado holístico necesario en estos pacientes vulnerables, acudiendo principalmente a la realización de tareas puntuales.
CONCLUSIONES
No existe consenso internacional sobre el tipo de personal que debe trabajar en los centros sociosanitarios de atención a mayores. Deberían mejorar las políticas sanitarias y legislar la presencia de personal de enfermería como profesionales obligatorios dentro de los centros, con una dotación homogénea en las distintas comunidades autónomas españolas.
La situación no solo es deficitaria en enfermeras/os por centro, sino también en la ratio por residente; cifras que en ningún caso posibilitan una atención de enfermería adecuada a este colectivo.
En los centros donde no hay personal de enfermería no existe continuidad en los cuidados, ni seguimiento adecuado de patologías crónicas o prevención de enfermedades agudas. La presencia de enfermeras propias supondría una mayor implicación, una mejora en calidad de vida, calidad asistencial, satisfacción de los residentes y del propio personal de enfermería, minimización de errores y un descenso del intrusismo profesional.
Sería interesante profundizar en el estudio de la utilización de los servicios sanitarios por parte de los pacientes de los centros donde no hay personal de enfermería, así como llevar a cabo investigaciones enfocadas al coste-efectividad y el impacto económico que supondría una cobertura adecuada de personal de enfermería en la atención al paciente mayor, con o sin dependencia, de las residencias de ancianos de la comunidad.
En el momento actual que vivimos, con la pandemia de la COVID-19, la situación en los centros de mayores ha evidenciado (más si cabe) las repercusiones de la ausencia de personal sanitario específico, lo que ha servido para afianzar y poner en valor a los profesionales de enfermería35.