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Anales del Sistema Sanitario de Navarra

versión impresa ISSN 1137-6627

Anales Sis San Navarra vol.33 no.1 Pamplona ene./abr. 2010

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

 

Calidad de los hábitos alimentarios (adherencia a la dieta mediterránea) en los alumnos de educación secundaria obligatoria

Quality of dietary habits (adherence to a mediterranean diet) in pupils of compulsory secondary education

 

 

A. Ayechu, T. Durá

Servicio de Pediatría. Hospital Virgen del Camino. Servicio Navarro de Salud/Osasunbidea.

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Fundamento. La dieta mediterránea está considerada como un prototipo de dieta saludable. La modernización de la sociedad implica cambios culturales y/o sociológicos que afectan a los hábitos y preferencias alimentarias. El objetivo de este trabajo es determinar el índice de calidad de los hábitos alimentarios entre los alumnos de educación secundaria obligatoria (ESO).
Material y métodos. Distribución de un cuestionario de 16 preguntas (test kidmed) a una muestra aleatoria de 1.956 alumnos de ESO (966 varones y 990 mujeres). La puntuación final o índice kidmed (de 0 a 12) indica si la adherencia a la dieta mediterránea es baja (de 0 a 3), media (de 4 a 7) o alta (de 8 a 12).
Resultados. El 6,7% de los alumnos de ESO tenían un índice kidmed bajo, el 50,4% medio y el 42,9% alto, sin que existieran diferencias significativas entre ambos sexos. El índice kidmed disminuía progresivamente con la edad (p<0,05). A los 13 años (1o ESO) el 49,5% tenían una puntuación óptima del índice kidmed, mientras que a los 16 años (4o ESO) esta puntuación apenas la alcanzaba un 37,2%. Entre los alumnos de 1o y 4o de ESO existían diferencias significativas (p<0,05) respecto al consumo de frutas, pescados, frutos secos, bollería industrial y dulces; así como en la falta de regularidad del desayuno y la frecuentación de hamburgueserías.
Conclusiones. Al terminar la ESO el 62,8% de los alumnos presentaban una adherencia media-baja a la dieta mediterránea. Las normas dietéticas aplicables a estos adolescentes consistirían en incrementar el consumo de frutas, verduras y hortalizas, frutos secos, pastas y arroz, yogures y quesos, legumbres y pescados, así como disminuir la ingesta de bollería industrial y dulces y la frecuentación de hamburgueserías; siendo importante el desayuno diario y el consumo de aceite de oliva como grasa culinaria. Sería conveniente desarrollar programas de educación nutricional durante la enseñanza obligatoria.

Palabras clave: Adolescentes. Dieta mediterránea. Hábitos dietéticos.


ABSTRACT

Background. The Mediterranean diet is considered to be a prototype of a healthy diet. The modernization of society implies sociological and cultural changes that affect feeding preferences and habits. The aim of this paper is to determine the quality index of the dietary habits in pupils of compulsory secondary education (CSE).
Material and methods. By distributing a 16 item questionnaire (kidmed test) to a random sample of 1,956 pupils of CSE (966 males and 990 females). The final score or kidmed index (range 0-12) indicates whether the degree of adherence to the Mediterranean diet is low (0-3), medium (4-7) or high (8-12).
Results. A low kidmed index value was registered in 6.7% of the pupils of CSE, whereas medium values corresponded to 50.4% and low values to 42.9%, showing no significant statistical differences between the sexes. The kidmed index decreases progressively with age (p<0.05). At age 13 (first year of CSE), 49.5% of the pupils had an optimal score on the kidmed index, whereas at 16 (fourth year of CSE), this score reached 37.2%. There were statistical differences (p<0.05) regarding consumption of fruit, fish, nuts and dried foods, sweets and factory produced baked foodstuffs; pupils also frequently went without breakfast and ate at fast food restaurants.
Conclusions. By the end of CSE, 62.8% of pupils showed a low-medium degree of adherence to the Mediterranean diet. Applicable food advice for these adolescents would be to increase consumption of fruit, vegetables, nuts, pasta and rice, yogurt and cheese, pulses and fish; and to reduce consumption of factory produced baked foodstuffs and sweets and to eat less at fast food restaurants; besides insisting on the importance of daily breakfast and the use olive oil for cooking. In addition, it would be convenient to develop nutrition education programs during compulsory education.

Key words: Adolescents. Mediterranean diet. Dietary habits.


 

Introducción

El patrón dietético tradicionalmente observado en los países mediterráneos ha dado lugar al concepto de dieta mediterránea, caracterizada por un alto consumo de verduras y hortalizas, legumbres, frutas, frutos secos y cereales y, especialmente, aceite de oliva; junto con un consumo moderado de pescados, huevos y productos lácteos, preferentemente yogur o queso, y un menor consumo de carnes y grasas animales1-4. La dieta mediterránea está considerada como un prototipo de dieta saludable, ya que garantiza un aporte calórico y de nutrientes en cantidades suficientes y proporciones adecuadas5-8; y, además, contribuye a la prevención de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes, cáncer, etc. y, en general, a una mayor esperanza de vida4,9-14.

La modernización de la sociedad implica una serie de cambios culturales y/o sociológicos que afectan inevitablemente a los hábitos y preferencias alimentarias. Cada vez se dedica menos tiempo a la compra de alimentos y elaboración de comidas, con una alternativa evidente: alimentos procesados fáciles de preparar y rápidos de consumir que, generalmente, conllevan un consumo excesivo de alimentos de origen animal, especialmente de carnes y derivados, y de azúcares refinados, con el consecuente incremento de grasas saturadas y colesterol en la dieta8,15-19.

Este virtual deterioro de los patrones alimentarios tradicionales en nuestra población tiene lugar especialmente en aquellos sectores más susceptibles de ser influidos por el entorno como, por ejemplo, los niños y adolescentes16,20-23, que, por otro lado, serían los más necesitados de una alimentación saludable para un crecimiento y desarrollo óptimos. Por tanto, la población adolescente constituiría potencialmente un grupo de riesgo nutricional que justificaría el estudio de la calidad de sus hábitos alimentarios

El objetivo del presente trabajo consiste en determinar el índice de calidad de los hábitos alimentarios (adherencia a la dieta mediterránea) entre los alumnos de educación secundaria obligatoria de la ciudad de Pamplona.

 

Material y métodos

El municipio de Pamplona comprende una población total de 183.964 habitantes (censo 2001, Instituto de Estadística de Navarra) de los que 6.179 (3,36%) formaban en el año 2007 el grupo de población con edades comprendidas entre 13 y 16 años y/o de cursar educación secundaria obligatoria (ESO). El marco muestral considerado lo formaron estos 6.179 adolescentes (3.145 varones y 3.034 mujeres). Para calcular el tamaño de la muestra se ha tomado la hipótesis más desfavorable (0,50), un nivel de confianza del 99% (α=0,01) y una precisión del 0,03, resultando el número mínimo necesario de casos de 1.419 alumnos24.

Para valorar la calidad de los hábitos alimentarios (adherencia a un patrón dietético mediterráneo) se utilizó el test de adhesión a la dieta mediterránea kidmed aplicado con anterioridad, y de manera satisfactoria, en el mismo grupo de población25,26. La muestra se obtuvo mediante la distribución de un cuestionario o test kidmed, en un día lectivo, a la totalidad de alumnos de ESO de seis centros públicos y/o concertados, seleccionados de manera aleatoria, de la ciudad de Pamplona, en el segundo trimestre del curso académico 2007-2008. Todos los alumnos que habían acudido a sus distintos centros académicos el día previsto para la distribución del cuestionario (n=1.980) aceptaron su participación; no obstante fueron rechazados 24 cuestionarios por cumplimentación errónea y/o insuficiente. Por tanto, la tasa de participación podría considerarse del 98,8%.

El total de participantes fueron 1.956 alumnos: 966 varones (49,4%) y 990 mujeres (50,6%), cuya distribución por cursos y sexo fue la siguiente: 1o ESO (n=517), 256 varones y 261 mujeres; 2o ESO (n=530), 260 varones y 270 mujeres; 3o ESO (n=447), 240 varones y 207 mujeres, y 4o ESO (n=462), 210 varones y 252 mujeres. Para la comparación de proporciones entre los distintos cursos de ESO se ha establecido un riesgo b del 0,01 (potencia del 99%).

El test kidmed (Tabla 1) consiste en un cuestionario de 16 preguntas que deben responderse de manera afirmativa/negativa (sí/no). Las respuestas afirmativas en las preguntas que representan una connotación negativa en relación con la dieta mediterránea (son 4) valen -1 punto, y las respuestas afirmativas en las preguntas que representan un aspecto positivo en relación con la dieta mediterránea (son 12) valen +1 punto. Las respuestas negativas no puntúan. Por tanto, dicho índice puede oscilar entre 0 (mínima adherencia) y 12 (máxima adherencia).

 

La suma de los valores de dicho cuestionario da lugar al índice kidmed, que se clasifica en tres categorías:

1. De 8 a 12: dieta mediterránea óptima (adherencia alta)

2. De 4 a 7: necesidad de mejora en el patrón alimentario para adecuarlo al modelo mediterráneo (adherencia media).

3. De 0 a 3: dieta de muy baja calidad (adherencia baja).

Los resultados se expresan como porcentajes. El análisis estadístico (Chi-cuadrado) fue realizado mediante el programa informático SPSS 17.0 para windows.

 

Resultados

En la tabla 2 se exponen y comparan los resultados del test kidmed entre ambos sexos. El 6,7% de la totalidad de la muestra tenían un valor del índice kidmed muy bajo, un 50,4% intermedio y un 42,9% alto, sin que existieran diferencias significativas entre ambos sexos. Sin embargo, existían diferencias estadísticamente significativas (p<0,05) entre distintos ítems: los varones acudían una vez o más a la semana a una hamburguesería, tomaban pasta o arroz casi a diario (5 o más veces por semana), desayunaban cereales o derivados (pan, tostadas, etc.), tomaban frutos secos por lo menos 2 ó 3 veces a la semana y desayunaban bollería industrial con mayor frecuencia que las mujeres; mientras que las mujeres tomaban verduras frescas o cocinadas una vez al día y no desayunaban todos los días con mayor frecuencia que los varones.

 

En la tabla 3 se exponen y comparan los resultados del test kidmed por cursos académicos y/o edad, objetivándose una disminución progresiva del índice kidmed con la edad. A los 13 años (1o ESO) el 49,5% tenían un valoración óptima del índice kidmed, mientras que a los 16 años (4o ESO) esta valoración óptima la tenían un 37,2%. Entre los alumnos de 1o de ESO y los de 4o de ESO se objetivaban diferencias significativas (p<0,05) en el consumo de una segunda fruta diaria (44,1% frente a 32%), de pescado por lo menos 2 ó 3 veces a la semana (73,5% frente a 58,7%), de frutos secos por lo menos 2 ó 3 veces a la semana (43,3% frente a 38,5%), de bollería industrial en el desayuno (15,1% frente a 22,5%) y de dulces varias veces al día (13% frente a 19,5%); así como en la falta de regularidad del desayuno (12,2% frente a 17,1%) y la frecuentación de hamburgueserías (6,4% frente a 10,4%).

 

Discusión

Para evaluar el grado de adherencia a la dieta mediterránea se han elaborado distintas escalas de valoración, basadas en aspectos cualitativos y/o cuantitativos del consumo de los diferentes componentes «típicos» de la dieta mediterránea7,18,27-30. Estos índices de calidad de la dieta mediterránea se han utilizado exclusivamente en la población adulta y requieren un laborioso y complejo proceso de la información recogida sobre el consumo de alimentos. Actualmente se dispone del test kidmed, muy fácil de cumplimentar por parte del encuestado e interpretar por parte del encuestador, elaborado a partir de los índices citados y/o principios que sustentan el patrón alimentario mediterráneo, pero adaptado a la edad pediátrica y que permite evaluar de manera rápida la calidad de los hábitos alimentarios y, en concreto, determinar el grado de adherencia a la dieta mediterránea25. El índice kidmed constituye un instrumento que, por una parte, permite identificar de manera inmediata la población con hábitos alimentarios poco saludables; y, por otra parte, se ha constatado que una mayor puntuación garantiza un aporte de nutrientes en cantidades suficientes y proporciones adecuadas, lo que justificaría su empleo31.

Al analizar las respuestas de los distintos ítems se advierte que tan sólo el 42,9% de los alumnos encuestados reflejaban unos hábitos alimentarios compatibles con el patrón dietético mediterráneo (alta adherencia). Es decir, la mayoría de los alumnos de ESO (el 57,1% restante) presentaban una adherencia media y/o baja y, por tanto, la necesidad de mejorar su patrón alimentario para adecuarlo al prototipo mediterráneo. En líneas generales, cabe destacar que los adolescentes encuestados no alcanzaban las recomendaciones de consumo de la mayoría de los alimentos que constituyen la base de la pirámide de la alimentación mediterránea; es decir, de frutas (apenas el 39,8% tomaba diariamente una segunda pieza), de verduras y hortalizas (apenas el 26,7% tomaban diariamente una segunda ración), de frutos secos (apenas el 39,9% los tomaban durante la semana) y de pasta o arroz (apenas el 41,5% los tomaban casi a diario); y, además, el consumo de yogures y/o queso también era proporcionalmente bajo. Por otro lado, también cabe subrayar como un porcentaje relativamente importante de adolescentes desayunaban bollería industrial (el 19% de los encuestados) o tomaban dulces diariamente (el 17,4% de los encuestados); y conviene advertir que estos alimentos ocupan la cúspide de la pirámide nutricional y, por tanto, su frecuencia de consumo debería ser esporádica. La dieta mediterránea, al mismo tiempo que un prototipo de dieta saludable, representa un estilo de vida circunscrito a un marco climático y/o geográfico determinado2-5,18; y, en este sentido, la tendencia de los adolescentes a frecuentar los establecimientos de comida rápida (el 9,8% de los encuestados lo hacía una o más veces a la semana) y/o la falta de regularidad en el desayuno (el 17,3% de los encuestados no desayunan diariamente) denotan, en gran medida, una perdida del legado cultural que representa la dieta mediterránea. El aceite de oliva constituye un elemento esencial de la cultura mediterránea que indefectiblemente prevalece en las diferentes etnias y/o países mediterráneos actuales y que, en gran medida, es responsable de los efectos beneficiosos atribuidos a este patrón dietético4,32; lo que explicaría, en gran medida, el consumo culinario del aceite de oliva en sus domicilios manifestado mayoritariamente por los encuestados18,29.

Cuando se analiza el índice kidmed obtenido en relación con la edad y/o curso de ESO se observa un deterioro progresivo de la adherencia a la dieta mediterránea: mientras el 49,5% de los alumnos del primer curso tenían una valoración óptima del índice kidmed (alta adherencia), al llegar al cuarto curso apenas un 37,2% alcanzaban dicha valoración. Este deterioro -especialmente derivado de un menor consumo de frutas y verduras, pescados y frutos secos y un mayor consumo de bollería industrial y dulces, así como de una menor regularidad en el desayuno y una mayor frecuentación de establecimientos de comida rápida- pone de manifiesto una tendencia entre los alumnos de ESO a incorporarse a los nuevos patrones occidentales de hábitos alimentarios, con una producción y consumo cada vez mayor de alimentos procesados en detrimento de la cocina mediterránea basada en una amplia diversidad de alimentos naturales y frescos. Al terminar la educación obligatoria el 62,8% de los alumnos, sin diferencias entre sexos, presentaban una adherencia media y/o baja a la dieta mediterránea como consecuencia de la pérdida progresiva de unos hábitos dietéticos tradicionales de nuestro entorno geográfico que, por un lado, permitiría considerar que en una proporción importante de adolescentes existiría cierto riesgo de padecer alguna carencia y/o desequilibrio nutricional26 y, por otra parte, hace temer sobre una virtual desaparición de la dieta mediterránea a corto y/o medio plazo23,33,34.

De los resultados obtenidos se desprende la necesidad que tiene la población en general, y más en concreto los adolescentes, de una educación nutricional. Los adolescentes deben aprender que la dieta mediterránea, como prototipo de alimentación saludable, contribuye al mantenimiento de un óptimo estado de salud y que, aunque incluye todos los alimentos, su frecuencia de consumo debe seguir las pautas indicadas en la pirámide nutricional. Por tanto, las normas dietéticas aplicables a estos adolescentes consistirían básicamente en incrementar el consumo diario de fruta fresca, verduras y hortalizas frescas y/o crudas, pastas y/o arroz, frutos secos (avellanas, almendras, nueces, cacahuetes, piñones, etc.), leche y derivados, principalmente yogur y/o queso, así como legumbres y pescados por lo menos 2 ó 3 veces por semana, además de fomentar el consumo de aceite de oliva como única grasa culinaria. Por otro lado, habría que recomendar el consumo ocasional de bollería industrial y dulces; además de insistir en la importancia de un desayuno diario que incluya cereales, lácteos y frutas35,36. No obstante, conviene advertir que este estudio adolece de una serie de limitaciones metodológicas, ya que no se registraron variables antropométricas y/o estilos de vida de los encuestados (status socioeconómico y/o nivel de estudio familiar, práctica de actividad física, hábitos televisivos, etc.) que podrían condicionar, en cierta medida, el grado de adherencia a la dieta mediterránea18,29.

En suma, sería conveniente diseñar programas de educación nutricional que, teniendo en cuenta el contexto social y/o familiar, tuvieran como objetivo conseguir que los adolescentes estuvieran en condiciones de llevar a cabo una alimentación saludable. Para ello, los poderes públicos tendrían que coordinar suficientes recursos humanos y/o materiales para intentar mantener nuestros hábitos dietéticos tradicionales y hacerlos compatibles con las nuevos estilos de vida de las sociedades modernas, promoviendo el consejo dietético en los programas de atención primaria y desarrollando programas de alimentación y nutrición en la enseñanza reglada; de tal modo que cuando los adolescentes terminaran su enseñanza obligatoria dispusieran de un excelente instrumento para prevenir la enfermedad y promover la salud.

 

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Dirección para correspondencia:
Teodoro Durá Travé
Avda. Pío XII, 10-8oC
31008 Pamplona
E-mail: tduratra@cfnavarra.es

Recepción: 22 de noviembre de 2009
Aceptación provisional: 23 de diciembre de 2009
Aceptación definitiva: 21 de enero de 2010

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