INTRODUCCIÓN
El acoso escolar engloba diferentes comportamientos violentos que se desarrollan entre pares fruto de la convivencia en el centro escolar y que tienen importantes repercusiones en la salud tanto física como mental1 2. Normalmente, se considera víctima de acoso escolar o víctima de bullying cuando se sufre una conducta agresiva intencionada y repetida en el tiempo que ejercen compañeros de la comunidad escolar, y caracterizada por un desequilibrio de poder puesto que los acosados presentan una clara imposibilidad para defenderse3 4 5.Las agresiones pueden ser de diferente naturaleza, las más comunes son: las físicas, incluyendo golpes, patadas y empujones; las verbales, mediante insultos, amenazas y manipulaciones; y las relacionales, manipulando las relaciones para ignorar a alguien o excluirlo. En los últimos años surge el cyberbullying, como otra fuente de acoso ligado al uso de las nuevas tecnologías, mediante el uso del móvil o internet4.
En nuestro entorno, los informes del defensor del pueblo y del equipo de investigación Cisneros constituyeron el punto de partida de los estudios sobre violencia escolar en estudiantes de primaria y bachillerato6 7. Las cifras de prevalencia del fenómeno son bastante dispares, desde el 3,8% estimado por el observatorio de la convivencia escolar en 20108, hasta el 23,3% publicado en el Informe Cisneros7. Otro tanto sucede en el ámbito internacional, las cifras de prevalencia difieren mucho de unos países a otros. En el estudio de Craig se compararon valores en cuarenta países y los datos por sexo oscilaron entre un 4,8% en chicas en Suecia y un 45% de chicos en Lituania, encontrando para España, cifras del 10,2% en chicos y 8% en chicas9. Por lo general, la prevalencia de víctimas de bullying es mayor en los chicos que en las chicas9 10 y disminuye al aumentar la edad1,10.
A pesar de la amplia variabilidad en cuanto a las cifras, el acoso es un problema preocupante, tiene un alcance internacional y está siendo ampliamente estudiado. La mayoría de las investigaciones se centran en el estudio de los factores que hacen que niños/as y adolescentes sean más vulnerables al acoso1 o qué tipo de entornos o comportamientos lo facilitan o lo agravan11. También han sido objeto de interés las consecuencias a corto y largo plazo que tiene el hecho de ser intimidado sobre la salud física y mental1 2 3 10. Sin embargo, son menos numerosos los estudios que se centran en los factores protectores como estrategia de promoción de la salud y prevención de víctimas de bullying5.
Se tiende a pensar en el bullying como un problema relacionado con el proceso de interacción social en el que intervienen factores de protección que se conceptualizan como variables que pueden evitar o mitigar el impacto de la intimidación5. Estos factores pueden ser tanto personales como sociales. Entre los factores personales los estudios destacan la resiliencia, definida como la capacidad de adaptación frente a circunstancias adversas que permite manejar el estrés3. La resiliencia puede verse como un recurso individual protector que poseen los adolescentes para afrontar de forma efectiva sus problemas, incluyendo la victimización por bullying12. Los factores sociales pueden estudiarse siguiendo el modelo ecológico en el que los distintos microentornos del individuo, familia, escuela y amigos interaccionan entre sí conformando una red de apoyos que puede evitar o amortiguar las situaciones de acoso5.
Por todo lo anterior, los objetivos que nos planteamos en nuestra investigación fueron:
METODOLOGÍA
Diseño
Se realizó un estudio descriptivo, transversal, multicéntrico y polietápico en cinco Institutos de Educación Secundaria (IES) de Cuenca Institutos de Educación Secundaria (IES) de Cuenca (España) durante el curso académico 2015-2016. La población objeto de estudio era de aproximadamente 2500 alumnos. El proceso de selección de la muestra se detalla en lafigura 1, completando los datos 844 adolescentes. Se contactó con los IES que aceptaron participar y se determinó como unidad aleatoria el grupo de clase de forma proporcional al número de alumnos de los cursos de 3º y 4º de ESO y 1º y 2º de Bachillerato de cada IES. Se recogieron autorizaciones de los padres en los alumnos menores de edad y consentimiento informado en los alumnos de 18 años. El cuestionario fue anónimo y se garantizó la confidencialidad de los datos. El protocolo de estudio fue aprobado por la Consejería de Educación y por las direcciones de los IES participantes.
Variables
La victimización se midió empleando la subescala de bullying del cuestionario KIDSCREEN-5213 14del mismo modo que en estudios similares1. Dicha escala consta de tres ítems: ¿Has tenido miedo de otros/as niños/as?, ¿Se han burlado de ti otros/as chicos/as?, ¿Te han amenazado o maltratado física o psicológicamente otros/as chicos/as?; y las respuestas se valoran con una escala Likert que evalúa la frecuencia (nunca, casi nunca, algunas veces, casi siempre, siempre) con un periodo recordatorio de una semana. Se considera que un estudiante es víctima de bullying cuando otro/s estudiante/s le dice/n o hace/n cosas desagradables o le hace/n burla de forma repetida en el tiempo. Las puntuaciones bajas indican mayor percepción de ser víctima de bullying. La escala mostró buena fiabilidad (Alfa de Cronbach=0,769).
Otras variables: De acuerdo con la literatura5, se esTablecieron diversos factores englobándolos en factores personales y sociales.
Los factores personales englobaron además de la edad y el sexo, las siguientes variables
- La capacidad de resiliencia se determinó mediante la escala de resiliencia CD-RISC1015 16, que incluye 10 en ítems evaluados en una escala tipo Likert que mide frecuencia, desde 0 (absoluto), hasta 4 (casi siempre). A mayor puntuación mayor resiliencia. (Ejemplo: Creo que soy una persona fuerte cuando me enfrento a los retos y dificultades de la vida). El valor del alfa de Cronbach fue de 0,845.
- La salud física se valoró utilizando la subescala de bienestar físico del KIDSCREEN-52 que examina la actividad y forma físicas y la energía de los estudiantes. (Ejemplo: ¿Te has sentido bien y en forma?). El valor del alfa de Cronbach fue de 0,857.
- La salud mental se evaluó empleando la subescala de bienestar psicológico del KIDSCREEN-52 que explora las emocionas positivas y la satisfacción con la vida (Ejemplo: ¿Te has sentido alegre?). El valor del alfa de Cronbach fue de 0,888.
- La autopercepción se determinó por medio de la subescala homónima del KIDSCREEN-52 que mide cómo perciben su apariencia física e imagen corporal, y la satisfacción relacionada con ellas (Ejemplo: ¿Te ha preocupado tu aspecto?, ¿Te gustaría cambiar alguna parte de tu cuerpo?). El valor del alfa de Cronbach fue de 0,733.
Los factores sociales incluyeron:
- Los recursos financieros se midieron empleando la subescala de recursos económicos del KIDSCREEN-52 que recogen la percepción sobre la capacidad financiera (Ejemplo: ¿Has tenido suficiente dinero para hacer lo mismo que tus amigos/as?). El valor del alfa de Cronbach fue de 0,864.
- El ambiente familiar se valoró mediante la subescala de relación con los padres y vida familiar del KIDSCREEN-52 que analiza la atmósfera familiar (Ejemplo: ¿Has podido hablar con tus padres cuando has querido?). El valor del alfa de Cronbach fue de 0,885.
- Las relaciones con los iguales se evaluaron con la dimensión de apoyo social y la relación con los amigos del KIDSCREEN-52 que recoge el tipo de relación con los compañeros (Ejemplo: ¿Tú y tus amigos os habéis ayudado unos/as o otros/as?). El valor del alfa de Cronbach fue de 0,828.
- El entorno escolar se midió utilizando la dimensión correspondiente del KIDSCREEN-52 que explora las percepciones acerca de la propia capacidad cognitiva y de concentración, además de las sensaciones acerca del centro escolar (Ejemplo: ¿Te ha ido bien en el instituto?). El valor del alfa de Cronbach fue de 0,797.
En todas las dimensiones del KIDSCREEN-52 empleadas las puntuaciones medias se estandarizan a una media de 50 y una desviación estándar de 10 según se indica en la elaboración del cuestionario13.
Análisis estadístico
Los datos fueron introducidos y analizados con el paquete estadístico SPSS versión 22.
Para analizar la prevalencia de victimización por bullying se dicotomizó la variable aceptación social (Bullying) según estudios previos usando una desviación estándar como punto de corte, se definieron como víctimas de bullying aquellos estudiantes que obtuvieron una puntuación < 40, y no víctimas a los de valores ≥401 2.
El análisis se estructuró en varias partes. Primero y, según la naturaleza de las variables, se calcularon los estadísticos descriptivos más relevantes (porcentajes, medias y desviaciones estándar). Después, con objeto de determinar qué variables se asociaban con ser víctimas de bullying se utilizaron las pruebas de Chi cuadrado y T de Student y posteriormente las que resultaron significativas, se introdujeron en modelos multivariantes. Se realizaron dos modelos de regresión logística, el primero introduciendo en la ecuación los factores personales y el segundo incluyendo los sociales. Los factores no se incluyeron en un único modelo porque se consideró que no sería adecuado valorar el efecto de ambos grupos juntos ya que podría existir una interacción entre ambos que sesgara los resultados.
RESULTADOS
Participaron en el estudio 844 estudiantes, con edades comprendidas entre los 15-18 años, la media de edad fue 16,36 años. Respecto a las características sociodemográficas de la muestra se observa que un 55,7% eran chicas y que el grupo más numerosos era el de adolescentes de edades comprendidas entre 15-16 años (56,2%). La prevalencia de adolescentes víctimas de bullying fue de 29,5%, sin encontrarse diferencias por sexo en este análisis bivariado, aunque en el caso de los chicos la mayor prevalencia la encontramos en el grupo de 15-16 años de edad (31,9%) mientras que en las chicas sucedió lo contrario, fue el grupo de mayor edad (17-18 años) el que presentó la prevalencia más alta (32,5%). Todos los datos se pueden ver en laTabla 1.
Para testar la relación entre ser víctima de bullying y los principales factores protectores señalados en la literatura y que hemos ordenado diferenciando entre factores personales y sociales se utilizó la prueba t de Student. Con respecto a los factores personales, los adolescentes víctimas de bullying tenían significativamente peores valores en capacidad de resiliencia (26,37±7,00 vs 28,95±6,44 en las no víctimas), en autopercepción (43,65±7,98 vs 46,99±7,62 en no víctimas), en bienestar físico (45,23±10,74 vs 47,77±10,21 en no víctimas) y en bienestar psicológico (45,82±9,67 vs 49,65±9,18 en no víctimas) En lo que se refiere a los factores sociales, los adolescentes víctimas de bullying presentaron menor percepción de recursos económicos ( 50,08±8,83 vs 53,41±7,72 en no víctimas), peor relación con los padres (46,54±9,60 vs 50,84±9,32 en no víctimas), menos percepción de apoyo social y de los amigos (50,87±9,33 vs 54,62±9,29 en no víctimas) y peores relaciones en el entorno escolar (45,33±6,31 vs 48,00±7,69 en no víctimas). los resultados se muestran en laTabla 2.
Finalmente realizamos un análisis multivariante para determinar el impacto de los factores personales y sociales sobre ser víctima de bullying. En los dos modelos de regresión logística, controlamos el género y la edad. En el primer modelo, testamos la influencia de los factores personales sobre ser víctima de acoso escolar, entraron en la ecuación como factores protectores: ser mujer (β=0,646; p=0,013), tener más capacidad de resiliencia (β=0,971; p=0,024), tener una mejor autopercepción (β=0,953; p=0,000) y un mayor bienestar psicológico (β=0,979; p=0,039); mientras que el bienestar físico no mostró significación (verTabla 3). En el segundo modelo testamos la influencia de los factores sociales resultando que protegían del ser víctima de acoso escolar una mejor situación económica (β= 0,975; p=0,017), una buena relación con los padres (β=0,975; p=0,010) y con los amigos (β=0,976; p=0,009), así como una adecuada adaptación al entorno escolar (β=0,975; p=0,043) (verTabla 4). Los valores de R cuadrado ajustada fueron del 10% en ambos modelos.
DISCUSIÓN
En nuestra sociedad existe preocupación por los problemas de convivencia que se desarrollan en los centros educativos. Nuestro estudio muestra una prevalencia elevada de adolescentes que sufren acoso escolar, y que hay factores personales y sociales que podemos considerar protectores, de entre ellos destacaremos mayor capacidad de resiliencia, mayor grado de satisfacción con su imagen y con la vida, elevados recursos económicos y mejores relaciones sociales.
Encontramos una prevalencia de acoso escolar del 29,5%. Estos valores son superiores a los referidos por Sánchez-Queija que, en su estudio de tendencias, detectó un 21,5% de acoso escolar en 2014, observando un aumento con respecto a 200617. Cifras ligeramente más elevadas refleja Analitis que ofrece para España un 26,1% en chicos y 22,1% en chicas, utilizando la misma metodología que en nuestra investigación1. Los estudios internacionales ofrecen valores muy dispares desde el 49% de Lituania hasta el 4% de Suecia9. La variabilidad en la prevalencia probablemente haya que achacarla a diferencias culturales, sociales, de diseño de los estudios, así como a las políticas desarrolladas en su prevención1 9.En nuestro trabajo no encontramos diferencias de prevalencia por sexo ni por edad en los análisis bivariados, sin embargo, en los multivariantes ser mujer se comportó como un factor protector, lo que está en sintonía con la mayoría de las investigaciones que describen que los chicos son más susceptibles1 9. Con respecto a la edad se describe que el acoso disminuye conforme esta aumenta1 9, aunque nosotros no encontramos esta diferencia, lo que puede ser debido al menor rango de edad de la muestra estudiada.
En lo que se refiere a los factores personales, los adolescentes que no eran víctimas de bullying percibían mejor bienestar psicológico, lo que nos lleva a considerar que los alumnos que experimentan emociones más positivas y tienen mayor satisfacción vital, tienen mayor protección frente al acoso. Aunque en la literatura la relación causal no está claramente esTablecida, incluso se señala una bidireccionalidad del proceso. Hay estudios que muestran que el hecho de sufrir acoso interfiere en el bienestar emocional, existiendo una fuerte asociación entre ser víctima de bullying y problemas de salud mental como depresión y ansiedad10 18, incluso algunas investigaciones afirman que cifras bajas de bienestar se podrían considerar precursoras de sufrir bullying18. Por otro lado, nuestros resultados muestran que menores niveles de resiliencia se asocian igualmente con ser víctima de bullying, lo que nos permite concluir que la resiliencia es un predictor que protege frente al acoso. Estos hallazgos están en consonancia con investigaciones previas, que señalan esta misma asociación19. La resiliencia o resistencia ante la adversidad, en adolescentes actúa como un factor amortiguador frente a los efectos nocivos del acoso19. Los individuos resilientes utilizan estrategias de afrontamiento al estrés que priorizan la resolución de los problemas cotidianos frente a las estrategias emocionales (enojarse, llorar,…) y esto protege frente al acoso y la presencia de síntomas depresivos3 4 5. Otro aspecto de interés se relaciona con la autopercepción, en los estudiantes víctimas de bullying sus valores fueron más bajos, lo que implica peor percepción de su imagen corporal y satisfacción con su cuerpo, esta misma relación se encuentra en investigaciones anteriores20.
En cuanto a los factores sociales, encontramos una mejor percepción de nivel socioeconómico respecto a los pares en el grupo de no víctimas de bullying, aspecto ya reflejado en estudios previos21. La literatura consultada apunta que los adolescentes con un nivel socioeconómico más bajo tienen mayor riesgo de verse implicados en conductas de acoso tanto en el papel de víctimas como en el de agresores2.
La familia sigue siendo un elemento protector esencial para el desarrollo psicológico y social en la adolescencia, aunque la interacción con los pares ocupa un lugar destacado. Una relación positiva entre padres e hijos brinda oportunidades para ayudar a prevenir y superar experiencias de acoso3 22 23. En nuestro trabajo se confirman estas evidencias, detectamos el papel protector del entorno familiar. Los alumnos que experimentan maltratos y humillaciones en casa pueden verse involucrados más fácilmente en incidentes violentos, también en el entorno escolar (como acosados y/o acosadores)11 21.
Los niveles de apoyo social y relación con los amigos fueron más elevados en los adolescentes que no eran víctimas de bullying, lo que sugiere que éstos tienen mayor sentimiento de pertenencia grupal, son más aceptados y tienen más habilidades para formar o mantener relaciones amistosas24. Se sabe que las víctimas son generalmente poco populares en el grupo25y presentan dificultades en las relaciones sociales11, lo que nos induce a pensar que sentirse parte del grupo protege frente al acoso escolar y que los compañeros de clase pueden tener un papel mediador esencial.
Los adolescentes que no sufrieron acoso escolar percibieron mejor clima escolar. Estos hallazgos coinciden con publicaciones previas que encontraron que, en los centros escolares con alta disciplina, con normas estrictas pero justas e implementadas y con profesores involucrados los niveles de acoso eran menores26. Aunque con los datos hasta ahora utilizados no se puede conocer el papel del profesor, hay estudios que lo señalan como un factor protector ante el acoso escolar24e incluso indican que su intervención parando el acoso, es el factor más eficaz para reducir la prevalencia de acoso26.Un ambiente escolar positivo permite la interacción y respeto entre todos sus miembros, mientras que ambientes donde se producen pérdida de actitudes prosociales y falta de respeto hacia los demás, propician situaciones de acoso, y más aún, que estas tiendan a considerarse normales e incluso se produzca un refuerzo de las mismas27.
Limitaciones del estudio
La principal limitación de nuestra investigación es que al ser un estudio transversal no se pueden esTablecer relaciones causa-efecto, no obstante, el análisis descriptivo nos aporta información sobre los factores que pueden estar interviniendo en el acoso. Se hacen necesarias nuevas investigaciones, especialmente estudios longitudinales, que puedan confirmar el posible efecto causal.
CONCLUSIONES
En definitiva, el acoso escolar tiene una elevada prevalencia por lo que se considera un problema social importante que genera preocupación entre padres, profesores y profesionales de la salud por las graves consecuencias que se observan en las víctimas. Desde la perspectiva de la promoción de la salud es importante estudiar cuáles son los factores que protegen frente a la victimización puesto que estos deben ser la base sobre la que se fundamenten las estrategias de intervención.
En nuestro trabajo se destaca cómo la capacidad de resiliencia y el hecho de sentirse bien consigo mismo hacen que los adolescentes sean menos susceptibles a padecer acoso. Las acciones encaminadas a fomentar el control emocional y el respeto por los demás permiten mejorar las fortalezas de los adolescentes. Otro aspecto esencial pasa por estar integrado en la familia y disponer de apoyos entre los iguales (amigos y compañeros) que actúan en este mismo sentido, conformando una red que protege frente a los acosadores.
Actualmente las intervenciones frente al acoso se realizan mayoritariamente en el entorno escolar. Sin embargo, desde nuestro punto de vista el fenómeno es más complejo y trasciende a otros ámbitos, afectando a la salud física y mental de los acosados, a las relaciones con la familia y los amigos y al clima escolar. Por tanto, las intervenciones deberían ser multisectoriales, la enfermera de atención primaria podría tener un papel relevante en la detección temprana y prevención del acoso escolar28. La figura de la enfermera escolar se está revindicando como agente clave que podría facilitar la coordinación entre los ámbitos familiar, escolar y sanitario contribuyendo a promocionar entornos más seguros y libres de violencia para nuestros jóvenes 29 30.