Sr. Director:
En los últimos años ha crecido la prevalencia de pacientes con enfermedad renal crónica avanzada (ERCA) portadores de catéteres venosos centrales (CVC) tunelizados para hemodiálisis1,2.
La bacteriemia relacionada con el catéter (BRC) constituye una de las principales causas de morbimortalidad en estos pacientes2.
Los microorganismos responsables de 2 terceras partes de estas bacteriemias son bacterias grampositivas2, sin olvidar al resto de microorganismos.
Ochrobactrum anthropi es un bacilo gramnegativo, no fermentador, aerobio, móvil, oxidasa y ureasa positivo3. Es ubicuo en la naturaleza y puede encontrarse en entornos hospitalarios. Se han descrito varios casos de bacteriemia asociada a este microorganismo en pacientes inmunodeprimidos, aunque también ha aparecido algún caso en pacientes inmunocompetentes4,5, siendo infrecuente su aislamiento como responsable de BRC.
A continuación se describen 2 casos de bacteriemia por este microorganismo en los últimos meses, en pacientes portadores de CVC para hemodiálisis.
Varón de 84 años, portador de marcapasos, diagnosticado de ERCA secundaria a nefropatía diabética en programa de hemodiálisis a través de CVC tunelizado yugular, que ingresa con el diagnóstico de BRC por Ochrobactrum anthropi. Se inició tratamiento con gentamicina posdiálisis y sellado del CVC con ciprofloxacino, desestimándose inicialmente el recambio del CVC por alto riesgo de desgarro del vaso y movilización del cable del marcapasos que se encontraba enrollado sobre el catéter (fig. 1). Tras 4 semanas de antibioterapia, ante la ausencia de clínica infecciosa y la negativización de los hemocultivos, se suspendió el tratamiento.
Tres meses después presenta un nuevo episodio de BRC por Ochrobactrum anthropi, tratándose con meropenem y trimetoprim/sulfametoxazol por antibiograma. Se realizó un ecocardiograma transesofágico descartando la existencia de endocarditis. Finalmente, ante la persistencia del cuadro, se decidió la retirada del marcapasos y del CVC con implante de nuevo marcapasos epicárdico y CVC femoral, con resolución del cuadro, y sin posteriores recurrencias.
El 2.° caso es el de una mujer de 88 años, diabética e hipertensa, con importante vasculopatía, diagnosticada de ERCA secundaria a nefropatía diabética, en hemodiálisis a través de CVC femoral, que ingresa por shock séptico de origen incierto. Se inicia antibioterapia empírica con vancomicina y meropenem, confirmándose el diagnóstico de BRC por Ochrobactrum anthropi. A pesar de notable mejoría clínica, ante la persistencia de la fiebre y dado el antecedente del caso previo, se decidió retirada del CVC, y completar tratamiento con ciprofloxacino, implantándose nuevo CVC, con resolución del cuadro, y sin nuevas complicaciones infecciosas.
La BRC por Ochrobactrum anthropi constituye una enfermedad muy infrecuente en nuestro medio. Este microorganismo es un bacilo gramnegativo, ubicuo en la naturaleza, perteneciente a la familia Brucellaceae, dentro de la clase Alphaproteobacteria3. En los últimos años ha aumentado su importancia como patógeno emergente en pacientes con compromiso inmunológico, especialmente en ambientes hospitalarios6, y la infección más frecuentemente descrita es la BRC, debido a la fácil adherencia de esta bacteria a materiales sintéticos de uso hospitalario, característica similar a los del género Staphylococcus5.
Aunque la mayoría de los casos de infección por este microorganismo han sido descritos en pacientes inmunodeprimidos, se ha descrito algún caso en inmunocompetentes4,5.
Hasta la actualidad son escasos los casos publicados de bacteriemia en pacientes en hemodiálisis5,7-9, ninguno de ellos en España.
Se han descrito cuadros de endoftalmitis, meningitis, endocarditis, osteocondritis, absceso pancreático y absceso pelviano.
En la mayoría de ellos, las cepas de Ochrobactrum anthropi eran resistentes a los betalactámicos y grupos de antibióticos como penicilinas, cefalosporinas y aztreonam, siendo sensibles a aminoglucósidos, fluoroquinolonas, carbapenémicos, tetraciclinas y trimetoprim/sulfametoxazol. La resistencia es mediada en parte por la presencia de ß-lactamasas de tipo AmpC inducibles10. En nuestros casos se cumple este patrón de sensibilidad y resistencia.
Debe señalarse finalmente que, al igual que en los otros casos publicados, no evidenciamos signos locales de infección en el sitio de inserción del catéter, siendo escasa la expresividad clínica del cuadro, excepto por la presencia de fiebre. En el segundo caso fue destacable la severa afectación del estado general de la paciente, sin datos de focalidad infecciosa, mejorando rápidamente tras iniciarse la antibioterapia. Todo ello plantea la necesidad de una elevada sospecha clínica con diagnóstico y tratamiento precoz.
Como conclusión, es importante destacar el papel emergente de Ochrobactrum anthropi como patógeno responsable de la BRC tunelizados para hemodiálisis. Consideramos, asimismo, que es importante un tratamiento antibiótico intravenoso precoz, y en caso de no obtener una respuesta a las 48-72 h de inicio del mismo, debe realizarse una retirada precoz del catéter de diálisis para la erradicación definitiva del microorganismo.