Introducción
En noviembre de 2019 fue informado a nivel mundial el brote de una enfermedad respiratoria denominada COVID-19, esta enfermedad es causada por un coronavirus que es responsable del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2).1,2 Su primer registro fue en la ciudad de Wuhan, en China. A partir de ese momento y con solo dos meses de evolución se confirmaron miles de casos positivos para COVID-19 en diferentes partes del mundo, lo que resultó en innumerables muertes.2 La Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó el 11 de marzo de 2020, que la situación de transmisibilidad del virus aumentaba exponencialmente y que se había caracterizado como una pandemia.1,2
En ese contexto, el Ministerio de Salud de Brasil exigió el desarrollo de estrategias para afrontar el COVID-19, haciendo una llamada a los servicios de salud y responsabilizando a los trabajadores de las distintas áreas. La atención en salud dentro del Sistema Único de Salud (SUS) brasileño, envuelve desde el ámbito curativo hasta el de la promoción, exigiendo la acción interprofesional para que las prácticas sean resolutivas.
En la interprofesionalidad las concepciones están vinculadas a la noción de trabajo en equipo, y son marcadas por la reflexión sobre los roles profesionales, por la resolución de problemas y por la negociación en los procesos de toma de decisiones. Eso acontece a partir de la construcción del conocimiento, de manera dialógica y con respecto a las singularidades, a las diferencias de los distintos núcleos de conocimiento y a las prácticas profesionales.3 En esta dirección, la Organización Panamericana de la Salud (OPAS) y la OMS han presentado propuestas que hacen factibles los compromisos para incorporar la Educación Interprofesional (EIP) para la transformación de los sistemas de salud. La EIP representa una estrategia para calificar la capacitación en salud, basada en la articulación de diferentes profesiones y en la comprensión del proceso salud-enfermedad, en contraste, el modelo de capacitación especializado es desalineado con las demandas sociales y las prácticas de salud4.
En línea con esta idea, el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación de Brasil articularon un programa llamado "O Brasil Conta Comigo", en el que los estudiantes del último año de los cursos de medicina, enfermería, fisioterapia y farmacia, comenzaron a ser llamados para actuar dentro del sistema de salud.6 La medida tiene como objetivo fortalecer la confrontación a la pandemia; en este sistema, los estudiantes trabajarían en el SUS, actuando en unidades de Atención Primaria de Salud, unidades de Atención de Emergencia, establecimientos de la red hospitalaria, establecimientos destinados a la atención de los indígenas, las comunidades quilombo restantes y las comunidades ribereñas.6
El círculo de cultura expuesto por el científico brasileiro Paulo Freire, es una metodología que ha demostrado promover la reflexión e interacción entre los participantes, tornándose adecuada para el propósito de este trabajo.7 Por el riesgo que implica el contacto físico en medio de una pandemia, los autores adaptaron la metodología para ser elaborada virtualmente y la aplicaron a los estudiantes aptos a actuar en el programa "O Brasil Conta Comigo". Este trabajo tiene como objetivo compartir el resultado de la experiencia de un círculo de cultura virtual, para conocer las percepciones que los estudiantes tienen sobre su desempeño interprofesional y la posibilidad de actuar contra el COVID-19.
Desarrollo del círculo de cultura
Para la realización de este trabajo fue utilizada la metodología del círculo de cultura en la dimensión virtual, a través de la aplicación Zoom®; para ello fueron utilizados equipos electrónicos (celulares y computadoras) para la conexión con los estudiantes. El círculo de cultura es una metodología utilizada para responder a los objetivos de las investigaciones participativas, como una forma de agregar e integrar a todos, desde la perspectiva de la pedagogía crítica.7 El círculo se desarrolla a través de tres fases: (1) investigación temática, (2) codificación y decodificación de temas generadores, y (3) revelación crítica de la realidad encontrada.7
Para el desarrollo de la actividad, existe la figura del mediador, que participa en todas las fases anteriormente mencionadas, contribuyendo con la construcción del conocimiento, de manera colectiva y coherente con la realidad reflejada en los diálogos del grupo.7 Los participantes fueron16 académicos en total. La actividad se llevó a cabo en junio de 2020, con una duración total de dos horas y media. El rango de edad de los participantes es de 19-24 años. De los 16 participantes, 11 eran mujeres y 5 eran hombres. La distribución entre los diferentes cursos fue: 4 eran estudiantes de medicina, 7 de enfermería, 1 de psicología, 2 de fisioterapia y 2 de farmacia.
Antes de iniciar la actividad, el mediador programó una reunión virtual con los participantes, en la que explicó la propuesta, seguidamente se incorporó la lectura de un artículo científico sobre la interprofesionalidad en salud. Fueron realizados todos los ajustes como la imagen, el sonido y todas las cuestiones técnicas. Fue definida la fecha y el horario para realizar la actividad. Para poder dar inicio a la primera fase de la actividad, el mediador reflexionó con los estudiantes sobre algo que todos los profesionales de la salud utilizan en atención en salud, a fin de establecer una línea de conexión entre los participantes. En este contexto, "la bata de laboratorio" fue escogida como punto en común para la realización del círculo de cultura.
Según lo expresado por los propios estudiantes, la bata de laboratorio los conectaba, porque, además de ser un Equipo de Protección Individual (EPI), los usuarios de los servicios los identifican como miembros del equipo de salud. Para dar continuidad en la actividad, el mediador hizo la analogía entre la bata de laboratorio y el círculo de cultura, en donde se pudo percibir que la bata de laboratorio está constituida de varios elementos que hacen parte de su construcción y uso. De la misma forma, el círculo de cultura está constituido de tres etapas que se conectan entre sí.
En ese sentido, el tejido fue considerado como la investigación temática, los accesorios como los botones y los bolsillos fueron considerados como codificación y decodificación, y la identificación (nombre) en la bata de laboratorio fue considerado como revelación crítica (Figura 1).
En la fase de la investigación temática, fue presentada una bata blanca con el objetivo de reflexionar con los estudiantes sobre las implicaciones que tenía la elección del tejido al comprar una bata de laboratorio, y se pudo percibir que el tejido utilizado en la fabricación de las batas, es un factor importante para el mantenimiento y la durabilidad. Seguidamente, fue realizado un levantamiento de percepciones con respecto al enfrentamiento del COVID-19 entre los participantes, utilizando como puntos centrales de discusión, el trabajo interprofesional en equipos de salud, y la voluntad de hacer parte de esos equipos. Los participantes eligieron dos temas generadores: (1) Fronteras de la interprofesionalidad; (2) ¿Estamos preparados para actuar en la lucha contra la COVID-19?
En una segunda fase fueron codificados y decodificados los temas generadores, buscando caracterizarlos, expandiendo el conocimiento por su significado. Para lograrlo, se caracterizó la personalidad de cada profesional y se realizó una analogía con la bata de laboratorio. Con la codificación y la decodificación de los temas generadores, comienza el proceso de sensibilizar a los participantes para adquirir una conciencia crítica.7 En este momento, se genera un movimiento del pensamiento, a través de la abstracción, que es dialéctico en el proceso de toma de conciencia. De esta forma, los participantes observan los problemas desde fuera del escenario, de manera dialógica y renunciando a visiones idealizadas, proyectando una mirada crítica y consciente de la realidad.
Algunos extractos del artículo de interprofesionalidad en salud sugerido anteriormente fueron puestos en debate entre los participantes. La actividad ocurrió dinámicamente y fueron expuestos los deseos y las percepciones alrededor del primer tema generador (Fronteras de la interprofesionalidad), conjuntamente el mediador anotaba las revelaciones compartidas y promovía la dinámica incentivando el diálogo, la codificación y decodificación de los temas generadores.
Del mismo modo se discutió el segundo tema (¿Estamos preparados para actuar en la lucha contra COVID-19?). Después de compartir con todos los involucrados en el círculo de cultura, las discusiones del grupo fueron rescatadas por el mediador para validar los datos, que se organizaron como se muestra en la Figura 2.
En la fase de desvelamiento crítico, se creó conciencia sobre los temas generadores investigados, a través del diálogo. Hubo un proceso de sensibilización sobre las posibilidades reales que tenían los estudiantes para actuar significativamente en el enfrentamiento al COVID-19. Durante la actividad, se destacó la importancia de la identificación con el nombre del profesional en la bata de laboratorio. La correcta identificación es lo que permite diferenciar un profesional del otro. En esta fase, se desvelan los aprendizajes significativos adquiridos por los estudiantes a través de la participación. Una vez que el objetivo fue alcanzado, ocurrió una ruptura en el proceso de construcción de los significados.
La bata, que estuvo en poder del mediador todo el tiempo, fue colocada virtualmente en poder de los participantes, colocando con esto, un antes y un después como punto de ruptura. El antes, fue caracterizado con la pregunta ¿Qué dejo atrás? Y el después fue caracterizado con la pregunta ¿Qué me llevo de aquí en adelanté A continuación, los participantes deberían describir en la parte delantera de la bata, lo que tomarían de ahora en adelante. En la parte posterior de la bata, lo que dejarían atrás (Figura 3).
En la etapa de desvelamiento crítico, también conocida como la fase de problematización o reducción temática, la conciencia se expande a través de conceptos. Los involucrados expresan su visión del mundo, su forma de pensar y su percepción de la realidad experimentada, el mediador por su parte reduce al mínimo la intervención directa en el diálogo.7,8 Los estudiantes presentaron uno a uno sus realidades y posibilidades, en un intercambio de conocimiento y respeto, a través del aprendizaje mutuo, que permitió la reflexión para la transformación,9 influyéndose mutuamente para superar los desafíos y las preocupaciones sobre el COVID-19.
Resultados de la experiencia
El primer tema generador, "Fronteras de la interprofesionalidad", fue discutido en función de su importancia como interfaz para hacer frente al COVID-19. Los participantes del círculo, en esta perspectiva, mencionaron la relevancia del trabajo colaborativo, en el sentido de considerar los diferentes conocimientos que operan dentro del alcance de la salud pública.
El trabajo en equipo debe considerar el carácter de cada profesión, además de otros conocimientos y prácticas, esenciales en el acto de cuidar, que implican actitudes de respeto y humanización entre profesionales de diferentes centros de conocimiento. La interprofesionalidad, además de garantizar la salud de las personas y las comunidades, también promueve la realización personal de los trabajadores.10 Con tales contornos, el trabajo interprofesional, requiere la autonomía de las personas, para que actúen como protagonistas en el proceso del cuidado. Este enfoque estimula el proceso de trabajo compartido e interactivo, dirigido a la colaboración y la calidad de la atención, una estrategia importante durante la formación de profesionales de la salud.3
Los estudiantes consideran, que, para superar las fronteras de la interprofesionalidad, es necesario avanzar en el modelo biomédico que predomina en los servicios de salud. En este modelo, a pesar de los avances relacionados con las iniciativas del SUS, todavía existe un reduccionismo biológico y la centralidad en una postura jerárquica y autoritaria de los profesionales hacia las personas.11 En esta dirección, cuando se desea el trabajo interprofesional, es necesario invertir en el respeto por las diferencias, considerar todos los puntos de vista y comprender la complementariedad de los conocimientos y las prácticas en la composición del trabajo.11Los participantes reconocen el papel de la interprofesionalidad y de las prácticas colaborativas para generar satisfacción, tanto para quienes son atendidos como para los trabajadores de la salud, reforzando el compromiso de fortalecer los sistemas de salud.12,13 Hacer frente a la pandemia ha requerido creatividad y capacidad de movilización, más allá de los protocolos conocidos, con el objetivo de transformar la forma de trabajar y aprender en conjunto, desde el concepto de la interprofesionalidad.
En el segundo tema generador, frente a la pregunta "¿Estamos preparados para actuar en la lucha contra COVID-19?", los estudiantes reconocen su importancia, como como piezas de un mismo equipo y la relevancia del conocimiento específico. A pesar del sentimiento de responsabilidad y protagonismo, los estudiantes presentaron muestras de miedo e inseguridad, que surgen a partir de cuestiones personales y profesionales.
El sentimiento de miedo fue recurrente en los discursos de los estudiantes, tanto en términos de protegerse a sí mismos (miedo a contaminarse) como de proteger a los demás, especialmente a los miembros de la familia. Cuando se exacerba, el miedo puede ser perjudicial para la salud mental de las personas.14 Durante los períodos de pandemia, existe un aumento en la prevalencia de síntomas de ansiedad, estrés y trastornos mentales entre los profesionales de la salud. Principalmente entre los médicos y las enfermeras, que se ocupan directamente de hacer frente a la enfermedad.15 Entre los estudiantes, existen fatores que pueden generar estrés, tales como, la falta de competencia, la impotencia y la incertidumbre son causantes del aumento de síntomas psíquicos16. Además, la pandemia ocasionada por el COVID-19 ha tenido implicaciones para otras esferas de la vida, imponiendo cambios en la forma de vivir, trabajar y organizarse, lo que genera sentimientos de impotencia y abandono, y una mayor inseguridad sobre el futuro.14 Vinculado a este contexto, existe la inseguridad de actuar en una situación nueva, en donde los conocimientos son adquiridos a partir del trabajo diario.17 Los protocolos de enfoque terapéutico y preventivo son modificados continuamente, lo que requiere la constante actualización de los trabajadores de la salud.
Sin embargo, la formación en salud, basada en la fragmentación, es insuficiente para proporcionar a los profesionales competencias alineadas en el contexto de una pandemia. Ese panorama aumenta la inseguridad y los sentimientos mencionados anteriormente. Por lo tanto, la EIP puede permitir una ruptura con la cultura uniprofesional en la formación en salud, lo que hace posible superar la fragmentación de la educación y del trabajo, desencadenando en procesos de colaborativos e resolutivos.18
En el escenario brasilero, existen factores agravantes para el desempeño de los profesionales de la salud, como lo son la ausencia de un plan nacional para el control de la pandemia y la contraria postura del presidente de la república, en relación a las orientaciones de la OMS.19 La sociedad quedó dividida políticamente y sin rumbo claro sobre que orientaciones seguir. La seguridad de la salud nacional se vio comprometida, una vez que las decisiones están siendo basadas en valores personales, creencias religiosas y experiencias en ámbito individual.
La ausencia de una política clara para afrontar la pandemia, la baja disponibilidad de EPI y estrategias para proteger a los trabajadores de la salud,20,21 contribuyeron a aumentar los sentimientos de miedo e inseguridad de los estudiantes. Ese sentimiento, crecía constantemente, a la par del creciente número de profesionales infectados y muertos que son publicados diariamente en los principales medios de comunicación del país. Vale la pena mencionar la falta de claridad en el Programa "O Brasil Conta Comigo", con respecto al desempeño específico de estos académicos y los mecanismos de protección que serían destinados a ellos.6
A pesar del deseo expresado por los estudiantes de contribuir a enfrentar la pandemia, ellos se preguntan si serían realmente útiles, y se preguntan cómo podrían contribuir. También refuerzan la inseguridad inherente de un profesional que está en proceso de formación y no ha desarrollado todas las habilidades y destrezas necesarias para el desarrollo del trabajo.
Conclusiones
El Círculo de cultura virtual brindó a los estudiantes un momento valioso para reflexionar sobre la situación de crisis que están experimentando y cómo las profesiones de la salud pueden movilizarse frente a los desafíos planteados. La práctica de la interprofesionalidad surgió naturalmente y los diálogos esclarecieron los compromisos y el consenso sobre la necesidad de colaboración, con el apoyo de estrategias de comunicación y el intercambio de conocimientos entre las profesiones.
La pandemia dio lugar a una sensación de miedo que resultó ser una oportunidad para la reflexión en relación con la preparación académica, el fortalecimiento profesional en área de la salud pública, la importancia del conocimiento científico y la capacidad resolutiva del SUS.
El círculo de cultura, organizado de manera virtual, puede ser utilizado por los servicios de salud, o incluso por otras organizaciones que busquen promover la salud de las personas y las comunidades. Este recurso tecnológico puede proporcionar integración social, en casos donde el contacto o el desplazamiento físico sea inviable. Establecer canales de comunicación entre las personas, en espacios de aprendizaje mediados por el diálogo, puede despertar la motivación y la autonomía para el cuidado en salud, lo que fue evidente con la realización de esta experiencia.