Sra. Directora:
En un reciente editorial publicado en Archivos de Prevención de Riesgos Laborales, Wesseling y Weiss1, analizan diferentes factores que han sido sugeridos para explicar la epidemia de enfermedad renal crónica (ERC) que afecta, de manera casi exclusiva, a comunidades agrícolas de Centro América, Sri Lanka e India.
Aun cuando la literatura existente sugiere varios factores explicativos posibles, el editorial privilegia sin suficiente respaldo a uno de ellos: el estrés térmico. Nuestra inquietud reside en que el establecimiento prematuro de un solo factor “clave”, podría condicionar tanto los esfuerzos investigativos como las intervenciones de salud pública dirigidas a contrarrestar la epidemia. Las autoras afirman que se han encontrado “altos índices” de ERC en Mesoamérica en trabajadores de la construcción o la minería; tal aseveración, sin embargo, no está sustentada en las referencias que las propias autoras invocan para respaldarla. En realidad, dichas referencias destacan un abanico de posibles factores relacionados con el origen o la evolución de la enfermedad sin privilegiar a ninguna de ellas: el trabajo extenuante, el calor, la rehidratación insuficiente, la exposición a algunos agroquímicos u otros agentes tóxicos aún desconocidos.
De hecho, los pocos casos que se han registrado en trabajadores no agrícolas en Nicaragua- que no alcanzan, ni por asomo, proporciones epidémicas- corresponden a sujetos que viven en las mismas comunidades agrícolas, potencialmente expuestos a factores tóxico-ambientales. Paralelamente, no se conoce de expresiones significativas de enfermedad renal crónica de causas no tradicionales (ERCnT) entre operarios de comunidades no agrícolas, que laboran en condiciones de calor extremo: fundiciones de hierro, plantas de ladrillos, fábricas de vidrio, salas de calderas, panaderías, plantas químicas, túneles de vapor o pozos de petróleo2. Afirmaciones tales como que “Hoy día, existe consenso de que el estrés térmico es un factor clave en la nefropatía mesoamericana” o “La evidencia científica apunta hacia el estrés térmico como factor clave en Mesoamérica” distan de estar fundamentadas. De hecho, sobran pruebas de que no existe tal consenso3),(4.
Las autoras desacreditan la posible responsabilidad causal de los pesticidas aduciendo que las investigaciones en regiones con epidemias de ERCnT no proveen prácticamente de evidencia que la apoyen. Sin embargo, no pocos estudios aportan indicios notables a su favor, tanto en Sri Lanka como en Centro América2),(4.
Finalmente, sorprende que este trabajo contemporice con la idea de que la ERCnT está relacionada con el calentamiento global. Más allá de análisis más profundos e integrales que se han realizado sobre este tema2, parece evidente que, si el calentamiento global tuviera un peso significativo en la epidemia, esta también sería global, algo que dista radicalmente de ocurrir.
Desde antes de que existiera casi ningún estudio sobre el tema, los defensores de la hipótesis asociada al estrés térmico y la deshidratación, sugerían que hacia estas condiciones apuntaba “claramente” el conocimiento que se tenía del problema5. Mi punto de vista es que lo que procede es aplicar el principio de preservar nuestra audacia en la formulación de conjeturas (siempre que sean plausibles), pero manteniendo máxima cautela a la hora de elaborar conclusiones.