INTRODUCCIÓN
La violencia contra las mujeres es un problema mundial de salud pública que afecta aproximadamente a un tercio de las mujeres en el mundo, afectando a sus derechos humanos mediante la restricción de su plena participación en la sociedad y afectando su salud y bienestar.1Se define como cualquier acto de violencia que ocasione daños físicos, sexuales o psicológicos a las mujeres.2
En Brasil, datos revelaron que el 29% de las mujeres vivieron alguna situación de violencia a lo largo de la vida. En cuanto a los tipos de violencia, la física fue citada por el 67% de las mujeres, seguida de la psicológica por el 47%, de la moral por 36% y de la sexual por el 15% de ellas.3
La violencia está presente en la vida de las mujeres tanto en el escenario urbano, como en el rural. En este último, se presentan especificidades que la agravan, imponiendo límites a su enfrentamiento. Entre estos, el alejamiento de los recursos colectivos para la búsqueda de ayuda y apoyo, sumado a las distancias geográficas de los centros urbanos, donde esos recursos se encuentran.4 5
Otro límite se refiere a las características de las relaciones entre hombres y mujeres en el escenario rural, permeadas por el machismo, autoritarismo y heterogeneidades de género.6Este contexto de adversidades y exclusión coloca a las mujeres rurales en una condición que favorece la violencia.
Ante la complejidad y el carácter multidimensional de la violencia contra la mujer, su prevención y enfrentamiento requieren la articulación de diferentes sectores, a través de la red de atención. Esta se refiere a la actuación articulada entre instituciones/servicios gubernamentales, no gubernamentales y la comunidad, atravesando diversas áreas como la salud, la educación, la seguridad pública, la asistencia social y la cultura.7
Frente a la problemática y a la meta mundial de eliminación de todas las formas de violencia contra mujeres y niñas en el mundo,8se buscan subsidios para desarrollar respuestas a la violencia contra las mujeres en el escenario rural, partiendo de las concepciones de profesionales de la red de atención.
Así, la pregunta orientadora es: ¿Cuáles son las concepciones de profesionales de la red de atención acerca de la violencia contra las mujeres rurales? Y como objetivo: conocer las concepciones de profesionales de la red de atención acerca de la violencia contra las mujeres rurales.
MATERIAL Y MÉTODO
Investigación descriptiva de abordaje cualitativo, desarrollada en cuatro municipios del estado de Rio Grande do Sul, Brasil. Participaron profesionales, gestores y/o responsables de servicios de la red de atención a las mujeres rurales en situación de violencia. Como criterios de inclusión se listaron: ser profesional, gestor y/o responsable en uno de los servicios y actuar en el cargo desde hace más de seis meses. Y el criterio de exclusión fue: estar de vacaciones o en licencia de cualquier naturaleza en el período de generación de los datos.
Inicialmente, la investigadora responsable entró en contacto con los gestores o responsables de los servicios, siendo elaborada una lista de los posibles participantes, que posteriormente fueron contactados para programar un encuentro, con el fin de invitarlos a participar de la investigación. Este encuentro fue en los servicios en que los participantes actuaban, en horario previamente programado. Después de estos procedimientos, 26 participantes constituyeron el estudio.
Las áreas y servicios en los que éstos actuaban eran: agricultura - Secretaría Municipal de la Agricultura y Empresa de Asistencia Técnica y Extensión Rural; asistencia social - Centro de Referencia de Asistencia Social, Centro de Referencia Especializado Asistencia Social y Consejo Municipal de la Mujer; salud - Coordinadora Regional de Salud y Secretaría Municipal de Salud; educación - Secretaría Municipal de Educación; y la policía - Comisaría de Policía Civil. Se destaca que con excepción del área de la salud, por medio de Unidades de Estrategia de Salud de la Familia, los demás servicios se localizaban en el escenario urbano de los municipios.
Sobre la caracterización de los participantes, 18 (69,2%) eran mujeres y ocho (30,8%) eran hombres. En cuanto a la formación, 23 (88,5%) tenían enseñanza superior completa y tres (11,5%) tenían enseñanza media completa. Sobre las áreas en las que los participantes trabajaban, siete (26,9%) actuaban en la agricultura, seis (23,1%) en la asistencia social, cinco (19,2%) en la salud, cinco (19,2%) en la policía y tres (11,6%) en la educación.
Para la generación de los datos, se utilizaron entrevistas semi-estructuradas para las cuales se construyó un itinerario que contenía dos ejes: el primero compuesto por preguntas cerradas relacionadas con los datos sociodemográficos y de formación de los participantes; y el segundo, constituido por preguntas abiertas acerca del objeto de estudio.
Las entrevistas se hicieron mediante programación previa, siendo realizadas individualmente en local reservado en el propio servicio. Se grabaron (audio), durando en promedio una hora. La generación de datos fue de diciembre de 2013 a junio de 2014 y se cerró con base en el criterio de la saturación temática.9
Para el análisis de los datos, se optó por el análisis de contenido temático constituido por tres polos cronológicos.10Antes de iniciarla, se realizó la transcripción íntegra del material empírico, constituyendo el corpus de la investigación. En el primer polo, pre-análisis, se realizó la escucha atenta de las grabaciones y lectura flotante del corpus. En el segundo polo, la exploración del material, hubo el recorte/codificación del corpus en unidades de registro y unidades de contexto. Después, las unidades de registro fueron reunidas por semejanzas de sentido y releídas, constituyendo las categorías. En el tercer polo, tratamiento de los resultados, inferencia e interpretación, se propusieron inferencias e interpretaciones acerca de los resultados.10
La investigación fue aprobada por el Comité de Ética en Investigación Local bajo el Dictamen número 514.865. Respondió a los preceptos éticos de la Declaración de Helsinki y de la Resolución 466/2012 del Consejo Nacional de Salud, que se aplica a estudios con seres humanos. Así, los participantes fueron esclarecidos sobre los objetivos de la investigación a través del Término de Consentimiento Libre y Esclarecido, que fue firmado en dos vías. Sobre la garantía del anonimato, los participantes fueron identificados con la letra “P” de participante seguida de una cifra numérica creciente para representar la secuencia de las entrevistas realizadas y de la unidad de registro correspondiente.
RESULTADOS
En el análisis de los datos, surgieron dos categorías: Violencia contra las mujeres rurales: aspectos culturales y generacionales, heterogeneidades de género y naturalización, y Violencia contra las mujeres rurales: los diferentes tipos de violencia a las que están sometidas.
Las concepciones de los profesionales son respaldadas por la “nube de palabras” (Figura 1), cuyas palabras expresan la esencia de las ideas centrales del estudio.
Violencia contra las mujeres rurales: aspectos culturales y generacionales, heterogeneidades de género y naturalización
Esta categoría reúne los hallazgos que apuntan que la violencia contra las mujeres rurales está relacionada a aspectos culturales y generacionales y a las heterogeneidades de género, lo que lleva a la naturalización de la violencia.
Los participantes revelaron que la violencia contra las mujeres rurales está ligada a las cuestiones culturales que se perpetúan en el escenario rural. Citaron que esta violencia es vivida por varias generaciones dentro de la misma familia.
[en el rural]parece que ellas aceptan eso [violencia] por ser cultural.(P7UR1)
Muchas mujeres lo ven como una normalidad, porque mi padre golpeaba a mi madre también.(P2UR8)
Hay una cuestión cultural, que ellas [las mujeres rurales] entienden que merecen [la violencia] porque sucedió con mi madre, va a suceder con mi hija.(P26UR6)
Aquella mujer fue criada en aquel sistema de violencia y no logra discernir lo que es una violencia y lo que no lo es. (P3UR3)
Otro aspecto se refiere a las relaciones entre hombres y mujeres en el escenario rural, pautadas en el machismo, patriarcado y en la dominación masculina, que tradicionalmente naturalizan la superioridad del hombre y la sumisión de la mujer.
La violencia contra la mujer es mucho por la cuestión machista. (P21UR6)
Yo soy hombre, tienes que ser sumisa. (P12UR2)
El control patriarcal del hombre existe. (P19UR2)
Por el hecho de convivir desde la infancia con la violencia en la familia, muchas mujeres rurales acaban no reconociendo tales situaciones como una violencia, naturalizándolas.
Yo las veo y no saben que están sufriendo violencia. (P25UR2)
Para ellas está todo bien, por eso no aparece mucho para la sociedad, pero nosotros sabemos que existe.(P11UR4)
Violencia contra las mujeres rurales: los diferentes tipos de violencia a que están sometidas
En esta categoría, se presentan los diferentes tipos de violencia que las mujeres rurales viven.
Uno de los tipos de violencia citados se refiere a la física, manifestada por marcas visibles, como hematomas en la cara, siendo practicada por el hombre, en especial el marido y/o compañero, por el uso de la fuerza física o de objetos.
Nosotros vemos a muchas mujeres con marcas en la cara, hematomas. (P17UR2)
Llegan situaciones que el hombre golpea a la mujer con objetos ya veces con la propia fuerza física.(P20UR1)
Son más estos ejemplos: la bofetada, el puñetazo, el puntapié.(P6UR3)
Otros tipos de violencia corresponden a las violencias moral y psicológica, a partir del uso de palabras para despreciar y desmerecer a la mujer. Consideradas por los participantes agresiones tan o más graves en cuanto a la violencia física.
Muchas veces la mujer no sufre violencia física, pero sufre acoso moral y eso también es violencia [...].(P8UR2)
Hay casos que no es física, es emocional [...] la agresión es la misma [...].(P13UR1)
La moral es una de las más tristes.(P14UR1)
Palabras para convencer a la mujer de que ella no tiene valor [...] lastimarla con palabras.(P8UR3)
La violencia sexual es otro tipo de violencia relatada vista como la obligatoriedad de mantener relaciones sexuales.
Ella tiene que hacer sexo a la hora que él quiera. (P2UR7)
De acuerdo con los participantes, la dependencia en relación al marido también caracteriza un tipo de violencia, que tiende a imposibilitar la independencia de éstas y la ruptura de la situación de violencia.
Las mujeres rurales dependen del marido para vivir. (P10UR2)
La mujer, por la dependencia del hombre, acaba por no tener dinero. (P21UR5)
[...]ellas quieren salir de esa situación, pero no tienen condiciones financieras.(P23UR2)
Los participantes señalaron que otro tipo de violencia es la privación de libertad, en la que la mujer es impedida de salir de casa y participar en grupos y consejos.
Creo que sucede cierto encarcelamiento de la mujer, privación de la libertad. (P12UR2)
Hay muchos hombres que dificultan la participación de las mujeres en grupos, en consejos. (P14UR5)
Mantener a esas mujeres dentro de casa. (P9UR1)
Las jornadas de trabajo de las mujeres rurales también son referidas como un tipo de violencia, caracterizadas por el trabajo doméstico que la mujer realiza sola y por el trabajo del campo, desarrollado con el marido. Uno de los participantes denomina el trabajo de la mujer rural como esclavo.
La mujer del interior tiene doble jornada [...] trabajar dentro de casa y en condiciones precarias, y aún tiene el trabajo del campo [...] trabaja junto con su marido. (P25UR1)
Cuando la mujer sólo se queda dentro de casa es aquella historia: no hace nada. Es una violencia, las dobles, triples jornadas. (P26UR3)
Creo que una agresión es ser esclava del trabajo. (P16UR2)
DISCUSIÓN
A partir de estas palabras, se infiere que en el escenario rural la violencia contra las mujeres es influenciada por las cuestiones culturales que permean el día a día de las familias, llevando a la violencia de modo intergeneracional.
En este sentido, es visible la dificultad impuesta por las barreras culturales en el reconocimiento de las situaciones de violencia, pues las mujeres entienden que deben conformarse con la realidad que se les impone.11 Así, la cultura del escenario rural muchas veces minimiza y oculta el reconocimiento de la violencia.
La reproducción histórica de la violencia se debe por la presencia de ésta en la vida de las mujeres desde la infancia, a partir de las relaciones familiares.12 Por sus madres consideran natural la vivencia de la violencia en la familia, éstas repasan a las hijas que es una situación habitual y acepTable, legitimándola.
En este escenario, fuertemente influenciado por el machismo y patriarcado, es culturalmente permitido que el hombre se sobreponga a la mujer y así pueda ejercer la violencia. La ideología patriarcal que regula los papeles de género coloca a las mujeres en situación de subordinación.13 14Esto promueve la perpetuación de comportamientos agresivos por parte de los hombres y deja a las mujeres pasibles de vivir la violencia.13 15
Los papeles de género han sido social e históricamente construidos, estando enraizados en las relaciones de poder y autoridad entre hombres y mujeres16, naturalizando la violencia contra éstas, destacando las que viven en el escenario rural.
La naturalización de la violencia se vuelve frecuente, entre otros, por una cultura que propaga la imagen de la mujer, como aquella que acepta ser dominada por el hombre. De este modo, la violencia se expresa en todas las esferas de la vida de las mujeres y termina reproduciéndose en lo cotidiano como natural. En esta perspectiva, un estudio observó que las mujeres relatan la existencia de normas sociales que determinan que sean sumisas a su compañero.17
La mujer que convive con la violencia se siente presa a esa realidad, pues está incorporada en la construcción de su identidad a la condición de que las mujeres tienen el deber de aceptar y someterse a lo que es impuesto por los hombres. Esta naturalización hace al hombre dominar las diversas fases de la vida y el del cuerpo de las mujeres, con destaque para las del escenario rural.
Los participantes citaron los diferentes tipos de violencia a que las mujeres rurales son susceptibles, entre ella la violencia física. Diversos estudios han mostrado que las mujeres rurales viven esta violencia, especialmente efectuada por el compañero íntimo.6 13 15Un estudio con mujeres rurales y urbanas mostraron que la proporción de mujeres rurales que sufrieron violencia física fue significativamente mayor que la de las mujeres urbanas.18
El empleo de la violencia física por los hombres es una construcción que comienza aún en la infancia, cuando se les instiga a realizar bromas que alientan el uso de la fuerza física a través de luchas y del uso de armas. Mientras que las niñas son estimuladas a jugar con las muñecas, por ejemplo. En este ámbito, se refuerzan las iniquidades de género, en que a la mujer cabe ser frágil y delicada y al hombre ser fuerte y tener poder.
Las violencias psicológicas y morales también citadas por los participantes como tipos de violencia contra las mujeres rurales, se relatan en otros estudios.6 13 18 19Uno de ellos desarrollado con mujeres rurales de Pakistán mostró que el 65% de estas viven diferentes tipos de violencia, siendo la violencia psicológica más común.19
Corroborando con este estudio, otras investigaciones traen que estas violencias se manifiestan a través de insultos, humillación, insultos y desprecio de las mujeres.6 13 20Estas son empleadas con el objetivo de hacerlas sentirse sin valor, que son consideradas por las mujeres como más intensas que la violencia física.20
Al buscar convencer a las mujeres de que éstas no tienen valor, el agresor las lleva a creer que no son capaces de vivir sin él, lo que dificulta que éstas salgan de la situación de violencia.14Se destaca que las violencias psicológicas y morales tienen diversas repercusiones en la vida de las mujeres, como la reducción de la autoestima, lo que puede implicar en el desarrollo de trastornos mentales como ansiedad y depresión, entre otros.
La violencia sexual fue relatada por los participantes como otro tipo de violencia contra las mujeres rurales, yendo al encuentro de hallazgos de estudio desarrollado con Agentes Comunitarios de Salud.6El hecho de que el marido y/o el compañero obligan a la mujer a mantener relaciones sexuales con él es una de las formas de hacerla cumplir su papel de esposa, satisfaciendo sus voluntades, y nuevamente demarcando las desigualdades de género presentes en la relación hombre-mujer.
Entre los tipos de violencia contra las mujeres rurales, los participantes mencionan la dependencia tanto financiera y afectiva de las mujeres. Estas repercuten en la dificultad de las mujeres para la superación de las situaciones de violencia y así tienden a consentir por diversos motivos. Uno de ellos es el hecho de que no se sienten preparadas para encarar los desafíos de vivir sin el apoyo financiero del marido. La situación se agrava cuando tienen hijos6, por creer que éstos sufrirían si dejan la relación.17Otro motivo es el deseo de mantener la familia unida.5
La privación de libertad es otro tipo de violencia contra las mujeres rurales relatadas. Para su ejercicio, por medio de su posición de superioridad, el hombre dificulta e incluso impide que la mujer disfrute de actividades fuera del ambiente doméstico, ya que ésta en los escenarios rurales tiene sus funciones ligadas al hogar y al hombre a la vida pública.
Así, la dificultad de convivir con otras personas por el distanciamiento geográfico y control del hombre, dificulta la búsqueda de ayuda para la ruptura de las situaciones de violencia. El lugar donde la mujer vive generalmente está lejos de otras casas y recursos creando un obstáculo para el contacto con otras personas.21
Las jornadas dobles y triples de trabajo desempeñadas por las mujeres en los escenarios rurales también se denominan como uno de los tipos de violencia. Estas jornadas están ligadas a la división desigual del trabajo, que sobrecarga a las mujeres, pues éstas tienen la obligación de cuidar del hombre, hogar, hijos y marido y/o compañero, y aún realizar actividades en la labranza. En cuanto al hombre, como proveedor de la familia, tiene los servicios con la labranza, que tiene generación directa de ingresos.6Ya las mujeres por estar involucradas con actividades que no repercuten directamente en la renta, tienen su trabajo invisible.
Las jornadas de trabajo de las mujeres rurales están ligadas a las desigualdades de género, en que las mujeres se subordinan al hombre, y con ello su trabajo es visto como una ayuda, aunque trabajen tanto o más que él.21De esa forma, la organización social y del trabajo reverbera en el sufrimiento de las mujeres por la sobrecarga de trabajo e invisibilidad de éste.23
Aunque muchos tipos de violencia citados por los profesionales también alcanzan a mujeres que viven en el escenario urbano, existen singularidades en el escenario rural que agravan todos los tipos de violencia. Estas se relacionan con una construcción sociocultural que refuerza la fragilidad y resignación de las mujeres ante los hombres. Las mujeres en este escenario, en general, tienen poco estudio y jornada excesiva de trabajo, restringiendo la convivencia con los miembros del núcleo familiar. A estos aspectos se suma la presencia de servicios de atención y apoyo casi exclusivamente en el escenario urbano y distante geográficamente. Esto tiende a limitar las posibilidades de enfrentamiento de la violencia por las mujeres en este escenario.
Las limitaciones de esta investigación se refieren a estudios cualitativos descriptivos, sobre todo por haber sido desarrollados a nivel local, perjudicando la generalización de los hallazgos. A pesar de ello, la investigación alcanzó sus objetivos y tiene como aplicabilidad proporcionar la reflexión de los profesionales de la red de atención sobre la violencia contra las mujeres rurales, los cuales articuladamente pueden desarrollar estrategias que contemplen las especificidades de esta población. Una de las estrategias sería promover la desnaturalización de la violencia contra la mujer en ese contexto, pues al hacerla visible para quien la vive puede facilitar su enfrentamiento.
Como implicaciones para nuevas investigaciones, se tiene la posibilidad de desarrollar estudios con enfoques metodológicos participativos cuyas participantes sean las propias mujeres rurales en situación de violencia.
CONCLUSIONES
Los resultados revelaron que los profesionales ven la violencia contra la mujer rural íntimamente relacionada a aspectos culturales y generacionales y a las heterogeneidades de género, que llevan a la naturalización de la violencia en este escenario. Sus concepciones apuntan a los diferentes tipos de violencia que las mujeres rurales viven cotidianamente: violencia física, psicológica, moral, sexual, dependencia, privación de libertad y dobles y triples jornadas de trabajo. Las desigualdades en el escenario rural se refuerzan, especialmente las de género, perpetuando la condición de subyugación de las mujeres.
El estudio alerta para la naturalización de la violencia por las mujeres que la viven y la premura de la superación de las desigualdades de género socioculturalmente esTablecidas. En el caso de las mujeres rurales en situación de violencia, se plantea la importancia del trabajo en la red de atención, para que a través de la incorporación de acciones conjuntas, se desarrollen estrategias que resulten en el cuidado integral a las mujeres rurales en situación de violencia.