Introducción
Se entiende la felicidad como un estado emocional, generado por la interacción de diferentes condiciones que actúan sobre el individuo, provocando respuestas positivas. Aquellos sujetos que demuestran mayores niveles de felicidad llegan a un mayor desarrollo social y económico a través de la autorrealización con el trabajo (Carballeira, González y Marrero, 2015). Por contra, es importante considerar las consecuencias desfavorables que pueden ir asociadas a los estados emocionales de carácter negativo. En esta línea, la ansiedad puede dificultar el adecuado desarrollo del autoconcepto, dificultades en el proceso de socialización y malestar (Gómez-Ortiz, Casas y Ortega-Ruiz, 2016). Estos estados emocionales también pueden ser responsables de problemas emocionales, incluso pensamientos de suicidio (Bazán-López, Olórtegui-Malaver, Vargas-Murga y Huayanay-Falconí, 2016). Sin embargo, los estados emocionales de carácter positivo, se relacionan con mayores niveles de autoestima, lo que puede favorecer el desarrollo de conductas saludables. Esto facilita la calidad de vida física y mental, permitiendo su crecimiento positivo. Se ha demostrado que mayores niveles de felicidad aminoran los estados emocionales negativos como la depresión, el estrés y el pesimismo. Los trastornos emocionales son menos frecuentes entre personas con elevados niveles de felicidad. Del mismo modo, aquellos que reflejan niveles inferiores de felicidad se relacionarían con mayor número de problemas de salud mental (Moreno-Rosset, Arnal-Remón, Antequera-Jurado y Ramírez-Uclés, 2016).
Se puede intuir cierta independencia entre el nivel de felicidad manifestado por el sujeto y su edad dado que no se encontraron diferencias significativas en la manifestación de este estado emocional en función de la misma (Carballeira et al., 2015). Por su parte, se puede comprobar un descenso progresivo en el diagnóstico de problemas de ansiedad con la edad del sujeto (Inglés, La Greca, Marzo, García-López y García-Fernández, 2010).
Algunos autores evidencian que son las mujeres las que son más proclives a manifestar niveles superiores de felicidad, en comparación con los varones. Sin embargo, también aparecen otros que indican una influencia inversa de la variable género (Quiceno y Vinaccia, 2015). Esto muestra que el género es una variable influyente en estos estados emocionales, algo que también se demuestra en el caso de la Ansiedad. En este caso, son más claras las diferencias, teniendo las mujeres niveles superiores de (Moreno-Rosset et al., 2016).
Resulta también relevante la pertenencia a un grupo cultural sobre los estados emocionales positivos. Cualquier consideración de felicidad está ligada a los valores de cada cultura, dado que dependen de múltiples elementos, como los aspectos vitales personales, las relaciones familiares y sociales y los valores culturales (Carballeira et al., 2015). También existe influencia de la cultura sobre la ansiedad (Gómez-Ortiz et al., 2016). Todo lo que se ha comentado para la cultura, se relaciona de forma directa con el estatus socioeconómico y cultural, reflejando los sujetos pertenecientes al estrato socioeconómico alto (Quiceno y Vinaccia, 2015) niveles superiores en las manifestaciones de estados emocionales positivos. Del mismo modo, se ha encontrado un nivel superior de ansiedad entre los sujetos pertenecientes a estratos socioeconómicos más bajos.
Parece haber interferencia entre la presencia de estados emocionales positivos y los de carácter negativo (Carballeira et al., 2015). Se sitúan ambos estados como los polos opuestos de un continuo que va desde la felicidad, hasta situaciones de estrés que pueden desembocar en síntomas de ansiedad (Fillo, Simpson, Rholes y Kohn, 2015). Se puede llegar a la conclusión de que son los sujetos que experimentan menores niveles de ansiedad los que reflejan niveles superiores en bienestar (Moreno-Rosset et al., 2016). Aquellas personas que gozan de un mayor grado de bienestar presentarían un desarrollo más saludable y positivo, que sería un elemento significativo en la prevención de trastornos emocionales como la ansiedad (Moreno-Rosset et al., 2016) e incluso enfermedades físicas (Henriksen, Torsheim y Thuen, 2015). Un nivel alto en felicidad, lleva a favorecer el mejor funcionamiento físico y psicológico de cada persona, mientras que los estados emocionales negativos se alejan del funcionamiento óptimo, perjudicando al propio sujeto (Buceta-Fernández, Mas-García y Bueno-Palomino, 2012).
Considerando todo lo mencionado, se presenta el estudio llevado a cabo con una muestra de alumnos escolarizados en Centros de Educación Infantil y Primaria, Institutos de Enseñanza Secundaria y la Facultad de Educación, Economía y Tecnología, en la ciudad de Ceuta, donde conviven principalmente personas de cultura cristiana y musulmana. La intención es llegar a comprender si ambos estados emocionales aparecen como contrarios, dentro de un contexto pluricultural, conociendo la posible influencia de variables sociodemográficas generales y propias de este contexto. Por ello, los objetivos del trabajo han sido analizar los tipos y niveles de Ansiedad y Felicidad, en función de la etapa evolutiva (edad), género, cultura y estrato socioeconómico, así como contemplar las relaciones que se pudieran dar entre ambas variables, para una población multicultural. De esta manera, se pretende determinar si la Ansiedad y la Felicidad, considerando los instrumentos que se emplearán, aparece como estados emocionales antagónicos entre sí.
Método
Para llevar a cabo esta investigación se seleccionó una muestra integrada por 1812 participantes que reflejan las características del contexto pluricultural de Ceuta (Tabla 1). La muestra se reparte entre alumnado de siete Centros de Educación Infantil y Primaria (42.2% de la muestra), seis Institutos de Enseñanza Secundaria (44.8%) y el alumnado de la facultad de Educación, Economía y Tecnología de Ceuta (13.1%). La edad de este alumnado estuvo comprendida entre los 7 y los 45 años (con una media de 13.57 y una desviación típica de 5.15). Considerando la cultura (que tiene un importante vínculo con la religión), el grupo mayoritario fue el de participantes pertenecientes a la cultura-religión musulmana. Estos constituyen el 67.6% de la muestra, mientras que el 32.4% de la misma pertenecía a la cultura-religión cristiana. Esto representa las dos culturas mayoritarias en nuestra ciudad y conforman el contexto pluricultural que la caracteriza. Describiendo la muestra, en función de la variable género, existe bastante igualdad, aunque con una ligera mayoría femenina, siendo el 52.4% mujeres y el resto de la muestra (47.6%) varones. Con respecto a su distribución por estatus, el 7.3% de la muestra identificó su nivel como bajo. Por su parte, fueron más los que se identificaron como pertenecientes a un nivel alto (8.6%). El 31.7% corresponde al estatus medio-bajo y el 52.4% al medio. El método para la selección de la muestra fue mediante un método aleatorio de sujetos disponibles. De esta manera, después de solicitar permiso por escrito, tanto a la Administración Educativa, como a la Dirección de los centros y, por supuesto, a los padres de cada uno de los alumnos menores de edad, se procedió a la recogida de la información, contestando aquellos que lo desearon. El error muestral fue del 3%. Finalmente, indicar que, en el presente trabajo, se cumplió con los estándares éticos.
Para la evaluación de la ansiedad, se utilizó el Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo para Niños (STAIC, Spielberger et al., 2000) para el alumnado de Primaria y Secundaria, mientras que para el alumnado universitario se empleó el Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo (STAI, Spielberger et al., 2000). El STAIC es aplicable a sujetos de entre 8 y 18 años, mientras que el STAI se puede aplicar a partir de los 18. Los cuestionarios quedan formados por 40 ítems, con cuatro posibilidades de respuesta cada uno (0 -nada-, 1 -poco-, 2 -bastante- y 3 -mucho-). La fiabilidad para la medida de la ansiedad, se evaluó, en primer caso a través de la prueba de Cronbach. Así, la consistencia interna del cuestionario, para la muestra de Primaria fue de .882, para la de Secundaria de .934 y para la universitaria de .939. En el apartado relacionado con la varianza factorial se emplearon diferentes Análisis Factoriales Exploratorios (AFE). En este sentido, los factores obtenidos fueron 6 para cada una de las muestras evaluadas. En el caso del alumnado de Primaria, entre todos los factores consiguen una varianza total explicada del 51.27%. Para los alumnos de Secundaria la varianza total explicada fue del 55.676%, mientras que en la muestra universitaria alcanzó el 61.931%. De todos los factores, se recogieron 6: Estados emocionales positivos, Preocupaciones y dificultades, Estados emocionales negativos y Rasgos emocionales fueron categorías que aparecieron en los tres grupos (cuyos ítems coincidían en su mayoría), mientras que para las Emociones negativas (Primaria y Secundaria) y el factor Contrapuestos (Primaria y Universidad), coincidían sólo dos de los tres grupos.
Para la Felicidad, se usó un instrumento conformado por 40 ítems a los que se contesta con una escala tipo Lickert de 4 puntos (0 -nada-, 1 -poco-, 2 -bastante- y 3 -mucho-). Los resultados que hacen referencia a la consistencia interna del instrumento dan una fiabilidad, establecida por un de Cronbach de .880, para la muestra de Primaria. En el caso de Secundaria fue de .902, mientras que para los universitarios fue de .880. Con respecto a los resultados del AFE, los factores obtenidos fueron 6 para la muestra de Primaria y Secundaria y 5 para los universitario. En el caso del alumnado de Primaria, entre todos los factores consiguen una varianza total explicada del 54.591%. Para los alumnos de Secundaria la varianza total explicada fue del 51.78%, mientras que en la muestra universitaria alcanzó el 50.718%. Los factores que coinciden en los tres grupos fueron 3 (Condiciones de vida negativas, Satisfacción con la vida y Cambios en la vida), mientras que los dos restantes factores (Condiciones de vida positivas y No cambios en la vida) aparecen sólo en Primaria y Secundaria, para un total de 5 categorías.
En primer lugar, se comenzó por la comprobación de las características de la muestra, contemplando su distribución en función de las diferentes variables sociodemográficas. Se continuó con el análisis de las propiedades psicométricas de los cuestionarios empleados. Para la presentación de los resultados, se inició con el análisis descriptivo, que permite la comprobación de los niveles y tipos generales para cada una de las diferentes variables. A continuación se procedió al análisis inferencial, comenzando por el análisis regresional (regresiones múltiples paso a paso o “stepwise”). Se consideraron las variables sociodemográficas como dependientes, junto con las variables de estudio, como variables predictoras (independientes). A continuación, se consideraron como variables criterio cada una de las variables de estudio (Ansiedad y Felicidad). Para determinar la función de regresión se consideró el último paso y, dentro de él, en el orden de entrada de las variables en la función de regresión, el valor de cada variable, su significación, el índice de regresión (R), el coeficiente de determinación múltiple (R2) y la varianza explicada de la variable más importante (la que más porcentaje -β- explica). A continuación se procedió al análisis inferencial, empleando la prueba t de Student de diferencias de medias para muestras independientes para aquellas variables dicotómicas, mientras que para el resto se empleó el análisis de la varianza (ANOVA de un factor). Al mismo tiempo, se utilizó la prueba de Chi-cuadrado de Pearson, aprovechando los resultados obtenidos dentro de las tablas de contingencia que se hicieron para la estadística descriptiva.
Resultados
Considerando la variable etapa, el alumnado de Primaria, con los mayores porcentajes en mucha (39.2%) y la media más elevada (3.28) es el que alcanza un nivel superior. El segundo sería el alumnado que configura la muestra universitaria (3.19). Finalmente, el alumnado que cursa Secundaria (3.16) es el que alcanza los niveles más bajos de felicidad. Los resultados puestos de manifiesto, considerando el Análisis de la Varianza (ANOVA de un factor), se pueden comprobar diferencias estadísticamente significativas en Felicidad Total (p<.001) y en sus factores Condiciones de vida negativas (p<.001), Satisfacción con la vida (p<.001), Cambios en la vida (p<.001), Condiciones de vida positivas (p<.001) y No cambios en la vida (p<.01). Finalmente, las pruebas post hoc permiten establecer, en la mayoría de los grupos, una relación inversamente proporcional entre ambas variables, descendiendo los niveles de felicidad a medida que se sube de edad. Esta realidad no se cumple en el caso del factor Cambios en la vida, siendo contrarias a las descritas en el caso del resto de factores.
Si se considera el género, las diferencias encontradas no son tan evidentes como en el caso anterior. En este caso, ambas medias son idénticas hasta las centésimas (3.22). Esto se traduce en una enorme igualdad entre ambos géneros. Para comprobar esta gran igualdad se empleó la prueba t de Student de diferencias de medias para muestras independientes (variable dicotómica). Considerando el análisis de esta prueba, las diferencias son estadísticamente significativas, exclusivamente, en el factor Cambios en la vida (p<.01). En este caso, fueron las mujeres las que reflejaron un nivel mayor que los varones. En cualquier caso, el género destaca por ser una variable en la que se mantiene una gran constancia en cuanto a las puntuaciones de felicidad.
Una realidad similar se describe si se consideran ambas culturas. Las medias indican la igualdad (3.23 los cristianos y 3.21 los musulmanes) entre ambos grupos. Considerando la prueba t de Student, con la variable cultura/religión como factor y el resto de las variables mencionadas como dependientes, se puede afirmar la repetición de las diferencias estadísticamente significativas en el factor Cambios en la vida (p<.01), de nuevo, de forma exclusiva. En esta ocasión fueron los musulmanes los que evidenciaron niveles más bajos. De nuevo, esta variable destaca por la igualdad entre ambos grupos culturales.
Para finalizar con la variable Felicidad, en función de las variables sociodemográficas, se considera su comportamiento en función del estatus socioeconómico y cultural. En este sentido se observa una distribución organizada. De esta forma, por media, los niveles más altos aparecen en los niveles altos (alto con una media de 3.32 y medio con 3.26), con puntuaciones cercanas. El nivel medio-bajo (3.17) y el bajo (2.98) alcanzan los niveles menos elevados. En el caso, de la variable Felicidad, se observa un descenso progresivo en sus puntuaciones a medida que se baja en el estatus. El ANOVA determinó diferencias estadísticamente significativas tanto en Felicidad Total (p<.001), como en el caso de los factores Condiciones de vida negativas (p<.001), Satisfacción con la vida (p<.01) y Cambios en la vida (p<.001). En todos ellos, las pruebas post hoc permiten seguir la relación directamente proporcional entre ambas variables. (Tabla 2)
Se inicia la descripción de los resultados, en función de la variable etapa (que se vincula con la edad que presenta el sujeto). Resulta relevante que el grupo en el que se registran los mayores niveles de ansiedad es en el universitario (alcanzando una media de 1.84). El siguiente por nivel de ansiedad es el alumnado de Secundaria (con una media de 1.72). Con puntuaciones más bajas aparecen los niños (Primaria), con una media de 1.57. Estos resultados indican un incremento de los niveles de ansiedad, a medida que se asciende en edad. Considerando el ANOVA, se encontraron diferencias estadísticamente significativas en Ansiedad Total (p<.001) y casi todos los factores que integran esta variable (Estados emocionales positivos - p<.05-, Estados emocionales negativos - p<.001-, Rasgos emocionales - p<.001-, Emociones negativas - p<.05- y Contrapuestos - p<.001-). Las pruebas post hoc, en la mayoría de los casos, indicaron un aumento en los niveles de este estado emocional, a medida que se avanza en la etapa evolutiva (y la edad).
En función del género, se puede ver que las mujeres tienen un nivel más alto que los varones, tal y como reflejan las medias de ambos (1.60 los hombres y 1.74 las mujeres). Esta realidad cobra sentido si se consideran los datos arrojados por la prueba t de Student, de diferencias de medias para muestras independientes, ya que arrojan diferencias estadísticamente significativas en Ansiedad Total (p<.001), Preocupaciones y dificultades (p<.001), Estados emocionales negativos (p<.01), Rasgos emocionales (p<.01) y Emociones negativas (p<.01). En todos los casos, el género femenino alcanza puntuaciones más elevadas en todos los casos.
Considerando la cultura/religión, los resultados reflejan que el alumnado perteneciente a la cultura/religión musulmana manifiesta niveles más bajos de ansiedad (la media de los cristianos es 1.73 mientras que los musulmanes alcanzan 1.64). Considerando la prueba t de Student de diferencias de medias para muestras independientes, con la variable cultura/religión como factor las variables relacionadas con la ansiedad como dependientes, se puede afirmar la repetición de las diferencias estadísticamente significativas en Ansiedad Total (p<.05) y su factor Contrapuestos (p<.01). Lo contrario ocurrió con el resto de los factores de la ansiedad. En los casos en los que las diferencias fueron significativas, los cristianos fueron los que reflejaron niveles superiores.
Referente a la última variable sociodemográfica, el estatus socio económico y cultural, los niveles más altos aparecen en el estatus medio-bajo (con una media de 1.71), seguido por el bajo (1.69). Después aparecería el estatus medio, alcanzando una media de 1.66. Sólo es estatus alto (1.59) presenta niveles inferiores de ansiedad. De esta forma las diferencias (ANOVA), vuelven a ser estadísticamente significativas en Estados emocionales negativos (p<.001), Rasgos emocionales (p<.001) y Emociones negativas (p<.01). En esta ocasión, las diferencias en las puntuaciones totales no fueron estadísticamente significativas (Ansiedad Total -p=.257-). En este caso, las pruebas post hoc permiten observar un descenso progresivo en las puntuaciones de los factores mencionados a medida que se sube en el estatus (relación inversamente proporcional).( Tabla 3)
La variable Felicidad Total se encuentra relacionada con la Ansiedad, así como tres factores de la misma: Estados emocionales positivos, Emociones negativas y Rasgos emocionales, actuando estas de forma inversamente proporcional. También se encuentra relacionada con la edad, única variable que actúa con sentido positivo. Entre todas las predictoras explican el 32.8% de la varianza total explicada por este modelo (R2=.328). De todas ellas, una mayor fuerza es ejercida por la Ansiedad Total, que alcanza un coeficiente de regresión estandarizado de 18.8% (β=.188). La función descrita sería la siguiente, lo que se une a los coeficientes que aparecen a continuación (Tabla 4):
Felicidad Total = 2.936 – .202 (Ansiedad Total) – .142 (Estados positivos) – .142 (Emociones negativas) + .060 (Edad) – .142 (Rasgos emocionales)
Se termina contemplando la relación que se establece entre ambos estados emocionales. De esta manera, los resultados de la prueba ANOVA, junto con los relacionados con las pruebas post hoc que lo acompañaron (considerando la Ansiedad como independiente), permitieron ver diferencias estadísticamente significativas en Felicidad Total (p<.001) y en las categorías Condiciones de vida negativas (p<.001), Satisfacción con la vida (p<.001) y Condiciones de vida positivas (p<.001). Dichas diferencias se encontraron entre todos los grupos. En el caso del factor Cambios en la vida (p<.001) las diferencias son significativas entre todos los grupos, con la excepción de los que reflejan bastante y los que reflejan mucha ansiedad. En todos los casos comentados, se observa un descenso claro y progresivo en las puntuaciones de felicidad (y las de sus factores) a medida que se sube en las de Ansiedad, indicándose una relación inversamente proporcional. Finalmente, en el factor No cambios en la vida (p<.05), las diferencias se dan entre los que reflejan muy poca ansiedad y el resto, excepto los que presentan mucha. En esta ocasión, no se indica una relación inversamente proporcional, sino todo lo contrario. A pesar de esta única excepción, se puede afirmar que ambas variables son inversamente proporcionales. (Tabla 5)
Conclusiones
En función de la etapa (que se relaciona con la edad del sujeto), en Ansiedad se registran diferencias significativas, siendo un factor determinante en los niveles de este estado emocional negativo. Esto no sólo ocurre en las puntuaciones totales, sino en todos y cada uno de los factores que integran esta variable (Estados emocionales positivos, Estados emocionales negativos, Rasgos emocionales, Emociones negativas y Contrapuestos). En la mayoría de los casos, las diferencias indican un ascenso desde la etapa inicial (los alumnos más jóvenes) hasta la adulta (donde destacan los alumnos universitarios). Excepto uno, todos los factores de la ansiedad elevan sus niveles a medida que el sujeto va pasando de etapa. Resulta relevante mencionar que el ascenso se produce durante la adolescencia del sujeto y prosigue su incremento hasta llegar a la etapa adulta. A pesar de que es cierto que los estudios indican un incremento en el diagnóstico de este tipo de trastornos emocionales en las edades más bajas (Pulido y Herrera, 2016), la ansiedad no patológica, parece estar más vinculada con etapas que se alejan de la infantil, como ocurrió en este caso.
En función del género, se vuelven a encontrar diferencias estadísticamente significativas para los totales, así como la mitad de la mayoría de los factores (Preocupaciones y dificultades, Estados emocionales negativos, Rasgos emocionales y Emociones negativas). Las personas pertenecientes al género femenino reflejan puntuaciones más elevadas en todos los casos en los que hay diferencias significativas. El sentido de estas diferencias es el mismo a los encontrados en la mayoría de trabajos consultados, dado que en ellos (Bernaldo de Quirós et al., 2012 y Moreno-Rosset et al., 2016) son las mujeres las que evidencian niveles superiores en diferentes estados emocionales de carácter negativo. Ante estas diferencias encontradas, se podrían tomar concepciones basadas en criterios de tipo biológico. En ellas se remarca la existencia de diferencias hormonales (debidas al ciclo menstrual propio de las mujeres que produce disminución en los niveles de serotonina) indicadas en Pinto, Dutra, Filgueiras, Juruena y Singel (2013) Sin embargo, se pretende un alejamiento de este tipo de concepciones, por lo que se consultaron trabajos en los que son los varones los que demuestran mayores niveles de ansiedad (Pulido y Herrera, 2016).
Considerando la cultura/religión del sujeto, aparecieron diferencias estadísticamente significativas en Ansiedad Total y su factor Contrapuestos. Los pertenecientes a la cultura musulmana reflejan niveles más bajos que los pertenecientes a la cristiana-occidental. Esta realidad, también apareció en otros trabajos en los que se destaca este contexto cultural como elemento clave para el desarrollo emocional, donde la cultura de origen tiene una gran influencia en las relaciones afectivas y en la constitución de diferentes manifestaciones emocionales. Esta realidad se relaciona con elementos propios de cada una de las dos culturas y su manera de desenvolverse en el medio que los rodea. La religión y las normas aprendidas en el seno familiar, hacen que se asuman sin cuestionarse otro punto de vista diferente, los patrones ofrecidos, lo que puede llegar a justificar estas diferencias entre ambos contextos, tal como se vio en múltiples estudios (Giménez-Dasí y Quintanilla, 2009; Caballero-Domínguez, suárez-Colorado y Brugesa-Carbono (2015) y Pulido y Herrera, (2016).
Para finalizar con la Ansiedad, se comentan las diferencias en función del estatus socio-económico y cultural, observándose un descenso progresivo en las puntuaciones de Ansiedad (los factores Estados emocionales negativos, Rasgos emocionales y Emociones negativas) a medida que se sube en el estatus. Son varios los estudios en los que se ha encontrado un nivel superior de ansiedad y otros estados emocionales de carácter negativo entre los sujetos pertenecientes a estratos socioeconómicos más bajos (Kushnir, Gothelf y Sadeh, 2014;Roth et al., 2014 y Pulido y Herrera, 2016), algo que concuerda con los resultados obtenidos.
Se registran diferencias significativas para la etapa (relacionada con la edad), siendo un factor determinante en los niveles de Felicidad. Esta realidad se repite no sólo para las puntuaciones totales, sino para cada una de las categorías que integran esta variable (Condiciones de vida negativas, Satisfacción con la vida, Cambios en la vida, Condiciones de vida positivas y No cambios en la vida). En la mayoría de los grupos, se describe una relación inversamente proporcional entre ambas variables. Esta realidad no entra dentro de lo esperado, si se considera la variable sociodemográfica etapa (edad), dado que se podría intuir cierta independencia de ambas variables, ya que en Carballeira et al. (2015) no se encontraron diferencias significativas en la felicidad en función de la variable que se está tratando. En cualquier caso, si existe una etapa que se pueda asociar con mayor felicidad, es precisamente la infantil, algo que demuestran los resultados obtenidos.
Continuando con la variable sociodemográfica género, tanto en Felicidad Total, como en la mayoría de las categorías (excepto en el factor Cambios en la vida, en el que las mujeres reflejaron un nivel mayor), no se encontraron diferencias estadísticamente significativas. A pesar de ser varios los autores (Quiceno y Vinaccia, 2015) que evidencian que las mujeres son más proclives a manifestar niveles superiores de felicidad (como ocurrió en el único factor en el que se encontraron), son más numerosos los trabajos que indican una relación contraria a la descrita, en función de la variable sociodemográfica que se está considerando (Quiceno y Vinaccia, 2015 y Moreno-Rosset et al., 2016). En cualquier caso, los resultados no son concluyentes con una realidad concreta, algo que se manifiesta en el trabajo realizado. Por otro lado, como justificante de las diferencias en el factor, se pueden destacar los elementos diferenciales en los patrones de socialización de ambos géneros (Pulido y Herrera, 2016), así como aquellas concepciones centradas en considerar una mayor importancia de factores como el tipo de familia, el estado de salud, la edad y la religión sobre elementos ligados al género.
Considerando la cultura de procedencia del sujeto, tampoco se pueden describir diferencias estadísticamente significativas ni en los niveles totales, ni tampoco en los factores. La única excepción es el factor Cambios en la vida, son los musulmanes los que presentan niveles inferiores. De aquí se entiende que la satisfacción de este alumnado, en general, no varía en función de la cultura/religión. Las diferencias sí se encontraron en muchos de los trabajos consultados en los que se refuerza la importancia concedida al contexto cultural y sus diferencias sobre el bienestar psicológico. Se destacan elementos relacionados con la cultura como condicionantes de las respuestas emocionales positivas del sujeto, lo que da a entender que cualquier consideración de felicidad está ligada a los valores de cada cultura (Pekmezovic, Popovic, Tepavcevic, Gazibara y Paunic, 2011).
En función del estatus, las diferencias estadísticamente significativas se dan en Felicidad, así como en los factores Condiciones de vida negativas, Satisfacción con la vida y Cambios en la vida. En todos ellos, existe una relación directamente proporcional entre ambas variables. Esta realidad también entra dentro de las suposiciones iniciales. En varios trabajos (Quiceno y Vinaccia, 2015 y Carballeira et al., 2015) se demuestra que alcanzan niveles superiores los sujetos pertenecientes al estrato socioeconómico alto. Como justificantes de esto se mencionan tanto una posible asociación positiva entre ingresos económicos y bienestar, así como la ocupación laboral del sujeto (Carballeira et al., 2015).
Todo lo que se ha comentado hasta aquí apunta a que, si se considera la variable Felicidad, en función de los niveles de ansiedad (Ansiedad Total) se esperen diferencias estadísticamente significativas. Esta realidad se cumplió tanto para la Felicidad Total, como para todos los factores. El comportamiento de ambas variables consideradas (Felicidad y Ansiedad) es contrario. Esto hace que, ahora sí, se pueda hablar de estados emocionales contrapuestos. Parece haber interferencia entre la presencia de estados emocionales positivos y los de carácter negativo (Carballeira et al., 2015), llegándose a situar ambos estados como los polos opuestos de un continuo (Fillo et al., 2015 y Moreno-Rosset et al., 2016). Por esta razón, los sujetos que experimentan menores niveles de ansiedad son los que reflejan niveles superiores en bienestar (Moreno-Rosset et al., 2016). De la misma manera, aquellas personas que gozan de un mayor grado de bienestar presentarían un desarrollo más saludable y positivo (Moreno-Rosset et al., 2016) e incluso menos enfermedades físicas (Henriksen et al., 2015). Un nivel alto en felicidad, lleva a favorecer el mejor funcionamiento físico y psicológico de cada persona, mientras que los estados emocionales negativos se alejan del funcionamiento óptimo (Buceta-Fernández et al., 2012).