La fractura de la extremidad proximal del fémur, más conocida como fractura de cadera (FC), es una fractura por fragilidad u osteoporótica que tiene unas peculiaridades que la hacen única. Por una parte, por su potencial gravedad. En los países occidentales, la FC se produce sobre todo en ancianos, con una edad media de 80 años, quienes tienen una notable comorbilidad1 y la necesidad de un ingreso hospitalario y una intervención quirúrgica, pues los pacientes que no son intervenidos tienen una mayor mortalidad2. Todo ello condiciona la existencia de una importante mortalidad, como ha sido recientemente constatado en varios estudios realizados en España1,3,4.
Por otra parte, la FC presenta un comportamiento clínico diferente entre hombres y mujeres. Así, aunque en líneas generales las fracturas por fragilidad siempre son más frecuentes en las mujeres, en el caso de la FC, en los tramos de edad más avanzada, la incidencia llega a ser casi igual entre ambos sexos y en algunos casos mayor entre los hombres5, siendo entre ellos mayor la mortalidad6. Lo mismo se ha observado en otros países europeos de nuestro entorno y, así, en un estudio realizado en la región de Picardy en Francia, se observó que la mortalidad en la fase aguda, inmediatamente tras la fractura, fue del 8,1% en las mujeres y del 10,2% en los varones. A los 2 años, la mortalidad varón/mujer mostró un cociente 1,94/17.
Otra peculiaridad de la FC estriba en que su presencia como antecedente clínico incrementa notablemente la mortalidad en aquellos pacientes que sufren una segunda FC. Así, en el estudio EPIDOS, realizado en Francia, se constató que en la fase aguda de su ingreso hospitalario la mortalidad para las mujeres era de 112,4 por 1.000 mujeres y año, mientras que si no habían sufrido previamente esa misma fractura la mortalidad era notablemente inferior, 27,3 por 1.000 personas y año8.
Varios estudios realizados tanto en España como en otros países europeos han mostrado la tendencia a una estabilización de la incidencia de FC e, incluso, a su descenso9 10 11 12-13. Pero también debe tenerse en cuenta que, si bien al calcular la incidencia ésta puede disminuir en cifras absolutas, el número de fracturas ha aumentado, debido probablemente al envejecimiento de la población. Por ejemplo, en Gran Canaria, comparando la incidencia de casos de FC en un período de 5 años separados por 20 años entre sí, aunque la incidencia globalmente mostró una tendencia al descenso, el número de fracturas se duplicó en este período de tiempo5; sin embargo, en otras Comunidades Autónomas de nuestro país se ha descrito exactamente lo contrario: un aumento de la incidencia de la FC14.
Vistas estas peculiaridades de la FC en nuestro medio es muy interesante observar el comportamiento de la misma en otras poblaciones, con similitudes y diferencias con España, como ocurre en Latinoamérica. En este número, López Gavilánez y cols.15 publican datos sobre la epidemiología de la FC en Ecuador, tras recoger todos los casos de esta fractura después de una minuciosa búsqueda. Sus datos son similares a los publicados en España hace unos años. Ecuador, como toda Latinoamérica, está observando un aumento de la esperanza de vida y es precisamente en estos países en los que se está produciendo un cambio de la pirámide poblacional, con un aumento de la población anciana, donde se espera un aumento de la incidencia de la FC en los próximos años, tal y como ocurrió en Europa alrededor de 30 años atrás11. Quizás la observación de nuestra experiencia y evolución en los últimos años, tanto en la adquisición de medidas preventivas y terapéuticas como en los estudios epidemiológicos que aquí se han ido realizando, pueda servir a los países latinoamericanos para frenar en menos tiempo el previsible y temido incremento de la incidencia de FC, tal y como hemos conseguido en este lado del Atlántico a lo largo de 30 años.