Introducción
La prostitución es aquella actividad en la que se mantienen relaciones sexuales a cambio de dinero. No solo afecta a las mujeres y hay una gran variedad de tipos, incluida la trata de personas (Weitzer, 2005a). Esta actividad se suele abordar desde perspectivas ideológicas muy diferentes (Brents, 2016; Farley, 2005; Weitzer, 2005b) y ha dado lugar al menos a dos paradigmas: el paradigma de la opresión y el paradigma polimorfo. El último aborda la prostitución desde una perspectiva compleja y no alude solo a la prostitución forzada (Weitzer, 2010). Hay diversas circunstancias que llevan a una persona a ejercer la prostitución (Hounmenou, 2016; Lerum y Brents, 2016; Marcus, Horning, Curtis, Sanson y Thompson, 2014). Entre ellas, algunas incluyen carencias en la vida de estas personas, afectivas, sociales, económicas, profesionales o sanitarias. Intentando satisfacerlas, la persona queda atrapada en la prostitución si no dispone de otros medios. Por otro lado, existe una prostitución forzada por terceros enmarcada en la trata de personas, con privación de libertad para ejercerla o abandonarla de forma voluntaria (Verhoeven, 2016). En muchos casos, estas personas se encuentran inmersas en redes de prostitución desde menores (Morselli y Savoie-Gargiso, 2014), permaneciendo largo tiempo por coacciones de todo tipo.
El Protocolo de Palermo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños, de la Convención Internacional contra el Crimen Organizado (Naciones Unidas, 2004), define la trata de personas como aquella que implica la captación, por redes organizadas o personas individuales (conocidas de la víctima o incluso familiares), el transporte-traslado dentro de las fronteras de un país o fuera de ellas (entre países de origen-tránsito-destino).
En la trata de personas con fines de explotación sexual, la captación de las víctimas se realiza a partir del engaño, la agresión, las amenazas físicas y psicológicas, y la adquisición de importantes deudas económicas (Baker, Dalla y Williamson, 2010; Raphael y Shapiro, 2004). La explotación sexual tiene un grave riesgo sobre la salud de las personas que la sufren, generando en muchos casos graves trastornos psicológicos (Abas et al., 2013; Cecchet y Thoburn, 2014). Un estudio, realizado en nueve países de cuatro continentes (Farley et al., 2004), mostró que las mujeres que ejercían la prostitución frecuentemente sufrían traumas múltiples, en general consistentes en agresiones físicas (71 %) y violaciones (63 %) y carecían de un hogar donde vivir (75 %), lo que les llevaba a querer dejar la prostitución (75 %), y a padecer trastornos psicológicos como estrés postraumático (68 %) o toxicomanías.
Según la Red Española Contra la Trata de Personas (2010), en España estas víctimas suelen ser mujeres de 18 a 40 años, en situación de vulnerabilidad socioeconómica, que tras ser engañadas vienen al país para ejercer la prostitución en clubes, pisos o en la calle, siendo obligadas a vivir en lugares establecidos por la red que les está explotando. El alto control que sufren y la privación de una regularidad administrativa, les impide poder desenvolverse en la sociedad de manera normalizada, fomentando su aislamiento e imposibilitando la búsqueda de ayuda para salir de esa situación de trata.
La prostitución en España es considerada una actividad legítima, aunque no está regulada por ninguna legislación, careciendo de protección social y laboral. No existen estadísticas fiables sobre las personas que se dedican a esta actividad, resultando difícil realizar estudios comparativos internacionales (Weitzer, 2015). Un estudio sobre las operaciones de la Guardia Civil durante 2014 en España (Guardia Civil, 2015), señala que durante ese año se realizaron 20 operaciones contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, 42 de explotación sexual, 56 de explotación laboral (77.26 % en lugares donde se ejerce la prostitución), y 13 de explotación sexual junto con explotación laboral. En las 42 operaciones contra explotación sexual se detuvieron a 50 hombres (72 %) y 22 mujeres, liberándose a 209 víctimas, de las que 204 eran mujeres (98 %), de nacionalidad mayoritariamente rumana (42 %), dominicana (14 %) y colombiana (10 %).
El objetivo del presente trabajo fue la realización de un estudio exploratorio sobre la situación de las mujeres que ejercen la prostitución en la Comunidad de Madrid (España). El contexto analizado fueron locales de alterne y la posibilidad de encontrar víctimas de redes de trata de personas. Los objetivos específicos fueron: (i) Explorar los datos sociodemográficos de mujeres que ejercen prostitución en Madrid en locales de alterne; (ii) obtener una primera información sobre potenciales indicadores de explotación sexual y trata de personas; (iii) analizar las relaciones entre indicadores; (iv) analizar indicadores de credibilidad estimada del testimonio de las mujeres por parte de los entrevistadores.
Método
Participantes
Se realizaron 181 entrevistas a mujeres que ejercen la prostitución en trece clubs de alterne de seis localidades de la Comunidad de Madrid, desde noviembre de 2013 hasta noviembre de 2015, en colaboración con Policía Judicial de Madrid. Una de las participantes (española, de 63 años de edad) fue excluida de los análisis debido a que probablemente no ejercía la prostitución, sino que era una de las “gerentes” del club, aunque manifestó ser una trabajadora más. La participación de las entrevistadas fue voluntaria y a todas se les garantizó la protección y anonimato de sus datos personales, cumpliendo con la normativa de investigación bioética con seres humanos. La selección de la muestra fue incidental, no aleatoria y determinada por el tipo de locales en los que se desarrollaba la actividad. En todas las entrevistas participó personal de policía judicial, psicólogos y abogados con formación especializada en psicología forense.
Instrumentos de evaluación
Con el fin de averiguar la existencia de indicios de trata de personas con fines de explotación sexual se diseñó una entrevista semiestructurada ad hoc basada en los indicios enumerados en la Instrucción 1/2010 de la Secretaría de Estado de Seguridad (SES. Ministerio del Interior, 2010) y en la Directiva de Servicio de la DAO, 40/2009 de Actuación contra la trata de Seres Humanos. Esta regulación atenúa la dificultad de obtener información en este tipo de casos, donde debe mantenerse un equilibrio entre no influir en las respuestas con preguntas excesivamente cerradas y sugestivas y el uso de preguntas demasiado abiertas que den lugar a respuestas evasivas (Lindholm et al., 2015). La entrevista fomentó el relato libre, comenzando con preguntas abiertas para profundizar en los aspectos relatados por la mujer que ejerce la prostitución. Se agrupó en cuatro bloques: datos personales (edad, nacionalidad, nivel educativo y datos familiares), datos relacionados con circunstancias del viaje (motivo de la migración, medio de llegada, ruta para llegar a España o existencia de deudas), y condiciones de vida (club donde trabaja, tiempo que lleva allí y ejerciendo la prostitución, condiciones laborales, domicilio, libertad de movimientos, satisfacción con su situación actual y expectativas de futuro). Finalmente, los entrevistadores emitieron un juicio intuitivo sobre la credibilidad del testimonio de las mujeres entrevistadas, donde estimaron la sinceridad de las respuestas obtenidas y si las entrevistadas podrían ser víctimas de trata de acuerdo con los indicios enumerados en la Instrucción 1/2010 (Ministerio del Interior, 2010): documentación; conocimiento del idioma; tiene dinero; libertad de desplazamiento y de dejar la prostitución; aislamiento social; redes de apoyo; condiciones migratorias y deudas contraídas; ansiedad, miedo, temor; signos de maltrato físico; vive en el club o es transportada bajo vigilancia; miedo o preocupación por su familia; mala condición de salud en general, tanto física como psíquica. Los datos fueron recogidos literalmente durante las entrevistas y posteriormente fueron pasados a una base de datos, categorizados en función de las respuestas encontradas.
Procedimiento
Una de las principales estrategias legales seguidas en nuestro país para identificar a las víctimas potenciales de trata de seres humanos con fines de explotación sexual son las inspecciones a los clubs de alterne. En estas inspecciones participan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Inspección de Trabajo y diferentes organizaciones que luchan contra la trata de personas. Tienen como objetivo encontrar posibles irregularidades e ilegalidades. Durante una inspección, las autoridades registran y aseguran el local, identificando a todos los presentes. Después, Inspección de Trabajo comprueba las condiciones laborales de las mujeres que allí ejercen la prostitución, tras esto se realizan entrevistas individuales comprobando la no vulnerabilización de derechos de estas mujeres, así como la existencia o no de indicios de trata. Además, se les informa sobre las posibilidades de denunciar y de las organizaciones especializadas al respecto.
Los entrevistadores recibieron formación para realizar las entrevistas, para cumplir con la legislación española y europea y para enfrentarse a potenciales víctimas. Se les informó de las dinámicas y roles del personal que trabaja en clubs de alterne y sobre el trabajo en el club. Así, los entrevistadores podrían detectar respuestas o indicadores de que las mujeres entrevistadas pudieran ser víctimas de trata. La preparación duró 12 horas, repartidas en tres días. Los entrevistadores se identificaron como personal de apoyo a policía judicial, en su mayoría psicólogos y algún abogado. La mayoría de los entrevistadores fueron mujeres (85 %). En todo momento estuvieron acompañados por personal de policía judicial.
Resultados
Datos personales
Los datos mostraron que la edad de las mujeres que ejercen la prostitución en locales de alterne está comprendida entre los 18 y 52 años. En esta muestra de 180 mujeres, a excepción de siete casos en los que no quisieron señalar la edad, la media fue 32.57 años (DT = 7.99). De las 173 mujeres que la facilitaron, el 47.4 %, tiene entre 18 y 30 años, el 31.1 % entre los 31 y 40 años y mayor de 41 años el 19.6 %.
La Tabla 1 muestra la distribución por nacionalidades, en la muestra no participaron mujeres procedentes de Asia o Norteamérica.
Frecuencia | Porcentaje | |
---|---|---|
Europa | 71 | 39.2 |
Bulgaria | 2 | 1.1 |
España | 4 | 2.2 |
Polonia | 1 | 0.6 |
Rumanía | 64 | 35.4 |
África | 11 | 6.1 |
Argelia | 1 | 0.6 |
Cabo Verde | 1 | 0.6 |
Marruecos | 8 | 4.4 |
Otros | 1 | 0.6 |
Latinoamérica | 99 | 54.7 |
Bolivia | 1 | 0.6 |
Brasil | 12 | 6.6 |
Colombia | 18 | 9.9 |
Ecuador | 11 | 6.1 |
El Salvador | 1 | 0.6 |
Paraguay | 5 | 2.8 |
Perú | 1 | 0.6 |
R. Dominicana | 49 | 27.1 |
Venezuela | 1 | 0.6 |
Se encontró que la edad media de las mujeres procedentes de África era mayor (39.82 años, DT = 7.65) que la de las mujeres latinoamericanas (34.67 años, DT = 7.87) y la de las europeas (28.50, DT = 6.13); F(1,172) = 20.298, p < .001, η2 = .193.
Sobre su tiempo de permanencia en España, el 40.9% no lo indicó, señalando que no lo recuerdan con exactitud, no lo desean indicar o han ido pasando por diferentes países desde que comenzaron a ejercer la prostitución. El tiempo medio de estancia en España de las mujeres emigrantes que aportó el dato fue de 8.10 años (DT = 4.76). En función de su origen, se encontró que las mujeres africanas eran las que llevaban un mayor tiempo de estancia en España (10.29 años, DT = 6.62), seguidas por las latinoamericanas (9.33 años, DT = 4.79) y las europeas (6.05 años, DT = 3.61); F(1,103) = 7.143, p < .001. η2 = .124. Menos del 4% reconoció haber llegado a España hace menos de un año, otro 8.3 % dijo llevar de 1 a 3 años en nuestro país. Un 23.2 % reconoció llevar en nuestro país entre 6 y 10 años y un 12.2 % entre 11 y 15 años. Finalmente, un 7 % señaló llevar más de 16 años.
La mayoría de las entrevistadas manifestaron tener estudios (ver Tabla 2).
Frecuencia | Porcentaje | |
---|---|---|
Ninguno | 10 | 5.5 |
Primarios | 32 | 17.8 |
Secundaria | 44 | 24.4 |
Bachillerato | 51 | 28.3 |
Superiores | 39 | 21.7 |
No contesta | 5 | 2.8 |
Un 80.5 % de ellas dijo tener familia (ver Tabla 3). Se puede estimar que sólo el 41.1 % de las mujeres tienen algún apoyo familiar, si consideramos familia a la pareja, los hermanos y los padres, estando la mayoría de ellas solas. Manifiestan estar aisladas socialmente 31 de las mujeres entrevistadas (17.2 %) y solo 75 (41.7 %) afirman mantener comunicación con su familia.
Frecuencia | Porcentaje | |
---|---|---|
Tiene familia | 145 | 80.5 |
No tiene familia | 25 | 13.9 |
Estado civil | ||
Con Pareja | 44 | 22.4 |
Soltera | 70 | 38.9 |
Divorciada/Separada/Viuda | 30 | 16.7 |
No especifica | 36 | 20.0 |
Hijos | ||
Ninguno | 54 | 31.9 |
Uno | 65 | 38.5 |
Dos | 30 | 17.7 |
Tres | 17 | 10.0 |
Cuatro | 3 | 1.8 |
Tienen hermanos | 23 | 12.8 |
Mantienen contacto con sus hermanos | 9 | 39.1 |
Mantienen contacto con sus padres | 32 | 17.8 |
Apoyo familiar (pareja, hermanos, padres) | 74 | 41.1 |
Circunstancias del viaje a España y motivos de la emigración
Un 21.5 % no especificó cómo fueron las circunstancias del viaje a España. El 56.9 % indicó haber llegado en avión y un 16.0 % en autobús. El 5.6 % restante dijo haber llegado en coche o usando inicialmente el avión junto a otros transportes como el tren o barco.
Un 43.1 % indicaron haber llegado a España de forma directa, mientras que un 17.7 % indicó haber hecho algún tipo de escala o haber pasado por varios países antes de llegar.
Sobre los motivos para migrar, la mayoría informó que vino para buscar trabajo y mejorar su situación (70.7 %), un 16.6 % por motivos familiares, por turismo (4.4 %) o para formarse (1.1 %). Sólo un 2.2 % reconoció haber migrado para ejercer la prostitución. Un 5% prefirió no señalar los motivos.
La Tabla 4 recoge las respuestas sobre el pago del viaje para llegar a España.
Frecuencia | Porcentaje | |
---|---|---|
No se indica | 125 | 69.4 |
Ella misma | 36 | 20.0 |
Familiar | 12 | 6.7 |
Amigo/a | 4 | 2.2 |
Desconocido | 2 | 1.1 |
La empresa | 1 | 0.5 |
Total | 180 | 100 |
La Tabla 5 resume los datos relacionados con las ofertas de trabajo, antes de viajar y la primera ocupación al llegar. Se observaron diferencias en las ofertas laborales que motivaron su migración en función de su origen, χ2(26, N = 180) = 55.404, p < .001. Las mujeres latinoamericanas, en general, llegan a España sin ofertas de trabajo (72.7 %) y por motivos familiares o personales, solo el 7.1 % vino sabiendo que iban a dedicarse a la prostitución. Las mujeres africanas, también llegan sin ofertas de trabajo en su mayoría (54.5 %), y solo una llegó con una oferta para ejercer la prostitución. Las mujeres europeas, en la mayoría de las ocasiones tampoco tuvieron ofertas de trabajo (55.7 %), pero en éstas son las ofertas para ejercer la prostitución las que prevalecen por encima del resto, habiendo emigrado para ejercerla el 24.3 %. Así pues, la oferta previa para ejercer la prostitución dependía de la procedencia de las mujeres entrevistadas, χ2(4, N = 180) = 12.409, p < .05.
Europa (N=70) | Latinoamérica (N=99) | África (N=11) | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Frecuencia | % | Frecuencia | % | Frecuencia | % | |
Oferta previa | ||||||
Prostitución | 17 | 24.3 | 7 | 7.1 | 2 | 18.2 |
Camarera | 1 | 1.4 | 2 | 2.0 | 0 | 0 |
Ninguna | 39 | 55.7 | 72 | 72.7 | 6 | 54.5 |
Otras | 4 | 5.7 | 9 | 9.1 | 2 | 18.2 |
No contesta | 9 | 12.9 | 9 | 9.1 | 1 | 9.1 |
Primera dedicación | ||||||
Prostitución | 34 | 48.6 | 23 | 23.2 | 2 | 18.2 |
Camarera | 13 | 18.6 | 9 | 9.1 | 2 | 18.2 |
Ninguno | 5 | 7.1 | 17 | 17.2 | 3 | 27.3 |
Otras | 10 | 14.3 | 26 | 26.3 | 4 | 36.4 |
No contesta | 13 | 18.6 | 24 | 24.2 | 2 | 18.2 |
Respecto a su primera ocupación laboral en España según origen (ver Tabla 5), las europeas se habrían dedicado mayoritariamente a ejercer la prostitución (48.6 %), las latinoamericanas a otras actividades (26.3 %) y a la prostitución (23.2 %), y las africanas a otras actividades (36.4%) o a nada (27.3 %). Así, su primera actividad dependía de su procedencia, χ2(8, N = 180) = 18.994, p < 0.05.
La diferencia entre las mujeres que venían con una oferta para ejercer la prostitución y las que realizaron este trabajo al llegar, indica que al menos un 22 % fueron engañadas con la oferta laboral. Un 36.9 % si se considera también a las que afirman haberse dedicado a ser camareras o trabajadoras de un club, cifras que podrían ser mayores si tenemos en cuenta que muchas de las 39 mujeres que no informan de a qué se dedicaron al llegar a España, también podrían estar ejerciendo la prostitución.
Por otra parte, un 29.3 % dijo haber conseguido este trabajo gracias a algún conocido, familiar o amigo. Las mujeres que habían trabajado en varios clubs declararon tener la intención de dejar la prostitución y encontrar otro trabajo.
Condiciones de vida y laborales
Quince de las mujeres entrevistadas (8.3 %) afirman vivir solas, 139 (77.2 %) no informan con quién viven, 72 (40 %) dicen dormir en un lugar distinto al club de alterne y 60 (33.3 %) reconocen dormir allí.
De las 180 mujeres, 30 (16.67 %) dicen que alguien relacionado con el trabajo las recoge y las lleva al club, y 133 (73.89 %) no informan cómo llegan al trabajo. No obstante, solo 28 de las 72 mujeres que dicen dormir en un lugar distinto al club informan cómo llegan al trabajo y de éstas, 8 (4.44 % del total) dicen ir sin compañía de alguien relacionado con el club y 19 (11.11 %) afirman ir solas. Ninguna de las 48 mujeres que evitaron contestar a la pregunta sobre dónde vivían, informa cómo se traslada hasta el trabajo.
Dormir en el club dependía de si se dedicaban exclusivamente a la prostitución, χ2(4, N = 180) = 14.705, p < .005. Duerme en el club el 51.7 % de las que se dedican en exclusiva a la prostitución, frente a un 36.7 % de las mujeres que la ejercían a tiempo parcial.
Cuando se pregunta si pueden cambiar de domicilio libremente solo siete (3.9 %) contestan afirmativamente. Aunque 164 mujeres (91.1 %) manifiestan tener libertad de movimientos, 30 (16.67 %) dicen que las acompañan cuando quieren salir, 148 (82.22 %) no contesta y solo dos (1.1 %) afirman que pueden salir cuando quieren.
Los datos muestran que vivir sola o en compañía es independiente de la edad [F(2,98) = 0.167, p = n.s., η2 = .003], el tiempo de estancia en España [F(2,98) = 1.288, p = n.s., η2 = .026], o el tiempo dedicado a ejercer la prostitución [F(2,79) = 1.060, p = n.s., η2 = .027].
Aunque 79 (43.9 %) no aportan información sobre sus condiciones laborales, 11 (6.1 %) dicen que es su primer día o acaban de empezar y 39 (21.7 %) que ejercen solo desde hace unas semanas. Por otro lado, 62 mujeres (34.4 %) aportan más información sobre el tiempo dedicado a la prostitución y su permanencia en el club actual. En estas últimas, el tiempo medio de dedicación a la prostitución es de 2.14 años (DT = 2.77), con un mínimo de un mes y un máximo de 13 años. El tiempo de permanencia en el actual club es de 1.53 años (DT = 2.19), un mínimo de un día y un máximo de 11 años. La procedencia de las mujeres entrevistadas no muestra diferencias con respecto al tiempo de ejercicio de la prostitución, F(2, 61) = 0.558, p = n.s., η2 = .022; ni el tiempo de estancia en el club actual, F(2, 61) = 0.813, p = n.s., η2 = .032.
Llegar a España con una oferta para dedicarse a la prostitución, tampoco implica más tiempo de dedicación y estancia en el club actual, en comparación con las mujeres que no sabían a qué se iban a dedicar, F(2, 61) = 2.233, p = n.s., η2 = .076 y F(2, 61) = 2.569, p = n.s., η2 = .087, respectivamente. 98 mujeres (54.4 %) afirmaron que se dedicaban a la prostitución y a otros trabajos. Respecto a si habían trabajado antes en otros clubs, 117 (65.0 %) no contestaron, 15 (8.3 %) contestaron negativamente y 48 (26.67 %) lo afirmaron.
La dedicación en exclusiva a la prostitución dependía de su procedencia, χ2(4, N = 180) = 18.413, p < .001. Se dedicaban en exclusiva a esta actividad el 51.4 % de las europeas, el 22.2 % de las latinoamericanas y el 27.3 % de las africanas.
Solo nueve (5.0 %) afirmaron estar satisfechas con las condiciones de trabajo. No obstante, el 68.3 % manifestó que pensaba dejar la prostitución en un futuro y 42 (23.3 %) manifestaron su intención de seguir ejerciéndola. Un 8.9 % dijo estar buscando otro empleo en ese momento o estar a la espera de posibles entrevistas de trabajo, aunque un 84.4 % manifestaron no estar buscando otra cosa.
Querer dejar la prostitución dependía de su procedencia, χ2(4, N = 180) = 19.181, p < .001. No manifestó querer dejarlo el 40 % de las europeas, el 18.2 % de las africanas y el 8.1 % de las latinoamericanas.
Dedicarse en exclusiva a la prostitución depende de haber llegado con una oferta relacionada con su ejercicio, χ2(4, N = 180) = 51.020, p < .001. El 92 % que llegó para ejercer se dedica de forma exclusiva, por solo el 24 % de las que llegó por otros motivos. Querer dejar ese trabajo igualmente depende de venir con una oferta previa, χ2(4, N = 180) = 16.697, p < .005. El 72.6 % que llegó para dedicarse a otras actividades quiere dejarlo, frente el 56 % que vino para eso.
De las mujeres extranjeras, a un 21 % le gustaría volver a su país. A pesar de que un 32.6 % no especificó su jornada laboral, el 35.9 % dijo poder ir a trabajar cuando quisiera y un 22.8 % informó tener jornadas laborales de más de seis horas seguidas. Así mismo, el 93.9 % dijo no sentirse obligada a permanecer en el trabajo. El 70.2 % consideró que podía faltar a causa de enfermedades u otras razones.
Percepción intuitiva de la credibilidad de los testimonios
Debido a las características de este tipo de entrevistas, que reflejan las respuestas explícitas, pero no otros indicadores que rodean a la entrevista (comportamiento no verbal individual y grupal, conductas que señalen temor o ser observadas), se solicitó a los entrevistadores que emitieran un juicio intuitivo de credibilidad sobre la información aportada por las 180 mujeres una vez terminada la entrevista. Debían responder a una pregunta basada en el análisis general de la entrevista y contexto que rodeó a la misma: “¿el relato de la mujer fue creíble / no creíble?”. Tras esta pregunta debían responder su percepción sobre si la mujer entrevistada pudiera ser víctima de trata, con las posibilidades de respuesta “si/no”, “¿La mujer entrevistada es víctima de trata de personas?” Las Tablas 6 y 7 resumen las conclusiones de los entrevistadores sobre la posibilidad de que estas mujeres hayan aportado un testimonio creíble, sin contradicciones y la valoración inicial sobre posibles indicios o situaciones que convierten a la mujer entrevistada en una víctima potencial de trata de personas con fines de explotación sexual.
Se encontró una relación estadística de dependencia entre la estimación intuitiva de credibilidad de su testimonio y la posibilidad de ser víctima de trata, χ2(1, N = 180) = 89.346, p <.001. El 94.4 % de las mujeres cuyo testimonio se percibió como creíble, no se consideró víctima de trata; el 72.8 % de las estimadas como no creíbles, fueron consideradas víctimas de trata.
El análisis mostró que la posibilidad de que las entrevistadas estén siendo víctimas de trata, según los entrevistadores, dependía de su aislamiento social, χ2(2, N = 180) = 5.898, p = .05, miedo o preocupación mostrado durante la entrevista, χ2(2, N = 180) = 7.501, p < .05, poca colaboración, χ2(2, N = 180) = 10.233, p < .01, evitar tratar temas relevantes, χ2(2, N = 180) = 14.096, p = .001, mostrarse susceptible, χ2(2, N = 180) = 1.021, p < .001, informa que no es golpeada, χ2(2, N = 180) = 4.284, p < .05, no sufre abusos físicos, χ2(2, N = 180) = 4.284, p < .05, o sexuales, χ2(2, N = 180) = 4.284, p < .05, hace uso o dispone de su propio dinero, χ2(1, N = 180) = 19.733, p < .001, está buscando otro trabajo, χ2(2, N = 180) = 8.035, p < .05, y tiene libertad para dejar la prostitución, χ2(2, N = 180) = 11.579, p < .01.
El 64 % de las mujeres que estaban aisladas socialmente fueron percibidas como víctimas de trata, por solo 42.5 % de las que no lo estaban. De las siete mujeres que se mostraron preocupadas o temerosas seis fueron percibidas como víctimas de trata. Al 100 % de las que colaboraron, no se las consideró víctimas, mientras que al 7.4 % que no colabora, se sospechó que si lo eran. El 91.7 % que evitó tratar algunos temas fue considerada víctima de trata, frente al 41.0% que no lo evitó. El 80 % que se mostró susceptible fue considerada víctima, por un 39.9 % que no se mostraron así. El 57.2 % que informó que no es golpeada o no sufre abusos físicos o sexuales no es considerada víctima. El 86.8 % que manifiesta hacer uso de su propio dinero, y el 87.5 % que afirma estar buscando otro trabajo no son consideradas víctimas. Todas las que afirman que no tienen libertad para dejar la prostitución, fueron consideradas víctimas.
La credibilidad estimada dependió de los siguientes indicadores: presentar documentación, χ2(4, N = 180) = 10.793, p < .05, mostrarse susceptible durante la entrevista, χ2(2, N = 180) = 23.728, p < .001, no colaborar, χ2(2, N = 180) = 10.041, p < .01, evitar tratar temas relevantes, χ2(2, N = 180) = 21.806, p < .001, afirmar explícitamente no recibir golpes, abusos físicos o sexuales, χ2(1, N = 180) = 5.469, p < .05, decir querer dejar la prostitución, χ2(2, N = 180) = 9.435, p < .01, tener deudas de viaje, χ2(3, N = 180) = 9.161, p < .05, señalar tener libertad para dejar la prostitución, χ2(2, N = 180) = 12.990, p < .01, para faltar algún día al trabajo, χ2(3, N = 180) = 9.665, p < .05, tener libertad de movimientos, χ2(5, N = 180) = 13.627, p < .05, manejar su propio dinero, χ2(1, N = 180) = 16.084, p < .001, y buscar trabajo, χ2(2, N = 180) = 8.824, p < .05.
El 66.7 % de las mujeres que no presentó documentación, fue considerada como no creíble frente al 30.5 % que sí la presentó. El 80 % que muestra susceptibilidad es considerada no creíble. El 83.3 % de las que no colabora y el 91.7 % de las que evita tratar temas sensibles es considerada no creíble. El 66.9 % de las que colabora y el 69.3 % de las que no rehúsa tratar algunos temas es considerada creíble. El 66.9 % de las que manifiesta explícitamente no sufrir golpes, abusos físicos o sexuales es considerada creíble. El 70.7% que afirma querer dejar la prostitución es considerada creíble, frente al 57.1 % que indica no querer dejarlo. El 75 % que afirma tener deudas por el viaje a España es considerada creíble, frente al 67.9 % de las que dice no tenerlas. De las mujeres que dicen tener libertad para dejar la prostitución, un 67.9 % es creíble, por un 32.1 % que no lo es. Cuando afirman poder faltar al trabajo, el 71% es creíble por un 29 % que no lo es. De las que dicen tener libertad de movimientos, el 67.7 % es creíble por el 32.3 % que no. Respecto al manejo de su propio dinero, el 7.9 % no es creíble por el 92.1 % que sí. El 93.5 % que señala buscar trabajo y el 67.3 % que dice tener libertad para dejar la prostitución es creíble, frente al 63.2 % que dice que no lo está buscando y el 33.3 % que señala no tener libertad.
Discusión y conclusiones
En este trabajo se evaluaron de manera exploratoria y descriptiva los indicadores de trata de personas en mujeres que ejercen la prostitución en locales de alterne, según la Instrucción 1/2010 de la SES y en la Directiva de Servicio de la DAO, 40/2009 de Actuación contra la Trata de Seres Humanos.
Los datos permiten concluir que las mujeres tenían aproximadamente treinta años y eran de diversas nacionalidades, siendo en su mayoría de Europa y Latinoamérica. Llama la atención que no se encontraron mujeres asiáticas ni apenas de origen africano (solo 5.5 % del total), por lo que es posible que las mujeres de dichos continentes ejerzan la prostitución mayoritariamente en contextos distintos a los clubes de alterne. Por otros estudios, parece que las mujeres africanas ejercen la prostitución de calle, mientras que las mujeres asiáticas lo harían en pisos clandestinos (Guardia Civil, 2015).
Sobre el objetivo específico de indicadores de explotación sexual y trata, parece desprenderse de los datos que las mujeres entrevistadas omiten información relevante sobre muchas de las preguntas realizadas sobre los indicadores de trata y explotación, lo que sugiere que pudieran estar instruidas para no facilitar información sensible, bloqueando así las posibilidades de ayuda. Por ejemplo, el 77 % de las mujeres no informó de la situación en la que viven, el 88 % de las mujeres no contestó a la pregunta sobre su libertad de movimientos, se niegan coacciones, o se omite información sobre sus trabajos anteriores y detalles de la situación actual. Todos estos datos que se ocultan, en su conjunto, pueden considerarse indicios sobre la dificultad de la situación actual de las mujeres entrevistadas.
Respecto a esto último, se encontró una relación estadística de dependencia entre la estimación de credibilidad percibida por los entrevistadores de su testimonio y la posibilidad de ser víctima de trata. Esta valoración por parte de los entrevistadores dependía, entre otros indicios, de la falta de colaboración con la entrevista, considerando por tanto sus testimonios potencialmente no creíbles. El mayor porcentaje de respuestas omitidas se encontró precisamente en las variables “sensibles”, igual que otros trabajos han encontrado en estudios sobre la misma temática (Lindholm et al., 2015). Siguiendo a Callejo (2002)1, comprobamos que estos silencios de las entrevistadas nos han dado unos no-datos como un espejo “en negativo”. Callejo defiende la entrevista en profundidad como una especie de “confesión” del entrevistado, siendo más probable que se confiese aquello que forma parte de normas aceptables por la sociedad. Por ello, los silencios no se producen porque la información se ignore, sino que es un “callar activo” de lo que no se quiere expresar. Así pues, el presente trabajo facilita también datos sobre silencios, que constituye un material empírico igualmente valioso. Por otro lado, el presente trabajo aporta datos sobre indicios de credibilidad que han resultado estadísticamente significativos y que pueden resultar de ayuda para futuras investigaciones.
Los estudios sobre esta problemática son imprescindibles para dar un primer paso y acercarse a aquellas mujeres víctimas potenciales de trata y explotación sexual. Por todo ello, es importante la respuesta de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad para la prevención, represión e investigación de estos delitos, tanto desde la labor preventiva y de detección de víctimas en las distintas inspecciones como a través de las distintas operaciones de investigación. En este trabajo nos hemos centrado en un tipo muy concreto de prostitución, la que se ejerce en locales de alterne en la periferia de Madrid. Los resultados no son extrapolables directamente a otros tipos de prostitución, donde se podrían encontrar otros rangos de edad y nacionalidades de procedencia, e idiosincrasias particulares por razón de raza o religión. Un ejemplo, lo tendríamos con las mujeres nigerianas que son captadas a través de amenazas de vudú y que durante años mantienen el control sobre ellas por el miedo a que ejerzan daño a sus familiares a través de esta práctica de magia (Baarda, 2016).
Este trabajo presenta algunas limitaciones, entre las que cabe mencionar la representatividad de la muestra. Se trata de un estudio incidental con una selección muestral no aleatoria y restringida a un contexto y área geográfica particular. Es importante señalar que hubo un elevado porcentaje de mujeres entrevistadas que, a juicio de los entrevistadores, no facilitaron un testimonio creíble, al negar sistemáticamente o no contestar las preguntas que permitirían avalar un posible abuso o una situación de trata de personas. Esto lleva a considerar los presentes resultados con cautela. Futuros trabajos con muestras más amplias y con una estimación aleatoria y representativa podrían arrojar más contundencia a los datos hallados. No obstante, y a pesar de las limitaciones señaladas, estos resultados permiten una primera aproximación a una realidad de difícil acceso y escasamente investigada.
En entrevistas con ausencia de indicios claros de delito no se pueden activar medidas de mayor calado para la lucha contra la explotación sexual o trata de seres humanos. Sin embargo, las entrevistas en el contexto de las inspecciones impulsan un contacto y conversaciones con estas mujeres que, al menos, permiten informarles sobre posibles alternativas y facilitar el conocimiento de las instituciones y asociaciones que podrían ayudar a estas mujeres a cambiar su situación o, al menos, conocer las posibilidades de ayuda con las que cuentan y alternativas al ejercicio de la prostitución.