INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el cáncer como un conjunto de enfermedades que se originan en cualquier órgano o tejido del cuerpo y que se caracteriza por el desarrollo de células anormales que se dividen, crecen y se diseminan sin control invadiendo otros tejidos. El cáncer se ha convertido en una de las principales causas de muerte: provoca 1 de cada 8 muertes en el mundo. La previsión es que 1 de cada 3 varones y 1 de cada 4 mujeres se vean afectados directamente por esta enfermedad a los 75 años (1). De acuerdo con la OMS, en el año 2040 se prevé que el número de nuevos casos diagnosticados de cáncer sea aproximadamente un 50 % más alto que en 2020 (2). La Unión Europea (UE) representa una décima parte de la población mundial, pero tiene un cuarto de los casos de cáncer en todo el mundo. En el año 2020, en la UE 2,7 millones de personas fueron diagnosticadas con cáncer y 1,3 millones perdieron la vida por esta enfermedad. Sin una acción inmediata, se estima que para el 2035 los casos de cáncer aumentarán casi un 25 %, lo que convertirá a esta enfermedad en la principal causa de muerte en la UE (3).
INCIDENCIA Y MORTALIDAD DEL CÁNCER
El cáncer presenta una gran variabilidad en función del sexo de la población. En varones, el cáncer de pulmón sigue siendo el que presenta una mayor incidencia en todo el mundo, seguido del cáncer de próstata y del cáncer de piel (no melanoma). El cáncer de pulmón es también el que presenta una mayor mortalidad; sin embargo, son el cáncer de hígado y el de estómago los que le siguen en esta categoría. En mujeres, el cáncer de mama es el que mayor número de casos nuevos y mortalidad presenta, seguido del cáncer de pulmón y del cáncer cervicouterino. En cuanto a la incidencia en Europa, el cáncer de próstata supera al de pulmón, aunque sigue siendo el de mayor mortalidad en varones. En mujeres, la tendencia europea es similar a la global, si bien el cáncer de colón desplaza al cervicouterino como el tercero con mayor incidencia y mortalidad (4).
Los cánceres más frecuentemente diagnosticados en España en 2020 fueron los de colon y recto, próstata, mama, pulmón y vejiga urinaria. En este sentido, el cáncer más frecuentemente diagnosticado fue el de próstata y mama en varones y mujeres, respectivamente (5).
ALIMENTACIÓN Y ESTILO DE VIDA EN LA PREVENCIÓN DEL CÁNCER
En el proceso canceroso influyen diferentes factores, entre los que se encuentran los factores inherentes al individuo (edad, sexo, genética, etc.), los medioambientales (virus, radiación ultravioleta, contaminantes, etc.), los factores relacionados con la alimentación (ingesta energética, nutrientes, bioactivos de los alimentos, alcohol, etc.) y los factores relacionados con el estilo de vida (actividad física, tabaquismo, etc.). Estos factores interactúan entre sí y afectan al proceso canceroso y modulan el riesgo de padecer cáncer (6).
EXCESO DE PESO Y ADIPOSIDAD
De acuerdo con la OMS, desde 1975 la prevalencia de la obesidad prácticamente se ha triplicado en todo el planeta. De hecho, casi un tercio de la población mundial presenta sobrepeso u obesidad. La obesidad afecta negativamente a las funciones fisiológicas del organismo, por lo que no es de extrañar que aumente el riesgo de desarrollar diferentes enfermedades (7). La obesidad y la adiposidad están relacionadas con un aumento del riesgo de padecer cáncer (8). De hecho, existe evidencia que relaciona la obesidad con hasta doce tipos de cáncer (Tabla I). Algunos de los mecanismos propuestos por los que una mayor adiposidad produce mayor riesgo de cáncer residen en su impacto a nivel sistémico. Entre ellos, la inflamación y la hiperinsulinemia que se producen tienen como consecuencia una reducción de la apoptosis, un incremento de la división celular y una mayor inestabilidad del genoma (6). Por lo tanto, la recomendación para reducir el riesgo de padecer cáncer en el futuro es mantener un peso saludable a lo largo de toda la vida. Un peso saludable está definido por la OMS como un índice de masa corporal de entre 18,5 y 24,9 kg/m2. La circunferencia de cintura es otro parámetro asociado a la adiposidad central, por lo que debe mantenerse por debajo de los 94 cm para varones y los 80 cm para mujeres. Acciones como andar reducen el riesgo de una ganancia de peso, sobrepeso u obesidad con un grado de evidencia convincente. La actividad física aeróbica, el consumo de alimentos ricos en fibra (cereales integrales, frutas, verduras y hortalizas, legumbres) y tener un patrón de alimentación mediterráneo también disminuyen el riesgo de aumento de peso. Limitar el consumo de alimentos procesados con altos contenidos en grasa (fast food, platos preparados listos para comer, bollería industrial, etc.), de almidón (elevada carga glucémica) o de azúcares (refrescos azucarados, bebidas edulcoradas con azúcar, sacarosa, alta fructosa, siropes, etc.) también contribuye a evitar la ganancia de peso, sobrepeso u obesidad, esta última fuertemente asociada a un mayor riesgo de padecer cáncer.
Tabla I. Grado de evidencia de la alimentación y hábitos de vida relacionados con el riesgo de padecer cáncer.

Modificada de: World Cancer Research Fund, 2018 (6).
ACTIVIDAD FÍSICA
Estrechamente relacionado con la reducción del peso corporal se encuentra la actividad física. Ser físicamente activo reduce el riesgo de padecer cáncer de colón, mama o endometrio (Tabla I). En este sentido, ser físicamente activo se define como cualquier movimiento que utilice los músculos esqueléticos y que requiera más energía que en reposo. Se recomienda que para reducir el riesgo de padecer cáncer una persona sea, al menos, moderadamente activa. La actividad física moderada se define como aquella que aumenta la frecuencia cardíaca entre un 60 y un 75 % de máximo. Para prevenir el cáncer deben realizarse diariamente entre 45 y 60 minutos de actividades moderadas-vigorosas (9). Las actividades moderadas incluyen andar, montar en bicicleta, realizar tareas del hogar, nadar, bailar, etc. Las actividades vigorosas incluyen correr, nadar rápido, la práctica del aeróbic, deportes de equipo como el fútbol, el baloncesto, etc. Adicionalmente, deben evitarse comportamientos sedentarios, con especial énfasis en la limitación del tiempo de uso de dispositivos con pantalla (televisiones, ordenadores, móviles, videoconsolas, etc.), que se han asociado a un mayor consumo de alimentos y de bebidas de mayor densidad energética. El ejercicio físico reduce la resistencia a la insulina, la producción de estradiol y testosterona, además de la inflamación a largo plazo. Estos efectos a nivel sistémico aumentan la apoptosis y reducen la proliferación celular, lo que da como resultado una menor inestabilidad del genoma.
CEREALES INTEGRALES, LEGUMBRES, FRUTAS Y VERDURAS
Para reducir el riesgo de padecer cáncer se recomienda consumir al menos 30 gramos al día de fibra procedente de los alimentos. Este consumo puede obtenerse incluyendo habitualmente en la dieta cereales integrales, frutas, verduras no almidonadas y legumbres (10). En este sentido, el consumo de cereales integrales y de alimentos que contienen fibra está asociado con una reducción del riesgo del cáncer colorrectal (Tabla I). De la misma forma, las verduras y las hortalizas no almidonadas y las frutas se asocian con una reducción del cáncer aerodigestivo (6). La recomendación es llevar a cabo un consumo de al menos cinco raciones de frutas y de verduras al día, que equivalen a unos 400 gramos diarios. Una dieta baja en frutas y verduras tiene como consecuencia bajos niveles de vitaminas y de minerales, lo que favorece la proliferación de células cancerosas y la reducción la muerte celular programada.
CONSUMO DE CARNES ROJAS Y PROCESADAS
Con el objetivo de reducir el riesgo de padecer cáncer es importante limitar el consumo de carnes rojas a no más de 3 raciones a la semana (350-500 gramos semanales) y consumir poca, o ninguna cantidad, de carnes procesadas (6). Las carnes rojas incluyen la carne de ternera, de cerdo, de cordero, de cabra o de caballo, mientras que las carnes procesadas hacen referencia a aquellas que han sido transformadas para su conservación a través de diferentes técnicas, como el ahumado, el secado, el curado, el desecado, el fermentado, etc. El consumo de carnes rojas y procesadas incrementa el riesgo de padecer cáncer (11) al aumentar la exposición a nitritos y la producción endógena de compuestos N-nitrosos, que se han asociado a mutaciones, estrés oxidativo e inflamación, lo que favorece un ambiente procarcinogénico. Tanto el consumo de carnes procesadas como el de las carnes rojas se asocia al aumento de cáncer colorrectal (Tabla I). Es importante evitar cocinar la carne a altas temperaturas (en barbacoas, grill, directamente a en una llama, etc.), ya que se forman compuestos carcinogénicos como las aminas heterocíclicas o los hidrocarburos aromáticos policíclicos.
CONSUMO DE ALCOHOL
El consumo de alcohol se ha asociado con la aparición de múltiples tipos de cáncer, incluso con un consumo moderado (12). El consumo de alcohol aumenta el riesgo de padecer más de seis tipos de cáncer (Tabla I) y la concentración sérica de acetaldehído y estradiol, promueve la inflamación y causa un déficit de folatos. Como consecuencia, se provoca un aumento de la peroxidación lipídica, una reducción de la apoptosis y un amento de la proliferación y de la división celular de células precancerosas. En este sentido, dos o más bebidas alcohólicas por día (≥ 30 g de alcohol) incrementa el riesgo de cáncer colorrectal, mientras que tres o más (≥ 40 g de alcohol) aumenta el riesgo de cáncer de estómago e hígado (6). Para evitar el riesgo de padecer cáncer se recomienda no consumir alcohol, aun cuando su consumo pueda estar asociado con una reducción del riesgo cardiovascular.
CONCLUSIÓN
La prevención sigue siendo una de las herramientas más eficaces para reducir el riesgo de padecer enfermedades y la mejor estrategia coste-efectiva a largo plazo. En este sentido, una adecuada alimentación y hábitos de vida saludables no solo reducirán el riesgo de padecer cáncer en el futuro, sino que disminuirán el riesgo de padecer otras enfermedades no transmisibles, obteniendo, incluso, beneficios medioambientales.