INTRODUCCIÓN
Durante la gestación, la mujer experimenta cambios anatómicos y fisiológicos para lograr la adaptación madre-feto y proveer al feto de los nutrientes necesarios para su adecuado crecimiento y desarrollo, así como para preparar el organismo de la madre para el parto y posteriormente la lactancia (1-3). La deficiencia de nutrientes se asocia con alteraciones durante la gestación (4-6) y trastornos hipertensivos en el embarazo (7), los cuales son una de las principales causas de morbilidad y mortalidad maternas en todo el mundo. Tan solo la preeclampsia/eclampsia causa alrededor de 50.000-76.000 muertes por año en todo el mundo (8,9). En México, la enfermedad hipertensiva del embarazo, la preeclampsia y la eclampsia, representan alrededor del 16,1 % de todas las muertes maternas (10).
Aunque ha habido grandes avances en la medicina, la frecuencia de esta enfermedad no se ha modificado con éxito debido a que la etiología de la preeclampsia es multifactorial, y se han reportado diversas teorías dentro de las cuales están el factor genético/hereditario, el factor inmunológico, la disfunción endotelial, la inflamación, el aumento del estrés oxidante y la deficiencia de nutrientes, entre otros (8,11-14). Un consumo adecuado de nutrientes durante la gestación contribuye a la fisiología normal de la placenta y al desarrollo correcto del feto (15,16). Para soportar la alta demanda de nutrientes durante la gestación es necesario aumentar el consumo de nutrientes y suplementar la dieta con multivitamínicos (17-19) para evitar la deficiencia de macro y micronutrientes que aportan proteínas, carbohidratos, lípidos, minerales, vitaminas y elementos traza, los cuales están involucrados en procesos vitales para mantener el desarrollo normal del feto (20,21), por lo que una dieta adecuada y saludable durante la gestación ayuda a la apropiada maduración, proliferación y diferenciación celular del feto, apoyando los periodos críticos de crecimiento y desarrollo embrionario (16,21). Por ello, un aporte deficiente de nutrientes puede repercutir en el desarrollo fetal (4,22), principalmente en los países emergentes como México, donde la dieta es baja en macro y micronutrientes (21,23).
Por otro lado, se ha reportado que una dieta deficiente se asocia con un bajo perfil hematológico, y se ha reportado que, durante la gestación, la mujer puede presentar un estado de anemia, considerada como fisiológica, pues se presenta una disminución de la concentración de eritrocitos, hemoglobina y hematocrito, como consecuencia del aumento de volumen plasmático conforme avanza la gestación (24). Estas modificaciones hematológicas tienen como propósito disminuir la viscosidad de la sangre y favorecer el flujo sanguíneo en la circulación útero-placentaria (25). Se sugiere que la compensación de la concentración de eritrocitos es de alrededor del 30 %, aunque dicha compensación no suele ser suficiente ya que, en las pruebas de laboratorio, se reportan disminuidos los parámetros previamente mencionados (24,25). Previamente se describió que las modificaciones del estado hematológico y el aporte de nutrientes de la dieta son de suma importancia durante la gestación, siendo así que un déficit en el aporte de nutrientes puede tener impacto en el estado hematológico (21). Además, durante la gestación, la deficiencia de selenio, hierro, calcio, yodo, magnesio y zinc, así como de vitaminas E y C, se asocia a la preeclampsia (19). La presente investigación analizará el estado nutrimental y hematológico durante los 3 trimestres de gestación en mujeres gestantes con y sin preeclampsia para evaluar su relación con esta patología gestacional.
MATERIALES Y MÉTODOS
DISEÑO DEL ESTUDIO Y PARÁMETROS ANTROPOMÓRFICOS
Se realizó un estudio transversal, descriptivo y analítico durante el periodo de septiembre de 2019 a febrero de 2020. Mediante un muestro por conveniencia de casos consecutivos se reclutaron 78 gestantes que acudían a consulta prenatal en los centros de salud de las comunidades de Tuxpanguillo y Zapoapan, Ixtaczoquitlán, Veracruz, México, y que cumplían con los siguientes criterios de inclusión: gestantes de entre 13 y 45 años; que firmasen, las participantes y/o un tutor, la carta de consentimiento informado; que respondieran al cuestionario completo y aceptasen donar una muestra sanguínea para las determinaciones analíticas. Dentro de los criterios de exclusión, no se consideraron las gestantes sordomudas o con enfermedad mental (autismo, demencia y esquizofrenia). Como criterios de eliminación, las gestantes que decidieran no seguir participando en el estudio y no acudieran a la toma de la muestra de sangre en cada trimestre de embarazo, así como las muestras hemolizadas. Las gestantes se dividieron en grupos según el trimestre de gestación.
Las participantes fueron informadas de los objetivos del estudio y firmaron una carta de consentimiento informado; las menores de edad firmaron una carta de asentimiento, al igual que sus tutores legales. Este estudio fue aprobado por el Comité de Investigación y Bioética del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Veracruzana (CI-ICS No. D_052/30CEI00120180131/Folio No.015/2019) y cumple con la Declaración de Helsinki de 1964 y sus enmiendas posteriores o estándares éticos comparables.
Se aplicaron cuestionarios con el fin de conocer las características sociodemográficas y los estilos de vida de las gestantes (edad, nivel educativo y laboral, estilo de vida, estado de salud y posibles hábitos nocivos como el consumo de drogas y alcohol). Se tuvo acceso al expediente clínico para conocer las características ginecoobstétricas y antropométricas de las gestantes para determinar el peso, la talla y la presión arterial. Se aplicó un cuestionario para conocer la frecuencia de consumo de alimentos y obtener el perfil de ingesta de nutrientes de las gestantes proporcionado por el Instituto Nacional de Cardiología (INCan), Ciudad de México, México (26). Los criterios de inclusión es que tuviera entre 15 a 45 años y asistieran a su control prenatal en la unidad del centro de salud de Tuxpanguillo y Zapoapan, Ixtaczoquitlán, Veracruz. Los criterios de exclusión fueron que las gestantes fueran sordomudas o tuvieran una enfermedad mental (autismo, demencia y esquizofrenia).
RECOLECCIÓN DE LAS MUESTRAS Y DETERMINACIÓN DE LOS PARÁMETROS HEMATOLÓGICOS
La extracción de sangre se realizó en cada centro de salud: cinco mililitros de sangre venosa en ayunas se recogieron en tubos BD Vacutainer®; conservados en bloques de hielo, fueron transportados al laboratorio para la evaluación de los parámetros hematológicos, como niveles de hemoglobina (HB), porcentaje de hematocrito (HTO), conteo de eritrocitos, leucocitos y plaquetas, volumen corpuscular medio (VCM), hemoglobina corpuscular media (HCM) y concentración de hemoglobina corpuscular media (CHCM) a través de la cartometría hemática, usando un contador hematológico automático (ADVIA 360 Hematology System, New York, EE. UU.).
ANÁLISIS ESTADÍSTICO
Los datos obtenidos se analizaron usando el paquete estadístico STATA 14.0 (Stata Statistical Software, Stata Corporation, College Station, Texas). Los datos se expresaron como frecuencia, porcentaje y medias ± DE. Se calcularon las pruebas de Kolmogorov-Smirnov o de Shapiro-Wilk para determinar la distribución de la muestra. Se utilizó la prueba de la t de Student y el ANOVA con post-hoc de Bonferroni para comparar las variables continuas con distribución normal en dos o más grupos independientes, mientras que la prueba de la U de Mann-Whitney o la de Kruskal-Wallis con post-hoc de Dunn se usó para las variables continuas con distribución no gaussiana. Los valores de p < 0,05 se consideraron estadísticamente significativos.
RESULTADOS
CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS, ANTROPOMÓRFICAS Y GINECOOBSTÉTRICAS DE LAS GESTANTES
Un total de 78 gestantes fueron reclutadas para participar en este estudio, de las cuales el 10,26 % estaban en el primer trimestre, el 47,44 % en el segundo trimestre y el 42,31 % en el tercer trimestre. La edad de las gestantes obtuvo una media de 25,65 ± 7,41 años. El 15,38 % eran ≤ 18 años de edad y el 16,67 % < 35 años. Las gestantes del tercer trimestre tenían una edad ligeramente mayor, con una media y DE de 27,96 ± 6,55 años, respectivamente, frente a los otros trimestres. Además, el 28 % de las gestantes presentaban sobrepeso y el 18,23 % obesidad. La media de presión arterial (PA) en las gestantes fue de 105,12 ± 20,36 mmHg para la presión sistólica y de 68,71 ± 10,85 mmHg para la presión diastólica, con un mínimo de 80/40 mmHg y un máximo de 160/100 mmHg. El grupo de gestantes del tercer trimestre de gestación tenían un IMC de 29,06 ± 3,94 kg/m2 y una presión arterial sistólica con una media de 115,45 y una DE de 25,75 mmHg, relativamente mayor que en las gestantes que cursaban el tercer trimestre de embarazo (Tabla I).
CARACTERÍSTICAS HEMATOLÓGICAS POR TRIMESTRE DE GESTACIÓN
La tabla II muestra la evaluación de los parámetros hematológicos desde el inicio del embarazo hasta el tercer trimestre en todas las mujeres incluidas en el estudio. Los resultados hematológicos en el primer trimestre de embarazo fueron normales en el conteo de eritrocitos (4,14 ± 0,20 x 106/mm3) en comparación con las gestantes del segundo (3,54 ± 0,28 x 106/mm3) y tercer (3,75 ± 0,34 x 106/mm3) trimestres de gestación (p < 0,05); la concentración de HB fue mayor en las gestantes del primer trimestre (12,15 ± 1,22 g/dL) comparadas con las gestantes del segundo (10,74 ± 0,75 g/dL) y tercer (11,09 ± 1,15 g/dL) trimestres; el mismo patrón se observó para el porcentaje de HTO: primer trimestre, 35,09 ± 3,35 % frente a segundo trimestre (30,12 ± 2,20 %) y tercer trimestre (31,97 ± 3,97 %). Otro parámetro fue la CCHM, observándose un porcentaje menor en el primer trimestre (34,17 ± 1,37 %) en comparación con el segundo trimestre de gestación (35,39 ± 1,81 %) (p < 0.05).
El valor de p < 0,05 se considera estadísticamente significativo y se obtuvo utilizando las pruebas:
*de Kruskal-Wallis con post-hoc de Dunn y
†ANOVA con post-hoc de Bonferroni.
DE: desviación estándar; HB: hemoglobina; HTO: hematocrito; VCM: volumen corpuscular medio; CHM: concentración media de hemoglobina; CCMH: concentración corpuscular media de hemoglobina.
ESTADO NUTRIMENTAL POR TRIMESTRE DE GESTACIÓN
La tabla III muestra la evaluación de la ingesta de nutrientes desde el inicio del embarazo hasta el tercer trimestre de todas las mujeres incluidas en el estudio. Las gestantes del tercer trimestre de gestación tuvieron un mayor consumo de macronutrientes tales como grasas y carbohidratos, en comparación con las gestantes del primer y segundo trimestres de gestación (p < 0,05); además, tuvieron un alto consumo de glucosa, que fue significativo comparado con las gestantes del segundo y tercer trimestres (p < 0,05). Con relación a los micronutrientes, se observó un incremento significativo de potasio, zinc, manganeso, tiamina, riboflavina, vitamina B6, B12 y C en comparación con las gestantes del primer y segundo trimestres (p < 0,05).
ESTADO HEMATOLÓGICO Y NUTRICIONAL DE LAS GESTANTES NORMOTENSAS Y CON PREECLAMPSIA DEL TERCER TRIMESTRE
Las gestantes del tercer trimestre de gestación se dividieron en dos grupos: con diagnóstico de preeclampsia antes del parto (11 gestantes) y con diagnóstico de normotensas (22 gestantes). Como se muestra en la tabla IV, las gestantes del grupo de normotensas tenían una presión arterial significativamente menor (p < 0,05), con una media de 98,63 ± 8,88 mmHg para la PA sistólica y 65 ± 6,72 mmHg para la PA diastólica, en comparación con las gestantes con preeclampsia, que tuvieron una media de 149,09 ± 9,43 mmHg para la PA sistólica y de 89,09 ± 5,39 mmHg para la PA diastólica. Las gestantes con preeclampsia mencionaron tener antecedentes de preeclampsia en comparación con las gestantes normotensas (p = 0,002). Con relación a la edad, el IMC, la suplementación, el aborto previo, ser fumador pasivo y la paridad, no se encontraron diferencias significativas entre los dos grupos.
El valor de p < 0,05 se considera estadísticamente significativo y se obtuvo utilizando las pruebas:
*t de Student,
†U de Mann-Whitney y
‡exacta de Fisher.
Con respecto a los parámetros hematológicos (leucocitos, eritrocitos, HB, HTO, VCM, CMH y CCM) determinados en el estudio, no se encontraron diferencias significativas al comparar el grupo de gestantes normotensas con el de preeclampsia (datos no mostrados). En la figura 1 se observa que el número de plaquetas fue estadísticamente significativo, con una p < 0,05, al comparar el número de plaquetas entre el grupo de gestantes con preeclampsia (24,50 ± 5,26 x 104/mm3) y el grupo de normotensas (21,33 ± 3,45 x 104/mm3), con una correlación positiva entre el número de plaquetas y las gestantes con preeclampsia (r = 0,349, p = 0,0203).
En la tabla V se muestra el aporte nutrimental de las gestantes normotensas y con preeclampsia. Los resultados mostraron que las gestantes con preeclampsia tenían un mayor consumo de grasas, carbohidratos y glucosa en su dieta, con resultados estadísticamente significativos (p < 0,05), en comparación con las mujeres normotensas. En contraste, las gestantes normotensas tuvieron un mayor aporte de calcio, magnesio, zinc, cobre, manganeso y selenio a partir de su dieta, diferencia que fue estadísticamente significativa (p < 0,05), en comparación con las gestantes con preeclampsia. De igual manera, el aporte de vitaminas C, B6, B12, D, E, tiamina, riboflavina, folatos y tocoferoles fue significativamente mayor en relación con las gestantes con preeclampsia (p < 0,05).
El valor de p < 0,05 se considera estadísticamente significativo y se obtuvo utilizando las pruebas:
*t de Student y
†U de Mann-Whitney.
Al correlacionar las variables de nutrientes con la variable preeclampsia se observó una fuerza de asociación positiva para grasas (r = 0,694, p < 0,0001), carbohidratos (r = 0,442, p = 0,009), glucosa (r = 0,580, p = 0,0004) y potasio (r = 0,695, p < 0,0001); en contraste, una correlación negativa para minerales como calcio (r = -0,722, p < 0,0001), magnesio (r = -0,722, p < 0,0001), zinc (r = -0,702, p < 0,0001), cobre (r = -0,496, p = 0,003), manganeso (r = -0,769, p < 0,0001), selenio (r = -0,783, p < 0,0001), vitaminas C (r = -0,452, p = 0,008), B6 (r = -0,547, p = 0,001), B12 (r = -0,735, p < 0,0001), D (r = -0,371, p = 0,033), E (r = -0,492, p = 0,003), tiamina (r = -0,627, p = 0,0001), riboflavina (r = -0,412, p = 0,0172), folato (r = -0,688, p < 0,0001) y tocoferoles totales (r = -0,425, p = 0,013), lo que corrobora la asociación de estas variables con el desarrollo de la preeclampsia.
DISCUSIÓN
Nuestros resultados evidencian la carencia de orientación nutrimental que tienen las gestantes durante su control prenatal, principalmente sobre la importancia de los alimentos que deben consumir y los nutrientes que aportan en los primeros trimestres de gestación. Dentro de los factores de riesgo o barreras para recibir orientación nutrimental que se han descrito en México y países latinoamericanos están la nula cultura de asistir a consultas periódicas al ginecólogo, principalmente en el primer trimestre del embarazo. Dentro de las barreras más frecuentes están que la gestante viva en zonas rurales, en zonas en vías de urbanización y el que se trate de una gestante adolescente, entre otras barreras. Estos factores se ven influenciados por diversos factores sociales, económicos y étnicos (27). Asimismo, México es uno de los países en donde la medicina tradicional está muy arraigada; en este sentido, la primera atención prenatal a la que acuden las mujeres es con una partera; estas, actualmente, ya se encuentran certificadas por la Secretaria de Salud (28), aunque no están formadas para dar orientación nutrimental. Posteriormente es en el segundo y tercer trimestres de la gestación que acuden a consulta médica en sus unidades de salud.
En este estudio se observó que los parámetros hematológicos como el conteo de eritrocitos, la concentración de HB, el HTO y la CCMH disminuyen conforme avanza la gestación debido a un proceso de hemodilución por aumento del volumen plasmático (24,025); esto coincide con otros estudios previamente reportados (29,30). Nuestros resultados indican que el 41,03 % de las gestantes tenían anemia por deficiencia de hierro, teniendo 27 de estas gestantes una prescripción de fumarato ferroso por vía oral, lo que sugiere que la adsorción del suplemento de hierro no era la adecuada para llevar a cabo su función biológica. Existen diversos factores para su absorción, entre ellas el consumo de té y café, que inhiben la absorción del hierro, mientras que la vitamina C aumenta dicha absorción (31). La deficiencia de hierro (anemia) disminuye la capacidad de la madre para sintetizar hemoglobina y transportar oxígeno, por lo que dichas restricciones impactan en el desarrollo del feto (32) y se han asociado a la preeclampsia (33).
Si bien en esta investigación la mayoría de los parámetros hematológicos no mostraron diferencias significativas entre las gestantes normotensas y aquellas otras con preeclampsia, se observó un aumento de las plaquetas en las gestantes con preeclampsia comparadas con las normotensas, por lo que el impacto que tienen dichos parámetros en la gestación juega un rol importante; por lo mismo, es relevante monitorearlos durante la gestación para poder determinar si guardan alguna relación con el desarrollo de alteraciones que lleven a enfermedades durante la gestación, como los trastornos hipertensivos. Al respecto, se ha descrito que el volumen plasmático está regulado por la acción directa de la progesterona y los estrógenos sobre el riñón, lo que induce la liberación de renina, activando el mecanismo aldosterona-renina-angiotensina y conduciendo a la retención renal de sodio y al aumento del agua corporal total, por lo que los parámetros hematológicos son importantes para monitorear la gestación y en la toma de decisiones (34). En nuestro estudio, las gestantes del tercer trimestre que desarrollaron preeclampsia tuvieron un número significativamente más alto de plaquetas, aunque dentro del valor de referencia de dicho parámetro. Estos resultados son contradictorios con los mencionados en la literatura, ya que se ha reportado que las gestantes con preeclampsia presentan trombocitopenia (35,36).
El estado nutrimental mostró un consumo mayor de macronutrientes tales como ácidos grasos y carbohidratos, entre ellos la glucosa, en las gestantes del tercer trimestre, así como en las que desarrollaron preeclampsia. Esta alimentación inadecuada basada en el alto contenido en ácidos grasos y carbohidratos contribuyó al desarrollo del trastorno hipertensivo de la preeclampsia. Al respecto se ha reportado que una dieta rica en ácidos grasos saturados se relaciona con la presencia de enfermedades de tipo cardiovascular, mientras que las grasas poliinsaturadas (PUFA) tienden a prevenirlas (37). En muchos países en vías de desarrollo como México, que tiene una alta tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad e hipertensión, la ingesta de grasas saturadas excede el limite recomendado (10 %), así como los hidratos de carbono (55 %), especialmente los azúcares; en contraste, el consumo de PUFA está por debajo del límite recomendado (6-11 %) (38). Aunado al alto consumo de alimentos con un alto índice glucémico y de digestión lenta, ello se asocia con una respuesta de glucosa posprandial más baja, por lo que tener un aporte dietético elevado e inadecuado de macronutrientes durante el último trimestre de gestación puede considerarse como un factor de riesgo para el desarrollo trastornos hipertensivos del embarazo, de neonatos con bajo peso o de otra enfermedad que comprometa la salud de la madre y el feto (39).
Con relación a los micronutrientes, las gestantes del tercer trimestre tuvieron un mayor aporte de minerales como zinc y manganeso, y de vitaminas como tiamina, riboflavina, B6, B12 y C, por lo cual se puede considerar que dentro de su alimentación incluían frutas, vegetales, hortalizas y leguminosas, que aportan este tipo de micronutrientes (40). Sin embargo, por los datos obtenidos se observó que no todo el grupo del tercer trimestre de gestación tenían una alimentación adecuada, ya que las gestantes que presentaron preeclampsia tuvieron una contribución menor de folatos, tocoferoles, minerales como calcio, magnesio, zinc, cobre, manganeso y selenio, y de vitaminas, entre ellas tiamina, riboflavina, B6, B12, C, D y E, en comparación con las normotensas. Al respecto, los hallazgos encontrados en este estudio coinciden con otras investigaciones en donde se ha reportado y sugerido la relación que hay entre la deficiencia de minerales y vitaminas durante la gestación con el desarrollo de preeclampsia (4,15,16,19,35,39,40).
En este sentido, un punto clave en la gestación es la invasión de las células del trofoblasto externo del embrión en la decidua materna, que es la vascularización del tejido placentario. Este proceso genera estrés oxidativo, por lo que se requiere la modulación a través de enzimas antioxidantes, en que es rica la placenta; requieren de micronutrientes, como las glutatión-peroxidasas (selenio) y las enzimas superóxido-dismutasas (cobre, zinc y manganeso), vitales para proporcionar protección al embrión y a la placenta frente al estrés oxidante cuando irrumpen las arterias espirales maternas que dan inicio a la circulación materno-fetal, para propiciar el correcto desarrollo del feto y mantener el equilibrio orgánico de la madre (19). Además, la vasodilatación dependiente del endotelio aumenta por la infusión intraarterial de magnesio, mineral que forma parte de las enzimas involucradas en el equilibrio redox (19). La deficiencia de magnesio se ha relacionado negativamente con el ámbito materno y perinatal, ya que su déficit puede aumentar la producción de especies reactivas de oxígeno, vinculadas a la disfunción endotelial, que está asociada a riesgos como los trastornos hipertensivos del embarazo, calambres en las piernas, restricción del crecimiento intrauterino y parto prematuro (20,39,40).
Otro elemento bioactivo es el cobre, que funciona como cofactor de varias enzimas; puede obtenerse de distintos órganos animales, mariscos, nueces y frutos secos. Su deficiencia se asocia con una reducción de la síntesis de energía en forma de ATP y con la generación de lipoperoxidación. En la gestación se relaciona con el parto prematuro por rotura prematura de membranas (4,19,39).
El calcio es uno de los elementos traza más importantes en el humano y primordial durante la etapa de gestación por sus múltiples funciones biológicas. Durante la gestación, las demandas de calcio aumentan desde el inicio y, para el tercer trimestre, es mayor el requerimiento, por su participación en la mineralización del esqueleto del feto (20). Por ello, una baja ingesta de calcio y su deficiencia en el organismo pueden aumentar la gravedad de la pérdida ósea en el último trimestre de gestación. Asimismo, los cambios en la concentración de calcio generan un aumento de la angiotensina II, vasoconstricción del músculo liso vascular, liberación de la hormona paratiroidea y disminución de la óxido nítrico-sintasa y de la prostaciclina (19). La concentración reducida de calcio plasmático y el aumento de calcio celular pueden ser responsables de la alteración de la presión arterial y conducir al riesgo de preeclampsia (20,40). Además, cuando el calcio, por diferentes circunstancias biológicas, no puede ser correctamente absorbido, en las gestantes se recomienda la suplementación con vitami- na D para favorecer la absorción intestinal de este mineral (4,40). La demanda de este micronutriente en la gestación aumenta para una formación adecuada de los huesos y como elemento esencial para el desarrollo fetal, pero su excreción renal aumenta en aproximadamente un 25 % (20). Se trata de un nutriente presente en prácticamente todas las fuentes alimentarias y su absorción está influida por la vitamina D y la hormona paratiroidea (39).
Otro elemento traza importante en la gestación es el zinc, el cual en el organismo participa como cofactor en la síntesis de ácidos nucleicos y proteínas, así como en la división celular, la expresión génica, la defensa antioxidante, la visión y la función neurológica e inmunitaria, siendo así que su deficiencia se ha asociado con el retraso del crecimiento fetal, el parto prematuro, el parto prolongado, anomalías congénitas y complicaciones de la gestación y el parto como la hipertensión inducida (16,19,35). Con respecto al selenio, se le considera un oligoelemento esencial, necesario para el correcto funcionamiento biológico, al igual que el cobre, el manganeso, el magnesio y el zinc, que son relevantes para el mantenimiento de la proliferación celular en la formación del embrión y para evitar un mal desarrollo del feto y las complicaciones en el embarazo (39). El selenio es un oligoelemento con actividad antioxidante que elimina radicales libres, ya que es esencial para la glutatión-peroxidasa; de esta forma se evita el daño causado por el estrés oxidante, por lo que su deficiencia en el organismo se ha vinculado con el desarrollo de la enfermedad hipertensiva del embarazo (preeclampsia), los abortos espontáneos, los defectos del tubo neuronal, el parto prematuro, el bajo peso al nacer y la intolerancia a la glucosa (19).
Este estudio también mostró que la baja contribución de vitaminas en la dieta puede estar relacionada con el desarrollo de la preeclampsia. Con respecto a las vitaminas del complejo B, en este estudio se encontraron disminuidas en el aporte de la dieta de las mujeres con preeclampsia la tiamina (B1), la riboflavina (B2), la vitamina B6 (piridoxina) y la vitamina B12 (cianocobalamina), que disminuyen a nivel sérico durante la gestación, probablemente por la absorción adicional por parte del feto y la hemodilución (16). Se incluyen en la mayoría de los suplementos prenatales, debido a los mayores requerimientos maternos así como el depósito fetal y placentario de vitaminas (40). Las funciones de las vitaminas durante la gestación no están del todo definidas, aunque se ha reportado que la ingesta de vitamina B6 puede aliviar los síntomas de náuseas (40). Por ello se ha propuesto que la deficiencia de estas vitaminas puede repercutir en el crecimiento celular, así como en el desarrollo del tejido nervioso, debido a su alta demanda energética. Sin embargo, tampoco está clara la relación que guardan estas vitaminas con la preeclampsia (4,16,20,32).
También se encontró un menor aporte por parte de la dieta en las gestantes con preeclampsia de la vitamina C (ácido ascórbico), que es hidrosoluble, y la vitamina E, representada por ocho compuestos liposolubles de origen vegetal, siendo el alfa-tocoferol la forma con mayor actividad biológica. Ambas vitaminas actúan sinérgicamente promoviendo las defensas antioxidantes que inhiben a los radicales libres, previniendo el estrés oxidativo. La vitamina C juega un papel importante en la movilización de las reservas de hierro y mejora la absorción del hierro de la dieta, así como se ha descrito que se transporta de forma activa a través de la placenta, lo que conduce a una reducción de los niveles plasmáticos maternos. En contraste, la transferencia placentaria de vitamina E, que está muy regulada, durante la gestación requiere lipoproteínas circulantes, principalmente lipoproteínas de baja densidad (LDL), aumentando los niveles de vitamina E en el cordón umbilical; conforme avanza la gestación, aumentan los niveles maternos (15,16). Con base en las investigaciones actuales no se recomienda la suplementación con vitaminas C o E durante el embarazo a menos que se haya indicado por el médico; asimismo, la relación que tienen ambas vitaminas con el desarrollo de la preeclampsia no está del todo definido (40).
Con relación al déficit de vitamina D durante la gestación, se ha descrito que puede estar asociado al raquitismo neonatal, la diabetes gestacional, la preeclampsia y el parto prematuro (16,40). Con todo lo descrito anteriormente, la deficiencia o exceso de nutrientes durante la gestación genera problemas de salud en la madre, en la etapa de lactancia, en el recién nacido y, posteriormente, en el infante, ya que se pueden generar consecuencias irreversibles. Dependiendo del tiempo de privación de los nutrientes durante la gestación, esto se puede reflejar en un decremento de la defensa antioxidante, la respuesta inmunitaria, la señalización redox y la expresión de genes reguladores asociados al desarrollo de enfermedades (4,21,41,45).
El presente estudio presenta limitaciones para establecer la causalidad entre las variables debido a su diseño transversal; además, el confinamiento causado por la pandemia causada por el SARS-CoV-2 limitó el reclutamiento de gestantes, limitando las conclusiones de este estudio. La carencia de un expediente completo con los datos generales y nutricionales de la población previa a su embarazo limitó la comparación en cada grupo. De igual manera, el bajo número de gestantes reclutadas en el primer trimestre del embarazo no permitió profundizar en la comparación entre grupos.
En conclusión, los valores de HB, HTO y CCMH se modificaron a lo largo de los tres trimestres de gestación y se observaron valores altos de plaquetas en las gestantes con preeclampsia. El estado nutrimental durante la gestación juega un papel importante para una adecuada gestación y la prevención o desarrollo de enfermedades durante la gestación. En este estudio, las gestantes normotensas tuvieron un mayor aporte de macro y micronutrientes que aquellas que desarrollaron preeclampsia. Por ello se recomienda que las gestantes acudan a sus consultas prenatales desde el primer trimestre de gestación en los centros de atención médica y que reciban orientación nutricional para evitar complicaciones durante la gestación.
Por lo anterior, surgen nuevas hipótesis como áreas de oportunidad para realizar estudios de intervención nutrimental desde el primer trimestre de gestación con el fin de establecer asociaciones con el estado hematológico (proponerlos como marcadores de prevención), el perfil hormonal y los niveles de aldosterona-angiotensina a fin de establecer los mecanismos asociados.