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Anales de Medicina Interna
versión impresa ISSN 0212-7199
An. Med. Interna (Madrid) vol.18 no.6 jun. 2001
REVISIÓN DE CONJUNTO
Estrés oxidativo, enfermedades y tratamientos antioxidantes
J.I. Elejalde Guerra
Servicio de Medicina Interna del Hospital de Navarra.
RESUMEN
La oxidación es un proceso bioquímico de pérdida de electrones siempre asociado a otro de captación que llamamos reducción. Esta oxidación es fundamental para la vida pues participa en los procesos de obtención de la energía celular. Sin embargo cuando existe un exceso de oxidación aparece el estrés oxidativo que es una realidad compleja en todos los niveles biológicos que no se puede medir ni definir con un solo parámetro. Hay una multitud de enfermedades que se han relacionado con el estrés oxidativo y la generación de radicales libres. Por esto, terapias antioxidantes y dietas ricas (como la dieta mediterránea) o enriquecidas con antioxidantes parecen prevenir o al menos disminuir el deterioro funcional orgánico originado por un exceso de estrés oxidativo.
PALABRAS CLAVE: Oxidación. Redox. Antioxidante. Radical libre. Estrés oxidativo.
Oxidative stress, diseases and antioxidant treatment
Abstract
Oxidation is a biochemical process of loss of electrons associated with another of reception called reduction. This process is capital for life, because it takes part in the production of cellular energy. Oxidative stress appears when oxidation is excessive. This reality is complex in all biological levels, and cannot be measured or defined by a single parameter. A great number of diseases have been related to oxidative stress and generation of free radicals. For this reason, antioxidant therapies and diets (such as mediterranean diet) rich or enriched with antioxidants seem to prevent or at least to attenuate the organic deterioration originated by an excessive oxidative stress.
KEY WORDS: Oxidation. Redox. Antioxidant. Free radical. Oxidative stress.
Trabajo aceptado: 5 de Octubre de 2000
Correspondencia: J. I. Elejalde Guerra. C/ del Lago 9, 3ºA. 31016 Pamplona
En bioquímica se considera oxidación a todo proceso en el que ocurre pérdida de electrones, captación de oxígeno o una cesión de hidrógeno (deshidrogenación) y reducción a aquel otro en el cual se captan electrones o se pierden oxígenos. Todo proceso de oxidación va siempre acompañado de otro de reducción. Son reacción de óxido-reducción o reacciones redox entre pares conjugados (1,2).
En la naturaleza casi todo es oxidado por el oxígeno: las grasas se vuelven rancias, la goma pierde elasticidad, el papel amarillea, etc. Además estas reacciones de óxido-reducción son muy importantes en bioquímica, puesto que los seres vivos obtienen la mayor parte de su energía libre a partir de ellas: en la fotosíntesis la energía solar impulsa la reducción del CO2 y la oxidación del H2O formando carbohidratos y O2 y en el metabolismo aeróbico, realizado por los eucariotas y muchos procariotas, tiene lugar un proceso inverso a la fotosíntesis, que permite almacenar la energía libre producida en la oxidación de los carbohidratos y de otros compuestos orgánicos, en forma de ATP (1,2).
Pero este oxígeno que es imprescindible para la vida, puede ser también fuente de enfermedad a través de una producción incontrolada de radicales libres de oxígeno (RLO) que dañan las macromoléculas (lípidos, proteínas, hidratos de carbono y ácidos nucleicos) y alteran los procesos celulares (funcionalidad de las membranas, producción de enzimas, respiración celular, inducción génica, etc.) (3).
Un exceso de RL (moléculas o porciones de ellas, que presentan al menos un electrón desapareado en su orbital más externo y son extraordinariamente reactivos) rompen el equilibrio produciendo el llamado estrés oxidativo. Se producen durante las reacciones metabólicas, mientras las células del organismo transforman los alimentos en energía especialmente en situaciones de hiperoxia, ejercicio intenso e isquemia y también por exposición a determinados agentes externos como las radiaciones ionizantes o luz ultravioleta, polución ambiental, humo del tabaco, etc (4,5). De los RLO inorgánicos los más importantes son el oxígeno molecular O2, el radical-anión superóxido (O2-), el radical hidroxilo (HO-) y su precursor inmediato el peróxido de hidrógeno (H2O2). De los secundarios u orgánicos, el radical peroxilo (ROO-), el hidroperóxido orgánico (ROOH) y los lípidos peroxidados (5-9)
En el otro lado de la balanza –que debe mantenerse en equilibrio– están los antioxidantes (sustancias con capacidad para oponerse a la acción del oxígeno y de ciertas especies oxidantes, independientemente de su mecanismo). Hay sistemas enzimáticos antioxidantes capaces de metabolizar los RL generados en los procesos redox celulares (la catalasa de los peroxisomas, la glutatión peroxidasa y la superóxido dismutasa), también hay multitud de antioxidantes no enzimáticos. Los llamados rastrillos de radicales (radical scavengers) son especies químicas cuya posibilidad antioxidante reside en su capacidad para destruir directamente los RL (el glutatión, la vitamina C o ácido ascórbico y la vitamina E o alfa tocoferol son los principales). Las proteasas celulares son las encargadas de la eliminación de las proteínas alteradas oxidativamente, que son a su vez fuente generadora de más RLO y finalmente los llamados antioxidantes terciarios se encargan de reparar las biomoléculas dañadas por los RLO (5,10-15).
¿SE PUEDE MEDIR LA OXIDACIÓN?
El estado redox a nivel subcelular, de las células, los tejidos y los organismos es una realidad compleja que no se puede medir ni definir con un solo parámetro aislado (15). No hay métodos estandarizados para medir el estatus de estrés oxidativo (OSS) en humanos o sea ninguno de los llamados biomarcadores del estrés oxidativo (BOSS) consiguen de forma aislada una valoración precisa y definitiva del estrés oxidativo que pueda ser directamente aplicado a la clínica humana (16-20).
A causa de lo anteriormente expuesto no puede resultar extraño que se hayan utilzado una gran diversidad de métodos en la aproximación a esta realidad del estado redox en el organismo humano (16-20). En la tabla I mostramos un resumen de las más importantes.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de estas determinaciones pueden variar en función de muchos factores como son el ritmo circadiano, la fase postprandrial, el tiempo, la temperatura y otras condiciones de procesamiento. Asimismo las distintas mediciones podrían ser distintas en distintos órganos.
Es posible que cuando se disponga de métodos más precisos para la medición del estrés oxidativo, éste se podrá utilizar en la práctica clínica como un factor de riesgo para determinadas patologías (16).
ENFERMEDADES, PROCESOS DEGENERATIVOS Y ESTRÉS OXIDATIVO
Hay una serie de procesos patológicos atribuibles razonablemente al ataque de RL, al menos estarían implicados en algunas de sus fases o secuencias bioquímicas (6).
Son muchos los procesos patológicos implicados, así como múltiples los descubrimientos llevados a cabo por diferentes grupos de investigación, por ello sólo es posible recoger unos breves comentarios de algunos de estos procesos patológicos más significativos:
1. El envejecimiento: es difícil diferenciar entre lo que son procesos propios del envejecimiento o procesos patológicos que se desarrollan preferentemente durante el envejecimiento. El envejecimiento y la muerte pueden ser el resultado de la activación de genes específicos en un momento determinado del ciclo celular (apoptosis). La teoría de los RLO del envejecimiento supone que este resulta de la acumulaciónde lesiones orgánicas debidas a RLO (10,82-86). También se ha detectado una menor actividad proteolítica que en las células jóvenes (86), una disminución de las concentraciones de antioxidantes e inactivación de las enzimas detoxificadoras de RLO (87) y una acumulación de proteínas oxidadas no degradadas (88).
2. La ateroesclerosis: la formación de la placa arteriosclerótica se inicia con la captación de lipoproteínas de baja densidad (LDL) por los macrófagos que se transforman así en células espumosas. Estas células son captadas por el endotelio mediante moléculas de adhesión y se acumulan en el espacio subendotelial, donde inducen la migración de células musculares, su proliferación e hipertrofia (89,90). En determinadas condiciones oxidativas las lipoproteínas se fragmentan y se alteran determinados residuos de aminoácidos de la apoproteína de la LDL (86). Estas LDL oxidadas o productos liberados de ellas, van a tener mayor poder aterogénico ya que son captadas más avidamente por los macrófagos, son citotóxicas para el endotelio y estimulan la producción de factores vasoactivos, de adhesión, trombóticos y de proliferación de células musculares lisas de la vasculatura, iniciando o extendiendo la lesión ateroesclerótica (10,90-93). Se ha demostrado una estrecha relación entre RLO y lipoproteínas de baja densidad (LDL) y se sabe que su aumento tiene un conocido valor predictivo directo en la aparición de ateroesclerosis (94,95). Muchos factores de riesgo de la ateroesclerosis ampliamente identificados, como pueden ser la hipertensión, hipercolesterolemia y tabaquismo, pueden actuar induciendo un desequilibrio entre prooxidación y antioxidación (95).
3. Cáncer: el desarrollo tumoral es un proceso altamente complejo caracterizado por la presencia de necrosis celular del tejido sano, crecimiento incontrolado de las células cancerosas, neovascularización del área afectada para asegurar el aporte de oxígeno y nutrientes al tumor, entre otros muchos fenómenos. Se ha sugerido la implicación de los RL en el desarrollo tumoral (96). El humo del tabaco es el causante del cáncer de pulmón: además de la nicotina y del alquitrán, en el que se encuentran RL en abundancia, que atacan los tejidos y destruyen las sustancias protectoras presentes en ellos, tenemos óxidos radicalarios de nitrógeno que forman con las proteínas carcinógenos como las nitrosaminas (6). Los RL estimulan el crecimiento de las células musculares lisas, lo que sugiere un papel del estrés oxidativo en la neovascularización tumoral o angiogénesis (97). También se ha observado la activación de algunos genes tempranos que podrían participar en el control de la transcripción de factores de crecimiento necesarios para el desarrollo tumoral. Tampoco hay que olvidar que la transformación oncogénica viene condicionada por la presencia de genes mutados u oncogenes que controlan funciones celulares clave, y esto también puede influenciarse por el estado redox celular (98). Se han detectado niveles disminuidos de enzimas antioxidantes en diversos tipos de células tumorales (99) así como alteraciones en el estado de los tioles celulares (25). La vitamina C y otros rastrillos de los radicales tendrán efecto anticarcinógeno (100) y será importante introducir estrategias antioxidantes para complementar tratamientos anticancerosos.
4. La catarata senil: el cristalino está sujeto al constante bombardeo de radiaciones diversas causantes de procesos químicos irreversibles, que con el tiempo, por acumulación, producen una creciente opacificación del cristalino; es decir, la catarata (101). Los RL generados en el cristalino producen entrecruzamiento, desnaturalización, degradación de sus proteínas y otros efectos, formándose gránulos microscópicos de composición compleja por apelotonamiento desordenado de moléculas, que crecen en tamaño y cantidad, produciendo inicialmente el efecto Tindall, y finalmente la total opacificación del cristalino (102).
5. Insuficiencia renal aguda (IRA), crónica (IRC) y diálisis: el daño tubular por isquemia/reperfusión está, al menos en parte, ocasionado por el aumento del estrés oxidativo de la IRA (103). Los RLO producen la activación de la enzima xantina-oxidasa y de los neutrófilos, mecanismos importantes del daño renal por isquemia/reperfusión. El NO (óxido nítrico) parece aumentar en la fase isquémica y los RLO en la de reperfusión, por lo que el balance NO/RLO condicionará la magnitud del daño, así como los donantes de NO tendrán un potencial papel citoprotector frente a la acción de los RLO (104). En las nefritis por formación de inmunocomplejos, se estimula a los leucocitos polimorfonucleares y a los macrófagos a producir radicales aniones superóxido. Los RLO van a jugar un importante papel en el desarrollo del daño renal y en la formación de la proteinuria (50). La pérdida de nefronas conduce a una mayor producción de RLO (57). El aumento de la peroxidación de lípidos de la membrana de los glóbulos rojos está consistentemente documentada en pacientes con IRC, lo cual es un reflejo del aumento del estrés oxidativo por los RLO (49,53,59,104,105).
Los pacientes en hemodiálisis por IRC, tienen un aumento del estrés oxidativo, por una inadecuada eliminación de los RLO continuamente generados (63,72,105,106). El contacto entre la membrana dializadora y los componentes séricos y los polimorfonucleares, produce una activación del complemento, producción de citokinas y de RLO. Esta situación lleva a la peroxidación lipídica, una desnaturalización de proteínas, daño de las células endoteliales, y a un continuo estrés oxidativo (72,106). En el caso de la diálisis peritoneal también encontramos un aumento del estrés oxidativo, que se pone de manifiesto por unos niveles plasmáticos disminuidos de selenio y de actividad de GHX (63). Pero este estrés oxidativo parece ser menos intenso que en el caso de la hemodiálisis (55) y a su vez más que en los pacientes con IRC no incluidos en programas de diálisis (64).
En los pacientes trasplantados de riñón también hay evidencia de aumento de oxidación de LDL. Este hecho facilita la progresión de la ateroesclerosis, contribuyendo al rechazo agudo (107) y crónico vascular del órgano transplantado (108).La nefrotoxicidad de algunos fármacos habitualmente utilizados, como la gentamicina (109), daunorubicina y la ciclosporina (110) y la de otros compuestos como el mercurio, parece mediado por un aumento del estrés oxidativo.
Parece demostrado que las profundas alteraciones en el sistema redox extracelular que ocurren en la IRC y en la hemodialisis pueden ser una explicación adecuda para las complicaciones cardiovasculares de estos pacientes (111).
6. Tóxicos que alteran el estado redox: El daño celular inducido por algunos tóxicos a nivel renal como el paraquat (47) se manifiesta con un aumento de los marcadores de estrés oxidativo (estado del glutatión y aumento de MDA) y una disminución del metabolismo tubular renal (consumo de oxígeno y transporte de distintos compuestos) en relación con una alteración de la cadena de transferencia de electrones mitocondriales que produciría una reducción de las funciones metabólicas, todo ello originado por un aumento de formación de RLO. Se demuestra una inhibición de la bomba Na/K-ATPasa por la disminución de consumo de oxígeno basal y el sensible a ouabain.Con otros tóxicos que también interfieren con el ciclo redox aumentando la producción de RLO, como el rhein (ácido 4,5-dihydroxianthraquinone-2-carboxylico) (48), se ha estudiado su hepatotoxicidad. Los hallazgos indican una alteración de la membrana mitocondrial (con disminución del potencial de membrana), una deplección de glutatión, una alteración de la homeostasis del calcio con importante elevación de los niveles intracelulares, oxidación lipídica detectada por aumento de los niveles de MDA y una deplección del ATP que pueden llevar a la muerte celular.
7. Diabetes mellitus: los altos niveles de glucosa característicos de la diabetes inducirían la glicosilación no enzimática de proteínas. Esta glicosilación no enzimática altera la estructura y la función de las proteínas (112).Es sabido que la autoxidación de azucares genera especies de RLO. A concentraciones altas de glucosa, típicas de estados diabéticos, la producción de RLO se incrementa en presencia de metales de transición (102). Pero el aumento de estrés oxidativo descrito en los diabéticos, no está únicamente relacionado con la aceleración en la producción de RLO, sino también por la disminución de antioxidantes (113). La vía del poliol es un posible mecanismo por el que la hiperglucemia puede alterar la función y la estructura de las células afectadas por las complicaciones diabéticas. La activación de la vía del poliol disminuiría el NADPH y los niveles de glutatión, aumentando de esta manera el estrés oxidativo (114).
8. Hipertensión arterial (HTA): la HTA puede ser considerada como un conjunto de resultados sistémicos de las lesiones (vasculares, parenquimatosas, etc.) producidas por los RLO. Probablemente los antioxidantes y rastrillos de RLO sean una nueva expectativa de tratamiento, implicando en ello acciones terapéuticas que actúen beneficiosamente sobre las manifestaciones presentes en la anatomía patológica (fibrosis, hipertrofia) y en la bioquímica (inhibición de la bomba Na+-K+, inestabilización de membranas, lesiones sobre DNA, etc.) de la HTA, moderando y/o evitando las complicaciones clínicas (síndrome X) y realizando al mismo tiempo cardio-nefro-neuro-retino-protección (115). En la HTA se ha encontrado aumento de la peroxidación de lípidos, tanto en plasma como en las membranas celulares, así como un aumento en la cantidad total de lípidos y una dismunición de la capacidad antioxidante (90,116). La HTA predispone a acelerar la ateroesclerosis, al menos en parte a causa de la sinergia entre elevación de presión sanguínea y otros estímulos aterogénicos que inducen estrés oxidativo en los vasos arteriales (117).
9. Cirrosis, insuficiencia hepática y hepatopatía alcohólica: tradicionalmente se consideraba que la presión portal en las enfermedades hepáticas estaba determinada solamente por la alteración de la arquitectura hepática y por el flujo sanguíneo esplácnico. Pero al ser documentada una hipertensión portal reversible en hepatitis alcohólica y en el fallo hepático agudo, era necesaria la intervención de mediadores vasoactivos para explicar el mecanismo de esta hipertensión portal aguda y también el por qué los pacientes con cirrosis desarrollaban hemorragia aguda por varices en periodos de descompensación hepática. Uno de estos mediadores puede ser el 8-iso-PGF2a, un producto de la peroxidación lipídica por los RLO, que ha demostrado elevar la presión portal en ratas cirróticas (118). Extrapolándolo a pacientes con cirrosis, la peroxidación lipídica secundaria al daño hepático por alcohol, sepsis u otras enfermedades hepáticas pueden producir un aumento agudo de la presión portal (a través del 8-iso-PGF2a y/u otros mediadores) tal y como se observa en el daño hepático agudo. Esta elevación de la presión portal se pudo bloquear con SQ29548 un antagonista del receptor de tromboxanos (61). El daño hepático inducido por alcohol está relacionado, al menos en parte, a un estrés oxidativo causado por la producción de RLO y/o a un descenso de los antioxidantes (119).
10. Otros procesos implicados: reoxigenación o reperfusión (52,120,121), desmielinización (122), distrofia muscular, artritis e inflamación (10,88,123), enfisema pulmonar (124), amiloidosis, colagenosis, conectivopatías (LES, esclerodermia, enfermedad de Wegener), colitis ulcerosa, demencia senil, dermatitis de contacto, displasia broncopulmonar, enfermedad de Alzheimer, distrés respiratorio del adulto, mutaciones, lipofucsinosis, enfermedad de Parkinson, EPOC, fibroplasia retrolental, Kawshiorkor, isquemia cerebral e hística, glomerulonefritis, miocardiopatías, insuficiencia cardiaca (56), muerte súbita cardiaca, porfirias, úlcera péptica, Síndromes de ataxia-teleangiectasia, de Down, de Bloom, de Dubin-Johnson-Sprinz, VIH (78,125) etc.
LAS TERAPIAS ANTIOXIDANTES
Terapias antioxidantes y dietas ricas o enriquecidas en antioxidantes, parecen prevenir o al menos disminuir el deterioro funcional orgánico originado por un exceso de estrés oxidativo (11,49,50,53,54,57,58,68,72,100,104,105,126-152). Pese a todos estos estudios con resultados positivos también existen otro grupo de ellos en que la intervención a base de antioxidantes no ha resultado eficaz (153-160). Estos resultados no concluyentes o contradictorios (161-167) se pueden deber a múltiples causas: inicio precoz o tardio de la intervención, intervenciones poblacionales o en grupos reducidos con riesgo aumentado, mezcla de intervenciones profilácticas con curativas así como prevención primaria y secundaria de diversas enfermedades, dosis insuficientes, utilización de un solo antioxidante o una combinación de dos o más, evaluación con parámetros concretos de laboratorio, con varibles biológicas o clínicas, estudios experimentales sobre tejidos concretos, animales o humanos etc. Todos los autores coinciden en destacar la necesidad de grandes estudios clínicos para aclarar el papel de los antioxidantes en la salud humana. La eficacia de las terapias antioxidantes dependerá de definir que enfermedades, circustancias y condiciones son las propicias para que estos tratamientos sean exitosos. Mientras se definen vamos a ver algunos de los resultados de los que disponemos en este momento sobre las principales terapias antioxidantes:
1. Selenio: parece clara la relación de niveles bajos de selenio y ciertos tipos de cáncer como los de colon, recto, próstata, mama, leucocitos, piel e hígado (130). Por este motivo los suplementos de selenio son particularmente recomendables en los individuos de alto riesgo tumoral. Asimismo se ha relacionado la carencia de selenio en algunas localizaciones geográficas con una miocardiopatía endémica como en niños de la provincia de Keshan de la República Popular China. Tras una intervención con suplementos de selenio en la dieta, se redujo completamente la incidencia de la enfermedad (168). En este mismo sentido, la elevada incidencia de enfermedad coronaria arteriosclerótica en Karelia (Finlandia), la enorme incidencia de asma en los niños de Nueva Zelanda y por otro lado la longevidad de los habitantes de Norfolk (niveles más elevados de selenio de toda Inglaterra) y la máxima longevidad del área mediterránea que se da en Málaga (España), indican que factores de índole nutricional relacionados con el estrés oxidativo y los antioxidantes (selenio, vitaminas A,C,E, etc.) pueden influir de modo negativo en unas zonas y de modo positivo en otras (112).
2. Betacaroteno: es uno de los 50 carotenoides con actividad de vitamina A (se transforma en 2 moléculas de ésta en el intestino) metabolizándose ambos a retinoides. Existen estudios contradictorios respecto al papel de este antioxidante (161,163). Cuando se observa la relación entre consumo de betacaroteno e IAM se encuentra que los individuos que consumían mayor cantidad tenía menor riesgo de IAM sobre todo a expensas de los fumadores (135,138). Asimismo a los consumidores de dietas con más carotenoides se les observa un riesgo menor de cáncer de pulmón (146). En cambio en ensayos clínicos con suplementos en prevención primaria y secundaria de enfermedades cardiovasculares y cánceres no se han encontrado resultados positivos e incluso se han visto resultados deletéreos en subpoblaciones de alto riesgo (154-157).
3. La vitamina C: es hidrosoluble, elimina los RL y regenera la capacidad antioxidante de la vitamina E y activa ciertas enzimas. Además destruye eficazmente las nitrosaminas a través de procesos radicalarios y se le atribuye un efecto anticarcinógeno frente al humo del tabaco por concentrarse en los alvéolos pulmonares (100) y de inhibición de la invasión tumoral (147). También en este caso hay resultados contradictorios. Mientras que en algunos estudios se ha encontrado una mortalidad coronaria cardiaca y global en relación inversa a la toma de vitamina C (137) en otros en cambio no hay diferencias según su consumo (135). Un metaanálisis sobre los ensayos clínicos realizados en la prevención de enfermedades cardiovasculares no se encontró ningún efecto beneficioso (158).
4. La vitamina E: existen ocho tocoferoles con actividad de vitamina E siendo el a-tocoferol el más activo y ampliamente distribuido. La vitamina E aumenta la resistencia de las lipoproteínas de baja densidad (LDL) a la oxidación y a la incorporación por macrófagos que las haría más aterogénicas que las LDL nativas (127,128). De esta manera la vitamina E podría ser un factor potencialmente terapéutico en la formación espontanea de ateromatosis (126). Diversos estudios han demostrado una correlación inversa entre niveles de vitamina E y eventos cardiovasculares negativos (149,150), otros en cambio no (159). Los estudios de cohortes que estudian la relación entre la ingestión de vitamina E y la enfermedad cardiovascular encuentran que el riego coronario dismunuye al aumentar la ingesta de vitamina E, aunque unos encuentran el beneficio con la vitamina E ingerida conla dieta (142,151) y otros precisan de los suplementos para alcanzar la eficacia (135,136,152).
Respecto a los ensayos clínicos en preveción primaria no se han mostrado eficaces en la reducción de la incidencia de cánceres ni de cardiopatía isquémica (155), tampoco en pacientes de alto riesgo (153). En prevención secundaria los resultados fueron pobres o inexistentes (143,156,160).
En pacientes con insuficiencia cardiaca tanto la vitamina E como la coenzima Q10 han obtenido algunos resultados clínicos favorables y una disminución de los marcadores de estrés oxidativo en plasma (131,132).
En el daño hepático por alcohol y su progresión de esteatosis a hepatitis y cirrosis, la vitamina E tiene un importante papel en modificar la inducción del estrés oxidativo y su expresión habitual en forma de aumento de la peroxidación lipídica (119).
5. Otros procesos, otros antioxidantes: algunos fármacos eficaces en el tratamiento de la insuficiencia cardiaca pueden tener importantes efectos antioxidantes como ocurre con el carvedilol (57,133,139) y los inhibidores de la enzima conversora de angiotensina (134). Un hipolipemiante con efecto antioxidante, el probucol, se ha mostrado efectivo en reducir la tasa de reestenosis tras angioplastia coronaria con balón (144).
Una dieta con bajas cantidades de proteínas y suplementada con vitaminas A, C y E y amino y ketoácidos parece tener buenos resultados protectores contra la peroxidación de los lípidos de le membrana eritrocitaria (49) y consiguientemente preservar la función renal en pacientes con IRC (53). El aceite de pescado tiene efectos beneficiosos similares al de la administración de suplementos de vitamina E en pacientes en hemodiálisis (105).
Recientemente se ha demostrado la eficacia de la N-acetilcisteina oral en prevenir el deterioro de la función renal por contrastes en pacientes con insuficiencia renal crónica (145). Los antioxidantes han sido utilizados con éxito en el control del dolor de origen inflamatorio como en la pancreatitis (148). También la melatonina ofrece unas interesantes posibilidades en un futuro como terapia antioxidante (169).
6. El estilo de vida y la dieta mediterránea: la realización de una actividad física de forma aguda puede producir efectos potencialmente desfaborables sobre la salud cardiovascular con aumento de la producción de los RL, aumento de la susceptibilidad de las LDL a la oxidación y tendencia a la hipercoagulabilidad. Estos efectos serán diferentes según la duración, la intensidad y la regularidad de la actividad física. En cambio la práctica regular de actividad física parece que aumenta la actividad de los sistemas antioxidantes endógenos, disminuye la susceptibilidad de las LDL a la oxidación, mantiene el equilibrio hemostásico disminuyendo la hipercoagulabilidad y aumentando la fibrinolisis y finalmente aumenta el diámtero de la luz arterial y su capacidad de vasodilatación. Por lo tanto a nivel de salud pública se debe recomendar la práctica regular de actividad física tanto en la prevención primaria como secundaria de las enfermedades cardivasculares (170).
La dieta mediterránea o la dieta Roma-Tokio (171) ofrecen mayores posibilidades para un correcto equilibrio entre oxidantes y antioxidantes que la dieta centro-europea-escandinava, por los siguientes motivos: mayor consumo de alimentos verdes, con altos contenidos antioxidantes enzimáticos y no enzimáticos (vitamina C), menor consumo de grasas saturadas (aceite de oliva frente a mantequillas), menor consumo de conservas, con la pérdida de las sustancias antioxidantes naturales del alimento fresco, menor consumo de ahumados y cerveza negra (nitrosaminas) y, posibilidad de la presencia del vino en la alimentación mediterranea, cuyo etanol en cantidades adecuadas funcionará como antioxidante no enzimático. Este tipo de dieta se ha mostrado eficaz en prolongar la supervivencia (172), la prevención primaria (173) y secundaria (174) de enfermedades cardiovasculares, el cancer (172) etc.
El beneficio del aceite de oliva no se correlaciona con las cifras de colesterol total, LDL, ni HDL, pero si se correlacionan con aumentos de los niveles de ácidos grasos n-3, ácido oleico, vitaminas C y E y disminución del ácido linoleico como resultado de una mayor ingestión de ácido linolénico y ácido oleico. Las grasas monoinsaturadas como el aceite de oliva son más resistentes a la oxidación que las saturadas y las poliinsaturadas. También hay evidencias de que los compuestos fenólicos de la fracción no grasa del aceite de oliva virgen tienen efectos antioxidantes protegiendo de la autoxidación (175).
El consumo de una dieta mediterranea rica en aceite de oliva, además de mejorar el índice aterogénico (colesterol total/colesterol HDL), aumenta la resistencia a la oxidación de las LDL en comparación con una dieta pobre en grasa. Esto le confiere un efecto protector en las enfermedades cardiovasculares (176).
Los efectos positivos atribuidos al vino (especialmente al vino tinto) parecen radicar en los productos fenólicos (flavonoides) contenidos en él, que inhiben la susceptibilidad de las LDL a oxidarse y las funciones de las plaquetas. El etanol a dosis bajas tiene efectos antioxidantes. El vino tinto reduce el colesterol LDL. El consumo moderado de alcohol reduce los riesgos de padecer infarto agudo de miocardio y después de haberlo padecido también (171,177).
Por todo esto, debido a que nuestras defensas endógenas antioxidantes no parecen ser completamente efectivas, parece razonable proponer una dieta rica en antioxidantes o, como ya se está experimentando, una suplementación exógena de antioxidantes. Así una dieta rica en frutas, nueces, cereales y vegetales, y una ingesta de pequeñas cantidades de vino tinto, parece proteger de numerosas enfermedades (5,162)
En resumen podemos decir que los radicales libres y el estrés oxidativo que provocan están claramente involucrados en la etiopatogenia de diversas enfermedades, algunas de ellas de gran importancia en la población como la arteroesclerosis, el cáncer, la hipertensión arterial etc. La recomendación de un estilo de vida sano con ejercicio regular y una dieta basada en los productos de la dieta mediterranea (ricos en antioxidantes) parece eficaz para prolongar la supervivencia y reducir ciertas patologías. Respecto a los tratamientos antioxidantes existen en la literatura resultados contradictorios, son necesarios más estudios para definir las enfermedades, el momento y el tipo de la intervención, el perfil del paciente, los antioxidantes y sus dosis adecuadas para que estos tratamientos sean claramente exitosos.
AGRADECIMIENTOS
Mi más sincero agradecimiento al Profesor D. Miguel Andériz López por su ayuda incondicional y estímulo constante, gracias a los cuales este trabajo y otros muchos han sido posibles.
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