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INTRODUCCIÓN
Las primeras guías publicadas en Papeles del Psicólogo sobre recursos digitales mostraban listados de direcciones web, señalaban la necesidad de un ordenador para la conexión a internet (Cubo, 1996; Prieto y Correas, 1998) y vislumbraban el desarrollo de un área de actuación psicológica para la cual comenzaron a elaborarse códigos deontológicos propios (Jarne, 2001).
La psicología telemática o telepsicología es hoy una práctica reconocida que durante la pandemia de la COVID-19 se ha extendido a profesionales que hace unos meses no la consideraban una opción. La necesidad de ofrecer servicios de evaluación psicológica en un escenario en el que las limitaciones de las consultas presenciales son un hecho, apremian al profesional a adoptar nuevas prácticas o adaptar las habituales; piénsese por ejemplo, en las restricciones de acceso a hospitales, centros sociosanitarios o penitenciarios, cancelaciones de citas y riesgos de contagio. La telepsicología se define como la prestación de servicios psicológicos empleando tecnologías de la información y de la telecomunicación (TIC), que entre otras incluyen el uso de teléfonos, dispositivos móviles, videoconferencias, correo electrónico, chats o mensajes de texto, y abarca un amplio espectro de actuaciones, tanto síncronas (videoconferencia interactiva, teléfono, chat..) como asíncronas (correo electrónico, foros…), en las cuales la información puede transmitirse de forma escrita, oral e incluir imágenes, sonidos u otro tipo de datos (American Psychological Association, APA, 2013). Son varias las organizaciones profesionales que han elaborado y difundido guías de buenas prácticas para la telepsicología (American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 2008; American Psychological Association, 2013; American Telemedicine Association, 2013; Canadian Psychological Association, 2006; Inter Organizational Practice Committee, 2020; New Zealand Psychologists Board, 2011; Ohio Psychological Association Communications and Technology Committee, 2010). En castellano, el Consejo General de la Psicología publicó en 2017 un extenso documento que incluye una adaptación de las directrices de la APA, además de un detallado análisis sobre el estado de la cuestión. El Colegio de Psicólogos de Madrid ha editado un fascículo en el que se describen las competencias básicas para la prestación de servicios en remoto (Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, 2017), y una guía orientada a la intervención telepsicológica (De la Torre y Pardo, 2018) que centrándose sobre todo en la videoconferencia comprende aspectos de evaluación y tratamiento psicológico en contextos clínicos.
Los códigos referidos a la telepsicología cubren aspectos relacionados con la legislación aplicable al ejercicio profesional, los principios éticos y deontológicos que rigen esta, y la guarda de las leyes sobre seguridad y protección de datos. En ellos se presentan los riesgos y dificultades asociados a una práctica que genera cuestiones específicas con respecto a su correlato presencial, se recogen, de una u otra forma, se recogen los siguientes puntos:
La competencia profesional tanto con relación al uso de la tecnología como al campo profesional.
Los estándares de atención en la prestación de servicios de telepsicología que nunca deben de ser menores a aquéllos aplicables a la práctica presencial.
El consentimiento informado con referencia explícita a cuestiones particulares vinculadas a los servicios de telepsicología que se desee proporcionar.
El perfil de la persona destinataria: Aspectos como enfermedades neurodegenerativas, desarrollo cognitivo, estabilidad emocional…pueden ser un obstáculo e incluso un impedimento que limite la prestación de servicios de telepsicología.
La confidencialidad de los datos y de la información, que exige la adopción de medidas específicas para proteger su integridad.
La seguridad y trasmisión de los datos y de la información que en entornos TIC han de protegerse ante amenazas como virus o hackers, por citar únicamente algunas.
El uso de test y la tele-evaluación que está asociada a riesgos específicos.
TELE-EVALUACIÓN Y APLICACIÓN REMOTA DE TEST
Dentro del campo de actuación de la telepsicología son pocas las guías que han desarrollado concretamente el tema de la tele-evaluación. El documento elaborado por la British Psychological Association (2020) y el articulo de Wright, Mihura, Pade, y McCord (2020) que ha editado la American Psychological Association, completan el trabajo publicado en el año 2014 por Luxton, Pritu y Osenbach. Con referencia a áreas de actuación específica se han publicado recomendaciones para la tele-evaluación educativa (Farmer et., al. 2020) o forense (Drogin, 2020). En las directrices generales sobre telepsicología publicadas por la APA (2013) se dedica el séptimo punto al uso de test y tele-evaluación; en esta directriz se recomienda a los psicólogos que juzguen los problemas específicos referidos al uso de test y enfoques evaluativos diseñados para su implementación en persona al ofrecer servicios de telepsicología.
Un análisis de estos problemas permite clasificarlos en función del foco en el cual centran las amenazas; podríamos hablar de las amenazas relacionadas con el uso de las TIC, con el entorno y características personales/ambientales, con las propiedades psicométricas del test, y finalmente con el proceso evaluativo:
Tecnología:
Disponibilidad y acceso a recursos. El acceso a cualquier servicio de telepsicología exige que tanto el profesional como el cliente/paciente dispongan de los medios tecnológicos (equipamiento y conectividad) que permitan una conexión estable.
Seguridad. El uso de las TIC está asociado a riesgos sobre la seguridad de los datos y transmisiones que pueden ser intencionadas (ataques de virus, malware, hackers …) o no intencionadas (utilización de dispositivos o software obsoletos, caídas de red, errores humanos…).
Características personales/situacionales:
Familiaridad y competencia en el uso de la tecnología. El uso de las TIC exige cierta competencia que garantice la viabilidad de la práctica de la telepsicología. Si el psicólogo o la persona destinataria del servicio no han desarrollado las competencias mínimas el proceso de evaluación se vería afectado. Esta circunstancia es especialmente aplicable a población infantil o de edad avanzada, personas con deterioro cognitivo o discapacidades senso-motoras...
Entorno en situaciones de aplicación presencial el entorno evaluativo está sujeto a un control extremo que en situaciones de tele-evaluación se dispersa. Habría que valorar los riesgos relacionados con la presencia de elementos distractores o ayudas externas que podrían contaminar el proceso evaluativo. Piénsese por ejemplo en una prueba de razonamiento en la que el cliente pueda buscar soluciones a los ítems a través de internet.
Test:
Cambio en las condiciones de aplicación. El cambio en las condiciones de administración podría generar alteraciones en las propiedades psicométricas del test a utilizar (fiabilidad, validez y normas).
Copyright. Los derechos de autor de los test (copyrigth) limitan su uso a condiciones y situaciones concretas que habitualmente están descritas en el manual del test.
Proceso:
Confidencialidad. Todo el proceso de evaluación es confidencial y habrá de guardarse la información generada de acuerdo a la ley de protección de datos (Ley orgánica 3/2018).
RECOMENDACIONES GENERALES
El control de estas amenazas a la validez científica y ética del proceso evaluativo (Fernández-Ballesteros et al., 2003) podría resumirse en una sola directriz que fija su atención en la actuación profesional, y en la toma de conciencia sobre la situación de tele-evaluación. En este sentido, se solicita al profesional que sea consciente de los problemas que pueden derivarse del uso de test diseñados para su aplicación presencial en condiciones de aplicación remota, y actúe en consecuencia respetando las leyes, los códigos deontológicos, y las directrices profesionales.
A partir de ella y con relación a los riesgos mencionados podrían especificarse las siguientes recomendaciones:
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Consideraciones previas
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Tecnología
Asegurarse de que la persona evaluada y el profesional que presta el servicio tienen un acceso estable a los recursos necesarios durante la evaluación (software, hardware y red).
Asegurarse de disponer de medios que garanticen la seguridad de los datos (personales, ítems del test) frente a posibles ataques externos (virus, hackers, capturas de pantalla...), o accidentes involuntarios (caídas de red, perdidas de conexión, fallos en el hardware o software).
Asegurarse de disponer de alternativas frente a una posible pérdida de conexión o caída de red.
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Características personales/situacionales
Asegurarse de que las condiciones físicas y psicológicas de la persona que recibe el servicio son compatibles con la aplicación remota de test.
Asegurarse de que la persona que recibe el servicio entiende y acepta las condiciones en las que se desarrollará éste (consentimiento informado).
Asegurarse, en caso de que sea necesario, de que se dispone del apoyo personal necesario para el correcto desarrollo de las pruebas (competencia lingüística, discapacidad, deterioro cognitivo….).
Asegurarse de que el entorno en el que se desarrollan las pruebas es adecuado para una ejecución óptima (discrecionalidad, privacidad, elementos distractores…).
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Selección de test
Respetar siempre los derechos de propiedad intelectual del test. Las responsabilidades del usuario de test son diferentes si estos tienen copyright o no lo tienen. En el primer caso el uso de test está sujeto a las restricciones impuestas por el titular de los derechos de autor. Los trabajos con copyright no deben de reproducirse, distribuirse ni exponerse públicamente; tampoco se deben llevar a cabo trabajos derivados de ellos sin el permiso del titular de los derechos de autor (International Test Commission, 2014).
Priorizar la utilización de test y cuestionarios adaptados y validados a condiciones de tele-evaluación. En cualquier caso, consultar siempre si el editor de test dispone de recomendaciones o adaptaciones del test.
En caso de que sea estrictamente necesario utilizar cuestionarios diseñados para su aplicación presencial, asegurarse de la calidad de los mismos y justificar la elección (Hernández, Ponsoda, Muñiz, Prieto y Elosua, 2016).
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Aplicación de test
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Informe final
DISCUSIÓN
La construcción y aplicación de test psicológicos ha evolucionado con la incorporación entre otros, de nuevos modelos psicométricos y avances en las tecnologías de la información y comunicación; la conjunción de ambos campos ha permitido desarrollar plataformas digitales para la aplicación online de test, diseñar y construir nuevos formatos de ítems, implementar test adaptativos, o generar informes automatizados que tanto en conjunto como de forma parcial tienen una incidencia directa en la mejora de la evaluación psicológica y educativa (Association of Test Publishers & Institute for Credentialing Excellence , 2017; Parshall, Harmes, Davey, & Pashley, 2010; Sanz, Luzardo, García, & Abad, 2020; Seelow, 2019; Wan & Henly, 2012). Si bien existen marcadas diferencias entre las áreas de actuación profesional de la psicología con respecto a las necesidades y usos de los test, y las características de una de ellas no se pueden generalizar al resto, la aplicación online se está erigiendo como el modo imperante en el área de la psicología de las organizaciones (Bartram, 2016). Ante esta constatación el último estudio sobre uso y actitudes hacia los test en España (Muñiz, Hernández y Fernández-Hermida, 2020) concluye la contención y prudencia de los profesionales a la incorporación de las nuevas tecnologías en la práctica de los test, tales como la evaluación online a través de internet o la automatización de los informes (media de 2,89 en una escala con un rango 1-5). Este escepticismo es mayor entre profesionales de la práctica clínica.
En un mercado dominado por el test presencial, la situación de pandemia ha hecho emerger la aplicación remota de test. En situaciones en las que la evaluación cara a cara no es posible, y el psicólogo ha de responder a una demanda que exige la aplicación remota de test, es menester considerar y evaluar los riesgos y beneficios de esta praxis para poder garantizar la validez del proceso evaluativo. En este trabajo se han descrito algunas amenazas, y se han ofrecido herramientas que permitirían afrontarlos y reducir así su impacto. Todas ellas descansan sobre una única premisa: la conciencia del profesional sobre la situación. Las recomendaciones descritas complementan y se apoyan en directrices ya publicadas sobre uso de test; véase, por ejemplo, el trabajo de Muñiz y Bartram (2007), los sitios de la Comisión Internacional de Test (www.intestcom.org) y de la European Federation of Psychologists' Associations (www.efpa.eu): el apartado dedicado a la Comisión de test del Consejo General de la Psicología (www.cop.es) o la Norma ISO 10667 (AENOR, www.aenor.es), que ofrece una síntesis de buenas prácticas evaluativas adaptadas al entorno organizacional.
Los profesionales de la psicología son conscientes de la importancia de los datos provenientes de los test para aportar evidencias empíricas que les ayuden a la hora de tomar decisiones (Muñiz, Hernández y Fernández-Hermida, 2020). Para que estos datos cumplan su función es importante que las puntuaciones de los test muestren propiedades psicométricas adecuadas, que los profesionales tengan una formación rigurosa en psicometría y evaluación psicológica, y que sean competentes en el uso las TIC. Únicamente siendo conscientes de nuestra práctica podremos ofrecer un servicio científicamente válido y ético; los estudios aportados apuntan a que trabajamos en esta línea.
