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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versión impresa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.78 no.3  mar. 2003

 

SECCIÓN HISTÓRICA


LA OFTALMOLOGÍA EN LOS OJOS DE LOS HIGIENISTAS
DEL SIGLO XIX

PERAL PACHECO D1, FERNÁNDEZ SABUGAL J1, FERNÁNDEZ FALERO M.ª R1

 

La definición de higiene en 1869 que nos aporta Montells Nadal la contextualiza del siguiente modo: «La salud indica una manera de ser, que varía en cada individuo, producto del perfecto equilibrio de sus humores de modo que la higiene debiera definirse, el arte de conservar a cada uno su salud, o de alargar la vida». La definición coincide con la de Monlau.

La división de la higiene se establece en pública y privada; ésta a su vez en general y especial. La higiene privada general está formada por cinco secciones: atmosferología, cosmetología, bromatología, gimnástica y perceptología. Esta última es para los higienistas la que examina la influencia de las sensaciones y de las percepciones, con esta consideración la vista está dentro de las sensaciones externas que ponen al hombre en relación con el universo.

Montells Nadal afirma que el sentido de la vista, es «el sentido que nos hace sensible a la acción de la luz, por el cual distinguimos el color, lustre, forma y distancia de los objetos. Su ejercicio le perfecciona...». Dentro de las normas de higiene visual que cita tenemos el uso de anteojos verdes o azules, para evitar el daño que produciría la luz de «las paredes blancas, trabajar al sol, o junto a un reberbero, o a metales hechos ascua, etc.». A esto le añade que también «la reflexión de los rayos solares sobre la nieve o arena es perjudicial y para evitar sus efectos se usarán anteojos azules o verdes». También recomienda preservarse de la luz intensa para leer tanto fuera como dentro de las casas, utilizando en estas cortinas de colores, a ser preferible verdes. En estas recomendaciones coincide Monlau con este autor.

Es de reseñar la importancia del uso de gafas para estos autores como medida higiénica para prevenir daños oculares, además de para corregir los defectos de refracción; hablan de la miopía y la presbicia, «el defecto de la miopía se corrige usando anteojos con cristales más o menos cóncavos, y el de la presbicia convexos». A pesar de considerar a las gafas como el tratamiento de la miopía e hipermetropía/presbicia piensa de ellas que «son más perjudiciales que las gafas, los lentes y anteojos de teatro, pero lo son más aún toda clase de anteojos de larga vista y los microscopios» y nunca deben usarse si no son absolutamente necesarias. Monlau dice con respecto a la miopía «... se conjurará tal estado de la vista mediante un ejercicio continuado mediante un ejercicio continuado de mirar objetos lejanos. Si con este ejercicio no se remedia la miopía, será fuerza apelar a los anteojos...». Respecto a los cristales correctores refiere que deben ser «muy limpios, muy pulidos, muy transparentes, de un tinte uniforme y estar bien trabajados. Si no reúnen estas condiciones, dan una falsa dirección a los rayos luminosos, representan mal la imagen, y casan y alteran la vista».

Mantiene Montells Nadal que el uso excesivo de la visión daría lugar a enfermedades de los ojos. Monlau al respecto dice «los ojos se cansan, se ponen dolorosos, lacrimantes, colorado, tumefactos; la sensaciones visuales son confusas, etc. [...] Si el individuo insiste en querer trabajar o repite muchos días igual exceso, sobrevienen oftalmías crónicas, ulceraciones del borde libre de los párpados, cataratas, amaurosis, etc.». Está describiendo lo que hoy en día llamaríamos un cuadro de astenopía acomodativa. Como medidas higiénicas proponen ambos autores que la luz debe ser proporcionada a la sensibilidad de cada individuo, el paso de luz a oscuridad y viceversa deben ser graduales; para las personas que tienen que trabajar sobre objetos diminutos recomiendan una habitación alta, descansos frecuentes y hacerlo sobre un soporte que tenga una altura adecuada y en plano inclinado.

Hace una enumeración Monlau de las distintas fuentes de luz artificial, y sus características, que se pueden utilizar en los momentos en que la luz natural no sea suficiente: resinas, aceite, sebo, cera, gas hidrógeno y petróleo. Termina recomendando el aceite purificado como combustible más higiénico para ser utilizado como fuente luminosa en una lámpara adecuada.

Tanto Molau como Montells Nadal se refieren a los colores señalando que el blanco cansa la vista, produce oftalmías y a veces ceguera; el rojo la manifiesta en menos tiempo; el amarillo, azul y verde no fatigan y el añil y el violado no causa sensación alguna. Dentro de las sustancias que pueden dañar la vista los autores afirman expresado en palabras de Montells Nadal que «unas como el cornezuelo del centeno pueden producir hasta la amaurosis; los vapores mercuriales y plomizos ocasionan oftalmías rebeldes; las chispas eléctricas naturales y artificiales también la perjudican, así como el abuso de bebidas alcohólicas, etc.». Monlau también dice que «la belladona, el beleño y los demás narcóticos dañan a la sensiblidad de la retina». A esto añade «... entre las causas más o menos directas de las enfermedades del primero de los sentidos externos se cuentan: una alimentación demasiado suculenta, la abstinencia absoluta y prolongada, las bebidas alcohólicas, la destemplanza y las vicisitudes del aire, los vientos, la mansturbacion (sic), el abuso del coito, las pasiones fuertes, y las sangrías copiosas o repetidas».

Monlau recominda que se proteja la cara en algunos oficios como herreros, picapedreros, en los que existe riesgo de que salten partículas que pueden dañar los ojos.

Por último, Montells Nadal y Monlau hablan del estrabismo «el mirar vizco». Para ellos si la causa es la ceguera de un ojo o una parálisis no se pueden aplicar medidas higiénicas, pero si la causa es otra «la Higiene puede curar la deformidad del bisojo», de este modo se le presentarán los estímulos por el lado contrario, hacia el que están desviados los ojos cuando un ojo tira fuertemente hacia fuera y cuando el estrabismo es convergente de ambos ojos «el individuo hará uso de unas gafas de figura de un cono truncado, con su correspondiente agujero en su centro». Si sólo tuerce un ojo hacia dentro se ocluye el ojo sano y se obliga al ojo estrábico a mirar hacia fuera, presentando el estímulo adecuado.


1 Doctor en Medicina. Universidad de Extremadura. 
Comunicación presentada en la VIII Reunión del Grupo de Historia y Humanidades en Oftalmología LXXVIII Congreso de la S.E.O. (Murcia 2002).

 

BIBLIOGRAFÍA

- Albiñana J. Elementos de Higiene Privada. Lérida: Imprenta y Estereotipia de José Sol Torrens; 1882.

- Monlau PF. Elementos de Higiene Privada o Arte de Conservar la saud del Individuo. Madrid: Librería de Moya y Plaza; 1864.

- Montells y Nadal J. Elementos de Fisiología e Higiene. Sevilla. Establecimiento tipográfico de el Círculo Liberal; 1869.

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