INTRODUCCIÓN
El envejecimiento de la población a nivel mundial es un fenómeno demográfico preocupante en esta última década, situación generada por múltiples factores, entre ellos factores socioeconómicos, grandes avances en salud pública y tecnológicos, que han llevado a disminuir la mortalidad, acompañado de una disminución de la natalidad y un aumento en la expectativa de vida, así como un rápido envejecimiento de la población1.
Chile no es ajeno a ello; es líder en América Latina en materia de esperanza de vida, con 80,5 años, y es el segundo en todo el continente. A nivel global se ubica entre las 29 naciones con población mayor de 80 años; así lo indica World Health Statistics, de la Organización Mundial de la salud1. Esta situación genera desafíos a todas las profesiones y disciplinas que abordan temas de envejecimiento y vejez.
En este artículo de opinión se reflexiona respecto de la adopción de un enfoque gerontológico que permita a la disciplina de enfermería potenciar los roles sociales activos de las personas mayores. En este contexto se asume que la enfermería gerontológica tiene la responsabilidad de continuar preparándose e investigando permanentemente, proporcionando cuidados de calidad que permitan entender lo que implica la vejez y el envejecimiento en la sociedad actual. La enfermería debe enfocarse en aumentar la autonomía en las personas mayores, con la finalidad de favorecer su autoeficacia, aspecto que genera bienestar psicológico, le ayuda a mantener el rol social y a mejorar la calidad de vida de este grupo2.
A continuación, se especifican algunos enfoques teóricos de la gerontología social que abordan el tema de los roles sociales y posteriormente se vinculan sus aportes a la enfermería gerontológica.
ENFOQUES TEÓRICOS DE LOS ROLES SOCIALES
La gerontología social analiza el proceso de envejecimiento y vejez en las áreas de investigación, atención e intervención con personas mayores, centrando su enfoque científico en una perspectiva interdisciplinaria3,4,5.
En el caso de los estudios de los roles sociales, estos se han profundizado fundamentalmente desde la sociología del envejecimiento y la vejez4,6,7,8,9. Sus enfoques teóricos se enmarcan en las perspectivas: estructuralista-funcionalista, marxista, interaccionismo simbólico, economía política de la vejez y gerontología crítica10,11,12.
Desde el enfoque estructuralista-funcionalista surge la teoría de roles en gerontología, elaborada por Rosow7, quien señala que los roles sociales se desarrollan a lo largo de la vida y tienen una influencia en el autoconcepto y la autoestima personal. En la base de este fenómeno se encuentra la socialización que permite la adaptación interactiva de los individuos con su entorno, siendo el proceso de asignación de roles dependiente de la asignación de papeles por parte de la sociedad y de las circunstancias propias de la edad de los individuos6.
La dimensión sociocultural ha enfatizado la existencia de actitudes discriminatorias hacia las personas mayores considerando que el significado de “viejo” tiene un estatus social negativo que es estigmatizado con imágenes sociales que no valoran su aporte a la sociedad13,14,15,16. De esta forma, aparece la visión del vaciado de roles17; inexistencia de un rol social, donde el individuo jubilado no tiene expectativas de conducta establecidas por la sociedad y además no se valora su experiencia y conocimiento adquirido11,18.
Desde la perspectiva del interaccionismo simbólico surge la teoría de la actividad, explicando que las visiones de las personas se vinculan con sus funciones sociales y estas se pierden en la vejez producto del retiro de trabajo; sin embargo, cuanto más activa permanezca una persona mayor, de mejor forma enfrentará la vejez19. Se propone sustituir sus roles sociales para potenciar un yo positivo10. La teoría de la continuidad enfatiza que no hay ruptura con las funciones sociales de la etapa adulta, sino que más bien hay ajustes menores que son parte del proceso de adaptación en la vejez20.
La gerontología crítica basa sus fundamentos en los aportes de la teoría social contemporánea, específicamente de filósofos y teóricos sociales que han desarrollado reflexiones en torno a las Ciencias Sociales y Humanas. Tal es el caso de Habermas, Foucault, Boudieu, Giddens, Morin, Lacan, Guattari, Lipovetsky, Vattimo y Bauman”12. Han generado una visión ontológica, epistemológica y metodológica del conocimiento, que puede ser analizada en el contexto de la gerontología. Desde esta visión se puede indicar que la gerontología tradicional tiende a mantener el orden social, legitimidad del ámbito científico y la distribución del poder, facilitando de esa manera que el conocimiento científico mantenga los valores, representaciones, posiciones y roles sociales dominantes. La gerontología crítica plantea que las categorías analíticas son construcciones socioculturales y que es necesaria una revisión en torno a los significados socioculturales del proceso de envejecimiento y la vejez, con los discursos emanados de la visión científica y social12.
DESAFÍOS DE LA ENFERMERÍA GERONTOLÓGICA PARA POTENCIAR LOS ROLES SOCIALES ACTIVOS CON Y JUNTO A LAS PERSONAS MAYORES
La enfermería gerontológica tiene como fin el cuidado integral del adulto mayor, ocupándose de las necesidades fisiológicas, psicosociales, de desarrollo, económicas, culturales y espirituales, con el propósito de mantener una alta calidad de vida y bienestar que favorezcan el rol social y la autonomía en salud de este grupo etario21,22.
Se plantean los siguientes desafíos para la enfermería gerontológica, basados en las teorías de la actividad y gerontología crítica descritas anteriormente:
-
La teoría de la actividad establece que “el organismo humano es activo y que la actividad es la base de la vida y la fuente de la salud y bienestar; el no mantener la actividad es comenzar a morir”23. Sin embargo, la sociedad está en deuda en relación con valorar al adulto mayor en su rol social; las personas mayores realizan una importante contribución a la sociedad; por tanto, se debe promover su integración, procurando mantenerlos sanos y rompiendo las numerosas barreras que le impiden seguir siendo activo24.
Es fundamental que los equipos gerontológicos, en particular enfermería, mantengan en el adulto mayor un rol social que favorezca un envejecimiento activo, aspecto clave para tener una mejor calidad de vida. El tener un rol social activo eleva la autoestima de las personas mayores, a su vez apoya mantener conductas saludables que reducen las complicaciones de enfermedades crónicas, formándose un círculo positivo que le genera bienestar.
Desde esta perspectiva, la enfermería gerontológica debe valorar factores sociales que puedan afectar a su calidad de vida, tales como: los escasos recursos económicos en la vejez, fallecimiento de un familiar, la dependencia y soledad; así como los que favorecen su calidad de vida, el afecto de sus seres queridos, el tener una vivienda, el mantener su autonomía, interacciones con redes sociales, actividades recreativas y de ocio19,25,26,27,28.
Una segunda teoría que puede considerar la enfermería gerontológica es la gerontología crítica, que realiza un análisis del contexto sociocultural, enfatizando que las categorías de estudio e intervención son construcciones socioculturales y requieren de la participación social activa con y junto a las personas mayores11,17. En este sentido es importante redefinir el envejecimiento para cambiar actitudes sociales, apoyar la participación social del adulto mayor, donde enfermería debe considerar los aspectos éticos como el respeto a la autonomía del adulto mayor, rompiendo con la mirada tradicional de la vejez, que de acuerdo con la gerontología crítica se “infantiliza”, tomando otros las decisiones por ellos.
La enfermería debe cautelar la autonomía en el autocuidado de los adultos mayores competentes, permitiendo que hagan uso de su autodeterminación en todas las decisiones concernientes a su salud, específicamente en los tratamientos que se le ofrecen y que puedan mejorar su calidad de vida. Derechos que deben ser respetados independientemente de que la persona mayor se encuentre en su hogar o en un asilo27,28.
El respeto a su autonomía en la toma de decisiones en salud aumenta su autoeficacia, aspectos que a su vez aumentan su bienestar y funcionalidad28. La autonomía se pierde gradualmente con los años, pero es necesario considerar sus expresiones de voluntad y mantener decisiones compartidas con sus cercanos, lo que se denomina “autonomía con bastón”; debe ser una autonomía apoyada y guiada, respetando sus valores y preferencias29.
Poner de relieve el rol del adulto mayor en la familia, donde contribuyen positivamente otorgando apoyo emocional y consejos a los integrantes. Así también, las mujeres mayores en un número no menor asumen el rol de cuidador principal en la familia, apoyando en el cuidado de nietos y en las tareas domésticas. Este cuidado informal es invisibilizado socialmente; por tanto, de acuerdo con la gerontología crítica, es importante su reconocimiento y valor social28,30,31,32.
La teoría de la actividad y la gerontología crítica con sus aportes conceptuales amplían la visión de la disciplina de enfermería, alejándola de una mirada biologicista en salud y rescatando la mirada social y cultural que afecta a la vejez. Es por ello relevante considerar en la formación profesional competencias en geriatría y gerontología social dado los acelerados cambios demográficos a nivel mundial; así, también enfermería debe proporcionar cuidados centrados en las necesidades de las personas mayores, apoyando su participación activa en los cambios sociales y políticos, para que sean realmente significativos y tengan un impacto social en sus vidas.
Finalmente, el aporte de la gerontología social a través de sus teorías permite a enfermería mejorar la calidad de los cuidados en las personas mayores en los aspectos humano y ético.