Introducción
Desde diferentes perspectivas teóricas se ha definido que el entrenador juega un papel importante en la experiencia cualitativa de la participación deportiva, favoreciendo o dificultando el desarrollo de los aspectos positivos y negativos.
La teoría de la autodeterminación (TAD; Deci y Ryan, 1985; Ryan y Deci, 2000) postula que el clima motivacional creado por el entrenador se relaciona con la motivación de los deportistas vía la satisfacción de sus necesidades psicológicas (Reinboth, Duda y Ntoumanis, 2004), y que finalmente, el tipo de motivación experimentado por los deportistas tendrá un impacto sobre su estado emocional, cognitivo y conductual. De ello, Vallerand (1997) propuso un modelo jerárquico que establece la secuencia de factores sociales, mediadores psicológicos, tipos de motivación y consecuencias.
Siguiendo el modelo jerárquico anterior, dentro de los factores sociales, la TAD sugiere que la conducta del entrenador puede ser vista en términos de dos estilos interpersonales: un estilo de apoyo a la autonomía, que favorece los esfuerzos autoiniciados, y crea condiciones para que los deportistas experimenten volición y elección; y un estilo controlador, que denota una actuación coercitiva, ejerciendo presión, y comportándose de forma autoritaria.
Respecto a los mediadores psicológicos, de acuerdo con la TAD, se tienen las necesidades psicológicas. Estas son definidas como nutrientes esenciales para el crecimiento, la integridad y la salud de todo ser vivo (Deci y Ryan, 2000). La TAD asume que las personas nacen con tres necesidades psicológicas básicas: competencia (sentimientos de confianza y eficacia en las acciones); autonomía (sentimientos de que uno es el origen y la fuente de la propia acción); y relación (sentimientos de estar relacionado con otros).
Se teoriza que los contextos en los que se apoya la autonomía favorecen la satisfacción de las necesidades psicológicas, es decir, la sensación de que se tienen cubiertas las necesidades; mientras que en los entornos controladores se promueve la frustración de las necesidades, es decir, la sensación de que la necesidad está siendo obstruida activamente dentro de un contexto en particular (Bartholomew, Ntoumanis, Ryan, Bosch y Thogersen-Ntoumani, 2011; Ryan y Deci, 2000). La frustración de las necesidades no es simplemente lo opuesto a una baja satisfacción de las necesidades (Costa, Ntoumanis y Bartholomew, 2015).
En el deporte, se ha evidenciado que el apoyo a la autonomía se relaciona negativamente con la frustración de cada necesidad psicológica (e.g. Aguirre, Tristán, López, Tomás y Zamarripa, 2016), y positivamente con la satisfacción de las tres necesidades psicológicas, tanto a nivel de correlación (e.g. Adie, Duda y Notumanis, 2008; Adie, Duda y Ntoumanis, 2012; Gagné, Ryan y Bargmann, 2003) como de predicción (e.g. López-Walle, Balaguer, Castillo y Tristán, 2012; Álvarez, Estevan, Falcó y Castillo, 2013); y que predice la necesidad de competencia y autonomía (Isoard-Gautheur, Guillet-Descas y Lemyre, 2012). Cabe señalar que la relación más débil se ha dado con la necesidad de competencia (Adie et al., 2008; Gagné et al., 2003; Isoard-Gautheur et al., 2012). Por otro lado, se ha probado que el estilo controlador predice positivamente la frustración de cada una de las tres necesidades psicológicas (e.g. Aguirre et al., 2016; Castillo et al., 2010; Castillo, González, Fabra, Mercé y Balaguer, 2012), y negativamente la satisfacción de autonomía (Isoard-Gautheur et al., 2012), y en el mismo sentido la percepción de competencia (Matosic, Cox y Amorose, 2014).
En cuanto a la motivación, la TAD la representa como un constructo multidimensional que varía en el grado en el cual las razones para realizar una conducta han sido internalizadas e integradas dentro de la persona (Vallerand, 1997). De esta forma, propone un continuo de motivación que va de menos a más autodeterminación, donde en un extremo se tiene la desmotivación, que refiere a la falta de intención de actuar; enseguida se proponen cuatro tipos de motivación extrínseca que varían en su grado de autodeterminación: regulación externa, que se da cuando la conducta es controlada por una autoridad externa a través de la coerción, premios, o castigos; regulación introyectada, que concierne a conductas que usan presión interna para evitar estados emocionales negativos (e.g. ansiedad) o mantener la autoestima (Deci y Ryan, 2002); regulación identificada, que regula la conducta desde sensaciones de elección e importancia; y regulación integrada, que refiere a conductas volitivas completamente en armonía con otros aspectos de la vida. Al final del continuo se tiene la motivación intrínseca, en la que se experimenta interés por la actividad y sentimientos de competencia y control (Deci y Ryan, 1985).
De lo anterior, Deci y Ryan (1985) sugirieron que las regulaciones de las acciones pueden ser vistas como autónomas o controladas. En la motivación autónoma (conformada por la combinación de la motivación intrínseca, la regulación integrada y la regulación identificada) se experimenta que las acciones emanan de uno mismo (Ryan y Conell, 1989). Mientras que en la motivación controlada (compuesta por la combinación de las regulaciones externa e introyectada) quien dirige la conducta son las presiones internas y/o externas, y el control externo (Deci y Ryan, 2002; Ryan y Conell, 1989). Al respecto, Vallerand (1997) sostuvo que es importante distinguir entre la motivación autónoma y la motivación controlada para entender las determinantes y consecuencias de la motivación que varían en el grado de autodeterminación.
Ryan y Deci (2000) sugirieron que, si el contexto social promueve la satisfacción de las necesidades psicológicas, entonces las formas de motivación serán lo más autodeterminadas posible. Es decir, que el impacto de los factores sociales sobre la regulación de la conducta no ocurre automáticamente, pero es mediado por las necesidades psicológicas. Estudios en el deporte han demostrado que el estilo de apoyo a la autonomía favorece las formas de motivación más autodeterminadas, porque éste contribuye a la satisfacción de sus necesidades psicológicas (e.g. Amorose y Anderson-Butcher, 2007; Vallerand, 2007).
En particular, Balaguer, Castillo y Duda (2008) demostraron que el apoyo a la autonomía tuvo efectos positivos sobre la motivación autodeterminada (medida por medio de un índice) a través de la satisfacción de la necesidad de autonomía y relación. Por su parte, Álvarez, Balaguer, Castillo y Duda (2009) mostraron que el apoyo a la autonomía predice la satisfacción de las necesidades (medidas a través de un índice), y ésta a su vez predice la motivación autodeterminada (medida con un índice). Pope y Wilson (2012) evidenciaron que el apoyo a la autonomía se relacionó positivamente con las necesidades de competencia y autonomía, y la necesidad de competencia lo hizo con las regulaciones externa, identificada, integrada e intrínseca, y negativamente con la desmotivación. Mismos resultados obtuvieron Isoard-Gautheur y colaboradores (2012) a nivel de predicción, con la diferencia de que la necesidad de competencia predijo las regulaciones más controladas, y la regulación identificada. Al tiempo que Blanchard y colaboradores (2009) evidenciaron que el estilo controlador predice negativamente la motivación autodeterminada (medida mediante de un índice) a través de la necesidad de autonomía.
La TAD también postula que los tipos de motivación tendrán consecuencias positivas o negativas para las personas, dependiendo de la naturaleza de su implicación en la actividad. Entre las consecuencias negativas se tiene la ansiedad precompetitiva, que ha sido estudiada con interés en el ámbito deportivo porque, junto con la autoconfianza, son variables psicológicas que muestran considerable influencia sobre el rendimiento deportivo (Cheung y Lo, 1996; León-Prados, Fuentes y Calvo, 2014).
Algunos estudios han evidenciado relación positiva entre la motivación intrínseca y la autoconfianza (grado de seguridad que poseen los individuos sobre su capacidad para ser exitosos en el deporte) antes de una competición (Zarauz y Ruiz-Juan, 2014), y ninguna influencia sobre la probabilidad de presentar ansiedad (Garcia-Mas et al., 2015); así como correlación positiva entre las regulaciones controladas y la ansiedad cognitiva (representaciones cognitivas de amenaza, incertidumbre, y preocupación) previa a la competición (e.g. Guillén y Álvarez-Malé, 2007; Quinlan, 2010); y entre la desmotivación y las ansiedades cognitiva y somática (activación fisiológica) previas a la competición (e.g. Amado, Sánchez-Miguel, Leo, Sánchez-Oliva y García-Calvo, 2013; Zarauz y Ruiz-Juan, 2014).
La conducta y estilo interpersonal del entrenador pueden jugar un rol más importante en la formación no sólo de deportistas sino también de las experiencias psicológicas que se derivan de la participación deportiva (Vallerand y Losier, 1999), ya que en la medida en que se niega el apoyo a las necesidades por ambientes controladores, puede conducir a consecuencias negativas para su actividad y desarrollo (Deci y Vansteenkiste, 2004). El apoyo a la autonomía se ha estudiado ampliamente en el deporte, mientras que sobre el estilo controlador hay menos estudios (Bartholomew, Ntoumanis y Thogersen-Ntoumani, 2010), por lo que poco se conoce de las consecuencias del estilo interpersonal controlador del entrenador sobre las relaciones secuenciales propuestas por la TAD De modo que es importante entender cómo factores del contexto social forman, tanto las positivas como negativas experiencias de los deportistas (Smoll y Smith, 2002).
En adición, Bartholomew y colaboradores (2011) escribieron que la investigación no ha explorado simultánea y explícitamente la satisfacción y frustración de las necesidades psicológicas, así como sus diferentes consecuencias. Ejemplo de ello es el estudio de dichos autores donde encontraron que el estilo de apoyo a la autonomía del entrenador predice los sentimientos de la satisfacción de las necesidades (medidas con un índice), mientras que el estilo controlador del entrenador predijo la frustración de las necesidades (medidas con un puntaje compuesto por las subescalas).
Si bien la TAD asume que las tres necesidades psicológicas deben satisfacerse para que pueda darse la motivación autodeterminada (Deci y Ryan, 1985, 2000), la necesidad de relación en el deporte de alto rendimiento no aparece como una necesidad primordial (Gené y Latinjak, 2014; Hodge, Lonsdale y Jackson, 2009), mientras que la satisfacción de las necesidades de autonomía y competencia son de mayor relevancia en el efecto de mediación (e.g. Hodge et al., 2009). Aunque algunos estudios no apoyan la influencia de la necesidad de competencia en deportistas de diferente nivel de rendimiento (e.g. Balaguer et al., 2008; Blanchard et al., 2009; Sánchez-Oliva, Leo, Sánchez-Miguel, Amado y García-Calvo, 2012), otros trabajos en el contexto de la educación física muestran que la percepción de competencia es el factor más predictivo y crucial de la motivación intrínseca (Méndez-Giménez, Fernández-Río y Cecchini-Estrada, 2016; Standage, Duda y Ntoumanis, 2006).
Ryan y Deci (2000) apuntaron que la necesidad de competencia puede contribuir a la facilitación de la internalización, y la consecuente autorregulación de las actividades extrínsecamente motivadas; y dado que la percepción de competencia y la motivación autodeterminada han sido relacionadas positivamente en el ámbito deportivo (Frederick y Ryan, 1993), surge la interrogante de qué papel tiene la necesidad de competencia en la asociación entre los estilos interpersonales y las regulaciones motivacionales en el deporte de alto rendimiento.
Por otro lado, los entrenadores deportivos representan un componente integral en el medio del deporte, interactuando con los deportistas de forma regular e impactando en su motivación para participar en el deporte (Smith, Smoll y Cumming, 2007), por tanto, pueden jugar un rol importante en la satisfacción de las necesidades (Ryan y Deci, 2007) o en la frustración de las mismas; y dado que las demandas físicas y mentales inherentes al deporte de alto rendimiento pueden contribuir a negativas consecuencias como ansiedad, entonces existe la necesidad de probar la secuencia propuesta por Vallerand (1997) con consecuencias de ansiedad y autoconfianza precompetitivas.
Por lo anterior, el objetivo de este trabajo es analizar las características sociales, personales y motivacionales que afectan a la autoconfianza y la ansiedad precompetitivas, analizándolas a través de un modelo que examina la secuencia: estilo interpersonal que los deportistas perciben que genera el entrenador, necesidad de competencia (satisfacción y frustración), regulaciones motivacionales, y consecuencias de autoconfianza y ansiedad precompetitivas. Así como analizar el papel mediador hipotetizado de la necesidad de competencia y de las regulaciones motivacionales.
Se hipotetiza que la percepción del estilo de apoyo a la autonomía del entrenador predecirá la satisfacción de la necesidad de competencia (hipótesis 1); la percepción del estilo controlador del entrenador predecirá positivamente la frustración de la necesidad de competencia (hipótesis 2); subsecuentemente, la motivación autónoma podrá ser predicha positivamente por la satisfacción de la necesidad de competencia (hipótesis 3); mientras que la motivación controlada será predicha positivamente por la frustración de la necesidad de competencia (hipótesis 4); la desmotivación será predicha negativamente por la satisfacción de competencia (hipótesis 5). Finalmente, la motivación autónoma predecirá positivamente la autoconfianza (hipótesis 6), y la motivación controlada lo hará negativamente con la ansiedad somática y cognitiva precompetitivas (hipótesis 7) (Figura 1).
Método
Participantes
Mediante un muestreo no probabilístico intencional participaron 239 deportistas de ambos sexos (125 hombres y 109 mujeres; cinco deportistas no lo reportaron), con un rango de edad de 14 a 41 años (M = 23.12; DT = 5.76), quienes compitieron en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018, representando a diferentes países de habla hispana (e.g. Colombia, Cuba, Guatemala, México, Panamá, Venezuela). Un 60.6% de ellos participó en deportes individuales, y el resto lo hizo en deportes de conjunto. La muestra reportó un promedio de 5.57 horas de entrenamiento al día (DT = 1.23), y una antigüedad de entrenamiento de 11.46 años (DT = 5.19).
Instrumentos
La percepción de los deportistas sobre el estilo de apoyo a la autonomía del entrenador fue medida con la versión corta del Cuestionario de Clima en el Deporte (Balaguer, Castillo, Duda y Tomás, 2009). Consta de seis ítems que siguen de la frase introductoria “En mi deporte…”. Las respuestas se recogen en una escala tipo Likert de siete puntos que oscila desde nada verdadero (1) hasta muy verdadero (7).
El estilo controlador del entrenador se midió con la Escala de Conductas Controladoras del Entrenador (CCBS; Castillo, et al., 2010), compuesta por 15 ítems divididos en cuatro subescalas (uso controlador de recompensas, atención condicional negativa, intimidación, excesivo control personal). Las respuestas se recogen en una escala tipo Likert de siete puntos que oscila desde totalmente en desacuerdo (1) a totalmente de acuerdo (7). El promedio de los puntajes de las cuatro subescalas de la CCBS fue usado como un indicador de la variable latente del estilo controlador del entrenador. Para dicha puntuación media de la escala total, el instrumento ha mostrado buena consistencia interna (e.g. Bartholomew et al., 2011; Castillo et al., 2012).
La satisfacción de la necesidad de competencia se midió con la subescala de percepción de competencia de la versión en español de la Escala de Satisfacción de Necesidades Básicas en el Deporte (Pineda-Espejel et al., en prensa). Consta de cinco ítems que se responden con una escala tipo Likert de siete puntos que oscila desde nada verdadero (1) a muy verdadero (7).
La frustración de la necesidad de competencia se midió con la subescala de competencia de la versión en español de la Escala de Frustración de las Necesidades Psicológicas (Balaguer et al., 2010). La subescala está compuesta de cuatro ítems precedidos de la frase inicial “En mi deporte…”. Las respuestas se recogen en una escala tipo Likert de siete puntos que oscila desde nunca (1) a siempre (7).
Las regulaciones motivacionales se midieron con la adaptación al español de la Escala de Motivación en el Deporte revisada (Pineda-Espejel, Alarcón, López-Ruiz, Trejo y Chávez, 2016). Se compone de 17 ítems que responden a la pregunta inicial “¿Por qué practicas tu deporte?”. Estos miden las regulaciones motivacionales situadas en el continuo de la autodeterminación: desmotivación, regulación externa, regulación introyectada, regulación identificada, regulación integrada, y motivación intrínseca. Las respuestas se recogen en una escala tipo Likert de siete puntos que oscila desde no corresponde en absoluto conmigo (1) hasta corresponde exactamente conmigo (7). Puede ser modelado, como sucede en esta investigación, como factores de orden superior midiendo motivación autónoma (i.e. subescalas motivación intrínseca, regulación integrada, regulación identificada), y motivación controlada (i.e. regulación introyectada y motivación extrínseca).
Para medir la intensidad de los síntomas de ansiedad precompetitiva y las percepciones de autoconfianza, se empleó el Inventario de Ansiedad Estado Competitiva-2 Revisado en su versión adaptada al contexto mexicano (Pineda-Espejel, López-Walle y Tomás, 2014). Consta de 17 ítems que responden a la pregunta inicial “¿Cómo te sientes justo ahora antes de la competición?”, y se agrupan en tres factores: ansiedad somática, ansiedad cognitiva, y autoconfianza. Las respuestas se recogen en una escala tipo Likert de cuatro puntos que oscila desde nada (1) a mucho (4).
Procedimiento
La presente investigación se realizó de acuerdo con las directrices éticas propuestas por la American Psychological Association (APA). Antes de proceder a la recolección de datos, se solicitó la autorización a la Dirección General y a la Subdirección Técnico Deportiva de los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018. Los datos se recabaron dentro de las instalaciones de competición durante la sesión de entrenamiento/calentamiento previo a la competición.
El primer contacto personal fue con los entrenadores y deportistas para solicitar su participación en el estudio. Para el caso de los deportistas menores de edad, el consentimiento informado de participación fue solicitado al entrenador o delegado del equipo. La aplicación de los cuestionarios se realizó en presencia de los investigadores, que ayudaron a los participantes en el caso de que existiera alguna duda en la comprensión de cierto ítem. Igualmente, se les explicó que responder a los cuestionarios suponía aceptar la participación voluntaria en la investigación, y se les informó del anonimato y confidencialidad de los datos recogidos. Los participantes dispusieron del tiempo necesario para contestar todos los ítems.
Análisis de datos
Valores de la consistencia interna (alfa de Cronbach), análisis descriptivos y de correlación fueron estimados con el programa SPSS 22.0. Posteriormente, el modelo conceptual se probó con modelos de ecuaciones estructurales en el programa LISREL 8.80. Dado el tamaño muestral, el análisis se realizó usando el método de máxima verosimilitud robusta (MLR; West, Finch y Curran, 1995), a través de medias latentes, y como input las matrices de correlaciones de Pearson y de covarianzas asintóticas (esta última para corregir la falta de normalidad de las variables).
Para evaluar el ajuste entre los modelos teóricos planteados y la matriz de datos recogida se utilizó el Satorra-Bentler χ2(S-Bχ2) y RMSEA más su intervalo de confianza al 90% (IC 90%), así como los índices de bondad de ajuste incrementales NNFI y CFI Valores de RMSEA inferiores a .08 indican aceptable ajuste del modelo (Steiger, 2007). Para los índices incrementales de NNFI y CFI valores mayores que .90 indican un ajuste aceptable del modelo a los datos (Hu y Bentler, 1995).
Finalmente, se evaluaron los efectos de mediación especificando un modelo con efectos combinados (Figura 3). En este modelo con efectos combinados, siete efectos fueron añadidos, incluyendo efectos, por un lado, desde el estilo de apoyo a la autonomía del entrenador hacia autoconfianza, ansiedad somática, y ansiedad cognitiva; por otro lado, desde estilo controlador del entrenador hasta motivación controlada; por último, desde satisfacción de competencia hacia autoconfianza, ansiedad somática, y ansiedad cognitiva. Estos nuevos paths estimaron efectos directos de una variable predictora sobre una variable consecuencia. Si el ajuste del modelo de efectos combinados (Figura 3) no fuera superior al modelo de mediación (Figura 1), si los efectos indirectos fueran significativos, y si los efectos directos no fueran significativos, se obtendría evidencia favorable al efecto de mediación (Holmbeck, 1997). Para comparar el ajuste entre modelos anidados, examinamos la Δχ2(p < .05) y usamos el criterio ΔCFI (< .01 refleja diferencias prácticas irrelevantes; Cheung y Rensvold, 2002).
Resultados
Descriptivos, correlaciones y fiabilidad de las escalas
En la Tabla 1 se muestran los resultados de fiabilidad de las subescalas de los instrumentos empleados, así como los estadísticos descriptivos y de correlación de las variables de estudio. La consistencia interna de cada subescala estuvo por encima del valor criterio determinado para las escalas del dominio psicológico (> .70; Nunnally y Bernstein, 1994), oscilando en un rango de alfa de .71 a .93. Además, la muestra mostró altos niveles de apoyo a la autonomía del entrenador, satisfacción de competencia, motivación autónoma, y autoconfianza, ya que se encontraron por encima del punto medio nominal de la escala de respuesta. El estilo de apoyo a la autonomía del entrenador se relacionó positivamente con la satisfacción de competencia y la autoconfianza, y negativamente con la desmotivación. Mientras que el estilo controlador del entrenador lo hizo positivamente con la frustración de competencia, motivación controlada, y ansiedad cognitiva.
Modelo de ecuaciones estructurales
Los resultados del modelo de mediación (M1) mostraron un adecuado ajuste del modelo a los datos (Ver Tabla 2). Los parámetros de la solución estandarizada se muestran en la Figura 2. En particular, el estilo de apoyo a la autonomía del entrenador predijo la satisfacción de competencia, y ésta positivamente la motivación autónoma y negativamente la desmotivación; la motivación autónoma predijo la autoconfianza, y la desmotivación lo hizo con ambas ansiedades. En tanto que el estilo controlador del entrenador predijo la frustración de la competencia, y ésta la motivación controlada.
Modelo de efectos combinados
El modelo de efectos combinados (M2) no mostró mejor ajuste que el modelo de mediación acorde con la diferencia de S-B χ2(p > .05), y de CFI (Tabla 2). Además, los efectos directos no fueron significativos, lo que sugiere que todos los efectos fueron mediadores totales. Sin embargo, el efecto directo del estilo controlador del entrenador hacia la motivación controlada (γ = .27) fue significativo (p = .05) sugiriendo una mediación parcial para esta predicción (Tabla 3).
Discusión
Tomando como marco teórico la TAD (Deci y Ryan, 1985; Ryan y Deci, 2000), en esta investigación se puso a prueba un modelo secuencial que incluyó los constructos de estilos interpersonales del entrenador, necesidad de competencia (satisfacción y frustración), regulaciones motivacionales, y consecuencias de autoconfianza y ansiedad precompetitivas, en el contexto Centroamericano del deporte de alto rendimiento.
Los resultados confirman seis de las siete hipótesis planteadas. Se demuestra que cuando los entrenadores explican la importancia de las tareas, hacen preguntas, o fomentan el externar puntos de vista y opiniones de los deportistas (Deci y Ryan, 1987), entonces la necesidad de competencia es satisfecha. Esto es, el deportista tiene completa la sensación de efectividad para realizar tareas de diferentes niveles de dificultad (Deci y Ryan, 2002). Tal resultado guarda relación con estudios previos (e.g. Adie et al., 2009; Adie et al., 2012; Álvarez et al., 2013; Bartholomew et al., 2011; Gagné et al., 2003; Isoard-Gautheur et al., 2012; López-Walle et al., 2012).
En seguida, si el deportista tiene la completa sensación de efectividad en sus acciones deportivas, entonces participa en los entrenamientos por la satisfacción que le brinda el deporte, y porque lo valora para su propio desarrollo personal, integrándolo como parte de su estilo de vida. Luego entonces tienen menos posibilidades de estar desmotivados. Ello se debe a que la necesidad de competencia facilita la parcial internalización de la conducta (Deci y Ryan, 2000). Además, la motivación autónoma envuelve atracción a participar en actividades que demandan óptimos desafíos y habilidades. Tales resultados concuerdan con aproximaciones de estudios previos (e.g. Frederick y Ryan, 1993).
Otra explicación al resultado anterior, responde a que las percepciones interpersonales de la interacción social, influencian la motivación vía la satisfacción de las necesidades psicológicas (Vallerand, 2007). En este trabajo se confirma que el apoyo a la autonomía del entrenador favorece la motivación autónoma a través de la satisfacción de la necesidad de competencia, lo que concuerda con resultados de estudios previos, tanto con deportistas de elite (e.g. Hodge et al., 2009), como con deportistas de diferente nivel de rendimiento (e.g. Amorose y Anderson-Butcher, 2007; Markland y Tobin, 2010; Pope y Wilson, 2012), y con los mostrados en el contexto de educación física (Méndez-Giménez et al., en prensa; Standage et al., 2006); oponiéndose a resultados contradictorios (e.g. Balaguer et al., 2008; Blanchard et al., 2009; Sánchez-Oliva et al., 2012). Esto puede deberse a que son deportistas de alto rendimiento, por tanto, tienen elevada habilidad en su deporte, lo que se traduce en alta percepción de competencia, entonces tienen alta motivación autónoma porque en ésta se experimenta atracción al deporte por sentimientos de competencia y control (Deci y Ryan, 1985).
Además, los resultados apoyan lo apuntado por Deci y Ryan (2000) en cuanto a que las formas de motivación autónoma pueden ser más adaptativas, ya que cuando el deportista se implica en la práctica deportiva a partir de un sentido de compromiso personal por libre elección, ello conduce a que antes de la competición tenga mayor percepción de que es capaz de realizar con éxito su tarea competitiva, y ninguna influencia de presentar ansiedad; lo que concuerda con otros estudios (e.g. Garcia-Mas et al., 2015; Zarauz y Ruiz-Juan, 2014). Esta condición beneficia el rendimiento deportivo (e.g. Cheung y Lo, 1996).
Dentro de la misma secuencia, el actuar en el deporte sin convicción predice que antes de la competición se tengan elevados sentimientos de tensión y nerviosismo, así como imágenes y pensamientos negativos sobre el desempeño deportivo, concordando con otros trabajos (e.g. Amado et al., 2013; Zarauz y Ruiz-Juan, 2014). Esto se debe a que los deportistas desmotivados pueden sentirse incompetentes, por tanto, tendrán incertidumbre con respecto a los resultados que se esperan de ellos, y esas dudas crean ansiedad (Weinberg y Gould, 2010). La consecuencia de la ansiedad cognitiva será la tendencia a disminuir el rendimiento deportivo (León-Prados et al., 2014). Sin embargo, el minimizar las demandas extrínsecas y las presiones se opone a tal condición, siempre y cuando la necesidad de competencia sea satisfecha.
Por otro lado, si el entrenador usa tácticas para avergonzar, producir miedo y culpa, o usa recompensas contingentes (e.g. medallas), entonces la necesidad de competencia se ve obstaculizada. Esto es, el deportista se siente incompetente porque su entrenador se muestra excesivamente severo y crítico con él. Lo dicho concuerda con otros estudios (e.g. Aguirre et al., 2016; Bartholomew et al., 2011; Castillo et al., 2010, 2012).
De manera global, los resultados demuestran que el estilo de apoyo a la autonomía del entrenador predice positivamente la autoconfianza antes de una competición, pero no lo hace de forma directa, sino indirectamente a través de la satisfacción de la necesidad de competencia y la motivación autónoma. A su vez, de forma indirecta predice negativamente las ansiedades somática y cognitiva.
Por otro lado, si el entrenador grita, impone opiniones, o hace comparaciones normativas, conduce a que los deportistas participen en su deporte por presiones internas o externas, y control externo. Esto se da de forma directa, e indirecta vía la frustración de la necesidad de competencia, porque un estilo controlador reduce los sentimientos de competencia y la motivación autodeterminada (Deci y Ryan, 1985). Este resultado va en la misma línea que los encontrados en otros estudios (e.g. Bartholomew et al., 2011; Markland y Tobin, 2010).
Lo anterior responde a que cuando se demuestra menos atención y afección por parte de la persona en posición de autoridad cuando las conductas deseadas no se muestran en los subordinados, entonces se promueven sentimientos de culpa y vergüenza, propios de la regulación introyectada (Assor, Roth y Deci, 2004). Es decir, si el entrenador, en un intento de aumentar el esfuerzo y exhortar mayor rendimiento, muestra indiferencia hacia los deportistas después de que ellos han perdido una competición (Fraser-Thomas y Côté, 2009), entonces es probable que el deportista exprese “debo participar en mi deporte” más que “quiero participar en mi deporte”.
El estilo controlador del entrenador se ha correlacionado con altos niveles de ansiedad cognitiva precompetitiva (e.g. Guillén y Álvarez-Malé, 2007; Quinlan, 2010). Esto se replica en el presente estudio a nivel correlacional; no obstante, dentro del modelo predictivo, la influencia del estilo controlador sobre la ansiedad cognitiva, no se da a través de la frustración de la necesidad de competencia y de la motivación controlada, rechazando una asociación indirecta. Esto puede obedecer a que son deportistas de alto rendimiento, sumado a que el deporte se acompaña de un importante refuerzo extrínseco inherente, que es ganar; entonces es probable que dentro de las causas para conseguir el éxito deportivo y las metas en competición en el alto rendimiento, también estén presentes premios, becas de estudio, evaluaciones, permanencia en el equipo, el pase a una competición de mayor envergadura, o mantener la autoestima. Esto es posible, ya que la falta de relación negativa entre las motivaciones controlada y autónoma rechaza que sean opuestas, y en su lugar apoya que son ortogonales (Vallerand y Fortier, 1998; Hodge y Lonsdale, 2011).
Otra explicación obedece a las características de la muestra, puesto que la frustración de competencia tiene menor impacto sobre los deportistas de mayor edad (Gould, 2007), mientras que los deportistas más jóvenes son más propensos a reportar un rango de consecuencias psicológicas negativas (e.g. ansiedad) como resultado de demandas psicológicas sobre ellos en el contexto deportivo (Ommundsen y Vaglum, 1991). Entonces el impacto de la frustración de la necesidad de competencia se ve minado, y la motivación controlada pierde efecto sobre el aumento de ansiedad cognitiva.
Este trabajo tiene implicaciones teóricas y prácticas. Utilizando una aproximación que explora simultánea y explícitamente tanto los estilos de apoyo a la autonomía como controlador, así como la satisfacción y frustración de la necesidad de competencia, por razones pragmáticas y conceptuales, se puede reflejar mayor comprensión de las experiencias psicológicas de los deportistas de alto rendimiento, y de los procesos motivacionales que operan dentro de la esfera deportiva. De modo que provee mayor entendimiento de los factores motivacionales y sus consecuencias, ya que la investigación a la fecha había examinado la relación entre la satisfacción de necesidades con varias consecuencias poco adaptativas, lo que proveía evidencia indirecta de soporte a lo hipotetizado por los efectos de la frustración de la necesidad de competencia.
Desde el punto de vista práctico, los resultados enfatizan la importancia de que el entrenador promueva el apoyo a la autonomía en el contexto deportivo, de modo que favorezcan la implicación de sus deportistas en el proceso de toma de decisiones, apoyen activamente sus iniciativas y trabajo independiente, y creen condiciones para que experimenten un sentido de volición, elección y desarrollo personal.
Este trabajo tiene limitaciones concernientes a las características de la muestra, de forma que los resultados pueden estar influenciados por el nivel competitivo, por la heterogeneidad cultural, y el amplio rango de edad de los deportistas, que son concebibles a limitar nuestras conclusiones, y no permiten su extensión a otros grupos de deportistas. Por tanto, se sugiere replicar el estudio con muestras más homogéneas, incluso con otro nivel de rendimiento. Otra limitación es su naturaleza transversal, lo que únicamente permite el ajuste del modelo en un determinado corte de tiempo, mientras que se presume que diseños longitudinales permiten sacar conclusiones sólidas sobre las relaciones causales, y son oportunidades para nuestra mejor comprensión del proceso causal de los fenómenos de interés.
Conclusiones
En conclusión, desde la perspectiva de la TAD, se apoya que el entrenador juega un papel importante en la experiencia de la participación deportiva. De modo que, si ofrece oportunidades a los deportistas, entonces fomenta aspectos positivos tales como la motivación autónoma, a través de la satisfacción de la necesidad de competencia, hecho que conduce a percibir más autoconfianza antes de una competición; al tiempo que se opone a la desmotivación, vía la satisfacción de competencia, y en este sentido se opone a la ansiedad precompetitiva. Contrariamente, enfatizar una vía coercitiva, presionante y autoritaria, favorece directa, e indirectamente (a través de la frustración de la necesidad de competencia) a la motivación controlada, de modo que la obstrucción activa de dicha necesidad resulta en el esfuerzo deportivo por metas extrínsecas y presión interna.
Aplicaciones prácticas
Este trabajo tiene implicaciones teóricas y prácticas. Utilizando una aproximación que explora simultánea y explícitamente tanto los estilos de apoyo a la autonomía como controlador, así como la satisfacción y frustración de la necesidad de competencia, por razones pragmáticas y conceptuales, se puede reflejar mayor comprensión de las experiencias psicológicas de los deportistas de alto rendimiento, y de los procesos motivacionales que operan dentro de la esfera deportiva. De modo que provee mayor entendimiento de los factores motivacionales y sus consecuencias, ya que la investigación a la fecha había examinado la relación entre la satisfacción de necesidades con varias consecuencias poco adaptativas, lo que proveía evidencia indirecta de soporte a lo hipotetizado por los efectos de la frustración de la necesidad de competencia.
Desde el punto de vista práctico, los resultados enfatizan la importancia de que el entrenador promueva el apoyo a la autonomía en el contexto deportivo, de modo que favorezcan la implicación de sus deportistas en el proceso de toma de decisiones, apoyen activamente sus iniciativas y trabajo independiente, y creen condiciones para que experimenten un sentido de volición, elección y desarrollo personal.
Este trabajo tiene limitaciones concernientes a las características de la muestra, de forma que los resultados pueden estar influenciados por el nivel competitivo, por la heterogeneidad cultural, y el amplio rango de edad de los deportistas, que son concebibles a limitar nuestras conclusiones, y no permiten su extensión a otros grupos de deportistas. Por tanto, se sugiere replicar el estudio con muestras más homogéneas, incluso con otro nivel de rendimiento. Otra limitación es su naturaleza transversal, lo que únicamente permite el ajuste del modelo en un determinado corte de tiempo, mientras que se presume que diseños longitudinales permiten sacar conclusiones sólidas sobre las relaciones causales, y son oportunidades para nuestra mejor comprensión del proceso causal de los fenómenos de interés.