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Medicina Oral, Patología Oral y Cirugía Bucal (Ed. impresa)

versión impresa ISSN 1698-4447

Med. oral patol. oral cir. bucal (Ed.impr.) vol.9 no.2  mar./abr. 2004

 

Prevalencia de las barodontalgias y su relación con el estado
bucodental en el personal con responsabilidad en vuelo militar

María del Mar González Santiago (1), Angel Martinez-Sahuquillo Marquez (2), Pedro Bullón
Fernández (3)

(1) Capitán Odontólogo. H.M. "Vigil de Quiñones". Sevilla.
(2) Profesor Titular de Estomatología. Universidad de Sevilla
(3) Catedrático de Estomatología.Universidad De Sevilla

Correspondencia:
MARIA DEL MAR GONZÁLEZ SANTIAGO
Ciudad Expo. Avda de Asia, Bloque 75 2º B
41927 Mairena del Aljarafe (SEVILLA)
Tfno.: 954181346
E-mail:
pbullon@us.es

Recibido: 7-6-2002 Aceptado: 30-3-2003

González-Santiago MM, Martinez-Sahuquillo-Marquez A, Bullón- Fernández P. Prevalencia de las barodontalgias y su relación con el estado bucodental en el personal con responsabilidad en vuelo militar. Med Oral 2004;9:92-105.
© Medicina Oral S. L. C.I.F. B 96689336 - ISSN 1137 - 2834

RESUMEN

OBJETIVOS: El objetivo de la presente investigación fue estudiar la prevalencia de las barodontalgias en una muestra de 506 pacientes, todos ellos personal con responsabilidad en vuelo militar. Un objetivo adicional fue correlacionar esta prevalencia con las distintas patologías orales y su posterior terapéutica.
Diseño del estudio: Se estudiaron los índices ICAO y CPITN en el personal de vuelo que realizó el reconocimiento oficial obligatorio en la Policlínica del Mando Aéreo del Estrecho, tomándose siempre los datos del reconocimiento inicial. También se recogió si hubo algún tipo de incidencia en los vuelos simulados que se realizaron en la cámara hipobárica. Cuando se presentó algún caso de barodontalgia se estudió en profundidad, relacionándolo con la patología que lo había provocado y observándose el resultado de la terapéutica empleada.
RESULTADOS: Los casos de barodontalgia fueron trece (2,63%). El dolor fue fundamentalmente de localización posterior (92,3%), y descrito en su mayoría como agudo y localizado (61,5%). No desapareció tras aterrizar en un elevado porcentaje (61,5%). Las patologías fueron variadas y los tratamientos acordes a éstas. El resultado tras la fase terapéutica fue totalmente satisfactorio en un 69,2 %.
Si correlacionamos la aparición de barodontalgias con otras variables, en los pacientes que las experimentaron se registra un mayor número de obturaciones ( P = 0,1617) y un menor índice de ausencias (P = 0,6603). El Indice de Caries es similar en ambos grupos (P = 0,9187). El ICAO medio es superior (P = 0,3345) en los pacientes que padecieron el dolor, aunque es necesario remarcar que el bajo número de casos hace que dificilmente se consigan resultados estadísticamente significativos.
CONCLUSIONES: Nuestros resultados demostraron una prevalencia de barodontalgia en la población objeto del estudio del 2,63%, en conjunto. En vuelo real la prevalencia fue del 2,4% y en los ascensos realizados en la cámara hipobárica fue del 0,2%. Por otra parte no se apreciaron diferencias estadísticamente significativas entre los resultados de los Indices de Salud Oral de los pacientes afectados de barodontalgia y aquellos que no presentaron dicho barotrauma, aunque el ICAO fue mayor.

Palabras clave: ICAO, CPITN, barodontalgia, cámara hipobárica, epidemiología, personal de vuelo.

INTRODUCCION

Las barodontalgias se definen como dolores dentarios que surgen ante cambios en la presión ambiental. Son el resultado de la combinación de dos factores fundamentales, por un lado la variación de presión (tanto positiva como negativa), y por otro las características anatómicas especiales de la cámara pulpar, en la que encontramos un tejido ricamente inervado que está rodeado de unas paredes duras e inextensibles.

Ante un aumento o disminución de la presión, la pulpa presenta una incapacidad de adaptación que, en combinación con otros factores añadidos, provocará dolor, en ocasiones tan intenso que puede llevar a la pérdida de conciencia. Por lo tanto, una mejor definición de barodontalgia sería la de dolor dental resultante de la incapacidad de la cámara pulpar para equilibrar su presión interna tras cambios producidos en la presión ambiental (1, 2).

Esta patología que se conoce desde hace siglos ha sido largamente estudiada y comentada. Se han elaborado numerosas teorías que han intentado sin éxito explicar su etiopatogenia, permaneciendo ésta aún oscura (3).

El dolor es el síntoma principal de esta entidad clínica, pudiendo ser agudo o sordo, y en la mayor parte de los casos de aparición brusca, siendo de gran intensidad. Puede ser tan brutal que conlleve una incapacidad física y mental, lo que implica un alto riesgo de accidentes que pondrían en peligro la vida del sujeto que padece la barodontalgia, o incluso la colectiva si estamos hablando de un avión con tripulantes o pasajeros (2, 4,5).

Por todo ello, y con la intención de conocer la prevalencia de barodontalgia en una población de riesgo, tanto en situaciones de vuelo real como en ascensos en la cámara hipobárica, se ha realizado este estudio. Asimismo se ha querido valorar si existe alguna relación entre el grado de salud/enfermedad bucodental de la población objeto del estudio y la aparición de barodontalgias, así como el tratamiento de la patología oral que la ocasiona y la respuesta posterior, tanto en vuelo como en cámara hipobárica.

MATERIAL Y MÉTODO

1 - POBLACIÓN SELECCIONADA

La población seleccionada fue de 506 personas, todos ellos varones, pertenecientes a unidades militares que se ubican en la zona sur.

El estudio se realizó en el periodo 1995-2000 entre todo el personal de vuelo militar que pasó el reconocimiento obligatorio anual en la Policlínica del Mando Aéreo del Estrecho (MAEST). Estos datos fueron complementados con los resultados de los ascensos en la Cámara Hipobárica realizados en el CIMA (Centro de Instrucción en Medicina Aeroespacial) durante el mismo periodo.

Las historias clínicas y exploraciones fueron siempre realizadas por una única persona observándose la misma rutina en cada caso y descartándose los pacientes de los que no se obtuvo el expediente completo por alguna razón o que no se ajustaban a las condiciones anteriormente descritas.

2 - MATERIAL UTILIZADO EN LA EXPLORACIÓN CLÍNICA

En la exploración clínica se emplearon espejos intraorales planos del nº 5 marca Prodont, sonda de exploración doble Maillefer nº 4/6, seda dental, sonda periodontal de la OMS y en el caso de sospecha de caries interproximales se utilizaron radiografías intraorales, marca Agfa Dentus M2 Comfort y un dispositivo de colocación de las mismas, el Zentra-X marca H&W. Se utilizó un aparato de radiología intraoral marca Trophy radiologic, CCX y el Ortopantomógrafo utilizado fue un aparato Marca Trophy, modelo Odontorama PC. Las placas para las Ortopantomografías utilizadas fueron de la marca Fujifilm, modelo HR y de tamaño 15x30. Para registrar los datos se empleó la Ficha de Reconocimiento Oficial de la Policlínica del MAEST y una que se creó especialmente para este estudio.

3 - CÁMARA HIPOBÁRICA

Este habitáculo que se encuentra en el CIMA se usa para reproducir las condiciones de presión barométrica e hipoxia que debe soportar el personal de vuelo a distintas altitudes y sus efectos. Es el instrumento ideal para someter a nuestros pacientes a las distintas prácticas que constituyen el llamado Entrenamiento Fisiológico.

Es una cámara marca ETC, modelo APTF 10M que consta de dos secciones, un compartimento principal y un compartimento de descompresión rápida, separados por un tabique en el que existe una puerta de seguridad de vacío (1).

4 - MÉTODO DEL ESTUDIO

El estudio consta de dos partes bien diferenciadas:

RECONOCIMIENTO DEL PERSONAL DE VUELO EN CLINICA: en primer lugar se toman los datos de filiación del paciente, así como su edad, graduación, cargo, unidad, tipo de aparato en que vuela, tiempo que lleva volando y se investigan sus antecedentes patológicos. Posteriormente el personal de vuelo es explorado cuidadosamente en la consulta de odontología, anotándose en una ficha dental las caries (especificándose pieza y superficie/s afectadas), ausencias y obturaciones (se diferenció entre amalgamas, composites u obturaciones provisionales). También queda reflejado si el paciente presenta algún tipo de prótesis, fija o removible (especificándose el tipo y material en que estaba confeccionada) o si era portador de implantes y, en último lugar, se investiga la existencia de enfermedad periodontal. De estos datos se obtienen los índices de prevalencia de cada patología: IC, ICAO (6), CPITN (7) y se relacionan con las condiciones de presión en la que se desenvuelve.

Con posterioridad en el Servicio de Radiología se le realiza una Ortopantomografía con la que se completa la ficha dental anotándose la presencia de cordales, caninos o cualquier otra pieza incluida, endodoncias y estado de las mismas, existencia de áreas apicales, altura de hueso alveolar, restos radiculares y existencia de zonas radiolúcidas o radiopacas susceptibles de un estudio más detallado.

El resultado del reconocimiento es comunicado al paciente por el odontólogo, aconsejándole el tratamiento más adecuado a su patología y respondiendo a sus preguntas. Este tipo de reconocimiento es obligatorio para el personal de vuelo una vez al año.

Cuando el paciente refiere haber experimentado un episodio de barodontalgia, ésta se investiga a fondo (tipo de dolor, localización, diente) tanto clínica como radiológicamente, y se diferencia si ha aparecido en un vuelo real o en su paso por la cámara hipobárica. Si es necesario se realizan pruebas complementarias o interconsultas con el otorrino, neurólogo o cirujano maxilofacial para descubrir la naturaleza del problema.

Una vez hecho el diagnóstico de la patología, ésta es tratada. La terapéutica dependerá de la lesión descubierta. Frente a las barodontalgias se emplearan los tratamientos habituales con unos resultados muy positivos, siempre y cuando sean precisos y cuidadosos. El paciente se considerará tratado satisfactoriamente cuando sea asintomático tanto en un nuevo paso por la cámara hipobárica como en vuelo real.

El reconocimiento del personal de vuelo y su calificación de aptitud se realiza de acuerdo a las disposiciones generales aparecidas en el B.O.D. nº 204 y que se encuentran en vigor actualmente (8).

PASO POR LA CÁMARA HIPOBÁRICA: en esta parte del estudio se recogieron las incidencias referidas al total de la población estudiada a lo largo de dos perfiles de vuelo, aunque existen más. Se busca un perfil de vuelo en la que se alcance el techo máximo de altura real de la aeronave o el límite máximo de presurización de ésta.

ESTUDIO ESTADÍSTICO
El estudio estadístico de los datos consistió en un análisis descriptivo de todas las variables. Además, las variables cualitativas se analizaron mediante tablas de contingencia utilizando los tests de Chi-cuadrado de Pearson. En las variables cuantitativas se realizó un análisis de varianza complementado con la corrección de Bonferroni para la determinación de los grupos que marcaban la diferencia. El soporte informático fue el programa SPSS 6.0.

RESULTADOS

De las 506 personas estudiadas los resultados se refieren a 499, los siete restantes fueron descartados por la falta de algún dato o exploración.

La media de edad fue de 35 años, agrupándose para el estudio en cuatro grupos etarios. El tiempo medio de vuelo fue de 10 años y ocho meses aproximadamente. Para el estudio también se dividió al personal explorado en cuatro grupos.

La población estudiada pertenece a diferentes unidades de vuelo, así el 56,7% vuela en helicóptero y el 43,3% lo hace en avión. El mismo porcentaje es válido al hacer referencia a la presurización y así 216 individuos vuelan en aeronaves presurizadas y 283 en aeronaves sin presurización.

Los casos de barodontalgia han sido trece (2,63%), doce de ellos en vuelo (2,4%) y tan solo uno (0,2%) durante el entrenamiento en la cámara hipobárica. La media de edad de los pacientes que sufrieron el dolor fue de 35 años y el tiempo medio de vuelo fue de diez años y 3 meses aproximadamente. En las tablas I y II podemos ver la relación entre el dolor barodontálgico y la edad y tiempo de vuelo.

Tabla 1. Relacion edad/aparición de barodontalgia
Table 1. Relation between age and appearance of barodontalgia

Tiempo de vuelo
Tabla 2. Relación tiempo de vuelo/ aparición de barodontalgia
Flying time
Table 2. Relation between flying time and appearance of barodontalgia.


Si relacionamos la aparición o no de barodontalgias con otras variables encontramos que en los pacientes que las experimentaron se registra un mayor número de obturaciones (P = 0,1617), tanto de resinas compuestas como de amalgama de plata, y un menor índice de ausencias (P = 0,6603). El Indice de Caries es similar en ambos grupos (P=0,9187). El ICAO medio es por lo tanto superior (P = 0,3345), como podemos ver en la Fig 1. El número de endodoncias, áreas apicales y dientes sustituidos por prótesis fijas es también mayor entre los pacientes que presentaron el dolor. No existe relación entre la aparición de barodontalgias y la existencia de periodontitis.

Fig. 1. Relación ICAO / Existencia de barodontalgia.


En general se ven más afectadas las dotaciones de vuelo de aeronaves presurizadas (5,1%) frente a los de las no presurizados (0,7%), y en un alto porcentaje aquellos pilotos que vuelan en solitario (61,5%). De los afectados 8 son Pilotos de aeronaves, 3 son Tripulantes y 2 son Mecánicos.

El dolor se inició en el ascenso en seis casos (46,2%), durante el descenso en tres (23,1%) y los cuatro casos restantes (30,8%) aparecieron en otras maniobras: aceleraciones, deceleraciones o crucero.

Los pacientes localizaron el dolor fundamentalmente en el sector posterior, seis de ellos en el maxilar y otros seis en la mandíbula. Únicamente apareció un caso en el sector anterior mandibular y ninguno en el maxilar. Así pues el maxilar se vio afectado en el 46,2% de los casos y la mandíbula en el 53,8%.

El dolor afectaba a los incisivos inferiores, segundo molar inferior y cordales inferiores en un caso, al primer premolar superior en dos, en cuatro el diente causal fue el primer molar superior y el primer molar inferior en otros cuatro. Lo más significativo es quizás que el primer molar tanto inferior como superior era el origen del dolor en un 61,5% y el resto de localizaciones únicamente suponían un 38,5% del total.

El dolor fue definido por los afectados como agudo y localizado en ocho casos (61,5%), agudo y difuso en dos (15,4%), sordo y localizado en otros dos (15,4%) y tan solo uno se refirió a él como sordo y difuso (7,7%). Las características principales del dolor son su carácter agudo (76,99%) y que es localizado por los pacientes en un alto porcentaje (76,9%).

No existe una altura de aparición determinada de los fenómenos dolorosos, variando desde los 3.000 hasta los 25.000 pies. Lo mismo ocurre con la de desaparición, ya que oscila entre los 10.000 y los 3.000 pies, aunque lo más significativo es que en la mayoría de los casos el dolor no desapareció (61,5%). Los resultados se recogen en la tabla 3.

Tabla 3. Alturas de aparición y desaparición del dolor barodontálgico en los casos estudiados
Table 3. Altitudes of appearance and disappearance of barodontalgic pain in the cases studied


La patología que afectaba al diente (Fig. 2) que produjo el dolor fue caries en tres casos (23,1%), dos de ellos con área apical. En cinco existía una obturación previa (38,5%): tres con caries sin afectación pulpar, uno con afectación pulpar y uno con área apical. Tres pacientes presentaban una endodoncia con área apical (23,1%) y los dos casos restantes correspondían a cordales incluidos y a una afectación periapical por un traumatismo (15,4%).

Fig. 2. Estado diente causal del dolor

Ante estas patologías los tratamientos odontológicos (Fig. 3) fueron la extracción en cinco casos (38,5%), la reobturación en tres (23,1%) y el tratamiento endodóntico en los cinco restantes (30,8%), aunque en uno de ellos, previamente endodonciado hubo de repetirse el tratamiento y ante la persistencia de una fístula se optó por una apicectomía (7,7%). La distribución por edades puede verse en la tabla 4.

Fig. 3. Tratamientos realizados


Tabla 4. Relación edad de los pacientes afectados de barodontalgia/ terapéutica empleada
Table 4. Relationship between age of the patients affected by barodontalgia and the treatment employed


El resultado tras la fase terapéutica (Fig. 4) fue satisfactorio en ocho casos (69,2%). En un paciente fue necesario el retratamiento y una apicectomía posterior (7,7%). Otro paciente presentó un nuevo episodio de barodontalgia en otro cordal. Los tres casos restantes permanecen asintomáticos aunque aún persiste el área apical, por lo que nos referimos a ellos como tratamiento satisfactorio pero con secuelas (23,1%) . El tratamiento fue considerado satisfactorio cuando el paciente no presentó dolor alguno ni en cámara hipobárica ni en vuelo real.

Fig. 4. Resultados


Algunos pacientes que padecieron las barodontalgias también presentaron otros barotraumas asociados. La barosinusitis fue la más común siendo diagnosticada en cuatro casos, seguida de la barodontitis en uno.

DISCUSIÓN

A la vista de la magnitud de la población objeto de otros estudios como el de Maxwell-Field con 63.720 subidas en cámara citado por Fleury y cols. (9), el de Randolph Field con 62.000 ascensos descrito por Gibert, Colin y Chikhani (10) o el de Kollmann que refleja los resultados de una simulación de vuelo en 11.617 personas (11), nuestra muestra (506 personas) puede parecer pequeña pero lo cierto es que en nuestras Fuerzas Armadas el número de personas con responsabilidad en vuelo es mucho menor que, por ejemplo, en Estados Unidos y también hay que matizar que cuando hablamos de las subidas en cámara el número total no supone una muestra de igual magnitud.

La investigación se planteó de una manera innovadora puesto que se han incorporado resultados recogidos en Vuelo Real y en Cámara Hipobárica, lo que lo hace diferente a otros publicados. En el apartado de la bibliografía encontramos fundamentalmente artículos que reflejan experimentaciones con animales (12-14), fundamentalmente ratas (15-17); otros recogen únicamente barodontalgias aparecidas en cámara, tanto hipo como hiperbárica (11,18, 19), no en vuelo real.

En el apartado de la epidemiología hemos de subrayar que son escasos los datos sobre el estado de salud oral de la población adulta (20- 23), encontrándose los índices referidos a la población infantil fundamentalmente.

Con respecto a la cámara hipobárica hay que aclarar que en el estudio únicamente se recogen los resultados de las subidas que el personal con responsabilidad en vuelo realiza obligatoriamente cada cinco años. Tanto las variables (características del tipo de vuelo, normas de funcionamiento, reconocimientos previos...) como la cámara (marca y modelo) estaban ya determinados, aunque no variaron.

Como ya se reflejó en la introducción y aunque la frecuencia de esta patología varía, se considera que las barodontalgias aparecen en un valor promedio del 2% (24). En nuestro estudio se observa una prevalencia del 2,63%.Al igual que piensan otros autores (25, 26) es más que probable que exista una prevalencia mayor de la que se diagnostica porque hay pacientes que no comunican pequeños accidentes barotraumáticos para evitar ver sus carreras comprometidas.

En la cámara hipobárica los resultados de estudios como el de Maxwell-Field refleja una prevalencia del 0,95% (9). En nuestros resultados también puede observarse una prevalencia mucho menor en la cámara que en vuelo real (en una relación de 12:1). La explicación la encontramos en las reglas que rigen el funcionamiento de la cámara ya que no efectuará el ascenso ninguna persona que padezca infección de vías respiratorias altas o cualquier otro problema que le impida compensar, tampoco lo hará en el caso de una obturación, endodoncia o cirugía reciente, alargándose mucho los tiempos recomendados por la EUROMED (5). Esta disminución de la prevalencia al extremarse las precauciones es un argumento de peso a favor de una política preventiva de calidad.

Sobre la cifra del 2% de barodontalgias en dientes sanos recogidos por numerosos autores (27-29), los resultados no nos permiten opinar porque no se ha presentado ningún caso que pudiera encuadrarse dentro de esta categoría, encontrándose siempre una causa patológica que explicara el dolor. De hecho, el dolor fue la principal característica clínica. Un dolor, según referencias de los pacientes, muy severo. En cuanto a su intensidad y naturaleza los resultados están en desacuerdo con otros autores (26, 30), ya que los pacientes lo definen como muy intenso y agudo, casi en su totalidad. Así pues nos encontraríamos en la misma línea de lo afirmado por Seoane y cols. (24), que afirmaban que el dolor podía llegar a ser incapacitante para el paciente. Este hecho entraña un especial peligro, sobre todo en aquellas situaciones de tripulante único o bien en las que, por las características de la misión, condiciones atmosféricas u orografía del terreno, no se pueda aterrizar. Asimismo en el estudio, la proporción de los que lo describen como un dolor agudo es mucho más elevada que aquellos que lo definen como sordo. Quizás la explicación de esto sea que, ante una barodontalgia, la distinción entre ambos sea mucho más académica que clínica y que los pacientes califican como agudo un dolor de gran intensidad y de instauración rápida.

Al igual que lo descrito por Blanchard (26), en la mayoría de los casos el dolor fue localizado (contradiciendo así lo reflejado por Brickman (30)), facilitándose así en gran medida el diagnóstico. Tampoco se encontraron muchos casos en los que el dolor fuera irradiado, únicamente dos y en ambos los dientes problema estaban relacionados con el seno maxilar.

La barodontalgia se presentó a diferente altitud, y en mayor número durante el ascenso que en el descenso u otras maniobras (aceleraciones, deceleraciones o crucero) corroborando diferentes estudios (30).

Las características del dolor están relacionadas con la patología que lo provoca , así en los casos en que el dolor fue agudo y transitorio durante el ascenso, el diagnóstico posterior fue de caries, pulpitis aguda, restauraciones filtradas marginalmente o con inadecuadas bases cavitarias. El dato más relevante fue, quizás, el carácter momentáneo del dolor que refleja un diente vital, aunque una pulpa en vías de necrosis puede dar la misma sintomatología si quedan restos pulpares aún no necrosados.

El dolor apareció durante el descenso en las necrosis pulpares, tanto en dientes cariados como obturados. En estos casos la característica diferencial fue que el dolor persistía a pesar de haber aterrizado. Los pacientes también le añadieron los calificativos de pulsátil y de instauración progresiva. Al interrogarles acerca de la altitud de aparición dieron un intervalo desde que se inició con unas molestias que fueron en aumento hasta el franco dolor. También durante el descenso apareció un dolor agudo en el caso de los cordales impactados. El dolor fue de rápida instauración.

En los pacientes con dolor de inicio violento en las maniobras de crucero, aceleraciones o deceleraciones se observaron dientes con una afectación apical, no estableciéndose un diagnóstico más certero porque no se realizó un estudio anatomopatológico.

Cuando el dolor persistió a nivel del suelo, los signos y síntomas clínicos fueron los usuales ante una determinada patología.

Otro punto de discrepancia con autores como Rauch (31) y Fleury (9) son los tratamientos que deben ir aparejados a una determinada clínica. Ambos, frente a un dolor agudo, brutal y transitorio en el ascenso opinan que el único tratamiento posible es la endodoncia, mientras que en el estudio se demuestra que algunos casos que corresponden a este perfil son dientes perfectamente viables con un tratamiento más conservador, situándonos más en la línea de lo reflejado por Ferjentisk (32)

Aunque algunos pacientes experimentaron barotraumas asociados (fundamentalmente barootitis y barosinusitis), no hemos encontrado ninguno que haga referencia al hecho de haber sufrido vértigos asociados al dolor barodontálgico, a pesar de que Eidelman (33) revela una relación importante entre ambas entidades patológicas. Tampoco se han recogido los problemas de arrastre de gas hacia los tejidos que describen otros autores (34) posiblemente por el adecuado seguimiento de las recomendaciones para evitar la aparición de un enfisema submucoso tras intervenciones en el territorio orofacial.

Las secuelas derivadas de un posible barotrauma dental diferido no se han incluido en el estudio por la dificultad que suponía el determinar si el dolor era una consecuencia tardía de las variaciones de presión o simplemente la evolución natural de un proceso patológico.

En el estudio se han encontrado casos de fácil diagnóstico. La mayoría de los pacientes era capaz de localizar el diente causal y presentaban un proceso patológico claro y demostrable, aunque hubo algunos diagnósticos diferenciales problemáticos con barosinusitis, barootitis y neuralgias en los que, a la vista de la historia clínica, antecedentes y exploración, se realizaron interconsultas con otros especialistas quienes establecieron el diagnóstico definitivo. En algunas situaciones fue preciso un minucioso examen clínico, comprobando la sensibilidad a la percusión axial y transversal, palpación y pruebas térmicas y un completo estudio radiológico con radiografías de aleta de mordida o periapicales, como recomienda Stafne (35).

Las barodontalgias son un tema que suscita mucha controversia entre los diferentes autores, pero no así en el apartado de la terapéutica, donde casi todos coinciden. Al igual que lo reflejado en la literatura los tratamientos que se han realizado en los casos estudiados son los habitualmente empleados en la práctica odontológica ante esas patologías. El tratamiento inmediato consistió en la administración de analgésicos en aquellos casos en los que el dolor persistió tras el descenso. Los antibióticos y antiinflamatorios fueron recomendados en los pacientes en los que se consideró necesario para controlar su infección y proceder así a un tratamiento endodóntico diferido.

La explicación al elevado número de exodoncias realizadas hay que buscarla en la intensidad del dolor. Este suele ser de tal magnitud que el paciente demandaba unas medidas terapéuticas que le aseguraran que no volvería a repetirse. Este deseo era aún mayor en aquellos casos en los que el diente ya estaba endodonciado y había que reendodonciarlo o someterse a tratamientos quirúrgicos (apicectomía) con un resultado incierto o a medio plazo.

Ante un paciente con caries sin afectación pulpar se procedió a la obturación cuidadosa del diente. En los casos con afectación pulpar se aconsejó la endodoncia rigurosa de los conductos. Ningún autor recomienda otro tipo de tratamiento (recubrimientos pulpares directos o pulpotomías) por el enorme riesgo que conlleva (10).

Aún en los casos de dientes no vitales, se aconsejó un método conservador, ya que aunque existen dudas sobre si las lesiones periapicales curarán tras el tratamiento de conductos, la ausencia de sintomatología en la mayoría de los casos es un buen augurio de futuro. En esos pacientes se esperará una desaparición del área apical, realizándose controles periódicos. Tras la endodoncia se recomendó a todos los pacientes la colocación de una corona metal-porcelana de recubrimiento total para proteger la estructura dental remanente. En un caso y ante la persistencia de una fístula vestibular se procedió a realizar una apicectomía para evitar el riesgo de que el paciente sufriera un nuevo episodio doloroso.

Para los cordales retenidos la solución más aconsejable era la extracción por la aparatosa sintomatología, su posición inclinada (que hacía previsible una erupción dificultosa) y por la posibilidad de infecciones de repetición. Además existía un alto riesgo de que al mantenerlos en boca pudieran lesionarse los segundos molares inferiores.

En los incisivos afectados por un traumatismo, al no presentar otra patología que la pulpar únicamente se realizó el tratamiento de conductos.

A pesar de las medidas preventivas las barodontalgias siguen afectando al personal con responsabilidad en vuelo. Observando los resultados lo primero a remarcar es que el dolor afecta en mayor medida al sector posterior, exactamente a doce de los trece casos, y sobre todo al primer molar, tanto superior como inferior (61,5%). La razón es anatómica ya que en el sector posterior la cámara es mucho más pequeña y la pulpa reacciona de manera más agresiva ante cualquier circunstancia que suponga una compresión del tejido.

Aparecieron más casos entre los pilotos que entre los restantes miembros de las dotaciones de vuelo, y sobre todo en aquellos que volaban en solitario (61,5%). En las aeronaves actuales toda la tripulación está sometida a las mismas variables. Los únicos elementos diferenciales son el estrés, y en algunos casos la máscara de oxígeno y el traje Anti-G, por lo que aunque no sean elementos fundamentales en la etiopatogenia deben tenerse en cuenta como factores coadyuvantes.

El dolor se presenta con mayor frecuencia en aviones que en helicópteros en una proporción de 11 a 2. Entre unos y otros las diferencias son la altura de vuelo y la presurización, aunque ésta última con matices. El hecho de que un habitáculo esté presurizado no significa que no haya variaciones de presión, sino que ésta es proporcional a la que existe en el exterior, aunque menor. Los aviones comerciales de línea que realizan sus rutas a niveles de 30.000 pies de altitud tienen una presión de cabina de 4 a 6.000 pies. Los aviones militares de combate tienen techos de 50 a 60.000 pies de altitud, pudiendo llegar en ellos la presión de cabina hasta los 20.000 pies en circunstancias extremas. Sin embargo las aeronaves no presurizadas no suelen sobrepasar los 13.000 pies para no exponer a las tripulaciones a los efectos de la hipoxia (2). Así pues el piloto de un avión militar de combate puede estar sometido a una presión de cabina muy superior a la que soportan los pilotos de otras aeronaves a pesar de volar en aparatos presurizados. Esta es la explicación de que, frente a todo pronóstico, la prevalencia de barotraumas sea mayor entre el personal de vuelo de aviones de grandes prestaciones.

Aunque la altitud de aparición y desaparición son variables y no podemos establecer un patrón, si llama la atención que en ocho de los trece casos el dolor no desapareció a pesar de haber aterrizado. Este hecho nos indica que existía una afectación irreversible de la pulpa y que aunque el dolor se desencadenó en altura, el proceso patológico continuó su evolución ya en condiciones normobáricas.

Es necesario remarcar que aunque la muestra de población es suficiente desde el punto de vista estadístico, el bajo número de casos que aparecen de la patología estudiada, tan sólo trece, hace que difícilmente se consigan resultados estadísticamente significativos. A pesar de ello se observan tendencias en algunos valores en el análisis de la varianza (ver capítulo de resultados). En general entre las dotaciones de los aviones existe un número mayor de obturaciones, endodoncias y de dientes sustituidos por prótesis fijas. Sin embargo, el número de caries es menor y las ausencias se presentan en número parecido en ambos grupos.

CONCLUSIONES

I - No aparecen diferencias estadísticamente significativas entre los resultados de los Indices de Salud Oral correspondientes al personal con responsabilidad en vuelo afectados de barodontalgia y aquellos que no presentaron dicho barotrauma, aunque el ICAO si es mayor. También se observó un mayor número de obturaciones, endodoncias y dientes sustituidos por prótesis fijas entre los que habían padecido el dolor.

II- La prevalencia de barodontalgia en la población objeto del estudio es del 2,63% en conjunto. En vuelo real la prevalencia es del 2,4% y en los ascensos realizados en la cámara hipobárica es del 0,2%.

III - El resultado tras la fase terapéutica fue satisfactoria en el 69,2% de los casos. En el 7,7% fue necesario retratamiento y en otro 7,7% apareció un nuevo episodio de barodontalgia, aunque en otra localización. En el 23,1% de los casos aunque asintomáticos tanto en vuelo como en cámara hipobárica, persiste el área apical.

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AGRADECIMIENTOS:

Al Cnel. D. Antonio Muñoz Cariñanos (U), Director de la Policlínica del MAEST y al Cnel. D. José Luis García Halcón, Director del CIMA por su aprobación para continuar adelante y su sincero ofrecimiento de ayuda en todo lo que pudiera necesitar.

Al Cdte. D. Rafael García Rebollar por ser la primera persona que me hizo interesarme en el tema de las Barodontalgias y hacerme partícipe de sus conocimientos.

Al personal de vuelo y del CIMA por responder a mis ignorantes preguntas técnicas y aportarme una bibliografía imprescindible.

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