Introducción
La Organización Mundial de Salud (OMS) alertó en 2012 sobre el crecimiento de los trastornos mentales y la necesidad de tomar medidas hasta 2020. Sin embargo, un estudio de 2016 señalaba que más de una de cada seis personas en la Unión Europea tiene problemas de salud mental, generando un gasto medio del 4% de todo el Producto Interior Bruto de la Unión (600 millones de euros), alcanzando un 4,2% en España y hasta un 5% en Finlandia, Bélgica y Holanda1. El modelo productivo actual y las relaciones de trabajo que genera, dentro de un contexto de vida con exigencias cognitivas cada vez más complejas y tiempo escaso, contribuyen para el agravamiento de la situación descrita. En España se estima que entre el 11% y el 27% de los trastornos mentales pueden atribuirse a las condiciones de trabajo2.
Actualmente el síndrome de burnout (SB) es la enfermedad ocupacional más preocupante. El Instituto de Salud Global de Harvard nos alerta sobre la existencia de una “epidemia” de este problema entre los médicos, convirtiéndolo en una crisis de salud pública. En Estados Unidos, hasta el 2025 sus efectos pueden ser alarmantes y generar un déficit en la asistencia sanitaria de casi 90.000 médicos3.
El termino burnout surgió en 1953 en una publicación de Schwartz e Will, siendo asumido en 1974 por Herbert Freudenberger quien describió el fenómeno como un sentimiento de fracaso y agotamiento causado por un excesivo desgaste de energía y recursos. Christina Maslach, psicóloga social de la Universidad de California, añadió a su definición las actitudes negativas y de distanciamiento personal, adoptando el término “síndrome de burnout” como una respuesta inadecuada frente al estrés crónico acompañado de sentimientos de aburrimiento y tedio. La definición más aceptada actualmente es la que considera el síndrome como una reacción a la tensión emocional crónica causada por la necesidad de mantener interacciones constantes con otras personas, como sucede con ciertos grupos profesionales como los médicos, enfermeros, asistentes sociales y profesores, entre otros4. Otros grupos como los estudiantes también pueden experimentar burnout dado que el ámbito escolar puede ser considerado como un ambiente coercitivo y dirigido a la competición y el éxito5,6.
El instrumento más utilizado para evaluar el burnout es el MBI - Maslach Burnout Inventory7; se trata de un instrumento auto-evaluativo que consta de 22 ítems con respuestas de tipo Likert y que mide las tres dimensiones de este síndrome: agotamiento emocional, despersonalización y baja realización profesional. El agotamiento emocional se caracterizada por la falta o carencia de energía, entusiasmo y sentimientos de reducción de recursos con los que enfrentar el estrés. La despersonalización es una situación en la que el profesional pasa a tratar clientes y colegas como objetos. La baja realización personal en el trabajo es definida como una tendencia del trabajador a sentirse infeliz e insatisfecho profesionalmente7 Para Gil-Monte cuando se detectan elevados niveles de burnout, el sentimiento de culpa puede agravar aún más el síndrome8.
El síndrome de burnout puede tener múltiples causas y una de ellas es la incompatibilidad entre valores personales y laborales9,10. Dado que los valores personales pueden estar relacionados con su origen y desarrollo, su estudio puede ser aplicado a la reducción de sus síntomas11,12.
El modelo de valores más ampliamente utilizado y citado en la actualidad es la teoría de los valores humanos básicos, desarrollada por el psicólogo social S. Schwartz13. Esta teoría adopta una perspectiva transcultural y tiene aproximadamente 20 años de intensa producción científica con investigaciones que incluyen algunos estudios sobre la relación entre valores y síndrome de burnout, satisfacción laboral y compromiso organizacional, entre otros14.
En esta teoría, los valores son concebidos como creencias compartidas sobre las metas más deseadas; los valores, si bien transcienden conductas y situaciones específicas tienen la capacidad de motivar nuestras acciones. Esta teoría define diez tipos de valores que expresan las siguientes metas15:
Autodirección - toma personal de decisiones, creatividad, pensamientos y acciones independientes.
Estimulación - excitación, novedad y desafío en la vida.
Hedonismo - placer o gratificación personales.
Realización - éxito personal a través de la demostración de competencia.
Poder - estatus social y prestigio, control o dominio sobre personas y recursos.
Seguridad - seguridad, harmonía y estabilidad de la sociedad, de las relaciones y del “yo”.
Conformidad - restricción de acciones que puedan perturbar o perjudicar a otras personas o violar expectativas o normas sociales.
Tradición - respeto, compromiso y aceptación de las costumbres e ideas que la cultura o la religión ofrecen.
Benevolencia - preservar y mejorar el bienestar de aquellos con quien se está en contacto personal.
Universalismo - comprensión, tolerancia y protección para el bienestar de todos y de la naturaleza.
Estos tipos de valores básicos están distribuidos en una estructura motivacional circular de cuatro ejes que reflejan las relaciones de cercanía o conflicto y oposición entre ellos15 (Figura 1).
Los valores humanos pueden sernos muy útiles para explicar el burnout con mayor profundidad y permitirnos avanzar en su comprensión más allá de los resultados obtenidos en investigaciones en las que solamente se tienen en cuenta la relación entre variables socio-demográficas (edad, sexo, nivel educativo, etc.) y las condiciones de trabajo y el burnout16. El estudio de los valores y su relación con la sintomatología asociada a este síndrome pueden, de esta forma, contribuir en la prevención del mismo17,18.
Si bien contamos con una relativamente extensa bibliografía sobre la relación entre valores personales, estrés laboral y calidad de vida, entre otros(19,20,21,22,23,24), son extremadamente escasas las investigaciones sobre la relación entre burnout y valores personales.
Con el objetivo de contribuir a una mejor compresión de la relación entre valores y síndrome de burnout, este artículo pretende realizar una revisión sistemática de la bibliografía científica existente y poder encontrar adecuadas estrategias de enfrentamiento.
Material y Métodos
Este trabajo tuvo como meta la realización de una revisión sistemática de la investigación científica siguiendo las orientaciones de la declaración PRISMA25 con una búsqueda completada el 10 de febrero de 2020.
Fuente de obtención de datos y descriptores
Los artículos revisados fueron obtenidos en las siguientes bases de datos:
Medical Literature Analysis and Retrieval System Online (MEDLINE) a través de la US National Library of Medicine National Institutes of Health (PubMed).
Scientific Eletronic Library Online (SciELO).
Biblioteca Virtual en Salud (BVS).
Literatura latinoamericana y del Caribe en Ciencias de la Salud (LILACS).
Revistas científicas incluidas en CAPES (Coordinación de Perfeccionamiento Personal de Nivel Superior) Brasil.
Catálogo Cisne automatizado de la biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
También se realizaron búsquedas a partir de las referencias bibliográficas de los artículos seleccionados para su lectura completa.
Los Descriptores en Ciencias de la Salud - DeCS y de la Medical Subject Headings MeSH fueron: burnout, profesional; agotamiento profesional; esgotamento profissional; social values; valores sociales; valores sociais y value orientation.
Diseño del estudio
El objetivo principal de este estudio fue encontrar asociaciones significativas entre burnout y valores humanos. Para su diseño se tuvieron en cuenta los siguientes aspectos:
Selección de los estudios
Criterios de inclusión:
Artículos originales, ensayos clínicos y estudios observacionales.
Estudios nacionales e internacionales.
Cualquier tipo de muestra poblacional.
Estudios correlacionales entre valores personales y burnout.
Textos completos en inglés, español o portugués.
Criterios de exclusión:
Estrategias de búsqueda y selección
Se realizó una búsqueda booleana usando principalmente el operador lógico “and” promoviendo la intersección entre burnout y valores (Tabla 4 y Tabla 5).
Los tres miembros del equipo seleccionaron y analizaron los estudios de forma independiente. La primera selección fue la lectura del título y el resumen, y aquellos que cumplían los criterios de inclusión fueron revisados posteriormente con una lectura completa del texto. Los desacuerdos o dudas se resolvieron por consenso.
Calidad Metodológica
La calidad metodológica se evaluó utilizando la Declaración STROBE que consta de recomendaciones para estudios observacionales y se distribuye en 22 ítems relacionados con diferentes aspectos de la investigación, entre los que destacan aquellos relacionados con el método y los resultados26. Cada ítem recibió un punto si cumplía fielmente con la recomendación (en caso de no ser aplicable no se puntuaba).
Para el ítem compuesto por varios puntos, éstos se evaluaron de forma independiente, dándole el mismo valor a cada uno de ellos y posteriormente se realizó un promedio (siendo éste el resultado final de ese ítem), de tal forma que en ningún caso se pudiera superar la puntuación de un punto por ítem27.
Estandarización de los valores encontrados
Los valores encontrados en los estudios seleccionados y analizados fueron clasificados conforme a las cuatro dimensiones fundamentales de Schwartz (apertura al cambio, conservación, autopromoción y autotrascendencia)(15) para que pudiesen ser categorizados y agrupados según las cuatro dimensiones de valores mencionadas y consiguientemente se pudieran analizar las asociaciones encontradas entre éstas y el burnout.
Resultados
Aspectos Generales
Fueron seleccionados 9 artículos (todos correlacionales) dentro de los 2416 registros de las 6 bases de datos con un mayor número de capturas para las bases de datos Cisne/UCM (1051) y CAPES (864), (Figura 2).
El estudio de Figueiredo-Ferraz, H. et al34, incluido en la figura anterior, se tomó de las referencias del artículo de Roxana Marsollier35 perteneciente al grupo de 35 estudios seleccionados para su lectura completa.
La calidad metodológica de los estudios varió entre 14,40 (65,45%) y 19,14 (87%) para un total posible de 22 puntos (Tabla 1).
Las mayores puntuaciones estuvieron concentradas en el título, “resumen y discusiones” y las menores en la categoría de “métodos” y “resultados”.
La Tabla 2 presenta, en orden cronológico, las principales conclusiones de los artículos seleccionados.
En la revisión realizada se observa que existe un intervalo de aproximadamente 15 años entre los estudios iniciales y los más recientes sobre burnout y valores humanos. El estudio más antiguo es el de Altum28 de 2002 y el más reciente el de Souza et al.33) de 2016. Eugene Tartakovsky es quien más ha contribuido a su estudio, con 3 investigaciones de gran calidad metodológica16,31,32 (Tabla 1); las muestras estudiadas varían entre 61 participantes 29 y 1044 participantes34. Se encontraron investigaciones realizadas en muy diversos ámbitos geográficos y culturales como en Asia (Turquía y China), Europa (España), Suramérica (Brasil) y Oriente Medio (Israel). El perfil de los participantes seleccionados en estos estudios estuvo concentrado en ciertas áreas como medicina, enfermería, trabajo social, psicología y educación. Los instrumentos más utilizados fueron el Maslach Burnout Inventory-Student Survey, el cuestionario de Valores Humanos de Schwartz (QVB) y el cuestionario de valores desarrollado en Brasil por Gouveia30.
Agrupaciones de las correlaciones dentro de la Teoría de Schwartz
La Tabla 3 presenta la agrupación de los tipos de valores utilizados en los diferentes instrumentos conforme a las cuatro dimensiones fundamentales de Schwartz (apertura al cambio, conservación, auto-promoción y autotrascendencia)15.
En el total de estudios analizados fueron encontradas 68 correlaciones significativas entre las dimensiones valorativas del modelo (apertura al cambio, conservación, autopromoción y autotrascendencia) y burnout. De éstas, 25 fueron positivas y 43 negativas. Dentro de la teoría de Schwartz la Autopromoción fue claramente la orientación que más influyó en el desarrollo del burnout (52%) mientras que auto-trascendencia (32,55%) y Conservación (32,56%), se asociaron negativamente con el burnout (Figura 3). En resumen, la dimensión que más contribuye al burnout está formada por valores de autopromoción (poder y logro), mientras que aquellas que se asocian a un menor burnout son las de autotrascendencia (benevolencia y universalismo) y conservación (conformidad, tradición y seguridad).
Dentro de la dimensión de autopromoción, los valores que tuvieron una mayor frecuencia de asociaciones con el burnout fueron los de poder (6 correlaciones) y de autoimagen positiva (3 correlaciones). Dentro del tipo valorativo de autotrascendencia, el valor benevolencia fue el que tuvo un mayor número de correlaciones negativas con el síndrome de burnout, (4 correlaciones), (Figura 3). En conclusión, mientras que los valores de autopromoción se encuentran asociados a mayores niveles de burnout, los valores de auto-trascendencia reducen su impacto en la salud.
Distribución conforme a las dimensiones de burnout
Fueron excluidas tres investigaciones: (a) Jia et al.5 e Figueiredo-Ferraz et al.34 que utilizaron dimensiones diferentes a las de Maslach e (b) Tartakovskya et al.32 que evaluaron el burnout sin tener en consideración sus dimensiones.
La Autopromoción tuvo mayor número de correlaciones asociadas a un incremento en las tres dimensiones de Burnout (despersonalización 83,33%, agotamiento emocional 42,82% y baja realización 44,44%), (Figura 4). Asimismo, la Autotrascendencia y la Conservación estuvieron negativamente correlacionados a la despersonalización, disminuyendo sus niveles (33,33% e 50% respectivamente).
Discusión
Cabe señalar, en primer lugar, que el número de artículos en los que se desarrollan investigaciones empíricas sobre la relación entre valores personales y burnout es muy escaso, lo que contrasta con el reconocimiento de su importancia para entender el desarrollo de este síndrome8,9,10.
A pesar de los pocos estudios realizados resulta de interés destacar el hecho de que han sido llevados a cabo en diferentes ámbitos geográficos y culturales, así como la variabilidad en las muestras y el rigor metodológico con el que se han realizado. Cabe destacar el estudio realizado por Figueiredo-Ferraz et al.34, sobre una muestra de 1044 individuos.
Las investigaciones se concentraron en las profesiones en la que se da un mayor contacto interpersonal de carácter afectivo8. Los instrumentos de medida más utilizados en los estudios de burnout y valores fueron el Maslach Burnout Inventory-Student Survey y el cuestionario de valores de Schwartz (QVB)7.
Correlaciones con el síndrome y sus dimensiones
Queda clara, en primer lugar, la importancia que los valores de autopromoción tienen en la aparición de las diferentes dimensiones del burnout. La motivación por el poder y/o por tener una buena imagen, por ejemplo, pueden causar frustraciones en profesiones que incluyen entre sus prioridades valores de auto-trascendencia (benevolencia y altruismo).
Se constató también que las cuatro dimensiones motivacionales (autopromoción, autotrascendencia, conservación y apertura al cambio) tuvieron asociaciones tanto positivas como negativas con el burnout (Figura 3). Valores como, por ejemplo, la tradición está asociada a una baja realización, pero también está asociada de forma negativa al agotamiento emocional y la despersonalización. Estos resultados nos muestran que hay que tener en cuenta las diferentes dimensiones del burnout antes de establecer conclusiones sobre su relación con los valores. Estas diferencias refuerzan aún más la necesidad de más investigaciones sobre el tema.
También es importante destacar que la autopromoción está asociada positivamente con todas las dimensiones del burnout, principalmente con la despersonalización (83,33%). Esto se puede explicar por el conflicto de valores12 que podemos encontrar en profesiones de carácter más asistencial donde aquellas personas que valoren el poder, la autoimagen o el logro personal, probablemente se desmotivarán y con el tiempo se agotarán físicamente y mentalmente, buscando un distanciamiento con su trabajo y relaciones interpersonales.
Valores vinculados a la autotrascendencia, generalmente asociados negativamente con la despersonalización31, pueden también en algunos casos contribuir al desarrollo del agotamiento emocional y baja realización (Figura 4), siendo posible explicarlo por el sentimiento de ineficiencia y falta de realización personal frente a todo esfuerzo para realizar las actividades dentro de un ambiente inadecuado e inerte proporcionado por las instituciones. Este tipo de conflicto es muy común en instituciones públicas de países que destinan pocos recursos para la educación y la salud.
Es importante resaltar que valores de conservación se encuentran asociados negativamente a las tres dimensiones de burnout, especialmente con la despersonalización (33,33%). Probablemente realizar el trabajo según unas normas externas, hace que valores como la tradición puedan contribuir para que las personas logren una interacción social más satisfactoria y una implicación mayor en el trabajo. Tal vez, en aquellos casos en los que se dé una sobrecarga de trabajo, un ambiente inadecuado y un bajo reconocimiento, sean estos trabajadores los que puedan ser más resistentes a la despersonalización.
Estrategias de Afrontamiento
Todos los estudios analizados indican la importancia de que exista una correspondencia entre los valores personales y aquellos de la organización donde se desarrolla el trabajo. Dado que de estos estudios se obtuvieron con muestras de profesiones asistenciales, los valores predominantes en la carrera estuvieron pautados por la autotrascendencia (humildad, benevolencia, e igualdad, entre otros). Se percibe que estas intervenciones pueden hacerse en tres etapas: la primera dentro de la organización educativa, la segunda en la selección de trabajadores y la tercera con los empleados en ejercicio.
La intervención primaria, dentro de las organizaciones educativas, debería promover un mayor conocimiento de los valores que les serán exigidos en la profesión para la que se están preparando5,16. Estudios como los de Jia et al.5 encuentran que muchas veces existe una incompatibilidad entre los valores transmitidos durante la formación académica y aquellos que les serán exigidos en su futuro profesional. Una buena alternativa, presentada por Tartakovsky16, sugiere invitar a profesionales que desarrollen su actividad en la misma profesión para la que los alumnos están siendo preparados para que les expliquen las exigencias y valores preponderantes en su profesión.
Un segundo tipo de intervención es la que se puede dar en los procesos de selección de personal. En éstos y para conseguir una mayor compatibilidad entre el perfil de los futuros trabajadores y las demandas de la organización, deberían incluirse cuestionarios de valores con los que evitar la incompatibilidad entre los valores personales y los organizacionales y, más específicamente, los vinculados al desempeño de la actividad profesional30.
El tercero y último tipo de intervención estaría dirigido a los profesionales que desarrollan su trabajo, promoviendo valores específicos para el tipo de actividad realizada. Bernal et al.29, por ejemplo, sugiere específicamente una promoción de valores que puedan aumentar la inteligencia emocional y la comunicación. Conocer los límites personales y expresar las insatisfacciones relacionadas con la actividad es importante para enfrentar el bornout, principalmente en profesiones con grandes responsabilidades como la del profesor o médico.
Tartakovskya y Walsh32 sugieren también fomentar la importancia social de la profesión y la efectiva contribución que estos profesionales realizan a la sociedad.
Las intervenciones para reducir el burnout deben ser realizadas por equipos multidisciplinares, ya que se trata de un fenómeno en el que intervienen múltiples factores personales y sociales en su desarrollo. El síndrome de burnout normalmente cambia la personalidad, los valores y el comportamiento frente al trabajo10. Uno de los mayores desafíos de las empresas para el futuro está, por tanto, en su reducción.
Conclusión
Los artículos seleccionados respondieron a los objetivos de este estudio y muestran la relación entre los valores humanos y el síndrome de burnout. Las profesiones asistenciales deben promover valores de autotrascendencia (igualdad, benevolencia y otros) en detrimento de valores de autopromoción, principalmente de motivación para el poder. Dentro de las tres dimensiones del burnout, la despersonalización fue la que más contribuyó para entender mejor la relación entre valores personales y el síndrome, tal vez por ser una variable de carácter más psicosocial que las otras dos dimensiones consideradas.
Finalmente, los estudios aquí analizados sugieren una intervención que evite el conflicto de valores personales con los de la profesión. Dicha intervención podría realizarse preventivamente en los centros educativos, en la selección de personal y dentro del ambiente de trabajo. Para este último ámbito, es necesario considerar con mayor rigor la especificidad de la actividad, el ambiente, las tareas y las características de las personas que intervienen en el ambiente de trabajo.