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Gaceta Sanitaria
versão impressa ISSN 0213-9111
Gac Sanit vol.20 no.2 Barcelona Mar./Abr. 2006
Nota de campo
Sesgos de género en el lenguaje de los cuestionarios de la Encuesta Nacional de Salud 2003
Gender bias in the language of the health questionnaire of the Spanish National Health Survey 2003
María Teresa Ruiz-Cantero a Elena Simón-Rodríguez a Natalia Papí-Gálvez b
Departamento de Salud Pública, Universidad de Alicante, Alicante, Españaa
Departamento de Sociología II, Universidad de Alicante, Alicante, España.b
Dirección para correspondencia
Resumen
Para identificar la posible existencia de sesgos de género en el lenguaje del cuestionario de Adultos y del cuestionario de Hogar de la Encuesta Nacional de Salud (ENS) de 2003, se analiza su lenguaje/estilo respecto a generalizaciones imprecisas, desigualdad de trato por uso de términos que reflejan estereotipos sociales y ocultan desigualdad de roles sociales y discordancia gramatical de género. Se evidencia la presencia de sesgos lingüísticos en su mayoría de tipo léxico, pues ambos cuestionarios utilizan el masculino singular refiriéndose al conjunto de informantes (p. ej., cuidador, empleador, trabajador, médico, entrevistado o entrevistador). También se observan estereotipos de género cuando al utilizar el término «cuidador» se hace referencia a mujeres para este rol, o se ejemplifica la profesión con ocupaciones clásicamente masculinas. Igualmente, cuando se juntan parentescos masculinos/femeninos (p. ej., hermano/a) en la misma categoría se ocultan desigualdades de género respecto a roles sociales. Se concluye que las mujeres están menos presentes formalmente que los hombres en la ENS de 2003. Esta experiencia puede contribuir a observar y eliminar sesgos de género del lenguaje en otros cuestionarios.
Palabras clave: Sesgo de género. Sexismo. Lenguaje. Cuestionarios de salud. Encuestas de salud.
Abstract
To identify possible gender bias in the language of the adults' and children's questionnaires of the Spanish National Health Survey, 2003, its style and language was analyzed for inaccurate generalizations, inequalities due to the use of terms that reflect social stereotypes and hide unequal social roles, and grammatical gender disagreement. Both questionnaires show language bias, mainly lexical, as they use masculine singular nouns to refer to all individuals (for example, carer, employer, worker, doctor, interviewer, interviewee). Gender stereotypes are reinforced by the use of the term «carer», referring to women, and by examples of jobs traditionally done by men. Equally, specific sex denomination for relatives in the same category such as brother/sister is lacking, despite the distinct social roles played by women and men. In conclusion, women are less visible than men in the Spanish National Health Survey, 2003. This study could contribute to the identification and elimination of gender bias in the language of other questionnaires.
Keywords: Gender bias. Sexism. Language. Health questionnaire. Health survey.
Introducción
La observación de la realidad concerniente a los hombres, y después extrapolada a las mujeres (androcentrismo), es causa de errores para cuyo análisis y corrección se han planteado diferentes aproximaciones teóricas1. También se producen desigualdades de género en relación con cuestiones formales, como el sexismo lingüístico, cuyos principales problemas son la concordancia de género, la generalización imprecisa, la desigualdad de trato y la «invisibilidad»2,3.
El lenguaje desempeña un papel determinante en la historia social. Refleja el sistema de pensamiento colectivo, mediante el que se trasmite gran parte de la forma de pensar, sentir y actuar de cada sociedad4. Por ello, el sexismo lingüístico no es tanto una discriminación activa y deliberada como una representación de la discriminación cultural y simbólica, heredada de épocas de desigualdad ante la ley. De ahí que el planteamiento de intervenciones específicas en este ámbito en España date tan sólo de hace 25 años, aproximadamente. Se han realizado análisis del sexismo lingüístico en diferentes ámbitos, como el de la jurisprudencia y la administración3,5, o en los medios de comunicación6. También en el ámbito de la salud7, aunque en la bibliografía científica no se han encontrado este tipo de análisis referidos a cuestionarios o encuestas de salud.
El objetivo de este trabajo es identificar la posible existencia de sesgos de género en el lenguaje del Cuestionario de Adultos y del Cuestionairo de Hogar de la Encuesta Nacional de Salud de 2003 española (ENS-2003). Además, se proponen alternativas de expresión no sexista para los ítems analizados.
Metodología
La ENS-2003 pretende proporcionar la información necesaria sobre la salud de la población, para planificar y evaluar actuaciones sanitarias, y proporcionar la atención adecuada a los usuarios de los servicios sanitarios. Contiene información sobre el estado de salud, los principales problemas de salud percibidos, los hábitos riesgo para la salud y la utilización de servicios sanitarios y prácticas preventivas8. El Ministerio de Sanidad realizó la primera ENS en 1987. Posteriormente se han realizado cinco ediciones más (1993, 1995, 1997, 2001 y 2003). En su última edición, la ENS incluye, además de los cuestionarios Infantil y de Adultos, el cuestionario de Hogar.
Para analizar el contenido lingüístico de los cuestionarios de Adultos y Hogar de la ENS-2003 se ha entendiendo que los sesgos de género en su lenguaje se producen cuando uno de los dos sexos recibe un tratamiento discriminatorio respecto al que recibe el otro sexo. Pueden ser sesgos léxicos, por vocablos o expresiones, o gramaticales, por construcción de frases que, de forma más o menos patente, resultan discriminatorias por razón de sexo9.
Considerando que la cuestión fundamental es que los cuestionarios incluyan de forma precisa a las mujeres mediante una expresión clara y no ambigua, se elaboró un protocolo de recogida de información que sirviera como guía para la revisión de los contenidos formales de los cuestionarios. El protocolo se centró en la identificación en el lenguaje o estilo del cuestionario de sexismos de tipo léxico, como generalizaciones imprecisas o desigualdad de trato por uso de términos que reflejaran estereotipos sociales y/u ocultaran desigualdad de roles sociales. También se contemplaron sexismos de tipo gramatical, como la discordancia gramatical de género.
Resultados
Los sesgos de género en el lenguaje de los cuestionarios de Adultos y Hogar de la ENS-2003 se pueden observar en las columnas de la izquierda de las tablas 1 y 2. Son en su mayoría de tipo léxico, pues ambos cuestionarios utilizan el masculino singular para referirse al conjunto de posibles personas informantes, como por ejemplo cuidador, empleador, trabajador, médico o entrevistado. También al referirse a quien entrevista, como entrevistador. Además se utiliza, siempre en masculino, el término «sustentador principal», como persona de referencia de toda la ENS (p. ej., en la tabla 2, P.8.1). Se incurre en estereotipos de género cuando al utilizar el término «cuidador» se hace referencia a mujeres para este rol (tabla 2, P.6.11) o se ejemplifica la profesión con ocupaciones clásicamente masculinas (tabla 2, P.6.20). Juntando parentescos masculinos/femeninos (hermano/a) en la misma categoría se ocultan desigualdades de género respecto a roles sociales (tabla 2, P.6.9-P.6.11).
Aunque se observan intentos de hacer visibles a ambos sexos utilizando las barras (niño/a), no se realiza la concordancia gramatical correspondiente en el artículo «al/a la» (tabla 2, P.7.2: relación del cuidador con el «niño/a» «al» que cuida). Y se utilizan en la misma frase estilos incoherentes de genéricos gramaticales al nombrar al «cuidador» en masculino singular referido a masculino y femenino y seguidamente al término «persona» refiriéndose a hombres y mujeres receptores de cuidados (tabla 2, P.11.1 a P.11.4: relación «del cuidador» con «la persona a la que cuida»).
Discusión
Las mujeres formalmente están menos presentes que los hombres en los cuestionarios de Adultos y Hogar de la ENS de 2003. En parte por sesgos léxicos, como generalizaciones imprecisas con el uso del masculino singular, y en parte por desigualdad de trato al utilizar términos que reflejan estereotipos sociales de género, como ejemplificar la categoría profesional con ocupaciones clásicamente masculinas.
Pese a que están disponibles manuales para un uso del lenguaje no sexista, no hay fórmulas específicas para el lenguaje relacionado con salud. Por tanto, no se puede afirmar que se hayan detectado todos los sesgos sexistas de los cuestionarios analizados. No obstante, la principal limitación estribaría en la introducción de modificaciones lingüísticas en un sector que tiene acuñado su propio lenguaje, lo que incrementa la probabilidad de no inclusión exhaustiva de propuestas técnico-lingüísticas que evidencien expresamente a las mujeres en las preguntas.
Uno de los problemas observados con más frecuencia es el de la utilización del género gramatical masculino como genérico para referirse a mujeres y hombres, además de su utilización referida sólo a hombres2,3,5. Ello crea ambigüedad, al no quedar claro cuándo se usa como valor marcado masculino y cuándo como indicador genérico, y es reflejo del androcentrismo lingüístico y social. Para cumplir con el principio lingüístico de claridad, evitar ambigüedad y hacer «visibles» a las mujeres son varias las posibilidades (columna derecha, tablas 1 y 2).
La utilización de categorías de respuesta que engloban a ambos sexos bajo una única expresión impide poner de manifiesto una realidad sexuada en las funciones sociales, como la división sexual del trabajo reproductivo. Conceptualmente, no se puede igualar de forma automática la función social de hombres y mujeres, y hacerlo puede ser calificado de sexista. Tampoco se puede igualar desde un enfoque metodológico, pues ello puede producir un sesgo en la información obtenida. Ejemplo de ello es el uso del genérico del masculino singular «cuidador» para referirse a la persona que proporciona cuidados a otras personas, ya que alrededor del 76% de estas personas que cuidan diariamente son mujeres10.
Para nombrar adecuadamente a todas las personas que aparecen y actúan en un cuestionario, hay que considerar determinadas claves de comunicación, necesarias para que quienes responden tengan el referente lugar correcto al que asimilarse, y para que quienes preguntan dispongan de instrucciones claras, precisas y ajustadas a las realidades que están registrando2,3,5. Supongamos el caso de dos personas adultas que conviven, tienen trabajo extradoméstico remunerado y también trabajo doméstico equivalente no remunerado. Estas personas no podrían contestar adecuadamente quién es «el sustentador principal» ni cuál es su «actividad principal», pues ambos conceptos responden a estereotipos residuales de sistemas de convivencia familiar clásicos, que para un número significativo de individuos en la población ya no tienen sentido.
En una sociedad basada en el principio de igualdad y no discriminación, la persona que investiga la realidad social tiene la obligación de practicar la igualdad de trato, empezando por el lenguaje, que conforma el pensamiento personal y colectivo y traduce la visión compartida del mundo. En este sentido, la principal clave para evitar sesgos de género en el lenguaje de los cuestionarios, que permita la obtención de datos más ajustados a las realidades múltiples y diversas, es la de ser consciente de su existencia y desear evitar tales sesgos2,3,5,6,9. Las propuestas de las tablas 1 y 2 son factibles y no muy difíciles utilizando un método que no suele fallar: hacerse alguna de las siguientes preguntas antes de redactar cualquier cuestionario: ¿hombres y mujeres están nombrados donde les corresponde?, ¿quién hace qué?, ¿estoy pensando de forma estereotipada?, ¿yo misma o yo mismo me pongo en el lugar de quien contesta?
Agradecimientos
Este estudio está enmarcado en la Red de investigación de Salud y Género, y lo han financiado las Ayudas del Instituto de la Mujer.
Bibliografía
1. Harding S. Ciencia y feminismo. Madrid: Morata; 1996. [ Links ]
2. Calero MA. Sexismo lingüístico. Análisis y propuestas ante la discriminación sexual en el lenguaje. Madrid: Narcea; 1999. [ Links ]
3. Ayala MC, Guerrero S, Medina AM. Manual de lenguaje administrativo no sexista. Málaga: Asociación de estudios históricos sobre la mujer (Universidad de Málaga) y Área de la Mujer (Ayuntamiento de Málaga); 2002 [citado 19 Oct 2005] Disponible en: http://www.ayto-malaga.es/pls/portal30/docs/folder/mujer/manual_no_sexista.pdf [ Links ]
4. Krieger N. Genders, sexes, and health: what are the connections -and why does it matter? Int J Epidemiol. 2003;32: 652-7. [ Links ]
5. Comisión Interamericana de la Mujer. El sexismo lingüístico y el lenguaje jurídico. San José de Costa Rica: Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas para la prevención del delito y tratamiento del Delincuente (ILANUD). Programa Mujer, Justicia y Género; 2001 [citado 19 Oct 2005]. Disponible en: http://www.ilanud.or.cr/justiciagenero/sexismo.pdf [ Links ]
6. Associació de Dones periodistes de Catalunya. El sexe de la noticia. Reflexions sobre el gènere de la informació i recomanacions d'estil. Barcelona: Diputació de Barcelona; 1999. [ Links ]
7. Schneider S, Soto AM. Sexist language: should we be concerned? J Am Med Womens Assoc. 1989;44:80-3. [ Links ]
8. Instituto Nacional de Estadística. Metodología de la Encuesta nacional de Salud 2003 INEbase [citado 19 Oct 2005]. Disponible en: http://www.ine.es/metodologia/t15/t1530419.htm [ Links ]
9. García-Meseguer A. Lenguaje y discriminación sexual. Madrid: Editorial Cuadernos para el Diálogo; 1977. [ Links ]
10. Instituto Nacional de Estadística. Panel de Hogares de la Unión Europea. Nivel, calidad y condiciones de vida 2001. INEbase [citado 19 Oct 2005]. Disponible en: http://www.ine.es/inebase/cgi/um?M=%2Ft25%2Fp442&O=inebase&N=&L= [ Links ]
Dirección para correspondencia:
María Teresa Ruiz-Cantero.
Departamento de Salud Pública. Edificio de Ciencias Sociales.
Universidad de Alicante.
Apdo. 99. 03080 Alicante. España.
Correo electrónico: cantero@ua.es
Recibido: 5 de mayo de 2005.
Aceptado: 22 de noviembre de 2005.