SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.41 número3Patrones de prescripción de antimicrobianos en pacientes españoles con fibrosis quística: resultados de un estudio multicéntrico nacionalMirabegrón ¿un avance en el síndrome de vejiga hiperactiva? índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Em processo de indexaçãoCitado por Google
  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO
  • Em processo de indexaçãoSimilares em Google

Compartilhar


Farmacia Hospitalaria

versão On-line ISSN 2171-8695versão impressa ISSN 1130-6343

Farm Hosp. vol.41 no.3 Toledo Mai./Jun. 2017

https://dx.doi.org/10.7399/fh.2017.41.3.10611 

Artículo de Opinión

El porqué de un código de ética farmacéutica: Código Español de Ética Farmacéutica

Dolores Barreda Hernández1  , Ana Mulet Alberola2  , Diana González Bermejo3  , Enrique Soler Company4 

1Hospital Pharmacist. Bioethics Magister. Pharmacists’ code of ethics Group Coordinator (v.2). Spain

2Pharmacy Pharmacist. Spain

3Hospital Pharmacist. Spanish Hospital Pharmacy Society ETHOS Group Secretary. Spain

4Hospital Pharmacist. Bioethics Magister. Spanish Hospital Pharmacy Society ETHOS Group Coordinator. Spain

Introducción

La formación en valores éticos es fundamental en cualquier época histórica y en cualquier disciplina, ya que supone formar buenos profesionales, personas que al ejercer una profesión, sepan que además de un medio de vida, ni tan siquiera es un ejercicio técnico, sino bastante más.

La farmacia en la práctica diaria puede ser vulnerable a cambios éticos que necesitan un código de conducta propio y escrito, que dinamice la realidad de la Farmacia cambiante en el trabajo cotidiano en sus distintas áreas.

El desarrollo tecnológico ha puesto el centro de la Medicina en encontrar una cura, pero no en el cuidado integral del paciente. El paciente es mucho más que una enfermedad. Es necesario tener profesionales sanitarios que sean excelentes clínicos y médicos -profesionales sanitarios en general- que sean capaces de conectar con el paciente, tratar a la persona en su conjunto, fortalecerla interiormente, como opina Cristina Puchalski del Instituto George Washington, en el siglo XX1.

Toda decisión moral requiere gusto2. En efecto, de nada sirve tener un pincel y una paleta de colores si luego no se tiene el tino necesario para usarlos. La técnica es importante, pero no basta. Tomar una decisión requiere un tino especial, que va más allá de la mera técnica. Es lo que tradicionalmente se ha denominado prudencia; no en el sentido más común de precaución, sino en el sentido más estricto de phrónesis o prudentia.

En la vida real, en el día a día profesional, los problemas no se presentan como casos paradigmáticos, fácilmente subsumibles bajo algún principio ético, sino que aparecen como problemas complejos que envuelven muchos puntos de vista. Ante esta realidad, puesto que cada caso es singular, la única solución consiste en afrontar la necesidad de la prudencia. Beauchamp y Childress, como Jonsen y Toulmin recurren a Aristóteles al aproximarse al tema de la prudencia3.

Afirman Beauchamp y Childress que es preciso distinguir entre una acción correcta y una acción virtuosa, en el sentido de que la virtud es una determinada disposición en el sujeto que, dirigida a las reglas y a los principios éticos, resulta altamente valiosa para un adecuado ejercicio profesional4. El matiz de virtud que hay en ese ejercicio, al reflejar cierto componente de desvelo o preocupación por el paciente que es inherente a esta virtud. Junto a ésta, mencionan una serie de virtudes, como la compasión, la integridad, la confiabilidad, la rectitud, entre las que sitúan el discernimiento (discernment) en el sentido aristotélico de phrónesis5.

La ética deliberativa, formulada y desarrollada entre los europeos por Diego Gracia, se presenta a sí misma como una ética de carácter prudencial6. La ética tiene que aspirar a formar personas autónomas y no meros sujetos obedientes o heterónomas. Esto se consigue a través de la deliberación, que versa sobre lo opinable.

Antecedentes

Según López Quintás, la tarea de la ética no consiste en prohibir, sino en transformar, en elevar7. La Ética es un saber filosófico. Puede definirse como el análisis sistemático, crítico y formal de la conducta humana para discernir lo que es correcto e incorrecto, bueno o malo; o también el estudio sistemático del comportamiento humano en función de una escala de valores8.

Desde el año 1978 la enciclopedia de bioética de Estados Unidos de Norteamérica define la bioética como el estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y de la atención a la salud, examinando esta conducta a la luz de los valores y de los principios morales8.

Debe diferenciarse el ámbito de la deontología y el de la bioética. El ámbito de la deontología ha sido el de la relación profesional sanitario‑paciente, a diferencia de la bioética, que ha ampliado su análisis a todas las ciencias de la salud. La deontología tiene, además, carácter normativo y obligatorio (dentro de los miembros del Colegio profesional), no así la Bioética, que utiliza, además, el diálogo interdisciplinar como metodología de trabajo y busca un consenso moral entre los interlocutores a través de la fuerza y razonabilidad de los argumentos8.

Se puede distinguir entre una ética de máximos y una ética de mínimos. La ética de mínimos trata de establecer un cimiento basado en unos elementos considerados irrenunciables y que una comunidad decide como base para su convivencia. Tales mínimos son exigibles y su incumplimiento resulta, no sólo inmoral, sino, en la mayoría de los casos, punible8. Cualquier otra aproximación a los niveles de excelencia que el individuo se autoimpone significaría entrar en el ámbito de la ética de máximos, planteando un modelo de perfección que atañe exclusivamente a cada persona o grupo, y que no puede plantearse ampliamente al conjunto de la comunidad8. Para ser excelentes hay que arriesgar; hay que transformarse. Y para consolidar la excelencia, hay que creer en lo que hacemos y saber que ser bueno no es suficiente.

Los códigos deontológicos no abarcan toda la ética profesional, pues desde el momento que recogen obligaciones de mínimos se sitúan, exclusivamente, en el ámbito del deber, y regulan sencillamente aquellas exigencias que un grupo profesional considera básicas para su ejercicio, estando basadas en la autonomía y el control monopolístico (los profesionales son los expertos en su campo)8. Sin embargo, un código de ética identifica la búsqueda de excelencia como la actitud propia del ejercicio profesional individual8.

Tratados de Ética Farmacéutica8

Estados Unidos fue el primer país que contó con Códigos de Ética Farmacéutica siendo el Colegio de Farmacéuticos de Filadelfia el primero que redactó uno en 1848, el cual constituyó el modelo para la redacción del Código de Ética que la Asociación Farmacéutica Americana suscribió en 1852 y que modificó en 1922, realizándose la última revisión en 1994.

En 1984 la Asamblea de la Federación Farmacéutica Internacional propuso los principios básicos de un Código de Ética Farmacéutica considerando los cambios importantes que había experimentado la Farmacia en los últimos 30 años. Dichos principios básicos fueron oficialmente adoptados en la Asamblea de Sydney de 1989 y modificados en la Asamblea de Vancouver de 1997.

En 1998, la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), a través de la Comisión de Bioética, elaboró el primer Código de Ética Farmacéutica español donde se identifica la búsqueda de excelencia como la actitud propia del ejercicio profesional individual. El código pretende ser, como no puede ser de otra manera el código de todo farmacéutico, porque sin duda es más lo que nos une que lo que nos separa, independientemente del trabajo de cada uno y del ámbito geográfico.

La elaboración de un código de ética es un proceso dinámico que se consolida en el tiempo, de acuerdo a los cambios sociales y a la realidad profesional del momento histórico. Por ello parece conveniente llevar a cabo una revisión y adaptación de la primera edición del Código de Ética Farmacéutica, fechado en el año 1998, que elaboraron farmacéuticos líderes en las diversas áreas profesionales de la Farmacia española, y que como metodología de trabajo realizó revisión de fuentes de información sobre los códigos de conducta profesional existentes. Fruto del proceso de revisión realizado por expertos profesionales tanto de la Farmacia Hospitalaria, como de la Ética, la Bioética, la Comunicación y el Derecho, surge la presente versión (anexo 1), con el soporte de la SEFH.

Análisis código de ética farmacéutica

Un código de ética tiene como objetivo hacer el bien y evitar el mal. Debe ser claro, concreto y preciso. Su estándar es establecer “cuál es el bien” que cada profesión da a la sociedad, fundamentándose en la idea de que “el que no hace bien lo que debe, es un corrupto”. El código no es garantía de que se hagan buenas prácticas9. El código es una aspiración de un buen profesional, para valorar no sólo lo que está prohibido, sino una propuesta por actuar lo mejor posible, cumpliendo una ética de máximos. Un código de ética también podría describirse con una narración detallada, pero esto obliga a una actualización constante para no quedar obsoleto nada más se apruebe, y debe enunciarse con temblor y con temor, porque puede haber intereses espurios y porque definitivamente compromete y esto infunde siempre respeto.

El farmacéutico es un profesional sanitario que contribuye a mejorar la salud, a prevenir la enfermedad y a hacer un buen uso de los medicamentos.

La actitud del farmacéutico en su ejercicio profesional deberá identificarse con la búsqueda de la excelencia en la práctica individual, que tiene como objetivo alcanzar los valores éticos y profesionales que exceden al cumplimiento de la normativa legal.

En la actualización del Código de Ética Farmacéutica se hacen públicos los principios y las responsabilidades del farmacéutico en relación con el paciente, con otros profesionales de la salud y con la sociedad.

Según Adela Cortina, la ética de la profesión exige de los profesionales aspirar a la excelencia. Entre otras razones, porque su compromiso fundamental, no es el que le liga a la burocracia, sino a las personas concretas, a las personas de carne y hueso, cuyo beneficio da sentido a cualquier actividad e institución social10. En definitiva, pacientes somos todas la personas, pues ya dice el aforismo, que la salud es un estado temporal que no augura nada bueno.

El código presenta diez principios relacionados con el paciente. En el primero se resalta la importancia de la Calidad de Vida Relacionada con la Salud, aspecto que ha ido cobrando importancia en los últimos años, llegando a ser un objetivo central de la asistencia sanitaria y una medida de resultados en salud. Es por ello que en esta nueva versión del código se recoge que para procurar el bienestar del paciente, primera responsabilidad del farmacéutico, éste debe mejorar o preservar la salud y calidad de vida del mismo.

Por primera vez se introduce en el código, en su artículo número dos, el derecho del paciente a la intervención del farmacéutico, como experto en la farmacoterapia en cualquiera de los procesos en que intervenga el medicamento.

Los principios relacionados con otros profesionales de la salud suponen el segundo apartado del código. Este apartado tiene mucha relevancia, ya que se incluye la relación con otros compañeros farmacéuticos, médicos, enfermeras, auxiliares…, es decir, con todo el personal vinculado a la asistencia sanitaria.

Dentro de estos principios relacionados con otros profesionales de la salud, se establecen en la versión actualizada del código nuevos aspectos relacionados con el deber de comunicar “con la discreción debida” las infracciones de competencia o de la propia ética de otros profesionales sanitarios, así como principios que mencionan la implicación del farmacéutico en la investigación y la docencia.

Y ya en el último apartado del código encontramos los principios relacionados con la sociedad.

La sociedad en la que vivimos está sujeta a una serie de valores que la conforman y definen, y que no pueden olvidarse. Hay valores permanentes que brotan de la naturaleza del hombre y que, por tanto, son intocables en todos los que participan de dicha naturaleza. Lo que cohesiona el mundo, los fundamentes morales y prepolíticos del estado liberal11. Sin duda nuestro entorno es de una sociedad relativista, en la que, tal y como dicen filósofos reconocidos como Habermas y Ratzinger o como el premio príncipe de Asturias de la concordia, Sartori: “Si por un trágico oscurecimiento de la conciencia colectiva, el escepticismo y el relativismo ético llegaran a cancelar los principios fundamentales de la ley moral natural - dignidad de la persona, respeto a su vida y a la institución familiar, equidad en el ordenamiento social- la democracia quedaría radicalmente herida en sus fundamentos”. Para este mundo del s. XXI en el que vivimos hoy, y para los farmacéuticos de generaciones venideras es para los que asumimos este compromiso de conducta.

En el código actualizado se introduce la “cultura de seguridad”, tan importante de instaurar dentro de todas las organizaciones sanitarias, y se afianzan aspectos como el respeto a la vida, la dignidad de la persona y los derechos humanos.

Y con el último principio se deja reflejado el compromiso del farmacéutico en temas relacionados con la sostenibilidad y mejora del medio ambiente.

El código se dio por terminado el 25 de septiembre de 2015 día mundial del farmacéutico.

Conclusiones

Un código de ética farmacéutica es una herramienta a nivel individual y colectivo - como profesión-, que permite la búsqueda de la excelencia como actitud del farmacéutico. En la práctica laboral diaria, orienta en la toma de decisiones de acuerdo a un compromiso ético. Su elaboración es un proceso dinámico que se consolida en el tiempo, atendiendo a los cambios sociales y a la realidad profesional del momento histórico.

References

Puchalski C. Hacen falta médicos que sean capaces de conectar con el paciente. El Mundo 2015 Ene 25. [ Links ]

Gadamer HG. Verdad y método, trad. De Agud, A. y de Agapito, R. Salamanca: Sígueme; 2013. [ Links ]

Jonsen AR. Casuistry as Methodology in Clinical Ethics. Theor Med. 1991 Dec;12(4):295-307. [ Links ]

Beauchamp TL, Childress JF. Principles of biomedical ethics. New york: Oxford university press; 2009. [ Links ]

Aristóteles. Ética Nicomáquea. Madrid: Gredos; 1995. [ Links ]

Gracia D, “Teoría y práctica de la deliberación moral”, en Feyto L, Gracia D, Sánchez M (eds) Bioética: el estado de la cuestión, Triacastela, Madrid, 2011, 103. [ Links ]

López Quintás A. El amor humano: su sentido y su alcance. 3a ed. Madrid :Edibesa; 1994. [ Links ]

Soler Company E, coord. Abellán-García F, Barreda D. Ética clínica en Farmacia Hospitalaria. Madrid: Fundación Salud 2000; 2012. [ Links ]

Código de Conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, ONU,1979, Aprobado por la Asamblea General en su Resolución 34/169 del 17 de diciembre de 1979. [ Links ]

Cortina A. Ética mínima. Madrid: Tecnos, 2000. [ Links ]

Habermas J, Ratzinger J. Entre razón y religión. Dialéctica de la secularización. México: FCE; 2008. [ Links ]

Recibido: 29 de Julio de 2016; Aprobado: 12 de Diciembre de 2016

Creative Commons License This is an open-access article distributed under the terms of the Creative Commons Attribution License