Sr. director:
He leído con mucho interés su reciente editorial titulado “La necesidad de una revista científica”, en clara alusión al posible futuro de Angiología (1). La importancia del tema obliga a solicitar su venia para poder extender esta carta más de lo habitual (incluyendo un exceso de referencias bibliográficas, que solo pretende apoyar mis comentarios).
Parece preceptivo comenzar recordando la historia de la revista. Dice Albert Clara: “La historia y evolución de las revistas científicas promovidas por la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular (SEACV) están íntimamente ligadas al propio origen y desarrollo de la especialidad en nuestro país y en el resto del mundo” (2).
En enero de 1949 se editó el primer número de Angiología, al menos un año antes que Angiology y que Circulation (revistas anglosajonas decanas de la especialidad) y décadas antes que las actuales revistas vasculares de mayor impacto: Journal of Vascular Surgery (1984) y European Journal Vascular and Endovascular Surgery (1987) (2). Por eso, González Fajardo, en su referido editorial, no dimensiona totalmente la revista Angiología cuando dice “la más antigua publicación de contenidos vasculares en español”, sino que debería decir “la más antigua publicación de contenidos vasculares en el mundo”. Nada menos que diez años antes de fundarse la SEACV (1959).
Otro año importante es 1980, cuando se firma un acuerdo entre el fundador y el propietario de la cabecera de la revista y la SEACV. Así, en 1981, Angiología se convierte en el órgano oficial de difusión y de expresión científica de dicha sociedad científica. Pero como bien dice Clara, “en esas tres décadas, sin ser Angiología expresamente la publicación oficial de la SEACV, sí lo fue de facto, habida cuenta de que tanto la revista como la SEACV giraron, desde la fundación de esta hasta mediados de los setenta, en torno al grupo de profesionales que se formaron o colaboraron con el fundador de ambas, el Dr. Fernando Martorell” (2).
Por diversas consideraciones que se escapan al motivo de esta carta, entre 1977 y 1981 se publicaron, a iniciativa de José María Capdevilla, los archivos de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular (2).
Finalmente, cuando Fernando Vaquero era presidente de la SEACV, la familia Martorell donó los derechos sobre la cabecera de la revista a la Fundación de la sociedad, y esta nombró en 2001 a Marc Cairols primer director de Angiología, y con ello, sucesor de los primeros directivos de la revista: Fernando Martorell Otzet (fundador), su hermano Alberto Martorell Otzet, jefe de redacción entre 1981 y 2001, y su sobrina Mari Paz Martorell Llosius, destacado miembro del equipo editorial entre 1995 y 2009 (2).
Durante nuestra etapa como responsable de la SEACV (2009-2011), entre las múltiples actuaciones del equipo directivo que tuve el honor de dirigir, fue el análisis del pasado, del presente y del futuro de la SEACV (3-5). En esa línea de acción, el Plan Estratégico de la SEACV (2013-2015), puesto a consideración de los socios y posteriormente validado por expertos externos, en su cuarta conclusión decía expresamente: “Se precisa una mejora continua de los tres grandes patrimonios de la SEACV: congreso, revista y web”. Pero ¿se tuvo en consideración el referido plan?
Nosotros, una vez finalizado el mandato al frente de la SEACV, solicitamos a Javier Álvarez, nuestro sucesor en la presidencia, que nos permitiera trabajar en la revista, y así fui nombrado director para el periodo 2013-2017. Sustituimos en este noble quehacer a Fernando Vaquero (2009-2013), a Francisco Acín (2005-2009) y al citado Marc Cairols (2001-2005), a quienes recordamos (incluidos sus equipos) en nuestro primer editorial como director (6), como en su momento también habían hecho quienes nos habían precedido (7).
Nuestra etapa como responsables de Angiología, “con sus luces y sus sombras”, está reflejada en un amplio editorial (8). Mi actividad finalizó a finales de 2017, animando y recomendando a José Antonio González-Fajardo, un experimentado cirujano, por entonces editor jefe de Angiología y que actualmente es su director. En estos momentos, como socio de base, aprovecho estas líneas para agradecerle su ardua labor editorial.
Espero no equivocarme si digo que los directivos pasados y presentes de la revista (y sus colaboradores más íntimos) conocen mejor que nadie las dificultades para mantener activa una revista como Angiología en nuestro peculiar microcosmos vascular. Con razón Fernando Vaquero, antes de finalizar su mandato como director, publicó un acertado y visionario editorial titulado “Angiología en la encrucijada o el cuento de la lechera” (9). Un año después, debido a la obtención de unos pequeños éxitos (10,11) y halagos (12), nosotros escribimos lo que hoy reconocemos que es un editorial bastante ingenuo titulado “El cuento de la lechera es posible” (13). Fue ingenuo porque el intenso trabajo realizado no se vio recompensado al fracasar nuestro principal objetivo: ser indexados por Medline.
A pesar del “batacazo” recibido no trasladamos el desánimo a la comunidad vascular española. Todo lo contario. Solicitamos persistencia (festina lente) (8).
Aunque Angiología perdió en 1993 la indexación en Medline/Pubmed por motivos científicos y técnicos, en el periodo Cairols-González Fajardo (2001-2021) la revista ha sido incluida en IBECS, IME, Embase/Excerpta Medica, Biological Abstract, Scopus, Science Direct, Emerging Sources Citation Index (ESCI), Latindex, GFMER, SciELO y MEDES (11). Ciertamente, muchos de estos repositorios son menores e indudablemente sabemos que faltan los importantes, pero son muy relevantes para la búsqueda de la mejora continua.
Al mismo tiempo, en este último periodo el cambio de editorial ha permitido que Angiología sea una revista Open Access: ahora todo su contenido es accesible libremente sin cargo para el usuario individual y sin fines comerciales. Ello es relevante, pues implica mayor visibilidad y otros beneficios (14,15).
Finalmente, hay que recordar y enfatizar los principales puntos que justifican la existencia de nuestra revista: 1) Angiología es uno de los grandes patrimonios de la SEACV a través de su Fundación; 2) es la publicación oficial de la SEACV, de sus capítulos, secciones y grupos de trabajo: flebología y linfología, diagnóstico no invasivo, cirugía endovascular, pie diabético, medicina vascular y de calidad; 3) también es el órgano oficial de expresión de la totalidad de sociedades autonómicas y regionales sobre angiología y cirugía vascular y endovascular que existen en el territorio español, y 4) el impacto que supone la revista en la comunidad científica en general y de habla hispana en particular, como bien reflejan las estadísticas (web) al respecto.
Todo este contexto histórico (y patrimonial) permite afirmar que cualquier cabecera de una revista en papel, pero también digital, habla específicamente de una comunidad temática, en nuestro caso de angiólogos y de cirujanos vasculares y endovasculares. No somos ajenos a la evolución de las revistas científicas, y específicamente a las controversias (ventajas e inconvenientes) planteadas entre las revistas tradicionales y las exclusivamente digitales (15-17). Es cierto que los expertos señalan que los ingresos en los medios digitales cada vez son más importantes para los editores y que se espera que estos sigan creciendo, si bien el futuro de esas revistas digitales está asociado incuestionablemente a su versión en papel.
Recordemos cómo la aparición de la televisión anunció la muerte de la radio y hoy sabemos que ambas gozan de una salud de hierro. Lo mismo podemos decir de las bibliotecas, de los libros y de las revistas en papel: seguirán formando parte de nuestras vidas mucho tiempo. De hecho, la fortaleza de una determinada revista está en la marca. Así, no se entendería una revista como Journal Vascular of Surgery únicamente digital, pues su marca en papel es una propuesta de valor para su audiencia. Las revistas, máxime aquellas que son el órgano de expresión de sociedades científicas, son mucho más que un conjunto de artículos y de imágenes, son también marcas y sellos de calidad, de confianza y de credibilidad para sus asociados y lectores. Algunos incluso dicen que los ejemplares impresos garantizan una democracia de los asociados en la que la libertad de expresión y el acceso a la información veraz deben estar garantizados. Ello, lógicamente, no excluye la versión digital, más bien potencia todos estos conceptos.
Aunque en dimensiones no comparables, sí podemos conocer la opinión de los editores del Journal Vascular of Surgery (JVS) (17), quienes, después de cuatro décadas de éxitos, informan de la expansión tanto en contenidos como en formatos de su revista, ambos necesarios para satisfacer las necesidades de lectores y de autores. Para ello, realizaron importantes cambios a través de innovaciones en tecnología digital y publicaciones electrónicas, pero manteniendo una alta producción impresa. Si bien todavía dominan las medidas tradicionales de calidad como el “factor de impacto”, las nuevas altmetrics, como PlumX, que incluyen descargas, visualizaciones, citas, tuits y retuits, están utilizándose cada vez más para medir el impacto de las publicaciones y de las comunicaciones. Finalmente, los editores de JVS concluyen que sus publicaciones no tendrían éxito sin todas y cada una de las sociedades regionales, nacionales e internacionales que envían sus mejores trabajos a las publicaciones de JVS.
En su editorial, que compartimos, tiene usted mucha razón cuando dice que las revistas sustentadas por una sociedad científica “justifican su razón de ser” y que su misión “no puede ser lucrativa”. Yo añadiría que incluso pueden dar pérdidas asumibles si con ello prevalecen los objetivos de la sociedad científica.
En resumen, también nosotros opinamos que una revista que nació y que creció en papel y que lo abandona en favor de una difusión exclusiva digital pierde valor y credibilidad. Así, coincidimos de nuevo con la percepción del director de Angiología, pues una revista que pierde su edición en formato papel involuciona (no crece) y está abocada más pronto que tarde a su desaparición u olvido.
Espero que si se toma una decisión tan trascendente (eliminar la versión en papel de Angiología) la directiva de la SEACV analice en profundidad sus repercusiones. Para ayudar sería interesante propiciar el debate a través de este medio para así conocer la opinión de los socios en general y de los exdirectivos de Angiología y de sus respectivos equipos en particular.
La historia muestra que las sociedades científicas que carecen de revista científica (valga la redundancia) están como amputadas. Toda una analogía de índole “vascular”.