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Archivos Españoles de Urología (Ed. impresa)
versión impresa ISSN 0004-0614
Arch. Esp. Urol. vol.61 no.10 dic. 2008
EDITORIAL
Centenario del Dr. Cifuentes
José Luis Rodríguez-Miñón y Cifuentes.
Servicio de Urología. Fundación Jiménez-Díaz. Madrid. España.
Licenciado en medicina con la calificación de sobresaliente en la Universidad Complutense de Madrid. 1968.
Título de Doctor con la calificación de sobresaliente "cum Laude". Universidad Autónoma. Madrid. 1976
Primer premio de la Asociación Española de Urología, por la mejor Tesis Doctoral presentada en el año 1976.
Premio "Alfonso de la Peña" de la Real Academia de Medicina. Madrid. Diciembre 1983.
Ampliación de estudios en el Dpto de Urología del Hospital Bisperjerg de Copenhague; en el Instituto de Urología de Londres; en el Dpto de Bioquímica del Hospital San Pablo de Londres y en la Universidad de Mineapolis (Rochester) EEUU.
Autor y colaborador de numerosos trabajos de su especialidad en revistas nacionales y extranjeras, así como presentación de comunicaciones en congresos nacionales e internacionales.
Profesor "ad honoren" de la Facultad de Medicina. Universidad Autónoma Madrid.
Miembro del staff de urología en la Fundación Jiménez-Díaz de Madrid, desde 1976.
Mis buenos amigos, Jesús Salinas Casado y Enrique Pérez-Castro Ellendt me ofrecen escribir el editorial de un ejemplar de Archivos Españoles de Urología, dedicado a la memoria y centenario de uno de sus fundadores, el Dr. Luis Cifuentes Delatte, por lo cual les expreso mi agradecimiento a los dos, y a mis compañeros que colaboran en este número monográfico.
Archivos Españoles de Urología, fue fundado en 1944 por los doctores Enrique Pérez Castro, Antonio Puigvert y Luis Cifuentes Delatte. Desde hace ya muchos años, Enrique Pérez-Castro Ellendt dirige esta revista y ha conseguido con ilusión y esfuerzo continuado, situarla en primera línea de las revistas de urología de lengua hispana, consiguiendo con ello aumentar su prestigio profesional y sobre todo, hacer honor a sus fundadores.
Luis Cifuentes de Castro, primogénito de D. Luis, comenzó la especialidad de urología junto a su padre en la Fundación Jiménez-Díaz. Al terminar sus años de formación, se inclinó con entusiasmo por la investigación del cáncer, ampliando estudios durante varios años en Gran Bretaña, donde realizó su tesis doctoral. En la actualidad, es uno de los investigadores más brillantes en el Departamento de Inmunopatología Oncológica que dirige el Prof. Díaz Rubio en el Hospital Clínico de San Carlos de Madrid. En su magnífico y entrañable artículo, junto a un estilo literario envidiable, recuerda la vida de su padre desde la infancia y juventud hasta sus años de gran actividad profesional y jubilación. Rememora los años de formación de su padre en Madrid, Alemania y EEUU junto con simpáticas anécdotas y recuerdos personales. Destaca las aficiones literarias, musicales y deportivas, así como las amistades y maestros que tuvo el Dr. Cifuentes, incluyendo también, los apasionantes hechos históricos que tuvieron lugar en España durante el siglo XX. Al leer el trabajo de Luis Cifuentes de Castro, se da uno cuenta, que fue una vida plena y apasionante la que tuvo el Dr. Cifuentes durante sus largos y fecundos años. Incluye en su trabajo, unas preciosas fotos familiares y de sus maestros, a los que siempre recordó con enorme gratitud.
Jesús Salinas, es posiblemente en la actualidad, uno de los urólogos más prolíficos en publicaciones científicas, teniendo en su haber numerosos trabajos publicados de su especialidad, la urodinamia, así como numerosos libros editados y redactados espléndidamente. Es redactor jefe de la revista "Urología e Investigación" donde se publican los últimos avances de la especialidad. Jesús Salinas hace un resumen de las técnicas microscópicas a las que era muy aficionado el Dr. Cifuentes, y define perfectamente la eficacia y ayuda inestimable que el estudio del sedimento tiene en el diagnóstico de los procesos urológicos como demostró siempre el Dr. Cifuentes, definiéndole como "perfecto urinoscopista, entendiendo por ello aquel que somete la orina a un estudio científico y riguroso".
Juan José Gómiz León, del Hospital Clínico de Madrid, en un precioso artículo, ensalza la figura científica y cultural del Dr. Cifuentes y su relación y amistad con figuras como Julián Marías, Pedro Laín Entralgo y el gran Xavier Zubiri afirmando con todo acierto que "como hombre comprometido con su tiempo, era de espíritu cultivado e ilustrado en otras áreas del saber". No sé si Juan José Gómiz llegará a ser algún día miembro de la Real Academia de Medicina, pero sin embargo no me extrañaría nada, que en un futuro no muy lejano, consiguiese ser miembro de la Real Academia de la Historia, después de haber publicado recientemente, un magnífico libro sobre la vida y obra de uno de sus personajes favoritos, el pintor Francisco de Goya. Visitar el Museo del Prado en compañía de Juanjo Gómiz y escuchar sus explicaciones, es una experiencia inolvidable que recomiendo a los aficionados a la pintura.
Francisco Pastor Sempere, excelente urólogo valenciano, que ha demostrado siempre a sus compañeros una amistad noble y sincera, hace un resumen de sus recuerdos durante su formación urológica, exponiendo en un entrañable artículo la categoría profesional y humana del Dr. Cifuentes, resaltando con toda razón esa "gran autoridad, ejercida sin autoritarismo" que poseía y con la que transmitía sus enseñanzas a sus discípulos.
Remigio Vela Navarrete, ha sido uno de los discípulos más antiguos y considerado del Dr. Cifuentes, habiéndose caracterizado por una gran capacidad de trabajo, que le ha permitido incrementar su proyección nacional e internacional a lo largo de los años.
Javier Ruiz Marcellán, "baturro" de nacimiento, oriundo de esa preciosa región de la comarca de Borja al pie del Moncayo "azul y blanco", tuvo la suerte, por méritos propios, de ser adoptado por esa magnífica e inigualable región española que es Cataluña. Fue el primero en España, en tratar los cálculos renales mediante litotricia extracorpórea, teniendo en la actualidad una de las mayores experiencias en este tema. Fue una delicia escucharle en la 19ª Reunión de Litiasis y Endourología que tuvo lugar en febrero de 2007 en Alicante, cuando expuso sus inicios y recuerdos que le animaron al estudio de la litiasis. Por ese motivo, y por su sensibilidad, simpatía y rango profesional, le invité a que formara parte de este número monográfico en homenaje por el centenario del Dr. Cifuentes.
Cuando he leído el trabajo de Ángel Escudero Barrilero, jefe del departamento de urología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, mis recuerdos han retrocedido mas de 30 años, porque todo lo que expresa en su precioso artículo, lo he vivido yo también al lado de D. Luis Cifuentes, en las sesiones clínicas del hospital y muchas tardes en su consulta, escuchando sus consejos sobre la interpretación del sedimento urinario, estructura de cálculos y manejo del paciente urológico. Comenta, que el Dr. Cifuentes, declaraba que "no había creado el método de la cirugía endoscópica ni diseñado nuevos instrumentos". Estoy de acuerdo, pero como muy bien dice Ángel Escudero, fue D. Luis Cifuentes, quien la introdujo y la defendió a ultranza en la urología española, lo cual tiene mucho mérito. Declara Escudero, que muchas ideas que consideraba exclusivamente suyas, le fueron inculcadas por D. Luis de forma insensible.¡Que razón tiene¡. Creo que eso mismo, nos ha ocurrido a muchos de sus discípulos. La admiración y cariño que expresa Ángel en su artículo hacia el Dr. Cifuentes es encomiable y recuerdo que cuando D. Luis hablaba de sus colaboradores, en muchas ocasiones, le escuché el afecto y amistad que sentía él también hacia Ángel Escudero. Fue el Dr. Cifuentes, el que durante mis años de formación, me aconsejó que estudiase y aprendiese a fondo los datos radiológicos de los tumores de riñón, entregándome un magnífico atlas publicado por Ángel Escudero y que me fue muy útil en años posteriores para enseñanza de estudiantes y residentes. He disfrutado mucho leyendo su artículo y le agradezco su estupenda colaboración en este número monográfico.
Armando Zuluaga Gómez, jefe del servicio de urología del Hospital Clínico de Granada, en su escrito recuerda al Dr. Cifuentes como maestro, académico y científico, destacando ese aprendizaje de la cirugía endoscópica "viendo desde fuera" que fue tan sufrido pero fructífero en nuestros años de formación urológica. Zuluaga, se caracterizó por la discreción y caballerosidad que demostró siempre a sus compañeros, lo que propició nuestra simpatía y amistad hacia él, que por supuesto perdura en la actualidad.
A mediados de los años setenta, tuvimos el privilegio en el servicio de urología, de contar con la colaboración de Francisco José Díaz Alférez, hoy día ilustre urólogo en el Hospital Clínico Universitario de Salamanca. Fue el mejor residente que hemos tenido en muchos años y además de realizar una intensa y fructífera labor asistencial, nos dejó un recuerdo imborrable por su simpatía y sobre todo por su singular sentido del humor, unido todo ello con un modélico señorío y educación. Disfruté mucho con su gran amistad y como era y sigue siendo un gran "gourmet" saboreé provechosamente junto a él, deliciosos almuerzos, cuando el trabajo y la "cartera" nos lo permitía. Díaz Alférez, resume en su artículo, recuerdos y anécdotas de su época de formación con el Dr. Cifuentes, así como su admiración como maestro y escritor.
Juan Ruiz de Burgos, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, recuerda en su artículo como comenzó su amistad y relación con el Dr. Cifuentes en las sesiones de la Academia de Medicina. Ruiz de Burgos hizo la especialidad en Alemania y allí comprobó a través de sus maestros que el Dr. Cifuentes "era un referente de la urología española a nivel internacional". Comenta también la dedicación entusiasta del Dr. Cifuentes en las sesiones de la Academia de Medicina, así como su calidad humana.
Mariano Pérez Albacete, urólogo del hospital Virgen de Arrixaca (Murcia), fue uno de los muchos discípulos del Dr. Cifuentes en el Hospital de la Beneficiencia, hoy día llamado Hospital de la Princesa, donde se inició en su formación urológica. En su espléndido artículo, glosa las experiencias del Dr. Cifuentes en su juventud durante su formación urológica y su labor docente como maestro de varias generaciones de urólogos. Pérez Albacete, además de su indiscutible categoría profesional, tiene la virtud de poseer una gran cultura, con un entusiasmo por la historia de la urología española e internacional que ha quedado plasmada en sus numerosos artículos sobre este tema, lo que nos ha permitido conocer la evolución de nuestra especialidad a lo largo de los años y las cualidades de los grandes maestros de la urología; asignatura que considero obligatoria para cualquier urólogo con una mínima inquietud cultural.
Carlos Guitián Rodríguez, urólogo del Hospital Provincial de Orense, comienza su artículo recordando la "urología de batalla" que realizaba en la década de los años 50. Describe su entusiasmo al leer el libro que en 1961 publicó el Dr. Cifuentes sobre cirugía urológica endoscópica, auténtica novedad para él y para la mayoría de los urólogos de aquella época, así como su traslado a Madrid, para asistir en el antiguo Hospital de la Beneficiencia, a las intervenciones endoscópicas realizadas por el Dr. Cifuentes. Es curioso como describe los adelantos técnicos, desde el resectoscopio de Nesbit de luz convencional y pequeñas lamparitas, hasta el moderno resectoscopio de Iglesias de luz fría. La generación a la que yo pertenezco no conoció esos primitivos resectores y reconozco el mérito que tendría entonces aprender las técnicas de resección transuretral. Carlos Guitián, detalla la película que realizó entonces sobre cirugía endoscópica y los consejos que recibió del Dr. Cifuentes para su presentación en los congresos de urología. Llegó a ser un gran cirujano con una gran experiencia en cirugía endoscópica, y en su artículo glosa su agradecimiento y amistad hacia el Dr. Cifuentes.
La labor científica del Dr. Cifuentes Delatte en la urología española e internacional, es de todos conocida en sus numerosas y magníficas publicaciones científicas, así como en sus libros. Tenía la virtud de poseer un envidiable estilo gramatical como ya comenté en una publicación dedicada a su memoria (Arch. Esp. Urol. 58, 2 (179-181) 2005) lo que permitía entender y asimilar perfectamente las ideas, consejos y conclusiones que dejaba constancia en sus escritos con un gran rigor científico.
Inculcaba a sus colaboradores, que la urología no era solamente utilizar el bisturí para extirpar riñones, próstatas o cálculos, sino que esta actividad quirúrgica debería estar sin duda alguna basada previamente, por unos conocimientos clínicos y fisiopatológicos, para poder realizar correctas y sobre todo honestas indicaciones quirúrgicas, ayudando con ello a mitigar el sufrimiento del paciente, única y exclusiva obligación de todo médico.
Dió ejemplo de ello, en las inolvidables sesiones clínicas que dirigía en la Fundación Jiménez-Díaz los martes y jueves de cada semana durante el curso académico. El sentido común que demostraba y la claridad en sus explicaciones de los casos clínicos que le presentábamos, fue siempre una gran enseñanza para nosotros.
Le escuché en muchas ocasiones el dicho "el tiempo es oro" y lo demostraba, aprovechando al máximo todas las horas del día. Fuí testigo de ello en muchas ocasiones y recuerdo que todos los martes por la tarde, le acompañaba al departamento de microscopía electrónica de la Universidad Autónoma de Madrid, donde en colaboración con su amigo el profesor J. A. Medina y con los cálculos que yo le suministraba, analizaba y estudiaba exhaustivamente los misterios de la litogénesis, que luego comentábamos para realizar las publicaciones pertinentes.
Recuerdo que un día del mes de agosto de 1969, con ocasión de realizar una excursión a Santander con mi amigo José Ms Fernández-Rañada, hoy día eminente hematólogo del Hospital de la Princesa, fuimos a visitarle para entregarle un encargo de un familiar suyo. Al día siguiente, nos invitó a almorzar en el Hotel Real donde se alojaba en compañía de su mujer y dos de sus hijas. Mientras degustábamos unas refrescantes cervezas, unos deliciosos entremeses y unos suculentos solomillos, estaba corrigiendo las galeradas de su trabajo "Los fosfatos cálcicos de la serie apatítica" a lo cual su mujer Irene comentó: "este hombre no para ni un momento, siempre está ocupado" y él dirigiéndose a nosotros nos dijo: "vosotros que todavía sois muy jóvenes, no olvideis que "el tiempo es oro ". Recuerdo perfectamente esta anécdota y su consejo, que reconozco no haberlo aprovechado con la intensidad que él nos demostró siempre.
Durante mi primer año de residente, me indicó que iniciase en mis horas libres el comienzo de mi tesis doctoral sobre litiasis experimental en ratas de laboratorio, entregándome numerosos trabajos para que los estudiase y ampliase. Al terminar mi residencia y después de haber aprendido técnicas de laboratorio, muchas formas experimentales de litogénesis y tener los dedos pulgar e índice de mi mano derecha con múltiples mordeduras de "mis amigas las ratas", tenía realizada el 60% de mi tesis, que terminé un año después con una beca de la Fundación Conchita Rábago.
Debido a sus muchas ocupaciones, comentábamos los resultados de mis estudios experimentales entre cirugía y cirugía, o durante unos minutos después de las sesiones clínicas, por lo que en el verano de 1975 y durante su estancia en Edimburgo donde asistía a los festivales internacionales de música y por indicación suya, le envié 350 folios escritos a máquina (entonces no estaban de moda los ordenadores de la actualidad ) de mi tesis doctoral, que me corrigió con múltiples anotaciones y consejos. Demostró con ello una vez mas, el máximo aprovechamiento de ese tiempo que con toda razón decía que "era oro".
Acudí muchas tardes a su consulta a estudiar una colección de cálculos antiguos que fué objeto de mi primera publicación en esta revista. Allí pude observar de nuevo, su gran capacidad de trabajo, ayudado por su amigo el Dr. Antonio Palencia y su enfermera Juanita Lacalle, que le demostraron siempre una amistad y lealtad digna de todo elogio.
Muchas noches, después de cenar, me citaba de nuevo en su consulta para estudiar y revisar los cortes petrográficos de los cálculos que le enviaban semanalmente, lo que le permitió al cabo de los años, adquirir una de las mayores experiencias mundiales en este tema.
¿Cuándo descansaba?. Me figuro que solamente las siete u ocho horas de sueño que dedicaba al día, y si el gozo de la vida es producir, estoy seguro que disfrutó mucho a lo largo de los años, con su amplia y excelente producción médica y científica.
Ese ácido disolvente que es el tiempo, hace olvidar muchas cosas, en especial los malos recuerdos y experiencias que uno haya tenido, porque en caso contrario, el rencor actúa disolviendo las muchas o pocas virtudes que poseemos. Lo que no debe hacer el tiempo, es disolver los recuerdos de los personajes que han marcado nuestro rumbo y que en mi caso han sido, unos magníficos padres y hermanos; unos estupendos hijos y esposa, y uno de mis maestros, el Dr. Luis Cifuentes Delatte, gran figura de la urología española, pero sobre todo y lo que es más importante, un ejemplar y espléndido padre y esposo.