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Medicina Intensiva
versión impresa ISSN 0210-5691
Med. Intensiva vol.36 no.6 ago./sep. 2012
https://dx.doi.org/10.1016/j.medin.2011.11.002
Supervivencia de la parada cardiorrespiratoria en relación con el área hospitalaria donde se detecta
Survival in cardiopulmonary arrest according to the hospital area in which it is detected
Dirección para correspondencia
A pesar de los elevados recursos tecnológicos y humanos hospitalarios, la mejora en la supervivencia de los pacientes que sufren una parada cardiorrespiratoria (PCR) en el hospital, tanto al alta como al año, no está mejorando de la misma forma que las acontecidas en el ámbito extrahospitalario1. Numerosas causas pueden explicar este hecho, como el origen extracardíaco de las PCR hospitalarias en la casi mitad de los casos, menor porcentaje de PCR por fibrilación ventricular, el representar en muchas ocasiones el final de enfermedades en situación terminal, etc.2. No obstante, un factor implicado, últimamente, en la baja tasa de recuperación vital y neurológica de la PCR hospitalaria ha sido las características del sistema de respuesta a la PCR. Así, se han publicado descensos en la mortalidad hospitalaria cuando se producen cambios organizativos en su atención como la creación de planes hospitalarios, que incluyen un mejor acceso a los dispositivos de desfibrilación, y la introducción de equipos multidisciplinares de respuesta inmediata a la PCR3-5. En la actualidad nuestro hospital está inmerso en el desarrollo de un plan de mejora en la respuesta a la PCR, siguiendo las nuevas recomendaciones en soporte vital avanzado6. Con este fin, previamente, nos propusimos analizar la situación de la PCR intrahospitalaria, cuyos resultados exponemos.
Se analizó el conjunto mínimo básico de datos (CMBD), sistema que registra la información administrativa y clínica de los pacientes ingresados en los hospitales públicos españoles, de los años 2008-2009, de los hospitales General (592 camas) y de Rehabilitación y Traumatología (264 camas) del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Se excluyeron los datos correspondientes a los hospitales Infantil y de la Mujer de dicho complejo. Asimismo, se excluyeron los pacientes con orden de no resucitación o cuya PCR se esperaba como acontecimiento final previsible de la enfermedad. Durante los dos años de estudio, el número de pacientes ingresados, incluyendo aquellos para cirugía mayor ambulatoria, fueron 42.221 en el Hospital General y 18.513 en el Hospital de Rehabilitación y Traumatología. Para el propósito del estudio se consideraron las altas y éxitus que mencionasen, al menos, un episodio de PCR entre los diagnósticos. A efecto de estudiar las áreas donde se produjo la PCR las unidades de clasificaron en tres grupos, de acuerdo con el equipo hospitalario que identificó e inició las maniobras de resucitación cardiopulmonar (RCP): Unidad de Cuidados Intensivos, Áreas monitorizadas (Urgencias, Unidad de Recuperación Post-anestésica [URPA], quirófano) y planta de hospitalización convencional. Fueron incluidos en el análisis un total de 168 pacientes, con una edad media de 63 años (DE: 14 años) (rango: 29 y 85 años) y proporción de 65% de sexo masculino. En la tabla 1 se exponen las características de las PCR estudiadas y el resultado final según área donde se produjo la PCR. Casi dos tercios de las PCR se produjeron entre UCI y Urgencias. Destacamos que un 2,4% de las PCR se produjeron fuera de las zonas habituales de hospitalización (salas de espera, pasillos, etc.) en pacientes a la espera de procedimientos o asistencia. La etiología más frecuente fue la cardiaca y no hallamos diferencias estadísticamente significativas entre las diferentes enfermedades presentadas y la etiología de las PCR, al compararla por edad, sexo y localización donde acontece la PCR.
El resultado vital y funcional al alta hospitalaria de la PCR fue evaluado mediante la Glasgow Outcome Scale (Tabla 1). Queda fuera del objetivo del estudio la supervivencia al año de la PCR, por lo que suponemos que un elevado porcentaje de pacientes en estado vegetativo o con secuelas profundas podrían haber fallecido en el primer año post-PCR. Observamos diferencias estadísticamente significativas entre la probabilidad de éxitus y el lugar donde se produce la PCR. Así, los pacientes ingresados en UCI tenían más probabilidades de morir tras una PCR, frente a los pacientes que se encontraban ingresados en otras localizaciones (p=0,037, OR 2,07 IC 95%: 1,03-4,15). Los pacientes que sufrieron PCR fuera de la UCI (69,6%) fueron subdivididos en dos grupos: planta convencional (37,6%) y otras áreas del hospital (sala de emergencia, quirófano y URPA) (62,4%). La probabilidad de muerte tras PCR en la planta convencional era 3,07 veces mayor en comparación con otras áreas del hospital. (p=0,005, IC 95%: 1,39 a 6,74).
De nuestros resultados se infiere que la supervivencia hospitalaria, en nuestro caso es superior a las tasas de supervivencias publicadas en España por Herrera et al.3, (38%) o Colmenero et al.7 (24%). El origen cardiaco de la PCR y la ausencia de traumatismos como origen de estas podría haber influido en los resultados. La mayor mortalidad en UCI y Urgencias de nuestra serie es fácilmente explicable por la más alta gravedad y complejidad de los pacientes críticos. Sin embargo, destaca que un 36,8% de los fallecidos por PCR procedían de las plantas de hospitalización, aunque las PCR de planta representen solo un 23,8% del total, e implican a pacientes de menor gravedad.
Este hecho y otras evidencias demuestran el acierto de las iniciativas que extienden el campo de actuación del intensivista, como profesional del paciente crítico, fuera del recinto de la UCI bien integrado en equipos multidisciplinares de emergencia, bien como campo de actuación outdoor, para reducir la mortalidad tras una PCR y, mejor, para prevenir, detectar y tratar precozmente fallos de órganos que pueden abocar a muertes evitables8,9. Nuestra percepción de la gravedad del problema y la experiencia publicada de otros colegas nos impulsa a afrontar esta tarea del intensivista.
J.J. Egea-Guerreroa, F. Murillo-Cabezasa, I. Maira-Gonzáleza,
E. Montero-Romeroa, C. Palacios-Gómeza y A. Vilches-Arenasb
aU.G.C. Cuidados Críticos y Urgencias, H.U. Virgen del Rocío, Sevilla, España
bMedicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Sevilla, Sevilla, España
Bibliografía
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2. Peberdy MA, Kaye W, Ornato JP, Larkin GL, Nadkarni V, Mancini ME, et al. Cardiopulmonary resuscitation of adults in the hospital: a report of 14720 cardiac arrests from the National registry of Cardiopulmonary Resuscitation. Resuscitation. 2003; 58:297-308. [ Links ]
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Dirección para correspondencia:
juanjoegea@hotmail.com
(J.J. Egea-Guerrero).