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Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría

versión On-line ISSN 2340-2733versión impresa ISSN 0211-5735

Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq.  no.88 Madrid oct./dic. 2003

 

DEBATES

 

Los orígenes sociales de la conciencia: un Marco Teórico para la Salud Mental

The social origins of consciousness: a theoretical framework for Mental Health

 

 

Antonio Crego Díaz

Psicólogo

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Argumentamos que la conciencia tiene un carácter esencialmente social. Revisamos las aportaciones de cuatro enfoques sociopsicológicos -la psicología - vygotskiana, el Interaccionismo Simbólico, el Construccionismo Social y el modelo socioecológico de Bronfenbrenner - y sus implicaciones en Salud Mental. Se plantea la necesidad de que el profesional de la Salud Mental tome conciencia de su importante rol social.

Palabras clave: conciencia, sociopsicología, Vygotsky, Mead, Gergen, Bronfenbrener.


ABSTRACT

We expose that consciousness is asocial event in essence. Contributions from four sociopsychological frameworks -vygotskian psychology, Symbolic Interactionism, Social Constructionism and Bronfenbrenner's socioecological model- are revised and its relevance for Mental Health is suggested. We claim for people working in Mental Health being aware of their important social role.

Key words: consciousness, sociopsychology, Vygotsky, Mead, Gergen, Bronfenbrener.


 

Introducción

El abordaje del tema de lo mental ha sido realizado hasta el momento desde una perspectiva predominantemente individualista, internalista, y dualista, heredera de la concepción cartesiana de la cognición. Recordemos que es Descartes quien apunta -allá en el s. XVII- a la res cogitans -al hecho de que el sujeto es un sujeto pensante- como la única entidad de la que se deriva no sólo el criterio de verdad de todo conocimiento -las ideas 'claras y distintas'- sino que garantiza la misma posibilidad de existencia del individuo -su famoso cogito, ergo sum-. La psicología edificada a partir de estos pilares, consiguientemente, ha arrastrado las contradicciones de esta filosofía: el punto de partida es el individuo, que se nos presenta atrapado en su propio pensamiento, tornándose cualquier intento de trascender el límite de lo subjetivo en una empresa problemática. El sujeto pensante es incapaz de acceder de forma segura al conocimiento de lo intersubjetivo -surge así el problema, objeto de debate incluso en tiempos contemporáneos, de las "otras mentes"- y de lo externo a su conciencia, quedando separados e incomunicados los territorios de lo mental y lo corporal, lo cognitivo y lo conductual -viéndonos enfrentados en este punto a la cuestión del dualismo y los más diversos tipos de soluciones reduccionistas-.

Inmersa en esta conceptualización confusa, la ciencia psicológica ha tomado preferentemente como objeto de estudio al individuo, aislado de su contexto social y natural, y dentro de él ha localizado una mente: entidad metafísica, etérea y misteriosa que origina su comportamiento. Tal es así que salvo raras excepciones, la temática de lo social es vista en la Psicología desde una perspectiva de análisis centrada en lo individual, y no es hasta tiempos recientes cuando se "sociologiza" nuestra disciplina.

La tesis de la Sociopsicología y de la Psicología Social de orientación sociológica es la idea de que lo social -considerado en sus distintos niveles, que van desde la sociedad globalmente considerada, pasando por el grupo y la interacción diádica al diálogo que el sujeto mantiene teniéndose a sí mismo como audiencia- es irrenunciable en toda explicación de los fenómenos psicológicos. Obviamente, no se trata de establecer un reduccionismo de carácter social, sino de considerar que, si bien el individuo y la sociedad son realidades distintas, se encuentran unidos en una síntesis dialéctica en sus actuaciones cotidianas.

Tal marco teórico, que pone en su punto de mira no ya al individuo en solitario, sino a su forma de vida social, constituye una perspectiva general desde la que afrontar -de una forma alternativa a la tradicional- los temas clásicos de nuestra disciplina, entre ellos -como será sugerido- temas relativos al ámbito de trabajo en Salud Mental.

 

Enfoques teóricos del origen social de la conciencia

Si bien la línea sociopsicológica o psicosocial de inspiración sociológica no ha sido, como ya hemos avanzado, la predominante en el estudio de lo psíquico, sí ha conformado tradiciones de investigación con identidad propia. Entre ellas podemos citar el enfoque dialéctico, heredero de Marx, el Interaccionismo Simbólico, de inspiración pragmatista, o, más recientemente, el Construccionismo Social, vinculado a la Postmodernidad.

 

• La línea de Marx: la tradición dialéctica.

En diversos lugares de la obra de Marx puede leerse una afirmación que encierra todo un programa de investigación para la Psicología. En el Prólogo a la Contribución de la Crítica de la Economía Política declara:

"No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia" (1).

Y repite en La Ideología Alemana:

"No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia" (2).

De este modo, Marx subvierte el modo cartesiano de hacer Psicología: no es ya la cognición la realidad primaria, sino que este puesto lo ocupa ahora lo social, realidad de la cual emergen las formas de conciencia. Dicho de otra forma, el hombre piensa según vive.

El ser humano entabla una relación con la realidad material circundante: al verse en la necesidad de producir los medios para su subsistencia, él transforma la naturaleza y, al mismo tiempo, se auto-produce. Pero esta tarea no es una que se lleve a cabo de forma individual, aislada, sino de forma conjunta con otros seres humanos. Se trata de un trabajo en el que se establecen unas relaciones -sociales- de producción. La herramienta característica de estos intercambios es el lenguaje, al que consecuentemente se otorga una consideración pragmática: con él hacemos cosas. Y es este lenguaje de carácter público y social lo que constituye para Marx la conciencia intersubjetiva, que luego será interiorizada.

"El lenguaje es tan viejo como la conciencia, el lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real, que existe también para los otros hombres y que, por tanto, comienza a existir también para mí mismo; y el lenguaje nace, como la conciencia, de la necesidad de los apremios del intercambio con los demás hombres". (3).

Tales consideraciones respecto del lenguaje y la conciencia tuvieron su impacto en el psicólogo soviético L. S. Vygotsky, quien se embarcó en la tarea de desarrollar una psicología acorde con los postulados del materialismo histórico y dialéctico. Dos son las tesis vygoyskianas, inspiradas claramente en Marx, que consideraremos aquí,siguiendo a Wertsch (4): una, la afirmación de que los procesos psicológicos superiores tienen su origen en procesos sociales, y otra, la idea de que comprender los procesos mentales requiere necesariamente comprender los instrumentos y signos -el lenguaje entre ellos- que actúan como mediadores.

Hablar de orígenes sociales de los procesos mentales es decir que el grupo social es la condición sine qua non para el desarrollo de las funciones mentales individuales. En este sentido, para Vygotsky (5) el desarrollo de tales funciones superiores sigue la dirección que va de lo social a lo individual, de lo interpsicológico a lo intrapsicológico (4). Al igual que en la producción de los bienes necesarios para su vida el hombre entra en relación con la Naturaleza y la transforma mediante el uso de herramientas -idea esta tomada del Marx de El Capital (6)-, también en su relación con otros hombres, con quienes co-labora, necesitará unas herramientas específicas para influir en ellos de forma que su actividad conjunta resulte exitosa. Tales herramientas son los signos.

"Una herramienta...sirve como conductor de la influencia humana sobre el objeto de su actividad. Está dirigida al mundo externo; debe estimular algunos cambios en el objeto; es un medio de la actividad externa humana dirigido a subyugar la naturaleza. (...) Un signo es un instrumento para influir psicológicamente en la conducta, tanto si se trata de la conducta del otro como la propia; es un medio de actividad interna, dirigida al dominio de los propios humanos. Un signo está interiormente dirigido". (Vygotsky, 7)

Claramente, para Vygotsky el lenguaje es una herramienta, pero -además- es una herramienta que los hombres crean conjuntamente. Los significados de los símbolos surgen de la praxis interindividual. Cuando'A' realiza una acción y'B' responde a esa acción realizando una conducta, podemos decir que se ha creado un significado compartido, una forma de comunicación entre dos interlocutores que permite coordinar sus intercambios en el futuro mediante la anticipación de la reacción del otro (8).

"Por su naturaleza, [las herramientas psicológicas] son sociales, no orgánicas o individuales". (Vygotsky, 9).

La influencia de Marx sobre la conceptualización vygotskyana de la conciencia también es clara en otro aspecto, el desarrollo del psiquismo. En el materialismo histórico marxiano los cambios operados en los medios de producción tienen una especial relevancia, puesto que se postula que son estas transformaciones de tipo técnico las que ponen en marcha todo el proceso de cambio infraestructural, cambio que consiguientemente se extenderá a todo el sistema social. Análogamente, Vygotsky mantendrá que la introducción de cualquier herramienta de mediación psicológica - símbolos, lenguaje, etc.- en el funcionamiento cognitivo individual, va a transformarlo radicalmente, suponiendo una revolución, un salto cualitativo, en el desarrollo cognitivo del sujeto.

Claro ejemplo de ello es el uso encubierto de los símbolos lingüísticos, al aparecer en el niño el lenguaje "interno" o "mental", que no es sino la internalización del lenguaje público preexistente. Con este nuevo uso, surge la autoconciencia y el pensamiento verbal, innovaciones técnicas con las que el niño adquiere la capacidad de autorregular su conducta mediante símbolos.

"Un signo es siempre, originalmente, un instrumento usado para fines sociales, un instrumento para influir en los demás, y sólo más tarde se convierte en un instrumento para influir en uno mismo" (Vygotsky,10).

Claramente podemos entender a Marx ahora cuando nos dice que "el lenguaje es la conciencia práctica" (3), si atendemos a la aportación vygotskyana, el lenguaje es praxis, que surge en y para el intercambio comunicativo, y que luego de ser interiorizado constituye la conciencia, el pensamiento de cada sujeto empírico. Vygotsky (11) lo enuncia en su "ley genética del desarrollo cultural":

"Cualquier función, presente en el desarrollo cultural de niño, aparece dos veces o en dos planos distintos. En primer lugar aparece en el plano social, para hacerlo, luego, en el plano psicológico. En un principio, aparece entre las personas y como una categoría interpsicológica, para luego aparecer en el niño como una categoría intrapsicológica. Esto es igualmente cierto con respecto a la atención voluntaria, la memoria lógica, la formación de conceptos y el desarrollo de la volición. (...) Las relaciones sociales o relaciones entre las personas subyacen genéticamente a todas las funciones superiores y a sus relaciones" (Vygotsky, 11).

Hasta el momento hemos visto como Vygotsky, inspirándose en Marx, elabora una teoría psicosocial de la génesis y el desarrollo de los procesos psicológicos. Vygotsky nos habla de funciones cognitivas, de la actividad cogitativa, y su análisis alcanza también las implicaciones sociopsicológicas de la teoría marxiana. Nos remitimos en este punto a la aportación de Luria (12,13) y sus estudios culturales, en los que compara la forma de razonamiento de miembros de una sociedad casi feudal con la de individuos pertenecientes a una sociedad moderna de tipo socialista (y que estaban alfabetizados), hallando diferencias cualitativas en la forma de "manejo/ procesamiento de la información" -que diríamos hoy- entre estos grupos sujetos que habitaban en la, por aquel entonces, casi recién estrenada Unión Soviética. En otro nivel de análisis, el materialismo histórico marxiano nos lleva a la tesis del relativismo sociopsicológico: por ofrecer un breve apunte, digamos que, ésta sostiene que grupos sociales diferentes manifestarán diferentes formas de conciencia en función de su distinta posición en el proceso productivo. Así, los grupos sociales se enfrentan a tareas diferenciales dentro de la totalidad más amplia de la sociedad, cuentan con fuerzas de producción para llevar a cabo su trabajo particular y se originan en su seno relaciones de producción entre sus miembros; consiguientemente también cada grupo manifestará una organización peculiar y formas de conciencia particulares (por ejemplo, ideología y valores compartidos). La importancia del grupo como unidad analítica en Psicología no debe desdeñarse: dada su posición privilegiada, por una parte, el grupo está abierto a la interacción con el "exo-grupo", el medio más macrosocial, y a la vez es el grupo el que ejerce una influencia directa en el sujeto que pertenece a él. Por consiguiente, se trata de la estructura mediadora por excelencia entre lo sociológico y lo individual.

 

• El Interaccionismo Simbólico.

G. H. Mead (14), autor con el que se inicia el Interaccionismo Simbólico, también sitúa el origen de la conciencia en lo social, para él, el pensamiento - obsérvese el paralelismo con Vygotsky- "es simplemente la interiorización de este proceso social" (Mead, 15).

También la auto-conciencia tiene para Mead (14) un marcado carácter social. Se llega a ser un sí-mismo cuando se toma conciencia de uno como objeto social, en suma, cuando el individuo es capaz de verse a sí como lo ven los otros, para lo cual es imprescindible adoptar su perspectiva.

"El individuo se experimenta a sí mismo como tal, no directamente, sino sólo indirectamente, desde los puntos de vista particulares de los otros miembros individuales del mismo grupo social, o desde el punto de vista generalizado del grupo social, en cuanto un todo al cual pertenece. Porque entra en su propia experiencia como persona o individuo, no directa o inmediatamente, no convirtiéndose en sujeto de sí mismo, sino sólo en la medida en que se convierte primeramente en objeto para sí del mismo modo que otros individuos son objetos para él o en su experiencia, y se convierte en objeto para sí sólo cuando adopta las actitudes de los otros individuos hacia él dentro de un medio social o contexto de experiencia y conducta en que tanto él como ellos están involucrados"(Mead, 16).

Dos son los mecanismos a través de los cuales el sujeto llega a adoptar la perspectiva del otro, y a constituirse de este modo en un sí-mismo: el uso del lenguaje y el desempeño de roles.

Desde la perspectiva de Mead, el lenguaje tiene un carácter pragmático, siendo su finalidad la coordinación de acciones interpersonales. La posibilidad de toda comunicación simbólica reside en el hecho de que emisor y receptor compartan un código común de significados, que sean entendidos de igual forma por ambos. De este modo, la interacción lingüística se constituye en un sofisticado juego de anticipación por parte del emisor de la reacción que su mensaje va a producir en el receptor. Al tratarse el lenguaje de un código compartido, el emisor puede inferir que su mensaje provocará en su interlocutor una respuesta similar a la que tal mensaje provocaría en él mismo si ambos intercambiasen sus respectivos papeles de hablante y oyente. De este modo, gracias al juego anticipatorio de la comunicación, el sujeto toma conciencia de la perspectiva desde la cual le contemplan otros sujetos y llega a verse como un objeto para sí mismo.

El establecimiento y desempeño de roles constituye otra forma de coordinación de la interacción social, que igualmente va a propiciar la aparición de la auto-conciencia en el sujeto. La tipificación de los individuos y sus conductas, el hecho de que exista un código de conducta compartido, posibilita que cada uno de los participantes del intercambio social sepa qué conducta cabe esperar del otro, cómo debe interpretarla y cuál es la respuesta adecuada a dicho comportamiento, esto es, permite la coordinación. Similarmente a como fue señalado en el caso del lenguaje, la participación en interacciones reguladas posibilita además el que cada participante pueda adoptar la perspectiva de los demás y constituirse en un objeto para sí mismo, esto es, puede realizar ensayos cognitivos en los que contemple el efecto que su conducta tendría sobre las personas con quienes interactúa.

 

• El Construccionismo Social.

La radicalización de algunas de las premisas sobre el origen social de la conciencia y sobre el lenguaje, el intento de respuesta al ambiente de crisis en la Psicología Social, así como la apertura a influencias postmodernas vienen a tener su clara expresión en el Construccionismo Social, movimiento que tiene su cabeza visible en Kenneth Gergen (17,18,19). Se abre paso así la idea de la construcción lingüística de la realidad, el énfasis en los procesos de negociación social, las realidades relacionales, la deconstrucción de teorías clásicas, la apuesta por la multiplicidad en todos los sentidos. Es en un artículo de 1985, The social constructivist movement in modern psychology, donde K. Gergen (18) expone cuatro supuestos básicos del Construccionismo Social:

1) "Lo que consideramos que es la experiencia del mundo no nos dicta por sí misma los términos por los cuales será entendido el mundo (...).

2) Los términos en los cuales se entiende el mundo son artefactos sociales, producto de intercambios entre personas, e históricamente localizados. Desde la posición construccionista el proceso de comprensión no es automáticamente producido por las fuerzas de la naturaleza, sino que es el resultado de una tarea cooperativa y activa entre personas en interrelación. A la luz de estas afirmaciones, se sugiere que la búsqueda se dirija a las bases culturales e históricas de las diversas formas de construcción del mundo. (...) Los cambios (históricos) en la concepción (del mundo y de las cosas) no parecen reflejar alteraciones en los objetos o entidades a las que se refiere sino que parecen estar encajados en factores históricamente contingentes. Los estudios etnográficos parecen confirmar en gran medida esta conclusión (...).

3) El grado en el cual una forma de comprensión prevalece o es sostenida a través del tiempo no depende fundamentalmente de la validez empírica de la perspectiva en cuestión sino de las vicisitudes de los procesos sociales (p. Ej., comunicación, negociación, conflicto, retórica) (...).

4) Las formas de comprensión negociadas tienen una significación crítica en la vida social, al estar conectadas integralmente con muchas otras actividades en las cuales la gente está implicada." (Gergen, 18)

El Construccionismo Social representa un enfoque claramente diferenciado de la psicología tradicional de corte internalista (20). Para este enfoque postmoderno la cultura es el lugar de nacimiento de los procesos mentales y el conocimiento - incluimos aquí el pensamiento y el pensamiento sobre uno mismo, la autoconcienciaes una creación de comunidades, no de individuos o de mentes individuales. Delimitar donde empieza y acaba lo característico del construccionismo, dado el crecimiento caótico de los enfoques postmodernos, en donde se dan cita una multiciplidad de discursos, narrativas, y construcciones, es una tarea compleja. No obstante, podríamos señalar algunos puntos que tendrían en común aquellos autores que se engloban en la denominación de construccionistas sociales, y que de algún modo viene a reflejar lo que sería la metateoría de este enfoque:

· Dinamismo: Contrariamente a la visión estática y esencialista de las realidades en el modernismo, se mantiene en el Construccionismo una idea de la realidad como proceso continuo de cambio (21). Los significados están sujetos a construcciones y reconstrucciones, que originarán nuevas pautas de coordinación entre seres humanos y nuevas cosmovisiones (20).

· Construccionismo (22): el conocimiento es una construcción social que se elabora dentro de un marco sociocultural y está configurado por el lenguaje y las características del sistema social en general, por oposición a la idea de "descubrimiento" de una realidad estática y externa. La comprensión del mundo se lleva a cabo con base en un conjunto de significados socialmente compartidos (21). Para el Construccionismo (20) no existe una única forma de conocimiento de aquello que tomamos como existente que venga a ser la forma "verdadera" de acceder a la realidad. Así, se rechaza la verdad como correspondencia o ajuste entre conocimiento y realidad. Por tanto se abre paso a la posibilidad de interpretar de múltiples formas aquello que llamamos "realidad", que no vendrían a ser sino diferentes formas de construirla. No existirían, igualmente, "comunidades de conocimiento privilegiadas", sino que cada grupo social comparte una interpretación de su mundo que no deja de ser una construcción negociada en el seno de esa comunidad (20). Se enfatiza, pues, no sólo la idea de la construcción de la realidad sino el hecho de que esa construcción es fundamental y primariamente social: cualquier interpretación que damos del mundo o del self encuentra sus orígenes dentro del ámbito de las relaciones sociales.

· Neopragmatismo (22): el conocimiento tiene consecuencias sociales. Se da una visión pragmática del conocimiento, al que se le atribuyen funciones sociales. Este supuesto también es aplicado a la Ciencia y, desde un posicionamiento postmoderno, se enfatizará el vínculo entre Ciencia y Valores: en su actividad, la Ciencia podrá mantener el status quo de la sociedad o por el contrario producir una discusión sobre nuestras realidades. Se abre así el campo de la crítica cultural (21). El lenguaje funciona primariamente como acción social, y viene a constituir tradiciones. Participar en un determinado lenguaje equivale a participar en una tradición o modo de vida. A través de las relaciones comunicativas se pueden generar nuevos órdenes de significado desde los cuales pueden emerger nuevas formas de acción.

· Fragmentalidad (22): se abre paso a la multiplicidad y la heterogeneidad tanto en el nivel de teorías y metodologías como en el contenidos susceptibles de ser estudiados desde la Psicología. Se evitan las pretensiones nomotéticas a favor de la investigación idiosincrática. El Construccionismo Social es, por sus propias bases epistemológicas, un enfoque tolerante con otras escuelas y teorías. Su objetivo no es la desaparición de las formas tradicionales de Psicología, sino que acepta una multiplicidad de teorías, métodos y prácticas, cada una de las cuales reflejaría una cierta tradición. La psicología del Construccionismo Social es, desde este punto de vista, un enfoque integrador que propone el diálogo entre las diferentes tradiciones y perspectivas. A la vez, este enfoque supone una invitación a la exploración de formas alternativas de construcción de la realidad y de hacer Psicología.

· Textualismo: lo lingüístico refleja otros elementos lingüísticos, no la realidad. Se toma como foco el discurso y las narrativas, tanto personales como culturales, y se considera que el lenguaje construye la realidad y al propio sujeto (23, 24, 25). La coordinación de actos humanos que se logra a través del lenguaje hace que el mundo cobre significado para nosotros. A través del lenguaje adquirimos identidades, identificamos intereses, motivaciones, objetivos, ideales, emociones, etc. y queda fuera de nuestro campo, por tanto, todo aquello que cae fuera de nuestra comunidad de significado. Esto confiere a la tradición un matiz a la vez de necesidad (para que algo tenga significado es necesaria una comunidad de usuarios de un mismo lenguaje) y peligroso (lo que queda fuera de nuestra tradición es incomprensible).

El enfoque propuesto por Kenneth Gergen ha supuesto una reflexión sobre aspectos que tradicionalmente se han pasado por alto: la epistemología objetivista-positivista tradicional dejaba fuera de su campo de análisis todo lo relacionado con las prácticas intersubjetivas que están presentes en todo proceso de conocimiento, incluido el conocimiento científico.

La idea del self como construcción relacional ha sido ampliamente desarrollada por el Construccionismo Social de Gergen (25, 26, 27, 28). Este autor defiende básicamente que el yo no es una esencia, un ser-en-sí, sino que es producto de las relaciones entre los seres humanos. Gergen (25) se opone a la creencia - defendida por el Objetivismo, Modernismo y Romanticismo- en un self verdadero, auténtico y personal, señalando así el abandono de una concepción internalista de la personalidad y defendiendo una posición interaccionista, en la que se enfatiza el papel de la interacción social en la construcción de la personalidad.

Podemos señalar las siguientes ideas como características de la visión que Gergen (25, 26, 27) propone acerca del self:

-El self es una construcción social: Gergen (26) asume las ideas de Vygotsky y Mead (14) en su teoría del self, de tal forma que para él lo social no es sólo el medio en que está inmerso el individuo sino que en gran medida es este medio social el que construye al individuo. La identidad propia de cada uno se forma en un continuo proceso de negociación social. Influido por Mead (14), Gergen (25, 26, 27) mantendrá la idea de que nuestra identidad se construye a partir de nuestros "otros significativos".

-La construcción del self de forma social se lleva a cabo a través de prácticas lingüísticas compartidas. Y pueden observarse aquí influencias vygotskianas, cuando Gergen (25) nos dice que la construcción de la identidad es básicamente la interiorización de un lenguaje social. La persona individual es una creación comunitaria derivada del discurso. Empleamos el lenguaje de nuestros otros significativos para vernos a nosotros mismos. Lo que somos es, ante todo, el producto de una negociación de narrativas: contamos una historia - siendo a la vez sujeto y objeto de la misma- que nuestros interlocutores validarán o no, de forma de se llega a un significado compartido acerca de "quien soy". Pero el lenguaje también es capaz de crear nuevas realidades y, consecuentemente, nuevos términos para referirse al yo generan nuevas formas de experimentarlo (25).

-Multiplicidad del self frente a self unitario: Gergen (25, 29) defiende que en una sociedad donde se ha incrementado el número de contactos sociales gracias a la difusión de las tecnologías de comunicación, se incrementa consecuentemente el número de personas que incluimos bajo la denominación de "nuestros otros significativos". En palabras de Gergen, nuestro "yo" sería un "yo" "saturado" o "colonizado" (25). Cada vez disponemos de una mayor cantidad y variedad de criterios para vernos a nosotros mismos como lo harían cada uno de estos otros significativos. Además, actualmente se dispone de variadas formas de expresión a través de las cuales "presentar" el self, y no hay un léxico único para hablar acerca de lo que somos, sino que la variedad y la heterogeneidad se imponen (29). Disponemos de múltiples alternativas para ser una u otra persona en función de a qué voces de nuestros "otros significativos" demos preferencia en cada situación y momento, uno puede ser el hijo, el estudiante, el vecino, el amigo, etc. En este sentido, Gergen (25) comparte la idea de Hazel Markus y Paula Nurius (30) acerca de los "possible selves". Por otra parte, la idea de un self múltiple se opondría a las pretensiones de consistencia y autenticidad del self. Las voces de los "otros" que pueblan nuestro "yo" son tan heterogéneas que la idea de un self monolítico queda en entredicho. Este "yo" saturado frecuentemente se encuentra a sí mismo representando papeles contradictorios, cada uno de los cuales se circunscribe a un determinado auditorio, escenario, contexto, etc., y persigue unos objetivos peculiares. Una vez roto el tabú de un self consistente y verdadero se abre paso la idea del self multiple. Gergen (25) propone una serie de etapas que son las que seguiría un individuo que cambia de un self esencial al self múltiple (Figura 1). El primer paso es lo que Gergen (25) denomina el "manipulador estratégico". El self es consciente de que puede manipular su presentación ante los demás con la finalidad de causarles una determinada impresión. El individuo utiliza pragmática y estratégicamente su self. Las personas que han dado este primer paso, frecuentemente conservan aún los lastres del self esencial: es decir, a pesar de que manipulan la impresión que causan a los demás siguen defendiendo la idea de que el "yo" ha de ser coherente. Este dilema, según Gergen, podría causarles sentimientos de culpabilidad. El segundo estadio es la "personalidad pastiche": se multiplican los patrones de comparación de que disponía el self, el sujeto percibe que su self está compuesto de múltiples y heterogéneos fragmentos que en realidad no son originales suyos sino tomados de las personas con que se relaciona. Percibe que es un "yo" colonizado y esto lo acepta con satisfacción, aprovechando las posibilidades que su multiplicidad le ofrece. Es la etapa del "camaleón social". La etapa final es la entrada en un "self relacional", esto es, el individuo reconoce que su yo es producto de la interacción social, de forma que construye su self en cada momento y situación concretos y ante audiencias concretas.


La idea de un self relacional, en el cual conceptos tradicionales como los de consistencia, autenticidad y estabilidad quedan en entredicho, despiertan una serie de controversias acerca de cómo las personas experimentan su self. ¿Se puede ser honesto y tener un self múltiple que se maneja para causar determinada impresión? ¿cómo se producen las fluctuaciones momentáneas en el self? ¿se puede mantener la estabilidad dentro del cambio? Gergen (26) hace una revisión de estas cuestiones y trata de encontrarles respuesta.

En primer lugar, una persona con una concepción flexible del self podría representar una gran variedad de roles discrepantes o contradictorios sin experimentar sentimientos de alienación. Para comprobar si esto ocurre, Gergen (31) realizó una investigación en la que una psicóloga refuerza (con expresiones de aprobación verbal, asintiendo, etc.) las evaluaciones positivas que acerca de sí mismos realizaban los sujetos que eran entrevistados por ella. Por el contrario, la entrevistadora mostraba desacuerdo (expresado a veces con un silencio) con las autoevaluaciones negativas de los entrevistados. Esta forma de actuación provocó un cambio en la presentación de los sujetos, que incrementaron progresivamente los aspectos positivos de su presentación ante la entrevistadora. ¿Provocaba este cambio sentimientos de inautenticidad, manipulación o superficialidad? Tras la entrevista, se pasó a los entrevistados un test de autoestima, observándose en el grupo experimental incrementos en autoestima que no se producían en el grupo control, respecto a las puntuaciones obtenidas en la misma prueba un mes antes. Finalmente los sujetos responden a un cuestionario en el que se les pregunta por su honestidad durante la entrevista realizada, observándose que en los grupos control y experimental los sentimientos de honestidad eran de igual magnitud.

En otro experimento realizado por Gergen y Vishonov (32) se pone a los sujetos experimentales en una situación de interacción social. En un caso, los sujetos mantenían una interacción con una persona que se autopresentaba de forma egocéntrica y narcisista (alabándose a sí mismo). Otro grupo de sujetos interactuaba con un interlocutor que se autopresentaba de forma autocrítica. Gergen y Vishonov (32) observaron que la presentación que los sujetos hacían de sí mismos variaba en cada caso, siendo una presentación egocéntrica cuando su interlocutor era narcisista y ejecutando una presentación autocrítica si su interlocutor era crítico consigo mismo. En medidas tomadas posteriormente, los participantes en la investigación informaron haber actuado honestamente y en ningún caso su autoconcepto había sido violado o alienado.

Gergen (26) señala también los mecanismos psicológicos que posibilitarían una concepción fluida del self, que producen variaciones en el autoconcepto, según el tiempo y las circunstancias, en gran variedad de direcciones, incluso contradictorias. Tales mecanismos son:

-La evaluación social: se trata, una vez más, de la idea del Interaccionismo Simbólico acerca de que nuestro autoconcepto se forma a partir de la interacción con otras personas. En el experimento de Gergen (31) reseñado anteriormente queda demostrado cómo el autoconcepto de alguien puede variar en función de la forma que su interlocutor tenga de presentarse a sí mismo.

-La autoobservación: el sujeto puede convertirse en un objeto para sí mismo y observarse desempeñando numerosos roles o papeles que le pueden dar una idea de quién es él. Interpretar roles puede auto-convencernos de que somos eso que representamos. Esta sería básicamente la razón de la eficacia de las técnicas de rol-playing: llegar a ser (feliz, adaptado, etc.) cambiando el propio autoconcepto mediante la representación de papeles. Gergen y Taylor (33) apoyan esta idea con una investigación en la cual los sujetos experimentales se enfrentan a una situación de entrevista de trabajo en la que se les pide que se presenten de la forma más positiva posible. Una vez realizada esta entrevista-rol playing, se observaron incrementos en medidas de autoestima tomadas tras la entrevista en comparación con medidas tomadas un mes antes. Estos incrementos no aparecen en el grupo control.

-La comparación social: cuando nos encontramos en una situación ambigua buscamos, en las "pistas" que nos ofrece el comportamiento de otras personas, la información necesaria para saber qué hacer. Morse y Gergen (34) realizan un curioso experimento en el cual se pasa un test de autoestima a dos grupos de sujetos experimentales. En uno de ellos, el aplicante del test es una persona de aspecto impecable, mientras que en el otro grupo, el aplicante es de aspecto sucio y descuidado. Se observó que según los sujetos estuvieran en un grupo o en el otro, y consiguientemente, según se comparasen con un aplicante impecable o con uno descuidado, las puntuaciones en autoestima variaban, en el primer caso (impecable) las puntuaciones eran menores, mientras que en el segundo caso (descuidado) aumentaba la puntuación en autoestima. Extraemos como conclusión que en el primer caso la comparación era desventajosa para los sujetos y en el segundo caso favorable, lo que se manifestaba en sus puntuaciones.

-"Memory scanning": buscar en la memoria información que corrobore que somos de una determinada forma (optimistas, introvertidos, etc) puede hacer variar nuestro autoconcepto. Así lo demuestran Gergen y Taylor (33) que observaron incrementos en las puntuaciones de autoestima en personas que habían estado, durante veinte minutos, revisando en su memoria aspectos positivos acerca de sí mismos.

En suma, desde la perspectiva de Kenneth Gergen (25, 26, 27) nuestro self se constituye como tal en las interacciones sociales que mantenemos. No disponemos de un self rígido y estable sino de un self "distribuido" entre nosotros y nuestros interlocutores, flexible y múltiple.

 

• El modelo socio-ecológico de Urie Bronfenbrenner.

Urie Bronfenbrenner (35) plantea un modelo ecológico del desarrollo humano en el que se atiende a factores socioculturales. La virtud de este modelo es que nos permite obtener una visión amplia y contextualizada de aquellos fenómenos que son objeto de intervención psicosocial, atendiendo a varios niveles de análisis en los que se ponen de manifiesto las relaciones entre sistemas interdependientes. Bronfenbrenner contempla cinco sistemas, en una dirección que va desde lo más concreto (lo más micro) a lo más global (lo macro) (Figura 2):


-Microsistema: incluye al individuo concreto, con sus características personales de edad, género, salud, etc. y a su entorno social próximo, con el que mantiene contacto cara a cara (familia, servicios de salud de atención frecuente, escuela, grupo de pares, etc.). Se contempla al sujeto como ser activo que es capaz de influir en este medio social primario.

-Mesosistema: hace referencia a las relaciones que se establecen entre los miembros del microsistema, las conexiones entre los distintos contextos en que se mueve un individuo. Por ejemplo, en el caso de la salud mental, se incluirían aquí las relaciones entre la familia y los servicios de atención sociosanitaria, escuelas de padres, etc.

-Exosistema: medio social externo al individuo, en el cual él no tiene un rol activo, pero que sin embargo van a afectar a su contexto más inmediato. Por ejemplo, circunstancias laborales de uno de los miembros de la familia que pueden acabar afectando a otros miembros de la familia, servicios legales y políticos, definición de los roles de los agentes de intervención psicosocial, medios de comunicación, etc.

-Macrosistema: incluye las actitudes, ideologías, valores y costumbres del medio cultural en que el sujeto se mueve (sociedad global, subcultura, clase social). Ejemplos que incluiríamos aquí son las representaciones sociales generales que se tienen sobre la salud y la enfermedad mental, valores que guían las políticas sociosanitarias, valores y ética de la cultura (individualismo, máximo beneficio, consumismo...), etc.

-Cronosistema: hace referencia al transcurso temporal, al dinamismo de los cuatro sistemas anteriores, donde se incluyen -por tanto- desde los períodos evolutivos del individuo a las condiciones sociohistóricas en que éste y su entorno se desenvuelven.

 

Conclusiones. Implicaciones para el profesional de la salud mental

Brevemente, se enumeran a continuación algunas de las consecuencias que pueden derivarse de una concepción social de la conciencia en relación con la práctica del profesional de la salud mental:

-La consideración de la salud y la enfermedad mental como realidades de carácter psico-social en un sentido amplio -que incluye desde los sistemas sociales próximos a los sistemas globales- y no reduccionista -que no niega la dimensión biológica/ corporal del ser humano.

-Una mayor toma de conciencia del papel social del profesional de la salud mental, y aquí incluimos desde el teórico que formula criterios diagnósticos al técnico que desarrolla su actividad diaria en contacto con el paciente. Desde este punto de vista, la labor del psicólogo debería reconceptualizarse como la de un "agente de cambio social" (empleando la denominación de M. Selvini (36), aunque dándole un sentido más amplio). Unido a ello, cabe hacer una reflexión sobre el tipo de situaciones y valores sociales que nuestra ciencia contribuye a mantener, y adoptar un decidido compromiso ético que tenga como objetivo el bienestar de la persona.

-Ello implica que su actuación va más allá de su consulta: se incluyen entre sus funciones el abogar en favor de políticas de prevención de los casos de riesgo para la salud, y la denuncia de aquellas situaciones que implican marginación, tales como la desigualdad socioeconómica, la estigmatización, las representaciones de la enfermedad mental que aparecen en los medios de comunicación, y aquellos casos de lesión de derechos básicos de la persona (p. ejemplo, la utilización de personas con trastornos mentales con la finalidad de elevar audiencias televisivas...)

En suma, parece necesario el abogar por una consideración de lo psicológico como algo de naturaleza primariamente social: los discursos y lenguajes sociales configuran las "conciencias" de los individuos. Y, no debe olvidarse, el profesional de la Salud Mental también participa en todo el juego de intercambios sociales con su propio discurso. Se impone, pues, la reflexión sobre la faceta más puramente social del trabajo psicoterapéutico en los varios niveles de análisis señalados. Cómo y para qué empleamos las herramientas de que disponemos es, ante todo, una cuestión de praxis social.

 

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Dirección para correspondencia:
Antonio Crego Díaz.
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