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Nutrición Hospitalaria
versión On-line ISSN 1699-5198versión impresa ISSN 0212-1611
Nutr. Hosp. vol.22 no.6 Madrid nov./dic. 2007
Prevalencia de desnutrición del adulto mayor al ingreso hospitalario
Prevalence of hyponutrition in the elderly at admission to the hospital
J. G. Gutiérrez Reyes, A. Serralde Zúñiga y M. Guevara Cruz
Servicio de Nutriología Clínica del "Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán". Tlalpán. México D. F.
Dirección para correspondencia
RESUMEN
Antecedentes: Los cambios demográficos en México están aumentando la proporción de adultos mayores de 60 años en riesgo de inseguridad alimentaria. La desnutrición en este grupo de edad es frecuente en la comunidad pero se exacerba durante las hospitalizaciones frecuentes, lo que aumenta la morbi-mortalidad y los costos en los servicios de salud.
Objetivo: Describir la frecuencia de desnutrición al ingreso hospitalario de pacientes mayores de 60 años.
Diseño: Observacional, transversal y descriptivo.
Ubicación: Hospital de tercer nivel de referencia.
Sujetos: 97 pacientes mayores de 60 años de edad ingresados consecutivamente a los sectores de hospitalización durante un periodo de seis meses del año 2006.
Intervenciones: Al ingreso se realizó la valoración nutricional mediante la aplicación de la Mini Valoración Nutricional (MNA: Mini Nutritional Assessment) y la Valoración Global Subjetiva más la recolección de datos de laboratorio rutinarios (albúmina sérica y linfocitos totales) y del estado socioeconómico y educativo.
Resultados: De 97 pacientes incluidos, 48% sólo completaron educación primaria y 66% tenían ingresos económicos medios. La Mini Valoración Nutricional clasificó a 69% de los pacientes con riesgo franco asociado a desnutrición (18% severa y 50% moderada) lo que se correlacion o a la versión corta de este instrumento que identificó a 73% de los individuos en riesgo. La Valoración Global Subjetiva clasificó a 46% de pacientes con desnutrición moderada y 20% con desnutrición severa. El valor de Kappa entre ambos métodos fue del 42%. El Índice de Riesgo Nutricio promedio fue de 85,9 ± 11 puntos, con 80% de los pacientes con riesgo asociado a desnutrición moderada y severa, siendo la concordancia con la Mini Valoración Nutricional de sólo 11%. 70% de los pacientes tuvieron valores de albúmina menores de 3 g/dl. Según el método Chang 52% tuvieron desnutrición calórica, 29% proteica y 18% mixta.
Conclusiones: La desnutrición al ingreso hospitalario de los adultos mayores es un hallazgo frecuente a partir de los diferentes métodos aplicados. La Mini Valoración Nutricional y la Valoración Global Subjetiva son métodos estructurados de bajo costo que pueden ser fácilmente aplicados y replicados, útiles para establecer la frecuencia de desnutrición en esta población de pacientes. La Mini Valoración Nutricional podría tener más utilidad como predictor de morbi-mortalidad tanto en los ancianos institucionalizados como los hospitalizados.
Palabras clave: Desnutrición. Anciano. Mini valoración nutricional. Valoración global subjetiva.
ABSTRACT
Background: The population older than 60 years in Mexico is growing changing the classic pyramidal demographic structure. This fact is increasing the risk of malnutrition in the elderly, specially under nutrition which is a common problem among elderly people living at home and during hospitalizations, condition that is closely related to the increasing of morbidity, mortality and costs.
Objective: Describe the prevalence of malnourished elderly who needs hospital admission.
Design: Cross-sectional observational study.
Setting: Third-level reference hospital.
Subjects: Ninety seven consecutive subjects older than 60 years admitted to hospitalization.
Interventions: During the first three days of admission all subjects were evaluated to determine their nutritional status using Mini Nutritional Assessment and Subjective Global Assessment; albumin, total lymphocytes, level of income and school grade were also included.
Results: Just 48% of patients have finished primary school and 66% had middle economic incomes. According to Mini Nutritional Assessment 69% of patients had risk associated to malnutrition (18% at high risk and 50% at moderate risk). The short form of the Mini Nutritional Assessment described 73% of patients at risk related to malnutrition in correlation with the complete Mini Nutritional Assessment. 46% and 20% of patients were classified at moderate malnutrition and severe malnutrition respectively using the Subjective Global Assessment. Kappa between Mini Nutritional Assessment and Subjective Global Assessment was of 42%. The Nutritional Risk Index mean value was of 85.9 ± 11, with 80% of patients at risk associated with malnutrition when moderate and severe risk was included. Kappa between Nutritional Risk Index and Mini Nutritional Assessment was 11%. 70% of patients had serum albumin values under 3 g/dl. According to Chang's method 52% had caloric undernutrition, 29% protein undernutrition and 18% mixed undernutrition.
Conclusions: Malnutrition is a common problem in elderly population at hospital admissions according to different methods used. Mini Nutritional Assessment and Subjective Global Assessment are useful low cost and replicable nutritional evaluation tools in elderly population. Mini Nutritional Assessment could have a better value to predict morbidity and mortality in institutionalized and community elderly subjects.
Key words: Malnutrition. Elderly. Mini nutritional assessment. Subjective global assessment.
Introducción
Para el año 2010 se estima que 10 millones de mexicanos tendrán más de 60 años. Las tasas de fecundidad y la proporción de jóvenes irá disminuyendo paulatinamente mientras que la población mayor de 60 años aumentará su volumen hasta representar el 11,7% de la población total para el año 20301, 2. Este aumento de la esperanza de vida ha traído consigo el establecimiento de factores sociales preocupantes que afectan la calidad de vida y el estado de salud de los adultos mayores. En el año 2003 la Encuesta Nacional del Empleo en México reportó que los individuos mayores de 60 años constituían el 7,7% de la población económicamente activa, de los cuales sólo 26% eran asalariados, y 3 de cada 4 eran hombres3. En el aspecto educativo la población mayor de 60 años tenía una escolaridad promedio de 3,4 años, lo cual representaba 3 puntos por debajo de la media nacional. De los 6,8 millones de adultos mayores de 60 años censados para el año 2000, 21% tenían algún tipo de pensión y sólo el 49% recibían atención médica en algún tipo de cobertura de seguridad social4. Este escenario explica que la combinación de deficiencias en el ingreso económico, la desigualdad entre géneros, la falta de educación formal, la inequidad y la deficiencia en el acceso a los servicios de salud, de la mano con la mayor incidencia de enfermedades crónicas y degenerativas en los adultos mayores, los hace un grupo especialmente vulnerable que demandará mayores recursos financieros y logísticos a mediano plazo ejerciendo un severo impacto en la estructura económica5.
Estos cambios demográficos y el déficit de recursos implicarán mayores riesgos de inseguridad alimentaria en los ancianos, ya que el acceso a la cantidad y calidad de alimentos se verá afectado de forma dramática, incrementando así la probabilidad de desarrollar desnutrición. De hecho, en la actualidad la desnutrición es el tipo más frecuente de malnutrición en el anciano. Diversos estudios muestran que entre el 5 y el 10% de los ancianos que viven en la comunidad se encuentran desnutridos6. Los estudios en hospitales y asilos indican que la desnutrición afecta a 26% de los pacientes internados por padecimientos agudos, y entre el 30% y 60% de los ancianos hospitalizados en unidades de cuidados intensivos o los que se encuentran confinados en asilos7.
El tipo de desnutrición más frecuente entre los ancianos hospitalizados es la desnutrición proteico-calórica la cual explica entre 30 y 65% de los casos7. La desnutrición en el anciano está en general condicionada por cinco ejes causales: cambios fisiológicos asociados al envejecimiento, modificaciones del medio hormonal y mediadores plasmáticos, coexistencia de enfermedades crónicas, alteraciones psicológicas y aspectos determinados por el medio ambiente8.
Los pacientes hospitalizados con desnutrición, y en especial los adultos mayores, desarrollan mayores índices de morbi-mortalidad, incrementando así los días de estancia y los costos invertidos en los sistemas de salud9, 10. Debido a que no existe un estándar de oro para el diagnóstico del estado nutricional al ingreso hospitalario se recomiendan en la actualidad el uso de diversos cuestionarios validados, la obtención de datos antropométricos y la medición de diversos marcadores bioquímicos, o bien la combinación de todos o parte de estos parámetros para una clasificación más precisa. El presente trabajo propone establecer la frecuencia de desnutrición en los adultos mayores de 60 años que ingresan a un hospital del tercer nivel en México utilizando para ello la Valoración Global Subjetiva (VGS) y la Mini Valoración Nutricional (MNA: Mini Nutritional Assessment), más la recolección de datos de laboratorio rutinarios y socioeconómicos para realizar así una descripción inicial del perfil del adulto mayor desnutrido que ayudará a diseñar estudios complementarios y a redefinir planes preventivos y de tratamiento.
Material y métodos
Se realizó un estudio transversal y descriptivo que recolectó 97 pacientes mayores de 60 años ingresados de forma consecutiva a las áreas de hospitalización del "Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán" (INNSZ) localizado en la Ciudad de México durante un intervalo de seis meses del año 2006.
Durante los primeros tres días de ingreso se procedió a realizar una entrevista estructurada a cada paciente que consistió en la aplicación de la VGS y el MNA más la recolección de datos sobre la condición socioeconómica y los valores de albúmina y citología hemática anotados en el expediente clínico. La recolección de datos utilizando estos cuestionarios estructurados fue realizada por 3 miembros del Servicio de Nutriología Clínica del INNSZ familiarizados con tales instrumentos. El coeficiente Kappa entre los tres investigadores obtenido a partir de la evaluación de 20 pacientes en una fase anterior al inicio del estudio fue de 0,88. La variable dependiente se definió como la presencia de desnutrición expresada por cada uno de los métodos clínicos o de laboratorio.
La VGS estableció tres categorías de estado nutricional a partir de la valoración clínica sobre el cambio en el peso corporal, patrón de ingesta, síntomas gastrointestinales, capacidad funcional, presencia de edemas y apreciación de las reservas de grasa y músculo. De esta forma se denominaron a los pacientes en A (sin desnutrición), B (desnutrición moderada o sospecha de desnutrición) y C (desnutrición severa)11, 12.
EL MNA fue aplicado en sus dos formas: la fase de cribaje u corta (utilizada como un método corto y sencillo para identificar pacientes en riesgo de desnutrición) que consta de 6 apartados que miden un parámetro dietético, dos antropométricos y tres de evaluación global; y la fase de evaluación que está compuesta por 12 parámetros: 2 antropométricos, 3 de evaluación global, 5 dietéticos y 2 de valoración subjetiva. La primera fase posee un puntaje total máximo de 14 puntos y la segunda 16 puntos. De esta forma los pacientes se clasificaron en tres categorías al sumar el puntaje de las dos fases: Sin desnutrición (puntaje mayor a 23,5), desnutrición moderada o en riesgo (puntaje de 17,5 a 23,5) y desnutrición severa (puntaje menor a 17,5)13, 14.
Además, se calculó el Índice de Riesgo Nutricio a partir del cambio ponderal expresado en forma porcentual y el valor de albúmina al ingreso según la fórmula: IRN = (1.519 x albúmina sérica (g/l)) + (41,7 x peso corporal actual/peso corporal habitual). Los pacientes fueron clasificados en cuatro categorías de riesgo: sin riesgo (valor mayor de 100 puntos), riesgo leve (97,5-100 puntos), riesgo medio (83,5-97,5 puntos) y alto riesgo (puntaje menor o igual a 83,5)15.
En relación a la clasificación nutricional utilizando los métodos de laboratorio se tomaron en cuenta los valores de albúmina sérica y cuenta total de linfocitos. Los valores de albúmina fueron categorizados en cuatro rangos: 3,5 g/dl en adelante, 3-3,5 g/dl, 2,5-3 g/dl y de 0-2,5 g/dl (equivalentes a bien nutrido, levemente desnutrido, moderadamente desnutrido y severamente desnutrido respectivamente). Los valores de linfocitos se categorizaron en cuatro rangos: > 1.500 linfocitos/mm2, 1.000 a 1.499 linfocitos/mm2, 750 a 999 linfocitos/mm2 y < 750 linfocitos/mm2 (clasificando a los pacientes en normales, con desnutrición leve, moderada y con desnutrición severa respectivamente).
Todas las mediciones antropométricas fueron tomadas mediante técnicas estándar e incluyeron: circunferencia media del brazo, pliegue cutáneo tricipital, longitud talón-rodilla, circunferencia media de la pierna, peso y talla.
Estas categorías establecidas para los datos de albúmina, linfocitos totales, cambio ponderal, pliegue tricipital (PT), circunferencia media del brazo (CMB) fueron utilizados además para clasificar a los pacientes en normales o con desnutrición tipo proteica, calórica o mixta (leve, moderada y severa para cada categoría) a partir del protocolo diagnóstico de Chang23.
El número de pacientes requerido tomando en cuenta una proporción anticipada de desnutrición del 30% y un grado de precisión absoluta del 10% e intervalo de confianza del 90% se calculó en 57 pacientes. Los datos recolectados fueron procesados estadísticamente mediante el sistema SPSS versión 10 para Windows (SPSS Inc, Chicago, IL). Las variables continuas fueron expresadas en promedios y desviación estándar. Las variables dicotómicas en frecuencias y porcentajes. Los promedios se compararon utilizando la t de Student. Para las variables continuas sin distribución normal se aplicaron métodos no paramétricos. La comparación entre variables ordinales o categorizadas se hizo mediante Chi cuadrada. El nivel de concordancia entre los métodos de valoración nutricional se estableció mediante el cálculo de Kappa. El valor significativo de p para dos colas se definió en < 0,05.
Resultados
Descripción General y Socioeconómica
Durante el periodo de estudio se incluyeron un total de 97 pacientes, la tabla I muestra que de este total, 56 pacientes fueron del sexo femenino y 41 del masculino, lo que correspondió al 57,7 % y 42,3% respectivamente, obteniéndose un promedio de edad de 71 ± 7,72 años. Los datos antropométricos básicos muestran que el peso promedio fue de 65,6 ± 16,4 kg, con talla promedio de 1,60 ± 0,90 metros, y un índice de masa corporal de 25,5 ± 5,7 kg/m2. El valor promedio de albúmina fue de 3 ± 0,7 g/dl. En esta tabla también se aprecian los resultados de la antropometría aplicada durante el MNA.
Al ingreso se documento la clasificación socioeconómica expresada como categorías del numero uno al seis asignada por el servicio de trabajo social del hospital. La graduación de este puntaje otorga mayores condiciones socioeconómicas a medida que aumenta su valor progresivamente. De los 97 pacientes incluidos al estudio, 44 pacientes (45,4%) obtuvieron un nivel socioeconómico tres, seguidos de 20 pacientes (20,6%) en el nivel dos, 18 en nivel cuatro (18,6%), 9 en nivel seis (9,3%), cuatro en nivel cinco (4,1%) y dos en nivel uno (2,1%).
El nivel educativo completado por los pacientes al momento del ingreso reflejó que 48,5% (47) sólo había completado la educación primaria, seguidos de un 12,4% para los pacientes con educación secundaria y universitaria (12 pacientes en cada nivel educativo), 10,3% (10) sin ningún tipo de educación formal y sólo 3,1% (3) con educación equivalente a post grado o maestría.
En las tablas III y IV se han agrupado las condiciones educativas y socioeconómicas en tres grupos: bajo, medio y alto, y se establece la distribución de estas categorías en relación a la clasificación del estado nutricional por el MNA y la VGS. En el caso del MNA, de los pacientes con desnutrición moderada 34% tenían educación baja y 29,9% tenían un estado socioeconómico medio. De los pacientes con desnutrición severa, 10,4% tenían bajo nivel educativo y 12,4% tenían un estado socioeconómico medio. Para el nivel B (desnutrición moderada) de la VGS 26,8% tenían bajo nivel educativo y un 27,8% obtuvieron un nivel socioeconómico medio. En el segmento de pacientes con desnutrición severa (clase C) 13,4% obtuvieron una clasificación de bajo nivel educativo mientras 15,5% correspondieron a un nivel socioeconómico medio. En suma, la tendencia en estos niveles se mantuvo para ambos métodos de tal forma que un 59% de los pacientes se agruparon en un bajo nivel educativo y un 64% lo hicieron en el nivel socioeconómico medio cuando se relacionaron las diferentes categorías de los dos métodos de valoración nutricional con estos parámetros sociales.
Valoración nutricional
En la tabla II se resumen los resultados de la valoración nutricional a partir del uso del MNA y la VGS. El MNA corto reportó un 73,2% (71) de pacientes con posible desnutrición, mientras el MNA total clasificó a los pacientes en un 50,5% (49) con riesgo asociado a desnutrición moderada y 18,6% (18) con desnutrición severa, por lo que 69,1% de los pacientes evaluados con el MNA estaban e riesgo franco asociado a la desnutrición.
Por otra parte, la VGS mostró que 46,4% (45) estaban con desnutrición moderada y 20,6% con desnutrición severa, lo que representó 67% de pacientes en riesgo asociado a desnutrición.
Ambos métodos reflejaron que 42% de las mujeres y 25% de los hombres presentaron riesgo asociado a desnutrición (con evidencia de desnutrición moderada o severa).
Como parte de la valoración nutricional se documento el porcentaje de pérdida de peso al ingreso a partir de tres categorías: menor del 5%, entre 5% y 10%, y mayor del 10%. De los 97 pacientes, 54.6% tuvieron perdidas de peso menores al 5%, un 27,8% del 5% al 10%, y 17,5% con pérdidas de peso mayores al 10%. El IRN promedio fue de 85,9 ± 11,3 puntos, observándose que 45% de las mujeres y el 44% de los hombres presentaron valores de desnutrición moderada, mientras que en la categoría de desnutrición severa por este método las mujeres correspondieron al 43% de los casos y los hombres al 32%, de tal manera que para ambos sexos alrededor del 80% de los pacientes presentaron datos de riesgo importante asociado a desnutrición.
En relación a la clasificación nutricional utilizando los métodos de laboratorio, solamente 25% de las mujeres y 27% de los hombres tuvieron valores de albúmina mayores de 3,5 g/dl, mientras que un 44% de mujeres y 32% de hombres tuvieron valores de albúmina por debajo de 3 g/dl, por lo que un 39% de la población general presento valores considerados como indicadores de desnutrición moderada a severa. La cuenta total de linfocitos obtuvo un promedio de 1.194 ± 118 linfocitos/mm2, la categorización de los valores registro que un 85% de los pacientes presentaron cuentas linfocitarias mayores de 2.000 linfocitos/mm2, 14% tuvieron cuentas asociadas a desnutrición leve y sólo 1% presentó valores asociados a desnutrición severa.
Al comparar los resultados del MNA y VGS categorizados en 3 intervalos: sin riesgo, desnutrición moderada, y desnutrición severa, se observa que hay diferencias en las tres categorías, de tal forma que aun en el segmento de los severamente desnutridos por un método existieron pacientes clasificados en riesgo moderado por el otro método. Estas diferencias se reflejan en una Kappa del 42%. Al analizar la concordancia entre el IRN y el MNA se obtuvo un valor de Kappa fue del 11%.
Al utilizar el método de clasificación nutricional propuesto por Chang (ver tabla V) 28,9% de los pacientes tuvieron desnutrición proteica, 52,6% desnutrición calórica y 18,5% del tipo mixta. De estos porcentajes, en el grupo de desnutrición proteica 19,6% eran desnutridos severos; en el caso de desnutrición calórica 34% tuvieron desnutrición moderada y 15,5% severa, mientras que en el caso de la desnutrición mixta 11% pertenecían al grupo de desnutrición moderada.
En la tabla VI se presentan MNA y VGS y su relación con variables continuas antropométricas (IMC, CMB, PT y CP), bioquímicas (albúmina y linfocitos) y el IRN. Al establecer una comparación entre los valores promedio obtenidos por los pacientes sin riesgo de desnutrición con los que poseían desnutrición severa en ambos métodos se observa diferencias significativas, a excepción del PT para el MNA y los linfocitos y totales y el PT para la VGS. El valor promedio de albúmina entre los severamente desnutridos fue de 2,7 ± 0,6 g/dl. Las variables que presentaron mayor diferencia (p < 0,001) entre el grupo con desnutrición severa y el grupo sin desnutrición fueron IRN (promedio 77 puntos para MNA y 76 para VGS), IMC (21,1 y 21,9 kg/m2), CMB (24,1 y 25,3 cm) y CP (27,4 y 27,6 cm); a excepción del CMB que sólo obtuvo un valor de p < 0,05 para el MNA.
Discusión
La muestra obtenida de los pacientes mayores de 60 años que ingresan al INNSZ reflejó que en su mayoría correspondían a la octava década de la vida, con una proporción mujer/hombre de 1,4, e índices de masa corporal en límites normales o altos. De forma llamativa, a pesar de esta tendencia, los valores promedio de albúmina fueron alrededor de 3 g/dl (y de 2,7 g/dl en el grupo de los severamente desnutridos) lo que probablemente refleje la influencia de diversas condiciones asociadas al envejecimiento sobre el metabolismo proteico, o bien las influencias de las enfermedades crónicas y degenerativas en este segmento de edad. La albúmina suele fácilmente ser modificada por estados de inflamación agudos de origen infecciosos como degenerativos. Además también puede modificarse por la terapia de reanimación con líquidos endovenosos. Estos hechos sumados a su vida media promedio de 3 semanas no la hacen por si sola un marcador del estado nutricional ideal que refleje los cambios recientes en un paciente, en especial en el caso de los ancianos ya que la masa magra disminuye por factores asociados al envejecimiento tales como menor actividad física, disminución de la ingesta, alteraciones hormonales, enfermedades crónico-degenerativas concurrentes y alteraciones en la digestión e incorporación de nutrientes.
Los valores de albúmina reflejaron que 70% de hombres y mujeres poseían valores iguales o menores a 3 g/dl. Un 20% de casos en ambos sexos tuvieron valores menores a 2,5 g/dl lo que refleja claramente la combinación de efectos asociados a deficiencias en la ingesta y/o a las enfermedades crónicas relacionadas a este tipo de pacientes. Por lo tanto, de cada diez pacientes ingresados, a partir de la clasificación de desnutrición basado en la albúmina sérica, 2 tenían desnutrición severa y 7 tenían algún grado de desnutrición. A partir de estos hallazgos, el IRN consecuentemente mostró que un 88% de los hombres y el 77% de las mujeres tenían grados de desnutrición moderada a severa, estableciéndose en esa ecuación que el factor de más importancia fue el valor de albúmina sérica y no el porcentaje de cambio en el peso corporal. El hecho de que la albúmina es fácilmente modificable por enfermedades agudas, estados patológicos crónicos o incluso por el tratamiento médico explica la falta de concordancia del IRN con el MNA y la VGS, y su tendencia en incrementar la frecuencia de desnutrición moderada o severa en 10% al 20%.
La baja correlación entre el IRN y el MNA se explica a partir del hecho de que solo 39% de los pacientes tuvieron valores de albúmina menores a 3 g/dl y sólo 17% habían perdido más del 10% de su peso. Estas dos características que son los condicionantes esenciales en la fórmula del IRN modificaron los resultados finales. La debilidad del IRN como método de clasificación nutricional en los ancianos se relaciona fuertemente al hecho de que el peso y la albúmina están altamente condicionados por los fenómenos ya mencionados del envejecimiento y las enfermedades concurrentes. Además no toma en cuenta los factores sociales, familiares y antropométricos asociados al enfermo anciano. Por lo tanto, el IRN debería utilizarse como una herramienta más que predice el desenlace quirúrgico y por ello en nuestra opinión no debería utilizarse como método de tamizaje rutinario en la población mayor de 60 años.
Por otra parte, como ya se mencionó el IMC promedio obtuvo valores normales (aun en los pacientes severamente desnutridos) o incluso con tendencia al sobrepeso u obesidad. Sin embargo, 37% de los pacientes presentaron valores menores al 60% de la CMB esperada para la edad y sexo, mientras que en el caso del PT 79% estuvieron por debajo del 60%. Además, el análisis a partir del tipo de desnutrición reflejó que 52% poseían desnutrición calórica y 29% proteica, de tal forma que el IMC en rangos aparentemente normales probablemente se vio afectado por su incapacidad para diferenciar los cambios ocurridos en la composición corporal de los ancianos desnutridos. La ocurrencia de valores bajos de PT y CMB a predominio del primero reflejaron pérdidas acentuadas de la masa grasa. En general 5 de cada 10 sujetos poseían deficiencias nutricionales asociadas a disminución de la ingesta global de calorías mientras 3 de cada 10 poseían mayor tendencia a disminución sólo de la cantidad de proteínas. A pesar de estas tendencias los resultados orientan a que la combinación de 29% de pacientes con desnutrición proteica y 18,5% con desnutrición mixta explican que a pesar de la alta prevalencia de desnutrición hubo mayor pérdida de masa proteica que masa grasa lo que no alteró los resultados del IMC. Es de hacer notar que los cambios asociados al envejecimiento incluyen cambios en la estatura (por pérdida de la masa mineral vertebral y otros cambios músculo-esqueléticos) que sumados a las alteraciones ponderales modifican los componentes del IMC.
Como se observa la utilización de variables aisladas o ecuaciones que toman en cuenta la suma variables cuantitativas pueden ser modificadas por diversos factores. La utilización de cuestionarios estructurados pretende resolver dichas deficiencias y sobre todo pretende realizar una valoración nutricional oportuna, sensible y específica. En este trabajo, la VGS y el MNA estimaron que un 19% al 20% de los pacientes tuvieron desnutrición severa, y un 46% al 50% tuvieron desnutrición moderada. El resultado es que para ambos métodos de cada diez adultos mayores ingresados 6 ó 7 tenían grados importantes de desnutrición.
El MNA tiene un cuestionario corto que funciona como cribaje, el cual en este estudio reflejó que sólo un 26% de los pacientes presentaron puntajes asociados a ausencia de factores de riesgo para el diagnóstico de desnutrición. El MNA total mostró que tomando en cuenta el puntaje acumulado un 31% de los pacientes carecían de factores para hacer diagnóstico de desnutrición, lo que refleja que el cribaje es un instrumento corto y sencillo con una adecuada capacidad discriminativa, ventaja de la cual carece la VGS.
Sin embargo, al comparar la VGS y el MNA se encontró un nivel de concordancia del 42%. Esto se explica debido a que por su naturaleza son distintos, ya que el primero es un método subjetivo y el segundo se basa en un cuestionario que adquiere valores numéricos y que explora diversos aspectos que afectan la calidad de vida y el estado nutricional de los adultos mayores. A partir de estos aspectos, a pesar de que ambos logran cifras semejantes en la clasificación del estado nutricional con pocas diferencias porcentuales, el mayor grado de no concordancia se da en el segmento de pacientes clasificados como sin desnutrición o como moderadamente desnutridos por parte de la VGS en relación al MNA.
Algunos autores han mencionado que la VGS tiene poca capacidad de establecer riesgo nutricional y que más bien funciona como instrumento que identifica estado nutricional por lo que su capacidad predictiva es limitada. Esta falta de sensibilidad se ve reflejada en el caso de pacientes que padecen diversos tipos de cáncer y los ancianos16, 17.
En cambio, el MNA se creó a partir de la sumatoria de variables antropométricas, dietéticas, de valoración global y de auto percepción del estado nutricional que dan por resultado una estratificación de riesgo nutricional numérica, siendo así capaz de predecir morbi-mortalidad en los diversos estudios en los que se ha aplicado en los ancianos18-21.
La utilidad del MNA también se ha observado en los adultos mayores en la comunidad donde ha sido capaz de utilizarse como predictor de desenlaces clínicos22.
Por todo lo anterior, nos parece más útil escoger el MNA como método de valoración nutricional ya que que refleja los cambios generales de la composición corporal, los cambios recientes de peso, las modificaciones en el patrón de ingesta, el grado de autonomía, y la auto percepción del estado de salud-enfermedad.
En relación a la condición socioeconómica obtenida en este estudio el perfil del paciente que ingresa al instituto reflejó que un 50% tiene ingresos económicos medios, y de esta forma también 50% de los pacientes solamente había completado el nivel educativo primario. Las tablas III y IV reflejan que 59% de los pacientes presentaron bajos niveles educativos y 64% niveles económicos medios cuando se estratificó la condición socioeconómica con los grados de desnutrición del MNA y VGS.
Estos factores, influyen decididamente sobre la condición nutricional del adulto mayor ya que a menor educación e ingresos económicos es más probable que existan limitantes en el acceso a servicios de salud de calidad, o deficiencias en el mantenimiento de adecuadas redes de apoyo familiar y de autopromoción de la salud. Aunque estos dos factores incluidos en el estudio no obtuvieron significancia estadística, es claro que éstos y otros factores no contemplados se reflejan en los resultados de los diversos métodos utilizados en este estudio sobre el estado nutricional. De esta forma, la VGS y el MNA estimaron que un 19% al 20% de los pacientes tuvieron desnutrición severa, y un 46% al 50% tuvieron desnutrición moderada. El resultado es que para ambos métodos de cada diez adultos mayores ingresados 6 ó 7 tenían grados importantes de desnutrición.
Las tablas III y IV reflejan que 59% (10% al 12% con desnutrición severa) de los pacientes presentaron bajos niveles educativos y 64% (12-15% con desnutrición severa) niveles económicos medios cuando se estratificó la condición socioeconómica con los grados de desnutrición del MNA y VGS.
Para finalizar hay que mencionar que el presente estudio por ser de diseño transversal y descriptivo cuenta con las limitantes de la falta de seguimiento para observar los diversos desenlaces clínicos y su impacto sobre los días de estancia hospitalaria. Además no se recolectaron otros datos antropométricos que hubieran aclarado con mayor objetividad la composición corporal. No obstante, la obtención de alarmantes cifras de desnutrición en este grupo de edad hace de este esfuerzo descriptivo un aporte importante para la reorientación de recursos para la detección temprana y oportuna de desnutrición en los adultos mayores con el objeto de disminuir los costos hospitalarios asociados.
La utilización de un método sencillo, reproducible, y de alta sensibilidad y especificidad debe ser incluido en todo centro de atención de ancianos, en especial aquéllos métodos que como el MNA son capaces de reflejar un mejor perfil del tipo de desnutrición y sus causas. Sólo de esta forma se podrá proporcionar una atención médica integral a este segmento poblacional especialmente vulnerable.
Agradecimientos
Al Dr. Víctor Manuel Mendoza Núñez por estimular la investigación y la educación médica continua.
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Dirección para correspondencia:
José Guillermo Gutiérrez Reyes.
Servicio de Nutriología Clínica.
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubiarán.
Vasco de Quiroga, 15. Colonia Sección XVI.
C.P. 14000, Tlalpán, México D. F.
E-mail: memedoc10@hotmail.com
Recibido: 30-XII-2006.
Aceptado: 28-II-2007.