INTRODUCCIÓN
Grogan 1 define la imagen corporal como "las percepciones, sentimientos y pensamientos de una persona acerca de su cuerpo". El concepto de belleza que maneja la sociedad termina incidiendo de manera directa en la manera en que las personas perciben su imagen corporal 2. La imagen corporal refleja la relación que los individuos tienen consigo mismos y la misma se va modificando conjuntamente con los cambios físicos de las personas 3. El entorno familiar, los medios y el entorno social son canales socioculturales fundamentales en la formación de los estereotipos ideales 4. Si bien el grupo social ejerce una importante influencia en el adolescente, el afán por alcanzar determinado estereotipo físico dependerá del valor que ellos le otorguen al físico 5.
La internalización, que se refiere al grado en que los ideales irreales a nivel físico son tomados como propios, también influye en la valoración personal 6. Es más común que suceda en la mujer y que esta presente una peor estima 7. El mayor predominio de la insatisfacción corporal femenina quizás se deba a que mientras se promueve un físico esbelto y musculoso para el hombre, alcanzar un cuerpo delgado y magro es lo que se espera en la mujer 8. La internalización por tener una delgada silueta termina incidiendo en la satisfacción corporal. No lograr la delgadez que promueve la cultura aumenta el riesgo de desarrollar trastornos de la imagen corporal 9. Heshmat y cols. 10 identificaron que hasta en un 40% de las mujeres adolescentes existía una distorsión entre la imagen real y la autopercibida.
La adolescencia es la etapa de mayor riesgo de sufrir trastornos de la imagen corporal. No está claro qué etapa dentro de este periodo es la más crítica. Mientras que algunas investigaciones apuntan a que el peligro es mayor al inicio de la misma 11,12, otras establecen que prevalece más al final de esta etapa 13,14. No obstante, en todas las etapas el objetivo es querer disminuir el peso corporal 15. También se ha encontrado que las maduradoras tempranas suelen presentar un peso corporal más elevado que sus pares 16, lo que les lleva a mostrar una mayor insatisfacción corporal y a tener una mayor predilección por estar delgadas 17. En un estudio se pudo determinar incluso que, si bien las niñas presentaban un menor índice de masa corporal (IMC) que los niños, su satisfacción corporal era menor 18.
El nivel de autoestima que presentan los individuos también ejerce cierto rol sobre la imagen corporal. En este sentido, se ha encontrado que los adolescentes, sobre todo en el caso de las niñas, se perciben más gruesas de lo que están, lo cual afecta a sus condicionantes psicológicos 19,20.
No existe una relación clara sobre la práctica de ejercicio físico y la imagen corporal en deportistas recreacionales en comparación con sujetos sedentarios 21,22. De hecho, se ha propuesto que aquellos deportistas que practican disciplinas donde el peso corporal cobra una gran importancia tienen una mayor prevalencia de trastornos de la conducta alimenticia (TCA) y trastornos de la imagen corporal 23. Dado que la danza es una disciplina artística-deportiva donde prevalece la composición corporal y el peso tienen una gran importancia, las bailarinas en edad de formación tienen elevados riesgos de sufrir trastornos de la imagen corporal por su edad, sexo y disciplina deportiva 24. Se ha encontrado que la danza es una disciplina con una incidencia importante de casos de bulimia, insatisfacción corporal y deseo de querer alcanzar la delgadez. Esto se debe a la gran importancia que tiene el aspecto físico en la valoración de su disciplina, unido a la predilección por el perfeccionismo 24. Incluso, aunque ellas consideren que su peso corporal es apropiado, existe una tendencia importante a querer realizar algún tipo de dieta para poder cambiar su silueta 25. Llevar una alimentación inapropiada y baja en calorías puede terminar afectando el normal funcionamiento del metabolismo basal 26 y puede dar lugar al desarrollo de la tríada femenina. En un grupo de bailarinas se pudo detectar que un 14% de ellas tenían amenorrea 27), mientras que en otra investigación se halló que un 12% de las bailarinas llegan a desarrollar TCA 28.
Aquellas bailarinas que aún no han iniciado su desarrollo biológico o aquellas que están iniciando este proceso presentan una menor aparición de síntomas bulímicos y preocupaciones por el peso corporal que sus pares 29. Siguiendo esta línea, otra investigación identificó que las participantes de los grupos de danza que se encuentran en cursos superiores suelen buscar con mayor frecuencia cambios en su peso corporal y suelen presentar con mayor frecuencia alteraciones en su alimentación para intentar adaptar su silueta al modelo pro-delgadez 30.
No obstante, son pocos los estudios que han comparado la incidencia del curso académico en las variables relacionadas con la imagen corporal en bailarinas jóvenes. Por todo ello, el objetivo de la presente investigación fue analizar la percepción y distorsión de la imagen corporal de bailarinas en formación en función del curso académico de danza y la edad de las participantes.
MATERIAL Y MÉTODOS
PARTICIPANTES
Se estudió a 298 bailarinas con edades comprendidas entre los 11 y los 24 años (media de edad: 16,24 ± 3,10 años), estudiantes de enseñanzas profesionales del Conservatorio Profesional de Danza de Murcia. La distribución de alumnas por curso fue la siguiente: 1º (n = 34), 2º (n = 43), 3º (n = 60), 4º (n = 71), 5º (n = 53), 6º (n = 37). Los criterios de inclusión fueron: a) ser mujer; b) no tener ningún TCA diagnosticado por profesionales médicos, siguiendo el criterio establecido por el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM V) 31; c) haber comenzado sus estudios desde 1º en el Conservatorio Profesional de Danza; y d) asistir al menos al 80% de las sesiones.
DISEÑO DEL ESTUDIO
El Comité de Bioética institucional aprobó la ejecución de la investigación. También el cuerpo docente y directivo del Conservatorio consintió la realización del presente estudio. Se informó sobre la forma de proceder a los participantes y los tutores legales en el caso de las menores de edad. Posteriormente, de forma voluntaria accedieron a firmar el consentimiento informado.
Las participantes autocumplimentaron el "test de siluetas para adolescentes" (TSA) de Maganto y Cruz 32. Este cuestionario tiene como objetivo poder conocer el grado de distorsión de la imagen corporal de las adolescentes, cuál es su nivel de insatisfacción corporal y conocer qué parámetro físico establece el individuo como ideal. El TSA está formado por ocho figuras masculinas y femeninas que muestran un aumento progresivo de la silueta corporal, pero no de la estatura. Existe una relación entre cada figura y un determinado IMC, siguiendo un patrón estadístico. Solamente los investigadores conocían esta información.
Se solicitó a las participantes que clasificaran cada una de las siluetas como delgadas, normales o gordas a fin de poder conocer qué parámetro estético utilizan las bailarinas para evaluar tanto su propia silueta como la de las demás personas.
Posteriormente, a fin de poder conocer la valoración de su imagen corporal, se les pidió que marcaran la figura que más se asemejaba a su silueta (imagenpercibida). Para conocer sus preferencias, se les pidió que indicaran qué figura consideraban como ideal (imagenideal).
Para el establecimiento de la silueta real que le correspondía a cada participante (imagenreal) se calculó el IMC real de la misma. Para ello se valoraron la talla y el peso corporal, siguiendo los criterios establecidos por la International Society for the Advancement of Kinanthropometry (ISAK) 33. Las medidas fueron realizadas por un antropometrista ISAK nivel 4, midiéndose por duplicado y realizando la media de ambos valores si las diferencias entre ellas eran menores del 1%, y haciendo una tercera medida y calculando la mediana en caso de que se superara este porcentaje. Una vez obtenidos el peso y la talla de cada participante, se calculó el IMC con la fórmula IMC (kg/m2) = peso (kg)/talla (m2). Para la valoración antropométrica se estableció la temperatura de la sala de valoración en 25 °C y se solicitó a las bailarinas que evitaran la realización de cualquier tipo de ejercicio y las comidas pesadas durante las 24 horas previas a la valoración.
Adicionalmente, se comparó la clasificación de la figura que las bailarinas seleccionaron como propia con la clasificación que ellas habían realizado de esta misma figura.
A partir de estos datos se calculó el índice de distorsión de la imagen corporal. Para ello se restó a la imagenpercibida la imagenreal. Si el índice de distorsión era igual a 0, significaba que no existía distorsión de la imagen corporal en la participante, valores negativos referían que la bailarina se veía más delgada de lo que estaba y valores positivos, lo contrario. Si la bailarina obtenía puntuaciones mayores a 3 se consideró que presentaba un altor riesgo de desarrollar TCA, de acuerdo a los parámetros establecidos en el TSA 32.
Para poder conocer cuánto deseaba la bailarina poder cambiar su figura corporal se calculó el índice de insatisfacción. Para hallarlo, se restó la imagenpercibida a la imagenideal. Un índice de insatisfacción igual a 0 significó que la bailarina no deseaba modificar su figura. Cuando el índice mostró valores positivos se consideró que a la participante le gustaría verse más delgada, mientras que un valor negativo revelaba que le gustaría aumentar su peso corporal. Se consideró que aquellas bailarinas con una puntuación mayor de 3 tenían un riesgo elevado de sufrir TCA 32.
Por último, se calculó el índice real/ideal. El mismo se obtuvo a partir de la diferencia entre la imagenreal y la imagenideal. Si el índice era igual a 0, significaba que ambas figuras coincidían. Si la relación era positiva, la bailarina consideraba como ideal una figura con un IMC menor que el suyo, mientras que valores negativos reflejaban lo contrario.
ANÁLISIS ESTADÍSTICO
La distribución de los datos fue inicialmente valorada mediante el test de normalidad de Kolmogorov-Smirnov. Puesto que las variables seguían una distribución normal, se realizó un análisis estadístico en base a pruebas paramétricas. Para la obtención de los resultados se realizó una estadística descriptiva con la obtención de los valores medios y desviación típica. Un análisis ANOVA de un factor fue realizado para establecer las diferencias en cada una de las variables analizadas en función del curso académico. El nivel de significación fue establecido a priori a p < 0,05. En caso de encontrar un efecto significativo, se realizó una comparación por pares usando la corrección de Bonferroni para comparaciones múltiples con un criterio de significación ajustado a p < 0,017. Para conocer el coeficiente de correlación entre la edad y las variables de imagen corporal se utilizó el coeficiente de correlación de Pearson. El análisis estadístico se realizó con el programa estadístico Statistical Package for the Social Sciences (SPSS), versión 21.0.
RESULTADOS
En la Tabla I se encuentran los valores descriptivos de edad y variables antropométricas en función del curso académico. Se encontraron diferencias significativas para la edad, el peso y la talla, mostrando en todos los casos las bailarinas de los cursos inferiores valores menores a los de las bailarinas de los cursos superiores. Para la edad se encontraron diferencias significativas al comparar por pares todos los cursos, a excepción de 2º con 3º, 4º con 5º y 5º con 6º (p < 0,05). Se hallaron diferencias significativas para el peso corporal en las alumnas de 1º en relación con las de 4º, 5º y 6º (p < 0,05). La talla corporal varió significativamente entre las alumnas de 1º y las de 4º y 6º, y entre las de 2º y las de 4º (p < 0,05). En cuanto al IMC no se detectaron diferencias significativas en función del curso académico. Además, se encontró una relación lineal positiva estadísticamente significativa al correlacionar la edad de las bailarinas con el curso académico (r = 0,6; p < 0,001), peso (r = 0,3; p < 0,001), talla (r = 0,2; p = 0,001) e IMC (r = 0,3; p < 0,001).
La valoración de cada una de las figuras en función del curso académico se puede apreciar en la Tabla II. En términos generales, se observó que las bailarinas fueron propensas a ser menos severas con las figuras femeninas que con las masculinas. La gran mayoría marcó a las primeras tres figuras como delgadas para ambos sexos. En las figuras tercera y cuarta, fue mayor la tendencia a clasificar como delgada la figura femenina y como normal la silueta masculina. En la quinta figura, prevaleció la valoración de normalidad en la figura femenina y gruesa para la masculina. Para la sexta figura hubo una mayor tendencia a clasificar la figura masculina como gruesa en comparación con la femenina. Casi todas las bailarinas clasificaron como gruesas las figuras séptima y octava, independientemente de si la imagen era masculina o femenina.
En la Tabla III se presenta la valoración de la figura corporal que realizan las bailarinas de las siluetas que han marcado como aquella que las representa. Predominó la clasificación de normalidad para todos los cursos.
En la Tabla IV se pueden apreciar los valores descriptivos para imagenreal, imagenpercibida e imagenideal y los índices de distorsión, insatisfacción y real/ideal obtenidos a través del TSA. Se encontraron diferencias significativas para la imagenreal en función del curso académico (F = 2,454; p < 0,001), observándose que las bailarinas de 1º presentaban una imagenreal significativamente más delgada que las de 5º (p < 0,001).
Al correlacionar la edad de las bailarinas con la imagen real se encontró una relación directa estadísticamente significativa (r = 0,3; p < 0,001). No se encontró una diferencia significativa del ANOVA para la imagenpercibida y la imagenideal en función del curso académico ni una correlación estadísticamente significativa entre la edad y estas variables (p > 0,05).
Respecto al índice de distorsión, se halló un efecto significativo del curso académico sobre esta variable (F = 3,084; p < 0,001). En casi todos los cursos académicos se pudo apreciar que este índice era positivo, a excepción de 5º y 6º, donde la tendencia fue la opuesta. Las bailarinas de 1º mostraron un índice de distorsión significativamente mayor que las bailarinas de 5º (p < 0,001). En la misma línea, se encontró una relación inversa entre la edad y el índice de distorsión de las bailarinas (r = -0,3; p < 0,001). Además, de acuerdo a la puntuación de este índice, diez bailarinas presentaron riesgo de desarrollar TCA. Una de ellas se encontraba en 2º (2,94%), dos en 3º (4,7%), cuatro en 4º (5,63%), una en 5º (1,9%) y dos en 6º (5,4%).
En el índice de insatisfacción se detectó que todos los cursos académicos presentaron valores positivos, es decir, consideraban apropiado estar más delgadas de cómo se percibían. No obstante, no se encontró un efecto significativo del curso académico sobre esta variable. Tampoco se halló una correlación significativa entre la edad y este índice (p > 0,05). Además, no se encontraron casos de bailarinas con probabilidad de desarrollar un TCA de acuerdo a los valores de referencia.
En el índice real/ideal también se encontró un efecto significativo del curso académico sobre este parámetro (F = 2,533; p < 0,001). Las bailarinas de 1º mostraron valores negativos en esta variable, lo que significa que veían como ideal un IMC mayor del suyo propio. Por su parte, las participantes de 2º y 3º mostraron un valor de cero, es decir, querían ser exactamente como eran en realidad. Las bailarinas de 4º en adelante tuvieron valores positivos, es decir, veían como ideal figuras con un menor IMC del que en realidad tenían. Para este índice se pudieron detectar diferencias significativas entre las alumnas de 1º y 5º (p < 0,001). También se halló una correlación directa entre la edad de las bailarinas y el índice real/ideal (r = 0,28; p < 0,001).
DISCUSIÓN
El objetivo de esta investigación fue estudiar la distorsión de la imagen corporal en bailarinas en etapa de formación en función del curso académico en el que se encontraban y su edad. Entre los principales hallazgos destacan las diferencias encontradas en el índice de distorsión entre los cursos iniciales comparados con los cursos superiores, así como una correlación inversa entre la edad y el índice de distorsión. Esto supone que las bailarinas de menor edad y curso académico creían tener un mayor IMC del que realmente tenían, mientras que las bailarinas que se encontraban cursando los cursos superiores y/o tenían mayor edad ajustaban mejor su autopercepción al peso corporal que realmente presentaban. Por tanto, se puede apreciar un mayor grado de alteración respecto a la imagen autopercibida en quienes se encuentran iniciando la adolescencia. Esto coincide con lo investigado por Esnaola 34, quien concluyó que, como consecuencia de los cambios que sufren los individuos durante la pubertad, terminan adquiriendo cierto grado de madurez psicológica. Estos resultados también podrían deberse a que las alumnas de mayor edad llevan más tiempo en el mundo de la danza y, por tanto, han podido incorporar mayores conocimientos sobre cuál es su físico real y también el físico esperado como bailarinas 35. Sin embargo, en otra investigación se encontró que las bailarinas con una formación superior tienden a tener un mayor afán por alcanzar un cuerpo esbelto y a presentar TCA 30. Es contradictoria la evidencia vigente sobre en qué momento se alcanza el mayor descontento físico, habiendo pocos estudios realizados en danza. Algunos autores consideran que es mayor el riesgo al aproximarse a la adultez 14, mientras que otros investigadores concluyeron que la adolescencia es el periodo de mayor riesgo para desarrollar trastornos de la imagen corporal 11,12. Es por esto que se requiere de mayores investigaciones que analicen la relación entre el índice de distorsión, el curso académico y la edad de las bailarinas.
Otro de los hallazgos de la presente investigación fueron los relacionados con el índice real/ideal. Las participantes de los cursos inferiores y con menor edad determinaron como ideal figuras con un IMC mayor o similar del que en realidad presentaban, mientras que las de los cursos superiores y con mayor edad marcaban como ideal estar más delgadas. Debido a que no se encontraron diferencias significativas en la imagen ideal en función del curso académico ni de la edad de las participantes, los resultados detectados en el índice real/ideal responden a un incremento progresivo de la imagen real con el paso de los años. La imagen real se establece con la relación de peso y talla, por lo que las diferencias encontradas en las participantes en función del curso académico y de la edad podrían estar influenciadas por la existencia de la maduración biológica de las bailarinas analizadas al encontrarse las mismas en edad de desarrollo 36. No en vano, en la presente investigación se encontró una relación positiva y significativa entre la edad de las participantes y el IMC, lo que respalda esta teoría.
En relación a la preferencia existente en los cursos superiores y entre las bailarinas de más edad a estar más delgadas de lo que en realidad estaban, los resultados son acordes a lo encontrado en estudios previos realizados en bailarinas y practicantes de deportes estéticos 23,24. Esto podría deberse a que las bailarinas de mayor edad y de los cursos superiores son las que se encuentran practicando danza desde hace más tiempo y las que mayor presión tienen por alcanzar el profesionalismo. En esta línea, estudios previos han señalado que la insatisfacción corporal es elevada cuando la apariencia y el peso corporal son determinantes 23,24. Dicho estrés podría favorecer un desarrollo elevado de perfeccionismo y exigencia, favoreciendo la aparición de TCA 24,30. Sin embargo, debido a la escasa evidencia encontrada sobre esta temática, resultaría de suma utilidad que futuros estudios se centren en estudiar la relación entre dichos parámetros.
No se encontró en las bailarinas un elevado índice de insatisfacción, hallándose en todas las participantes una tendencia similar, sin importar su curso académico ni su edad, a desear estar más delgadas. Estos resultados no resultan sorprendentes, ya que es sumamente común encontrar en la mujer una tendencia hacia la reducción de su peso corporal 15. Estudios previos determinaron que, en cierta medida, esto se debe a que se espera que ellas puedan alcanzar un cuerpo delgado y magro 8. No alcanzar este parámetro establecido puede provocar que las mujeres desarrollen insatisfacción corporal y trastornos de la imagen corporal, independientemente de su edad 2,9. Adicionalmente, la presión que ejerza el entorno de las bailarinas puede terminar agravando este deseo de querer conseguir un cuerpo delgado 4. A su vez, una fuerte identificación como bailarina eleva los riesgos de que se vea alterada la valoración corporal 37. Todo esto alcanzaría a repercutir en quienes practican danza, por lo que podría provocar una mayor persecución por alcanzar el estereotipo ideal establecido para esta disciplina 38. De hecho, investigaciones previas han encontrado una menor preocupación por el peso corporal en aquellas bailarinas que no habían madurado biológicamente 29. En esta misma línea, otro estudio detectó que las bailarinas con mayor formación en danza solían buscar con mayor asiduidad alterar su peso corporal 30. No obstante, los grados de distorsión mostrados por la presente muestra no revelaron una posible aparición de TCA según los criterios establecidos por los autores del test 32.
Otro dato de interés de la presente investigación fue que diez personas de la muestra analizada mostraron un índice de distorsión elevado, pudiendo ser categorizadas con posible riesgo de padecer TCA, de acuerdo al baremo creado por los autores del TSA 32. Este dato concuerda con otro estudio, el cual detectó que en dicha población es frecuente encontrar trastornos de la imagen corporal y TCA 24. Adicionalmente, un metaanálisis concluyó que los TCA en esta población suelen prevalecer en el 12% de las bailarinas 28. Incluso, en un 14% de las bailarinas suelen aparecer alteraciones de su ciclo menstrual 27.
El bajo número de bailarinas con posible riesgo de desarrollar TCA podría estar relacionado con que son mujeres que aún se encuentran en el proceso formativo; por tanto, quizás el nivel de exigencia al cual están siendo sometidas no sea tan estricto como ocurre a nivel profesional, lo cual favorece en cierta medida que no se dispare la prevalencia de participantes con posible riesgo de desarrollar TCA 39. Un grupo de investigadores encontró que la prevalencia de TCA en bailarinas suele reducirse a medida que ellas van creciendo 30. Por otra parte, en otra investigación se halló que uno de los factores que termina condicionando la aparición de TCA es el ambiente y grado de aceptación que exista en el centro académico de danza en torno a la delgadez 35,28. De todos modos, en los centros de formación de bailarinas es sumamente importante instruir adecuadamente al personal docente. Torres-McGehee y cols. 40 encontraron que quienes suelen trabajar en dichos centros presentan un nivel de conocimiento insuficiente para poder identificar de forma anticipada los TCA en el alumnado. Es por esto que sería sumamente importante educar desde los inicios a las bailarinas sobre cuál es el peso corporal adecuado para su rendimiento deportivo. No obstante, se ha de tener en cuenta que solo se consideró la insatisfacción y distorsión de la imagen corporal de las bailarinas para predecir el potencial riesgo de desarrollar TCA, cuando la aparición de este trastorno depende de numerosos factores 25. Por tanto, son recomendables más estudios en bailarinas de diferentes edades que evalúen los diferentes factores de riesgo para sufrir un TCA.
A la hora de analizar la clasificación de las figuras se pudo apreciar que en la mayoría de los casos la respuesta fue apropiada al IMC de la silueta y parecida para ambos sexos, pudiendo deberse las diferencias a los diferentes roles que marca el modelo pro-delgadez para los hombres y las mujeres 2. No obstante, la mayoría de las bailarinas eligieron como propia una figura que previamente habían clasificado como normal, a pesar de que según su IMC eran delgadas. Esta diferencia entre la clasificación inter e intrasujetos quizás responda a que las bailarinas se ven influenciadas por los patrones estéticos, lo que conlleva a que se exijan a sí mismas más por alcanzar un cuerpo magro y atractivo que al resto 2,4. A su vez, otro de los factores que podrían explicar esto es que tienen un elevado grado de internalización por un físico delgado 6,9. Cuando la internalización por alcanzar un cuerpo fino es elevada, aumenta el riesgo de que desarrollen insatisfacción corporal y TCA 8,23,24.
En cuanto a las limitaciones con las cuales contó la presente investigación, al emplear una investigación de corte transversal no se pudo valorar cómo evolucionaron los parámetros examinados en función del tiempo. Aplicar un estudio de carácter longitudinal podría ser de utilidad para dilucidar cómo se comportan las variables analizadas a medida que transcurre el tiempo. Una segunda limitación se debe a que resulta difícil poder determinar el nivel de veracidad con el cual las bailarinas contestaron al cuestionario, a pesar de que la participación fue voluntaria. Como tercer aspecto, cabe destacar que son numerosos los factores que inciden en la aparición de TCA. En la presente investigación solo se evaluó la percepción y distorsión de la imagen corporal y no se utilizaron otros instrumentos, por lo que los resultados sobre este parámetro deben ser tomados con cautela.
En conclusión, se pudo observar que las bailarinas de los cursos iniciales y menor edad se veían más gruesas de lo que realmente estaban. Asimismo, también fueron estas quienes presentaron un menor peso corporal. En consecuencia, esto podría estimular una preocupación excesiva por su imagen corporal, favoreciendo la aparición de una insatisfacción corporal y alteraciones en su alimentación. De todos modos, el número de personas identificadas con riesgo potencial de poder llegar a desarrollar TCA fue bajo. Por todo esto, resulta conveniente comenzar a educar desde edades tempranas a las bailarinas sobre cuál es la imagen corporal apropiada para maximizar su rendimiento sin tener que sacrificar su salud, y que a su vez sea compatible con lo establecido dentro de la exigencia profesional. El trabajo realizado contribuye a vislumbrar la valoración de la imagen corporal en las bailarinas y ayuda a poder identificar de forma temprana a aquellas bailarinas con riesgo de desarrollar TCA.