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Nutrición Hospitalaria

versión On-line ISSN 1699-5198versión impresa ISSN 0212-1611

Nutr. Hosp. vol.35 no.4 Madrid jul./ago. 2018  Epub 18-Nov-2019

https://dx.doi.org/10.20960/nh.1680 

Revisiones

Intervenciones para promover estilos de vida saludables y su efecto en las variables psicológicas en sobrevivientes de cáncer de mama: revisión sistemática

Interventions to improve healthy lifestyles and their effects on psychological variables among breast cancer survivors: a systematic review

Víctor Alexander Quintana López1  , Karina de Jesús Díaz López1  , Graciela Caire Juvera1 

1Coordinación de Nutrición. Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A.C. (CIAD, AC). Hermosillo, Sonora. México.

Resumen

Introducción:

las estrategias para mejorar la dieta y actividad física (AF) en estudios de intervención en sobrevivientes de cáncer de mama (CaMa) pueden aumentar la adherencia a estilos de vida saludables y mejorar algunas variables psicológicas como calidad de sueño, calidad de vida y ansiedad.

Objetivo:

analizar estudios sobre intervenciones en dieta y AF y su efecto en variables psicológicas en sobrevivientes de CaMa, evaluar los resultados obtenidos, metodología y estrategia utilizadas.

Metodología:

la búsqueda se realizó desde marzo de 2016 hasta diciembre de 2017 en PubMed y Metabuscador Google Schoolar. Se revisó la literatura existente de 2006 a 2017 sobre intervenciones de estilo de vida en sobrevivientes de cáncer de mama y su efecto en variables psicológicas. Se incluyeron publicaciones de acceso libre en inglés y español y se excluyeron aquellos que fueran resúmenes de congresos, de acceso restringido o protocolos de estudios. Para la identificación de artículos se utilizaron las siguientes palabras claves o su combinación: alimentación y cáncer de mama, actividad física y cáncer de mama, ansiedad, depresión, calidad de vida y variables psicológicas. De los artículos seleccionados se llevó a cabo un análisis cualitativo de la metodología utilizada, de la estrategia empleada para promover los cambios y de logros al final del programa.

Resultados:

se identificaron 16 estudios de intervención; el 100% obtuvo resultados positivos. La práctica de actividad física mejoró la calidad de vida y disminuyó la fatiga, la ansiedad y la depresión. En las intervenciones donde se hicieron cambios saludables en la alimentación, las sobrevivientes mejoraron su calidad de vida y la calidad de sueño y disminuyeron la fatiga y los síntomas depresivos.

Conclusiones:

son pocas las intervenciones para mejorar dieta y AF que consideran variables psicológicas en sobrevivientes de CaMa; aunque todas han obtenido resultados positivos, no se conoce si estos se mantienen a largo plazo.

Palabras clave: Cáncer de mama; Dieta; Actividad física; Nutrición; Bienestar emocional

Abstract

Introduction:

strategies to improve diet and physical activity (PA) in intervention studies among breast cancer (BC) survivors can increase adherence to healthy lifestyles and improve some psychological variables such a quality of life, sleep quality, and anxiety.

Objective:

to analyze studies about interventions on diet, PA and psychological variables in BC survivors; to evaluate the obtained results, and determine the methodology and strategy used.

Methodology:

the search was conducted from March 2016 to December 2017 in PubMed and Google Schoolar Metasearch. We reviewed the existing literature from 2006 to 2017 about lifestyle interventions in breast cancer survivors and their effect on psychological variables. Free-access publications in English and Spanish were included, and abstracts of congresses, restricted access or study protocols were excluded. For the identification of the articles, the following keywords or their combination were used: diet and breast cancer, physical activity and breast cancer, anxiety, depression, quality of life, psychological variables. From the selected articles, a qualitative analysis was carried out considering the methodology used, the strategy under which the changes were promoted, and achievements at the end of the program.

Results:

sixteen intervention studies were identified, and 100% of them obtained positive results. The practice of physical activity improved quality of life and decreased fatigue, anxiety and depression. The interventions that used healthy changes based on diet reported that survivors improved their quality of life and sleep quality, and decreased fatigue and depressive symptoms.

Conclusion:

there are few interventions aimed at improving diet and PA that consider psychological variables in BC survivors; although all have obtained positive results, it is not known whether these results are maintained in the long term.

Key words: Breast cancer; Diet; Physical activity; Nutrition; Emotional well-being

INTRODUCCIÓN

El cáncer de mama (CaMa) actualmente es la neoplasia maligna más frecuente en mujeres a nivel mundial y la tendencia sigue aumentando 1. En México, a diferencia de algunos países desarrollados, las mujeres se están diagnosticando a una edad promedio mucho menor y el 60% de ellas mueren a edad temprana (30-50 años). En las últimas cinco décadas, las cifras por morbilidad y mortalidad en este país han aumentado 2. Existen altos índices de mortalidad por esta enfermedad, lo que indica la importancia de promocionar estilos de vida saludables en las sobrevivientes 3. Cerca del 50% de las mujeres que son diagnosticadas con la neoplasia viven aproximadamente de tres a cinco años. Una posible causa a este corto tiempo de sobrevivencia es el diagnóstico tardío 4. Las mujeres sobrevivientes de CaMa requieren de atención especial sobre los cuidados de su salud después de finalizado el tratamiento. Entre otras de sus necesidades, están las de recibir constantemente información especializada por parte de profesionales capacitados sobre temas de estilos de vida saludables.

En muchos estudios se ha evidenciado la importancia de tener una dieta saludable, baja en el consumo de carnes rojas y grasa saturada, y alta en el consumo de fibra, frutas y vegetales, para prevenir el riesgo de CaMa 5,6,7. Asimismo, la práctica de ejercicio físico trae múltiples beneficios para cualquier persona, en especial para las mujeres posmenopáusicas con problemas de obesidad, ya que se ha visto que el aumento del nivel de deporte o de actividad física recreativa en las mujeres disminuye el riesgo de la enfermedad 8,9.

La Sociedad Americana del Cáncer recomienda a los sobrevivientes de cáncer realizar a la semana al menos 150 minutos de actividad física moderada o 60 minutos de actividad vigorosa, mantener un peso corporal saludable, no fumar y consumir seis porciones de frutas y verduras cada día 10. Pese a ello, muy pocas mujeres sobrevivientes de cáncer mamario reciben y realizan estas recomendaciones 11, de ahí que más del 70% de ellas presentan sobrepeso y obesidad 12. Además de estas complicaciones físicas, las sobrevivientes se enfrentan a menudo a problemas emocionales como estrés, depresión y miedo a la recurrencia 13. Por ello, son necesarias las intervenciones que promuevan cambios saludables en el estilo de vida y que a su vez repercutan en el bienestar emocional.

Pueden ser varios los factores que influyen en el hecho de que las sobrevivientes de cáncer no se adhieran a las recomendaciones. Uno de ellos es que algunos de los profesionales de la salud que están a cargo del seguimiento de las pacientes no siempre proporcionan las indicaciones necesarias para que hagan cambios saludables. Esto se pudo observar en un estudio con mujeres con CaMa en el noroeste de México, donde únicamente 28 de 50 de ellas recibieron sugerencias de cambios en su alimentación y solo el 50% de estas sugerencias fueron hechas por el médico 14. La falta de consejos prácticos para adherirse a un estilo de vida saludable da como resultado que las pacientes continúen con aquellos hábitos que se han considerado como factores de riesgo para su sobrevivencia.

Los tratamientos que se utilizan para el cáncer mamario traen consigo diferentes desafíos, como temor al rechazo, dificultades económicas o simplemente dolores físicos; esto resulta un factor determinante del bienestar emocional 15. Las investigaciones sobre cambios en alimentación y su relación con el bienestar emocional intentan probar que un estilo de vida saludable puede ayudar a atenuar estas afectaciones emocionales, ya que el acompañamiento nutricional hará que la confianza aumente el bienestar y así tengan pensamientos positivos sobre el pronóstico de la enfermedad 16.

A causa del diagnóstico y de los tratamientos, se presentan altos niveles de estrés, de depresión, así como una baja calidad de vida en las mujeres que han padecido cáncer de mama 17. Al estudiar a mujeres uruguayas durante los primeros cinco años después del diagnóstico, los resultados indicaron que experimentan ansiedad por la evolución de la enfermedad, así como por reincorporarse a sus actividades laborales, y estrés por el cambio en la dinámica familiar 18. El panorama para las mujeres mexicanas no es muy diferente, ya que Morales-Chávez y cols., en 2007, llevaron a cabo un estudio con 225 mujeres derechohabientes del Instituto Mexicano del Seguro Social y encontraron que el 14,2% de ellas presentó depresión y el 26,5%, niveles altos de ansiedad 19.

Se han realizado revisiones sobre los programas de intervención con dieta o actividad física en mujeres que padecen o han padecido cáncer de mama. La mayoría de estas revisiones se enfocan en la adherencia al programa, el pronóstico de la enfermedad y los cambios en el peso y composición corporal. Sin embargo, no se han encontrado revisiones con relación al efecto de la dieta o actividad física sobre las variables psicológicas en este grupo de mujeres. Por lo tanto, el objetivo de este artículo de revisión consiste en analizar aquellos programas de intervención sobre dieta y actividad física dirigidos a mujeres sobrevivientes de cáncer de mama y su impacto en las variables psicológicas, como calidad de sueño y de vida, ansiedad, estrés, depresión y fatiga.

METODOLOGÍA

Se realizó una búsqueda de toda la literatura existente dando prioridad a los artículos publicados del año 2006 hasta 2017, pero considerando como máximo el año 1990 para tomar en cuenta las publicaciones que, por la relevancia de los hallazgos, fueran de utilidad para nuestro trabajo. Se consultaron las bases de datos: PubMed y Metabuscador Google Schoolar, así como también se realizó una búsqueda manual de las referencias citadas en los artículos seleccionados y consideradas relevantes. Se eligieron estudios publicados en idioma español e inglés y se utilizaron las siguientes palabras claves o su combinación en ambos idiomas para la búsqueda: cáncer de mama, alimentación y cáncer de mama, ejercicio físico y cáncer de mama, ansiedad, depresión, calidad de vida y aspectos psicológicos. De los artículos seleccionados, se llevó a cabo un análisis cualitativo de los siguientes rubros: metodología utilizada, la estrategia bajo la cual se promovieron los cambios y logros al final del programa.

Una vez eliminados los artículos repetidos, la selección se realizó tomando en cuenta los siguientes criterios: artículos libres en inglés o español, artículos originales de intervenciones de estilo de vida en sobrevivientes de cáncer de mama y artículos que analizaran la relación de estilo de vida y variables psicológicas. Como criterios de eliminación se tuvieron los siguientes: resúmenes de congresos y artículos con acceso restringido.

RESULTADOS

El diagrama de búsqueda se presenta en la Figura 1. Se identificaron 496 artículos como potencialmente relevantes. Después de la lectura del título, se eliminaron 462 por estar repetidos, por ser protocolos o porque no se relacionaban específicamente con el tema. De los 34 restantes, se procedió a la lectura del resumen y se eliminaron 26 por ser de acceso restringido, ser protocolos de estudios y no ser ensayos clínicos. Quedaron ocho artículos para la lectura de texto completo, de los cuales fueron excluidos dos por ser población inapropiada y por tener datos incompletos. Adicionalmente, se agregaron diez artículos tomados de referencias de los mismos artículos seleccionados, dando como resultado un total de 16 estudios incluidos en esta revisión.

Figura 1. Diagrama de búsqueda de artículos. 

Cada uno de los resultados de los programas de intervención que se han implementado en pacientes y sobrevivientes de cáncer de mama se presentan en la Tabla 1. Se mencionan los autores, el diseño del estudio y su objetivo, la población del estudio, las variables que se estudiaron y cómo se midieron, la estrategia utilizada y el tiempo del programa y, por último, los resultados relevantes. Un total de diez estudios son de intervenciones relacionadas con la actividad física, dos estudios son intervenciones con dieta y cuatro presentan una intervención donde se combinan la dieta y la actividad física.

Tabla I. Programas de intervención para mejorar el estilo de vida en pacientes y sobrevivientes de cáncer de mama y su relación con variables psicológicas 

INFLUENCIA DE LA ACTIVIDAD FÍSICA EN CALIDAD DE VIDA, FATIGA, ANSIEDAD, DEPRESIÓN E INSOMNIO

A pesar de que las organizaciones de cáncer a nivel mundial recomiendan la práctica regular de ejercicio, no se ha logrado al día de hoy que esta recomendación sea parte de la rehabilitación oncológica de las mujeres sobrevivientes 20. Esto es así aun cuando las investigaciones en ese sentido apuntan a una mejoría durante y después del tratamiento. Por ejemplo, Fernández (2014) 21 encontró que un programa de entrenamiento de fuerza de intensidad moderada y aérobico intenso en mujeres que recibieron tratamiento por cáncer de mama, además de ayudarlas físicamente, mejoró la calidad de vida, disminuyó la fatiga y mejoró la dismetría funcional de la extremidad del lado afectado.

En otra investigación llevada a cabo por De Jesús y cols. (2017) 22 para determinar la viabilidad de un programa de ejercicio de rehabilitación oncológica, integrado en un programa de rehabilitación cardiaca, se incluyó a 17 mujeres canadienses con diagnóstico de cáncer de mama invasivo en etapas I, II y III. La calidad de vida mejoró a las 16 semanas de intervención, especialmente en bienestar físico, social/familiar y funcional y se presentó una tendencia de disminución de los síntomas severos como dolor, fatiga, náuseas y ansiedad. De manera similar, Milne y cols. (2008) 23 examinaron los efectos de los ejercicios aeróbicos combinados con ejercicios de resistencia supervisados durante 12 semanas sobre calidad de vida, fatiga, ansiedad y condición, y concluyeron que el ejercicio aeróbico y de resistencia combinado poco después de la finalización de la terapia para el cáncer de mama, produce mejoras considerables y rápidas en los resultados relacionados con la salud y sobre todo en estas variables psicológicas.

En una intervención de activación conductual, a través de un programa de actividad física con mujeres sobrevivientes de cáncer de mama 24, se observó una disminución de los síntomas de depresión, así como de los síntomas de ansiedad y un aumento de 34.095 a 43.439 pasos semanales. Pese a que este aumento fue estadísticamente significativo, las sobrevivientes siguen teniendo menos pasos que los 10.000 diarios que las organizaciones recomiendan para esta población. Por otro lado, los efectos de ejercicios como el yoga también se han estudiado, obteniendo resultados prometedores. Winters-Stone y cols. (2017) 25 evaluaron si una intervención de ocho semanas con 90 pacientes con cáncer de mama a las que se les proporcionó un DVD de ejercicio aumentaba la probabilidad de ejercitarse. Se logró que en el grupo que recibió recomendación verbal del oncólogo para hacer ejercicio, además de un DVD de yoga específico para el cáncer, disminuyera la fatiga y se mantuviera la iniciativa de realizar ejercicio.

En 2013, Mustian y cols. 26 llevaron a cabo un ensayo clínico con 410 sobrevivientes de cáncer de mama, con el objetivo de determinar la eficacia de una intervención estandarizada de yoga, en comparación con atención estándar para mejorar la calidad global del sueño. Las participantes fueron asignadas aleatoriamente a un grupo de intervención que recibió un programa estandarizado de yoga para supervivientes del cáncer o al grupo control que utilizó un formato de atención estándar proporcionada por sus oncólogos tratantes. A las cuatro semanas, las participantes de yoga mostraron una mayor mejora en la calidad del sueño global y, en segundo lugar, se mejoró la calidad subjetiva del sueño, disfunción diurna, la eficiencia del sueño y, después de la intervención, mejoró el uso de medicamentos (p ≤ 0,05).

En otro programa de intervención 27 se evaluaron los beneficios del ejercicio de resistencia en la calidad de vida y la fatiga de sobrevivientes de cáncer de mama. Se incluyeron 39 mujeres australianas y se encontró que el ejercicio físico se asoció con una mejora de la fatiga (p = 0,006) y con una mejor calidad de vida (p = 0,015). De manera similar, Rogers y cols. en 2015 28 examinaron los efectos de una intervención con ejercicio físico, pero esta vez sobre el sueño en sobrevivientes de cáncer de mama, en el que incluyeron a 42 participantes asignadas al grupo de intervención o al control. El grupo de intervención consistió en una rutina combinada aeróbica con entrenamiento de fuerza, que incluyó sesiones supervisadas en el lugar dos veces por semana y sesiones domiciliarias sin supervisión dos veces por semana, y al grupo control se le pidió que continuaran con sus actividades normales. A los tres meses, el grupo de intervención demostró un aumento significativo en la duración del sueño PSQI comparado con el grupo control (p = 0,03).

Cadmus y cols., en el año 2009 29, llevaron a cabo un estudio con sobrevivientes de cáncer de mama que se dividió en dos partes. La primera consistió en involucrar a 50 mujeres de reciente diagnóstico a un programa de ejercicios en el hogar (n = 25) o a un grupo que recibió atención habitual (n = 25). El programa de ejercicio se basó en la recomendación de realizar 30 minutos de actividad física moderada cinco días a la semana, mientras que al grupo de atención habitual se les dijo que podían hacer ejercicio por sí mismos si lo deseaban. A los seis meses, ambos grupos mejoraron los síntomas de depresión, ansiedad y estrés. La segunda parte del estudio consistió en la misma intervención, pero con mujeres sobrevivientes de cáncer de mama después de finalizar el tratamiento. A los seis meses, el cambio en el grupo de ejercicio en depresión, ansiedad y estrés fue de 9,3, 32,8 y 12,8 a 9,6, 32,1 y 12,9, respectivamente, mientras que en el grupo de atención habitual el cambio fue de 9,2, 33,6 y 13,1 a 10,8, 34,1 y 13,8.

En un estudio interesante por el tipo de estrategia utilizada 30, se evaluó la efectividad de una intervención de ejercicio domiciliaria en los niveles de actividad física, medidas antropométricas, calidad de vida relacionada con la salud y biomarcadores sanguíneos en sobrevivientes de cáncer de mama. En el grupo de intervención, las participantes recibieron la estrategia de entrevista motivacional para incrementar la actividad física, mientras que el grupo control recibió información estándar con respecto a actividad física, tal como se brinda a todos los pacientes con cáncer de mama. La estrategia de la entrevista motivacional consistió en hablar cara a cara con las participantes, considerando la empatía, el desarrollo de la discrepancia, rodar con la resistencia y apoyar la autoeficacia. Esta estrategia se tradujo en una mejora pequeña pero significativa en los puntajes de calidad de vida (108,6 a 114,4 puntos), en comparación con el grupo de atención habitual durante el periodo de intervención de seis meses (p < 0,05).

INFLUENCIA DE LA DIETA EN DEPRESIÓN, INSOMNIO, CALIDAD DE VIDA Y FATIGA

Además de mejorar la calidad de vida, se ha observado que una dieta saludable puede ayudar a disminuir la fatiga y aumentar la calidad del sueño. Zick y cols. (2016) 31 evaluaron si una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros y ácidos grasos omega 3 mejoraba la fatiga y la calidad de sueño en comparación con un asesoramiento general de salud. El grupo de intervención se sometió a una dieta que incluyó estos alimentos y el grupo de comparación incluyó ocho temas de salud como: salud bucal, vista saludable, medicamentos, piel y cabellos saludables, teléfonos celulares y salud, pérdida de audición, detección de cáncer colorrectal y prevención de resfriados. Se utilizó la teoría social cognitiva de Bandura mediante sesiones breves de 15 minutos por teléfono para ambos grupos. Los autores encontraron que en el grupo que manejó la dieta, mejoró la fatiga en un 39% comparado con el grupo de cuidados generales (34%). Además de ello, también se observó un aumento de la calidad de sueño en el grupo de intervención.

De manera similar, se realizó un estudio piloto con 21 mujeres posmenopáusicas sobrevivientes de cáncer de mama de Minnesota, las cuales presentaban sobrepeso u obesidad 32. El objetivo del estudio fue determinar si una pérdida de peso significativa de aproximadamente el 10% conducía a cambios benéficos en biomarcadores asociados al cáncer y/o a la recurrencia, así como en la calidad de vida. Los autores asignaron a las participantes a un grupo de control de peso donde se proporcionaron guías sobre restricción calórica o a un grupo de restricción calórica que consistió en proporcionarles todas sus comidas de lunes a viernes durante 12 semanas con una disminución de 600 a 900 kilocalorías. Entre los resultados más relevantes, se encontró que ambos grupos bajaron de peso, que la restricción calórica condujo a niveles más bajos de leptina y que la calidad de vida mejoró (de 71,2 a 75,8 puntos en grupo intervenido vs. 59,0 a 60,4 en grupo control).

INFLUENCIA DE LA ACTIVIDAD FÍSICA Y LA DIETA EN DEPRESIÓN, INSOMNIO, CALIDAD DE VIDA Y FATIGA

La combinación de un estilo de vida saludable considerando la alimentación y la actividad física en los programas de intervención pudiera dar resultados favorables sobre las variables psicológicas. En un estudio realizado por Befort y cols. (2011) 33, se examinó el impacto de una intervención de control de peso grupal en sobrevivientes de cáncer de mama obesos y de zonas rurales remotas. Se reclutaron 30 mujeres sobrevivientes de cáncer de mama con obesidad y se sometieron a una intervención que incluyó una dieta baja en calorías, actividad física y sesiones telefónicas grupales semanales. A los seis meses, se observaron mejoras significativas para el dolor articular (p = 0,001), síntomas depresivos (p = 0,001) y subescalas de la imagen corporal.

Saxton y cols. (2014) 34 realizaron una intervención hipocalórica de alimentación saludable y ejercicio con mujeres con cáncer de mama. Los resultados indicaron que en el grupo de intervención se presentó una disminución de los síntomas depresivos; asimismo, aumentó el cortisol salival matutino, lo que refleja una mejor calidad de sueño. Esto tiene una implicación en la regulación del hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, lo cual resulta importante, ya que puede afectar negativamente al funcionamiento del sistema inmunológico y el impacto sobre la supervivencia. En otro estudio 35, se investigaron los efectos de una intervención de estilo de vida en el peso corporal y otros indicadores de salud que influencian el pronóstico en mujeres con sobrepeso que se recuperan de cáncer de mama. Se incluyó a 90 mujeres de Reino Unido que tuvieran de tres a 18 meses de haber finalizado su tratamiento, y se encontró que la calidad de vida mejoró significativamente en el grupo de intervención (cambio en grupo intervenido con respecto al control, 13,3 vs. 5,1 puntos, p = 0,004). Esto parece indicar que la combinación de la dieta con la actividad física saludables puede potenciar el efecto de una intervención sobre la calidad de vida.

Por último, en el estudio realizado por Swisher y cols. (2015) 36 se evaluó si la participación en un programa de asesoramiento dietético y de ejercicio mejoraba la grasa corporal, la función física y la calidad de vida en las sobrevivientes de cáncer de mama, y si la participación en el programa tenía efectos benéficos sobre los marcadores relacionados con la obesidad. Un total de 23 mujeres fueron asignadas aleatoriamente a un grupo de intervención que recibió el programa "Get Fit for the Fight", que consistió en ejercicio aeróbico supervisado de intensidad moderada tres veces por semana en el centro de ejercicios y dos sesiones no supervisadas por semana en el hogar, o al grupo control, que recibió materiales informativos sobre estilo de vida saludable. El programa duró 12 semanas y, al finalizar, la calidad de vida, medida por el FACT-B, mostró una mejora significativa en las subescalas de bienestar físico (p < 0,05) y específica del cáncer de mama (p < 0,01), así como en la puntuación total (p < 0,05) para el grupo de intervención.

DISCUSIÓN

El objetivo de esta revisión consistió en analizar aquellos programas de intervención sobre dieta y actividad física dirigidos a mujeres sobrevivientes de cáncer de mama y su impacto en calidad de sueño y de vida, ansiedad, estrés, depresión y fatiga. La mayoría de los estudios encontrados analizaban los efectos del ejercicio físico en la salud de esta población.

Se sabe que los sobrevivientes de cáncer se enfrentan a múltiples malestares físicos y de tipo emocional, a consecuencia de todo el proceso de la enfermedad. La práctica de actividad física puede tener efectos benéficos sobre los factores que con mayor frecuencia afectan de manera negativa, por ejemplo, calidad de vida, preocupaciones, alteraciones del sueño y dolor, entre otros 37. Sin importar la edad que tengan las sobrevivientes de cáncer de mama, la actividad física trae beneficios saludables. En ese sentido, se han propuesto algunos mecanismos para entender de qué manera la actividad física mejora el estado de ánimo. Harber y Sutton (1984) 38 reportaron que el ejercicio físico mejora la función cerebral y el sueño debido al papel de las betaendorfinas, las cuales generan una sensación de placer y bienestar, disminuyen los síntomas depresivos y también mejoran la autoestima.

Sin embargo, se ha visto que en mujeres mayores de 50 años la falta de ejercicio físico se ha asociado a diferentes barreras como falta de tiempo, no tener con quién hacer ejercicio, aburrimiento, fatiga y falta de disciplina. También se ha observado que, a mayor edad, se presenta menor motivación para eliminar estas barreras, por lo que hay un área de oportunidad importante en mujeres mayores 39. Por ello es que resulta esencial realizar intervenciones dirigidas a vencer estas barreras y promover la práctica de ejercicio regular en esta población. En la presente revisión, se encontró que todas aquellas intervenciones de actividad física tuvieron un impacto positivo en las variables psicológicas. El efecto fue diferente dependiendo del tipo de la intervención, así como de la duración y la estrategia utilizada. Esto coincide con lo encontrado en otras revisiones como la realizada por Burke y cols. (2003) 40, donde se encontró que los aspectos potenciales del efecto son la dosis comparativa, la forma de aplicación de la estrategia y el área de la problemática.

No obstante, aun cuando la dosis difiere, se pueden observar cambios favorables. Por ejemplo, en el estudio de Fernández en 2014 21, la calidad de vida mejoró y se presentó una disminución de la fatiga, con una intervención de 22 semanas. De igual forma, Milne y cols. (2008) 23, en su estudio de 24 semanas, encontraron cambios favorables en calidad de vida, y también Morales-Cruz y cols. (2017) 24 observaron una disminución en los síntomas depresivos y de ansiedad durante 12 semanas del programa. En cuanto a la fatiga, se encontró una disminución de la misma con un programa de 16 semanas 27 y con otro de ocho semanas 25. Todos los cambios descritos anteriormente fueron estadísticamente significativos. Otro estudio concluyó que hubo una tendencia a mejorar la calidad de vida con un programa de 16 semanas 22.

Todo lo anterior nos permite observar la importancia que tiene fomentar de forma guiada la práctica regular de actividad física en las sobrevivientes de cáncer de mama. La duración de los estudios es diversa. Algunos con una duración de apenas dos meses logran cambios estadísticamente significativos en las variables psicológicas. Es importante señalar que no requiere de mucho tiempo por parte de instructores y de participantes, ya que en algunos de los estudios donde se encontraron resultados favorables, la frecuencia de las sesiones fue de tres veces por semana.

Por otro lado, las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama recurren con mayor frecuencia al uso de medicina complementaria y alternativa para reducir los malestares emocionales, así como los síntomas físicos o los efectos secundarios de los tratamientos. En ese sentido, la mayoría de ellas presentan depresión, angustia y estrés. Por último, existe incertidumbre en las sobrevivientes de que la enfermedad vaya a regresar y, como medida de protección, algunas procuran tener mayor cuidado con su alimentación 41.

En pacientes oncológicos, un problema particular y muy común es el insomnio, lo que les genera incomodidad y limitaciones, además de que puede aumentar la fatiga. Brindar las estrategias necesarias a los sobrevivientes de cáncer de mama para poder conciliar el sueño brindará mayor bienestar físico y emocional, lo que contribuirá a disminuir la posibilidad de una reincidencia 42. En ese sentido, se han propuesto algunos mecanismos mediante los cuales la alimentación se relaciona con la salud psicológica o viceversa. Por ejemplo, se ha observado una correlación positiva de depresión y ansiedad con obesidad abdominal, la cual puede ser explicada debido al exceso de cortisol durante el estrés prolongado, ya que estimula la ingestión de alimentos, aumenta la grasa troncal y puede causar depresión 43.

Es así como las intervenciones relacionadas con la dieta pueden ayudar a mejorar síntomas como el insomnio y otras variables psicológicas, tal y como se observó en el estudio realizado por Zick y cols. en 2016 31, donde el grupo que consumía frutas, verduras, cereales y ácidos grasos omega 3, aumentó la calidad de sueño y disminuyó la fatiga. Resultados similares se encontraron en la reciente investigación llevada a cabo por Arikawa y cols. (2017) 32, donde se evaluó si una pérdida de peso conducía a cambios benéficos en biomarcadores asociados con cáncer y/o recurrencia de cáncer y calidad de vida en sobrevivientes de cáncer de mama con sobrepeso y obesidad. Al final, se observó que la calidad de vida aumentó.

Sin embargo, a pesar de los beneficios de una alimentación saludable, es importante señalar que hacen falta programas de intervención donde se investigue la influencia de los cambios saludables en variables psicológicas, utilizando solamente la dieta. Sobre todo, se observa que prácticamente no hay estudios que investiguen el efecto de estos programas a largo plazo, una vez que las participantes no se siguen monitoreando, principalmente debido a que se ha informado que la ganancia de peso corporal, además del riesgo de favorecer diferentes enfermedades, empeora la calidad de vida y disminuye la supervivencia global, y se considera que una dieta saludable mejora el pronóstico de la mujer y la calidad de vida 44.

Observamos que existen algunos estudios más con relación a la combinación de la alimentación saludable y la práctica de ejercicio físico y mejoras en variables psicológicas. Hablando específicamente de hábitos de dieta y de actividad física, en general, muy pocas mujeres que han padecido el cáncer reciben orientación nutricional y la mayoría de ellas no siguen las indicaciones. Asimismo, hace falta mayor asesoría respecto a la actividad física que deben realizar, así como estrategias que ayuden a lograr una adherencia a la misma 14.

Mantener hábitos de alimentación y de actividad física saludables no resulta sencillo, es algo complicado y muy pocas veces se puede lograr. En la población de sobrevivientes de cáncer, en particular, los cambios a un estilo de vida saludable son de mayor importancia. Al día de hoy, se ha subestimado por parte de los profesionales de la salud la atención que requiere cada una de las personas que padecen o han padecido cáncer de mama en temas de nutrición y ejercicio físico, así como la recomendación de estrategias que les ayuden a lograr esos cambios 45. Por otra parte, después del tratamiento hay una afectación emocional en las mujeres, destacando la calidad de vida y de sueño, así como la aparición de síntomas de ansiedad 17,18. Como se puede observar en esta revisión, se logran cambios importantes con programas de poca duración, desde las 12 semanas de intervención, lo que habla de que no se requiere mucho tiempo para lograr estilos de vida saludables en las sobrevivientes, aunque queda pendiente observar si estos cambios perduran una vez que finalizó la intervención.

Las estrategias utilizadas en los programas de intervención, como se mencionó anteriormente, tuvieron ciertas variaciones. En el caso de los que manejan la actividad física, la mayoría se basan en entrenamiento individualizado, y en menor proporción se encuentra el entrenamiento de grupo. Se utilizó el reforzamiento con llamadas telefónicas y entrega de DVD, y la frecuencia fue de al menos tres sesiones por semana. En los estudios donde se incluyó la dieta, se ofrecieron guías nutricionales, el tratamiento fue individualizado y se dieron seminarios grupales. Las diferentes estrategias utilizadas funcionaron en prácticamente todos los estudios. Solo en un estudio se observó una estrategia diferente a la consejería, que es lo que comúnmente se realiza, y es la llamada entrevista motivacional. Esta estrategia es todavía poco utilizada en el área de promoción de la salud, pero pudiera ofrecer resultados positivos, sobre todo a medio y largo plazo. En ninguno de los estudios se evaluó el efecto del programa una vez que se dejó de dar el seguimiento a las participantes.

Como limitaciones, destaca que son pocas las intervenciones que actualmente se están llevando a cabo en esta población para evaluar si los cambios saludables en alimentación y actividad física de manera combinada mejoran problemas que constantemente las aquejan, por ejemplo, los trastornos del sueño. Por otra parte, resulta importante que se hagan estudios para evaluar si, después de que las sobrevivientes participan en este tipo de programas, siguen con los nuevos hábitos que se han adquirido, así como si el aumento en calidad de vida y de sueño y la disminución en fatiga, ansiedad y depresión se mantienen. Respecto a las limitaciones de esta revisión, está el hecho de que no se tomaron en cuenta artículos que fueran de acceso restringido, lo que disminuyó el número de estudios incluidos.

CONCLUSIÓN

Una asesoría psicológica como parte de un programa de intervención que incluya a diferentes profesionales de la salud podría ayudar a mejorar el bienestar emocional de pacientes y sobrevivientes de cáncer de mama, así como lo pueden hacer también los cambios saludables en dieta y actividad física. Actualmente no son muchos los programas de intervención para promover y mantener cambios en alimentación y actividad física en mujeres sobrevivientes de cáncer de mama, que además evalúen las variables psicológicas.

En los pocos estudios que se pueden encontrar en la literatura, los resultados son favorables, ya que se observa un cambio positivo tanto en la alimentación y actividad física, así como en el aumento del bienestar emocional, a través de la mejora en la calidad de sueño y de vida y disminución de la depresión, entre otros. Es recomendable realizar estudios donde se evalúe el efecto de una intervención en estilos de vida después de un tiempo de haber finalizado el seguimiento.

BIBLIOGRAFÍA

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Recibido: 17 de Noviembre de 2017; Aprobado: 07 de Febrero de 2018

Correspondencia: Graciela Caire Juvera. Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A.C. Ctra. a La Victoria, km 0,6. 83304 Hermosillo, Sonora. México e-mail: gcaire@ciad.mx

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