INTRODUCCIÓN
El exceso de peso es un tema de interés prioritario y objeto de máxima preocupación, dado que se trata de un problema creciente en todas las poblaciones, especialmente en las desarrolladas, supone un riesgo sanitario, una pérdida de esperanza y de calidad de vida, incrementa los años de padecimiento de enfermedades y supone un aumento en el coste de atención sanitaria 1,2.
Es indudable que el desequilibrio en el balance energético, con una ingesta de energía superior a la gastada, es la razón del problema, pero hay factores sociodemográficos y de estilo de vida que intervienen modificando la ingesta o el gasto energético y merecen ser objeto de atención 1,3,4,5.
PREVALENCIA
Pese a las políticas de salud pública y a los esfuerzos para combatir esta epidemia, más de dos billones de personas en el mundo tienen sobrepeso/obesidad 1.
Teniendo en cuenta datos del estudio Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad (ALADINO) 6,7,8, que estudia muestras representativas de niños españoles de 6-9 años (Tabla 1), se observa que, aunque se ha producido un descenso del exceso ponderal (sobrepeso/obesidad) en 2015 (41,3% frente al 43% de los niños en 2013 y frente al 44,5% en 2011), es indudable la importancia de mantener la vigilancia para evitar retrocesos y conseguir mejoras futuras en la aproximación al peso ideal en la población infantil 5,6,7,8.
Los resultados del estudio ANIBES, realizado en una muestra representativa de la población adulta española (18-64 años) (n = 1.655), ponen de relieve que la prevalencia de sobrepeso fue del 35,8%, la de obesidad del 19,9% y la de obesidad central (cintura/talla ≥ 0,5) del 58,4% 9. Considerando en conjunto datos indicadores de exceso de peso y obesidad abdominal, se observa que solo un 28,9% de los varones y un 42,7% de las mujeres tienen índice de masa corporal (IMC) y relación cintura/talla normales, mientras que un 56,8% de varones y un 43,8% de mujeres presentan adiposidad central y, además, sobrepeso/obesidad 9, por lo que la situación es altamente preocupante y muy mejorable.
CONDICIONANTES DEL PROBLEMA
En el problema del exceso de peso interaccionan factores genéticos, ambientales y psicosociales que actúan como mediadores fisiológicos de la ingesta y del gasto energético 1,3,4,5.
DIFERENCIAS EN FUNCIÓN DE LA EDAD, DEL SEXO Y DEL ENTORNO FAMILIAR
En adultos se observa que ser varón (OR 1,725; 1,415-2,104; p = 0,000) y cada año de aumento en la edad (OR 1,054; 1,045-1,064; p = 0,000) se asocian con un incremento en el padecimiento de obesidad 9. También el riesgo de presentar exceso de peso aumenta en las personas que han realizado dietas de control de peso, exfumadores e individuos casados 2.
Los datos del estudio ALADINO ponen de relieve un mayor padecimiento de sobrepeso/obesidad en varones, con un incremento notable del problema a partir de los 7 años 2,6,7,8.
También en hijos de padres con sobrepeso/obesidad es más frecuente encontrar un exceso de peso, lo que puede deberse al hecho de compartir influencias genéticas, hábitos alimentarios y estilo de vida 6,7,8. Por otra parte, el exceso de peso es más frecuente en hijos de padres fumadores, especialmente si fuman ambos 2.
IMPACTO DE LA INACTIVIDAD, DEL SEDENTARISMO Y DEL OCIO PASIVO (TIEMPO VIENDO LA TELEVISIÓN, ANTE UNA PANTALLA...)
Una de las principales influencias que interviene en el exceso de peso es el creciente sedentarismo y la escasa actividad física 2. Teniendo en cuenta datos de Mielgo-Ayuso y cols. 10 comparando las pautas de actividad de la población española (estudio ANIBES) con las recomendadas, se observa que un 36,2% de los adultos realizó < 150 min/semana de actividad física moderada, el 65,4% realizó < 75 min/semana de actividad vigorosa y el 27,0% no realizó ninguna actividad. Entre los niños y adolescentes, un 55,4% realizó menos de los 420 min/semana de actividad (vigorosa o moderada) marcados como convenientes. En este sentido, es cierto que el sedentarismo y la falta de actividad física se asocian con un menor gasto energético (y dificultad para mantener el balance energético y el peso), pero, además, se asocian con alteración de hábitos alimentarios en una dirección desfavorable 11,12.
En adultos del estudio ANIBES 10, se comprueba que, comparando con adultos que realizan menos de 75 min/semana de actividad física vigorosa (AFV), realizar 75-149 min/semana de AFV supone una protección frente al padecimiento de obesidad (OR 0,43; 0,21-0,87; p = 0,019), y realizar 150-299 min/semana de AFV o ≥ 300 min/semana supone una protección mayor, tanto frente al sobrepeso ([OR 0,64; 0,42-0,96; p = 0,032] y [OR 0,66; 0,46-0,96; p = 0,029], respectivamente), como frente a la obesidad ([OR 0,39; 0,22-0,69; p = 0,001] y [OR 0,31; 0,18-0,54; p = 0,029], respectivamente) y la obesidad central ([OR 0,55; 0,37-0,81; p = 0,003] y [OR 0,48; 0,34-0,70; p = 0,000], respectivamente).
Muy relacionada con la inactividad y el sedentarismo se encuentra el tiempo dedicado a ver la televisión. En este sentido, se ha observado que disponer de televisión, ordenador o videojuegos en la habitación, en el caso de los niños 5,6,7,8, y el tiempo dedicado a ver la televisión, en niños y adultos, se asocia con un mayor riesgo de padecimiento de obesidad 5,6,7,8,9,12.
En el estudio ALADINO 8), realizado en 2015 con 10.899 niños (5.532 niños y 5.367 niñas de 6-9 años) seleccionados en 165 centros escolares, se observó una relación entre el padecimiento de obesidad con los hábitos de alimentación, la falta de actividad física, disponer de televisión, ordenador o videojuegos en sus habitaciones y ver la televisión durante más de 2 horas diarias.
En niños del estudio ANIBES se comprueba que el 49,3% en los días laborables y el 84% durante los fines de semana no cumplen la recomendación de tener un tiempo de pantalla de menos de 2 h/día 10. En adultos se constata también el impacto de ver la televisión con más frecuencia, lo que favorece el padecimiento de obesidad y de obesidad abdominal 13 (Tabla 2).
Se presentan en cursiva las diferencias significativas. La asociación con padecimiento de sobrepeso no llega a ser significativa.
Respecto al tiempo dedicado a dormir, es menor en niños con exceso de peso, tanto en los días laborables como en los festivos 8. En adultos también se ha comprobado que, respecto a individuos que duermen menos de 7 h/día, dormir 7-8 h/día se asocia con una protección frente al padecimiento de obesidad (OR 0,60; 0,39-0,93; p = 0,022) y obesidad abdominal (OR 0,54; 0,39-0,76; p = 0,000), y dormir más de 8 h diarias también supone una mayor protección frente al riesgo de obesidad (OR 0,51; 0,34-0,77; p = 0,001) y obesidad abdominal (OR 0,48; 0,34-0,66; p = 0,000) (ANIBES) 13.
El bajo nivel de ingresos económicos y el bajo nivel educativo se han asociado con un mayor riesgo de presentar exceso ponderal. En concreto, un 37,5% de las madres de niños con obesidad tiene estudios universitarios, frente a un 48,1% de las madres de niños normopeso. También disminuye la prevalencia de sobrepeso y obesidad de los niños al aumentar los ingresos familiares 8. Es posible que un mayor nivel de ingresos/educativo en la familia se asocie con una mayor concienciación y preocupación por el peso y con una mayor facilidad para la adquisición de los alimentos más convenientes.
En adultos se observa que un mayor nivel de estudios se asocia con menor riesgo de sobrepeso, obesidad y obesidad abdominal (Tabla 3). Asimismo, no responder a la pregunta sobre el nivel de ingresos (que puede indicar ingresos elevados) se asocia con un menor riesgo de obesidad abdominal 13.
Diferentes estudios ponen de relieve la importancia del desayuno en el control de peso, tanto en niños como en adultos 2,6,7,8,14. Concretamente, los niños que tienen obesidad desayunan con menor frecuencia (79,4%) que los normopeso (83%), y un 4,2% declara no desayunar, frente al 2,2% declarado por los niños con peso normal 2,6.
El riesgo de padecer obesidad abdominal después de ajustar por edad, sexo, actividad y nivel educativo fue 1,5 veces mayor en los adultos que suprimen el desayuno habitual (3,6%) o esporádicamente (14,1%) respecto a los que desayunan siempre. Considerando otras variables, en fumadores es mayor el efecto protector del desayuno si se compara con los que lo suprimen siempre respecto a lo observado en los que desayunan a veces (OR 0,032; 0,003-0,387; p = 0,007) o siempre (OR 0,023; 0,002-0,270; p = 0,003) 14.
Es interesante comentar la asociación entre estas influencias sociodemográficas que tienen impacto en el riesgo de padecer obesidad y los hábitos de alimentación/estilo de vida que pueden sumarse para favorecer el exceso de peso. En este sentido, se ha comprobado que un elevado tiempo ante una pantalla y una corta duración del sueño, asociados con un incremento del IMC, también se asocian con una mayor frecuencia del consumo de alimentos con alta densidad energética y pobres en micronutrientes (como refrescos azucarados, snacks, chocolates...) y con una baja frecuencia en el consumo de frutas y vegetales 12.
En este mismo sentido, el consumo de frutas y verduras fue menor en los hijos de padres que no tienen estudios, o que solo tienen estudios primarios, y dormir suficiente número de horas se asocia con mayor consumo de frutas y verduras. Existe una concordancia en los resultados obtenidos en el estudio ALADINO de 2011 y 2013 6,7,12.
En el estudio ANIBES, considerando datos generales de adultos españoles, se constata un bajo consumo de frutas, verduras, cereales (especialmente integrales) y lácteos y un alto consumo de productos cárnicos, pero podemos destacar que los individuos con sobrepeso/obesidad (IMC ≥ 25 kg/m2) y los que tienen adiposidad abdominal (cintura/talla ≥ 0,5) muestran un peor cumplimiento de las guías en alimentación 15,16. Concretamente, en varones, y ajustando por edad, se observa que un consumo inadecuado de cereales (< 4 raciones/día) y de frutas y verduras (< 5 raciones/día) se asocia con un mayor riesgo de sobrepeso (OR 1,704; 1,187-2,447; p = 0,001) para cereales y (OR 3,816; 1,947-7,480; p = 0,001) para vegetales y frutas y de adiposidad central (OR 2,081; 1,419-3,053; p = 0,000) para cereales y (OR 4,289; 2,108-8,726; p = 0,001) para vegetales y frutas. Cabe destacar la peor adherencia a las pautas dietéticas aconsejadas en individuos con exceso de peso y adiposidad central 15. También se ha observado una mayor variedad de consumo de alimentos del grupo de cereales, cereales integrales y lácteos en las personas sin obesidad abdominal 17.
CONSIDERACIONES FINALES
Ante el incremento creciente en el padecimiento de sobrepeso, obesidad y obesidad central, es importante prestar atención a todos los factores que pueden favorecer esta tendencia. En este sentido, se constata que el creciente sedentarismo, la escasa actividad física, el ocio pasivo, el elevado número de horas delante de pantallas (televisión, ordenador...), la reducción en el tiempo dedicado a dormir, el bajo nivel de ingresos y el bajo nivel educativo son factores que favorecen el exceso de peso. Existe una asociación adicional entre estos factores sociodemográficos con el incumplimiento de las guías de alimentación y con el alejamiento de la dieta respecto a lo marcado como aconsejable.
Las estrategias para prevenir y reducir el exceso de peso deben tener en cuenta estas influencias, que se asocian y potencian, para lograr más eficacia en la mejora ponderal de la población.