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Anales de Psicología
versión On-line ISSN 1695-2294versión impresa ISSN 0212-9728
Anal. Psicol. vol.29 no.2 Murcia may. 2013
https://dx.doi.org/10.6018/analesps.29.2.137931
Validación de la Escala de Homofobia Moderna en una muestra de adolescentes
Validation of the Modern Homophobia Scale in a sample of adolescents
Yolanda Rodríguez-Castro1, María Lameiras-Fernández1, Victoria Carrera-Fernández1 y Pablo Vallejo-Medina2
1 Facultad de Ciencias da Educación, Universidad de Vigo
2 Facultad de Psicología, Universidad de Santo Tomás, Colombia
Dirección para correspondencia
RESUMEN
El objetivo de esta investigación es doble, por un lado se ha evaluado la fiabilidad y la validez de la versión española de la Escala de Homofobia Moderna en adolescentes; y por otro, se evaluará tanto los niveles de homofobia que los y las adolescentes tienen, así como la relación de la homofobia con el sexismo ambivalente. La Escala de Homofobia Moderna evalúa actitudes tanto hacía hombres gays (MHS-G) como hacía lesbianas (MHS-L). La muestra quedó formada por un total de 800 estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria, de los cuales un 50.7 % son chicas y un 49.3 % chicos, con una media de edad de 15.19 años (DT: .92). Los resultados muestran una estructura factorial coherente, con índices de ajuste adecuados. La fiabilidad (siempre superior a .80) y la validez externa (con una correlación significativa entre la homofobia con la transfobia y el sexismo). Finalmente, observamos que los chicos expresan significativamente más actitudes de homofobia que sus compañeras. Consideramos por lo tanto, que esta escala es un instrumento útil y preciso para detectar las actitudes homofóbicas sutiles hacia gays y lesbianas.
Palabras clave: Homofobia; validación; adolescentes; escala de homofobia moderna; gay; lesbiana.
ABSTRACT
The objective of this paper is both, to analyse the reliability and validity of the Spanish version of the Modern Homophobia Scale, and to assess the homophobia level of adolescents as well as the association between homophobia and ambivalent sexism. The Modern Homophobia Scale assesses the attitudes toward gay men (MHS-G) and lesbians (MHS-L). The sample was made of 800 Spanish students of Secondary Education (50.7% female and 49.3% male) with ages ranging from 15 to 19 years (mean age = 15.19; SD: .92). Results showed a coherent factorial structure with adequate fit indexes. Reliability -alpha over .80- and external validity -the gay and lesbians form were significant correlated with transphobia and sexism. Finally, we observed that the boys expressed significantly more homophobic attitudes toward gay men and toward lesbians than girls does. Therefore, this scale is a useful and necessary to detect subtle homophobic attitudes toward gays and lesbians.
Key words: Homophobia; validation; adolescents; modern homophobia scale; gay; lesbian.
Introducción
El estudio de las actitudes hacia los homosexuales y las lesbianas está alcanzando en las últimas décadas cierta relevancia dentro del área de las ciencias sociales. Para analizar adecuadamente las actitudes prejuiciosas hacia las personas homosexuales y lesbianas, debemos recurrir a los conocimientos que nos aportan las relaciones interraciales, así como los estudios sobre las actitudes prejuiciosas hacia las mujeres. Las investigaciones interraciales han detectado que los valores de racismo en la última década se han recanalizado hacia nuevas formas más suaves o sutiles de expresión que se han etiquetado como racismo simbólico (Sears y Kinder, 1971), racismo aversivo (Gaertner y Dovidio, 1986), racismo ambivalente (Katz, Wackenhut y Hass, 1986), racismo moderno (McConahay y Hough, 1986; Pettigrew, 1989), o prejuicio sutil (Rueda y Navas, 1996). A partir de este momento, proliferan distintas concepciones de este nuevo racismo que describen la forma encubierta de las actitudes discriminatorias, a diferencia del racismo tradicional que lo hacía de forma más explícita. Podemos mencionar las teorías de racismo moderno de McConahay y Hough (1986) que construyen una escala de Racismo Moderno tomando como base el concepto de Racismo Simbólico (Sears y Kinder, 1971; Sears y McConahay, 1973), la teoría del esquema del racismo moderno americano blanco de Pettigrew y Meertens (1995) que crean una escala que establece diferencias entre prejuicio manifiesto y sutil. El prejuicio manifiesto representa la forma tradicional del racismo que se define como autoritario, cercano y directo, mientras que el racismo sutil se caracteriza por ser frío, distante e indirecto. De manera que el prejuicio sutil está formado por tres componentes: i) la defensa de los valores tradicionales donde son aceptables aquellas conductas que concuerdan con los valores tradicionales del endogrupo; ii) la exageración de las diferencias culturales; y iii) la negación de emociones positivas hacia el exogrupo.
Las conexiones entre racismo moderno y sexismo moderno han sido exploradas en múltiples trabajos (Benokraitis y Feagin, 1995; Buttler y Greis, 1990; Dovidio y Gaerner, 1983; Frable, 1989; Lameiras, Rodríguez y Sotelo, 2001; Rowe, 1990; Swim, Aikin, Hall y Hunter, 1995; Tougas, Brown, Beaton y Joly, 1995). Sin embargo, autores como Glick y Fiske (1996) apuntan que no todas las escalas de sexismo moderno que se apoya en las escalas del racismo moderno, son capaces de detectar la naturaleza afectiva de los contenidos en los dos prejuicios; de manera que el prejuicio hacia las mujeres es más afectivo y ambivalente que los prejuicios contra los miembros de los grupos de las minorías étnicas. Glick y Fiske (1996) parten de la línea argumental de la ambivalencia propuesta por Katz (1981) y por Katz y Hass (1988) y defienden que la ambivalencia sexista se origina en la influencia simultánea de dos tipos de creencias sexistas vinculadas a sentimientos opuestos hacia las mujeres. El hombre sexista puede ser ambivalente en el sentido de que sus actitudes indican una tendencia a responder de forma muy favorable o totalmente desfavorable hacia las mujeres (esto cumple con el significado literal de la ambivalencia: ambas valencias).
La evolución del prejuicio hacia las personas homosexuales y lesbianas ha seguido el mismo camino que los estudios del racismo y del sexismo (Aosved y Long, 2006; Benokraitis y Feagin, 1995; Crocker, Major y Steele, 1998; Dovidio y Gaertner, 1983; Morrison, Morrison y Franklin, 2009; Morrison, Parriag y Morrison, 1999; Quiles, Betancor, Rodríguez, Rodríguez y Coello, 2003; Rowe, 1990).
Desde finales de los años 60, George Weinberg acuñó el término homofobia para definir el rechazo y el desprecio que las personas, principalmente heterosexuales, sienten hacia los que se definen como gays o lesbianas. La homofobia implica, por tanto, un prejuicio, una actitud discriminatoria dirigida hacia una persona en función de su identidad homosexual. Se caracteriza por un sentimiento de superioridad con respecto al otro, deshumanización del otro, que se ve como carente de emociones y conciencia, y convicción de ser merecedor de privilegios y estar en la posición correcta (Viñuales, 2002). Una compleja definición de homofobia sería el miedo -más bien el pánico- de los hombres a amar a otros hombres. De hecho la identidad masculina tradicional se construye sobre la misogina y la homofobia. Desde esta perspectiva, la homofobia no sólo afecta a los homosexuales, sino a todos los hombres que no se adaptan a los estereotipos tradicionales impuestos para su género, afectando a todos ellos sin excepción, con la amenaza de degradarles al estatus de "maricas", "calzonazos" o "nenazas" (Guash, 2006).
Las actitudes homófobas, basándose en las teorías del racismo y también del sexismo, abarcan desde las actitudes discriminatorias más hostiles y explícitas hasta aquellas otras que -de una forma latente y sutil- permanecen silenciadas e invisibles. En este sentido, podríamos afirmar que existen actitudes homófobas explícitas y hostiles, tales como la agresión verbal, física o psicológica hacia las personas homosexuales; y actitudes homófobas latentes o sutiles, tales como los discursos culturales o médicos sobre el carácter patológico de la homosexualidad o la incapacitación de las parejas homosexuales para la adopción, entre otras cuestiones que pretenden coartar la vivencia y expresión homosexual. Esto constituye lo que Lizárraga (2005) denomina "violencia polimórfica". De forma que, la homofobia no es sólo el insulto grosero o explícito en la calle, sino que constituye "una persistente presencia fantasmal que sobrevuela la cotidianidad sembrando temores y resentimientos, insidias, culpas, vergüenzas y desconfianzas, y cosechando con implacable e irónica crueldad y prepotencia, innumerables distanciamientos y desgarros que producen un malsano miasma de violencia y miedo" (Lizárraga, 2005, p.33).
Si la homosexualidad o el lesbianismo conlleva el miedo a la amenaza, el rechazo constante y un conjunto innumerable de "prácticas de otredad" (Renold, 2004), ya sea de forma explícita o implícita; los colectivos menos visibles socialmente -como lo son los transexuales- son quienes, casi con toda seguridad, experimentan los sentimientos negativos de rechazo y de discriminación con mayor dureza. Estas actitudes hostiles de rechazo hacia su identidad se denominan actitudes transfóbicas (Hill y Willoughby, 2005), que se materializan siendo contemplados como fallos de la naturaleza o como una viva imagen de la perversión (Burgos, 2009; Butler, 2001).
La homofobia y la transfobia están aun fuertemente arraigadas en muchos países europeos, así lo demuestra el reciente Informe del Consejo Europeo de 2011 (Council Europe, 2011) ya que ambas han sido identificadas, en los 47 estados miembros pertenecientes al Consejo de Europa -que agrupa a la práctica totalidad de los países del continente-, aunque las actitudes varían significativamente entre los distintos países. Las actitudes discriminatorias hacia la orientación sexual o la identidad de género "no legitimada" detectadas, se basan muchas veces en informaciones sesgadas, incorrectas y anticuadas sobre cómo se constituye la orientación sexual, la identidad de género, así como, en los estereotipos reflejados en los distintos medios de comunicación (Council Europe, 2011). Sin embargo, el informe del Eurobarómetro (2008) confirma que las personas que conocen a otras personas LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) tienen actitudes más positivas hacia ellas; es decir, el tener la mente abierta y estar en contacto con otros colectivos se considera uno de los factores que más influye positivamente sobre las actitudes de las personas. No obstante, no podemos obviar que se ha avanzado en la consecución de los derechos y libertades de las personas LGTB, en España, se han propulsado leyes como: la Ley 13/2005 de 1 julio, por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio (BOE de 2 julio de 2005) y la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas (BOE 16 de mayo de 2007).
En España, son todavía escasos los estudios que se centran en el estudio de la homofobia (España, Guerrero, Farré, Canella y Abós, 2001; Martín Romero, 2008; Quiles et al., 2003), y sobre todo en el colectivo de estudiantes de Educación Secundaria (Pichardo, 2007; Romero, Martín, y Castañón, 2005; Informe Injuve, 2008). Los resultados muestran que el 30% de los estudiantes ha participado en acciones homofóbicas como insultar; además también comprobaron que el 65% de los chicos homosexuales han sufrido insultos, un 30% exclusión, un 20% golpes y un 10% palizas (Pichardo, 2007). Por su parte, el 76.5% de los chicos y chicas de 15 a 29 años aceptaban el matrimonio homosexual y en torno al 65-80% aceptaban la legitimidad de la homosexualidad, frente al 20-30% que la rechazan (Informe Injuve, 2008).
Necesitamos mejorar nuestro conocimiento sobre estas cuestiones sobre todo en la población de adolescentes, ya que la mayoría de las escalas que son capaces de captar las nuevas formas encubiertas de la homofobia se aplican a población adulta o a universitarios. Desde los años setenta se han desarrollado diversas escalas para medir la homofobia manifiesta o tradicional como son las siguientes: Smith Homophobia Scale (Smith, 1971), Index of Homophobia (Hudson y Ricketts, 1980), Heterosexual Attitudes toward Homosexuality Scale (Larsen, Reed y Hoffman, 1980), Homophobia Scale (Hasen, 1982), Homophobia Scale (Aguero, Bloch y Byrne, 1984) y Homophobia Scale (Wright, Adams y Bernat, 1994). Sin embargo, la tendencia de los últimos años es que las escalas que miden la homofobia sean capaces de captar tanto las actitudes homófobas explícitas (tradicionales) como las actitudes homófobas sutiles o modernas como lo hacen las escalas: Attitudes toward Gays and Lesbian Scale (Herek, 1988), Modern Homonegativity Scale (Morrison y Morrison, 2002), Modern Homophobia Scale (Raja y Stokes, 1998) o la escala de Prejuicio Sutil y Manifiesto hacia los homosexuales (Quiles et al., 2003) basada en la escala de Pettigrew y Meerters (1995). Además otra tendencia es que estas nuevas escalas que cuentan con unas propiedades psicométricas óptimas también evalúan de forma separada las actitudes hacia los homosexuales y hacia las lesbianas porque sus raíces son diferentes, ya que la homosexualidad masculina era más visible y punible en la sociedad que la femenina, que pasaba más desapercibida y se asociaba con las relaciones románticas de amistad (Raja y Stokes, 1998). De manera que los prejuicios hacia las lesbianas se vinculan con el rechazo de estas mujeres hacia los hombres, y el miedo de éstos al hundimiento del sistema patriarcal que les otorga una posición de privilegio frente a la mujer (Pessah, 2006). El lesbianismo conlleva un poder subversivo y desestabilizador del sistema patriarcal que hace que éste reaccione por medio de la discriminación (Zimmerman, 1992). Otra razón que se ha aludido para justificar la importancia de medir de forma separada las actitudes de discriminación hacia personas lesbianas y homosexuales es que tal y como apuntan diversos estudios, los hombres evalúan de forma menos negativa a las lesbianas que a los hombres homosexuales (Aosved y Long, 2006; Morrison y Morrison, 2011; Toro y Varas, 2004), debido a que muchos hombres atribuyen un alto valor erótico a la homosexualidad femenina, y en concreto a observar o a imaginarse actividades sexuales entre dos mujeres (Barra, 2002).
Sin embargo, en este estudio nos decantamos por validar la escala de la Homofobia Moderna (Modern Homopobia Scale, Raja y Stokes, 1998) en una muestra de adolescentes porque a parte de que, según los propios autores, se ha creado teniendo en cuenta los cambios acaecidos en las últimas décadas en relación a las valoraciones hacia los homosexuales y las lesbianas. Esta escala profundiza en tres dimensiones sutiles tanto hacia homosexuales como hacia lesbianas (MHS: Raja y Stokes, 1998), que son: i) Malestar Personal (Personal disconfort) que se define como la necesidad de evitar el contacto personal con los gays y las lesbianas, debido a una sensación de incomodidad cuando los gays y las lesbianas están presentes y/o la creencia de que los gays y las lesbianas están enfermos y son unos/as pervertidos/as; ii) Homofobia Institucional (Institucional Homophobia) que hace referencia a las prácticas organizadas o sistemáticas de exclusión de las personas gays y lesbianas tanto a nivel gubernamental, empresarial, religiosa o profesional; es decir, esta dimensión de la escala no mide los actos de discriminación hacia este colectivo, sino que mide el grado en que las personas creen que las políticas institucionales y las prácticas deben estar libres de sesgos referidos a la orientación sexual; y, iii) Desviación/ Cambiabilidad (Deviance/ Changeability) que está relacionada con la creencia de que las personas gays y lesbianas pueden cambiar su orientación sexual cuando ellos/as quieran. Otra de las razones por las que seleccionamos la escala MHS (Raja y Stokes, 1998) es que cuenta con unas propiedades psicométricas buenas, ya que muchas de las escalas que miden la homofobia, según O'Donohue y Caselles (1993) no reúnen las propiedades psicométricas adecuadas.
Raja y Stokes (1998) validaron esta escala en población universitaria americana, con un rango de edad de 19 a 22 años, de los cuales el 35% eran blancos, el 32% asiáticos, el 23% latinoamericanos, el 7% afroamericanos y el 2% eran de otras razas mixtas. Los coeficientes alphas obtenidos para las escalas (MHS_Lesbianas y MHS_Gays) y sus tres factores (Malestar Personal, Homofobia Institucional, y Desviación/ Cambiabilidad) obtuvieron un alpha mayor de .80. Además, la validación de esta escala fue examinada correlacionándola con otras escalas como la de Índice de Homofobia (Hudson y Rickets, 1980), la escala de actitudes hacia mujeres o ATWS (Helmreich y Spence, 1978). A pesar de encontrar un estudio previo, en el que se llevó a cabo la traducción castellana de esta escala, en población universitaria peruana (León, 2003), decidimos traducirla y validarla nuevamente por diversas razones: en primer lugar, porque el contexto social y político de Perú no es el mismo que en nuestro país; en segundo lugar, en la validación de la escala, León (2003) se limitó a realizar análisis factoriales exploratorios, no confirmatorios, en los que no se consiguió replicar la estructura original de la escala con sus tres factores y además, sin ninguna justificación psicométrica, el autor se tomó la libertad en eliminar cuatro ítems que no se ajustaban en su estructura factorial; y en tercer lugar, nuestro interés se centra en la población adolescente, ya que es un período en el que surgen nuevas actitudes e ideas, que van a moldear la personalidad de los chicos y chicas, así como su ajuste a la vida. Es por tanto, el objetivo de esta investigación comprobar la fiabilidad y la validez de la naturaleza multidimensional de la versión española de la escala de Homofobia Moderna (Raja y Stokes, 1998) en adolescentes. También se va a evaluar las actitudes homófobas que los y las estudiantes tienen hacia el colectivo de gays y lesbianas. Así como comprobar, si esta escala de Homofobia Moderna está relacionada con el sexismo ambivalente.
Método
Participantes
Se llevó a cabo un diseño de tipo instrumental (Montero y León, 2007), a través de encuesta por muestreo y de carácter transversal, orientado a la identificación en una población concreta de alumnos y alumnas del segundo ciclo de Educación Secundaria Obligatoria de actitudes homófobas.
El muestreo fue de tipo aleatorio polietápico estratificado por conglomerados. El diseño de la muestra se realizó a partir de un universo doblemente estratificado: por provincias y por estratos poblacionales, estratificación esta última que combinaba dos variables: tipo de hábitat (rural/semiurbano costero, rural/semiurbano interior, y urbano) y tamaño poblacional de los municipios. Finalmente, la muestra también se disgregó por cursos, 3o y 4o de la Educación Secundaria Obligatoria, así como por sexo.
La muestra, representativa a nivel autonómico, quedó conformada por un total de 800 alumnos y alumnas gallegos/as de 3o y 4o de Educación Secundaria Obligatoria, de los cuales un 50.7 % son chicas y un 49.3 % chicos, con una media de edad de 15.19 años (DT: 0.92) y un rango de 14 a 18 años. En cuanto a su distribución en función del curso de ESO, el 53% cursa 3o de la ESO y el 47% cursa 4o de ESO. El 75.8% pertenece a centros públicos y el 24.3% a centros privados/concertados. Tratándose de un universo finito -44.069 unidades-, ese tamaño muestral, en muestra aleatoria simple, para el nivel de confianza requirido del 95.5% -2σ-, llevó un error máximo del 3.54% -e = ±3.54%- en una variable de proporciones, en el caso más desfavorable, aquel en el que la variabilidad es máxima: p = q = 50%.
Instrumentos
El cuestionario se administró junto a otras escalas descritas a continuación, ya un cuestionario sociodemográfico (sexo, edad, y curso).
La escala de Homofobia Moderna de Raja y Stokes (1998) está constituida por dos subescalas: subescala de actitudes hacia gays (MHS-G) con un total de 22 ítems (alpha de Cronbach: .94); y subescala de actitudes hacia lesbianas (MHS-L) con un total de 24 ítems (alpha: .93). Esta escala evalúa las actitudes homofóbas y lesbofóbicas (ver Anexo). Cada subescala mide a su vez, tres factores (malestar personal, desviación/cambiabilidad y homofobia institucional) que corresponden con las medidas de actitudes homofóbicas hacia gays y hacia lesbianas, a nivel personal (los dos primeros factores) y a nivel institucional (el tercer factor). Con un formato de respuesta tipo Likert de 1 (muy en desacuerdo) a 5 (muy en desacuerdo) en la que a mayores puntuaciones interpretamos actitudes más positivas hacia la homosexualidad y el lesbianismo.
La escala de Ideología de Género y Transfobia (Genderism and Transphobia scale, GTS) de Hill y Willoughby (2005), En el presente estudio se empleó la versión breve validada en España por Carrera, Lameiras, Rodríguez y Vallejo (2013). Esta escala está constituida por 12 ítems que evalúan actitudes y comportamientos discriminatorios hacia las personas que rompen con el modelo dos sexos/dos géneros/heterosexualidad. Se contesta con una escala tipo Likert de 1 a 7 en la cual a menores puntuaciones mayor nivel de actitudes transfóbicas, entendidas como apoyo al modelo identitario heteronormativo. Los ítems se distribuyen en dos dimensiones Transfobia y Ataque contra el género (Gender Bashing). La dimensionalidad de la escala fue confirmada mediante un Modelo de Ecuaciones Estructurales (SEM) obteniendo además buenos indicadores de fiabilidad y validez externa. En el presente estudio se obtuvieron igualmente coeficientes alfa de Cronbach adecuados: Transfobia = .82 y Ataque contra el género = .80.
Escala de Sexismo Ambivalente (Ambivalent Sexism Inventor, ASI) de Glick y Fiske (1996), en la versión española reducida de Rodríguez, Lameiras y Carrera (2009), con la que se miden las actitudes ambivalentes (hostiles y benevolentes) hacia las mujeres. La escala está compuesta por 12 ítems: seis evalúan el Sexismo Hostil (SH) (ítems 1 a 6) y los otros seis miden el Sexismo Benevolente (SB) (ítems 7 a 12) con un rango de respuesta tipo Likert que va de 0 (totalmente en desacuerdo) a 5 (totalmente de acuerdo), siendo las puntuaciones más altas las que representan el mayor nivel de sexismo. La escala muestra adecuada fiabilidad y validez. En el presente estudio el a de Cronbach fue de .82 para el SH y de .73 para el SB.
Procedimiento
Para la traducción al español de la escala Homphobia Modern Scale (Raja y Stokes, 1998) llevamos a cabo en primer lugar, la adaptación lingüística de la escala por medio del procedimiento de traducción hacia delante (Hambleton, 1996) que consiste en traducir los ítems al español y entregarle la traducción junto con los ítems en inglés, a una experta bilingüe que nos aconsejó una serie de modificaciones. A continuación, se procedió a realizar los cambios sugeridos, terminando de esta forma el proceso de traducción de la escala. A pesar de que el método de traducción empleado no es el más recomendable; este hecho parece no haber repercutido en la comprensión de la escala, ni en sus propiedades psicométricas.
El proceso utilizado para la captación de la muestra consistió en seleccionar los centros educativos y realizar la primera toma de contacto, remitiendo al director o directora del centro seleccionado una carta oficial del organismo por parte de las personas responsables del estudio. Posteriormente, contactamos con los centros telefónicamente para confirmar que la información había sido recibida correctamente, así como para enfatizar la necesidad de colaboración del centro y confirmar su colaboración. Se administró el consentimiento informado pasivo a los/as padres/madres o tutores/as legales y se contó con la disposición de los/as docentes de los centros para realizar la evaluación. Los cuestionarios fueron aplicados en horario lectivo. Los y las estudiantes seleccionados disponían aproximadamente de una hora para cubrir el cuestionario. La aplicación de los cuestionarios trascurrió con normalidad.
Análisis de Datos
Se empleó el SPSS para obtener algunas de las propiedades psicométricas de los ítems y el Análisis Factorial Exploratorio. La estructura factorial de la escala se confirmó mediante el programa AMOS. El método de estimación fue Generalaized Least Squares (GLS). Los índices considerados para la evaluación del ajuste han sido: el ratio X2 / gl, el AGFI y el RMSEA. Valores entre 1 y 3 para el X2 / gl, superiores a .85 para el AGFI y menores a .080 para el RMSEA serán considerados de buen ajuste (Browne y Cudeck, 1993). Para ambos cuestionarios (Gays y Lesbianas) se probarán tres modelos diferentes: M1 = Modelo trifactorial relacionado; M2 = Modelo trifactorial independiente y M3 = Modelo unidimensional.
Resultados
Análisis Factorial Exploratorio
Previamente a replicar la dimensionalidad de las subescalas de Gays y Lesbianas, consideramos clave, ya que hasta la fecha no se había realizado previamente, comprobar que el cuestionario global se divide en dos escalas principales Gays y Lesbianas. Para ello y empleando toda la muestra realizamos un AFE forzando la extracción a dos factores mediante componentes principales y rotación Oblimin. El KMO =.95 y la esfericidad de Bartlett = 20824, p = .00 indican la adecuación de la matriz para realizar el AF. Los dos factores recogen claramente el contenido de las dos formas Gays y Lesbianas saturando los ítems en la forma correspondiente. Solo el ítem 14 de la forma Gays satura en el factor de las Lesbianas y cuatro ítems (8, 10, 11 y 24) pertenecientes a la forma Lesbianas saturaban en el factor de los Gays.
Análisis Factorial Confirmatorio
Con el fin de replicar la estructura original (Raja y Stokes, 1998) y posibles variaciones de esta, se han puesto a prueba tres modelos distintos. Se ha empleado el total de la muestra exceptuando aquellos casos que tuvieran alguna omisión (n= 695).
En la Tabla 1 se observa cómo, tanto en las forma para MHS-Lesbianas como en la de MHS-Gays, el modelo con mejores índices de ajuste es el tridimensional con los tres factores relacionados. Para este modelo tanto la forma de Lesbianas, donde los tres indicadores empleados X2 / gl, AGFI y RMSEA) superan los requisitos mínimos impuestos, como la de Gays donde solo el X2 / gl no cumple el requisito mínimo, han mostrado un buen ajuste en general. Además, al observar los pesos estandarizados (véase Figuras 1 y 2) se aprecia como todos los ítems superan el valor de .30. Siendo el mínimo .33 para el ítem 6 de MHS-L (satura en Institucional) y .35 para el ítem 5 de MHS-G (satura en Malestar Personal).
Análisis de algunas propiedades psicométricas de los ítems
Una vez confirmada la dimensionalidad de la escala, consideramos apropiado evaluar algunas propiedades psicométricas de los ítems. La media, desviación típica, correlación ítem total corregida y alfa de Cronbach si el ítem es eliminado de cada ítem, puede observarse junto al alfa total de la subescala en las Tablas 2 y 3. Como se puede constatar, las correlaciones de cada ítem con la subescala de MSH-Lesbianas (ver Tabla 2) son en general bastantes altas y cuando se elimina un ítem, por lo general, la fiabilidad tiende a mantenerse o bien a disminuir. En relación a la subescala de MSH-Gay (ver Tabla 3), se comprueba que las correlaciones de cada ítem con la subescala son todas mayores de .33. Y el alpha de cada ítem disminuye levemente al eliminarlo de la escala, exceptuando los ítems 5 y 13.
Las correlaciones entre las subescalas del MHS-G y del MHS-L son, como se puede observar en la Tabla 4, significativas y moderadas-altas, ya que ninguna baja de .55. La validez externa de esta escala se comprobó al correlacionarla con la escala de Ideología de Género y Transfobia (con sus dos subescalas: Transfobia y Ataques contra el género) y con la ASI (Sexismo Hostil y Sexismo Benevolente). Apreciamos que las correlaciones de MHS-G y MHS-L con las subescalas de Transfobia y Ataques contra el género son, en general, moderadas-altas; además podemos destacar cómo la correlación es sensiblemente más alta con la subescala de MHS de Gays que en la de MHS-Lesbianas. Finalmente se puede observar como existen correlaciones bajas pero significativas con el Sexismo Benevolente y moderadas significativas con el Sexismo Hostil.
Indicadores externos de validez externa
Para finalizar, se ha comprobado si los chicos son más homófobos que las chicas y, si ambos sienten más homofobia hacia los homosexuales de su mismo sexo. Como se puede observar en la Tabla 5, existen diferencias significativas en todas las subescalas a favor de las chicas, si bien el tamaño de efecto es variable. En general, el tamaño de efecto existente, es menor en las subescalas de la forma de Lesbianas que en la de la Gays. Por lo tanto, son los chicos, los que presentan actitudes más discriminatorias hacia el colectivo de gays y lesbianas. También constatamos que los chicos tienen actitudes más positivas hacia las lesbianas que hacia los gays en las tres subescalas Malestar Personal: t (357) = 13.5, p = .00; d = .65; Desviación/Cambiabilidad: t (382) = 8.69, p = .00; d = .42; y Homofobia institucional: t (373) = 5.05, p = .00; d = .22). Y por su parte, las chicas encontramos que tienen actitudes más homofóbicas hacia las lesbianas en las subescala de Malestar Personal (t {384} = -10.2,p =. 00; d = .35) y de Homofobia Institucional (t {386} = -3.10, p = .00; d = .11) que hacia los gays, pero son menos homofóbicas hacia las lesbianas en relación a la subescala de Desviación/Cambiabilidad (t {357} = 15.7, p = .00; d = .81).
Discusión
En el presente estudio se lleva a cabo la validación de la escala de Homofóbia Moderna hacia gays y lesbianas (HMS) en adolescentes. Para determinar si el cuestionario realmente evaluaba la homofobia de forma diferencial para Gays y para Lesbianas, se llevó a cabo un AFE que confirmó la dimensionalidad de la escala HMS, a pesar de pequeños desajustes en la saturación de los ítems son comprensibles en escalas tan largas, donde de un total de 46 ítems podemos aceptar que 5 no saturen correctamente. También, mediante la prueba Strutturai Equation Modeling se comprobó la dimensionalidad de la escala. Así se observa cómo, la propuesta original de Raja y Stokes (1998) se ve apoyada por unos índices de ajuste adecuados. De hecho ha sido el modelo trifactorial con factores relacionados el que ha mostrado los mejores índices de ajuste de todos los modelos puestos a prueba. Un X2 / gi inferior a 3 en Lesbianas aunque mayor en Gays, el AGFI que supera el valor de .85 y el RMSEA que no supera .06, sustentan un buen ajuste en ambas subescalas MHS-Gays y MHS-Lesbianas. De esta forma, consideramos a la MHS una escala con buena validez de constructo. Así, se ha observado una dimensionalidad separada para Gays y otra para Lesbianas. Éstas, a su vez parecen distribuirse según la propuesta original de Raja y Stokes donde ambas formas se dividirían a su vez en tres subescalas (Homofobia Institucional, Malestar Personal y Desviación/Cambiabilidad). Además los ítems que no saturaban correctamente en su forma (Lesbiana o Gay) en el exploratorio (ítems MHS-G 14, MHS-L 8, MHS-L 10, MHS-L 11 y MHS-L 24) parecen reforzar adecuadamente la dimensión correspondiente de su forma original, como parece indicar tanto los pesos estandarizados del AFC, como las propiedades psicométricas de los ítems que veremos a continuación (aunque si el MHS-G 14 es eliminado el alfa de la subescala incrementaría en .01, consideramos este incremento despreciable ya que la fiabilidad de la escala es igualmente alta).
La evaluación de algunas propiedades psicométricas de los ítems confirman nuevamente la idoneidad de la escala HMS. La media real de cada ítem se acerca a la media teórica de la escala de respuestas; además su desviación típica se aproxima a 1 tal como recomiendan Carretero-Dios y Pérez (2005). La correlación ítem-total corregida de todos los ítems es superior a .30 (Nunnally y Bernstein, 1995). Las subescalas se muestran fiables con alfas de Cronbach siempre superiores a .80. Además, en la forma para MHS-Lesbianas, si algún ítem es eliminado, en ningún caso mejoraría el alfa de Cronbach de la subescala correspondiente. Mientras que en la forma para MHS-Gays, son tres ítems (5, 13 y 14) quienes mejorarían la fiabilidad de la escala si son eliminados, uno de ellos -el 13-, incrementaría de forma considerable el alfa de la escala si se elimina. No obstante, la fiabilidad de la escala es adecuada, el ítem corresponde al factor donde teóricamente debía pesar y la correlación ítem total corregida es adecuada, por lo que no nos planteamos eliminar el ítem. En relación a la validez externa, tal y como esperábamos, las actitudes prejuiciosas hacia gays y lesbianas correlacionan fuertemente con las dos subescalas de la Transfobia (Transfobia y Ataque contra el género) así como con las subescalas de Sexismo Ambivalente (Sexismo Hostil y Benevolente). De forma que la validez externa de esta escala es coherente con la defendida en estudios previos (Carrera et al., 2013; Lingiardi, Falanga y Augelli, 2005; Raja y Stokes, 1998).
En relación a las actitudes homofóbicas hacia gays y lesbianas de los y las adolescentes, constatamos en este estudio que los chicos expresan más significativamente actitudes de homofobia hacia los gays y hacia las lesbianas que sus compañeras. Asimismo, las puntuaciones significativamente diferentes obtenidas por los y las adolescentes en las subescalas de MHS-Gays y de MHS-Lesbianas, están en la línea de los principales estudios que han analizado estas cuestiones tanto en población adolescente (Injuve, 2008; Pichardo, 2007; Romero et al., 2005) como en población adulta, principalmente estudiantes universitarios (Hill y Willoughby, 2005; Horn, 2007; Lingiardi et al., 2005; Nuñez, Moreno y Moral, 2011; Quiles et al., 2003; Raja y Stokes, 1998). De forma que los chicos tienen actitudes más favorables hacia las lesbianas que hacia los gays. Estos resultados están en la línea de estudios previos (Herek y Carpintero, 1995; Raja y Stokes, 1998; Whitley y Kite, 1995). Este hecho puede partir de que dentro de la cultura patriarcal, se erotiza las relaciones entres dos mujeres que son vista como simples objetos sexuales que se les niega su sexualidad y el derecho a su placer sexual, es decir, son vistas como objetos sumisos del deseo masculino y se reafirma la construcción política de la heterosexualidad como principio organizador de las relaciones sexuales (Ruiz, 2006). De manera que la erótica lesbiana ha estado marcada a lo largo de la historia por estas creencias que la cultura masculina dominante ha cimentado y perpetuado, manteniendo así, el dominio de la sumisión, cosificación y fetichización de las relaciones sexuales entre dos mujeres.
Por su parte, las chicas tienden a expresar actitudes más positivas hacia el colectivo de gays que hacia el de lesbianas; así también lo manifiestan en su estudio Raja y Stokes (1998). De manera que nuestros resultados reflejan que las chicas están más cómodas con la presencia de una pareja de gays que la de una pareja de lesbianas, y también aceptan con mayor agrado las políticas institucionales principalmente las dirigidas hacia los gays. Sin embargo, las chicas asumen que las personas sobre todo las lesbianas pueden cambiar su orientación sexual cuando ellas quieran. Estas creencias se podrían vincular con la teoría del feminismo lesbiano esencialista que postulan que "toda mujer podría optar por ser lesbiana" (Jeffreys, 1996, p. 119) pero que debido al carácter castrador de la heteronormatividad imperante en nuestra sociedad la mujer se ve cohibida en su libertad de expresión sexual y la coartan de vivenciar de una forma plena su sexualidad.
Otro de los objetivos que nos planteamos en este estudio, es comprobar si la escala de Homofobia Moderna (MHS) se relaciona con la escala de Sexismo Ambivalente (ASI) de Glick y Fiske (1996), ya que el sexismo y la homofobia siguen la evolución de los estudios interraciales. Raja y Stokes (1998) determinaron que su escala de homofobia moderna se relacionaba fuertemente con una medida de sexismo, pero en su caso seleccionaron la escala Actitudes hacia Mujeres (AWS) desarrollada por Spence y Helmreich en 1972 que se define como un instrumento que sólo mide actitudes hacia los derechos y roles de las mujeres en la sociedad contemporánea. Esta escala de sexismo tradicional está pensada para evaluar las creencias de las personas sobre las responsabilidades, privilegios y conductas en una esfera social que se ha dividido tradicionalmente en función del género (Spence y Hahn, 1997). Estudios posteriores como los de Aosved y Long (2006) comprobaron nuevamente que la escala de homofobia moderna se relacionaba con la escala de sexismo tradicional (AWS) y con la escala de Neosexismo (NS) (Tougas et al., 1995), que es una escala de sexismo moderno que refleja que las personas ya no expresan abiertamente sus creencias sexistas aunque en el fondo sientan algún tipo de resentimiento hacia la presión que las mujeres han ejercido para conseguir un mayor poder político y económico además de un respaldo legal. Ambas escalas miden un sexismo tradicional (ATW) y moderno (NS) aplicado a la esfera pólitico-laboral, mientras que la escala ASI mide un sexismo hostil (tono negativo, latente) y benevolente (tono positivo, sutil) en el ámbito relacional (Glick y Fiske, 1996; Lameiras, Rodríguez-Castro y González, 2004). En nuestro estudio comprobamos que las subescalas de Homofobia Moderna tanto hacia homosexuales como hacia lesbianas correlacionan más fuertemente con la medida de sexismo hostil que con la medida de sexismo benevolente, y que a su vez, las correlaciones son más fuertes con las tres subescalas de Homofobia hacia hombres (MHS-G) que con las de homofobia hacia lesbianas (MHS-L). De forma que las personas que tienen actitudes más homofóbicas son a su vez, las que asumen actitudes más sexistas hostiles y benevolentes. Este hecho nos permite reafirmar que la escala HMS se relaciona tanto con las medidas de sexismo tradicional como con las medidas de sexismo moderno o benevolente.
En conclusión, ratificamos la estructura original de la escala de homofobia moderna con sus tres subescalas y por otro, tal y como esperábamos, los chicos son los que se siguen adscribiendo a actitudes más homofóbicas hacia los gays y también hacia las lesbianas. Aunque nuestro estudio, en realidad, apunta hacia una positivización de las actitudes en relación a las personas homosexuales y lesbianas, ya que los niveles obtenidos de homofobia son más bien bajos, sobre todo en las chicas adolescentes. No obstante, nos llama la atención que un país como el nuestro abanderado de reformas a favor de los derechos de las personas homosexuales y lesbianas, es absolutamente compatible ser homófobo/a y apoyar determinadas políticas que conceden derechos (Calvo, 2003). Todas estas evidencias nos ponen de manifiesto la presencia real de la homofobia sutil o moderna. Por ello es importante seguir profundizando en el estudio de la homofobia con la finalidad de avanzar hacia intervenciones educativas más eficaces e integradoras que tengan como pilares básicos la formación para la igualdad y la tolerancia hacia la diversidad sexual.
Finalmente, en futuras investigaciones para profundizar en el estudio de la homofobia, recomendamos la inclusión de alguna medida de Deseabilidad social debido a que, actualmente, tendemos a mostrarnos como personas no pre-juiciosas. Por otro lado, también sería interesante ampliar la muestra a nivel nacional para tener una visión más global de las actitudes prejuiciosas hacia los homosexuales y las lesbianas ya que contamos con escalas como la del presente estudio, que obtiene unas buenas propiedades psicométricas con la población de adolescentes gallegos/as.
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Dirección para correspondencia:
Yolanda Rodríguez-Castro
Facultad de Ciencias da Educación
Universidad de Vigo
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Campus de Ourense, Ourense (España)
E-mail: yrcastro@uvigo.es
Artículo recibido: 13-10-2011
revisado: 17-04-2012
aceptado: 19-04-2012