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Gaceta Sanitaria
versión impresa ISSN 0213-9111
Gac Sanit vol.21 no.2 Barcelona mar./abr. 2007
QUE 20 AÑOS NO ES NADA
GACETA SANITARIA: ejercicio de memoria
GACETA SANITARIA: a memory exercice
Josep M. Antó
Centre de Recerca en Epidemiologia Ambiental (CREAL), Institut Municipal d'Investigació Mèdica (IMIM),
Universitat Pompeu Fabra (UPF), Barcelona, España.
Me pide Esteve Fernández que escriba un breve comentario sobre la etapa en la que dirigí Gaceta Sanitaria. Como buen editor que es, su petición viene con detalles que son muy útiles cuando, finalmente, atrapado por una última fecha de entrega, me pongo a escribir. Me dice Esteve, en su nota, que dirigí GACETA SANITARIA desde el año 1987 al 1994 y lo primero que viene a mi memoria son los fines de semana dedicados a la revista y la presencia de mis hijos correteando alrededor de los manuscritos. Y enseguida el recuerdo del equipo editorial, porque GACETA SANITARIA fue siempre un proyecto de equipo y el equipo fue un equipo de lujo.
GACETA SANITARIA tuvo sus orígenes en la Gaseta Sanitària de Barcelona, una revista nacida en 1888 como órgano del cuerpo médico y que, con algunas intermitencias, se publicó hasta 1910. En marzo de 1982 se publicó el número 1 de la nueva etapa de la Gaseta Sanitària de Barcelona1. El director fue Jesús Marcos, nuestro primer maestro en la edición científica. Jesús, maestro, compañero y amigo, murió prematuramente2. La reedición de Gaseta Sanitària de Barcelona formaba parte de un amplio proyecto de democratización y modernización de la Salud Pública que Joan Clos empezaba a tejer. Entonces Joan Clos era coordinador de Servicios de la Subárea de Salud Pública del Ayuntamiento de Barcelona. En el número 14 de Gaseta Sanitària de Barcelona, Xavier Casas, que era el jefe de redacción, sucedió a Jesús Marcos como director de la revista. Xavier Casas que, junto a José I. Cuervo, fue una persona clave en el proyecto de Salud Pública de Joan Clos, siguió haciendo crecer la revista. Joan Clos había abierto un período de profunda renovación en el Institut Municipal de la Salut de Barcelona que, siguiendo el curso de la transición política, tuvo que abrirse camino poco a poco y con mucho esfuerzo. Los primeros números de Gaseta Sanitària de Barcelona son, tanto en la composición de sus órganos como en sus contenidos, un fiel reflejo de esa transición. Con los años cobró fuerza la voluntad de impulsar con más fuerza el establecimiento de nuevos métodos y estándares científicos y profesionales. Y en ese contexto se fraguó el acuerdo de que Gaseta Sanitària de Barcelona pasara a ser el órgano científico de la futura Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) y que yo fuera su director. No recuerdo los detalles, pero estoy seguro de que puse algunas condiciones y, entre ellas, la revisión por pares de los manuscritos y el multilingüismo: este último visible ya en la cubierta que diseñada por Enric Satué, diseño que le dio siempre a GACETA SANITARIA una imagen de calidad. En 1986, en una editorial, Xavier Casas anunciaba el compromiso de la nueva etapa para impulsar la producción científica en Salud Pública en el conjunto del Estado y un proceso más estricto de selección de los artículos3. El número cero de la nueva revista fue un número de transición en el que Joan Clos, en calidad de presidente de la Comisión Gestora de la SESPAS, anunciaba la nueva etapa que se abría, con la confluencia de diversas sociedades científicas y profesionales en la SESPAS y la adopción de Gaceta Sanitaria como su órgano de expresión4. En el número 1 de la nueva etapa, pude exponer nuestro proyecto. Ante todo un reto que creo que sigue vigente: «Otorgar a la Salud Pública el relieve y el nivel de desarrollo que le corresponde tanto en lo científico como en lo social»; también aludimos a un nuevo marco conceptual, a un nuevo enfoque de los servicios sanitarios, apostando por la investigación en servicios sanitarios, y también a la necesidad de nuevos perfiles profesionales; anunciamos, asimismo, el compromiso con 2 objetivos: cooperar con los autores en la publicación de sus trabajos siguiendo un proceso riguroso de evaluación y selección, y abrir un foro de discusión y debate capaz de acoger puntos de vista distintos5. Estoy convencido que la GACETA SANITARIA actual ha cubierto un largo camino en relación con estos compromisos.
Para mí, el equipo editorial resultó una oportunidad privilegiada de cooperación, aprendizaje y amistad. Formaban parte de éste Rosa M. Alberdi, Jordi Alonso, Francisco Bolumar, Miguel Carrasco, Xavier Casas, Isabel Izarzugaza, Esteban de Manuel, Manuel Oñorbe y, muy especialmente, Ricard Viñas, la persona que, desde su rol de jefe de redacción, hacía posible nuestro funcionamiento. Más adelante se incorporaron Antoni Plasència y Xavier Castells, lo que supuso un enorme refuerzo. El Consejo Editorial incluía a 41 personas y fue también un órgano clave para la revisión y la selección de los manuscritos y la elaboración de editoriales y comentarios. Estaba también el Comité Asesor, con los nombres importantes de la SESPAS. Para el proyecto de la nueva GACETA SANITARIA pusimos algunas condiciones, y una de ellas innegociable: la independencia de criterio en el trabajo de edición científica. Siempre tuvimos, por parte de la SESPAS, el respeto y el soporte a ese criterio de independencia.
Los manuscritos son siempre la razón de ser de las revistas científicas y en ellos pusimos el máximo esfuerzo. Siempre he creído que los editores de revistas científicas deben ser investigadores relevantes en activo. Nosotros aprendimos a ser editores siendo autores. Durante ese período publicamos algunos trabajos en el New England Journal of Medicine, en The Lancet y en el American Journal of Epidemiology y, gracias a estas revistas y a sus editores, aprendimos a conocer mejor nuestro rol y a mejorar los procesos de Gaceta Sanitaria. A veces, ese contacto fue incluso personal, como cuando nos visitó Ian Munro, editor de The Lancet que entonces nos había aceptado un trabajo en su revista. Yo, que siempre he sentido veneración por los «maestros», había conseguido un facsímile del primer número de Gaseta Sanitària de Barcelona para regalárselo, pero la sorpresa fue ver que él había traído para nosotros un facsímile del primer número de The Lancet (figs. 1 y 2). También pusimos la mirada en modelos de revistas más cercanos como el American Journal of Epidemiology, donde George Comstock nos enseñó hasta dónde puede llegar la atención de un editor para con un trabajo. Poco después tuvimos la gran suerte de gozar de la amistad y la enseñanza del siguiente editor del American Journal of Epidemiology, Moisés Szklo, y de formar parte de su Comité Editorial, lo cual fue una fuente constante de aprendizaje. Hubo otros maestros a los que no conocimos personalmente, pero igualmente influyentes en nuestro trabajo, y de entre ellos quisiera resaltar a Stephen Lock, editor del British Medical Journal, cuyo libro A difficult balance: editorial peer review in medicine fue muy útil para nosotros6. Ese libro me lo hizo llegar Marta Pulido, que siempre ha sido un punto de referencia en la edición científica en nuestro país. Yo llamaría a esta etapa la del teacher's based editing, por paralelismo con otro concepto al que nos adheriríamos tiempo después: el evidence based editing. La práctica del anonimato de los manuscritos fue una de las decisiones importantes que adoptó el Equipo Editorial. Fue una decisión tomada basándonos en el teacher's based editing. Con los años, la investigación sobre la edición científica y el proceso de revisión por pares ha contribuido a aportar evidencia disponible para este tipo de decisiones.
En el período de 1987 a 1994, Gaceta Sanitaria me acompañó siempre y especialmente los fines de semana, así que Aram (1982) y Guillem (1983) crecieron viéndome transportar los manuscritos de la cocina al comedor y del comedor a la cocina, tratando siempre de que no vieran en ello algo que nos separaba sino, por el contrario, algo que con la mayor discreción formara parte de su paisaje. Trabajamos mucho para que Gaceta Sanitaria atendiera los compromisos contraídos. Establecimos la costumbre de hacer periódicamente balance de la actividad editorial y de dar cuentas del trabajo realizado; profesionalizamos la gestión de la revista mediante una alianza muy fructífera con Editorial SG y Masson, y alcanzamos un sueño con la admisión de GACETA SANITARIA en Medline. En diciembre de 1998 hicimos el primer balance: el 61% de los trabajos recibidos pasaron una evaluación externa a la revista (el 100% de los manuscritos originales publicados), los manuscritos recibidos habían crecido de 51 en 1987 a 82 en 1988 y la revista había sido ya incluida en el Índice Médico Español, en Index Médicus, en Medlars y en Medline7. Cumplidos los 5 años de la nueva andadura y con el núcleo permanente del Equipo Editorial muy consolidado, dimos cuentas del proceso de gestión de manuscritos de la revista8. Allí nos referimos a la dificultad de reducir el tiempo de gestión de los manuscritos, un tema que sigue siendo clave. En 1990, en Gaceta Sanitaria, el tiempo medio desde la recepción de un manuscrito hasta la decisión final era de 5 meses, si bien era de 10,5 meses para los originales9. Con todo, quizá lo más relevante de ese editorial fueran las referencias bibliográficas, que traducen el compromiso que habíamos adquirido con seguir de cerca los progresos científicos acerca del proceso de revisión por pares. En 1993 se publicó el balance de los años 1991 y 1992, y las cifras son muy similares a las del año 199010. En ese mismo editorial anunciamos la creación de la European Public Health Association y la futura distribución del European Journal of Public Health, junto con la GACETA SANITARIA. En ese número se anunció también una renovación importante del Equipo y el Consejo Editorial. Con la incorporación de Alfonso Contreras, Fernando G. Benavides, Guillem López-Casanovas y Emilio Sánchez, el Equipo Editorial cobró un nuevo impulso.
Visto ahora con la distancia, tengo la impresión de que los años de GACETA SANITARIA fue un tiempo bastante heroico, un tiempo de construcción de un país, pero también fue un período agotador y, después de 7 años, sentí que se había cubierto mi etapa en GACETA SANITARIA y también que había cubierto todas mis expectativas como director de una revista científica. Irse es tan importante como haber estado, así que llegó el último reto, convencer a la Junta Directiva de la SESPAS de que el nuevo director debía ser seleccionado con el mismo criterio de independencia con el que nosotros habíamos podido ejercer nuestra actividad. Nuevamente, recibimos el apoyo de la SESPAS, así que el nuevo director, Fernando Rodríguez Artalejo, fue seleccionado por un Comité de Selección presidido por Juan Cabasés, gracias a sus méritos y a su proyecto. De como siguió todo hablarán los otros editores de GACETA SANITARIA.
Bibliografía
1. Ánomino. Presentació. Gaseta Sanitària de Barcelona. 1982;1:1-6.
2. Monográfico: In memoriam Jesús Marcos. Quaderns CAPS. 1995;22.
3. Casas X. Inici d'una nova etapa. Gaseta Sanitària de Barcelona. 1986;30:219-20.
4. Clos J. Presentación. Gac Sanit. 1987;1:3-4.
5. Antó JM. La Salud Pública y la Administración sanitaria. Gac Sanit. 1987;1:3-4.
6. Lock S. A difficult balance: editorial peer review in medicine. Philadelphia: ISI Press; 1986.
7. Antó JM. Gaceta Sanitaria 1986-1988: balance de una nueva época. Gac Sanit. 1988;9:265-6.
8. Antó JM. Gaceta Sanitaria: una nueva etapa editorial. Gac Sanit. 1989;13:460.
9. Plasència A, Castells X, Alonso J, Antó JM. Gaceta Sanitaria: proceso editorial de los manuscritos recibidos en 1990. Gac Sanit. 1992;28:5-7.
10. Antó JM, Alonso J, Castells X, Plasència A. Gaceta Sanitaria 1992: balance y perspectivas. Gac Sanit. 1993;35:53-5.