Lo oficial
Joaquim Camprubí (5/3/1953 - 27/9/2017), licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Barcelona, fue director del Centro de Promoción de la Salud y responsable del Centro de Inmunoprofilaxis del Ayuntamiento de Madrid (siendo alcalde de esta ciudad Enrique Tierno Galván, del PSOE); director general del Servicio Regional de Salud de Madrid (dimitió en 1984 por «la difícil relación personal entre algunos miembros del Consejo de Dirección» que dirigía María Gómez de Mendoza, consejera de Salud y Bienestar de la Comunidad de Madrid presidida por Joaquín Leguina Herrán, del PSOE); jefe de servicio en la Dirección General de Planificación Sanitaria, Ministerio de Sanidad; subdirector económico-administrativo en el Hospital Virgen Macarena de Sevilla; director del Plan de Salud de la Expo 92, Sevilla; responsable del Área de Consultoría Sanitaria, Ernst & Young; gerente de Relaciones con Servicios Regionales de Salud y de Acceso al Mercado MBE y Programa de Calidad Asistencial Nacional, MSD; y colaborador del Área de Formación de la Fundación Gaspar Casal (Madrid).
Lo amical1
De sus puestos oficiales pasó a la industria farmacéutica, utilizando una puerta giratoria que asombró a muchos. ¿Qué había detrás del personaje, qué había detrás de lo oficial?
«En el impulso a la medicina basada en pruebas hubo muchos españoles, pero formó dúo casi espontáneo con Rafael Bravo, una pareja amigable desde los 90 del pasado siglo que solo ha podido romper la muerte de Joaquim Campubrí y cuya última actuación fue en 2016, en el VI Congreso de Gestión Clínica, en una mesa sobre «La Medicina Basada en la Evidencia a revisión» (no podría ser otro el contenido).»
«Con una muy amplia experiencia en el mundo de la gestión sanitaria, fue un actor clave para el impulso de la Medicina Basada en la Evidencia en España en los años 90. Desde su puesto de responsabilidad en MSD, hizo posible la traducción, edición y distribución gratuita del primer libro sobre MBE de David Sackett y del de Atención Sanitaria Basada en la Evidencia de Muir Gray. Asimismo, apoyó otras muchas iniciativas e hizo posible la financiación de la primera versión de la Biblioteca Cochrane Plus hasta que ya fue asumida por el Ministerio de Sanidad.»
«Conocí a Joaquim en uno de los seminarios que organizaba sobre MBE a finales de los años 90 en El Escorial, creo que la primera vez que vino Alex Jadad a España.»
En la Escuela de Salud Pública venía organizando unos seminarios de gestión anuales desde mediados de los años 1990, en los que el nombre de MSD solo figuraba en la contraportada del libro, que facilitaron hablar de gestión con gente relevante (desde John Roberts, de Stanford, a Vicente Ortún, de la Pompeu Fabra) y con un enfoque menos «alfabeta» de lo que es habitual en los gestores.
Joaquim Camprubí y Rafael Bravo creo que fueron de los primeros en difundir los principios sensatos de la MBE por aquí, y aunque los dos siempre han defendido lo bueno que tiene la idea (en especial su integración con la experiencia y las preferencias, tal como escribió Sackett), ambos criticaron el exceso al que había llegado.
Joaquim nunca negó que trabajara para un laboratorio farmacéutico cuyo fin real era vender medicamentos. En ese sentido, fue un tipo honrado, pero a la vez capaz de facilitar que se discutiera sobre ese mismo asunto. En todos los encuentros en que coincidimos siempre buscaba la confrontación de ideas y puntos de vista, la visión crítica sobre la realidad y el cuestionamiento de las opiniones dominantes. Sé que eso le costó bastantes problemas con la Administración de turno que criticaba y demandaba en público a su empresa, pero por la puerta de atrás le pedía dinero para organizar reuniones. Y también sé que le supuso problemas importantes con MSD, que no acababa de estar a gusto con un tipo que iba muy por libre.
Sabía bastante de investigación aplicada a la medicina; leía mucho, pero no presumía de ello, y por encima de todo era maestro en un arte que se desvanece: el de la conversación, en la que más importante que hablar es escuchar. Él sabía hacerlo, y de qué forma. Porque lo que de verdad le interesaba era hablar de filosofía (fue yerno de Gustavo Bueno, el filósofo), poesía o política, temas sobre los que tenía siempre una opinión propia y crítica (en especial con la deriva de Cataluña).
«En resumen: fue una buena persona.»
«Siempre pude discutir cordialmente con él. Le escuchaba y me escuchaba. Aunque hace mucho tiempo de eso. Creo que hizo lo que le pareció más justo, aunque no fuera lo más popular.»
«Amic, company, col·lega, soci en diverses iniciatives, fiable en compromisos. Decent «avant-la-lettre». Intel·ligent, agut, fi, i amable.»
«Amigo fraternal, estimulante compañero de trabajo, con un humor irónico, lúcido, reservado y ¡excelente jinete!»
«Tolerante y respetuoso. Admiraba la solvencia valiente y provocadora, una cualidad que valoraba especialmente siempre que respondiera a un argumento.»
«Hace casi 40 años fue el “culpable” de mi interés por la salud pública, desde el Ayuntamiento de Madrid, cuando lo ganó el PSOE y él estaba en la Junta de Chamberí.»
«Consumado el “único argumento de la obra”, un repaso a la memoria, incluso a los últimostweetsde Joaquim, te hace lamentar la pregunta que no hiciste o la conversación que no tuviste. Preguntas que no hiciste porque desconocías su enfermedad coronaria; es más, su aparente placidez serena parecía blindarle contra ella. Conversaciones que no tuviste y que hubieras abordado desde lo que se comparte dejando para cuando hay confianza y aprecio consolidado las diferencias. Nos queda el recuerdo de su obra y de las que ayudó a tejer a lo largo de su diverso recorrido profesional, que se hallaba actualmente en momento de aprovechar su experiencia y conocimiento tanto colaborando en la dirección y en la docencia de la Fundación Gaspar Casal como arrancando un proyecto hotelero en la sierra de Grazalema (Cádiz) con su nueva pareja.»
Y como decía Machado, «lleva quien deja y vive el que ha vivido. ¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!».