Sr. Director:
Durante la crisis de la COVID-19 hemos podido observar cómo en el Barrio del Cementerio, una zona vulnerada1 al oeste de la ciudad de Alicante, habitada por cerca de 150 familias, los vecinos se han autoorganizado para crear un servicio de aprovisionamiento y reparto de productos esenciales, apoyándose en los/las profesionales que habitualmente intervienen en el barrio para tratar de mejorar el bienestar y la salud de su comunidad.
A mediados de marzo de 2020, las medidas de confinamiento ligadas a la crisis por COVID-19 provocaron el cese inmediato de actividades como la recogida de chatarra o la limpieza del hogar, interrumpiendo los ingresos de un gran porcentaje de las familias del barrio, que desarrollan estos trabajos de manera informal, por lo que quedaron sin recursos y provisiones días después de decretar el estado de alarma. El teléfono habilitado para contactar con la Oficina Municipal de Emergencia Social del Ayuntamiento se encontraba colapsado y los recursos para la ayuda mutua en el vecindario empezaron a escasear a principios de la segunda semana, lo que reforzó el sentimiento de abandono latente2.
Ante esta situación, la propietaria del bar del barrio, vecina que ha demostrado tener consciencia de los activos individuales, comunitarios e institucionales3, se propuso la creación de una despensa para el reparto de productos esenciales. Para conseguir recursos pidió ayuda a las entidades que trabajan en la zona, las cuales sirvieron como apoyo técnico y soporte jurídico para donaciones económicas y en especie, a falta de una asociación de vecinos constituida. Aprovechando el cierre del bar, lo puso a disposición como almacén y adaptó la planta baja de su vivienda para realizar el reparto 3 días a la semana. Los chatarreros cedieron sus furgonetas para el aprovisionamiento de los productos, haciendo posible el primer reparto el martes 31 de marzo, 2 semanas después del inicio del confinamiento. A partir de ese momento, un equipo formado por vecinos voluntarios y algún técnico no remunerado gestionó el aprovisionamiento y el reparto 3 días a la semana, a través de un funcionamiento horizontal y asambleario. El personal técnico pudimos asesorar en la logística, el control de gastos y los beneficiarios, así como sobre el seguimiento de las medidas de protección necesarias para evitar el contagio. Las partidas de alimentos y las ayudas económicas coordinadas por el ayuntamiento han ido llegando progresivamente a ciertas familias, y los servicios municipales realizan valoraciones sociales de las personas en situación de mayor vulnerabilidad para permitir una optimización de los recursos disponibles.
Esta iniciativa ha reforzado los vínculos sociales con un objetivo común claro: evitar que ninguna persona en el barrio pase hambre. Gracias a la puesta a disposición de recursos económicos y logísticos externos mínimos ha salido a la luz la capacidad de liderazgo y gestión de vecinos concretos, que han mostrado poseer un alto sentido de coherencia4, que aún queda por evaluar. Ante esta iniciativa, el vecindario ha respondido con gratitud, solidaridad y reconocimiento público hacia las personas promotoras; así, por ejemplo, este aumento de la cohesión social5 se ha materializado a través del regalo de un ramo de flores financiado por toda la comunidad y ofrecido a la vecina que ha puesto todo de su parte y que ha hecho posible esta iniciativa en una zona degradada de la ciudad de Alicante, considerada como una de las más conflictivas.