Para los sanitarios y los economistas, el año 2020 está siendo una prueba de fuego. Diálogos en la interfaz de la economía y la salud a propósito de la COVID-191 es un libro oportuno, que sintetiza muy bien las sacudidas estructurales y las profundas tensiones que, como consecuencia de un evento extraordinario como es la COVID-19, están padeciendo el sistema sanitario y la economía de nuestro país.
El libro invita a veinte personalidades destacadas del ámbito económico y sanitario a expresarse, a través de un complejo cuestionario de cinco preguntas, sobre cuáles podrían ser las actuaciones para mejorar el funcionamiento y la eficiencia del Sistema Nacional de Salud (SNS), y evitar el nivel de estrés al que está actualmente sometido. Todo esto reconociendo que el SNS arrastra problemas estructurales, de financiación y de coordinación desde hace tiempo, que la COVID-19 ha hecho evidentes brutalmente.
La lectura del libro pone de relieve que no siempre se coincide en conceptos claros para actualizar y dar respuesta a las actuales y futuras necesidades y demandas de un SNS basado en sus principios básicos: universal, equitativo y de calidad.
Haciendo un balance global, aparecen dos aspectos generales sobre los que se observa un diagnóstico de consenso por parte de los expertos. Primero, que el timing de la respuesta no fue el adecuado: se llegó tarde a la primera ola por la ausencia de un Centro Nacional de Salud Pública potente, con protocolos y procedimientos estudiados y consensuados con las comunidades autónomas para posibles situaciones como esta. Además, agravado por la falta de datos fiables, debido a sistemas de información y análisis en muchos casos débiles, compartimentados y con imposible conexión entre ellos. En segundo lugar, la imperiosa necesidad de reforzar la atención primaria, con mayor coordinación entre los servicios sanitarios y los servicios sociales (centros geriátricos).
Sobre dos temas tan sensibles como son el funcionamiento y la financiación del SNS, cabe destacar que muchas de las propuestas que ofrece el libro ya han sido analizadas en anteriores estudios o comisiones, aunque nunca han sido implementadas. En este aspecto se observan cierta timidez y falta de concreción en alguna de las propuestas que los expertos hacen sobre estos temas.
Dos ejemplos: 1) ¿cómo afrontar la modificación del actual marco laboral estatutario con sus rigideces, para llevarlo hacia un sistema retributivo con incentivos que estimulen la responsabilidad de los profesionales, y bajo el marco de una gestión flexible y con autonomía de los centros del SNS? y 2) ¿cómo asegurar que el presupuesto asignado consiga los objetivos previstos mediante una evaluación continua?, ¿cómo y quién hace esta evaluación? La asignación de mayores recursos al sistema sanitario debe garantizar que este incremento de financiación no quedará nuevamente diluido (como en ocasiones anteriores) en un sistema que muestra ineficiencias y que por lo tanto requiere mejoras. En paralelo, esa mayor aportación presupuestaria, ¿de dónde proviene?, ¿de incrementos de fiscalidad?, ¿de copagos?, ¿de reordenación y priorización en los presupuestos generales?
En lo que sí hay una importante y remarcable unanimidad es en la necesidad de mecanismos de rendición de cuentas que aseguren la eficiencia y la transparencia del sistema. El SNS debe disponer de herramientas que evalúen el funcionamiento de todos sus servicios y prestaciones, basándose siempre en el principio básico del coste-efectividad. Luego, a partir de esos datos se podrán plantear priorizaciones en la asignación de los recursos económicos.
Todas estas cuestiones quizás merecían mayor claridad y más concreción en las propuestas ofrecidas por los expertos invitados. Dado que el libro se ha escrito al final de la primera ola de la pandemia, y a la vista de todas las experiencias que se han ido acumulando desde entonces, se podría sugerir un segundo estudio académico en el que, teniendo en cuenta las lecciones aprendidas, se aportaran no solo reflexiones generales, sino también propuestas con planes de acción más concretos, calendarios y comités de expertos independientes. Sin duda, podría ser de utilidad para los actores políticos que, en último término, son los responsables de aplicar el cambio, el cual debe ser gradual, pero decidido, sin visiones ni decisiones cortoplacistas, que solo nos alejarían de un SNS universal, equitativo y de calidad.
Celebro el esfuerzo de este libro por fomentar el diálogo interdisciplinario entre economía y salud, tan necesario para entender en profundidad el impacto que ha tenido la COVID-19 en nuestro SNS y en nuestra sociedad. Me queda la duda de si habrá voluntad política para afrontar las necesarias actualizaciones y reformas que este estudio propone, o si una vez más, lamentablemente, todo quedará como está. Sería una gran irresponsabilidad.