Estimada Sra. Directora
En primer lugar, me gustaría felicitar al Dr. Javier Fernández-Palacios por su artículo en el número 2 de 2020 de nuestra revista, Cirugía Plástica Ibero-Latinoamericana.(1) Demuestra una vez más su gran experiencia en ayuda humanitaria quirúrgica. Y agradezco a la Dra. María del Mar Vaquero por reservar un espacio de esta publicación al trabajo social y de cooperación altruista que desarrollan muchos cirujanos plásticos.
He leído en esta sección interesantes artículos de nuestros colegas hispanoamericanos, que quizá nos llevan años de adelanto en esta labor. Es admirable cómo se organizan para tratar a un número enorme de pacientes.(2,3) Especialmente en patología de fisurados. Pero también hace ya décadas que la Sociedad Española de Cirugía Plástica, nuestra SECPRE, destina esfuerzos a la ayuda humanitaria. Durante años se viajó a la misión de los Hermanos de San Juan de Dios de Chiclayo, en Perú.(4)
Por eso me gustaría traer a la memoria, añadiendo a lo que el Dr. Fernández-Palacios relata en su artículo, que ya en 2016 tuvo lugar el primer viaje humanitario en representación de la SECPRE a África.(5) En aquellos años era vocal de relaciones institucionales de la SECPRE el Dr. Jesús Barón y llevaba entre manos iniciar una colaboración en Iquitos (Perú). Pero terminaba una terrible epidemia de ébola en Liberia y los Hermanos de San Juan de Dios solicitaron a la SECPRE que ese año se desplazase algún equipo de cirujanos plásticos al Hospital St. Joseph de Monrovia. Muchas ONGs habían dejado de ir esos años por allí. Cuando me llamó, conocía mi experiencia anterior de haber viajado varios años a Togo, en condiciones mucho más precarias a las que encontramos en Liberia y resultó un viaje inolvidable, que inició la "experiencia africana de la SECPRE".
África es un continente enorme, con realidades sociales muy diferentes y, como es lógico, nos referimos siempre a los países o regiones africanas pobres con recursos muy limitados y una estructura sanitaria muy precaria.
Me satisface haber sembrado la semilla del trabajo humanitario en mi propio Servicio de Cirugía Plástica, aquí en Alicante (España). La Dra. Maite Fernández me ha acompañado a Togo, a Liberia y después a Sierra Leona. Y varios miembros del Servicio han viajado después a Liberia y con seguridad lo retomarán los más jóvenes en cuanto estén formados y nos permitan viajar de nuevo. También en nuestra ciudad se puede cursar un máster oficial en cooperación al desarrollo, que oferta la Universidad Miguel Hernández cada dos años, por si fuese del interés del lector.(6)
Como cirujanos plásticos tenemos la fortuna de conocer unas técnicas quirúrgicas que, sin precisar grandes medios técnicos, pueden beneficiar a muchos pacientes y mejorar su calidad de vida futura. En nuestros viajes hemos llevado dermatomos, un mallador de piel y un doppler como instrumentos más sofisticados. Aunque estas misiones quirúrgicas sean cortas en el tiempo, a veces solo de un par de semanas, pueden ser muy eficaces si mantienen una continuidad anual o semestral. Se pueden resolver graves secuelas de quemaduras en varios tiempos quirúrgicos. Así conseguimos por ejemplo que Amadou, niño de 6 años pudiera extender sus dedos, hacer pinza e incluso llegar a escribir con una de sus manos, operándolo en dos campañas consecutivas.
Aún en situaciones difíciles como la actual pandemia Covid-19 que estamos sufriendo, tenemos que intentar mantener el espíritu de cooperación. No debemos ver el mundo desde nuestra burbuja privilegiada. El que haya programas diferentes de colaboración, como muestra esta sección de la revista, es bueno para todos y me gustaría instar a la SECPRE a que considere prioritario su programa de cooperación internacional dentro de su calendario anual de actividades. No se debería desperdiciar la experiencia ya adquirida ni el impulso de muchos cirujanos jóvenes. Esto contribuye también a la difusión hacia otras organizaciones internacionales de cooperación, que no piensan en cirujanos plásticos cuando solicitan cooperantes. Pueden descubrir a través de estos viajes la importancia de otro aspecto de nuestra especialidad, alejado de la cirugía puramente estética.
Por otro lado, estoy totalmente de acuerdo con el autor en el apoyo imprescindible de los sanitarios locales, enfermeros, misioneros o en el mejor de los casos, médicos o cirujanos de la región que se visita. Ellos conocen los casos, priorizan, dan continuidad a los cuidados postoperatorios de nuestros pacientes y de ese modo la campaña quirúrgica puede llegar a dar sus mejores frutos.
De nuevo reitero mi enhorabuena al Dr. Fernández-Palacios, no sólo por su trabajo en múltiples viajes de cooperación, sino también por haber hecho el esfuerzo de revisar y ordenar su experiencia para divulgarlo.
Mi agradecimiento sincero