Bajo demanda estética, el paciente fue sometido a intervención quirúrgica con anestesia general para remodelado del contorno mandibular. A través de un abordaje extraoral, incisión tipo Risdon derecha, se realizó una cirugía de remodelado óseo del área basal y lingual mandibular afectas (figs. 1 y 2).
El resultado del análisis histológico de la pieza confirmó el diagnóstico definitivo de displasia fibrosa (DF): trabéculas irregulares de tejido óseo inmaduro, no conectadas entre sí a modo de «letras chinas». No se evidenció la presencia de células gigantes multinucleadas, ni tejido fibroso con bandas de osteoide celular.
El paciente presentó buena evolución posquirúrgica, sin evidencias de reactivación de la enfermedad a los 12 meses de seguimiento (fig. 1).
Discusión
La DF se considera una lesión benigna caracterizada por la sustitución de tejido óseo normal por tejido fibro-óseo conectivo. Descrita por primera vez por von Recklinghausen en 1981, el término «displasia fibrosa» fue establecido por Lichtenstein y Jaffe en 1938, describiendo a su vez 2 tipos de DF: monostótica (DFM) y poliostótica (DFP) (afectación de 2 o más regiones óseas). La DF poliostótica, junto con la presencia de máculas hiperpigmentadas «cafe-au-lait» y alteraciones endocrinas múltiples (pubertad precoz, adenoma hipofisario o hipertiroidismo), es conocida como síndrome de McCune-Allbright1.
La etiología de esta alteración del desarrollo fibro-óseo, según Marie et al.2 y Riminucci et al.3, es consecuencia de una mutación del gen GNAS-I (subunidad alfa de la proteína G de los osteoblastos), que ocasiona una aumento en la actividad adenilato ciclasa, provocando un aumento en la proliferación y diferenciación celular, que da lugar a una excesiva y desordenada cantidad de colágeno.
Clínicamente la DF se presenta entre la primera y segunda década de la vida, sin predilección por sexos ni razas, pudiendo afectar a cualquier estructura ósea del cuerpo. Sin embargo es el territorio craneofacial el más frecuentemente implicado (maxilar superior, mandíbula, hueso frontal, esfenoides, etmoides, parietal, temporal y occipital)4. La DFM es el tipo más frecuente, se manifiesta como una única lesión expansiva de crecimiento lento (sin embargo el caso presentó una infrecuente instauración súbita), no dolorosa, y asociada en ocasiones a asimetría facial. De manera inusual, pueden presentarse síntomas en relación a la compresión de estructuras nerviosas o invasión de tejidos adyacentes.
Radiológicamente el aspecto de las lesiones varían en relación a las etapas de la enfermedad. En estadios iniciales son radiotransparentes, calcificándose progresivamente hasta presentar un patrón mixto radiolúcido-radiopaco en «vidrio deslustrado», como en el caso presentado5. El elemento crítico para el diagnóstico es la presencia de unos márgenes indefinidos, debido a la sutil mezcla entre hueso lesional y hueso aparentemente normal6. Esta es una característica que permite diferenciar a la DFM del fibroma osificante juvenil (FOJ), que presenta frecuentemente márgenes bien delimitados.
El principal diagnóstico diferencial debe establecerse con lesiones fibro-óseas benignas de la región mandibular, como son el FOJ, las lesiones de células gigantes (granuloma central de células gigantes y tumor pardo del hiperparatiroidismo), el osteoblastoma u osteoma osteoide, la displasia cemento-ósea y el fibroma desmoplásico6,7.
En relación a la clínica presentada por el paciente, la edad, la ausencia de alteraciones hormonales y metabólicas en las pruebas analíticas, la presencia de un único foco captante en la gammagrafía y las características radiológicas de la lesión; resumían las posibilidades diagnósticas a 2: la DFM o el FOJ.
El FOJ se trata de una neoplasia verdadera con un comportamiento agresivo (cierta tendencia a la recidiva), localizada en mandíbula que afecta a jóvenes menores de 15 años6. Presenta una radiolucidez mixta pero con márgenes bien definidos. El patrón histológico es similar a la DFM, que difiere por la presencia de áreas de hemorragia y pequeños grupos de células gigantes multinucleadas4.
El tratamiento fundamental de la DFM es quirúrgico, siendo de elección la cirugía de remodelado del contorno óseo para las lesiones que causan deformidades estéticas evidentes. Por otro lado, durante las fases activas de la enfermedad se recomienda una actitud conservadora y expectante por el alto riesgo de recidiva existente1. La recidiva o el sobrecrecimiento se sitúa entorno al 25-50% de los casos, siendo más frecuente cuanto menor es la edad de comienzo del paciente. El tratamiento radioterápico está contraindicado por la posibilidad de degeneración maligna radioinducida, sin embargo existe un riesgo de degeneración sarcomatosa espontánea del 0,5% en ausencia de radioterapia previa4.
Conclusiones
La DFM se trata de una alteración ósea benigna cuyo diagnóstico diferencial requiere descartar otras lesiones fibro-óseas. Tanto su histología como su patrón radiológico puede ser similar a otras entidades, por lo que la clínica y las pruebas complementarias realizadas son fundamentales para establecer un diagnóstico definitivo. El tratamiento quirúrgico se basa en la cirugía de remodelado óseo con fines estéticos, recomendándose manejo conservador durante las fases de crecimiento activo de la enfermedad.