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Index de Enfermería
versión On-line ISSN 1699-5988versión impresa ISSN 1132-1296
Index Enferm vol.22 no.1-2 Granada ene./jun. 2013
https://dx.doi.org/10.4321/S1132-12962013000100019
HISTORIA Y VIDA
Yo acompaño. Experiencia del padre en la decisión del parto en casa
I accompany. Experience the father in the home birth decision
Teresa Ma Martínez-Mollá1, Carmen Solano Ruíz1, José Siles González1
1Departamento de Enfermería. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Alicante. Alicante, España
Dirección para correspondencia
RESUMEN
El relato que se detalla a continuación está basado en la experiencia de una pareja que decide tener el parto en casa. A lo largo del texto quedan claros cuáles son los valores y las creencias que dan apoyo a la decisión del parto en casa y cuáles son las prácticas que se llevan a cabo para conseguir que el parto se realice en casa. El relato se lleva a cabo por el marido. En él se explica que es la mujer la que toma unilate-ralmente la decisión de tener el parto en casa, cómo él en un primer momento rechaza esta posibilidad, pero poco a poco se va convenciendo de que es la mejor opción y por fin decide apoyar y acompañar a su mujer.
Palabras clave: Parto domiciliario, Marido, Valores, Creencias, Prácticas, Investigación cualitativa, Relato biográfico.
ABSTRACT
The account that follows is based on the experience of a couple who decide to have a home childbirth. Throughout the text remains clear which values and beliefs support the decision of home birth and which practices are carried out to achieve a home chilbirth. The account is carried out by the husband. He explains that the woman takes unilaterally the decision to have a home childbirth, as he at first rejects this possibility, but little by little he is convinced that it is the best option and finally he decides to support and accompany his wife.
Key words: Home childbirth, Husband, Values, Beliefs, Practices, Qualitative research, Biography as topic.
Introducción
El nacimiento es un proceso fisiológico en el que solo se debe intervenir para corregir desviaciones de la normalidad. Se considera que un parto domiciliario planificado es aquel en el que la mujer tiene intención de parir en casa, reúne los criterios médicos de normalidad y es atendida por profesionales cualificados que trabajan en un sistema de salud y cuentan con equipamiento adecuado y acceso a hospitalización si ésta fuera necesaria.1 Los temas relativos a la salud reproductiva han sido considerados asuntos casi exclusivamente femeninos por lo que hasta hace muy pocos años no se prestó atención al rol de los varones ni se los incluyó en los programas de salud sexual y reproductiva. En la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de El Cairo en 1994 y en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing 1995, se sentaron las bases para la inclusión del varón en la mejora de la calidad de vida de las mujeres. Se plantea la importancia de conocer la participación y la vivencia del parto por parte del padre.
Son múltiples los motivos que llevan a una pareja a tener a su hijo en el entorno familiar de su domicilio: porque consideran que el parto es un proceso que no requiere hospitalización2 y tienen miedo a la atención que se da en los centros sanitarios,2 porque en casa encuentran la intimidad que desean3 y la posibilidad de decidir sobre su propio parto,4 y por último porque desean la participación activa del padre.5
La gestante es la que suele plantear su deseo de tener el parto en casa,6 pero el padre con frecuencia intenta disuadir a la mujer de su idea7 ya que le surgen muchas dudas y miedos que están relacionados con las creencias personales8 y la sensación de vulnerabilidad, la necesidad de proteger a la mujer y al bebé que va a nacer7 y el miedo a un posible traslado al hospital en caso de emergencia.9
La decisión de tener el parto en el domicilio suele tomarse de manera conjunta tras meditar y discutir la idea,9 buscando información y valorando los riesgos. Tras informarse adecuadamente y reflexionar llegan a la conclusión de que un nacimiento en casa es lo mejor para la pareja y su bebé.10 Para que el parto se produzca en casa el apoyo del marido es imprescindible,9 sin el cual el parto se producirá en el hospital.9 Al preguntar al padre, éste manifiesta una clara preferencia hacia el parto hospitalario11 porque le da mayor sensación de seguridad,9 por comodidad9 y para no tener que enfrentarse a las opiniones en contra de una sociedad que mayoritariamente considera que el parto en casa es muy peligroso.12
Ana y Pedro son una pareja que a principio de los años 90 decidieron tener su segundo parto en el domicilio, y se pusieron en contacto con una de las autoras cuando buscaban a una matrona que atendiera su parto en casa. Años después contactamos con ellos para hablar de su experiencia, para que nos contaran cómo tomaron la decisión de tener el parto en casa y qué tuvieron que hacer para conseguir que el parto se pudiera realizar en su domicilio. La entrevista a Pedro se lleva a cabo en el domicilio familiar, Ana de vez en cuando se sienta con nosotros y puntualiza algún comentario de Pedro. Previo consentimiento, se graba la entrevista, que tiene una duración de 45 minutos. Pedro se muestra muy tranquilo y responde de manera fluida a las preguntas, recordando con facilidad la experiencia vivida, aunque han transcurrido bastantes años. Posteriormente se transcribe íntegramente la entrevista. Tras el análisis cualitativo de la misma, procedemos a ordenar la información según la cronología y los temas obtenidos. Destaca que la decisión del parto en casa es tomada en un primer momento por Ana, que Pedro al principio se opone a la idea, pero al ver que no puede convencerla, que el embarazo es normal y que no hay ninguna complicación, obtiene algo de información y llega a la conclusión de que es la mejor opción. Sus comentarios sobre la atención al parto en el hospital nos llevan a las siguientes reflexiones: aunque todavía queda mucho camino por recorrer se están produciendo cambios importantes en la atención al parto hospitalario, con la humanización del mismo y con un mayor respeto por los deseos que las mujeres manifiestan sobre su parto; el padre tiene una mayor participación en el parto y por último el parto en el domicilio ofertado o financiado por la sanidad pública queda todavía muy lejos de ser una realidad.
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Dirección para correspondencia:
Teresa Ma Martínez-Mollá
teremarti2@hotmail.com
Manuscrito recibido el 16.4.2012
Manuscrito aceptado el 28.9.2012
TEXTO BIOGRÁFICO
DECISIÓN. La idea de tener el parto en casa surge unilateralmente, no bilateralmente. Realmente es ella quien lo decide. En el fondo yo pienso que siempre es así, puesto que es ella la que lo va a tener, yo no se lo puedo imponer. Me lo dijo en la segunda falta. Al salir de la consulta del ginecólogo me dijo: "Yo lo quiero tener en casa...". Y yo me mareé, y dije: "¡Dios mío!, la que me ha caído ahora. ¡Socorro!". Al principio, los primeros meses, yo me enfadé. Yo le decía que no, que no quería esa responsabilidad, fui mosca cojonera, puse pegas, saqué el manual y le dije: "Según el manual ¡no hay que tenerlos en casa!". Yo no podía asumir que hubiera un parto sin un control ginecológico, sin una monitorización. Un fallo agudo puede tenerlo en un momento y seguramente las consecuencias en casa no serían las mismas que en un hospital por muy rápido que tú decidieras ir a algún lado. Y vistas las dificultades que a veces hay para hacer trasladados, ¡pues no!, yo no quería crear un problema innecesario. Yo le decía: "Yo acepto lo del parto en casa con una ambulancia aquí". Además, yo miraba la casa y decía: "Es que aquí no hay nada preparado para tener un hijo salvo que lo tenga en el váter o encima de la cama, ¿no?". Lo que pasa es que ¡bueno!, en este caso, la pareja ¡era una cabezona! Y tuvo una experiencia muy negativa en el primer parto, poco menos que enloqueció allí, en el hospital.
Tuvimos nuestras pequeñas discusiones, y en ese estira y afloja, ella seguía diciendo: "Que no, que no, ¡que el parto en casa!", como si la hubieran abducido. Y al final, como no soy yo quien lo va a tener, como era ella quien iba parir, pues decidí: "¡Bien!, ¡pues nada!, ¡pues será en casa!". Con todas mis reticencias, desde las puramente médicas, hasta las personales. Recordaba los comentarios de mi madre sobre mi parto ¡nací con cinco kilos seiscientos y la desgarré viva! Y quieras que no, eso está ahí dentro. Pero poco a poco las pegas se fueron pasando y los miedos que tenía se me fueron difuminando. Fui viendo que el embarazo iba muy bien, que no había ninguna complicación: ni hubo anemia, ni proteínas en orina, no hubo nada, ¡estaba perfecto! También recordé que en los de mi generación, raro es el que nació en el hospital, de hecho yo nací en casa, ¿no?, y mi hermano, y mi primo, o sea, de hecho todos han nacido en casa, y ella también.
Y así, poco a poco y como la realidad siempre es dinámica y se va moviendo, pues me pareció que la posibilidad de tenerlo en casa era más factible que ir al hospital. Me di cuenta de que mis miedos eran miedos muy teóricos, impropios de la realidad, que no se podían justificar médicamente como un impedimento para tener partos en casa. Eran miedos a alguna la patología clásica del embarazo o del final de un parto: que de repente hubiera sido muy difícil sacar al niño, que hubiera habido una hemorragia importante, que se hubiera tenido que hacer una episiotomía muy grande, que se hubiera hecho un desgarro...
Al mes siguiente cuando fuimos al ginecólogo le dije: "Mi mujer, que tiene un coágulo en la cabeza, ha perdido la razón y que quiere tenerlo en casa". A los ginecólogos no les gustó mucho la idea y dijeron que podía ser arriesgado. Pusieron pegas, ¿eh?, bueno, peguicas, pero no dijeron que no. De hecho nos ofrecieron a la matrona. También se lo dijimos a algunos amigos. Yo creo que el comentario más repetido era "¡qué valiente!". ¡Ella! A mí, a mí se ve que todos vieron que yo estaba de comparsa, ¡como mucho! Y algunas mujeres me decían: "Si yo fuera más valiente, también lo tendría en casa". O sea, que todos llegaban a ese punto, que como cosa teórica y como cosa emotiva, sí decidirían tenerlo en casa, pero luego se ve que a todas les entraba el canguelo y decían que no, y al final no se atrevían. Eso es un poco la idea, de los pocos que hablamos a nadie le parecía mal. ¡Es curioso!, a nadie le parecía mal, de gente así de nuestra edad. La única que no quería era mi madre. Mi madre me decía: "Tú estás loco y tu mujer, más". Bueno, ella siempre refería su parto y me decía: "¡Casi me muero!".
VALORES QUE APOYAN LA DECISIÓN DEL PARTO EN CASA. Del parto en casa valoraba la posibilidad que tenía la mujer de elegir la postura en la que quería parir, quién la atendía y quién la acompañaba. También valoraba la sensación de normalidad, de cotidianeidad y la mayor participación del padre en el parto.
CREENCIAS QUE APOYAN LA DECISIÓN DEL PARTO EN CASA. Los partos son partos y raro es que surjan dificultades, de hecho ahí están las estadísticas, ¿no?, ¿cuántos partos difíciles, problemáticos, o realmente letales hay respecto a la cantidad de partos normales? Es casi como subir en avión. También creo que la preparación psicológica y anímica hacen que todo el sistema adrenenérgico y el de la oxitocina funcionen mucho mejor, lo que tiene una importancia primordial para la contractura del parto y para el desarrollo correcto del mismo. Cuando todo va bien, realmente no hace falta tener el parto en el sistema hospitalario. Pero cuando hay problemas y los problemas son importantes no creo que nadie pueda decir que el hospital sea malo. Las pegas al hospital no son técnicas, son pegas logísticas y de trato, porque en muchas ocasiones el manual está por encima de todo. En el hospital, cómo tú sabes, a veces hay falta de atención humanizada, hay muchas prisas, hay cambios de turno, hay mucha gente y te toca el que te toca y, bueno, pues a veces te toca gente que ellos mismos con su actitud te complican el parto. ¡No es el es el sistema sanitario, es el equipo que te toca en el momento! A lo mejor tú estás deseando ponerte en una postura, hacer algo para minimizar el dolor, para facilitar la apertura y ¡machaconamente con la postura que tiene que ser! Y después del parto, aunque todo haya ido bien, te quedas ingresada, porque todos los partos, incluso hasta los menos complicados en un hospital tienen un protocolo, y tienen un nivel de estancia normal, habitual.
Por otra parte en los reportajes pare-cía que el parto en casa era más sencillo, ¿no? Más tranquilo y con la ayuda profesional adecuada parecía hasta mejor, ¿no? Y uno se plantea que toda la vida se ha parido en el campo, en los taxis... y en el desierto, ¿no? Y luego supongo que no es lo mismo tenerlo aquí que está relativamente cerca de los centros hospitalarios, que tenerlo en la montaña, ¿no?, que yo he visto gente que incluso se han decidido a ir a la montaña a parir, que dices tú: "¡Joder, también son ganas de buscarte la dificultad!".
El parto en casa te lo pagas tú. El sistema público no ofertaba el parto en casa. Yo creo que solamente con el trabajo que quitamos en el hospital, por el ahorro de recursos, la Seguridad Social debería darnos algo por haberlo tenido en casa. ¡No nos dieron nada! Me pregunto si se están realizando cambios y si en algún momento el parto en casa estará financiado por la sanidad pública.
Lo queramos o no, los hombres somos el puntito y aparte, los hombres no tenemos casi nada que ver. O sea, el embarazo es de la mujer y el parto es de la mujer. Nosotros somos como la Santa Compaña, es decir, acompañamos. Con un parto hospitalizado pues todavía es peor, el hombre ¡no cuenta para nada! En cambio, me da la sensación de que en casa el padre es alguien en el parto. Si las cosas salen bien, creo que el hombre se integra más en el parto en casa que en el parto en el hospital.
PRÁCTICAS PARA CONSEGUIR QUE EL PARTO SEA EN CASA. Cuando surge la idea lo primero que haces es buscar información. No leí mucho, pero sí conocía el monográfico de Integral, y había visto reportajes de los partos en Holanda y en los que planteaban cosas de los partos hospitalarios: prisas, deshumanización, infecciones nosocomiales...
Inicialmente yo quería que hubiera un especialista en el parto, por si hubiera algún problema, pero el ginecólogo dejó muy claro que si había alguna complicación como es una hemorragia que no cedía o alguna cosa así había que llevarla al hospital y que él estuviera tampoco iba a solucionar nada. El mismo nos ofreció una matrona que trabajaba con ellos, que tenía mucha experiencia, y que había atendido muchos partos en casa donde nosotros vivimos. Cuando fuimos a verla a su casa, ella nos dijo que se hacía cargo de todo, que traería todo el material. La confianza que daba esa señora para mí era extraordinaria. Yo creo que le pegaba cuarenta vueltas a cualquier ginecólogo, por la de años que llevaba la mujer sacando críos. Y es que la confianza de tener un parto con una persona con tanta experiencia no creo que te la dé ni siquiera un hospital. Lo que pasa es nos dijo que tenía que parir antes del 16 de agosto porque se iba de vacaciones, por lo que la posibilidad de tener el parto en casa dependía de que la matrona, concretamente esa matrona estuviera, si no, no hubiera sido parto en casa. Solamente con que se hubiera retrasado un día ya no hubiera podido ser, nos hubiéramos tenido que ir al Seguro.
Aunque nos preocupaba que surgiera algún problema la matrona nos comentó que mucho se tenía que complicar la cosa, para que no pudiera salir bien, y que si el parto se complicaba, nos íbamos a la clínica privada en la que ella trabajaba.