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Index de Enfermería

versión On-line ISSN 1699-5988versión impresa ISSN 1132-1296

Index Enferm vol.25 no.4 Granada oct./dic. 2016

 

ARTÍCULOS ESPECIALES

ORIGINALES

 

El silencio social que se construye en torno al aborto inducido

The social construction of silence surrounding induced abortion

 

 

Susana Ortega Larrea1, Rosa García Orellán2 y Ana Ortega Larrea3

1Departamento de Enfermería II. Universidad del País Vasco UPV/EHU;
2Departamento de Ciencias de la Salud. Universidad Pública de Navarra (UPNA);
3Universidad San Vicente Mártir, Valencia, España

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Objetivo: analizar la experiencia de las mujeres que han tenido un aborto y las consecuencias dolorosas que dicha práctica produce en la vida y en el cuerpo de las mujeres, así como averiguar si existe un apoyo social para la mujer que ha abortado, y un marco para afrontar sus consecuencias.
Metodología: se realiza una Investigación cualitativa fenomenológica basada en las fuentes orales a través de entrevistas semiestructuradas, con el fin de estudiar los relatos de 20 mujeres sometidas a un aborto inducido.
Resultados: los aspectos que derivan del silencio social son la percepción social de que el aborto carece de importancia y el tabú del aborto relacionado con el biopoder que se ejerce sobre el cuerpo de las mujeres.
Conclusión: se habla del aborto y se discuten aspectos sociales y legales morales o políticos, pero se ignora aquello que trasciende más allá del propio acto reduciéndolo a esquemas ideológicos.

Palabras clave: Aborto inducido, Tabú, Silencio social, Biopoder.


ABSTRACT

Purpose: to analyze the experience of women who have had an abortion and the damaging consequences of abortion in their lives and their bodies. The purpose is also to find out whether there exists any social structure or support for women who have had an abortion.
Methodology: The study followed a qualitative methodology, using Phenomenological Analysis, in order to study twenty women's narratives about their own induced abortion.
Results: The aspects derived from social silence are the following: social perception about the insignificance of abortion, the taboo of abortion related to the bio-power imposed on women's body.
Conclusion: Abortion is discussed in terms of legal, social, moral or political aspects; however what transcends the abortions itself is ignored, as abortion is socially reduced to ideological schemes.

Key words: Induced abortion, Taboo, Social silence, Biopower.


 

Introducción

Debemos considerar el silencio no solo como la abstención de hablar, sino como una expresión inexpresiva1 ya que en su propia manifestación no existe forma, ni contenido, ni acción. Dicha expresión alude a lo inexpresable, a hechos que no pueden ser trasmitidos mediante la palabra, y en este caso nos informa sobre una serie de vivencias donde no existen palabras para exteriorizarlas ni verbalizarlas. Nos estamos refiriendo a esas situaciones de fracaso, decepción, soledad, abandono, miedo, que nos remiten al mundo de las emociones, donde la experiencia vivida supera con creces el discurso verbal, porque estas vivencias son interiores y no hay palabras que puedan expresar las emociones inenarrables. Efectivamente, no todo se puede comunicar a través de las palabras, por el contrario, existen espacios destinados al silencio de la reflexión y al apartado de los propios interrogantes. De ahí que los silencios no solo los debamos definir como la privación de la palabra, si no como una actitud que contiene una forma de ser, una naturaleza propia y característica. Detrás del silencio hay una experiencia insondable, hay un mensaje que debemos descubrir y saber interpretar.1

A raíz de esta investigación, observamos que en el acto del aborto inducido se abre todo un mundo de silencios. Intentar conocer y comprender la variedad de respuestas que presentan las mujeres ante su aborto es francamente complicado, porque cada mujer y sus circunstancias son diferentes, y el aborto puede afectarla, o no, o afectarla en diferentes dimensiones, ya sean filosóficas, religiosas, familiares, sociales, médicas.2 Por lo tanto, debemos considerar el aborto como una experiencia compleja que en ocasiones ni la propia mujer que lo ha padecido consigue entender. Entonces, cuánto más difícil será que lo comprendan los demás: familia, amigos, personal sanitario y sociedad.2

A pesar de su complejidad, el silencio actúa como un elemento comunicador de estados de ánimo, gestos, emociones que deben ser descubiertos para conocer sus códigos de significado. Desde el punto de vista fenoménico, hay muchos tipos de silencios, lo mismo que detrás de cada rostro en silencio, hay múltiples experiencias y emociones contenidas. Detenernos en analizar la diversidad de silencios que afectan a la pluralidad de mujeres que han abortado, supone abordar un estudio paralelo que reforzaría nuestro análisis del contexto narrado por las mujeres. Por eso, de momento, solo atenderemos al silencio social, al silencio que impone el contexto.

Es innegable que el aborto inducido ha sido un hecho trasversal a la historia de la mujer y, en la actualidad, está fuertemente arraigado en un sector de la sociedad que lo considera como la única solución posible frente al problema de un embarazo inesperado y no deseado.2 Al mismo tiempo, parece evidente que el Estado, cuando ha liberalizado el aborto declarando salvaguardar la libertad y los derechos reproductivos y sexuales de la mujer, ha puesto en marcha un mecanismo por el que se invisibiliza cualquier efecto adverso que dicho aborto genere en el cuerpo de la mujer.2

Si con la elaboración de las leyes relacionadas con el apoyo al aborto se ha buscado el derecho a decidir y, por tanto, el supuesto bien de la mujer, nos es obligado estudiar los discursos sociales que se producen en torno al aborto, así como conocer directamente de las mujeres que han abortado, la interpretación que otorgan a su experiencia, tanto en la toma de decisión, como en el tiempo del post-aborto.2 Por lo tanto, el objetivo, dando voz a las mujeres que han abortado, es conocer y analizar si existe un apoyo social para las mujeres que han abortado, o si por el contrario la sociedad promueve el silencio y la ocultación del aborto en numerosas ocasiones.

 

Metodología

El estudio se ha realizado con una metodología cualitativa fenomenológica, cuya base empírica se basa en las fuentes orales a través de entrevistas semiestructuradas en que la mujer, de manera oral y espontanea, narra un aspecto concreto de su experiencia vital cuando se sometió a un aborto, así como en el contexto en que dicha experiencia se produjo.

El estudio se realizó en dos provincias de la Comunidad Autónoma Vasca, Guipúzcoa y Vizcaya, siendo la población de estudio mujeres vascas residentes en dichas provincias además de mujeres de otros países. Lo que se quiso estudiar fue si la experiencia vital de su aborto pudo ser vivida de diferente manera, según la procedencia de diferentes culturas.

Las informantes se seleccionaron tras haber trabajado previamente con mujeres afectadas por esta temática, realizándose las entrevistas con aquellas mujeres, nacionales o extranjeras, que hubiesen experimentado un aborto inducido.

Durante el periodo comprendido entre abril de 2011 a marzo del 2012, se contactó con treinta mujeres, de las cuales solo 20 (13 mujeres vascas y 7 de otras nacionalidades) accedieron a colaborar en dicho estudio. Comprender los obstáculos que nos encontramos en el proceso de apertura de campo, equivale a percibir solo superficialmente ese campo de silencios y el clima que reina, lo que está en juego, es decir, los conflictos que no afloran al exterior y la configuración de los entramados.3

El rechazo provenía de la incapacidad para hablar acerca de su aborto, ya sea porque no podían ni querían hurgar en su pasado, ya sea porque eran celosas de su intimidad o porque tenían miedo de sentirse juzgadas. A raíz de estas primeras experiencias de campo, se vio la necesidad de localizar una persona idónea que hiciera la función de mediador o portero, que nos permitiera acceder a las informantes.

Previo al comienzo de la entrevista, se entregó el consentimiento informado para su lectura y firma, como parte del procedimiento de confidencialidad y destinado a la protección de datos y al uso de los mismos como material para la investigación. Una vez cumplido este requisito, la mujer comienza a narrar su vivencia, cuya información va siendo grabada. La duración máxima de la entrevista fue de una hora. Una vez finalizadas estas se trascriben, se codifican y estructuran los datos según el objetivo planteado.

El tamaño de la muestra vino determinado por el concepto de saturación, al considerarse, después de cierto número de entrevistas, que las informantes no aportaban nada nuevo en lo que concierne al objeto de la entrevista.4 En el análisis de los datos no se han utilizado nuestras propias concepciones sobre la materia, sino que dejamos expresarse a las informantes, mediante preguntas abiertas sobre la temática que les consultamos.

Se han respetado los cuatro principios básicos que deben de tener en cuenta en un trabajo de estas características, como son no maleficencia, autonomía, beneficencia y justicia.5 El principio de no maleficencia hace referencia a evitar herir a ninguno de los participantes6 evitando comentarios acerca de lo que se está escuchando o que denoten un rechazo en la informante.2 Cuando en las entrevistas se evocaron recuerdos de situaciones dolorosas, se les ofreció el apoyo emocional necesario.

En cuanto al principio de autonomía, además de entregarles el documento de consentimiento informado, se respetaron los silencios de las mujeres o la negativa a seguir la narrativa. Se informó a las participantes que su transcripción se codificaría con un número y la inicial de su nombre, salvaguardando la confidencialidad. Solo las autoras de este trabajo accedieron al audio y transcripciones, respectando así los principios de beneficencia y justicia.

 

Resultados

Hemos mencionado que de las 30 mujeres contactadas, 10 decidieron guardar silencio, lo que nos confirman el peso del "silencio social". Concebimos el silencio social como aquel que se impone desde fuera, desde el contexto de referencia que rodea a la mujer, y que está formado por la propia masa social. Este tipo de mutismo es común a todas las mujeres que se han sometido a un aborto inducido, y de él derivan tres aspectos que destacamos, a saber: el desconocimiento, el tabú u ocultamiento y la existencia de comunidades emocionales.

Desconocimiento. Si el aborto se percibe como una elección voluntaria de la mujer, una acción que ella ha escogido libremente, el resultado final debería ser de absoluto alivio. Por eso, los comentarios de normalidad o de alivio como "Bien, liberada" (E3E). "No fue nada traumático" (C7E). "Bueno, lo pasas mal, pero bueno, ya se te pasa" (E18SA). "Ahora hay que seguir adelante hay que dar el siguiente paso o volver a empezar a intentarlo o hay que aceptarlo, asumirlo y para adelante" (A1E). "Normal. Estaba estudiando, estaba sacándome el grado medio, pues como tenía que ir a clase y luego trabajaba también" (GA17SA), son todos ellos unos testimonios que nos indican que el proceso ha sido controlado por la mujer, por lo que nadie debería preguntar más, pues no existe problema alguno en el que haya que profundizar.

Esta actitud frente aborto es respaldada por la percepción social de que el aborto no tiene mayor importancia. Incluso los amigos y parientes a menudo trasladan esta impresión a otras mujeres con frases como estas: "mi prima me dijo que ya lo has hecho, ha sido de pronto fue lo mejor. Me empezó a trabajar, y fue como ya lo has hecho ya toma pecho ya no podías hacer nada más" (D14SA), "Socialmente tampoco está bien visto el tema de interrumpir el embarazo, y no es fácil hablar de ello, entonces yo creo que sí se mezcla un poco el sentimiento de vergüenza o del qué dirán" (M2E). Sin embargo todavía importa el qué dirán y ese miedo a sentirse juzgadas florece principalmente en las mujeres en cuyo aprendizaje social interiorizan lo que está bien y lo que está mal: "Yo creo que aunque hoy en día la religión no tenga tanto poder, creo que está bien marcado en la sociedad lo que está moralmente correcto y lo que es incorrecto moralmente y el aborto yo creo que está ahí" (M2E). De ahí que, en múltiples ocasiones, el pudor al qué dirán se traslada también a su propio grupo más íntimo, donde el miedo al juicio de los demás les condiciona para guardar silencio: "Lo que pasa es que en mi cuadrilla somos 15, en mi cuadrilla si saben algunas que he interrumpido el embarazo, pero justo otras de mi cuadrilla habían tenido embarazo ectópico y tampoco les iba a comentar ¡no mira yo es que he interrumpido el embarazo! Además ellas no consiguen quedarse embarazadas. Decirlo así tan airosamente -yo he decidido interrumpirlo- a esas personas, me parecía como egoísta" (M2E).

Tabú u ocultamiento. A lo largo de la historia y en el desarrollo de las sociedades ciertos tabúes han desaparecido, mientras que otros nuevos han ido surgiendo. Algunos de estos perduran y se han ido desplazando de un ámbito a otro de la sociedad. A este respecto nos relataron: "Ves la televisión y parece todo tan fácil. Hay un tabú todavía, antes era la salud mental, el enfermo psiquiátrico era ¡uf!, había que tapar, luego fue el cáncer, no había que decir que se ha muerto de un cáncer o que tomaba tratamiento psiquiátrico, pero ahora parece mentira que en pleno siglo XXI, el tabú es el aborto. Es estupendo, es maravilloso, te lo venden pero nadie habla de ello, nunca oyes una conversación sobre los abortos provocados. A nosotros nos ha cambiado la vida por completo. Hablan del aborto pero no saben lo que hay después que es muchísimo más duro que lo que pasas. Pero yo, como personal sanitaria, no tenía ni puñetera idea de lo que era esto" (E13E).

Respecto a si las mujeres que proceden de una formación religiosa silencian el aborto, o este silencio es trasversal a grupos de personas creyentes o no creyentes, solo 6 mujeres, 3 extranjeras y 3 de la comunidad autónoma vasca han hecho referencia a la religión. Extraemos algunos testimonios: "Al principio, si una semanita después de abortar siento como culpable ¿por qué has hecho eso? ¡Que Dios te perdone! porque hay muchos cuentos que dice que cuando tú haces aborto aquí, cuando tu vas para otro mundo lo cargas, como un peso" (AJ15SA). "Yo durante muchos años me sentía culpable que yo pensaba que era mi culpa que yo era la culpable, que yo había hecho, que tenía mi culpa, que yo era la mala, y no sé, yo soy católica y siempre he rezado y pedía a Dios perdón porque pensaba que era mi culpa" (GA17SA). "La iglesia evangélica y ahí sabemos que es lo bueno y que es lo malo y yo lo que hice pues obviamente está mal" (SiLE19SA). "Aunque hoy en día la religión no tenga tanto poder pues el tema moral desde pequeños nos han metido una educación religiosa católica y bueno luego ha influenciado en nuestra educación" (M2E). "Yo estaba educada en una escuela de monjas y donde mis valores han estado muy ligados a lo que era el cristianismo" (C12E).

Comunidades emocionales. A pesar del tabú del silencio, se ha podido comprobar cómo a las distintas formas de vivir el aborto algunas de las mujeres han podido contar con una comunidad de apoyo de manera que compartían distintas emociones: "Mis amigas más próximas, más íntimas, cuando tengo un problema o algo me pasa, tengo una amiga que lo cuento todo. Cuando tienes una persona que te escucha y está ahí en el momento para darte fuerzas, cuando lo cuentas, ya sientes como alivio, no lo tienes dentro tuyo solo para ti, hay alguien que tú sabes que puedes confiar para compartir algo" (AM15SA).

Ahora bien, este desaguadero solo ha estado presente en 3 relatos, de las 20 mujeres entrevistadas, lo que supone que únicamente una minoría de las mujeres ha tenido la posibilidad de contar con alguien o con algo a lo que agarrarse antes, durante y después de su aborto. Entresacamos tres testimonios que avalan lo expuesto: "Claro, me sentí sola claro. El estar allí sola cuando entras al centro, estás sola, miras a la gente a tu alrededor, entonces no sé, me sentía sola, que no me había ido nadie a acompañar" (E3E). "La soledad que notaba al principio, comparado con la que tengo ahora, no tiene nada que ver. Porque estás sola y solo tengo ganas de llorar" (SL20E). "Pero me sentía sola, sin familia, sin amigos, sin nada, no tenía apoyo. Pues no porque allí me hubiera apoyado mi familia, pero es que aquí no tenía a nadie. Solo éramos mi pareja y yo" (SILE19SA).

 

Discusión

Los mensajes que le llegan a las mujeres son contradictorios. Por un lado, son la propia familia y los amigos los que imponen en la mujer que ha abortado un autocontrol porque entienden que esta es la respuesta más adecuada, de manera que la mujer se enfrenta con un poderoso mensaje que alienta la represión emocional.7 Y por otro lado, la opinión social empuja a valorar el aborto como una intervención intrascendente, por lo que el concepto masificado que trivializa el aborto convive con la idea opuesta de que pese a lo que se cree, el aborto no está bien visto, y por ello se oculta. En el centro se encuentra la mujer que al inspeccionar su entorno y determinar cuál es la opinión dominante,8 solo expresa sus emociones si coinciden con la masa social.

Se establece una antítesis entre lo que socialmente se habla y los silencios o la ocultación que se establece para no juzgarse a sí mismas o no ser juzgadas, de ahí que muchas mujeres que han tenido un aborto se sientan vulnerables a ser estigmatizadas por otras, por su acción.9

Esta situación antagónica que envuelve a las mujeres, ya era señalada por una de las primeras defensoras acérrimas del aborto como fue Simone de Beauvoir. La filósofa francesa en El Segundo Sexo, denunciaba que precisamente los mismos varones que repudiaban públicamente el aborto eran quienes más tarde obligaban a las mujeres a abortar si la relación derivaba en un embarazo no deseado. Así, de Beauvoir destapaba una de las trampas del patriarcado, no obstante, ella misma caía en la contradicción conceptual que venimos observando sobre el aborto. Por un lado criticaba a los varones que trivializaban el aborto, Men tend to take abortion lightly, pero al mismo tiempo, cuando defendió la legalidad del aborto, se refirió a este como una operación que facilita la libertad sexual de las mujeres.10 Quizás también se podría señalar que aunque de Beauvoir defendía y financiaba abortos, ella nunca pasó por esa tribulación.11

Una cuestión que ha estado continuamente presente en este trabajo es si la sociedad responde con algún tipo de emoción frente a la mujer que ha abortado. Nussbaum centra dos de de las emociones que están fuertemente arraigadas, como son la compasión, entendida como aquella emoción dolorosa ocasionada por la conciencia del infortunio inmerecido de otra persona; y la empatía, concebida en aquella reconstrucción imaginativa de la experiencia de otra persona, con independencia de que la experiencia sea triste o feliz, placentera, dolorosa o indiferente.12 El modo en que dichas emociones están arraigadas en una determinada comunidad es muy diverso. Por una parte, las emociones pueden estar canalizadas hacia la mujer al comprender el trance de la pérdida. En este caso nos encontramos ante un debate epidérmico donde se conoce la problemática y se refleja con una preocupación hacia las mujeres que han abortado. O por el contrario, otras comunidades pueden no sentir ningún tipo de lástima, sino una completa indiferencia. La falta de información produce que aspectos trascendentales y relevantes de la vida sean vistos con absoluta insensibilidad. Nos enfrentamos, por tanto, a la problemática de la ignorancia. Sobre lo que se desconoce no se puede hablar con discernimiento, y al final, se termina por silenciar el aborto y todo el contexto que lo rodea. La ingenuidad y el desconocimiento de la cruda realidad del aborto genera esa lógica en la que quedan atrapadas las mujeres que han abortado: todo el mundo tiene una opinión; quien más, quien menos, piensa que es un asunto cuya valoración se hace desde lo subjetivo o lo religioso.13 Tampoco podemos obviar que en ocasiones se percibe una actitud de reproche contra quien aborta; hay quienes afirman que la persona que padece ese sufrimiento se lo merece, y en lugar de compadecerla se la culpa y recrimina por su actuación. Asumir las consecuencias de los propios actos con responsabilidad supone cargar con las consecuencias de nuestras decisiones.

El término tabú es complejo por el alcance y la magnitud que puede llegar a adquirir, sabiendo que manifiesta y opera en gran número de ámbitos de la cultura y de la sociedad y, sin duda, en los más determinantes.14 La sociedad considera el tabú como la causa y la consecuencia de que algo esté fuera del orden común, es un símbolo de aquello que escapa a la regla.15 Relativizar el aborto quitándole importancia, u ocultarlo de la realidad por lo que supone y por el qué dirán, implica a la larga una supresión, una elisión de lo innombrable, y el referente de lo innombrable es siempre lo no deseado por una cultura determinada.16 El tabú del aborto está íntimamente relacionado con el cuerpo de la mujer, de ahí que el convencimiento colectivo de silenciarlo es mucho más frecuente de lo que a simple vista se puede observar. Por todo ello, nos encontramos con dos situaciones: en primer lugar, la ocultación está directamente relacionada con experiencias vitales que corresponden a la esfera más privada y personal de la mujer.2 Estos fenómenos naturales se han visto envueltos en un halo de misterio y también ha sido esa la suerte de la pérdida del embarazo, que conjuga los tabúes de la sociedad actual sobre la muerte, el sexo y la reproducción.17 En segundo lugar y partiendo de estas premisas, se asientan primordialmente las relaciones de poder, pero relaciones de poder ocultas, porque la propia sociedad lo silencia por considerarlo perjudicial para sus intereses.18 Prueba de ello es que mientras que se aprueba la Ley dirigida a los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, se silencia el aborto. Esta ambivalencia nos lleva a pensar en lo que Foucault denominó el bio-poder, donde el poder que se ejerce sobre la persona, sobre su propio cuerpo, refleja una relación de fuerza, una situación estratégica en una sociedad determinada19 y en donde los mecanismos de poder se dirigen al cuerpo, a la vida, a lo que la hace proliferar, a lo que refuerza la especie, su capacidad de dominar o su aptitud para ser utilizada. El poder habla de la sexualidad y a la sexualidad, no es marca o símbolo, es objeto y blanco.20 Efectivamente, el poder se utiliza de una manera extensiva hacia el sexo en su sentido de acceso a la vida del cuerpo y a la vida de la especie, utilizándolo como un concepto que entra en el juego de distintas opciones políticas, y de determinadas campañas ideológicas.

En las comunidades emocionales constituidas, no solo por una o dos emociones, sino por constelaciones de emociones,19 las mujeres encuentran su seguridad en la idea de un grupo, por lo que al estar integradas, las personas se definen como normales, completas, buenas, reconfortadas y tienen la ilusión de la seguridad.21 Estas agrupaciones de mujeres son similares a los grupos de autoconciencia de origen estadounidense, donde el propósito era que las mujeres tomaran consciencia de su opresión, compartiendo sentimientos silenciados y experiencias, de modo que comprendían que lo personal era político, porque teorizaban sobre vivencias invisibles y dolorosas.22 Insistir en negar la realidad que representa el aborto en algunas mujeres solo sirve para abandonarla, aislarlas de otros grupos de mujeres que manifiestan dificultades semejantes, impedirles que exterioricen sus sentimientos, y en definitiva impedir que puedan recibir la ayuda necesaria.

 

Conclusiones

Respecto al análisis realizado para conocer la existencia de un apoyo social, o si por el contrario existe un silencio y ocultamiento sobre el tema del aborto, consideramos que la sociedad conoce y entiende poco del aborto y a quienes abortan, existiendo una clara separación entre lo que socialmente se nos sigue comunicando y los silencios que la propia mujer se impone ante los demás para evitar ser juzgada.

Estos silencios conllevan a la larga, una supresión de aquello que teniendo nombre no debe ser nombrado. Ni la sociedad ni la mujer desea hablar del aborto, llegando a convertirlo en tabú, y manifestándose en diversos sectores de la sociedad.

A raíz de este silencio colectivo se oculta el problema, bien por desconocimiento o bien por falta de información, quedando la mujer inmersa en un silencio social que se construye en torno al aborto inducido.

No es tan frecuente como se desearía que la mujer encuentre apoyo en una comunidad emocional en la que pueda canalizar sus emociones y sentirse reconfortada. Incluso en el supuesto caso de que existiesen tantas comunidades que toda mujer que aborta fuera acogida y apoyada, el silencio social es la única salida que encuentra la mujer a la que se le induce a un aborto, mientras se espera que no haga pública su experiencia.

 

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Dirección para correspondencia:
Susana Ortega Larrea.
Escuela Universitaria de Enfermería.
Paseo del Doctor Beguiristain 105,
20014 San Sebastián, España

Manuscrito recibido el 29.7.2015
Manuscrito aceptado el 1.11.2016

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