La llegada del nuevo coronavirus nos ha cambiado la forma de vivir y la forma de trabajar, especialmente a las enfermeras de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) que convivimos con pacientes con enfermedad por Covid-19. Aprendimos a manejar la enfermedad clínicamente hablando, cambiamos nuestra forma de trabajo para mejorar el tiempo de cuidado, estudiamos la colocación y retirada de los Equipos de Protección Individual (EPIs), adaptamos nuestros cuidados debido a la alta carga de trabajo que conlleva esta patología, con una pobre ratio enfermera-paciente, manifestando la necesidad de la inversión en formación, empleo y liderazgo en enfermería.1 Pero sobre todo, lo que más nos ha llamado la atención ha sido ver cómo los pacientes viven la evolución de la enfermedad sin compañía de sus allegados, sufriendo miedo y soledad, con la dura posibilidad de no poder despedirse de sus familias al llegar al fallecimiento. Por ello, los sanitarios hemos tenido que reinventarnos para seguir manteniendo esta humanización con vocación, voluntad y sacrificio.
Particularmente, en la UCI Polivalente del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, se ha creado un plan de mejora de calidad de los cuidados psico-emocionales del paciente-familia en unidades de cuidados intensivos.2 Este proyecto se decidió llevar a cabo debido a que detectamos una falta de apoyo emocional al paciente que repercute psicológicamente sobre los profesionales. Principalmente esto es causado por el aislamiento estricto que requieren estos enfermos y por la falta de material y de recursos para poder facilitar las visitas. Con el apoyo de las nuevas tecnologías que, en ocasiones, a costa de no humanizar, nos ayudan a acercar familias como bien dice nuestro emblema "Abrazando corazones",3 conseguimos poner en marcha este proyecto. Los pacientes que están despiertos pueden comunicarse con sus seres queridos manteniendo el contacto visual y auditivo utilizando su teléfono móvil o una Tablet. Así mismo, los profesionales de enfermería del servicio apoyan a las familias dando información telefónica sobre los cuidados proporcionados a estos pacientes diariamente, les acercamos aunque estén lejos. Además, se solicita un e-mail de contacto y se les envía al ingreso un vídeo de presentación del proyecto mostrando nuestro trabajo y en qué consiste el plan. Los enfermos más graves, sometidos a ventilación mecánica y que precisan sedación, escuchan la música y los audios grabados por sus familiares. Los que fallecen son acompañados en su viaje final mientras les damos la mano y leemos sus cartas de despedida. En definitiva, damos consuelo al paciente y sus familias.4
Mucho se habla últimamente de humanización y del cuidado de lo invisible, se ha puesto de manifiesto en esta pandemia la capacidad que tienen las enfermeras para hacer visible el cuidado que llamamos invisible.5 En toda España se han creado todo tipo de proyectos para hacer posible esta comunicación paciente-familia con el nexo de unión de los sanitarios. Quizás deberíamos remarcar la definición de "humanización" de la salud y de los cuidados intensivos, según Bermejo "Humanizar es todo lo que se realiza para promover y proteger la salud, curar las enfermedades, garantizar un ambiente que favorezca una vida sana y armoniosa a nivel físico, emotivo, social y espiritual".6 Humanizar los Cuidados Intensivos es centrarnos en la persona a la que atendemos, entendiendo que es única, preservando su dignidad y valores, cuidando en base a la mejor evidencia disponible, incluyendo a los familiares y haciéndolos parte del proceso, y también es devolver al equipo de salud la vocación y el sentido por lo que hacen.7
El proyecto Humanizando los Cuidados Intensivos (HUCI) de Gabriel Heras,8 ya venía mostrando la necesidad de una infraestructura humanizada para poder dar apoyo emocional al paciente, mantener su intimidad, asegurar confort ambiental, fomentar la comunicación y orientación espacio-temporal y personal del paciente y disminuir su estrés favoreciendo la recuperación de la enfermedad. En nuestro caso a través de los vídeos de fotos, los audios de los familiares, la radio o la televisión que nos proporcionan los ordenadores individualizados en cada box. Las ventanas están abiertas al exterior, el espacio se personaliza con fotos de las familias y mensajes de cariño, dibujos de los pequeños de la familia, etc.
No podemos olvidarnos del cuidado del profesional. Hemos sufrido miedo y frustración, estrés físico y psicológico y riesgo de sufrir desgaste profesional.9 Es necesaria la presencia de psicólogos en las UCIS para prevenir síndromes como la ansiedad o la depresión.
Cabe destacar que la Sociedad Española de Medicina Intensiva, en su plan de desescalada,10 ha incorporado una serie de recomendaciones para la entrada de familiares ya que los efectos del aislamiento han sido negativos y dolorosos. Por ejemplo, favorecer las visitas con test negativo del coronavirus sars-cov 2, a través de la puerta o la ventana del box, individualmente, respetando las medidas de seguridad, mascarilla, lavado de manos y bata desechable, algo que en la UCI Polivalente ya hemos comenzado a realizar. Un proyecto a tener en cuenta de ahora en adelante para promover la humanización en tiempos de Covid.