INTRODUCCIÓN
Las caídas son un riesgo real que acontece en el medio hospitalario y que en la población anciana supone un problema importante de salud pública, con consecuencias biopsicosociales y económicas notables. Además, constituyen un indicador de calidad asistencial y están presentes en las políticas de atención sociosanitaria de las administraciones1. Suponen también un problema de gran relevancia en la calidad de vida de los ancianos hospitalizados.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define las caídas como acontecimientos involuntarios que hacen perder el equilibrio y dar con el cuerpo en tierra u otra superficie firme que lo detenga2.
En las personas mayores, las caídas suponen uno de los grandes síndromes geriátricos y son una causa importante de morbimortalidad y, por tanto, de afectación de la calidad de vida del anciano. Se ha considerado síndrome debido a su complejidad, multicausalidad y necesidad de abordaje desde la interdisciplinariedad y debido a los múltiples signos y síntomas que presentan2.
La edad es el mayor factor de riesgo de las lesiones por caídas. Los adultos de edad avanzada ingresan en el hospital por lesiones relacionadas con esta causa con una frecuencia cinco veces mayor que por lesiones debidas a otros motivos3.
Aproximadamente un 30% de las personas mayores de 65 años y un 50% de las mayores de 80 años que viven en la comunidad se caen al menos una vez al año, y el mayor número de caídas tiene lugar en instituciones4,5,6.
La prevalencia de las caídas en los ancianos ha sido estudiada por diversos autores. Según la revisión de Da Silva y cols.7, en España el porcentaje de caídas es elevado: del 14,4% en ancianos que viven en la comunidad y del 46% en institucionalizados. En Cataluña, según Sánchez y cols.8, el 17,9% de las personas mayores de 65 años sufrieron por lo menos una caída en los últimos 12 meses y esa frecuencia aumenta con la edad. En Brasil, cerca del 30% de los ancianos sufren caídas al menos una vez al año, lo que se corresponde con la incidencia de caídas en el escenario mundial9. De los mayores que se caen, la mitad tienen caídas recurrentes y el 50% se vuelve a caer en el mismo año. La caída es, por tanto, un factor de riesgo para sufrir nuevas caídas10. Además, al menos 1 de cada 10 caídas causan fractura (normalmente de cadera) y 1 de cada 5 requiere atención médica4,5,6. Se calcula que en el año 2020 el coste que generarán las caídas será de unos 30 000 millones de euros en España4.
Por otro lado, las caídas son una causa importante de discapacidad en las personas mayores y, a su vez, uno de los desenlaces adversos de la fragilidad. La fragilidad es un factor de riesgo independiente de episodios adversos graves de salud, con un riesgo relativo de 2,54% para institucionalización y un riesgo relativo de muerte entre 1,63% y 6,03%. Además, la fragilidad es un factor de discapacidad, hospitalización, caídas, pérdida de la movilidad y enfermedad cardiovascular3.
Asimismo, una caída puede perjudicar la calidad de vida del anciano y la de sus familias9,10. Puede acarrear sufrimiento, lo que supone una restricción de las actividades, aparición de algias, incapacidad física o miedo a caer nuevamente, entre otras complicaciones. Aproximadamente el 5% de las personas mayores de 65 años que sufre una caída presenta lesiones mayores, como fracturas11, y el 2% precisa de hospitalización tras la caída12. El 90% de las fracturas son el resultado de una caída11. Las fracturas causadas por caídas pueden conducir a estancias hospitalarias y a discapacidad. Las fracturas relacionadas con las caídas son las de cadera, pelvis, columna vertebral, brazo, mano o tobillo13.
Dada la relevancia del problema en las personas mayores y su importancia en el bienestar del ser humano, conocer más sobre los posibles desencadenantes de las caídas y su prevalencia en el Hospital de Cuidados Intermedios (HCI) del PSPV, así como los factores de riesgo, orientará hacia los adecuados cuidados de enfermería en dicho centro. Además, permitirá dar una respuesta y evitar, en la medida en donde enfermería puede, reducir el riesgo de que la persona mayor sufra una caída en la institución, y mitigar así las posibles consecuencias derivadas de esta. Proporcionará una ventaja a la hora de actuar extrínsecamente ante algún factor desencadenante. Se conocerá qué intervenciones y recursos de enfermería se pueden utilizar o se están utilizando para poder evitar las caídas en el paciente ingresado en el PSPV para disminuir el problema de salud del anciano.
OBJETIVOS
Determinar la incidencia de caídas en los ancianos ingresados en el PSPV en el primer trimestre de 2014.
Analizar las características de estas caídas: sus causas, factores de riesgo, posibles desencadenantes, perfil de los pacientes y sus repercusiones.
MÉTODO
Estudio descriptivo, observacional y retrospectivo en el primer trimestre del año 2014.
Ámbito de estudio: servicios de convalecencia, paliativos, larga estancia y subagudos del HCI PSPV. Es un hospital de cuidados intermedios público y de gestión privada que pertenece al Catsalut. Quedan excluidos el resto de servicios: el hospital de día, Pades (Programa de Atención Domiciliaria y Equipos de Soporte), EAIAS (Equipo de Atención a la Infancia y Adolescencia), EVO (Equipos de Valoración y Orientación de Discapacidades), consultas de seguimiento de geriatría, neurología, demencia, caídas y hospitalización domiciliaria de seguimiento.
El perfil del anciano ingresado en el periodo de estudio y en las unidades estudiadas fue de 79,8 años, con una media en el Índice de Barthel de 50,29, con un 27,9% de déficit sensorial y un 36,7% presentaba enfermedad crónica o pluripatología.
Sujetos de estudio: pacientes mayores de 65 años ingresados en el PSPV que han sufrido alguna caída en el primer trimestre del año 2014.
Variables. Variables demográficas: sexo y edad; patologías; datos de la caída: turno de trabajo, estado mental en el momento de la caída y situación (solo, acompañado de un familiar o personal sanitario), forma de la caída, medicación de riesgo en las 12 horas anteriores a las caídas, consecuencias y lesiones asociadas a las caídas (considerándose lesión mayor fracturas o luxaciones). Se considera medicación de riesgo: antiarrítmicos, antihipertensivos, betabloqueantes, diuréticos, psicótropos (sedantes, antidepresivos, benzodiacepinas, antipsicóticos/neurolépticos), laxantes, hipoglucemiantes, antiepilépticos, anestésicos y anticoagulantes.
Recogida y análisis de datos: el PSPV ha sido un centro colaborador en la Fundación Avenis Donavedian (FAD) hasta diciembre de 2014. Esta fundación disponía de una base de datos sobre las caídas producidas en los centros colaboradores en la Alianza por la Seguridad del Paciente en Cataluña. Cada vez que un paciente sufría una caída en el PSPV se recogían los datos del cuestionario de la FAD. El estudio ha sido aprobado por la Dirección del PSPV, siguiendo la normativa vigente referente a la protección de datos.
RESULTADOS
De los 1560 pacientes ingresados en el HSPV en el primer trimestre del año 2014, un 6,3% ha sufrido caídas. En la Tabla 1 y en las Figuras 1, 2, 3 y 4 quedan reflejados los datos más relevantes de las caídas sufridas.
DISCUSIÓN
La incidencia de caídas del HSPV (véase Tabla 1) es mayor que en otros estudios1, posiblemente porque se ha incluido únicamente a la población anciana y en otros estudios se incluyen todos los pacientes hospitalizados. Esto corrobora la influencia de la fragilidad y la edad en las caídas.
El mismo paciente no se cae más de una vez y hay una mayor incidencia en febrero y marzo, posiblemente por el aumento de ingresos de pacientes subagudos en esta época del año.
Respecto al sexo, hasta los 75 años las mujeres sufren más caídas, pero pasados los 75 años tienden a igualarse y no existen diferencias significativas. Al igual que en el estudio realizado en el hospital de nivel 1 de Jaén1, el 43,4% de los que cayeron eran hombres y el 56,5%, mujeres. Sin embargo, Castro10 determinó que las mujeres caen hasta en un 40% más, frente a un 20% en hombres de 65 años.
En cuanto a la edad, mayoritariamente se caen los mayores de 75 años (véase Fig. 1). Esto coincide con el estudio realizado por Suelves14, en el que observó una mayor incidencia de lesiones por caídas entre las personas de mayor edad: el 17,3% en mujeres frente al 5,8% en hombres de 65-74 años; el 21,6% en mujeres y el 10,4% en hombres de 75-84 años, y el 24,6% en mujeres y el 19,6% en hombres a partir de 85 años14. En este sentido, el estudio del Hospital de Jaén refleja una edad más temprana, al registrar que la mayoría de caídas (52,8%) se han producido en mayores de 65 años y más de un tercio (36%) en los mayores de 75 años1.
La patología más predominante en los ancianos que sufren caídas en el HSPV es la cardiovascular (Fig. 2). De hecho, según Rodríguez15, la patología más común en la población anciana es la cardiovascular, ya que afecta a más de 200 casos por cada 100 000 pacientes, con lo que provoca una gran incapacidad.
El turno que más caídas registra es el turno de la mañana (Tabla 1), seguido muy de cerca por el la tarde, lo que coincide con un estudio llevado a cabo en un hospital de media estancia de Madrid16 donde el 51% de las caídas se registran en el turno de mañana. Y similar al estudio del hospital de nivel 1 de Jaén donde se registran más caídas en el turno de tarde1.
El estado mental en el que se encuentra el anciano previamente a sufrir la caída en el HSPV es el de la desorientación (Tabla 1), al igual que en el estudio del hospital de nivel 1 de Jaén en el que el estado mental que registra más caídas es el de desorientación con un 30%1. De hecho, la Junta de Andalucía ya muestra que entre los factores predisponentes para caer están la alteración del estado de conciencia, la alteración de la capacidad de percepción sensorial, el trastorno en las facultades mentales, los procesos de pensamiento y conducta17.
La mayoría de los pacientes estudiados se encontraban solos en el momento de la caída (Fig. 3), coincidiendo con el estudio de Varas18, que reafirma que el mayor número de caídas (68%) se presentaron cuando el paciente no estaba acompañado.
Más del 30% de las caídas se producen en pacientes que toman cinco o más fármacos (Fig. 4). Esto también se pone de manifiesto en la investigación liderada por Möller, del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia)19, donde se demuestra que la mitad de los medicamentos recetados para personas mayores pueden aumentar el riesgo de caídas, especialmente los analgésicos y los antidepresivos. En el estudio realizado en un hospital de nivel 1 de Jaén, los medicamentos más frecuentes entre los pacientes que han sufrido caídas son los ansiolíticos, los somníferos y los antipsicóticos1, lo que coincide con lo recogido en el PSPV.
La forma más común de la caída es desde la bipedestación (Tabla 1), lo que se puede relacionar con el estudio ICARE (Investigación de la Caída Accidental: estudio epidemiológico) en el que se ha observado que el envejecimiento provoca un deterioro en dos mecanismos imprescindibles para la bipedestación como son el equilibrio y la capacidad de respuesta rápida y efectiva ante su pérdida20.
Respecto a las consecuencias de las caídas, se ha obtenido un resultado satisfactorio porque la mayoría de las caídas han sido sin lesión (Tabla 1). Un total de 19 pacientes geriátricos fallecieron en la primera semana tras la caída, pero únicamente dos de las caídas supusieron una lesión mayor, por lo que se presupone que estas muertes no están derivadas directamente de las caídas, sino que parecen estar enmarcadas dentro de la propia fragilidad y pluripatología del perfil del paciente ingresado. Desde el punto de vista internacional, las lesiones son la primera causa de muerte de ancianos, y las caídas constituyen una alta proporción de estas muertes accidentales1. Según Villar, los accidentes constituyen la sexta causa de muerte en los mayores de 75 años. La causa más común entre los mayores de 65 años son las caídas. La mortalidad de una caída se relaciona con la edad avanzada, el sexo femenino, el tiempo prolongado de estancia en el suelo tras la caída, la pluripatología, la polimedicación y el deterioro cognitivo22. Según un estudio realizado en un hospital de nivel 1, aproximadamente el 30% de las caídas ocasiona lesiones leves, y entre el 4% y el 6% genera daños graves, incluyendo fracturas, lesiones en los tejidos y en la cabeza1. En otro estudio se describe que no todas las caídas producen lesión, pero que del 20% al 30% de los ancianos que caen sí sufren lesiones que van de moderadas a graves, como fracturas de cadera o traumatismo craneoencefálico, que reducen la movilidad y la independencia21. Como se puede observar, este estudio coincide con el estudio realizado por el hospital de nivel 1 de Jaén en que el mayor número de caídas no produjeron lesiones, y el resto sufrieron lesiones leves como hematomas y heridas, y solo una presentó una complicación grave (pérdida de la conciencia)1.
Limitaciones del estudio: los resultados no son extrapolables al resto de la población puesto que no se realiza un cálculo muestral. No se recogieron los déficits sensoriales como variable, puesto que el cuestionario de la FAD de registro poscaídas no lo contempla.
CONCLUSIONES
La incidencia de las caídas en el HSPV es del 6,9% en el primer trimestre del año 2014, mayor que en otros centros hospitalarios, lo que puede estar justificado por el perfil de anciano frágil ingresado en el PSPV. Sin embargo, las características de las caídas se resumen en las siguientes: no existen diferencias significativas según el sexo, excepto que las mujeres se caen más a partir de los 75 años. El mayor índice de caídas comprende las edades de 75-84 años. La patología más prevalente en los ancianos que sufren las caídas es la cardiovascular. Se caen más en el turno de mañana y de tarde, posiblemente por el mayor número de actividades respecto a la noche. El estado mental mayoritario previo a la caída es de desorientación y confusión. En el momento de la caída, la mayoría se encuentran solos, con poco soporte familiar; se caen más frecuentemente los ancianos polimedicados y desde la bipedestación.
Aunque la incidencia de caídas es mayor que en otros estudios, las consecuencias son menores: no hay lesión o hay lesión menor en la mayoría de ellas. Es importante recoger los déficits sensoriales como variable en el cuestionario de registro poscaídas. A partir del estudio, se orientan las intervenciones de enfermería en el HSPV hacia un refuerzo de la prevención de caídas durante el turno de mañana y tarde, que es donde suceden la mayoría de caídas, por ser el periodo donde más actividades se realizan (aseo personal, duchas, terapias, rehabilitación) y en aquellos momentos en que no se dispone de soporte del familiar/cuidador; así como en los pacientes con patología cardiovascular por su fragilidad muscular y pérdida funcional y a los pacientes polimedicados.