INTRODUCCIÓN
La úlcera por presión es una lesión localizada de la piel y/o el tejido subyacente, generalmente ubicada sobre una prominencia ósea, a consecuencia de la combinación de la presión, la isquemia y las fuerzas tangenciales o de cizallamiento1.
Las personas con deterioro cognitivo, incontinencia fecal y/o urinaria y limitada movilidad presentan un mayor riesgo de sufrirlas, como sucede en el caso que se expone a continuación. Estas lesiones deterioran el nivel de salud y la calidad de vida del paciente y suponen un elevado consumo de recursos del Sistema Nacional de Salud. Por todo ello, es imprescindible aplicar las medidas preventivas necesarias para evitar la aparición de dichas lesiones, cuya eficacia está demostrada científicamente, así como aplicar el tratamiento más efectivo posible, con el fin de conseguir la curación de la úlcera en el menor tiempo posible y minimizar el uso de recursos para lograr dicho objetivo1,2.
Los apósitos con tecnología alveolar gelificante (TAG) forman parte del grupo de los apósitos hidropoliméricos que se han mostrado científicamente eficaces para la curación de este tipo de lesiones, especialmente cuando son exudativas. Son, por otro lado, apósitos de elección para el mantenimiento de la cura en ambiente húmedo, recomendada por su mayor efectividad y una mejor relación coste/beneficio frente a la cura tradicional (seca)2,3,4.
HISTORIA CLÍNICA
Paciente de 89 años, diagnosticado de Alzheimer (GDS 6), diabetes mellitus tipo 2 en tratamiento con insulina y portador de sonda vesical permanente. Debido a su patología de base, presentaba un deterioro físico y cognitivo importante con imposibilidad para la deambulación, por lo que alternaba la sedestación con periodos de encamamiento.
Requirió ingreso hospitalario debido a una infección urinaria con retención de orina. Al cabo de una semana de ser dado de alta, la familia se puso en contacto con el personal sanitario del centro de atención primaria para avisar de la aparición de una ampolla en el talón izquierdo.
EXPLORACIÓN
En la exploración realizada en el domicilio se observó que presentaba una flictena de gran dimensión en el talón que requirió desbridamiento. Al retirarla, se apreció una úlcera en estadio II, de unos 5 cm de diámetro, con zonas de diferentes grados de lesión. Se observó también una zona de tejido necrótico en la parte lateral interna de la lesión, rodeada por otra zona con tejido de granulación y moderado exudado seroso (fig. 1).
En el sacro presentaba una pequeña úlcera de 1 × 1,5 cm, superficial, con presencia de fibrina en el lecho ulceral y bordes rosados (fig. 2).
PLAN DE ACTUACIÓN/TRATAMIENTO
Los objetivos de las curas planteados en este caso incluyeron:
Cuidados de la piel para prevenir la aparición de nuevas úlceras.
Reducción de la presión para favorecer la cicatrización de las úlceras.
Para alcanzar los objetivos marcados, se pautaron cambios posturales, uso de dispositivos que ayudaran a reducir la presión en zonas de riesgo, como cojines y colchón antiescaras, y se incidió en los cuidados de la piel y buen soporte nutricional.
Se estableció la siguiente pauta de curas:
Lavado de úlceras con suero fisiológico.
Aplicación de óxido de zinc en piel perilesional como protección y colagenasa en zona de tejido necrótico del talón y fibrina de úlcera sacra para favorecer el desbridamiento del tejido desvitalizado.
Aplicación de apósito de silicona con tecnología alveolar gelificante en ambas úlceras (Biatain® Silicone y Biatain Silicone Sacro) para gestionar el exceso de exudado y aislar el lecho ulceral del exterior, manteniendo el principio de cura en ambiente húmedo.
Se realizaron curas 3 veces por semana, con las que se observó buena evolución de las heridas. A las 3 semanas de haber iniciado las curas, se complementó el desbridamiento autolítico con desbridamiento cortante para retirar el tejido desvitalizado y se observó que la úlcera del talón estaba cavitada y con presencia de esfacelos en el lecho de la herida (figs. 3 y 4).
Por ese motivo, se decidió espaciar las curas, que se realizaron 2 veces por semana, con cambio de apósito cada 3-4 días.
Prosiguió el proceso de cicatrización correctamente hasta alcanzar la fase de epitelización casi completa a los 3 meses del inicio de las curas (figs. 8 y 9).
DISCUSIÓN
Las úlceras por presión, como ya se ha expuesto anteriormente, son un problema de salud que genera un elevado coste al sistema sanitario, además de comprometer el confort y la calidad de vida del paciente.
Por ese motivo, es importante aplicar tratamientos adecuados y coste-efectivos para conseguir la cicatrización de la lesión en el menor tiempo posible.
En este caso, se planteó el uso de los apósitos TAG por su fácil manejo y adaptabilidad y su gran capacidad de absorción, ya que al paciente se le tenían que realizar cambios posturales a menudo y se debía optar por un tipo de apósito que se mantuviera adherido a la piel perilesional pero que, a su vez, se adaptara al lecho de la lesión sin provocar molestias. Se quería, así, priorizar el bienestar del paciente, minimizar al máximo la frecuencia de cambio de apósitos y que estos fueran lo menos traumáticos posible para él. Del mismo modo, se pretendía proteger la piel periulceral, no lesionarla y prevenir la aparición de nuevas lesiones, contribuyendo a disminuir la presión en las zonas afectadas.
Los apósitos se mantuvieron bien adheridos, a pesar de los frecuentes cambios posturales del paciente. Se adaptaron bien al lecho cavitado del talón, una vez la lesión se desbridó, mostrándose eficaces para el control del exudado, hecho que permitió espaciar las curas, protegiendo la piel perilesional que se mantuvo sana en todo momento y ayudando al proceso de granulación de la úlcera.
Por todo ello, podemos decir que estos apósitos han demostrado su eficacia, una vez más, en el manejo y cicatrización de las UPP, tal y como demuestra la literatura especializada existente1,2,3,4.